Tomás Malagón aniversario de su muerte 25 Tema de la quincena
Pinceladas sobre Don Tomás Pepe Morales
Durante los 25 años transcurridos desde la muerte de Don Tomas, en la HOAC y entre sus militantes su recuerdo sigue vivo. Su vida, pensamiento y obras orientan nuestro caminar y son punto de referencia para nuestro quehacer, nos dan seguridad y continúan dando frutos. He aquí algunas pinceladas de ese legad0 imborrable.
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quel último domingo de febrero habíamos decidido echar un día de campo en la afueras de Madrid. Nos juntamos los miembros de la Comisión Permanente con sus familias y algunos otros que trabajaban para la HOAC en la elaboración de sus planes de formación; entre ellos se encontraba D. Tomás Malagón, que en aquellos momentos estaba elaborando el Plan Básico de Formación Política.
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Pasamos un buen día compartiendo juegos, comida y charlando, como siempre, de las tareas de la HOAC que traíamos entre manos. Nos sentíamos alegres y contentos de tener a Don Tomás entre nosotros: nos daba seguridad y nos contagiaba esperanza. Con su presencia cercana y sencilla, con su trabajo generoso y constante, con su clarividencia y sabiduría, iba ayudando a la HOAC, a quien tanto amaba, a superar la crisis secularista haciendo una
25 aniversario T o m á s M a l a g ó n lectura renovada y renovadora de sus fundamentos y raíces. Cuando ya caía la tarde y empezaba a hacer frío, nos despedimos contentos y felices por el buen día que habíamos pasado. A las pocas horas –en la madrugada del 26 al 27 de Febrero de 1984– nos daban la tremenda noticia de que Don Tomás Malagón había fallecido en la Casa de los Consiliarios. Así, de repente, sin hacer ruido y sin causar molestias, casi sin darnos cuenta, se nos iba a la casa del Padre otro hermano mayor, dejándonos el dolor y la esperanza como compañeros inseparables. Se cumplen ahora 25 años de este acontecimiento. Durante este tiempo, la HOAC y sus militantes nos hemos sentido acompañados por Don Tomás: su persona, su vida, su obra, su recuerdo siguen vivos entre nosotros, orientan nuestro caminar y son punto de referencia para nuestro quehacer, nos dan seguridad y continúan dando frutos. La herencia que Malagón ha dejado a la HOAC y a sus militantes es sumamente rica y variada. Nos resulta difícil hacer un resumen. Por una parte, Don Tomás realizó su trabajo en estrecha colaboración con los militantes y consiliarios de la HOAC, especialmente con Guillermo Rovirosa. A veces resulta difícil distinguir lo que es de uno y lo que es de otros. Por otra parte, no era muy partidario de escribir –aunque son muchos sus escritos– y de firmar aquello que con tanta paciencia y amor elaboraba. Vivía lo que hacía como patrimonio común de la HOAC y de sus
militantes, lo encarnaba con maestría difícil de igualar en los planes de formación y prefería transmitirlo de viva voz en los cursillos, ejercicios espirituales, retiros y charlas. Preguntado alguna vez por qué no escribía lo que nos había dicho, nos contestaba: «Si quieres guardar bien un secreto, escríbelo en un libro». Creía que el Mensaje de Jesús llegaba mejor al mundo del trabajo a través de la presencia cercana y de la palabra, siempre cálida y creadora, como era la suya. Con la esperanza de poder publicar algún día, junto con sus obras, un trabajo más amplio y mejor documentado, queremos ofrecer en este veinticinco aniversario de su muerte sólo algunas pinceladas de lo mucho que él nos regaló tan desinteresadamente. Existe, publicado en Ediciones HOAC, un magnífico trabajo de Alfonso Fernández Casamayor, que lleva por título «Teología, fe y creencia en Tomás Malagón». Ahí podemos encontrar una muy buena exposición, bien documentada, de su obra y de su pensamiento.
