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LA MALDICIÓN DE LA PERLA PEREGRINA
from ZANDYREPORTAJES 6
by Zandy Benet
¿TE GUSTAN LOS TEMAS EXTRAÑOS? ¿HAS ESCUCHADO SOBRE LA MALDICIÓN DE LA PERLA LLAMADA ‘LA PEREGRINA’? ¿VERDAD? ¿MENTIRA? COSAS QUE SUCEDEN EN NUESTRO MUNDO... IMPORTANTE: ESTE REPORTAJE ME SACÓ CANAS VERDES. ¿Y SABES POR QUÉ? PORQUE RESULTA QUE NO ES UNA, SINO SON DOS LAS PERLAS PEREGRINAS QUE EXISTEN. AQUÍ TRATAREMOS DE LA PERLA PEREGRINA GRANDE, DE LA QUE SE DICE ESTÁ MALDITA.
ANA DE AUSTRIA Y LA PERLA PEREGRINA COLGANDO DE SU CUELLO
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La Peregrina es una perla que fue descubierta por un esclavo en aguas del Archipiélago de las Perlas, en Panamá, en el siglo XVI. Tiene forma de lágrima y es muy apreciada por su belleza; es única por su tamaño, su nacarado, su brillo y su color. Según un documento de la época, pesaba 58,5 kilates. La Peregrina fue ofrecida en 1580 al entonces rey de España, Felipe II, por el Alguacil Mayor de Panamá, Diego de Tebes, en uno de sus viajes a Sevilla. La Peregrina, que el Rey regaló a su esposa, María Tudor, pasó entonces a formar parte de un grupo de joyas de la corona, que los reyes españoles transmitían a sus herederos. Así, la lució el Rey Felipe III prendida en su sombrero en un retrato que encargó a Velázquez. Lo hicieron también su esposa, la reina Margarita de Austria; Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV; y María Luisa de Parma, reina consorte de España por su matrimonio con Carlos IV. Fue éste, el último propietario real español de la Peregrina, ya que, en 1808, José Bona-
parte —Napoleón I—, ordenó que se le entregasen las joyas de los Borbones españoles, exiliados tras la invasión francesa. Bonaparte regaló la perla a su esposa, Julia Clary, pero años después de perder el trono español, el matrimonio se separó y Bonaparte trasladó su residencia a Estados Unidos, adonde se llevó la perla. A su regreso a Europa, Bonaparte dispuso en su testamento la entrega de La Peregrina, a su sobrino, Carlos Luis Napoleón Bonaparte, que se convirtió en el emperador Napoleón III. Éste debió venderla hacia 1848 por problemas económicos, y se la compró el marqués de Abercorn, cuya esposa la lució en París en un baile en el Palacio de las Tullerías. En 1914, el rey Alfonso XIII supo que la Peregrina había sido vendida por los Abercorn a una joyería inglesa. Trató de comprarla, pero no llegó a un acuerdo. La Peregrina pasó a ser propiedad de dos coleccionistas más entre 1914 y 1969. El día 23 de enero de 1969, La Peregrina fue subastada por la sala Parque Bennet, en Nueva York. La puja, cuentan, debió ser apasionante. La mayor parte de los postores se detuvieron en los 15.000 dólares. Alfonso de Borbón Dampierre, nieto del rey Alfonso XIII de España, elevó su puja hasta los 20.000, pero fue el actor Richard Burton quien la adquirió —sirviéndose de un intermediario— por la cantidad de 37.000 dólares, como regalo a su amada, Elizabeth Taylor. Fue un precio récord y se alcanzó en sólo cuatro minutos y medio de apuestas. Un día más tarde de esa fantástica subasta, el 24 de enero, Luis Martínez de Irujo, Duque de Alba, como jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia, negaba la autenticidad de la perla subastada y exhibía una perla que, en su opinión, era la auténtica Peregrina, recibida de Alfonso XIII con motivo de su boda. La casa de subastas y diversos especialistas negaron entonces la veracidad de la versión del Duque de Alba. Esta presunta Peregrina, fue legada a Juan de Borbón, hijo de Victoria Eugenia, y cuando éste renunció a sus derechos dinásticos en 1977, le fue transmitida al entonces Rey de España Juan Carlos I y ha sido lucida en varias ocasiones por la Reina Sofía.
