etrás del brillo de la opulencia está la esclavitud más infame. El esplendor macabro de algunos países del Golfo Pérsico pretende esconder la perversión con la que tratan a miles de trabajadores. Almaz es una más de esta legión. Son jóvenes que viajan desde zonas pobres de África y Asia para buscar un medio de vida. Pero al llegar a la región acaba la esperanza de un empleo digno. Las ilusiones se cuelan por el sumidero y terminan metidos en una zanja de abusos y maltratos.
El periodista Benjamin Dix y la ilustradora Lindsay Pollock han publicado una historia real, en dibujos, de una mujer etíope que viajó a Arabia Saudí para trabajar como empleada del hogar y sufrió las mismas vejaciones que miles de mujeres en esos países donde la aristocracia derrocha el dinero sin piedad.
Almaz, el título del relato, es a la vez el nombre ficticio de esta joven. Es una máscara para proteger su identidad. Pero la historia es real. Repugnantemente real.