Estética Aquests apunts són per a ús personal i privat dels meus alumnes. No estan pas revistats per a publicació. Poden estar incomplerts, contenir alguna errada i estan sotmesos a revisions i correccions. Qualsevol observació o suggeriment serà benvingut. Contactes a http://xserra.net – xserra@terra.es “Lo bello es algo atractivo que, como tal, afecta a la persona, no le deja indiferente. Ese impacto en el orden vital es lo primero que subrayan los filósofos que se han ocupado de la belleza. Platón lo describe en términos de entusiasmo y Aristóteles de catarsis. En ambos casos se trata de una conmoción que afecta al curso vital de un modo concreto: se trata de (...) aquellas acciones mediante las cuales el hombre en su obrar se distingue de la naturaleza” (Labrada, 1998, 15) Vocabulario: “entusiasmo” [estado en que uno se encuentra fuera de sí, poseído por algo que le sobrepasa, entre gozo y temor, ver Fedro]; “catarsis” [experiencia interior purificadora, provocada por un estímulo externo, ver Poética]
"En lo que se refiere a lo agradable vale el principio de que cada uno tiene su propio gusto. Con lo bello ocurre algo muy distinto. Sería ridículo que alguien, que se preciase un tanto de gusto, pensara justificarla con estas palabras: 'Ese objeto (el edificio que vemos, el traje que aquél lleva, el concierto que oímos, la poesía que se ofrece a nuestro juicio) es bello para mí'. Pues no debe llamarlo bello si sólo a él le place. Muchas cosas pueden tener para él encanto y agrado, que eso a nadie le importa; pero, al estimar una cosa como bella, exige a los otros exactamente la misma satisfacción; juzga no sólo para sí, sino para cada cual, y habla entonces de la belleza como si fuera una propiedad de las cosas” (Kant, Crítica del juicio).
“El objeto de estas reflexiones es el fenómeno estético. Tomo de momento lo estético como sinónimo de lo bello. Sé que no lo es, pero tomemos ambos términos... como si fueran cosas sinónimas. En cualquier caso, de lo que no voy a hablar para nada es de la obra de arte. Y ello por varias razones... La primera, porque no está dicho en ninguna parte que la belleza sea objeto propio del arte. Pero aun suponiendo que lo fuera, quedaría el problema de si la belleza artística es toda la belleza o sólo una parte de ella. No estoy pensando en la belleza natural, ni pienso en dos tipos de belleza contradistintos, una belleza natural y una belleza artística, sino que pienso en algo mucho más trivial, según lo cual no se trata de contraponer tipos de belleza, sino pura y simplemente de preguntar qué es lo que se entiende al decir de algo que es, pura y simplemente, bello. No otra cosa. En segundo lugar, de la pregunta así formulada no voy a tratar más que filosóficamente. Desde la antigüedad se ha hablado de los cánones de belleza, por ejemplo, el canon de Policleto. Pues bien, no voy a hablar de eso, porque eso concierne a qué cosas, en determinada mentalidad, en determinada época y según los distintos individuos 1
constituyen lo que llamamos, o lo que llaman, cosa bellas. No voy a tratar de eso, sino pura y simplemente, me pregunto filosóficamente, en qué consiste que algo sea bello. Qué cosas son bellas, cómo lo son y cuándo, son cuestiones qué caen completamente al margen de mi reflexión” (Zubiri, Reflexiones filosóficas sobre lo estético, 1975).
A. Introducción 1. ¿Qué se entiende por estética en esta asignatura? (15-20) La palabra se refiere etimológicamente a lo que hace referencia a los sentidos ya las sensaciones. Desde que se fundó como ciencia, y parte específica de la filosofía, en el s. XVIII, ha trascendido su origen etimológico (y no comprende sólo las emociones y sensaciones, sino también las ideas y las acciones). En cuanto al mundo del arte, se ocupa de dos ámbitos: a) el de las obras concretas; y b) el de las ideas. Es un saber universal que se ocupa de la belleza en todos los sentidos, e intenta conjugar todas las perspectivas. La estética no es sólo una parte de la filosofía, sino toda la filosofía que reflexiona sobre el arte y la belleza. [Ruiz Retegui, 10] Los griegos daban a la palabra kalon sentidos distintos según el contexto: en el uso corriente o coloquial quería decir el oportuno, el "está bien" o "basta así". Otras veces quería decir "completo" o "excelente". En cambio, los latinos usaban la palabra pulchrum, que deriva del griego polikroon, para referirse a la armonía plural del cuerpo humano y, en general, a todo lo "magnífico"; también usaban la palabra bellus, pero para referirse a algo más superficial (como bonito, precioso o encantador). Por tanto, entre estos extremos la palabra belleza tiene un amplio campo de significados. Curiosamente, sin embargo, los juicios sobre la belleza tienen un cierto tono de objetividad, e incluso se los distingue de la propia percepción o gustos ("comprendo que es una obra maestra, pero a mí este tipo de edificios no me gusta "). La belleza y el arte no son lo mismo: la primera tiene que ver propiamente con el conocimiento y con el gusto, mientras que el segundo tiene relación con la acción humana. Es muy diferente ser un artista que disfrutar con el arte. Por lo tanto, dentro de la filosofía habrá que distinguir también entre la estética (describe las características de la belleza y estudio la experiencia de las cosas bellas) y la teoría del arte (se ocupa de las condiciones generales de la producción de obras bellas, de las "bellas artes"). Ambas hacen referencia al mismo texto, principalmente de Aristóteles (Poética), Kant (Crítica del Juicio) y Hegel (Lecciones de estética). Una de las nociones clave es la de "juicio estético" (de Kant, que como en el caso del juicio ético supone una obligación incondicionada, ya que en la obra de arte el espíritu del artista dota a un objeto físico de una forma bella), otra es la superioridad aristotélica del conocimiento sobre la acción: el conocimiento que se refiere a la belleza se denomina "experiencia estética". [Labrada 1998] Es en la modernidad, precisamente, cuando se destaca la conexión entre la belleza y el método que se usa para analizarla. La belleza tiene relación con la actividad contemplativa en la que se revela: sólo se contempla lo que asombra. Es lógico (como destacan Hegel, Croce, etc.) que la reflexión sobre la belleza nazca de la visión o 2
contemplación de las obras de arte como “expresiones del espíritu”. Por ese motivo, piensan ellos, la pregunta sobre la belleza nace solamente en culturas altamente desarrolladas en el terreno artístico como, por ejemplo, una ciudad como Viena o semejante. Solo en los lugares – ése u otros – en los que se erigen obras de arte se formula en rigor la pregunta por qué sea eso de la belleza. Como dice Heidegger, las obras de arte despiertan el misterio del ser. Por tanto, el estudio de la estética tendrá mucha relación con la “filosofía del arte”. ¿Y la naturaleza? Hegel y Croce consideran que la belleza sólo pertenece al mundo de las producciones del espíritu, es decir, al mundo del arte, ya que la naturaleza – en su opinión – queda por completo desvelada por las ciencias experimentales. Este modo de pensar impide considerar la naturaleza, el cosmos, como algo que se revele – en el momento ya sea de la inspiración como de la contemplación – como una obra de arte. La utilidad y la eficacia no han sido ni son los únicos móviles de la acción humana: el ser humano también necesita acciones y objetos que, aun siendo inútiles, den sentido a la propia existencia. La acción bella es precisamente una de las acciones que da expresión y sentido. La estética es la disciplina que reflexiona sobre la belleza y el arte. Desde el comienzo de la filosofía ha interesado a los pensadores. Para Platón, la contemplación de la belleza era uno de los caminos para acceder al verdadero conocimiento y a la existencia auténtica (la belleza atrae y nos hace "amigos de Dios e inmortales, si el hombre mortal puede serlo"). Los factores que hacen posible el disfrute estético son especialmente: a) la experiencia estética, b) la actitud estética y c) el juicio estético. Aun siendo intemporales la reflexión sobre la belleza y el arte (qué son, cómo se manifiestan, etc.), ni la belleza se limita al ámbito artístico ni el arte se centra exclusivamente en la belleza (de hecho, el ser humano también descubre la belleza en los seres y los espacios naturales que lo rodean y, por otro lado, en la creación artística suele aparecer un cierto interés por la fealdad, por el ridículo e incluso por lo monstruoso). Por tanto, cabe una definición de qué sea la estética más amplia que la tradicional ("reflexión sobre la belleza y el arte"). "Ni la belleza es exclusiva del arte ni el arte produce únicamente belleza". Desde Baumgarten (1714-1762) la estética adquiere categoría de "disciplina filosófica. Éste la relaciona (estética = sensación) con la emoción y el sentimiento que ciertos objetos provocan en el observador (Aesthetics, 1750). En breve, "la estética es una disciplina centrada en la reflexión sobre un tipo de objetos (naturales o artísticos) capaces de producir emociones que sirve para valorar estos objetos como bellos, feos, sublimes, etc." Experiencia estética: es el tipo de experiencia que producen los "objetos estéticos" (pueden ser artísticos - creados artificialmente por el hombre: pintura, sinfonía, representación teatral... - o naturales - el hombre se encuentra y no son creación suya: una flor, una cara bonita, una concentración de nubes sobre el mar), que tienen en común el sentimiento que producen (nos afectan de manera diferente que los otros objetos normales que nos rodean). Se suele considerar esta experiencia como un gozo o placer agradable para los sentidos, pero va más allá (también serían agradables un baño caliente, un masaje o una comida es el ancho). No se trata necesariamente de sensaciones físicas inmediatas. No puede limitarse a un gozo como reacción física ante un estímulo: hay más. Resulta difícil comunicarlo precisamente porque no es la satisfacción de los sentidos. "En el 3
