Un fantasma recorre nuestras escuelas...la obesidad

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Un fantasma recorre nuestras escuelas: El Fantasma de la Obesidad

Por Jorge Leonel Otero Chambean


Un fantasma recorre nuestras escuelas: El Fantasma de la Obesidad Jorge Leonel Otero Chambean

En muchas familias, no hace muchos años, prevalecía mayoritariamente la concepción de que un bebé gordito era sinónimo de salud, de buena crianza. A la mamá le enorgullecía de sobremanera los halagos a su rollizo y chapeado hijo, porque de alguna forma hablaban de los cuidados amorosos y nutricionales que prodigaban al crío. En la actualidad, los focos de alerta nos obligan a reconsiderar esa premisa. Gordito, hoy, ya no equivale a saludable, sino más bien al contrario. Un niño con sobrepeso tiene riesgos de contraer enfermedades como la diabetes tipo 2, tensión alta, colesterol, que pueden marcar su futuro, tanto en el aspecto físico como en el psicológico. Para darnos una pista de la magnitud del asunto, tenemos con datos de la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), que México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, y el segundo en obesidad en adultos, precedido sólo por los Estados Unidos. Ahí mismo se señala que según del ENSANUT (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición) indican que uno de cada tres adolescentes de entre 12 y 19 años presenta sobrepeso u obesidad. (UNICEF. Sección México.) ¿Pero qué es la obesidad? La obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por la presencia de una cantidad excesiva de grasa corporal que conlleva un riesgo para la salud. El indicador más utilizado para su diagnóstico es el índice de masa corporal (IMC), considerando su buena correlación con el exceso de adiposidad y con la morbilidad y mortalidad asociada al exceso de peso. IMC= Peso (kg) estatura (metros2) La tabla 1, consigna los Índices de Masa Corporal Tabla 1 IMC Hasta 27 27-30 30-40 Más de 40

Grado de Obesidad Peso Normal Obesidad Leve Obesidad moderada Obesidad grave

Para ejemplificar, pongamos que nuestro hijo pesa 70 kg. y tiene 1.58 m. Utilizando nuestra fórmula tendríamos: IMC= 70 (kg) 1.58 (metros2)

IMC= 70 1.58 x 1.58

IMC = 28.04

Un cálculo así puede parecer para algunas personas acaso complicado, pero cuando el beneficio es la salud, bien vale desempolvar las matemáticas. En este caso un IMC= 28.04 denota un grado de obesidad leve, pero que se tiene que atender urgentemente.

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¿Cuáles son las causas por la que mi hijo (o mi alumno, en su caso) llegó a ser obeso? Pudieran ubicarse muchos “culpables”, entre ellos, la genética, la publicidad, el sedentarismo, etc. pero esto no resuelve el problema, la cuestión no es encontrar un culpable, sino prevenir esta condición que muchos no saben pero es una enfermedad y en algunos casos se puede tornar grave. Así que tenemos que adentrarnos en el fenómeno para hacer comprensivas algunas de sus tramas. La obesidad durante la infancia y adolescencia es el resultado de una compleja interacción entre los factores genéticos, psicológicos, ambientales y factores socioeconómicos. En el campo de la genética se ha observado en estudios realizados que si uno de los padres es obeso, los hijos son propensos a ser obesos. A esta predisposición se pueden unir factores como: §

La falta de información nutricional adecuada para los padres. Mucha de nuestra cultura viene aún impregnada de la asociación señalada de que niño gordito es igual a salud, amén de la enraizada tradición de “no dejar ni pizca en el plato”, que puede alentar a los niños a comer más de lo necesario. Por generaciones se ha tenido la convicción de que el comer mucho tiene que ver con una buena salud, cosa que es totalmente equivocada, al contrario, es un riesgo muy grave. El comer mucho no tiene que ver con el comer bien.

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La información de alimentos "chatarra" en los medios de comunicación. El bombardeo inclemente de comerciales que anuncian constantemente las bondades de ciertos alimentos que son altos en azúcares, grasas, picantes, sal, que al ritmo de a “Que no puedes comer sólo una”, lo que intentan es producir patrones de consumo que ya tienen padeciendo a los adictos de los Frutsis, Chamoys, Cazares, papitas, Maruchan y anexas. El error de estimular a los niños a base de algún alimento alto en calorías. Dice la Doctora Prieto “en nuestra sociedad casi todo lo celebramos con la comida, el cumpleaños, Navidad, el inicio de las vacaciones, incluso, si sale bien en las notas, a los niños se les premia con golosinas y postres” (Prieto, Marisa. 2005) Se relaciona el placer y las cosas buenas de la vida siempre con comida, también la integración social interviene en esto, ya que en las convivencias con otros niños siempre está presente… la comida.

