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Bubok Publishing S.L., 2017 1ª edición ISBN: Impreso en España / Printed in Spain Editado por Bubok
Para los abuelos que recién estrenan su título y, especialmente, para los que recién estrenando su título se encuentran con el inconveniente de la distancia. . . Y, por supuesto, para Mateo. MªLuz
Habéis
de saber que de todos los títulos, cargos y honores recibidos a lo largo de vuestra larga, compleja e importante vida, en cualquiera de sus aspectos (estudiantil, laboral, familiar o ciudadana)... el que más, más, más os va a conmover, enorgullecer e impactar, es uno en el que apenas tenéis que ver. . .
¡¡¡El
título
de
abuelos!!
CONSEJOS PARA LLEGAR EN BUENAS CONDICIONES
Se hace imprescindible:
En
primer lugar, tener buena voz para lanzar la noticia a los cuatro vientos.
Tener
siempre preparada una
mano, para llevarlos de la mano a la guardería, al parque, a la panadería, al colegio. . .
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.
Estar en forma para agacharse y levantarse miles de veces:
Para recoger sus juguetes. . . Para andar a cuatro patas, mientras ellos cabalgan a vuestra espalda. . . Para jugar con ellos al tenis, al baloncesto, al fútbol, aunque no le hayáis dado una patada a un balón en vuestra anterior vida. . . Para, en cuclillas, montarles una y otra vez, el tren o la casa de muñecas. . .
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Ser
un poco cocinitas porque comprobaréis que la sopa que hacen las abuelas o los abuelos, sabe mejor y ¡no digamos, cuando ya se presenta el fantástico momento de ayudar en la elaboración de un bizcocho, o galletas, o tortas de masa de harina, que se pueden moldear mejor que la plastilina, con miles de formas. .
Ser buenos contadores de cuentos, pero, mucho mejor, ser buenos inventores de cuentos, pues no sé por qué, a los niños, les gustan más los cuentos inventados, cuyos personajes tienen sus nombres. 7
Tener
siempre en el bolsillo un pañuelo grande para limpiarles la baba, los mocos y las lágrimas. . . y es que, como consuelan los pañuelos de los abuelos, no lo hacen los demás.
Se hace imprescindible, digo, o en todo caso recomendable, tener inclinaciones musicales hacia el cante y el baile, pero sobre todo, oídos a prueba de interpretación instrumental de tambor y trompeta.
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N
o ser maniáticos del orden. . . la casa entera aparecerá del revés cuando se vayan, aunque solo hayan estado en ella cinco minutos .
H
aber hecho un curso de Educación Vial para seguirlos en sus primeros trayectos en triciclo, patinete, bicicleta y otros vehículos. . .
A
costumbrarse a que además “Telediarios” existen “Dibujos Animados” . . . 9 9
de
No llorar demasiado sus ausencias. . .
Y, sobre todo, tener una mente y una actitud abiertas, pues . . .
“ser abuelo ” ¡Es todo un estilo de vida, que os cambiará por completo la anterior!. . . Firmado Alguien ya experto
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Este cuento que aquĂ os cuento y que ahora os voy a relatar no es un cuento de mentira pues ocurriĂł de verdad
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UN CATALEJO PARA VER DE LEJOS
Mª Luz AntuñA
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La Navidad ya se había ido, pero el aire aún olía a Navidad, a turrón, a polvorones. . . incluso perduraban en el salón ecos de panderetas, de tapaderas de cacerolas y de cubiertos rayando el granuloso cristal de las botellas de anís, al ritmo de los alegres villancicos, cantados en la noche de la Nochebuena. . .
Sin
embargo, los abuelos se hallaban callados, frente a la ventana, con la mirada triste, fija en lontananza. . .
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Acababan de despedir a su nieto que se iba lejos, haciendo revolotear como una mariposa, en un inquieto vaivén de adiós, su manita gordezuela, y allí se quedaban ellos, inmóviles, petrificados junto a la cristalera. . . mientras una lágrima furtiva salía desbordada de las cuencas de sus ojos cansados, para retomar nuevos ca uces en las arrugas de sus rostros de años. . .
¡Y
es que todos los adioses son tristes, pero aún más los adioses que despiden a los nietos, después de unos días de Navidad juntos ! .
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El caso es que Mateo vivía lejos y, claro, sus abuelos se estaban perdiendo las risas, los gateos, las primeras palabras. . . en fin, ¡verlo crecer! . . . y pensaban que en esa distancia se podía extraviar el cariño de su niño. . .