Una vida que sostiene e ilumina nuestro presente No fue fácil la vida de Don Tomás. Nace en 1917 en Valenzuela de Calatrava (Ciudad Real). A los doce años ingresa en el Seminario Diocesano y con 16 años lo encontramos estudiando en la Universidad Pontificia de Comillas (Santander). Con 19 años participa en la guerra civil española en el bando republicano; su puesto está en el servicio meteorológico en el frente de La Alpujarra. Terminada la guerra vuelve a continuar sus estudios en Comillas, pasando por una crisis interior profunda, que él mismo nos relata de esta manera: «En mi juventud mi espíritu crítico, mi descubrimiento de la filosofía del marxismo y otras circunstancias significaron como un eclipse de mi fe cristiana. Sin embargo, el deseo de ser fiel a mi palabra, dada a Dios, de consagrarme al movimiento obrero, hizo que antes de abandonar mi trayectoria anterior, me diese con intensidad al estudio de los problemas intelectuales que se me planteaban. La oración, más fervorosa cuanto más sufría en mi interior, y la experiencia religiosa personal y percibida en otros (en especial la santidad del P. Nieto) fueron decisivas en aquellos momentos. El descubrimiento del sentido del Mandamiento Nuevo del Señor, con sus inagotables exigencias e implicaciones, fue entonces para mí un hecho deslumbrador. Así, al cabo de unos años lo principal de la crisis había pasado». ¡Cuánta razón tenía, cuando nos decía una y otra vez: la fe cristiana no es ninguna baratija; la camiseta de la fe hay
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25 aniversario Tomás Malagón contrado una introducción de Rovirosa de apenas doce líneas y unos seis folios con letra de Malagón, que desarrollan los puntos escuetísimamente indicados por Guillermo. Me pareció un curioso e instructivo aspecto de la colaboración de ambos en la elaboración de lo que había de ser la versión definitiva del Plan Cíclico… Don Tomás empezó lo que Rovirosa llamaba la “teologización del Plan Cíclico”, una labor en la que contó con la ayuda inestimable e imprescindible de Rovirosa». Y, cuando Tomás lo estaba pasando mal por unas denuncias falsas sobre su doctrina, su amigo Guillermo está a su lado, como lo refleja en una carta que le dirige y que es un verdadero monumento a la amistad: «Decimos muchas cosas en los Cursillos y hay que ponerlas en práctica; es la prueba. Cada uno en lo que más le cuesta. Y no hay más que abrazarse a la cruz… Perdone, Don Tomás. Este no es (ni debe ser) mi tono habitual con V. R. Pero le quiero demasiado para no saltar la barrera. Sepa solamente que, si se deja dominar por su temperamento y le vienen mal dadas, a su lado tendrá siempre al pobre Rovirosa, abrazado a V. R. y compartiendo su suerte».
que sudarla, pues consiste en dejar ganar a Dios en nuestra vida siempre y en todo! «En la conciencia del cristiano la fe no puede ser un elemento marginal, sino que ella preside los diversos continentes de su cosmovisión. Ésta debe ser siempre coherente en todas las partes con aquélla. Por eso el cristiano podrá asumir cuanto le parezca válido del cualquier filosofía, sistema cultural, praxis política, etc., pero siempre deberá repensarlo desde su Fe, so pena de hallarse en falso consigo mismo o, al menos, de no ser suficientemente coherente». En 1943 recibe la ordenación sacerdotal. A finales de 1953 D. Tomás, después de haber prestado en su diócesis el servicio de Rector del Seminario y Profesor de Teología, es nombrado Consiliario Nacional de la HOAC. La presencia de Rovirosa y Malagón en la HOAC nos ha dejado no sólo una hermosa experiencia de lo que es la amistad vivida con sentido y espíritu cristianos, sino sobre todo un testimonio vivo de lo que en la Iglesia de Jesús y en un movimiento apostólico deben ser la colaboración, la corresponsabilidad, el reconocimiento y respeto mutuos entre el ministerio del pastor y el ministerio del seglar. Sólo tres botones de muestra: Hablando de la elaboración del Plan Cíclico, Ángel Ruiz Camps, que conocía muy bien a ambos, nos dice: «He en-
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Y, finalmente, unas palabras pronunciadas por Malagón en el entierro de Rovirosa: «Quizás, por el hecho de ser yo uno de los pocos que de cerca han podido ver la grandeza de su alma, por haber convivido y trabajado en el apostolado en unión suya por espacio de muchos años (cosa que ha constituido para mí una gracia colosal del Señor), se me ha encargado dirigir unas palabras, como piadoso recuerdo del gran hombre que acaba de morir».
25 aniversario T o m á s M a l a g ó n Una de las cosas de D. Tomás, que más nos admira a los que le conocimos de cerca, es su capacidad para leer y vivir la presencia de Dios en todo: en la naturaleza y en la historia, en la música y en la poesía, en la pintura y en la arquitectura, en los acontecimientos de la vida cotidiana… Eran –como se ha dicho– «una sola alma en dos cuerpos». Resulta sorprendente que estos hermanos mayores nuestros, trabajadores hasta el último aliento de sus vidas en «la Viña del Señor», se fueran, los dos, a la casa del Padre un 27 de Febrero, aunque separados por veinte años. ¡Tenemos buenos amigos y valedores en la casa del Padre! Una de las cosas de D. Tomás, que más nos admira a los que le conocimos de cerca, es su capacidad para leer y vivir la presencia de Dios en todo: en la naturaleza y en la historia, en la música y en la poesía, en la pintura y en la arquitectura, en los acontecimientos de la vida cotidiana… «Dios –nos decía– tiene que ver con todo: con el pan consagrado que ponemos en la mesa del altar o en el sagrario y con el plato vacío que hay en la mesa del pobre, con el templo que le construimos y con la choza en que malvive el marginado». Solía decir, con esa visión a la vez profunda y sencilla que tenía de las personas y de los acontecimientos, que