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El tiempo que los niños están frente a la televisión, en la computadora, o con los juegos interactivos. El “enfrentarse” a los comerciales es sólo una parte del juego. El tiempo que se destina diario a entretenerse con la programación, el sentarse frente a la compu, o a extasiarse manipulando los controles del X Box o del “Nientiendo”, debe ser analizado en su valor formativo, pero además existe el hecho de que están generando el sedentarismo. La actividad física se reduce al mínimo y mucha de la vida de niños y jóvenes trascurre en esa relación silla-aparato, con las consecuencias visibles en el sobrepeso.

· La falta de implementación de un programa de ejercicio para los niños y adolescentes. Mucho de nostalgia surge cuando se recuerda los juegos de futbol, el andar en bicicleta o en patines que se realizaban en la cuadra. Hoy por la inseguridad y las complicaciones de la vida urbana, esto se ha modificado. Datos preocupantes en este rubro, señalan que 3


los adolescentes entre 10 y 19 años son: 35.2% activos (actividad física moderada o vigorosa en al menos 7 horas a la semana), 24.4% moderadamente activos y 40.4% inactivos (Realizan menos de 4 horas a la semana de actividad física). (Federación Mexicana de Diabetes). §

La falta de promoción de alimentos saludables en las llamadas tiendas escolares. La logística de reparto de productos de las grandes compañías llevan la bolsa de Sabritas, el pan Bimbo, la Coca Cola, el Frutsi, y otras golosinas, hasta el tendejón más escondido para delicia de los usuarios. Esta red de comercialización incluye por supuesto los locales que expenden alimentos a los alumnos en todas las escuelas, el valor nutritivo se subordina por la ganancia y la facilidad de comercialización. Preparar una ensalada de frutas, es más tardado que abrir una caja del producto X y venderlo al chamaco. Agréguenle que el niño y el joven ya traen sus preferencias de consumo tamizadas por las “teorías personales” que se generaron en la familia, en la escuela y la ayuda entre otros, de los medios de comunicación, y pues hacen fuchi, por ejemplo, a las frutas y a las verduras. Prefiriendo una exquisita Sopa Maruchan, los alimentos industrializados, las grasas, bebidas con contenidos altos en azúcares (Somos el segundo país consumidor de refrescos en el mundo -PERIÓDICO EXCELSIOR, 2012), sólo estamos cincelando para muchos el camino de la obesidad.

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El aumento indiscriminado de los restaurantes de comida rápida. La globalización ha entrado también por el estomago, las hamburguesas, las pizzas, llegaron a sumarse las tradicionales tortas y tacos nacionales; pero en el concepto de fast food, del súper paquete jumbo con vaso de refresco de 10 litros y papas a la francesa y todo, todo, lléveselo por la fabulosa cantidad de $$$, ¡Qué barato! Porque estamos comprando calorías para muchos, muchos días.

Muchos más factores pueden ser desglosados y analizados, pero el propósito es ofrecer una base para interesarnos en el problema de la obesidad. Aquí se agrega a toda esa red señalada, no se debe desestimar la que sin duda es la cusa básica: el “exceso en el comer”. Una referencia certera la del Dr. Fernando Carrasco nos describe la patogénesis de la obesidad “como un desbalance en que la energía ingerida es mayor que la gastada”. (2008). En el proceso de nuestra alimentación todo lo que comemos se puede clasificar en tres grandes grupos: a) carbohidratos que se encuentran en alimentos como los cereales, la pasta, los dulces, las frutas y las verduras. b) proteínas que encuentran en la carne, el pescado, el queso y el huevo, por ejemplo. c) grasas que las encontramos en alimentos como la mantequilla o el aceite, etc. Mediante la digestión, los alimentos y las bebidas que consumimos se transforman en los nutrientes para que el cuerpo pueda usarlos como fuente de energía o como combustible para alimentar las células y también para crear nuevas células. En ese cometido, lo que nuestro organismo no utiliza inmediatamente no se desecha sino que se guarda, se almacena en forma de grasa. Este proceso explica uno de los recursos que tiene el cuerpo humano para sobrevivir, ya que cuando no hay comida disponible utilizamos las reservas disponibles de grasa. Pero en el otro extremo también explica qué ocurre cuando comemos en exceso: vamos engordando, porque todo lo que no utilizamos como energía, lo guardamos como grasa. 4