¡Eso, desde luego no lo iban a consentir! así que un día el abuelo le dijo a la abuela, muy serio:
-¡¡¡Creo que tengo la solución!!!
¡Y es que, el abuelo era muy ocurrente! La abuela lo escuchaba atentamente. . . 18 18
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-¿Cómo no se me habrá ocurrido antes?-se decía en alto a sí mismo, mientras se dirigía a su sala de abuelo, donde solo entraba él.
Allí se encerró diciendo para sus adentros, muy conforme:
-Todo marinero que se precie, necesita un catalejo para ver bien el horizonte. . .
Y, dando un tremendo portazo, no por enfado, sino por prisa, se puso su bata blanca de inventor, pues el abuelo era un poco inventor, además de marinero.
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Aunque,
a decir verdad, cada vez que iniciaba un nuevo invento, empezaba una crisis familiar y la abuela se echaba a temblar ante los fatídicos resultados de algunos de sus experimentos.
Allí se encerró, digo, y permaneció días y días sin apenas salir ni para comer. . .
Mientras. . . se oían golpes y más golpes, que saliendo de su laboratorio, resonaban por toda la casa. . . o silencios y más silencios, que dejaban a la abuela más preocupada aún. . . 21 21
Dije que no salía de allí, pero sí salió cientos de veces. . . ¡¡¡qué digo cientos. . . MILES!!!. . .
Para preguntarle a la abuela dónde estaban todas las herramientas y materiales que necesitaba.
¡Y es que el abuelo era un verdadero desastre y nunca encontraba nada! Menos mal que la abuela era muy ordenada y todas las cosas las guardaba en sitios estratégicos y lógicos, siguiendo un plan, desde luego, racional. . . 22 22
Q
ue el abuelo no encontraba su tenaza rusa,
esa con la que retorcía y cortaba los alambres y sacaba los clavos incrustados en su barco. . .
-Esa
la he guardado--decía la abuela muy
oportuna -, en el cesto del gato, para cortarle las uñas,
¡que tienen mucho trabajo!
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Q
ue no encontraba el martillo de boca plana...
L
a abuela lo guardaba en el canasto de las
almendras, las nueces y las avellanas. . .
Y
el serrucho de costilla, lo tenĂa en
la cocina. Âżadivinas para quĂŠ ?. . . 24 24
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Fabricó, el abuelo, una lente positiva con un pedazo de vidrio que un día recogió de la calle, después de haberle dado una patada sin querer, pues no sé si os dije que el abuelo era muy despistado. . .
Luego, recortó una lente más pequeña y la
graduó negativamente.
Moldeó un cono duro y oscuro al que acopló
las dos lentes . . . y gritó como un demente:
- ¡Lo teeeeeengooooooooooooo!
¡Un catalejo para ver de lejos. . .! 26 26
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Pero mirando a su través, solo se veía el final
de la calle larga y solitaria donde se encontraba su casa.
Era necesario acercar lejanías más lejanas y atraerlas con su invento para acortar la distancia.
Fue entonces, cuando se le ocurrió recurrir a hechizos, así su catalejo sería único, pues sería. . .
¡Un catalejo mágico. . .! 28 28
Porque se me olvidaba deciros, que el abuelo era también un poco mago. . .
Os podéis imaginar que era un mago despistado, que nunca encontraba sus fetiches y amuletos. . .
¡Menos
mal que la abuela, que era muy ordenada, guardaba todas esas cosas, que él luego buscaba y se las entregaba al momento. . .
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!
-No encuentro mis caracolas. . .esas que recogí en la playa, llenas de vientos marinos y que, si te las acercas a la oreja, te traen el sonido de las olas.
-Las
he guardado –respondía la abuela, altanera y vanidosa- en el tarro de las pastas italianas de colores, que también tienen forma de caracolas. . .
¡Para que no estén solas. . .!
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Yal poco, volvía a salir el abuelo con más dudas: -¿Sabes dónde están los dientes de león?. . . -¿Esas
flores que cogimos en el campo porque
conceden deseos? pregunta.
–.respondía
la abuela con otra
-Esas
que, cuando las haces volar al viento, te traen noticias de las personas queridas que se encuentran lejos. . .
