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ESTE NIÑO
(A Benjamin Alejandro)
Este niño es hijo del sol y de la luna. En cada paso a dar una estrella le ha de alumbrar.
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Sus tiernos piececitos en las orillas de las olas jugarán y las tibias arenas le acogerán.
Este bello niño sensibiliza mi amar pues, es lo más profundo que mis ojos han podido contemplar.
Las sedosas manecitas cual pétalos de flores sabrán acariciar y las huellas de sus caricias tiernamente permanecerán.
Este capullito inspira mi pensar, es todo un tesorito que se ha de resguardar.
Por los caminos de la vida, resplandecerá.
Fr O
Por las grises calles la gente transita cabizbaja, oscura.
El frío trasmina la carne y los huesos. El cerebro entumecido recorre nieves y témpanos.
Pasan los vehículos indiferentes silenciosos cuyas ruedas resbalan inmóviles trabadas.
Por los vidrios pasa el frío como si llegara a su casa trizando ventanales con el frío de su puñal.
Por algunas chozas pasa de largo ahuyentado por encendidas pirámides cuyas llamas lamen los troncos quemantes.
Se sienta en todas partes y pone sus pies arriba de las cosas. La comida desaparece en sus mandíbulas de hielo. Holgadamente se acuesta para ver una quejosa televisión y se ríe sarcásticamente.
Cuando caiga la tupida lluvia nos dejará de prisa un helado pantanal.
Guitarra
En la guitarra que tengo están las manos de mi madre y en el tiempo de su ausencia en mi casa yace silenciosa, protegida como una reina.
Entró por la puerta imprevista y está aquí, majestuosa y bella.
En la cuerda primera hay un pájaro soñando, en la segunda mariposas aletean.
Suave trémolo se extiende en la cuerda tercera y finas estrellas rasguean las que quedan.
En la guitarra de mi madre está recogido el cielo en los días, noches y tardes infinitas.
Caen las hojas a lo largo del silencio donde una mujer duerme y la música del tiempo se expande sutilmente.
¿POR QUÉ?
Escribo con sangre y pólvora. Es mi lápiz la punta de un fusil sobre un interminable charco de coágulos en circulación. Soy una llama del incendio de la vida y me estoy quemando quemando siempre.
Hay ráfagas de odio en los ojos del silencio cuando calla el estruendo por un mísero segundo. La frecuencia de cañones desorbitados han estampado en mis oídos desde lejos y también de cerca interrogantes de fuego y terror.
¿Por qué escribo si estoy muerta desde hace siglos?
¿Por qué vuelvo si mi corazón está fulminado en el escenario de la dramática geografía del universo?
Suelo ser una bomba en estallido sin embargo mi puñal está inerte intacto… inexplicablemente paralizado, ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Ni A
En el jardín hay flores en el agua y una media luna bajo un árbol se balancea en unas ramas. La niña se pasea alrededor de una pila con peces que saltan. En una rosa mojada se refleja su fino rostro estando ensimismada. Una blanca nube se extendió como una sábana en un cielo ¡tan azul que estaba! y en la pared de su casa una puerta se abría para las mariposas que jugaban.
La niña entonces con los peces conversaba.
Ventarr N
Muévase el viento sacudiendo todo en su singular carrera desprovisto de cadenas, lazos y envolturas, más libre que un minúsculo pájaro audazmente volando por las alturas.
Motiva su frenético pasar entre las hojas de los grises árboles cuya aguda somnolencia es necesario despertar.
Su silbido elévese hacia las alteradas nubes para desintegrarlas y luego caer en una tupida lluvia cuyas irregulares corrientes se dejan llevar hasta la embriaguez.
Sin desenvoltura súbita y frenética haga al mundo remecer y se lleve el fuego de la ira que llaga el mundo con furor de sangre y odio con su imponente ventarrón y luego vuelva puro y cristalino con ráfagas de vida sembrando sueños abriendo surcos, sabios y urgentes caminos para el amor.