disfrutar estético hay una dimensión emocional e intelectual que no surge de forma automática por el hecho de colocarnos ante de un objeto estético". Definir o comunicar un sentimiento es casi imposible: lo que caracteriza los objetos que producen esta experiencia es que consiguen transmitir lo lingüísticamente incomunicable. Actitud estética: es necesaria para disfrutar de una verdadera y pura experiencia estética, ya que los objetos estéticos sólo provocan la emoción propia de la experiencia estética acercándose a ellos de una forma determinada. Hace falta una actitud desinteresada, que no quiere decir indiferente o pasiva [más bien requiere la aceptación positiva, de interés, entendido como atención entusiasta]. Es incompatible con la búsqueda de provecho o utilidad [el interés en un sentido negativo]. Se trata de eliminar la “finalidad utilitarista”, respetando el objeto de que se trate como un fin en sí mismo, no como medio o instrumento. Por tanto, las actitudes que hay que evitar (y que, sin embargo, suelen acompañar la contemplación artística y/o natural) son la: a) cognoscitiva (intención de aprender y de ampliar el conocimiento: ésta no es negativa pero condiciona la obtención de la experiencia estética); b) decorativista (valorar la función y su utilidad decorativa); c) crematística (calcular el interés o valor económico y especulativo). Algunos ejemplos que no son experiencias estéticas: emocionarse con una película porque me siento identificado con el protagonista: es sólo una experiencia emocional; escuchar una música porque me recuerda mi infancia: es una experiencia sentimental y/o nostálgica; apreciar una canción por su ritmo bailable: es una experiencia lúdica...). La contemplación estética debe ser desinteresada, es contemplativa (y nunca práctica): se hace sin necesidad, sencillamente porque nos gusta. Schopenhauer (s. XIX) llega a decir que la contemplación estética es la actividad humana más alta porque nos saca de nosotros mismos: es una experiencia extática (de éxtasis, salir), como cuando decimos que alguien está fuera de sí, o "embobado" ante una música o una escultura.... Uno deja de ocuparse de sí mismo, y en esto se distingue también de lo que es lo "bueno" ("bueno" es conveniente por el sujeto, mientras que "bello" significa "aquello que, sólo mirándolo, gusta"). [Labrada 1998] Si la actividad en la que se revela la belleza se denomina contemplación, podemos preguntarnos qué facultades intervienen en la actividad contemplativa: hay, generalizando, dos corrientes principales (una más bien platónica, la otra aristotélica): a) la primera, el amor a la bella permite superar las visiones parciales y limitadas o discursivas de la realidad; la insuficiencia del logos sería salvada por la potencia manifestativa de la belleza que, como absoluto o Bien, apela a la voluntad; b) la aristotélica considera que la actividad intelectual o teórica es la forma de vida más alta, y también de felicidad; no hay sospechas acerca de la capacidad intelectual de los humanos; la contemplación permite, entonces, que la plenitud característica de la verdad aparezca como bien, con esplendor, és decir “amable, atractiva, bella”. Aunque parezca que la ruptura se halle entre antigüedad y modernidad, en realidad lo que sigue vigente son dos modos de entender la “actividad contemplativa”. En breve, la belleza, ¿es lo atractivo, lo bueno (sin más)?; o bien, la belleza, ¿es una manifestación esplendorosa y buena de la verdad? Juicio estético: sólo es posible gracias a una experiencia estética. La percepción de que algo nos afecta intensamente, nos lo hace considerar bello o feo. Formular un juicio es expresar una oración en la que atribuimos una cualidad a un objeto (puede ser verdadera o falsa). Si la cualidad es estética (belleza, fealdad, sublimidad,...) se trata de un juicio 4
estético. Este juicio que no es resultado de una deliberación intelectual sino fruto de la misma experiencia y de la sensación (es decir, no se basa en una cualidad del objeto sino en la experiencia que provoca en nosotros. Es una valoración subjetiva (fruto de una sensación íntima y privada) y, por eso, problemático (¿puede irse más allá del ámbito personal?). Con todo, sabemos bien que nos resulta posible distinguir entre nuestra opinión de gustarnos o no algo ("esta pintura no me gusta, la encuentro fea") y un juicio estético, legitimado, que consideramos como válido más allá de nuestra preferencia personal ("esta sinfonía es sublime", "esta flor es bonita"). Para Spinoza" la belleza sólo es un afecto en quien lo percibe" (texto). Cuando juzgamos estamos convencidos de la objetividad y la universalidad de nuestro juicio estético (pensamos que esto debe ser así para todo el mundo). Nuestra forma de apreciar los objetos estéticos nos inclina a rechazar la creencia de que la valoración estética es sólo una opinión personal. Para garantizar esta evidente exigencia de universalidad, en Kant recurrió al sentido del gusto (una especie de sentido común que garantiza valorar del mismo modo los objetos estéticos, asegurando la universalidad de nuestros juicios y posibilitando el consenso). Texto. El gusto es algo que pertenece al sujeto: en este sentido es intransferible. Pero, ¿es lo mismo que la belleza o el juicio estético? A favor de la objetividad del juicio de gusto habla de la cultura (el acuerdo sobre obras de arte que son bellas); en contra, el hecho de que en culturas diferentes hay diferentes gustos y el hecho que la estética contemporánea considere obras de arte cosas que parecen feísimas. Ya se ve que no es lo mismo lo que me gusta y lo que es una obra de arte (hay diferencia entre los 40 principales y la Novena de Beethoven). [Labrada 1998] Lo característico de un juicio estético es la afirmación de algo como único e irrepetible, como singular. En él, el concepto se resiste a la generalización, porque se capta lo formal o conceptual como “amable o querible”. Un juico lógico es: “todas las flores son bellas”; en cambio, “esta flor es bella” es un juico estético (texto de Kant, nt. 4), ya que no se deja subsumir bajo una generalidad. La razón se halla ene l particular engarce en el juicio estético entre inteligencia y voluntad: es un acto del entendimiento (juico) que aparece con una forma única e irrepetible (ahí interviene la voluntad), es decir, con un carácter de plenitud que reclama nuestra adhesión. Ocurre de forma inesperada y gratuita, es un hallazgo. [Labrada 1998] En la modernidad, la plenitud propia de la belleza se interpreta – desde una concepción moderna de la libertad – como algo ilusorio, proyectado por la dinámica desiderativa o tendencial del alma: caen en la cuenta que la tendencia particulariza el bien poseído, de modo que repudia la noción de plenitud (Schopenhauer considerará aparencial o ilusoria la belleza, Nietzsche lo ve como una abdicación de lo estrictamente vital..., tiene una concepción del arte como imperio sobre el podaría irracional de la vida, nunca como contemplación que sería considerada como una forma de debilidad). 2. ¿Qué entendemos por arte? (21-5) El arte es conocimiento (visión, contemplación de lo divino y de lo humano: el artista es un intelectual), expresión (de emociones: es un romántico que expresa lo que siente) y formación (es un hacer, el artista es un artesano: forma y hace una obra). Parece lógico dar una especial importancia a hacer, ya que si no se hace algo la obra de arte no existe. Los elementos son: conocer, sentir, saber hacer y hacer.
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No toda manifestación estética tiene que ser necesariamente arte: para que algo sea una obra de arte se requiere que aquello esté dirigido por una intencionalidad estética predominante. Se pueden hacer cosas "con arte" pero "sólo el arte es arte" (todo lo que es perfecto contiene belleza, pero en la obra de arte la forma es prioritaria y la belleza es una exigencia fundamental: es búsqueda la forma en sí misma. [Ejemplo de Paul Valéry entre soldado y bailarina (24)]. Una de las discusiones más importantes en teoría del arte es la que contrapone Hegel a los seguidores de Kant acerca de si el objeto artístico se adecua no a algún concepto previo, que determine su contenido artístico. Es decir, el arte es a) manifestación de una idea (como lo son, para Hegel, la filosofía y la religión), o bien, b) es algo autónomo (no quiere decir nada en concreto, no hay nada que se deba entender). Para Hegel, el espíritu humano es lo mismo que la Razón, que se desarrolla mediante conceptos o ideas: por eso el arte es expresión - de carácter simbólico - de una idea (será expresionista, simbólico, objetivista ...); en cambio, Kant había insistido en que el arte es bien distinto de la ciencia o de la filosofía: su objeto no corresponde a ningún concepto, no se ha de entender, sino que provoca un juego libre de las facultades (conlleva un uso e interpretación de la imaginación y la razón, como si fuera un juego). Por lo tanto, la teoría estética de éste le sitúa en un punto intermedio entre el puro sensualismo (la obra de arte suscita sentimientos) y el puro racionalismo (expresa conceptos), entre el sujeto y el objeto, en lo que denomina idealismo trascendental. La teoría de Kant defiende, inicialmente, la objetividad del juicio de gusto estético (debe tener pretensión de universalidad, por lo que debe referirse a alguna propiedad, la belleza que, en principio, debería poder ser reconocida por cualquier hombre. Sin embargo, esta "objetividad" de la belleza - que la hace universal - no es algo independiente del sujeto humano [no es una propiedad de las cosas], sino sólo una capacidad de la cosa bella de suscitar una determinada captación por parte del sujeto humano. Es una correspondencia "trascendental", en el sentido que la cosa se corresponde con las facultades humanas de conocimiento (no es el gusto, que es interesado, sino un análisis desinteresado: como le sucedió en ética: "es algo que se corresponde con los intereses generales del ser racional". La diferencia respecto de la ciencia (kantiana) reside en que la adecuación estética es cognoscitiva, sí, pero no teórica, ya que el objeto artístico no proporciona conocimiento correspondiente a un concepto (como sí hace la ciencia). Como no hay concepto se produce un "juego libre de las facultades del conocimiento humano, una armonía en la capacidad de valorar la realidad". Por ello, el arte es libre y proporciona placer (juego entre razón e imaginación). 3. ¿Qué es la forma? (25-8) Una forma es un organismo entero y verdadero, un cuerpo en el que todo depende de todo, que está terminado. Es algo acabado. En filosofía, forma coincide con acto, con concepto, con esencia. En cualquier obra humana hay cierta vida, pero en una obra de arte la forma genérica es una estructura perfecta, es independiente y tiene suficiente con ella misma: es algo acabado, total. La forma es un organismo vivo que tiene cada una de sus partes perfecta y armónicamente unidas. Algo parecido sucede con la forma artística. Una forma es la
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negación de la mediocridad. El arte no es sólo un simple "facere" sino un "perficere" (un acabar hasta alcanzar la perfección). De este modo, una obra de arte – no en la filosofía platónica - no sería tanto una copia de las cosas naturales como una realidad que tiene autonomía propia, una vida interior que la independiza de su autor (la hace como un ser natural, es una creación). [Ruiz Retegui, 70] El pulchrum se expresa primariamente en la "forma", que es el primero que se nos aparece a la mirada. Precisamente de "forma" viene la palabra "formositas", que ha evolucionado en castellano hacia "hermosura". La forma es la condición de la realidad en la que brilla en primer lugar su pulchrum (un cierto aspecto de totalidad en cuanto que unificada, en la medida en que este todo constituye una unidad inteligible como tal unidad, de manera tal que la multiplicidad de los elementos no es sólo una colección o especie de inventario de elementos inconexos). Lo que brilla en la forma es el pulchrum como splendor unitatis. La percepción de la forma es el primer paso por el conocimiento de la verdad, especialmente cuando se trata de la verdad de la persona humana o de cualquier realidad compleja. Los detalles deben entenderse en dependencia de la forma la que están inscritos. La clave de comprensión estética se suele encontrar entre el todo y el fragmento (la forma es lo que "informa" cada una de sus partes). Por ello, al final se puede afirmar - al ver la combinación y relación entre el verum, el bonum y el pulchrum - que la belleza no es sólo "formositas", sino que lo que en principio tenía "formositas" se nos hace presente con la riqueza de un verum y de un bonum esplendorosos.
