John dewey

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Diana Moreno García

Máster en Didácticas Específicas en el Aula Política Educativa y Sistema Escolar


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Pedagogía de John Dewey

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Pedagogía de John Dewey

John Dewey Pedagogía e influencia en el Sistema Educativo actual El presente trabajo queda enmarcado dentro de la asignatura de Política Educativa y Sistema Escolar y tiene como fin englobar a modo de reflexión qué aspectos de la pedagogía de John Dewey son los más reseñables y cuál es la relación existente entre ellos y el Sistema Educativo actual. Es bien sabido que los pedagogos de la Escuela Nueva contribuyeron al sistema que actualmente se formula en las escuelas (Dorantes & Matus, 2007) y a pesar de que a la misma vez se sepa que hay limitaciones en estos estudios (Santos, 2011), debemos considerar que los avances realizados a finales del siglo XIX y principios del XX fueron y siguen siendo en determinadas ocasiones fundamentales en los planteamientos educativos; y aunque cada uno de ellos perseguía un enfoque particular, todos tienen un objetivo común: preparar para la vida y brindar felicidad en el niño tanto en el presente como en el futuro (Jiménez, 2009). Este cambio de mentalidad supuso una reformulación de las enseñanza derivando en un momento en el que se empieza a cuestionar la labor llevada a cabo por la escuela tradicional, del cual quizá podemos afirmar que hoy en día no nos hemos desecho. Sin embargo, las políticas educativas de la Escuela Nueva calaron y siguen calando en las modelos escolares, sobre todo cuando se habla de cambios educativos, dentro de los cuales se formulan planteamientos que parecen novedosos pero han sido inspirados en la pedagogía de siglos anteriores. Hoy día, en el siglo XXI se sigue queriendo gestionar un cambio educativo que centre la educación en la persona, en su propia vida y felicidad y no en el producto. Esto es, lo que defienden los pedagogos de las Escuelas Nuevas, en especial John Dewey. La contribución reflexiva de este documento a este tipo de pedagogía en relación con su influencia actual, se centra en un autor que, según mi punto de vista, defiende algo verdaderamente importante para la sociedad actual. Este autor es John Dewey y la obra que más destacaría del mismo sería Democracia y Educación (Dewey, 1916)1 en la cual me basaré para realizar la reflexión. John Dewey nació en Burlington (Vermont), se graduó en 1879 y tras un breve período como maestro de escuela, decidió continuar sus estudios en el departamento de filosofía de la universidad. Es desde aquí donde comienza a plantearse el sentido de la educación. Autores como Westbrook (1993) le consideran el filósofo norteamericano más importante de la primera mitad del siglo XX, determinando que su pensamiento se basaba en dos principios 1

La edición consultada para este trabajo data de 1995 pero contiene texto íntegro de la obra original.

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fundamentales: la convicción de que la democracia es libertad y la importancia de integrar la teoría con la práctica. Siendo ambos aspectos plasmados de forma completa en su carrera como formador y su pedagogía, los cuales vamos a ir desgranando en este documento de forma breve y en relación con la legislación actual (principalmente la LOE). Como vemos en su obra Democracia y Educación (1995), Dewey considera que si la vida de la sociedad está basada en la democracia, la escuela no debe ser algo al margen de la vida social. Como tal, el sentido social de la educación sería formar desde y para la democracia. “Desde” el punto de vista de hacer al alumno partícipe de esa democracia (fomentando actitudes críticas) y “para” desarrollar en el alumno un valor y una calidad de la educación que él mismo va a transmitir a los miembros de ese grupo social al que pertenezca (la sociedad como partícipe de la construcción de futuros ciudadanos). Esta influencia se ve reflejada en la LOE, destacando ya desde el preámbulo y en numerosos artículos2 que la educación democrática debe ser uno de los principios fundamentales a tener en cuenta con las estrategias educativas y los maestros, destacando incluso que uno de los fines a los que ésta debe contribuir es al ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los fines democráticos de convivencia, coincidiendo con el principio que destacaba Dewey. Así mismo, el hecho de que la educación tiene que comprender las posibilidades que poseen los niños en el presente y hacer a los individuos más aptos para el futuro (Dewey, 1995) es algo también explícito en los fines del sistema educativo actual, desde los cuales se plantea la preparación para una participación activa en la vida económica, social y cultural con capacidad de adaptación a las situaciones futuras de la sociedad del conocimiento. Esta cuestión de educar para la vida introduce de forma completa el hecho de hacer reflexionar al alumno, de preguntarse el por qué de las cosas y de intentar buscar las soluciones por sí mismo. Nadie duda, teóricamente, de la importancia de fomentar en la escuela buenos hábitos de pensar nos recuerda Dewey (1995, pág. 135), y continúa diciendo que este reconocimiento en la práctica no es tan grande. Dicha afirmación me hace pensar que un siglo después seguimos anclados en la teoría sin llevar esto a la práctica, pues vemos que en muchas aulas sigue siendo el maestro el activo y el alumno el pasivo. Sin embargo podemos destacar que son diferentes las disciplinas desde la que fomenta que esto no ocurra. Así tenemos estudios como los propuestos por Lipman y su colección de libros de filosofía para el desarrollo del pensamiento crítico (Tébar, 2005) o la idea de averiguar los errores conceptuales de los

alumnos intentando que tomen conciencia de ellos e intenten transformarlos desde el modelo constructivista y con el otro (Gil, 1993). En el cuál, además se nos establece la siguiente cuestión acerca de la cual debemos reflexionar. Dewey comenzó a cuestionar esa oposición que se establecía entre mente y mundo, entre pensamiento y acción (Westbrook, 1993), destacando la necesidad de que todo pensamiento se compruebe con la acción si quiere que se convierta en un conocimiento. Así, el pensar debe estar conexionado con la acción para dar lugar a un mayor saber sobre nosotros mismos y sobre el mundo en el que vivimos (Dewey, 1995). Hablamos por tanto de desarrollar una educación con alumnos activos, con estrategias que generen un problema que pueda ser resuelto a través de 2

Artículo 1. Principios; Artículo 2. Fines; Artículo 17. Objetivos de Educación Primaria; Artículo 23. Objetivos de Educación Secundaria Obligatoria; Artículo 33. Objetivos de Bachillerato; Artículo 39. Principios generales de la Formación Profesional; Artículo 66. Objetivos y principios de la Educación de personas adultas, etc.