D. Tomás fue ordenado sacerdote en 1943.
los hombres y mujeres ponemos nuestro corazón en las cosas más diversas. Hay quienes ponen su corazón en el dinero, hay quienes lo ponen en el poder y hay también quienes lo ponen en el placer y el disfrute. Y sucede que aquello en que se ha puesto el corazón, antes o después, termina por comérselo. Entonces todo le sabe a uno a dinero, a poder o a disfrute. El cristiano que de verdad ha puesto su corazón en Cristo, experimenta también cómo Cristo le va comiendo el corazón y todo le va sabiendo cada vez más a Cristo. A Don Tomás todo le sabía a Cristo; para él todo tema y todo problema era tema y problema cristiano. Malagón nos enseñó también a mirar la realidad, especialmente la realidad sufriente del mundo obrero que tan bien conocía y tanto le dolía, con los ojos de Jesús. Sabía que el Evangelio no nos proporciona un método de análisis ni un análisis de la realidad social; esto es oficio de las ciencias sociales. Pero con su testimonio y con su palabra supo transmitirnos, con claridad diáfana y con fuerza, que, al acercarnos a la realidad para analizarla, debíamos colocarnos siempre, como Jesús, en el lugar social de los empobrecidos, prestar atención a los procesos sociales de su empobrecimiento y exclusión, buscar la perspectiva de su liberación y promoción integral y colectiva. Y, situados ahí, nos invitaba a mirar la realidad con los ojos amorosos y compasivos del Dios de Jesús y con esperanza. Estaba convencido de que en esa realidad es donde Dios quiere hacer presente su Reinado de Amor, de Justicia y de Paz. Tenía una mentalidad profundamente dialéctica, que le llevaba a tener y a contagiarnos una visión siempre dinámica del pensamiento y de la realidad. El dominio que tenía de los distintos aspectos y dimensiones de la historia humana le llevaba a comenzar siempre presentando la perspectiva histórica de todos los temas que trataba. Jamás le vimos situarse ante la realidad con un talante arrogante y acusador; su actitud básica era el diálogo, la crítica serena y razonada, capaz de separar el trigo y la cizaña, y la síntesis final entre las creencias cristianas y cuanto de positivo había en la realidad. A veces nos decía con el fino humor que le caracterizaba: a los seres humanos no se nos ha dado la cabeza para embestir o para topar; se nos ha dado para pensar.
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25 aniversario Tomás Malagón ¡Cómo sabía hablarnos de la encarnación en la vida, en la conciencia y en la acción del mundo obrero explotado y empobrecido! Pero no para quedarnos ahí pasivos y quietos, sino para ser en el corazón de esa realidad, movidos por la fuerza del Mandamiento Nuevo, fermento de promoción integral y colectiva del pueblo sencillo. En la herencia que Malagón deja a la HOAC destaca el amor a la Iglesia. Don Tomás nos enseñó a amar no a una imagen idealizada de la Iglesia, sino a la Iglesia real, la única que existe; ésa que es a la vez santa y pecadora, porque en ella habita toda la belleza y hermosura que aporta Jesucristo y los que le siguen con fidelidad y también nuestro propio pecado. Sólo en esa Iglesia tenemos cabida los que nos sabemos pecadores. Nos enseñó a amar a la Iglesia, en primer lugar, con su testimonio personal hecho de sinceridad, lealtad, disponibilidad y ternura; y también, en muchos momentos, de dolor y sufrimiento ante la incomprensión y marginación que venía del seno de la misma Iglesia. Y nos enseñó a amar a la Iglesia, en segundo lugar, ayudándonos a tomar conciencia de lo que en ella nos regala Cristo. La Iglesia, nos decía muchas veces D. Tomás, siempre ha estado y está presente en nuestro caminar hacia Cristo, «ella es, con sus luces y sus sombras humanas, la mediación obligada para el encuentro con Cristo»: a Cris-
to lo hemos encontrado en las Personas que viven la Fe de la Iglesia, en los Grupos, Movimientos y Comunidades que intentan vivir el espíritu evangélico, en los escritos del Nuevo Testamento, especialmente en los Evangelios, que tienen su origen en la comunidad eclesial y que ella ha guardado y transmitido con fidelidad, a Él lo encontramos en los Sacramentos, signos eclesiales de su presencia cercana y salvadora. Es la Iglesia quien nos conserva y ofrece la memoria viva de Jesús y, a través de ella y en ella, nos llega su Amor y su Gracia. «¡Cómo no amar a la Iglesia si a ella le debo todo!». Malagón era un hombre siempre disponible para todos. Se sabía sacerdote de la Iglesia al servicio de todos. Pero tenía clara conciencia de su especial vocación de servicio al mundo obrero en la HOAC. Y a ello dedicó sus mejores energías y su trabajo generoso y fecundo hasta el final de su vida. Llevaba en lo más hondo de su corazón, como su amigo Rovirosa, un gran amor a la HOAC. Nunca aprovechó cuanto había aprendido y recibido en la HOAC y de la HOAC para «hacer carrera», sino para servir mejor a la Iglesia y a la HOAC. Le dolía tremendamente –y lo manifestaba con la discreción que le caracterizaba– la actitud de los que, habiendo recibido tanto de ella, se apartaban o le hacían daño. Cuando se hacía daño a la HOAC o se la quería utilizar para fines que no eran los suyos, no partía peras con nadie, reaccionaba con decisión y valentía, diciendo las cosas claras a quien fuera, en público o en privado.