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B. Cuestiones sistemáticas 1. Fenomenología del arte: las cosas donde hay belleza. Una obra de arte. ¿Qué es? (29-34) Las cosas - o formas - donde hay belleza podemos encontrarlas en la naturaleza o en las obras humanas (en especial, en las obras de arte). Texto p. 29, abajo. La obra de arte se distingue por ser una forma pura: pura forma, que busca, por encima de todo, la propia perfección estética (p. 30). Como son también formas reales, las obras de arte presentan también pequeños defectos, deficiencias, carencias... El punto de partida y el sustrato sobre el que el artista puede construir es la materia: sin materia no hay arte. Por ello la estudia e intenta "plasmar en la materia" los sueños, ideas, sentimientos (texto. p. 32). La materia previa distingue el arte de otras actividades predominantemente intelectuales, como son la ética o el pensamiento. Esto no es un materialismo sino sólo un "materialismo artístico", ya que el mito, el símbolo, el misterio, deben encontrar su concreción en la materia, sea del tipo que sea. "El contenido del arte el espíritu - se concreta en una materia para dar lugar a la forma o obra de arte" (33). Texto. p. 34: la obra de arte es, por tanto, producto material, vehículo de expresión de los sentimientos del artista, medio de comunicación de ideas y también un instrumento de conocimiento (medio de educación) La actividad artística es un hacer consciente y voluntario que tiene un resultado: un producto que - a diferencia de otras acciones humanas - no es valorado por su utilidad sino por el tipo de experiencia que consigue suscitar. Arte viene del latín ars y del griego techné: habilidad o capacidad para hacer algo con eficacia. Durante muchos siglos era esta habilidad (el poeta y el carpintero eran igualmente artistas o técnicos tenían conocimientos para producir siguiendo ciertas normas, y hacían "arte"); desde la modernidad se distingue la artesanía (técnico o artesano) y las bellas artes (artista) puesto que, entre ellos, se descubren diferencias: unos hacen cosas útiles, los demás hacen belleza (facilitan experiencias estéticas). La artesanía se basa en la aplicación de ciertos conocimientos y habilidades; depende de la experiencia y tradición; los productos tienen una función y finalidad; es fruto de la repetición del producto; suele ser una obra anónima # el arte necesita imaginación y creatividad; exige originalidad; los productos no se adaptan a funciones, suelen ser inútiles; son productos irrepetibles y únicos, son obras de autor. Ahora bien, actualmente esta distinción entre la acción técnica y la acción bella - por el crecimiento del diseño, las nuevas técnicas de producción y otras tendencias... - parece estar en crisis. Respecto al arte hay diversas opiniones: para algunos, de arte, solo hay uno, que se puede plasmar o materializar en formas variadas (Croce, texto); para la mayoría se manifiesta de muchas maneras según criterios: el medio (visual, auditivo, verbal, mixto), el espacio y el tiempo (ocupan lugar o duran, tienen elementos sucesivos), o la ejecución (se necesita un intérprete y se puede actualizar, o no).
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Por la complejidad de sus manifestaciones, ha habido concepciones diferentes a lo largo de la historia. El arte se ha entendido como: a) imitación: surge en la Antigüedad y se mantiene hasta el Romanticismo. El arte es un espejo de la realidad, la cual reproduce. Las corrientes que lo entienden así son el naturalismo y el realismo artístico b) expresión: desde el Romanticismo, por la importancia que se da a la imaginación. Se ve el arte como único camino para la expresión de emociones y sentimientos vivenciales. Es como un lenguaje específico que transmite lo que sería incomunicable con el lenguaje común. El espectador puede vivenciar estos sentimientos c) forma: es contemporáneo y, en él, se distinguen como dos planos en toda obra de arte. El del contenido (lo representado, por ejemplo...) y el de la forma (el medio utilizado para materializar y expresar el contenido). Lo específicamente artístico sería la forma, y no el contenido o historia, de los cuales se debería vaciar. El ejemplo es el arte abstracto: se reivindica la autonomía del arte respecto a cualquier intención representativa d) realidad imaginativa: es la más minoritaria. Propone diferenciar el arte (imagen mental) de su plasmación física (la obra de que se trate): lo importante es la imagen mental que se forma cada espectador de la idea - también realidad imaginativa - que tenía el autor. La obra es siempre imperfecta, pero se convierte en la única manera del autor para hacer partícipes a los demás de su idea. Por tanto, dispondríamos como de tres grandes planteamientos teóricos: a) el representativismo: se interpreta en un sentido de copia o imitación de la naturaleza; se le podría criticar que, así, la obra de arte deja de tener un ser propio: el mejor arte sería la fotografía, aparte que es difícilmente representable una pieza musical, por ejemplo; b) el simbolismo: valora la obra según lo que comunica o transmite: el sentimiento que ofrece; la dificultad se encuentra en precisar cuáles eran los sentimientos de la artista y en la multiplicidad de sentimientos en los espectadores; y c) el formalismo: una valoración únicamente de la forma - disposición estructural o combinación de elementos - del objeto, y no el contenido representativo; así no se tienen en cuenta los sentimientos o emociones en el espectador - como alegría y tristeza - sino sólo la experiencia peculiar de tipo estético. En breve, el representativismo valora una obra de arte por su imitación de la realidad; el simbolismo en su capacidad de expresar sentimientos o ideas; el formalismo en las calidad formales (combinación de colores...). También habría que añadir una pluralidad de opiniones sobre cuál es su sentido y función en el seno de la cultura humana. El arte es inútil en sentido productivo pero... ¿sirve o no? (¿es una necesidad?): a) el arte por el arte: no debe cumplir ni cumple ninguna utilidad. Proponen un arte radicalmente puro, ajeno a cualquier propósito didáctico o moralizador. 9
b) el arte como necesidad de la naturaleza humana: no se debe justificar pragmáticamente ya que su valor reside en satisfacer una necesidad humana (son actividades que gustan por sí mismas y responden a una inquietud de nuestra naturaleza). c) el arte como evasión: medio para huir de la realidad (para olvidar los propios problemas y obligaciones) d) el arte como purificación: es una visión antigua (Aristóteles, sentido catártico de la tragedia), por la que el arte libera de las pasiones perjudiciales. Tanto en la tragedia como en la música el espectador se conmueve y revive en él las pasiones de los personajes. e) el arte humanizador: el arte sí que tendría una finalidad y función, que lo haría digno, y es la de transmitir y promover valores éticos, sociales, culturales. El fin más elevar que debería perseguir sería el de educar divirtiendo; el artista debería tener un compromiso más elevado que aquel exclusivamente esteticista No todos los objetos artificiales son obras de arte: la solución más fácil y frecuente es de tipo pragmático. Es decir, hay que considerar obra de arte aquellos objetos que el mundo del arte valora como tales. No sería suficiente ni un planteamiento a) objetivista (las obras de arte lo son en función de una propiedad objetiva, pero ¿cuál?) ni b) subjetivista (no hay una propiedad de las "obras de arte" sino que depende de la espectador, cada uno otorga la categoría de artístico a lo que le parece según sus preferencias y gustos). Con todo, una vez superado el tema de la esencia de la obra de arte, quedaría pendiente la cuestión de su interpretación. En la fruición estética se suelen señalar y diferenciar claramente dos momentos: a) el de la contemplación: acercarse a él con una actitud desinteresada, y disfrutar. Sentir qué me comunica. No es necesario ningún conocimiento sobre arte, y todo el mundo puede disfrutar de la belleza y sublimidad de la obra artística b) el de la reflexión: puede venir o no, esta segunda fase. Aquí hay que analizar y estudiar la obra para poder la entender. En este caso, hay dos posibilidades, la postura: 1. Contextualista: para entender e interpretar correctamente la obra artística de un autor hay que conocer el contexto global (conocimientos sobre el artista, su intención, la época, etc.) 2. Aislacionista: las obras son autosuficientes y autónomas. Para entenderlo no hay que salir fuera, conmueve y deleita por sí misma ¿Cómo se hace una obra de arte? (34-9) El principio es la inspiración: la idea inicial que se encuentra en la materia y en la imaginación del artista (textos de p. 35). Hay momentos de espera activa, tensa, vigilante. Mucho trabajo y horas de esfuerzo y al final, después de una infinidad de intentos - y de no pocos fracasos - llega a su fin: la obra de arte, la forma pura. La idea inicial da lugar a un resultado, que ha sido sometido a muchas correcciones y modificaciones.
