THE ECONOMIST
HOW MUCH IS ENOUGH? ¿Cuánto es suficiente? By Mike Reid 06/ 11/ 2002
Esta es una traducción, con posibles errores, del artículo que Mike Reid redactó sobre España, para la revista The Economist y que ha provocado las más airadas críticas desde la Generalitat. El autor dice que no ha escrito anda que no se haya ya publicado en la prensa española y afirma rotundo que no hay nada que disculpar, ya que, ¿cómo puede un empresario establecerse en Cataluña si sabe que sus hijos serán educados en catalán? En su opinión, Cataluña ha desperdiciado el enorme potencial del español como motor de su propio desarrollo.
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How much is enough? (¿Cuánto es suficiente?) Mike Reid, The Economist Noviembre, 6, 2.008 (Texto traducido)
La descentralización española ha sido estupenda, pero puede haber llegado demasiado lejos. EL problema más difícil para los autores de la constitución democrática de España, es lograr un equilibrio entre el gobierno central y las reclamaciones de Cataluña, el País Vasco y Galicia de cara a sus propias leyes. La fórmula que surgió con el que se conoce como café para todos, o el café para todos: España se dividió en 17 "comunidades autónomas" (así como en el enclave de las ciudades de Ceuta y Melilla en la costa de Marruecos), cada uno con su propio parlamento elegido y su propio gobierno. Este Estado de las Autonomías parece una clara solución. En los últimos 30 años más y más competencias y dinero han sido transferidos. Los gobiernos regionales son ahora responsables de escuelas, universidades, salud, servicios sociales, la cultura, el desarrollo urbano y rural y, en algunos lugares, la policía. Sin embargo, es cada vez más evidente que a pesar de que ha resuelto algunos problemas, la descentralización ha creado otros. El estado de las Autonomías tiene varias ventajas claras. En primer lugar, como el señor Zapatero dice, hace "que se extienda el poder e impide su concentración", y de esa manera refleja "el mejor pensamiento liberal". En segundo lugar, por lo que las decisiones acercan los servicios a las personas, a las que les ha mejorado su vida. En tercer lugar, se alienta la competencia entre las regiones. La rivalidad entre Barcelona y Madrid pueden haber llegado al borde de la desconfianza, pero es, en esencia, una tensión creativa. Y en cuarto lugar, el sistema ha reducido las desigualdades regionales, o al menos se detuvo a la ampliación de las mismas. Para tener una idea del éxito de la descentralización, debemos mirar no a Cataluña o el País Vasco, sino al sur. En el decenio de 1970 Andalucía parecía mucho más cerca de África que de Europa -y no sólo geográficamente-. Los trabajadores rurales vivían en semi-servidumbre y uno de cada cinco adultos era analfabeto. Ahora que se ha reducido la brecha con el resto de España en muchos sentidos. El sur sigue siendo más pobre que el norte, pero Andalucía ya no tiene nada como el Mezzogiorno de Italia. En otras partes del país, Valencia y Zaragoza se han convertido en ciudades de potente empuje con una vida económica y cultural propias, y Bilbao es la metamorfosis de una ciudad que pasa de la disminución de la industria pesada a ser un imán del desarrollo cultural y turístico; empezó por su Museo Guggenheim, hasta convertirse en un caso de libro de la regeneración urbana. Todo esto ha tenido un precio político. En primer lugar, ha dado lugar a un renacimiento de un viejo fenómeno político español, el cacique o jefe político provincial, como Antonio Muñoz Molina, uno de los principales novelistas españoles, señala. El Señor Pujol gobernó Cataluña durante 23 años, Manuel Fraga,
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ex-ministro de Franco que fundó el precursor del PP, lo mismo en Galicia durante 15 años, y Manuel Chaves, un socialista que ha dirigido en Andalucía el gobierno regional desde 1990 y de quien se dice que ha reinado en lugar de gobernar. Estos príncipes modernos tienen sus tribunales. "Cada gobierno regional quiere sus propias universidades, museo de arte contemporáneo y museo de la ciencia", dice Josep Ramoneda, quien dirige el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. "En los Estados Unidos sólo hay un Hollywood. Aquí quieren 17”. "En Andalucía el gobierno regional es, de lejos, el mayor empleador y el mayor anunciante en la prensa regional. Cada gobierno regional tiene su propia estación de televisión. El Señor Zapatero ha adoptado la celebración periódica de las "conferencias de presidentes" "con sus homólogos regionales”. La última atrajo a 600 periodistas. "Parecía la Asamblea General de la ONU, con seis o siete estaciones móviles por satélite fuera", señala Enric Juliana, periodista de La Vanguardia, un periódico de Barcelona. Los gobiernos regionales, han llegado incluso a involucrarse en la política exterior. Algunos han destinado presupuestos de ayuda a estos fines. El Señor Muñoz Molina, quien fue el director de la oficina de Nueva York del Instituto Cervantes, un organismo para promover la cultura española, recuerda que los presidentes regionales han querido levantar ciertas ciudades con vastos eventos. La mayoría de estas misiones fueron mal organizadas y no lograron nada, salvo la cobertura favorable de sus cautivos medios de comunicación.