Aquí está el enredo, porque hay dos perlas peregrinas parecidas. Una más pequeña, que es la que luce la Reina Sofia, y la otra, que es la que perteneció a Liz Taylor y se vendió al mejor postor en Estados Unidos, y hoy en día está en el anonimato Elizabeth Taylor lució La Peregrina en su breve aparición en la película «Ana de los mil días», en 1969. Años más tarde, incorporó la perla a un collar de rubíes y diamantes de estilo renacentista, diseñado por la joyería Cartier. Así la lució en la película musical «A Little Night Music», en 1977. En septiembre de 2011, La Peregrina volvió a una exhibición en Madrid, casi cinco siglos después de hacerlo por primera vez. La joya que el especialista de perlas históricas, David Warren, calificó como 'La mejor perla natural que hay en el mundo', se exhibió en Madrid antes de que se vendiera, el 14 de diciembre de 2011, en Nueva York, por 11,8 millones de dólares -9 millones de euros-, durante una subasta de la colección de joyas de Elizabeth Taylor, celebrada en la sede de Christie’s, en la Gran Manzana.
¿Y LAS MALDICIONES? Un día de 1515, Isabel de Bobadilla quiso hacerse un colgante con la perla que su esposo, el gobernador de Panamá, le había regalado, pero un artesano inca le dijo: «Está maldita de los dioses, su forma es la de una lágrima, anuncio de las que le hará derramar, y en su nítido alabastrino puedo ver cosas, cosas terribles. Emponzoñará a su padre; será abandonada por su madre; matará a una reina, volverá colérico al prudente, y, aunque iluminará el estanque y cabalgará en los más bellos corceles, visitará los prostíbulos, lucirá en fealdad; vencerá a las llamas; cegará al bobo y ayudará a la prostituta; tentará al ladrón y al águila herida; hará llorar a una emperatriz y perder la cabeza al príncipe de los inútiles, celará a otra reina, y, por todo ello, será condenada a ser devorada por el monstruo».
LEE BIEN EL TEXTO Y COMPARA CON LO QUE SUCEDIÓ... Los augurios se cumplían cuando, años después, el gobernador fallecía envenenado y doña Isabel regresaba a Sevilla, dejando La Peregrina escondida en su dormitorio de Panamá. Hallada por casualidad en 1580, le fue entregada a Felipe II, quien la regaló a su esposa, Ana de Austria. La Reina la llevó hasta el día de su muerte pocos meses después. Aquel monarca, llamado El Prudente, montó en cólera cuando le comunicaron la derrota de la Armada Invencible. La Peregrina fue popularizada por Isabel de Borbón y despertó la curiosidad de las prostitutas que su esposo, Felipe IV, frecuentaba. Él satisfizo esa curiosidad paseando la joya por algunos burdeles de Madrid. Su segunda y muy poco agraciada esposa, Mariana de Austria, también la lució. En 1734 la perla sobrevivió al incendio del Alcázar, y, años más tarde, María Luisa de Parma la exhibía de nuevo. De la esposa de Carlos IV, decían que, otros, además del rey, calentaban su cama. José Bonaparte se prendó de La Peregrina y se la apropió al erigirse en rey de la España Napoleónica en 1808, y la emperatriz que lloró por la perla, tal vez fuera Eugenia de Montijo, ya que su esposo, Napoleón III, la vendió. Y no sería muy arriesgado señalar entre las víctimas de la maldición, a un miembro de la Casa Real española que ofreció 20.000 dólares por La Peregrina en una subasta en Nueva York, en 1969, y que acabó degollado en una pista de esquí en los Estados Unidos. O afirmar que la reina a la que celó fue Elizabeth Taylor, que un día la extravió y la halló en el hocico de su caniche. Es posible que el artesano inca no conociera esta raza de perros europea y confundiera la mascota con un monstruo, pero también podría ser que la condena final de La Peregrina, esté aún por llegar...
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