Tras la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos en 2007, los fondos de pensiones y bancos buscaron otra fuente de rentabilidad y la encontraron en los alimentos. Su rentabilidad está asegurada porque la demanda mundial garantiza su crecimiento.
El efecto de la especulación en los precios es inmediato: cuanto más interés en comprar alimentos, más aumentan los precios del mercado de los alimentos, entrando así en un círculo infernal para los hambrientos. El 98% de los contratos de futuros de alimentos son especulación. Sólo el 2% se hace efectivo.
Un sistema que utiliza la especulación para fijar el precio del pan de los hombres es un sistema que debe ser rehecho desde sus cimientos. El hambre es un problema de robo planificado. Abolir total e inmediatamente la especulación sobre los productos alimenticios constituye una exigencia de justicia.