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la propia experiencia individual y con el grupo. Entre los principios metodológicos de la enseñanza de la Ed. Infantil (artículo 14 de la LOE) se plantean que los métodos de trabajo se basen en las experiencias y el juego, aunque no vuelve a repetirse en las posteriores etapas. Este último concepto, la idea de juego está muy ligada a la pedagogía de Dewey, quien defiende que la escuela debe establecer un ambiente en el que el juego y el trabajo activo sean dirigidos para facilitar el desarrollo mental y moral deseable (Dewey, 1995, pág. 170). Tanto en la pedagogía del mismo como desde el sistema educativo actual se comienza a cuestionar la figura del maestro, quien debe ser un guía o mediador de la experiencia, la cual puede ser dirigida para construir conocimiento (Dewey, 1995). Esto va unido de forma directa con otro concepto que Dewey plantea, y es la necesidad de buscar medios para establecer la conexión activa entre niño y adulto (Dewey, 1995, pág. 25), ya sea con el maestro en la escuela o con la familia/amigos en sociedad. Esta conexión entre ambos no la recoge la ley de forma concreta, sin embargo sí determina la influencia y necesidad de la familia y la sociedad en el desarrollo del niño. Pero aún más importante es el hecho de que el ser humano adquiere el hábito de aprender (Dewey, 1995, pág. 49), y finaliza diciendo: Aprender a aprender. Competencia que podemos ver reflejada en las propuestas educativas actuales, y que defiende de manera precisa lo que Dewey destacaba. Y hecho que se recoge a lo largo de los diferentes decretos de las comunidades autónomas como sustancial para el desarrollo integral del alumno, lo cual dará lugar a ese “aprendizaje para toda la vida”, pues fomenta actitudes de indagación y deseo de adquisición de cultura. Esto puede conseguirse si se hace al individuo partícipe en la actividad incluye que sienta tanto sus éxitos como sus fracasos (Dewey, 1995). La influencia de esto en el sistema actual queda plasmando en la defensa desde la LOE destacando que otra de finalidades de la educación es hacer que los alumnos desarrollen la capacidad para regular su propio aprendizaje, y aunque no lo determina con precisión, se ha sobre entendido en el siglo actual que el alumnado posee la posibilidad de realizar autoevaluaciones propias. Otra de propuestas por Dewey, aún siguen cuestionándose hoy en día. Una de ellas es la crítica a que, en muchas ocasiones de la educación se identifica el fin (el resultado) con el proceso (Dewey, 1995), cuestionándose a día de hoy que esto es algo perjudicial para el desarrollo de los alumnos y para el propio sistema (educativo y social). Este hecho, no recogido en la legislación de forma precisa, si se comienza a dar a entender con el hecho de educar en procedimientos y actitudes sobrepasando quizá los conceptos pero sin olvidarnos de ellos. Finalmente, me gustaría destacar la definición técnica que Dewey ofrece de “educación” , para intentar que el lector pueda reflexionar sobre ella y, si lo cree conveniente, comentar en el propio blog. Este define educación como aquella reconstrucción o reorganización de la experiencia que da sentido a la experiencia y que aumenta la capacidad para dirigir el curso de la experiencia subsiguiente (Dewey, 1995, pág. 74). Para mí, una de las mejores definiciones que se pueden hacer, pues parte de la idea de las representaciones mentales que tienen los alumnos a través de su experiencia, continúa diciendo que hay que dar sentido a ese conocimiento y termina introduciendo ese aprender a aprender tan deseado y buscado por la educación actual.

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Bibliografía Dewey, J. (1995). Democracia y educación. Una introducción a la filosofía de la educación. Madrid: Ediciones Morata. Dorantes, C., & Matus, G. (2007). La Educación Nueva: la postura de John Dewey. Recuperado el 24 de Febrero de 2014, de Odiseo. Revista elecrónica de pedagogía: http://www.odiseo.com.mx/2007/07/dorantes-matus-dewey.html Gil, D. (1993). El Modelo Constructivista de Enseñanza/Aprendizaje de las ciencias: Una Corriente Innovadora Fundamentada en la Investigación. Recuperado el 26 de Febrero de 2014, de OEI. Organzación de Estadis Iberoamericanos para la Ciencia y la Cultura: http://www.oei.es/oeivirt/gil02.htm Jiménez, M. (2009). La escuela nueva y los espacios para educar. Revista de Educación y Pedagogía, 21(54), 105-125. Santos, M. (2011). Limitaciones de la pedagogía de John Dewey. Bordón, 3(63), 121-130. Tébar, L. (2005). Filosofía para niños de Mathew Lipman. Un análisis crítico y aportaciones metodológicas, a partir del programa de enriquecimiento instrumental del profesor Reuven Feuerstein. Redalyc, 103-116. Westbrook, R. (1993). John Dewey. (UNESCO, Ed.) Perspectivas: revista trimestral de educación comparada, XXIII(1-2), 289-305.

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