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La política como vocación o absoluta sin contrapesos”?
from Macroeconomía 331
Por el Dr. Héctor San Román A. Analista sociopolítico
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Cuando se habla de política quienes la hemos estudiado como ciencia y arte no podemos apartarnos de la idea flosófca que no puede alejarse de su creador ni de sus críticos, sólo que nadie puede criticarla sumido en la ignorancia de la politiquería. ( se dice de alguien, “entro a la política”, por el simple hecho de trabajar limpiando pisos de un edifcio municipal). Y estos farsantes ocupan muchos escaños y curules, y así todo espacio de poder político es ocupado por vividores de la política. El político que concibe una idea y, pensando y razonando la evalúa le otorga su última y más real confguración, dando al pensamiento color y circunstancia precisa. Por ello convivir y conversar con un verdadero político sobre los asuntos políticos de nuestro país es internarse en la experiencia viva del pensamiento atestiguando su fascinante proceso de creación y hoy de extinción, pues ya no hay políticos en el poder. La política como ciencia es una ciencia teórica de mando directo sobre seres animados que viven en grupos terrestres sociales, algunos, (como rebaños clientelares, milagros de la posición bípeda), otros los que utilizan la razón, ello es lo que conocemos como hombres o mujeres. Dentro, de esa coyuntura, se viene a defnir al político como un hombre de mando, como un conductor que basa sus acciones en la razón, como un pastor del grupo humano. Pero ello exige nuevas distinciones dicotómicas. No basta decir que el político es un pastor de hombres, ya que el labrador que les suministra víveres, él médico que cuida su salud, y otros más, también pueden ser llamados pastores. El “liderazgo político” ostenta caracteres distintivos. Tiene que ver con las relaciones humanas de gobierno. La función del político es ver, en efecto, por el hombre en su calidad de miembro de la polis. El político como científco, tiene farsantes como imitadores, los pseudopolíticos, ello es, los “politicastros que politiquean y con ignorancia hablan de cuestiones políticas sin capacidad para ello”. Estos, en el fondo, no miran al bien común, no viven para la política, sino para vivir de ella. Con engaños y frases seductoras suelen ocultar sus inconfesables intereses. Falsifcaciones del político son los charlatanes, los sofstas, incluso los corruptos falsos redentores. En todo lo que va del siglo XXI y frente a las desagradables noticias sobre conductas corruptas de quienes han asumido el poder gubernamental no habíamos estado como hoy frente a una clara disyuntiva: o redoblamos el esfuerzo colectivo por una verdadera democratización integral con su pleno contenido ético, político, social y económico o nos rendimos frente a la posibilidad del caos y la dictadura; o aplicamos una estrategia de combate a la demagogia, mentira y corrupción que han degradado la política o abdicamos a nuestro proyecto de nación. Para la
reconstrucción de un país destruido por corruptos incapaces para gobernar, por farsantes, mentirosos e hipócritas, que utilizan los cargos y el tesoro público para benefcio propio y sus parroquiales rebaños; hoy más que nunca requerimos de la política y del buen ejemplo de un hombre de Estado que sabe lo que es la ciencia política en la conducción de un buen gobierno. La política como ciencia es un arte del saber que el hombre de Estado ha de conocer cumplidamente. De otra suerte, está expuesto a graves errores, cuyas consecuencias afectarían directamente a la nación entera. Esa es la política que queremos los mexicanos que estamos apegados a la cultura del esfuerzo y no políticas fallidas como las padecidas en los últimos veinte años, que bajo la fachada de procesos democráticos supuestamente perfectos, ocultan sistemas parroquiales excluyentes en favor de ineptitud, corrupción y complicidad. Parafraseando al maestro Don Daniel Cosió Villegas: Las elecciones no pueden seguir siendo la forma de legitimar un régimen autoritario “Una monarquia sexenal absoluta sin contrapesos” Queremos un sistema político de contrapesos respetando la división de poderes, que transite el sendero del cambio para avanzar en favor de la justicia, rechazando cambios para retroceder. Sabemos bien que no hemos alcanzado una sociedad justa, cómo lo proclaman nuestras leyes; nos consta qué hay grandes y graves desigualdades sociales y económicas; sabemos que todavía hay privilegios intolerables en favor de la oligarquía, plutocracia y la clientela electoral en perjuicio de la verdadera mayoría de un universo de 130 millones de mexicanos; hemos perdido el camino hacia un desarrollo democrático, agotando la democracia exclusivamente en los procesos electorales, lo cual produce malestar, ya que de la certeza en los procesos electorales, cuando son adversos se pretende descalifcar para que los resultados sean sistemáticamente favorables para un determinado grupo. Se pretendió eliminar la incertidumbre electoral y acabaron por destruir la certeza de tales procesos. Al ser manipulados por quienes disponen del poder social, político y económico para hacerlo, los procesos democráticos, supuestamente certeros, se han vuelto inciertos. Y para colmo han quedado sometidos a una única certeza: la posibilidad de ser manipulados simplemente por quien a capricho tiene poder para ello. Por lo anterior, la incertidumbre entre las auténticas grandes mayorías; los trabajadores y las clases medias emergentes es creciente al ser desmantelado el Estado de bienestar en los grupos productivos y, dejarlos sin voz en la mesa donde se deciden políticas que menosprecian las reglas y las leyes, afectando su presente y futuro, corriendo el riesgo de llegar a un abismo como único destino y eso es inadmisible, porque los intereses de esos grupos sociales no se pueden atender si el Gobierno en turno reprime su articulación y representación autónoma. Es inadmisible impedir que marquen su paso por la tierra y que tracen el surco de otra manera. El sistema político y la estructura económica debe constituirse como un gran instrumento patrimonial de “todo el pueblo mexicano” (tratar de dividirlo es perversidad) para solucionar pacífcamente todas las inquietudes en el marco de nuestras leyes e instituciones, las cuales deberán responder a las adversidades económicas y sociales presentes, para hacer avanzar de manera racional el destino del país, ya que la desigualdad es incompatible con la libertad política. Contrario a lo que pensaba Jose revueltas al criticar a Daniel Cosió Villegas; ahora México si vive una crisis política (no hay políticos en el poder; es moral, porque la ausencia de ética en quienes gobiernan los hace miedosos, mentirosos y corruptos: pero coincidimos, “sigue siendo histórica” en pleno siglo XXI. Un mundo nuevo necesita de la ciencia política renovada: “la acción, realista y comprometida, que responda a las necesidades urgentes del país. Es necesario comprender que la salida a esta crisis requiere de un liderazgo transformador, cuya línea sea su capacidad política para la tolerancia y el diálogo orientado hacia la construcción de pactos sociopolíticos que construyan amplias coaliciones para garantizar acceso universal a la salud, a la protección social, al empleo con dignidad. Hasta hoy el Estado se ha visto incapaz de hacer frente a la caída de las condiciones de bienestar por lo que es necesario un cambio en los modos de producción y consumo, para “reconstruir políticas de un Estado Social hoy desmantelado”