Un modelo pastoral La decisión de consagrarse al mundo obrero y la experiencia que está viviendo en la HOAC llevan a Malagón a ver con claridad y a formular cada vez con más precisión un modelo pastoral, que resultaba novedoso y que, en lo sustancial, aún hoy tiene plena vigencia. 1) La Misión Obrera. A Malagón le gustaba siempre, al tratar cualquier tema, partir de un análisis, hecho con perspectiva histórica, de la realidad que estaban viviendo y en la que tenían que realizar su misión los militantes de la HOAC. En esto era un verdadero maestro y quizás esta sea una de las razones principales del atractivo, la garra y la eficacia de sus planteamientos. De ahí que el punto de partida del modelo pastoral que propone no puede ser otro que tener una clara conciencia de la situación en que se encuentra el mundo obrero en relación con la Iglesia: «La Iglesia, como institución visible, no sólo no está allí (en la clase obrera) arraigada, sino que está rechazada; no sólo no está adaptada a la cultura y a
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25 aniversario T o m á s M a l a g ó n Tenía una mentalidad profundamente dialéctica, que le llevaba a tener y a contagiarnos una visión siempre dinámica del pensamiento y de la realidad la mentalidad obrera, sino que está en pugna con ella». Por eso el objetivo de la acción pastoral de la Iglesia en el mundo obrero y su labor tienen que ser, rigurosamente hablando, un objetivo y una labor de misión. Se trata en realidad de «plantar la Iglesia» en la realidad obrera, de que fuera naciendo una Iglesia obrera (indígena): «La Iglesia debe reproducir en la historia universal el Misterio de la Encarnación y, así como Cristo asumió las peculiaridades de un pueblo concreto, la Iglesia ha de proceder también a una auténtica encarnación en cada una de las culturas de la tierra… La HOAC vio claro desde su principio y comprendió que era necesario una labor verdaderamente misionera y por eso quiso ella, como embajada de la Iglesia, echar raíces en el mundo obrero, adaptarse en la medida conveniente a la cultura y mentalidad de aquel medio, adquirir allí suficiente firmeza y estabilidad».
De otra forma la Iglesia estará en el mundo obrero, como ha ocurrido en nuestra historia, a merced del vaivén de los vientos que soplan en cada momento. 2) La Misión necesita un Método. Planteadas las cosas así, el camino (el método) para la evangelización del mundo obrero no puede ser ni el enfrentamiento ni la condena, ni la conquista ni la cruzada, ni la colonización ni el amaestramiento de los obreros y sus organizaciones. El primer paso tiene que ser la aceptación sincera y cordial, unida a un gran respeto a su libertad. Malagón solía decir que la primera regla de la evangelización es ésta: Si quieres que los demás acepten a Cristo, primero tienen que aceptarte a ti que se lo llevas. Y, para que te acepten a ti, has de empezar por aceptar y respetar tú a los demás. Para los cristianos la aceptación en sentido pleno es un proceso, que comienza con la Encarnación, que nos lleva a compartir las condiciones de vida del mundo del
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25 aniversario Tomás Malagón trabajo, su cultura, sus justas aspiraciones y la lucha por sus legítimos derechos; continúa con el Diálogo sincero y crítico, donde se van descubriendo los puntos de contacto entre la conciencia obrera y la conciencia cristiana, los puntos convergentes y los divergentes entre la cultura obrera y los contenidos de la fe cristiana; y termina con la elaboración, guiados por la fe de la Iglesia, de una formulación de la creencia cristiana, que haga Síntesis entre lo más auténtico del mundo obrero y el Evangelio de Jesús. Malagón supo poner en sintonía su inteligencia y su corazón con la Historia del Movimiento Obrero, para poder ofrecerle en su cultura y en su lenguaje toda la riqueza del Mensaje Cristiano. La vida de Malagón, marcada por la humildad y el servicio generoso, y su
vicio al mundo del trabajo. Porque tenía muy claro en su mente este planteamiento y estaba convencido de él, Malagón supo plasmarlo en sus escritos y cursillos, dedicando lo mejor de su vida a la formación de los militantes y consiliarios de la HOAC.
