BOLÍVAR
Simón Bolívar y José de San M artín son los dos héroes de la independencia de A m érica; pero, pese a la reverencia con la que se venera la m em oria de San M artín en todo el nuevo mundo hispánico, la historia parece haber confirm ado la entrevista de Guayaquil, que lo eliminó en pro de B olívar, de m odo que hoy el héroe de la independencia que con m ayor relieve se yergue en la conciencia tradicional de los pueblos hispanos es Simón Bolívar. ¿Quién sabe? Quizá se deba este hecho, tan innegable com o curioso, a la afición a lo dram ático, y aun a lo trágico, que el hombre lleva tan arraigada en su sangre com o la m isma m uerte, alma de toda tragedia, tragedia de toda alma. L a caída a pico en el destierro y la m uerte es en Bolívar tan súbita y escalofriante como la del mismo Satán; m ientras que el largo retiro de San Martín en Boulogne-sur-M er lo hunde en la penum bra de la pe queña burguesía, donde sus resplandores de caudillo de la libertad y émulo de glorias napoleónicas se diluyen en medias tintas bana les. N ada dice este contraste ni en pro ni en contra de uno u otro de los dos caudillos; tan sólo vendría a explicar que en el panteón de la historia, se vaya esfum ando la silueta hum ana del general retirado m ientras va subiendo de color, nutriéndose de relieve y significado la figura vigorosa del m onócrata libertador, elevándose sobre el continente que soñó regir, por encim a del abism o de soledad y desengaño en que m urió expulsado de su patria por malandrines y follones. N o deja de darse cierta justicia poética en esta situación; ya que San M artín, al fin y al cabo, era un oficial español, si bien nacido en suelo am ericano; m ientras que Bolívar era un genuino representante del criollo total. Punto es éste en el que la historio grafía de Bolívar se em brolla con los prejuicios incoherentes de unos y otros. No hay apenas tem a, episodio, luz o som bra en la