PERFORMANCE
LEJOS, LEJOS, LEJOS
Centro de la Imagen México 2019
Tengo un cuerpo privilegiado puedo caminar sin depositar mi peso en el peso de las cosas ni prótesis ni bastones puedo girar en el piso saltar o correr avanzar en el espacio sin apoyarme apoyándome en las paredes siento el peso de los cuerpos de mis padres en el mío recuerdo caminar junto a ellos reclinados sobre mí para avanzar en sus cuerpos se abrieron cánceres y aneurismas dilatando un dolor que no pudieron nombrar la dictadura en el cuerpo de mis padres fue muerte por enfermedades emocionales. Los recuerdo rengos llenos de cicatrices por fuera. Los recuerdo desterrados, llenos de cicatrices por dentro.
Marta y Ricardo se exiliaron en México en 1979, durante la última dictadura militar de Argentina. Su hijo, Emiliano, mi hermano, nació en el Hospital Tehuantepec una tarde de septiembre de 1981. Vivieron los tres en un apartamento de Colonia del Valle, cuarto piso, sin elevador, con vista al Popocatépetl. Cuando retornó la democracia en su país natal, abandonaron México y jamás volvieron. Diez meses después nací yo, en un barrio obrero y emergente con nombre peronista, el último día del mes de octubre de 1984, y mi nombre es Ximena, con equis, como México.
Mucho tiempo de mi vida quise ser mexicana, o al menos haber sido un feto dentro del útero de mi madre cuando habitó la geografía del DF. Haberme movido con ella mientras caminaba de su cocina al comedor, haberme balanceado con ella mientras subía las escaleras que separaban la calle de su departamento, o cruzar con ella la Avenida Insurgentes al bajar de un taxi. No quería quedarme afuera de ese relato que asomaba en mi infancia lleno de misterio a través de los objetos que decoraban mi casa, de las ropas bordadas que usaba mi madre, en los libros apilados en la biblioteca, y en las calaveras grabadas que colgaban de las paredes que miré con fascinación tardes enteras.
Nos dimos cuenta tarde de este exilio, o acaso nuestros padres fallecieron demasiado temprano. Nos dimos cuenta tarde de que no sabíamos prácticamente nada de ese paréntesis biográfico. México fue un secreto que mis padres inscribieron en nuestros nombres. Un secreto del que mi madre no hablaba y del que mi padre nunca quiso volver.
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