grandiosa obra teológica son un vivo testimonio de todo esto y uno de los regalos más grandes que el Padre Dios ha hecho a la Iglesia, a la HOAC y a la Pastoral Obrera.
difusión absorbía la actividad de muchos militantes. La HOAC, acosada desde el poder político y desde el mismo interior de la Iglesia, se encuentra ante el reto de poner en marcha otro medio a través del cual el Evangelio de Jesús pudiera llegar al mundo del trabajo hecho vida y carne obreras.
Militantes obreros y Consiliarios, en estrecha colaboración, tendrán que asumir la tarea de poner en marcha movimientos y asociaciones apostólicas, abrir cauces, organizar actividades…, a través de los cuales la Iglesia de Jesús muestre su presencia y su vida y concrete su ser-
La formación de militantes obreros cristianos Cuando Malagón llega a la Comisión Nacional de la HOAC animado por Rovirosa, la HOAC se encuentra en un momento crucial. Estaba reciente la supresión del «¡TÚ!», que hasta entonces había sido el primer medio militante hoacista (se llegó a tirar 45.000 ejemplares); su
La respuesta fue plantearse con toda seriedad la formación de militantes obreros cristianos: es en sus vidas y en
«La Iglesia, como institución visible, no sólo no está allí (en la clase obrera) arraigada, sino que está rechazada; no sólo no está adaptada a la cultura y a la mentalidad obrera, sino que está en pugna con ella» 22 198
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25 aniversario T o m á s M a l a g ó n su lucha por la justicia, movidas por el Mandamiento Nuevo, donde sus compañeros y compañeras de trabajo tendrían que «leer» ahora el Mensaje de Jesús. Para ello era necesario cuidar la elaboración y realización de los Cursillos Apostólicos, del Plan Cíclico y del Método de Encuesta. 1) El Cursillo Apostólico, dirigido por un seglar con la colaboración de un sacerdote, era (y sigue siendo) una verdadera vivencia del camino de la iniciación cristiana, un volver a descubrir y vivir el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Con una metodología eminentemente activa, los propios militantes, en un clima de oración que dura tres días y medio, van viviendo, construyendo y concretando su propia conversión a Jesucristo vivida en la Iglesia y en el mundo
obrero. Los que hemos vivido esta experiencia reconocemos que ha marcado nuestra vida y que es inolvidable. 2) El Plan Cíclico. El Cursillo Apostólico es la puerta de entrada al Plan Cíclico (hoy lo llamamos Plan Básico de Formación Cristiana); en el cursillo está en germen lo que ahora, en nuestra reunión semanal de equipo y en un clima de oración, vamos a ir viviendo y desgranando durante uno o dos años. Se trata de ir personalizando, de encontrar nuestra forma peculiar e irrepetible de vivir y concretar los contenidos fundamentales de la Fe que la Iglesia nos propone, tanto en nuestra vida personal, como en nuestros ambientes, como en las instituciones y estructuras. A lo largo del Plan Cíclico vamos construyendo una existencia personal y social movida e impulsada por el Mandamiento Nuevo (nuestro Dios es Amor: vivir el
Amor es la mejor manera de afirmar a Dios práctica y vitalmente), vivida con el estilo del Cuerpo Místico de Cristo (la célula humana no es el individuo aislado, sino el individuo viviendo en comunión con los otros: la mejor manera de afirmar al Hombre es vivir la comunión) y dedicada toda ella a la construcción del Reino de Dios y su Justicia (vivir para el Reino es la mejor manera de cumplir la voluntad de Dios, la mejor manera de afirmar la Moral Cristiana). La existencia personal y social del militante cristiano se va convirtiendo, conforme avanza la realización del Plan, en una afirmación práctica y vital de Dios, del Hombre y de la Moral. Hoy en la HOAC llamamos a esto la construcción y realización de nuestro Proyecto de Humanización.