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Los románticos se dieron cuenta de que una fuerza misteriosa colaboraba en el trabajo del artista. Lo llamaron naturaleza, porque es como una ley propia (como el trabajo del jardinero o el papel de una madre en la gestación). Los estudiosos insisten en la complementariedad entre una "composición" artificial y un "crecimiento" natural de la obra: el artista es un trabajador de la forma, un artesano, que "colabora con las misteriosas fuerzas de la naturaleza que hacen crecer la obra entre sus manos”. El arte, así, no estaría tan lejos de la naturaleza ni en un aposición completamente opuesta con esta, sino que cooperaría con ella (p. 39). Las relaciones entre arte y naturaleza: semejanzas y diferencias (39-43) Algunos clásicos hacían hincapié en que ars imitatur natura, mientras que Oscar Wilde proponía que la naturaleza copiaba el art. Las relaciones son más sutiles (frase de Schelling, p. 43 final - "produciría larvas y no obras de arte"). Algunas semejanzas: • el arte se alía con la naturaleza en el paisaje y en las obras que no rompen con el entorno natural (ejemplos de armonía, p. 40) • según el naturalismo, el artista hace uso de las formas naturales y las va dejando en sus obras • además, la obra de arte es algo vivo, un organismo que mantiene sus partes unidas y se asemeja a lo que hace la naturaleza. Se da una "solidaridad" entre ambas (por ejemplo, Aristóteles comparaba las partes de la tragedia con las de un animal vivo) • el arte imita a la naturaleza, pero no en una forma simplista (como en el segundo apartado, simplemente copiando, como sería el caso del arte figurativo de inspiración natural) sino "en su modo de operar" (ars imitatur natura in sua operatione). Parece que sería éste el verdadero sentido de la mimesis de Aristóteles, y contaría con el apoyo de las ideas románticas sobre el progresivo crecimiento de una obra de arte. Algunas diferencias: • la vida de la obra de arte no es la vida de un ser vivo: la artística es una vida menor, menos perfecta y autónoma, si bien de mayor duración (pretende eternizar el autor, que sí es un ser vivo y se muere) • la obra de arte depende de manera inmediata de las personas (no vive para sí misma): si no de da ante una persona, ha perdido su razón de ser (autor, público, intérprete...) • no es sólo una cosa, sino que constituye un mundo interior y personal: supera y completa a la naturaleza porque dice referencia a alguien y espera ser apreciada (quizás era el sentido de que Oscar Wilde le quería dar, al hablar de la envidia de la naturaleza al arte). 11
Los objetos artísticos pueden ser bellos, como los naturales, pero en el caso de las creaciones humanas del artista intenta manifestar claramente que no es un objeto natural a fin de producir propiamente una experiencia estética. Captamos una intencionalidad de una voluntad humana, algo que detrás tiene una inteligencia. Cuando decimos que el arte imita a la naturaleza lo hacemos indicando que debe parecer que tenga una vida propia (“Habla", parece ser que le dijo Michelangelo al Moisés), pero no que se confunda con algo natural. 2. Antropología del arte: elementos personalistas y existencialistas La huella del artista. Caracterización del “genio” (45-50) Antes de llegar a ser genios deben haber destacado como "artesanos" y "trabajadores de la forma" (ej. p. 46). Es un trabajo repetidamente inventivo y creativo: el homo faber se alía con el homo sapiens. Hay que saber, aunque con saber no hay paso suficiente. La única frase que se conserva del Canon de Policleto es: "La belleza surge poco a poco después de muchos números". El estilo y la personalidad del artista dejan en la obra una señal imborrable: va hablando a medida que va haciendo la obra. También en la producción artística, el obrar sigue al ser. El arte nunca es impersonal: nunca es anónimo (p. 50 arriba). Cualquier obra de arte es fruto de una técnica, trabajo y esfuerzos humanos. Cada pieza es innovadora y original, pero sigue unas reglas que están escondidas (si se vieran, y cualquiera las pudiera imitar, con un procedimiento evidente, ya no sería obra de arte). Los falsificadores son especialistas, pero que - por el hecho de falsificar - ya no son artistas, no son genios. El genio representa la capacidad humana para la creación artística: no es sólo razón calculadora, habilidad técnica, sino virtuosidad (una destreza que parece permitirle hacer como sin esfuerzo, con espontaneidad y sencillez, lo que es la aplicación de una determinada técnica). Las palabras son: creación e innovación. Los genios no son comparables entre ellos, porque ponen en práctica un don de la naturaleza, que es inimitable: Kant llega a decir que en el arte, la naturaleza se supera a sí misma (manifiesta que la naturaleza no es indiferente a las finalidades del espíritu): por ejemplo, la música alza nuestro espíritu de modo que no lo harían los sonidos no armónicos. Análisis de la interpretación (50-6) En los últimos años la hermenéutica o teoría de la interpretación se ha impuesto como moda intelectual. El intérprete es alguien que colabora estrechamente con el autor, un intermediario que hace llegar la obra al gran público. En un sentido amplio se aplica a todo el mundo (leer el primer parr. de p. 51). Se plantea el problema de la "vida" de la obra de arte. Hay varias teorías sobre su importancia (el intérprete, ¿completa la obra o sólo la hace despertar...?). Queda claro que la existencia de una obra de arte en sí no depende de otras personas, pero muchas veces - en el teatro, la música, etc. - la obra de arte reclama una interpretación (p. 52).
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Una versión (libro o teatro en cine, por ejemplo) es algo diferente: es una obra de arte diferente, creada con una materia y un lenguaje nuevos. En el caso de la interpretación se trata siempre de una misma obra (si es que el intérprete es fiel, siendo libre). Pág. 54 y 55: la obra de arte vive dentro de aquellas interpretaciones que son fieles y verdaderas: la buena interpretación es a la vez expresiva y revelativa (hay de todo: texto de Heidegger, p. 56) El público (56-63) Últimamente se ha desarrollado mucho la semiótica, la hermenéutica y la estética de la recepción (pp. 57 y 58). La obra se abre y cada persona la recibe a su manera, pero apreciando siempre - en un mundo de obras abiertas - su intrínseca perfección. Además de considerar las anécdotas de las falsas exposiciones que dejan tan mal a los críticos (p. 60), hay que reconocer que los críticos también han de tener sensibilidad y que incluso los lectores o espectadores normales son, a su vez, capaces de pensar. Cualquiera puede emocionarse ante una obra de arte (un cuadro, unos párrafos de un libro...), y no se puede menospreciar el gusto particular de cada uno (como hacen algunos críticos). El gusto no es malo, aunque hay mucho escrito (de gustibus non est disputandum), (p. 61) y puede ser tomado en su acepción positiva: por el hecho de ser gusto no quiere decir que – automáticamente - sea bueno; pero siempre se trata de un punto de partida ya que “el amar empieza por el gustar”. Hay que educar el gusto, se adquiere paladar probando las obras de arte. Es posible llegar a un juicio universal: cabe considerar que el tiempo suele ser el mejor crítico. [Ruiz Retegui 62] Cabe señalar que el primer punto de formación en cuanto a la belleza, no lo es tanto la sensibilidad para captar formas bellas, como saberla reconocer como brillo o esplendor de la verdad y del bien. Tener deseos de alcanzar la realidad sin quedarse sólo en los efectos de su aparición. Si uno se limitara a la simple sensibilidad (sin tener presente el bien, la verdad y la unidad - trascendentales metafísicos -), fácilmente podría degenerar hacia el esteticismo (estéril, agnóstico, nihilista). La educación del gusto se consigue mediante un proceso en que se cultivan las inclinaciones que la persona humana tiene – como disposiciones – por naturaleza: el mejor camino es la proximidad, el contacto, la connaturalidad con la belleza auténtica (el ejercicio prolongado en la percepción de las formas, la contemplación atenta de la realidad). Esto puede denominarse "experiencia en las cosas bellas" o "experiencia de la grandeza" (texto en nt. 59). "La esencia de la educación es la experiencia de la grandeza "(Bloom). Se habla (Goethe) del entusiasta: quien sabe entrar en la obra de arte y la sabe amar. Hay que procurar que llegue a contemplarla. Hacerse del todo con una obra de arte exige su tiempo. La contemplación es algo superior al "consumo" de la obra de arte, y el entusiasta la contempla cuando la admira, poco a poco. El entusiasta se puede convertir en un contemplativo. 3. La ética en el arte: vida y libertad Arte y vida (65-9) No es posible entender la vida sin el arte, pero algunos se preguntan si existe la posibilidad de comprender el arte de manera autónoma: el arte por el arte (así se 13