- Las
he guardado- le respondía la abuela,
mientras diligente se dirigía hacia el salón- con las otras flores, dentro de un jarrón. . . 32 32
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-Busco y rebusco por todas partes y no encuentro, las cortezas blanquecinas de abedul, impregnadas con la magia
de los elfos. . . esas que nos trajimos del bosque. . . ¿Las viste tú? – preguntaba desesperado el abuelo, harto de buscar por todas partes, sin éxito.
-Esas las guardo, con las pastillas, en el armario de
las medicinas, por sus propiedades calmantes, diuréticas y
cicatrizantes. . . ¡aunque también pensé en guardarlas en la bodega con el vino, por aquello del tanino. . . !
Los cantos rodados cogidos en el río, esos de tonalidad oscura, que atraen los problemas para disolverlos en su negrura. . . los había metido la abuela, con cuidado, en el fondo del acuario, donde daba vueltas y más vueltas, un pez solitario. . . 34 34
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Necesitó, el abuelo, el polvo de estrellas, el que con tanto cuidado habían recogido en las noches oscuras de lluvia de estrellas, cuando miles de estrellas fugaces surcan el cielo, concediendo deseos. . .
Como siempre pasaba, buscó y rebuscó por todas
partes sin encontrar nada, hasta que la abuela se lo entregó, guardado en un tarro de mermelada. . .
¡Y es que la abuela era tan ordenada. . .! 36 36
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!Ya
había sobre el catalejo suficiente magia., solo
faltaba probarlo para comprobar su eficacia. . .
!
¡El abuelo lo cogió, tembloroso, entre sus manos y, con cuidado, se aproximó a la ventana. . .! Al
principio, apareció oscura y vacía, la calle larga y solitaria donde se encuentra su casa. . . pero, poco a poco, a través de las lentes aumentadas, empezó a surgir la magia. . .
¡El invento funcionaba. . .! 38 38
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Y pasaron por sus ojos mil estrellas, grandes ciudades, bellos pueblos, frondosos caminos y las sendas que acercaban a su mente los recuerdos. . .
Y entre tantas escenas que veía a través del cristal del catalejo, una imagen quedó retenida en la retina cansada del abuelo, una imagen clara y definida. . .
¡La carita sonriente de Mateo. . .! 40 40
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E
sa noche se acostaron, los abuelos,
tranquilos y contentos, pues de tanto mirar y mirar a travĂŠs del catalejo, se les quedĂł grabada a fuego en la memoria,
ÂĄla carita rosada de su nieto. . .!
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No penséis que aquí se acaba el cuento, pues aquella madrugada muy temprano, cuando los primeros rayos de sol aún no habían atravesado las cortinas que cubrían la ventana. . . y en sus sueños, los abuelos aún retenían, atrapada, aquella manita gordezuela, que revoloteaba cual mariposa en el inquieto vaivén de la despedida. . . ¡algo los despertó sobresaltados !. . .
Un ruido extraño y desacostumbrado junto a la
¡
puerta, que poco a poco se fue abriendo. . . despacio. . .!
-¿Será un ladrón que, a escondidas, se ha colado por la ventana del salón. . .? - le decía la abuela al abuelo, casi sin respiración. . . 44 44
Intentaron mirar, sin ver, pues todo estaba
oscuro, la noche y la estancia. . .
La voz se les helĂł en la garganta a los abuelos,
mientras un sudor frĂo empapaba su despertar. . .
Y, no digo yo, que no haya tenido su gracia, pues cuando en el silencio tan solo se oĂa el rumor apagado de unos pasos inseguros acercĂĄndose a la cama, sofocados por el sonido desacompasado de dos respiraciones agitadas. . . sintieron los abuelos. . . 45 45
El roce sedoso de unas manos diminutas, que se les metían peligrosamente por los ojos y les pellizcaban la nariz en señal de realidad, a la vez que una insólita fragancia infantil anegaba la habitación. . .
¡No era un sueño, no! . . . ¡Su niño estaba allí, entre ellos dos!
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Y es que, a veces, la magia aparece de un modo realizado . . .
¿O
es que, tal vez, la realidad se había
presentado inesperadamente, de un modo mágico. . .
?
¡Quién sabe. . .! Lo cierto es que. . . ¡El catalejo había funcionado!
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Mas, como yo nunca miento, aquí se acaba este cuento. . . y si juntos soplamos fuerte. . . ffffffffffffffffffffffffffffff ¡se lo lleva el viento. . .! ¡¡¡. . . pero vuelve si lo miento. . . 49
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