3) El Método de Encuesta. Tanto en la dinámica del Cursillo Apostólico como en la realización del Plan Cíclico, la HOAC propone a sus militantes un método, un camino: El Método de Encuesta. Se trata de poner en diálogo, de confrontar, la vida cotidiana del militante (ver) con la Fe Cristiana (jugar) para ir consiguiendo que la fe cristiana vaya dando sentido cristiano, forma cristiana a nuestra vida personal, a los ambientes donde transcurre nuestra vida y a las instituciones y estructuras donde estamos (actuar). Malagón es el gran regalo que Dios hace a la HOAC en estos momentos. En comunión y trabajando en estrecha colaboración con Rovirosa y con otros militantes y consiliarios dinamiza, potencia y da forma a este planteamiento formativo de la HOAC, que hemos descrito brevísimamente y que ha llegado hasta nosotros con una tremenda vita-
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25 aniversario Tomás Malagón lidad. Todos estos instrumentos de formación llevan en sus entretelas el amor, la inteligencia y el genio de D. Tomás.
Nuevos vientos en la sociedad y en la Iglesia En 1964, después de diez años largos de dedicación plena y fecunda al servicio de la HOAC, Tomás Malagón termina su etapa de Consiliario Nacional. La situación en nuestro país, tanto en la Sociedad como en la Iglesia, es bastante convulsa en estos momentos. La Sociedad española está viviendo la transición política a la democracia, mientras que en nuestra Iglesia tiene lugar la recepción, no ciertamente serena, del Concilio Vaticano II. El fenómeno de la Modernidad, que había surgido y se
había desarrollado al margen de la Iglesia y en pugna con ella, irrumpe con fuerza en nuestra Iglesia. Hay un fuerte movimiento de secularización, en el que todo pugna por liberarse de la tutela de la Religión y de la Iglesia y lograr así su autonomía. Hay sectores de nuestra Iglesia, en los cuales algunos aspectos de la Identidad cristiana, especialmente la conciencia de pertenencia a la Iglesia y la actitud ante ella, no pasan precisamente por buenos momentos. A Malagón, lo mismo que a Rovirosa, esta situación no le pillaba descolocado. Desde su juventud había mantenido una actitud de apertura a la cultura de la Modernidad, tenía un amplio conocimiento de sus distintas corrientes y en los cursillos las abordaba con su ya conocido método de Diálogo, Crítica y Síntesis. Y, en cuanto a la recepción del Concilio, su actitud es la de serena acogida de quien ya ve-
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nía trabajando, desde hacía tiempo, en sus dos líneas básicas: renovación evangélica de la Iglesia y apertura al mundo en actitud de diálogo y misionera. Tras la salida de la consiliaría nacional de la HOAC, Malagón había quedado en una situación eclesial de marginación por parte de la jerarquía: no se le ofrece ninguna responsabilidad eclesial concreta, pero tampoco puede volver a su diócesis de Ciudad Real. Él mismo, años más tarde (1972), en carta dirigida al Vicario Pastoral de la diócesis de Madrid, describe su situación: «… no me encomendaron nada y así vivo en situación de “excedente forzoso”, puesto que la Iglesia no me necesita». D. Tomás era un hombre de una gran sensibilidad; los que en esta época estuvimos cerca de él sabemos cómo le dolían esta cosas, cuando venían de la Iglesia, a la que amaba y en la cual trabajaba sin poner jamás límites.
Por otra parte, los momentos por los que pasaba la Iglesia española, especialmente la HOAC y sus militantes, le llenaban de preocupación. Él mismo nos describe magníficamente lo que está viviendo en su interior. «Yo andaba entonces inquieto y preocupado (en los primeros años de la década de los setenta) por los derroteros que iban tomando muchos militantes, grupos y asociaciones de cristianos, a los que veía casi en actitud de pedir perdón por su fe, en un lastimoso abandono de toda actividad apostólica pura y adoptando un aire bobalicón ante las teorías y las prácticas del marxismo. En las circunstancias en que me encontraba, muy poco era lo que yo podía hacer contra tal situación. Quise, al menos, poner claridad insistiendo en aquellos aspectos que definen el carácter cristiano de los
25 aniversario T o m á s M a l a g ó n «La espiritualidad cristiana consiste en vivir la existencia humana en todas sus dimensiones (familiar, profesional, económica, social, política…) dejándose guiar en todo, como Jesús de Nazaret, por la acción del Espíritu Santo» do nuevos horizontes. ¡Con cuánto amor y con qué paciencia nos ayudó en estos momentos a fundamentar nuestra fe cristiana, a formular sus contenidos en la nueva cultura emergente, a ser conscientes de nuestra identidad cristiana y a valorarla como el tesoro y la perla preciosa que se ha descubierto y a vivirla con radicalidad, sin mutilaciones y procurando ser en todo coherentes con ella! En comunión con la Comisión General de la HOAC colabora con entusiasmo en su reconstrucción. Reunido, durante dos meses, con un grupo amplio de consiliarios de distintas diócesis en la Casa de Espiritualidad que las Javerianas tenían en Las Rozas (Madrid), con un buen ambiente de trabajo y oración, anima y dirige la tarea de revisar los materiales formativos de la HOAC y la elaboración de un conjunto de cursillos, que habrían de servir de magnífico y necesario complemento al Plan Cíclico. Desde entonces, este grupo de consiliarios, al que se unieron otros, se reunía cada verano para recibir un nuevo cursillo, colaborar en su elaboración y aprender a darlo. Así se ponían las bases para que todos esos cursillos pudieran llegar no sólo a los militantes de la HOAC, sino a otros grupos y comunidades.