La obesidad está vinculada con riesgos para la salud como exceso de colesterol, resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa, problemas en la menstruación, problemas ortopédicos y principalmente con la Diabetes Tipo 2, que es una enfermedad que está incrementándose en la población adolescente. Estiman que “la población en México de personas con diabetes fluctúa entre los 6.5 y los 10 millones (prevalencia nacional de 10.1% en personas entre 20 y 79 años). México ocupa el décimo lugar de diabetes en el mundo y se estima que para el 2030 tenga el séptimo puesto”. (Federación Mexicana de Diabetes). En el plano psicológico es frecuente observar que en los ambientes escolares los niños “gorditos” se enfrentan a un ambiente de rechazo por su aspecto físico. Bromas, insultos y discriminación pueden ir socavando la autoestima. Los adolescentes con poca autoestima tienden a estar más tristes, ser más solitarios y nerviosos que sus compañeros y son más propensos a fumar y a tomar alcohol. Cuando en los medios de comunicación se privilegia el modelo del cuerpo esbelto, mostrando este patrón en las actrices y cantantes de moda, nos dicen que es lo “estético y lo bonito”. Cuando el niño o el joven obeso compara su figura con estos prototipos o con la figura de otros compañeros de su escuela no obesos que si son aceptados, la imagen del propio cuerpo se vuelve negativa, pueden saltar sentimientos de desprecio y vergüenza hacia su cuerpo; que en sus casos más agudos podrían hasta desencadenar problemas de depresión. Tal panorama se configura no para espantarnos, sino para generar la conciencia necesaria para trabajar en la prevención de la obesidad. La conseja popular de prevenir antes que lamentar llega al caso, porque se reitera, más que buscar a los ocultos “culpables” tenemos que asumir que El PROBLEMA (así con mayúsculas) de la obesidad se puede evitar con la prevención, ayudando y enseñando a los niños, a los adolescentes, a que mantengan el control de sus cuerpos y ayudar a los padres para que tomen decisiones adecuadas relacionadas con la nutrición y el ejercicio. Y en este sentido, qué podemos aportar desde nuestro quehacer para prevenir la obesidad en niños y adolescentes, alumnos de educación secundaria básica, de las escuelas públicas. Enlistaremos algunas medidas que en nuestro medio educativo se considera pueden ser viables y que si llegan a ser analizadas, enriquecidas y desarrolladas en las comunidades escolares pueden significarse como acciones preventivas de la obesidad de alumnas y alumnos. Veamos. 1. Reconocer que existe el problema es indispensable. Más allá de estadísticas, datos duros, observemos la obesidad en nuestro entorno, familia, escuela colonia, etc. Esto nos llevará a ser más receptivos porque es indudable que el número de personas con sobrepeso está aumentando. 2. En la escuela podemos hacer el estudio del Índice de Masa Corporal (IMC). Como parte del trabajo en proyectos, por ejemplo de Matemáticas. Mediremos la estatura en metros y pesaremos a las alumnas y alumnos. Con los cálculos pertinentes usando la fórmula señalada, podemos tener el diagnóstico del grado de obesidad general y detectar los casos particulares que tendremos que trabajar con los padres respectivos y el colectivo docente para brindarles el apoyo consecuente. 5


