En estos años vivimos en España y en el Mundo, un fenómeno de explotación del trabajo similar al que se podía producir en el siglo XIX, cuando la legislación social y laboral estaba por crear: Se han impuesto sistemas de trabajo a destajo aunque estén prohibidos; Los trabajadores son herramientas de trabajo que se han comprado y se pueden utilizar cuando y como se quiera. Tenemos, por tanto, un sistema legal de relaciones laborales que ha configurado el trabajo como un activo del que extraer el mayor rendimiento en el menor plazo posible.