militantes y de sus actuaciones. Me gané con ello que a veces me colgasen el sambenito de pietista, derechista, integrista y de no sé cuantas cosas más. De modo parecido a como en los años 50 me llamaron marxista, temporalista y desviado teológico por advertir que cristianismo no era sólo piedad, beneficencia y castidad y que dentro de él cabían mentalidades no precisamente franquistas o de derechas». Malagón era un hombre sinceramente convencido de que la fuerza de Dios, con su infinito amor y su gracia, es la que sostiene la vida del cristiano y la hace fecunda, con tal de que éste no ponga obstáculos, sea dócil y deje que el poder de Dios se despliegue en nuestra debilidad. Esta etapa final de su vida es un testimonio claro de esto. Con sencillez y sin aspavientos, trabaja incansablemente, dispuesto a acudir allí donde la Iglesia lo necesita, no solamente adaptando a la nueva situación social y eclesial lo que ya había elaborado, sino enriqueciéndolo y abrien-
De esta forma, año tras año, D. Tomás fue poniendo, gratuita y generosamente, al servicio de la Iglesia y de la HOAC su persona y su vida, su trabajo y su sabiduría, su vivencia cristiana y su experiencia apostólica. Le sentíamos feliz y entusiasmado. A muchos de nosotros, la experiencia vivida aquellos años nos ayudó a abordar positivamente la confusa situación social y eclesial, marcando nuestro futuro. Así fueron naciendo los cursillos de «La Fe en el Mundo Actual», «Fe y Ateismos», «Cristología», «Eclesiología», «La Biblia, palabra de Dios y palabra humana». En cada uno de ellos, asumiendo críticamente cuanto de positivo había en la crítica moderna al cristianismo, se intentaba responder a dos preguntas, que considerábamos claves para vivir nuestra Fe Cristiana de un modo adulto, consciente y responsable: 1ª) ¿Es razonable, es decir, es conforme a la manera de funcionar la razón en una persona adulta, creer en Dios, creer en Jesús como Hijo de Dios, creer en La Iglesia como presencia de Cristo en nuestra historia, creer en la Biblia como Palabra de Dios? 2ª) ¿Qué implica, qué contenido tiene, qué significa para un cristiano adulto creer en Dios, en Jesucristo, en Iglesia y en la Biblia como Palabra de Dios? Y, culmi-
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25 aniversario Tomás Malagón El encuentro con Jesucristo me lleva necesariamente, a no ser que se tuerza por intereses egoístas o quede paralizado, al encuentro con los pobres, oprimidos y marginados nando este proceso, Malagón nos dio en Granada el «Cursillo de Espiritualidad»; con la pedagogía que le caracterizaba, nos iba describiendo lo que es una existencia marcada por los contenidos de esos cursillos y nos ponía de manifiesto cómo podemos convertirlos nosotros en realidad vivida, que en eso consiste principalmente la espiritualidad. «Para el cristiano –nos decía D. Tomás– “espiritualidad” no viene de “espíritu” con minúscula, sino de “Espíritu” con mayúscula. Esto quiere decir que la espiritualidad cristiana no consiste en el cultivo de la parte espiritual del ser humano o en preocuparse sólo por la salvación de la propia alma y de la de los demás, descuidando las realidades mundanas. Cuando esto ocurre se cae en un espiritualismo evasivo o desencarnado, tan de moda hoy, que favorece el desprestigio de la espiritualidad cristiana. La espiritualidad cristiana consiste en vivir la existencia humana en todas sus dimensiones (familiar, profesional, económica, social, política…) dejándose guiar en todo, como Jesús de Nazaret, por la acción del Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu que impulsó y orientó toda la existencia de Jesús de Nazaret quien tiene que impulsar y orientar la existencia del cristiano transformándonos en Cristo. Hablar de espiritualidad cristiana es hablar de una existencia vivida a la escucha del Espíritu Santo y bajo su acción. Es el Espíritu Santo quien hace a Cristo viviente en nosotros». Pero la situación social y eclesial planteaba a la HOAC y a sus militantes otro gran reto: la Identidad Cristiana. El trabajo generoso de D. Tomás ayudó a la HOAC a construir, tanto en la Asamblea General de Barcelona (definición de la identidad cristiana y descripción de sus aspectos irrenunciables), como en la de Madrid (cómo plantear la formación y realizarla, para que los militantes y equipos vayamos construyendo nuestra identidad cristiana y viviendo en coherencia con ella las distintas dimensiones de nuestra existencia), fue decisivo para encontrar la respuesta adecuada a este reto. Como expresión de nuestra alegría por haber tenido a Malagón entre nosotros y como homenaje de gratitud a lo mucho y bueno que nos dejó, queremos terminar recordando cómo nos ayudaba a tomar conciencia y a disfrutar de nuestra identidad cristiana.