3. Es importante incorporar a los contenidos programáticos, temas de nutrición, para que se aliente cambiar las preferencias en la selección de su comida, el consumo de frutas y verduras, y a disminuir el consumo de refrescos, dando valor al agua de frutas. En todas las asignaturas es posible considerar el tema de la obesidad, la salud, los hábitos alimenticios e incluso temas del campo social como la discriminación, donde se puede abarcar la que sufren los alumnos con sobrepeso. Si la propuesta pedagógica central es educar par la vida, es evidente que el alcance epidémico de la obesidad amerita poner sobre la mesa el problema con respeto, responsabilidad y sentido humano. 4. La vinculación con los padres de familia es imprescindible. Sin su participación cualquier programa o actividad desplegada quedaría corta sin su participación decidida. Hablar de temas que comprometen el equilibrio familiar puede ser delicado, pero tenemos que persuadirles que los peligros de la obesidad tocan a toda la sociedad, puesto que en el presente o en el futuro ellos o sus hijos, otros familiares o amigos es probable que pueden padecerla. Como todo cambio debe sedimentarse con constancia, es preciso que la relación con los padres se efectúe con la periodicidad pertinente. Una reunión anual, sin los refuerzos adecuados se diluiría como agua entre las manos. A través de reuniones frecuentes, circulares, entrevistas, gacetas, etc. se pueden proponer medidas alternativas, en relación con los factores que se señalaron antes. Por ejemplo: Enseñarle a NO compensar, ni gratificar al niño con la comida. Enseñarle al niño a tomar agua o agua de frutas en vez de refrescos. A no prohibirle los alimentos altos en calorías sino enseñarle que el exceso de éstos, le causará problemas. A motivarlo para desarrollar una actividad física programada. A darle información nutricional constantemente. A sugerir ver menos el televisor. A analizar los comerciales, en fin, un sinnúmero de rubros para tratar con los padres de familia que además puede ampliarse con la creatividad de docentes y directivos. 5. Se debe implementar en todas las escuelas un programa de activación física. Con ejercicios aeróbicos sencillos que permitan mantener movimientos rítmicos o cíclicos que se sugiere puedan ser acompañados por música y que señalan los especialistas se puedan contar con facilidad, podríamos crear rutinas que a horarios prefijados, tres veces por semana mínimo (para que tengan beneficio) se desarrollen en el patio de la escuela. Se pueden reunir dos o tres grupos simultáneamente de acuerdo con el espacio, fortificando con la participación de docentes y alumnos el aprecio a la salud. No se trata de una competencia deportiva sino de una convivencia donde la estatura, la talla, la fortaleza, el sexo, se subordinan, para generar un trabajo en equipo que busca apoyarse, para tener una mejor salud. Mente sana en cuerpo sano, mueve a compartir unos minutos en el ejercicio. ¿Qué se proyectará con esta actividad? La posibilidad de ejemplificar en vivo y a todo color que la constancia, la disciplina, el ejercicio, el trabajo en equipo, moldean el carácter y permiten crecer como seres humanos. Intercalando en los horarios de clase diarios se puede designar 20 minutos para cada sesión, minutos necesarios para una rutina de calentamiento, actividad más o menos moderada y cierre con algo más leve y relajante. Esto se propone independientemente de la actividad de Educación Física, considerando que las rutinas las podría diseñar el profesor (a) de esta asignatura. En todos los casos la sesión de activación debe reunir a docentes y alumnos, e incluso personal administrativo y de intendencia, y si es posible hasta invitar algunos papás, porque la cruzada es por la salud de todos. En complemento 6


se puede instar a los padres a que en la familia se sumen a apoyar y a realizar ellos mismos alguna actividad física porque la obesidad no respeta edades y el sedentarismo, uno de sus tentáculos, está afectando a toda la población. Se les debe orientar además que no sólo por el sobrepeso es vital el ejercicio frecuente, la búsqueda de una mejor calidad de vida, pasa entre otros rubros por el mantenimiento adecuado de nuestro cuerpo, y en ese sentido la activación física, es uno de los puntales. 6. Tomar conciencia del problema de la obesidad en una escuela, seguramente provocará algunos resquemores sobre algunos de los productos que se comercializan en la tienda escolar. No se trata de confrontarse con la economía globalizada, ni con las empresas productoras de esos alimentos, ni mucho menos con los que se encargan de esas tiendas. La tarea es generar en los alumnos las competencias para que sepan decidir cuáles alimentos son más compatibles con la salud, evaluándolos esencialmente por su valor nutritivo y no por la presentación atractiva de su empaque o la cantidad de comerciales que lo promueven. Una demanda reflexiva tiene que modificar la oferta, pero no se trata de “orientar” a las empresas, sino cumplir los propósitos educativos, entre los que se marca coadyuvar formar seres reflexivos capaces de analizar los fenómenos sociales e incorporarse a los procesos democráticos, donde saber elegir es un baluarte fundamental. Los buenos “electores” discriminarán por ejemplo entre decir sí y decir no ante la proposición de fumar o ante la invitación a cometer un delito. Podrán discriminar entre la oferta política de los partidos, y por supuesto, entre consumir una bolsa de papas o una ensalada de frutas. A eso debemos aspirar en el trabajo educativo, y en el inter pues se debe pugnar para que en las tiendas escolares se promueva la venta de alimentos como frutas, verduras, jugos y otros más ligados a la salud, que las grasas, azúcares, de los alimentos chatarra, más ligados a la obesidad. Si sólo se les sigue ofreciendo los engordativos, los alumnos nunca podrán aprender a elegir, lo que repercutirá como se ve en su vida y en el campo social. No habiendo más que una sopa como que no tiene más alternativas. ¿Tú, qué opinas? Fuentes: UNICEF. Sección México. http://www.unicef.org/mexico/spanish/17047.htm Prieto, Marisa. Obesidad Infantil. (2005). http://www.abcpediatria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=1527&Itemid=64 Federación Mexicana de Diabetes A.C. http://www.fmdiabetes.org/fmd/pag/diabetes_numeros.php Periódico Excelsior. México ocupa el segundo lugar en el consumo de refrescos a nivel mundial. (2012). http://www.excelsior.com.mx/2012/02/14/nacional/810369 Carrasco Fernando. Obesidad: aspectos Clínicos y Terapéuticos. (2008). http://gimena.files.wordpress.com/2008/01/apunte_obesidad03.pdf

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