El Café es sólo para nosotros. Sin embargo, esta panoplia de descentralización no ha aplacado a los políticos en Cataluña, el País Vasco y Galicia. Eso es porque nunca quisieron café para todos: que lo querían sólo para ellos mismos, como un reconocimiento de que ellos eran diferentes. Ellos quieren más todavía, sin importar que España sea ahora un país sumamente descentralizado en el que los vascos, por ejemplo, disfrutan de un mayor grado de autonomía que cualquier otra región en Europa. Sus demandas hacen difícil la elaboración de un cuerpo estable y permanente de normas comunes. Los "nacionalistas" catalanes y vascos sostienen que, a diferencia de, digamos, La Rioja o Murcia, sus territorios son naciones, no regiones (o "nacionalidades", en la tortuosa formulación de la Constitución), e invocan la historia para apoyar su reclamación. "Aquí el conflicto data de 1836," insiste Joseba Aurrekoetxea, un dirigente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), refiriéndose a la guerra carlista después de la que el gobierno central revocó sus "privilegios fiscales (restaurados en 1979). "Cataluña siempre fue distinta", dice Artur Mas, que sustituyó al Sr. Pujol como líder de CiU. Se desciende desde el reino medieval de Aragón, que se rebeló contra Madrid en 1640 y en 1701. Sin embargo, el nacionalismo catalán y el vasco son creaciones de finales del siglo XIX. Se derivan de la industrialización, que hizo a éstas las regiones más ricas del país, obteniendo los inmigrantes de otras partes de España. Y en el momento en que el Estado español, a diferencia de su homólogo francés, carecía de los recursos necesarios para integrar el país, dice Antonio Elorza, un científico político vasco en
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la Universidad Complutense de Madrid. De lo contrario, Cataluña y el País Vasco hubieran sido contenidos de España, como Bretaña y Languedoc están dentro de Francia. Tal vez porque la histórica reivindicación de la nación es débil, el idioma se ha convertido en una obsesión para los nacionalistas. Franco prohibió el uso público del catalán, euskera (vasco) y el gallego. La constitución hizo a estas lenguas oficiales junto con el español en sus respectivos territorios. En Cataluña la política oficial de la Generalitat (gobierno regional), tanto los nacionalistas (algunos de los cuales son realmente localistas) como ahora los socialistas, es el "bilingüismo". En la práctica, esto significa que toda la enseñanza primaria y secundaria se lleva a cabo en catalán, con el español enseñado como lengua extranjera. El catalán es la lengua también de los gobiernos regionales. Un español que habla catalán no tiene casi ninguna posibilidad de enseñanza en una universidad de Barcelona. Una obra de teatro o de cine en español no serán subvencionados con fondos públicos. "Si no hacemos un gran esfuerzo para preservar nuestro propio idioma, corre el riesgo de desaparecer", dice el señor Mas. El catalán y el español son más o menos comprensibles entre sí. No tanto el euskera, que no pertenece a la familia indoeuropea de idiomas. El Gobierno vasco permite a las escuelas elegir entre tres alternativas de planes de estudio, uno en euskera, otro en español y el tercero mitad y mitad. Pero en la práctica sólo las escuelas de zonas pobres de inmigrantes ofrecen ahora el plan de estudios español. A pesar de estos esfuerzos, vasco y catalán están lejos de ser universalmente hablado en sus respectivos territorios: sólo alrededor de la mitad de los catalanes utilizan habitualmente el catalán y el alrededor del 25% de los vascos hablan euskera. El “dogmatismo lingüístico” de los nacionalistas está provocando una reacción. A principios de este año el señor Savater, el filósofo, junto con un grupo diverso de personalidades que van desde Plácido Domingo, un tenor, a Iker Casillas, portero del Real Madrid, firmaron un "manifiesto" en defensa del derecho de los ciudadanos a ser educados en español. Ellos fueron denunciados como "castellano nacionalistas" en la prensa socialista. Sin embargo, tocaron un nervio. Muchos catalanes reflexivos creen que el catalán estaría seguro si siguiera siendo el idioma de las escuelas primarias, pero que Cataluña se beneficiaría mucho al permitir una elección entre catalán y castellano en las escuelas secundarias.