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D. Tomás nos decía que el cristiano es un hombre o una mujer que se ha encontrado personalmente con Jesucristo; ese Encuentro ha dejado en él una huella profunda, el don de la Fe, que le lleva a querer orientar toda su vida desde Jesucristo; y esa orientación se concreta en el Seguimiento de Jesús de Nazaret: en su modo de relacionarse con el Padre y el Espíritu, en su modo de situarse ante los pobres, en su manera de anunciar el Reino de Dios, etc. El núcleo originante de la Identidad Cristiana está en el Encuentro personal con Jesucristo como Alguien vivo y concreto que me interpela, que me invita a descubrir las dimensiones más profundas de la vida humana y me invita a construir un mundo donde sea posible vivir la comunión de todos los hombres y mujeres en la libertad y el amor. A través de mi proceso de formación, en el seno de mi equipo, voy aprendiendo a unir mi sentido de la vida al de Jesucristo, para que se me haga razonable eso en lo que ya casi nadie cree: la propia vida se nos da dado no para vivirla sin más, sino para gastarla haciendo que otros vivan. Jesucristo me lleva, ante todo, al Encuentro con el Dios compasivo y misericordioso, que tiene pasión por los pobres y excluidos y quiere que se les haga justicia por enci-
25 aniversario T o m á s M a l a g ó n
D. Tomás, con sus compañeros del Colegio «Nuevo Equipo».
ma de todo. El encuentro con Dios sólo es cristiano, cuando se realiza a través de Jesucristo y guiados por su experiencia de Dios. El cristiano en su relación con Dios no puede «puentear» a Jesucristo. Jesucristo me lleva también al Encuentro con la Iglesia, donde permanece viva su memoria, donde encuentro su Palabra, donde experimento la cercanía de su amor en los Sacramentos, donde encuentro el calor de otras personas y grupos que quieren vivir a Jesucristo, donde puedo unir y arropar mi fe, mi oración y mi compromiso con los de otros cristianos. El encuentro con Jesucristo me lleva necesariamente, a no ser que se tuerza por intereses egoístas o quede paralizado, al Encuentro con los pobres, oprimidos y marginados. El Crucificado pone delante de nuestros ojos a todos los crucificados de la tierra y desde ellos nos pide nuestro amor y nuestra entrega. Jesucristo me lleva también a un nuevo Encuentro con la naturaleza y con la historia, adquiriendo todo, desde Él, un nuevo valor y un nuevo sentido, que genera en mí un nuevo modo de afrontar las situaciones en que la vida me va colocando en cada momento. Y, finalmente, Jesucristo me lleva también a un nuevo Encuentro conmigo mismo, que me hace caer en la cuenta de mis limitaciones y deficiencias, así como de
mis posibilidades. Por eso el encuentro con Jesucristo conduce inexorablemente, aunque uno vaya dándole largas al principio, a reconstruir de un modo nuevo nuestra personalidad y a dar unidad a nuestra existencia. Somos conscientes y agradecemos sinceramente el que en nuestra amada Iglesia se reconozcan y valoren hoy bastante la vida, la entrega y el trabajo de Rovirosa y Malagón, así como la aportación de la HOAC, no sólo a la formación de cristianos adultos, sino también a la presencia de la Iglesia, sin ambigüedades, en un mundo tan problemático en este aspecto como es el mundo obrero. Más aún, nos alegra que se reconozca la valía de los militantes de la HOAC y se le confíen tareas eclesiales importantes. Pero no acabamos de entender por qué a la HOAC, como tal, se la ignora en muchos casos, se la quiere más bien lejos y, a veces, también se la margina. Algo parecido ocurrió con Rovirosa y Malagón. Por eso en este 25 aniversario queremos agradecer con total sinceridad a Tomás y a Guillermo el testimonio luminoso de fidelidad inquebrantable y de amor entrañable a la Iglesia real, que nos dejaron. También nosotros queremos decir hoy con ellos: «¡Cómo no vamos a amar en la HOAC a la Iglesia, si a ella se lo debemos todo!» ■
27 1.476 [16–3–09 / 31–3–09] 2030