"estetitiza" la vida y aparece la figura del esteta, de un defensor del arte por el arte, que propone un reduccionismo de toda la existencia a un problema estético). Sería lo opuesto al moralista (sólo político, pedagogo...). La persona es una unidad y totalidad a la vez: por ello, aunque alguna de las actividades humanas será temporalmente dominante - arte, política, pensamiento, ciencia, técnica -, de hecho debe existir un "arte abierto" (es decir, solidario con el resto de las actividades humanas). Cualquier actividad humana exige un cierto ingenio y creatividad, y en todo lo que hacemos es posible descubrir un componente estético. Como destaca Gombrich (p. 67), el arte no está lejos de las actividades de cada día. Aún así, la actividad predominante en el arte debe ser la artística. El arte debe ser un "arte total" (puede estar en toda actividad humana, pero el arte debe ser totalmente arte). Los ejemplos de relación con la política (Dante, Tolstoi, Neruda o Einsenstein), p. 67; o con la expresión filosófica (Platón, Agustín de Hipona, Vico, Pascal, Kierkegaard o Nietzsche), p. 68; o con pensamiento y oración (Dante, Francisco de Asís, Juan de la Cruz, etc.), p. 68 in fine; son evidentes. Es decir, el arte es compatible con muchos otros aspectos de la vida (p. 69, texto de Eco), y por eso no debe extrañar que arte y religión puedan encontrarse unidos (por ej., en el arte sacro). [Labrada 1998, 40ss] El atractivo de la belleza. La belleza despierta en el hombre – según Platón – la passio amorosa, el amor por lo inteligible. Conmueve al hombre en lo más íntimo de su espíritu, y lleva a estar-fuera-de-sí, poseído por algo superior. Ese abrirse a lo que nos sobrepasa (ver Pieper, Entusiasmo y delirio divino) es una especie de manía o locura (la palabra sería “entusiasmo”) que nunca hay que confundir con “fascinación” (que sería la versión engañosa, sofista, del entusiasmo).Quien se deja llevar por la fascinación, estado en apariencia entusiástico, lejos de pretender buscar lo mejor aunque sea difícil (lo “atractivo”), se contenta con el gozo de lo presente (lo “agradable”). El descubrimiento de la belleza no produce fascinación sino entusiasmo, y se distinguen en lo que se refiere a “la capacidad de transformación en quien padece uno u otro de ambos estados: el primero es un deslumbramiento superficial, con una intensidad fugaz y, a la vez, paralizadora; el segundo transforma el propio curso vital de un modo duradero (porque es una “revelación”, no una “apariencia” de revelación). En breve, la belleza tiene consecuencias: lo agradable y el goce presente o bien lo atractivo y el esfuerzo por lo difícil. La libertad en el arte (70-4) Se plantea el problema del mundo del arte como el lugar de la espontaneidad y la improvisación, de la libertad absoluta: un ámbito donde no pudiera haber reglas. Pero no es así, porque el artista es persona y la persona se fundamenta la vez en el ser y en la libertad: sólo siguiendo las leyes de la realidad tiene sentido la elección, la aventura... Ya Kant decía que es precisamente en el mundo del arte (Crítica del juicio, 1791) donde se da la conjunción entre naturaleza y libertad. El artista debe obedecer: hay una ley para lograr cada obra de arte, además, hay que seguir la técnica y el lenguaje y debe conocer las normativas, poéticas, preceptivas, manifiestos del estilo o tendencia que sean. No se puede prescindir de todo esto, y esto es obedecer. P. 71 abajo.
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Las reglas se interiorizan y se ponen en juego con libertad: eso es el "arte en libertad" (Labrada, pp. 175). También hay que considerar la fidelidad del intérprete y del público, y su libertad. Es posible hacer versiones de un texto en otra lengua sin traicionar el texto original. Muchas veces los habrá que buscar con cuidado, hacer repetidos intentos hasta llegar. Ver p. 74 Cuestiones éticas (74-80) Separar radicalmente la ética de la estética supone empobrecer la literatura y todo el arte. A nivel del obrar - no del ser - podría parecer que ética y estética son dos cosas diferentes y distanciadas, pero en la vida se relacionan (anécdota del tocino y la velocidad, p. 75). La ética puede ser considerada desde una perspectiva estética: "la virtud es buena y bella" (Aristóteles), e incluso nos resultan atractivas personalidad, modos de vivir y de comportarse, apariencias elegantes (por dentro o por fuera)... (p. 76). En cuanto al trabajo artístico: a) el arte es una negación de la "chapuza", se necesita profesionalidad, cumplir bien con el propio trabajo; el artista suele ser un perfeccionista (p. 76); b) se debe tener responsabilidad, ya que es un educador y un comunicador (deontología profesional, atendiendo a las consecuencias del propio trabajo); no existe el "arte neutral" y hace falta admitir que la moral privada sí influye en la ética social. El arte tiene una notable carga humana (Ortega y Gasset). Tampoco se puede caer en un "moralismo" (como si el arte fuera un mero apéndice de la ética). El poder del arte es fascinante, pero la vida es mucho más ancha. Existe asimismo una ética propia del intérprete (por ejemplo, en su respeto y fidelidad a la obra original), admitiendo además el respeto por otras interpretaciones (debe haber un auténtico pluralismo) así como la aceptación de la influencia que tienen las propias convicciones personales - éticas y existenciales - del intérprete en el resultado de la acción artística. El público, finalmente, también debe seguir y respetar algunas exigencias: seriedad, atención, esfuerzo y dedicación..., es decir que ponga todos los medios para entender bien la obra de arte. Siempre podrá tener en cuenta el propio gusto, pero probablemente si es que quiere llegar a un juicio y valoración definitivos y universales de una obra – deberá superar algunas de las propias preferencias personales, abrirse a lo nuevo, ir más allá de los gustos personales. A todos ello se añade constantemente el problema de una adecuada valoración ética: algo inevitable. Sería pueril prescindir de los parámetros éticos: siempre debe existir una censura (del tipo que sea). Además de la “ética común”, también la “ética personal” (bien entendida) influye en la valoración de una obra de arte, en el sentido de que las sensaciones personales (desagradables o de plenitud) son fruto de enfrentarse con una obra de arte que coincide o no con nuestras preferencias, convicciones, sensibilidad, etc. Delimitación relativa a la “dictadura del gusto” [inacabat, ampliació]
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[Labrada 1998, 67ss.] La sorpresa con la que la verdad comparece bajo la razón de belleza se expresa en la alegría o en el gozo. Sobrevienen de modo inmediato., y orientan la propia existencia hacia un “descubrimiento” más profundo de lo que – con la belleza – se nos anticipa. ¿Cuál es la naturaleza de esa alegría, que ahora – en la modernidad – se viene denominado gusto? Las cosas gustan porque son bellas y la razón propia de esta belleza se halla en la semejanza con el alma humana... Ahora bien, el gusto es particular y despótico – por ejemplo, respecto a las tendencias - : ¿basta con la noción de “desinterés” para conseguir la suficiente autonomía y no ceder a su dictadura? Los clásicos consideran que el gusto es la respuesta emocional, en términos de complacencia, ante la percepción de algo como adecuado o conveniente a una tendencia natural. Tiene tres niveles: a) el gusto de los sentidos; b) la satisfacción expresada por el juicio de la estimativa; c) la satisfacción en términos de juicio de belleza. En algunas ocasiones, “dejarse llevar por el gusto” tiene un significado moral negativo, ya que se interpreta como arruinar la propia naturaleza y/o su tendencia a la felicidad. Pero también puede ser positiva: se dice de alguien que “tiene gusto”. 4. Ontología del arte: las cuestiones del fin y de los principios últimos ¿Qué es la belleza? (81-6) Texto del n. 13, p. 81. Parece preferible hablar más de la estética de la forma de que de la de la belleza, ya que es un criterio más claro de definir. Hablar de entrada de una estética de la belleza, de la luz, o lo sublime, nos lleva a un ámbito muy metafísico y parece contraponer materia y espíritu. Queremos analizar la forma en su unidad, ya que "forma" sirve tanto para los naturalistas como por los metafísicos. Aun siendo algo material no se queda en la pura materialidad. La belleza puede ser también material y pertenecer a la materia: se deben evitar ambos reduccionismos: limitar la belleza a lo espiritual o la estética a las cosas sensibles y materiales. [Labrada 1998, 27 ss.] En la manifestación de la belleza se llega a tener una noticia del alma o del espíritu, hay un alcance sapiencial que reconocen Platón (“cuando alguien contempla la belleza de este mundo, recordando la verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el vuelo”, Fedro), Kant (el juicio estético da noticia del “espíritu como principio vivificante del alma”, Crítica del juicio, 49) o Hegel (la belleza es manifestación del espíritu, cfr. Lecciones de estética, I, 105). Ahora bien, la experiencia estética reclama siempre la presencia del objeto sensible, tenerlo presente, tenerlo delante. A la vez, debe haber “distancia” – propia de toda presencia cognoscitiva – porque la operación cognoscitiva del sentido NO se confunde con la inmutación orgánica, no puede estar pegado. La distancia se da junto a lo percibido: en la experiencia estética algo se hace presente en una distancia que no admite localización espacio-temporal porque no es una distancia física. Por tanto, siempre está presente la subjetividad, el subjetivismo de la estética es ineludible (es una evocación o resonancia).La clave de la percepción como algo bello no radica en la mayor o menor inmutación orgánica del sentido (puede darse en lo olfativo o táctil, si bien es más característico de la vista y el oído, en los que la inmutación orgánica es menos notoria, TA), y – por ello – TA afirma que el agrado característico de la percepción estética no es sólo el de la satisfacción del 16
sentido, sino el que deriva de notar la inteligibilidad del sentido, su razón de semejanza [o sea, lo sentido se da a una con la operación cognoscitiva, con lo que – por la simultaneidad – no se puede tener noticia temática de ello sino que la “noticia” se da sólo en térmicos de agrado]. Esto nos confirma un indicio claro del ser espiritual del hombre, al cual se debe la intensidad del gozo estético que es de una plenitud cuyo origen nos resulta desconocido y no puede limitarse a la satisfacción del sentido] [Ver texto de Proust, p. 31; y las referencias a TA] La estética clásica no se contrapone necesariamente con la moderna y contemporánea. Por los clásicos la belleza residía en los entes - materiales y/o espirituales - que reúnen tres características (Tomás de Aquino, p. 84): integridad o perfección; armonía o proporción; claridad o esplendor. Hay que ver si esto es compatible con una "estética de la forma". De este modo: es bello aquello a lo que ni le falta ni le sobra nada; además de tener todas las partes o componentes, deben estos elementos estar dispuestos en forma armoniosa y proporcionada (lo que haya, considerado en relación con el todo) y deben ser – al proyectarse al exterior - algo agradable a la vista ya la inteligencia (que nos atrae y nos gusta). Esta última propiedad, la claridad, sería un "splendor formae", un brillo de la forma, y no sólo del bien o de la verdad. Con ello se aprecia que las características tradicionales no se contraponen a las de la moderna "forma" (organismo que presenta integridad y perfección, ya la vez hace