Baco. Juan Barroso.
El árbol que se asoma a mi ventana, y al que tanto admiro, jamás me ha dirigido la palabra, ni mira indiscreto lo que escribo. Jamás me ha dirigido una palabra. El nunca me dio sombra. Es el sol quien se esconde en sus espaldas, cuando sabe que tanta luz, en un verano como este, no es necesaria y se retira un rato a la hora de la siesta para mostrarse rojo cuando se apaga hasta mañana. Este arbol, al que tanto admiro, no se ocupa de la luna o las estrella, lo que está más allá de sus hojas apenas le interesa. Sabe bien que el centro no se marcha al extrarradio y cuando sale siempre vuelve a casa. Al estirar su rama a las alturas, el árbol simplemente se agarra. Se sujeta con firmeza a ese vacio con más solidez que el verso a la palabra y evita que la tierra no se hunda atraída hacia el centro como todo. Es el árbol y su raíz quien impide que la tierra se deshaga. La tierra sin mi árbol no aguantaría ni un niño la mira. Juan Barroso 18 de octubre de 2013
Juan Barroso
Poema El รกrbol que se asoma a mi ventana