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UNA YEGÜA TEMERARIA
from ZANDYREPORTAJES 6
by Zandy Benet
AMO A LOS ANIMALES, ASÍ QUE HOY QUIERO PLATICARTE SOBRE UNO DE ELLOS Y QUE HA DEJADO HUELLA EN LA HISTORIA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y DEL MUNDO. SU NOMBRE ERA SERGEANT RECKLESS, O SARGENTO TEMERARIA. EN ESTE REPORTAJE ENVIO TODO MI RECONOCIMIENTO A ESTOS INCREIBLES SERES QUE NOS ACOMPAÑAN A TRAVÉS DE NUESTRAS VIDAS.
No estoy hablando de un soldado convencional, estoy hablando de un caballo, una yegua, condecorada y honrada, alcanzando el grado de «Staff Sergeant» y habiendo servido en el frente de combate sin demasiados problemas ni preocupaciones.
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Era conocida no sólo por su independencia, sino por su tendencia a comer absolutamente todo lo que se le cruzaba, incluyendo huevos revueltos, cerveza, Coca Cola y, en una ocasión, hasta fichas de póker. Con ustedes la sargento menos correcta de todas: La Sergeant Reckless. En plena guerra de Corea, los marines necesitaban un caballo, y un joven coreano necesitaba comprarle una pierna artificial a su hermana, que había pisado una mina haciéndola explotar. El coreano tenía un caballo de carreras en Seúl, y, con 250 dólares, el teniente Eric Pedersen y los marines de su pelotón lo compraron, sumando a su equipo un nuevo caballo, pequeño pero fuerte, de raza mongol. El pelotón utilizaba los pequeños cañones o fusiles sin retroceso, ‘recoilless’, y de ahí un poco su nombre, Reckless, que de paso se traduce literalmente como ‘temerario’, descripción que recibían todos los marines que utilizaban estos cañones en el frente. Rápidamente fue adoptada por el
pelotón y todos se hicieron cargo de su nueva amiga; tanto, que hasta una de las esposas de los chicos, envió una montura desde Texas para que pudiera trabajar cargando los cañones. La entrenaron para que evitara quedar atrapada en alambrados de púas, y para recostarse ante el fuego enemigo y no ser un blanco fácil. Su baja estatura también ayudaba y, ante un grito de ‘incoming!’, corría rápidamente hacia el bunker más cercano. Tanta camaradería tenía con los soldados, que en vez de pastar por el exterior del campamento, empezó a hacerlo por dentro, a entrar a las tiendas de campaña, a dormir en ellas en las noches de frío, comer cualquier cosa que le daban y, como mencioné anteriormente, hasta beber la misma cerveza de los militares. Incluía en su dieta chocolate, tocino, crema de maní, tostadas, papas, caramelos, manteca de puerco y todo aquello que un caballo jamás debería comer. Llegó a un punto en que su capitán tuvo que ordenarles a todos que no le diesen más de dos botellas de Coca-Cola por día, ya que, además de comida, solía comerse todo lo que encontraba a su paso. El primer susto que se llevo fue con un disparo del rifle recoiless, que surgió del pelotón pero su cuidador la calmó; para el segundo disparo sólo resopló un poco, había entendido que no era para asustarse. Como su trabajo durante las batallas era llevar los casquetes con municiones, fue enseñada por un cuidador a recorrer un par de veces cada ruta, aunque las aprendió rápidamente, para luego transitarlas sola en plena batalla y sin guía alguna. Durante la batalla de Panmunjom-Vegas, realizó cincuenta y un viajes en solitario en un solo día, cargando un total de trescientos ochenta y seis municiones, unos 4.500 kilos, cubriendo 50 kilómetros. La batalla duró tres días, y fue herida dos veces. Por su excelente trabajo durante la operación la ascendieron a ‘cabo’. También solía realizar tendidos de cables telefónicos entre trincheras, haciendo el trabajo de doce hombres ella sola. Cuando su pelotón se movió de Camp Casey a Inchon, fue el primer caballo en participar en una acción anfibia, aunque casi se lo prohíben en
el puerto y, para colmo, en el mar se mareó, pero logró acostumbrarse al movimiento.
Luego del final de la guerra el comandante de la primera división de marines, Randolph M. Pate, condecoró y ascendió a Reckless al rango de sargento, con toda la pompa y ceremonia correspondiente, en abril de 1954. Para 1959 la promovieron a Staff Sergeant, que es el rango que viene abajo de Sargento de Primera, en los rangos de Estados Unidos.
En palabras del Teniente General, Randolph McC. Pate: «Yo estaba sorprendido de su belleza e inteligencia, y creánlo o no, por su espíritu de compañerismo. Como cualquier otro marino, ella disfrutaba de una botella de cerveza con sus camaradas. Constantemente ella era el centro de atención, y estaba totalmente conciente de su importancia. Si fallaba en recibir atención, ella reconocía su obligación, y deliberadamente caminaba hacia un grupo de marines y, efectivament,e entraba en la conversación. Era obvio que los marineros la adoraban». Como era de esperarse, nada en el destino de Reckless iba a ser normal. Resulta que en Estados Unidos se enteraron que era 1954, la guerra había terminado, ¡y Reckless seguía en Corea! El Saturday Evening Post publicó una nota al respecto y se organizó el transporte entre muchos para lograr su ‘repatriación’, -aunque era coreana, pero qué importaba-. La aduana no fue problema pero sí el Departamento de Agricultura que insistió con chequeos médicos en San Francisco.
Cuando llegó el momento de desembarcar, se había comido su propia silla de montar, pero rápidamente le tenían otra preparada para aparecer en público. Lo hizo de la mano del teniente Pedersen, el mismísimo 10 de noviembre de 1954, día de los Marines, llena de flores, decoraciones y una torta que obviamente se comió -sí, las flores y las decoraciones también-. Apareció en público y en televisión en muchas ocasiones. En su vida post guerra tuvo cuatro crías, y vivió en los cuarteles Camp Pendleton de los marines, se retiró ‘con honores’ en 1960, hasta que, en 1968, ya enferma con artritis en su columna, se enganchó en unos alambres de púas. Mientras
la curaban, sedada, falleció. Reckless murió el 13 de mayo de 1968, a la edad estimada de 20 años, y fue enterrada en el Campamento Pendleton con todos los honores militares. La base del monumento a la Sargento Reckless incluye un mechón de pelo de su cola. La placa del monumento lleva una cita del Sargento Harold Wadley, que sirvió con ella: «El Espíritu de su soledad y su lealtad, a pesar del peligro, era algo más que considerar. Herida. Determinada. Y sola. Esa es la imagen que ha quedado impresa en mi mente y en mi corazón para siempre» Un segundo monumento a la Sargento Reckless, con escultura de Russell, le fue dedicado en el Campamento Pendleton el 26 de octubre de 2016. Y, un tercer monumento, casi idéntico, le fue dedicado en el Kentucky Horse Park, en Lexington, Kentucky, el 12 de mayo del 2018.