valer la condición de "resultado acabado" y modelo). Esta forma de la estética sería también bella. Se puede evitar pensar que la belleza sea totalmente subjetiva o que quepa reducirla a lo que yo considero bello para mí (hay un componente subjetivo, pero no es único): las características más imparciales (finalización y perfección, armonía y organicidad, modelo y claridad...) pueden – y deben - ayudar. La vista y la inteligencia deben trabajar vez. Definir qué es belleza es difícil: ya aparece en Platón (en el Hipias Mayor, le preguntan a Sócrates: "¿puedes decirme qué es la belleza?" Y yo, desconcertado, me quedé me mudo sin poder le dar una respuesta satisfactoria") [ver Valverde, 30 in fine]. Para muchos autores, la belleza es aquello que resulta agradable a los sentidos y que, por tanto, causa placer. De esta definición se derivan problemas (ver siguiente parr.). Por tanto podríamos acordar aquí que “belleza es sinónimo de valor estético” (es decir, bello es aquello que puede suscitar en el sujeto una experiencia estética). Algunos de los problemas para definir belleza son: a) hay cosas agradables (un buen bistec, una alabanza...) que, sin embargo, no consideramos bellas b) ¿se trata de una cualidad del objeto o bien de una emoción que éste despierta? Esto nos reconduciría a las dos posturas: la objetivista (la belleza es una cualidad que consigue provocar una emoción determinada y, por tanto, todos sentimos lo mismo y debemos “estar de acuerdo” en valorarla como tal) y la subjetivista (la belleza se da sólo en la mente del sujeto). En las diferentes épocas históricas ha predominado alguna de estas concepciones:
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a) Antigüedad clásica: predominó la concepción objetivista y la cualidad que hacía bonitos los objetos es la armonía (combinación en proporción, tamaño y orden). Existían unos cánones o modelos ideales de belleza (por ejemplo, para Policleto la estatura del cuerpo de un persona tenía que ser siete veces el tamaño de su cabeza). b) Edad media: predomina la concepción objetivista, pero con cambios de perspectiva: influencia de las ideas bíblicas entendiendo la belleza como creación divina, y también la distinción entre belleza sensible o material (que es engañosa y fugaz) y belleza espiritual o interior (superior, y sinónimo de bondad y virtud) c) Renacimiento: se vuelve la mirada a la Antigüedad (objetivismo, equilibrio y armonía), extendiéndose una concepción más naturalista (la naturaleza como auténtico modelo del artista). Se aplican estudios científicos (matemáticos, geométricos, anatómicos...) a la creación artística: leyes de la perspectiva, etc. d) Modernidad: proceso de subjetivización y relativización de la belleza. Ya desde Giordano Bruno (“No hay nada que sea absolutamente bello, sino sólo para alguien"), y desde el s. XVIII: empiristas e ilustrados tienen conciencia de que la belleza depende de la forma en que el sujeto la siente o percibe. Del mismo modo que hay dos tipos de objetos estéticos cabe distinguir más de una clase de belleza: a) belleza natural (suscitada por los objetos naturales) y b) belleza artística (por las obras de arte y las creaciones artificiales). La relación entre ambas ha cambiado en el tiempo: mientras la estética era naturalista y mimética, la belleza artística se hacía depender de la natural (reproducir la perfección de la naturaleza), pero en la Modernidad, donde el arte se ve como manifestación de libertad y creatividad, la belleza adquiere sentido en sí misma (no por la semejanza). Texto de Croce: "la naturaleza es estúpida frente al arte". Por otro lado, Kant también en distinguía dos tipos según lo que hace un objeto bello (no del objeto que sea, sino de la idea que tenemos de él): a) belleza adherente: no es belleza pura sino que depende de una finalidad o función que se le atribuye: coincide con la idea de que me he hecho de un mueble antiguo, de una casa ... b) belleza libre: es pura, ya que ni tenemos una idea preconcebida de cómo debería ser ni de una finalidad a la que debe adaptarse: por ejemplo, una flor, una cenefa o una melodía son bonitas - en este sentido - precisamente porque no sirven para nada Apéndice: belleza y fealdad. Tradicionalmente lo feo es la negación de lo bello. Ahora bien, se puede ver desde una perspectiva formal (deformación o desfiguración) o material (lo éticamente negativo: maldad, depravación, algo criminal). La causa es histórica, ya que frecuentemente se han opuesto ámbitos estéticos y éticos. Pero, de hecho, la fealdad y la deformidad sólo fueron marginales en la historia del arte hasta llegar al Romanticismo: éste empieza a reivindicar lo feo (ambientes de marginación, paisajes desolados, sentimientos lúgubres...) no como valor o fin en sí mismo sino como manera de expresar ciertas emociones vivenciales. Sólo es un recurso artístico - adquiere valor estético - hasta que algunas corrientes recientes (F. Bacon) lo reivindican como un fin en sí mismo (se recrea en una fealdad que provoca repugnancia y rechazo). 18
[Labrada 1998, 43 ss.] La belleza se produce siempre ante la presencia de un objeto: ¿qué relación hay entre el conocimiento de ese objeto – la belleza se refiere al conocimiento – y el gusto o placer que su recepción conlleva? O sea qué es primero, ser bonito o gustar (“Las cosas, ¿son hermosas porque gustan o, por el contrario, gustan porque son hermosas?”, Agustín). Ya Kant (y todos) destacan que el gozo – o gusto – no es la “causa” de que algo sea bello, sino su consecuencia, si bien el placer se percibe de un modo inmediato. O sea, en el orden de experiencia de la belleza, lo primero que comparece es el gusto; pero, en el orden expositivo del mismo juicio de gusto, hay que referirse en primer lugar de la relación de “lo bello” con el orden cognoscitivo. El arte y el ser (86-92) Según Heidegger, cualquier obra de arte es una epifanía del ser, lugar donde el ser y la verdad se manifiestan en el mundo. Serían "presencias reales" (Steiner). Esto en parte es así porque la persona entra libremente en contacto con el ser por su obrar (vida, trabajo, actividad). Hay especie de alianza secreta entre arte, vida y ética. Pero no todas las obras de arte están al mismo nivel, según los resultados. Hay un arte: a) técnico (la principal virtud se halla en el dominio de una técnica y lenguaje, un virtuosismo); b) expresivo (significativo de una época o de la personalidad de su autor); c) revelativo (va más allá, y se dirige no sólo a la belleza sino el ser, el bien, la verdad... que convertuntur: sería lo que vale más). [Labrada 1998, 43 ss.] Cabe plantear el problema de la trascendentalidad de la belleza: se puede ver desde el análisis de los trascendentales tomistas (Se denominan propiedades trascendentales del ser aquellas que se identifican realmente con el ser en cuanto ser, en la medida que expresan algún modo del ente, modo no expresado por el nombre del ente mismo. Son propiedades convertibles con el ser, del cual sólo se distinguen de modo formal. Son: lo uno, que señala en el ser la negación de la división; lo verdadero, ya que, en cuanto cognoscible, tiende hacia el entendimiento; lo bueno, en cuanto apetecible, también tiende hacia el ser a través de la facultad del alma). Al discutir la trascendentalidad de la belleza, como “trascendental oculto”, varios autores parten de la consideración de la belleza como una forma de bien que se capta racionalmente. No estaría citado en el Aquinate porque no es un trascendental más a añadir sino, más bien, “una posibilitante unidad originaria entre lo bueno y lo verdadero en su comunicabilidad”. La autora considera el “ocultamiento” característico de la belleza como un trascendental del ser espiritual del hombre, de su identidad personal, que se manifiesta sólo en el gozo del hallazgo, del descubrimiento. La manifestación propia de la belleza tiene que ver con la sencillez y la discreción. Mientras que en el nivel del ser, belleza, verdad y bien convertuntur, a nivel del obrar la cosa no es tan sencilla, ya que existe el peligro del mal, de la mentira...: la libertad hace de la belleza a nivel ontológico algo ambiguo. Hay cosas bellas y malas (Lucifer era el más hermoso de ángeles). También se puede convertir (anécdota p. 89). Además el arte no es sólo un hacer, decir o conocer, sino también "comunicación": es una dimensión - la comunicativa - que une los aspectos expresivos, cognoscitivos y formativos. Por tanto, en el arte hay una dimensión comunicativa junto a un sustrato ontológico. Finalmente, aunque el arte es creación, y lo es realmente, no se puede hablar en sentido absoluto: el artista toma un trozo de materia y le da una cierta vida (Pinocchio, p. 91), pero 19
sólo una vida espiritual, inmaterial (no física). El artista necesita siempre una materia preexistente: sólo Dios crea desde la nada, nos habla del Creador (“vuestro arte es, de Dios, nieto", Dante). Ver p. 92. Arte y cristianismo. Dios y la belleza (92-100) El cristianismo no propone soluciones extremas: no opone el arte a Dios sino que presenta una lógica sumativa. Se habla de cristianismo por una razón de tipo práctico (p. 93): es la religión con mayor desarrollo artístico y aprecio por la belleza, la fe cristiana ha sabido encarnar-se en la materia (imágenes, sonidos, literatura...). A pesar de la aparente debilitación (pérdida de calidad y esplendor del arte sacro, incluso alejamiento del cristianismo de muchos artistas...), la Carta de Juan Pablo II a los artistas (1999) es un nuevo reto. El mensaje cristiano aporta principios importantes, como los influyentes conceptos de creación (la materia la hace Dios, en sentido estricto); de Encarnación (la materia es también redimida y elevada por Jesucristo; dignifica el trabajo manual en hacerse en artesano, y omnia bene fecit; considerar la belleza también física del Señor, no despreció nada humano y noble, p. 96) y también (Escatología) de que hay bellezas mejores y más duraderas, superiores a las de este mundo [cuento del petirrojo sobre la "belleza de la cruz", en p. 97 ss.]. Estética, ascética y mística se pueden dar juntas: Espíritu Santo (embellece nuestra alma); belleza - y atracción - de los santos y de sus vidas; tota pulchra, totalmente bella, aplicado a la Virgen; etc. Textos de pp. 98-100 y frase de Agustín a p. 100.
