Cuando un grupo de personas se reúnen con el objetivo de conocer las experiencias de lucha solidaria de otros, ese acto puede ser un acto de solidaridad. Dependerá de lo que hagamos a partir de ahora. Cuando la mirada al mundo y a la explotación que se dan en él, es una mirada honesta, no se puede quedar en queja y lamento. Si es una mirada honesta, debe convertirse en grito y en abrazo. En grito que lleve a las calles e instituciones el grito de los explotados. En abrazo al compromiso de luchar contra la explotación.
En estos días se ha hecho palpable una verdad: los que dicen "no se puede hacer nada" no han mirado a la realidad de frente. Porque, si es verdad la inmensidad de la injusticia que asola a millones de personas, no es menos verdad que se pueden hacer muchas cosas para acabar con esa injusticia. Conocer las luchas no violentas de otros renueva nuestra esperanza, pero poco durará esa esperanza, si no aumenta nuestra colaboración a esa lucha.