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C. Cuestiones históricas 1. Época antigua (103-10) Los chinos, incas o las tribus africanas han producido numerosas manifestaciones artísticas. Pero no siempre se reflexionó sobre la belleza. Los griegos fueron los que primero escribieron sobre el arte y la belleza, aunque la estética - como parte de la Filosofía - no existiera formalmente hasta el s. XVIII. Los pitagóricos (s.-VI) "midieron" la belleza y la expresaron con números y fórmulas. La belleza estaba en los números. Establecieron cánones y medidas, encontraron la correspondencia entre sonidos y longitud de las cuerdas y cayeron en la cuenta que la música transportaba a otros mundos. Los sofistas (s.-V) redujeron en buena parte la belleza a placer físico y se separar la ética de la estética (hedonismo estético, acompañado de escepticismo). Sócrates reaccionó y les hizo ver que el arte y la belleza se encaminan al bien de la polis. Platón era un auténtico poeta. Su proyecto filosófico era, sin embargo, político. Teoría de las ideas. En cuanto a la estética, formula por primera vez la noción de "inspiración" (Ion presenta la fuerza irresistible de la inspiración, p. 104 y Valverde, p. 30 supra). El arte es una cosa de musas y demonios, y sobre todo una cuestión de conocimiento, que viene directamente de la divinidad (es el primer espiritualismo estético). Por otro lado, sin querer, el poeta engaña, ya que sólo hace copias de otras copias. No hace cosas reales ya que sólo las ideas celestiales son verdaderas: es un imitador. Por eso hay que expulsar a todos los poetas y artistas de la polis: son peligrosos y mienten demasiado bien. Surge el primer moralismo: justifica la censura con fines educativos (texto 105). También destaca la relación entre el amor y la belleza (el Banquete, 106). La belleza (Kalos) es algo más amplio: bondad o grandeza. Incluso, cuando busca una definición más general de belleza (Hipias Mayor) nos la presenta como algo no sólo útil o placentero sino como una belleza ideal o puramente metafísica (que a veces se llega a confundir con el bien o la verdad). Ahora bien, Platón se verá obligado a utilizar una belleza más pitagórica, más física y material, expresable en relaciones numéricas. Aún así despreció las bellezas más terrenales y materiales. Aristóteles escribió sobre cuestiones físicas, y éticas, y sobre casi todo. Diferencias generales con Platón (recordar cuadro de Rafael, La Escuela de Atenas). Su estética también está marcada por la tensión entre lo físico y lo metafísico: de la belleza trata en la Metafísica, y sobre el arte en la Retórica y sobre todo en la Poética (poesía y teatro, y sobre la tragedia, de la cual hace un análisis de los recursos técnicos, p. 108). No da tanta importancia como Platón a la inspiración, y se fija más bien en el quehacer artístico "global (no sólo en una de las primeras fases, que es la inspiración). Insiste en que hace falta un don para aprender del libro del mundo y mucha y mucha práctica. El artista es un artesano: hay trabajo más que inspiración.
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Piensa que la imitación no es falsa, engañosa o despreciable - una simple similitud - sino que se crea una ficción que habla de hechos ciertos (“verosimilitud"). Esta apariencia de verdad es condición de toda historia, y hay que huir de la copia. Tampoco es malo el placer que proporciona el arte: es más, mediante la catarsis se puede llegar a la purificación de las almas de los espectadores (ya transmitir buenas ideas y buenos sentimientos) El arte se ve así con una legítima autonomía, sin ser independientes de las otras actividades humanas (conocimiento o acción ética). El arte se ve como una continuación de la naturaleza, una prolongación de su poder formativo (texto 109 final). La imita en su manera de obrar (mimesis, imitación), pero no en sus formas. En la Metafísica se fija en el problema de la belleza y distingue entre belleza física (de un objeto material), ética (de una virtud o una buena acción) y ontológica (inherente al ser de las cosas). También hay que distinguir los diferentes aspectos y semejanzas de la belleza externa y la interior. Define la belleza como la conjunción de tres características: orden, simetría/proporción y claridad (las dos primeras son físicas, medibles y empíricamente contrastables, porque sirven tanto para las bellezas tan físicas como para las inmateriales). A veces parece confundir bien / belleza; en otras ocasiones no. Las distingue relacionando la belleza con los sentidos y la inteligencia, con el placer y la contemplación simultáneamente (“es bello lo que place a la vista y al oído", p. 110), mientras que el bien pertenece a la voluntad. 2. Helenismo y época medieval (111-20) El helenismo trajo nuevas corrientes de pensamiento: epicureísmo (hedonistas en cuanto a arte y la belleza), estoicismo (aun siendo también materialistas, profiriendo enfrentarse a la vida con sobriedad e indiferencia que pronto se convirtieron en imperturbabilidad; serán "moralistas" en el arte), o el escepticismo (se exaltan las apariencias, y se niega la capacidad real de conocimiento intelectual). Plotino (muy influyente en la primera filosofía cristiana): en medio de la progresiva decadencia romana, propuso una filosofía de salvación, aparentemente espiritualista y se convirtió en un místico de la belleza (Ennéadas - teoría del Uno). El mundo es un gran organismo, un cosmos armónico con cuerpo y alma, por lo que la belleza se encuentra en todas partes (en el mundo en su totalidad y en cada idea, acción o virtud que tengamos o hacemos). Todo es belleza: es una forma de "pancalia" (texto). Además, la belleza es plural (aparente, la del bien, la trascendente...), por lo que los hombres tienen que ir subiendo hasta llegar a la Belleza verdadera (sentido místico, acceder ascensionalmente hasta donde se confunden los límites entre estética y religión). Este misticismo se oponía al cristianismo (que había sido bastante sobrio también en el gusto artístico, habiendo caído en cierto espiritualismo, en parte por la falta de recursos). En el s. V, el Pseudo Dionisio Aeropagita, cristianizó la propuesta plotiniana elaborando una estética teológica de la luz: toda la belleza es armonía y resplandor, reflejo de la belleza de Dios. Agustín de Hipona (354-430) hizo una síntesis personal entre fe y razón. Pasa por el pitagorismo (armonía del universo: El orden y La música), y también el neoplatonismo 22
(presenta su vida como un itinerario ascendente hacia la belleza: Confesiones, X - camino de subida: texto). Era un hombre de conflicto: rechazó la frivolidad y sensualidad del teatro de la época y toda belleza sensible que le alejara de Dios, a la vez que admite el placer de la belleza y el arte (De libero arbitrio, II, y De musica, I). El arte supone una actividad de los sentidos y conlleva la intervención de la inteligencia (visión clásica). En la Alta Edad Media había más esplendor en Oriente. San Benito propone un arte austero y sigue la filosofía neoplatónica precedente. Mejoró desde el s. IX con el Renacimiento carolingio. También hay que señalar la aparición de las Universidades (s. XIII) y la compleja técnica poética – que, frecuentemente, derivaba hacia el arte por el arte, primer formalismo y esteticismo – de los trovadores. Desde el s. XIII reaparece el aristotelismo, filosofía basada en la experiencia, la lógica y el valor de lo material. Otros elementos son: el aprecio franciscano por la naturaleza y la belleza (Giotto, Asís) y el dominio de una estética de la luz, de raíz neoplatónica, junto con una estética de las proporciones ("la belleza es el resplandor de las formas sobre las proporciones de la materia ", Tomás de Aquino, conciliador). Tomás de Aquino (1224-1274). Introducción histórica y general. La estética es dispersa en su obra (ver Eco, Il problema estetico in Tommaso de Aquino). Como buen aristotélico, define el arte como recta ratio factibilium, el buen hacer, el oficio. Se refiere a las artes en general. Establece una relación entre el arte y la naturaleza (texto). Entiende el arte no como un trabajo manual sino como una actividad simultánea de la inteligencia, los sentidos y el sentimiento: se le acusa de intelectualista porque subraya el papel del intelecto (contemplación, como juicio del entendimiento), pero admite siempre un placer estético, una delectatio final, entendida como un acto libre y desinteresado que tiene la belleza como único objeto. No separa el arte del resto de la vida, aunque no es un "moralista" (el arte tiene un fin propio, que es "hacer bien la obra", el producto). Texto. Piensa que el bien y la belleza están íntimamente relacionados en el ser, pero no se confunden (la belleza tiene relación con el conocimiento sensible e intelectual). Recoge las características clásicas: proportio, integritas, claritas y - ante la anterior estética de la luz, neoplatónica - defiende una estética de la forma también material: la claritas está relacionada con las otras dos. Por medievales, el arte es conocer y revelar y no sólo expresar o sentir: este es un punto que ha sido criticado dentro de la estética medieval. Los datos objetivos son que la poesía de Dante, la pintura de Giotto, los textos de los trovadores, las catedrales, etc., son ejemplos de belleza sensible: algunas críticas son - como mínimo - injustas. Al mismo tiempo, conviene admitir que, en la época medieval, nacen estilos nuevos - el gótico, por ejemplo - que no son sólo ya sólo un arsenal de belleza para revestir cualquier contenido, sino un pulchrum que se presenta como esplendor de la verdad y del bien cristianos. El gótico, arte infravalorado en su momento, debe mucho a su origen religioso (como el gregoriano, etc.), pero todo ello no lo hace menos arte. No existen estilos cristianos como tales, pero sí que deben parte de su pureza, practicidad y economicidad a unas raíces culturales muy concretas. 3. Época moderna (121-35) Desde el Renacimiento hay un desplazamiento de los artistas hacia el ámbito intelectual. Michelangelo decía que "se pinta con el cerebro y no con las manos". El hombre suele situarse en el centro de todas las cosas, aunque sigue íntimamente vinculado con Dios. 23
Junto con ello se revalorizan la libertad y la naturaleza (motivos claramente renacentistas). En el arte gótico - que se llama "bárbaro" - se imponen una serie de cambios, que proceden del mundo cásico: la belleza y la serenidad, los avances técnicos (como la perspectiva o la anatomía humana), y el valor de las formas, entendidas como organismos (L.B. Alberti, De re aedificatoria: "el edificio es como un animal, así que para terminar-y determinar es necesario imitar la naturaleza"). Progresivamente se introducen nuevos elementos: la expresividad (Cervantes, Shakespeare, Bernini, El Greco y el manierismo), un aumento de la carga subjetiva y simbólica de los paisajes, etc., hasta llegar a la crispación del Barroco. En cambio, en Filosofía apareció un "racionalismo" estético, que en buena parte desprecia el arte. Se suele oponer la razón a la imaginación (aparecen diversas poéticas y preceptivas: Boileau, Luzán, Gravina...), invocando a Aristóteles y a Horacio, aunque toda esta reglamentación será aceptada por los artistas de una manera tan sólo "relativa". Se descubre que con la razón no basta: hay que aceptar un principio subjetivo, que se suele llamar "buen gusto", el cual, si bien depende del sentimiento, también tiene trazas de universalidad (por ej., Spinoza, “la belleza no es tanto una cualidad del objeto, cuanto un efecto en quien lo percibe”). En parte es también por influencia de los empiristas (sólo admiten lo que captan los sentidos), que llegarán a recluir la belleza al ámbito de lo sensible, puramente subjetivo, e incluso al placer físico [Hume, p. 125, "el dolor y el placer no son sólo compañeros inseparables de la belleza y de la fealdad, sino que son su misma esencia (...). La belleza, como el ingenio, no se puede definir, sino que sólo se conoce por medio del gusto o de la sensación”]. El s. XVIII nos trae la Ilustración. Los enciclopedistas (razón, progreso, deísmo, cientifismo...) proponen una utilización de la razón en el arte que esté separado de los sentimientos, llegando a hablar de "grande", "gracioso" o "sublime" más que de "belleza". Diderot: "La sensibilidad no es la calidad propia de un genio (...). No es el corazón, sino la cabeza lo que lo hace todo". En Alemania, la estética se hace una disciplina filosófica propia (Baumgarten) y se la distingue - como cognitio sensitiva perfecta - de la ética, la lógica o la metafísica. En este ambiente (Leibniz, Wolff, Baumgarten...) aparece Kant (1724-1804). Analiza las condiciones de posibilidad de la ciencia y de la metafísica así como el deber ético (Crítica de la razón pura, 1781-1787 y Crítica de la razón práctica, 1788), y se propone resolver el papel de la experiencia y del entendimiento en el conocimiento (en la 1ª parte de la Crítica de la razón pura, que es la Estética trascendental, presenta espacio y tiempo como intuiciones puras). Para reconciliar los mundos de la razón y del deber buscar una instancia intermedia, en concreto en la Crítica del juicio (1790), hallándola en el juicio de gusto o estético que será subjetivo y universal al mismo tiempo. Otras distinciones: • entre una belleza impura o adherente (unida a un concepto) y una libre (alejada de toda representación, como la de la naturaleza o de un motivo decorativo), que permite justificar en el futuro el arte abstracto. Texto.
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• entre lo bello (con límites) y lo sublime (algo informe, sin límites, terrible, abrumador,...). Texto. • el arte se presenta más bien como un juego, como una actividad libre de reglas y leyes. Juego que queda reservado al ingenio de los "genios por nacimiento". Es como un don, exento de las exigencias de utilidad y moralidad de los mortales normales: permite justificar determinados esteticismos. Habla de una facultad propia para la belleza: él la llama "gusto" y los románticos en dirán "sentimiento". En el s. XIX el arte es sentimiento e imaginación. En las Lecciones de Estética de Hegel (póstumas: 1835-38) se presenta la superioridad de la filosofía sobre el arte, pero se considera éste como apariencia cargada de espíritu (es decir, realidad): el arte es una " representación de lo real como verdad "(fases: p. 134: arte simbólico egipcio -; clásico - Partenón -; romántico - arte cristiano, pintura, poesía y música). Contra el formalismo de Kant se da más valor al contenido (contenidismo), al mismo tiempo que se deriva hacia una filosofía panteísta. 4. Época contemporánea (137-51) La filosofía del siglo XIX es una reacción anti-hegeliana: propuesta de carácter pesimista, de la angustia, nihilistas, o también visiones positivistas, marxistas, etc., etc. Algunos pensadores son: • Schopenhauer (1860): hay una fuerza ciega e irracional, que es la Voluntad ocupa el lugar del Absoluto hegeliano -. Por tanto, la única escapatoria consiste en convertirse en un místico y huir a un nirvana. El arte conduce a una liberación temporal, a la contemplación momentánea. La evasión mediante la belleza ("el placer de lo bello, el consuelo que proporciona a través del arte, el entusiasmo del artista le hace olvidar las penas de la vida", El mundo como voluntad y representación, 1819, III, 52) • Kierkegaard (1855): espiritualismo de huida del mundo, pensando que todo el arte y la estética deben ser menospreciados. La vida se divide en tres fases: el estadio estético (inmediatez, búsqueda del placer y del disfrute sin compromiso y de manera absoluta: el don Juan), el ético (hay elección y compromiso, se libera de la esclavitud los placeres conquistando la libertad: el matrimonio) y el estadio religioso (arrepentimiento y supresión de la razón). La angustia es la escapatoria posible y un amor arraigado en una fe ciega: Abraham. • otras posturas: las utopías sociales (Tolstoi: el arte puesto al servicio de la política), el cientifismo, el esteticismo del "arte por el arte" (Oscar Wilde; amoralismo, diciendo que "no existe un libro moral o inmoral. los libros están bien o mal escritos. Eso es todo ", en Retrato de Dorian Gray) y el socialismo. • Nietzsche (1900): nihilismo, importancia de la vida y del arte - análisis de El nacimiento de la tragedia, donde toma partido por la poesía dionisíaca, de manera vitalista radical y anti-intelectualista -. El arte tiene un valor revelador, místico (peligro de la caja de Pandora, p. 143). Puesto que sólo quedan los valores del placer, la sensación y la apariencia, la propuesta es la de convertirse en un niño y jugar. Ateísmo y creación de los valores, por parte del superhombre (“La belleza del superhombre llegó hasta mí como una sombra, ¡Ay, hermanos míos! ¡qué me importan ya los dioses!”). Comienza la época de los "ismos", en arte y también en 25
estética. El artista quiere quitar de su obra toda realidad y todo contenido humano y desea hacer solo una obra de arte químicamente pura.: “será un arte para artista, y no para la masa de los hombres; será un arte de cartas y no demótico” [del pueblo] (Ortega y Gasset) • Croce (1952): el arte es sobre todo expresión y se centra en la actividad interior del artista • Dewey (1952): naturalismo americano, donde la belleza de las cosas se funde con su utilidad (une mucho arte y vida). • varios formalismos: tecnicismos, culto a la forma, vanguardismo ruso, la semiótica ... ( "Una obra de arte no estará nunca necesariamente terminada, pues el que la ha hecho nunca la ha acabado...", Paul Valéry) • [en el ámbito de los “contenidismos”, al otro lado] psicoanálisis: es una filosofía de contenidos, propone ver el arte sólo como resultado de unas pulsiones sexuales (el artista es un intermedio entre un soñador y un neurótico). Texto. Importancia del inconsciente • marxismo: también propone contenidos, entendidos como adoptar la misión política de transformar el mundo. Hay toda una estética sociológica, que estudia el arte en función de su impacto en la sociedad. Compromiso político y moralismo ideológico • Heidegger (1976): La esencia de la obra de arte es manifestar la verdad del ser. Pero se sorprende: "hasta ahora el arte tenía que ver con la bellas y no con la verdad" • neoescolástica: Maritain y Gilson. redescubren el Aristóteles de Tomás de Aquino en la Francia de los años ‘20. El mejor estudio es el de Umberto Eco • otros ismos: Estructuralismo (se abandona la vida y se busca la estructura de la obra de arte), deconstruccionismo (nihilismo. Todo vale: se puede decir cualquier cosa sobre cualquier obra); semiótica (se buscan los aspectos cognoscitivos y comunicativos), estética de la recepción (¿cuál es el punto de vista del público?), etc. El futuro: el arte como fenómeno de masas; influencia de la técnica; separación - desde el Romanticismo - de la belleza respecto al arte, publicidad y diseño, etc.
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