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El poder del lenguaje. El argumento sobre el lenguaje es, realmente, sobre el poder. "El problema con los nacionalistas es que cuanto más les das, más quieren ", dice el señor Savater. Lo que algunos de ellos quieren es la independencia; todos ellos usan esto como una más o menos explícita amenaza para ganar más dinero público y poder. El sondeo sugiere que no más de una quinta parte de los catalanes están remotamente tentados por la idea de la independencia. La cifra de los vascos es de alrededor de un cuarto, a pesar de 30 años de los nacionalistas en el gobierno autónomo y el control de la educación y los medios de comunicación, y pese a la salida de alrededor del 10% de la población a causa de la violencia de ETA, señala Francisco Llera, un (Socialista) en ciencias políticas de Bilbao. El apoyo político a ETA está disminuyendo, aunque no su desaparición. El PNV está dividido entre un ala a favor de la independencia, encabezada por Juan José Ibarretxe, el presidente del gobierno regional, y otro a favor de tesis autonómicas, en el liderazgo del partido. El Señor Ibarretxe quiere celebrar un referéndum sobre el derecho de los vascos a la libre determinación. El Señor Aurrekoetxea afirma que ETA no debe tener ningún veto sobre si los vascos pueden expresar pacíficamente una opinión sobre su futuro. El gobierno, el parlamento y los tribunales han bloqueado el plan de referéndum "porque está en contra de la constitución", dice el señor Zapatero. "Se le daría a ETA la razón en su lucha contra el derecho, sobre la base de aceptar que este es un pueblo oprimido", dice José Antonio Pastor, un socialista vasco. Él y muchos otros políticos no nacionalistas y sus familias deben vivir con guardaespaldas a tiempo total. En algunas partes del País Vasco, en la estrechez de los valles en las zonas rurales de las fronteras de Vizcaya y Guipúzcoa, los no nacionalistas no pueden campaña libremente. Los socialistas tienen la esperanza de ganar las elecciones vascas, del próximo Marzo. Para mejorar sus posibilidades siguen a sus compañeros catalanes, es decir, abrazan el nacionalismo cultural. Comprar a los nacionalistas vascos y catalanes con más dinero se ha convertido en más difícil. El gobierno central representa en la actualidad sólo el 18% del gasto público, los gobiernos regionales gastan el 38%, los ayuntamientos (consejos municipales) el 13%, y el sistema de seguridad social el resto. Sin embargo, en el marco del nuevo estatuto de autonomía catalán más dinero tiene que ser descentralizado. Durante los próximos siete años, tendrá que darse a Cataluña un porcentaje de la inversión pública equivalente a su peso en la economía española, que ascenderá a un extra 5 millones de € al año. Anteriormente, Cataluña, aunque siendo la cuarta región más rica de España, recibió menos gasto público per cápita que varias otras. Se queja de que sus trenes, en particular, han sido socavados en fondos. Los vascos no tienen esta preocupación: cada provincia vasca y Navarra recaudan sus propios impuestos y entregan menos del 10% al gobierno central de Madrid. Sin embargo, se benefician del gasto en defensa de la administración central, y son beneficiarios netos del sistema de seguridad social. Como resultado, el gasto público por persona en el País Vasco es el más alto en España.
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El nuevo estatuto catalán reclama al gobierno central un nuevo acuerdo de financiación regional, pese a que el del año 2001 se suponía definitivo. Pero es a la administración central de los españoles a la que le toca sostener las prestaciones por desempleo y el gasto para aliviar la recesión. Los gobiernos locales están abocados a sufrir recortes presupuestarios el año 2010, si no el mismo año que viene. La capacidad del gobierno para llevar a cabo las reformas económicas está también comprometida por la descentralización. Como los gobiernos regionales han adquirido más y más poder regulador, las empresas se enfrentan a mayores costes de producción. Ahora que el gobierno ha descentralizado el servicio de empleo, José María Fidalgo, el secretario general de las Comisiones Obreras, la mayor federación sindical, se queja de las dificultades que los parados tienen para buscar trabajo en 17 diferentes sitios web. Hubiera sido más fácil para todos los interesados, si España hubiera adoptado el federalismo en 1978. Que se hubieran establecido reglas claras y se hubieran delimitado las responsabilidades en cuanto a impuestos y gastos. El Senado podría haberse convertido en un lugar donde las regiones fueran formalmente representadas y poder resolver sus diferencias, similar al Bundesrat de Alemania. Sin embargo, los nacionalistas catalanes y vascos sólo aceptarán una confederación de varias "naciones". El PP también se opone a federalismo. En el ínterin España permanece en la confusión. "El gran proyecto español no está en peligro, pero es como una planta que requiere una constante atención", afirma Narcís Serra, que solía ser el vice-presidente del señor González y ahora está en Caixa Catalunya, una caja de ahorros. "Es importante que Cataluña se sienta cómoda en el proyecto". El gobierno de Madrid podría hacer algunos gestos a las regiones, tales como mover algunos organismos reguladores u otros organismos nacionales fuera de la capital. Y ¿realmente sería el fin de España si los vascos, al igual que los galeses, tuvieran su propio equipo nacional de fútbol? El resto del país está empezando a agitarse contra el nacionalismo. El Señor Savater y Rosa Díez, ex líder socialista vasca, han creado un nuevo partido de centro radical, la llamada Unión, Progreso y Democracia (UPyD), en un esfuerzo por combinar el liberalismo social con una defensa de la idea de España. Tienen la esperanza de beneficiarse de la creciente desilusión hacia los dos partidos principales. A pesar de que carecía de dinero y el acceso a los medios de comunicación, ganó un 1,2% de los votos en las elecciones de Marzo, el mismo que el PNV. Sin embargo, debido a que el sistema electoral premia desproporcionadamente los votos concentrados geográficamente, el UPyD se ha garantizado sólo un diputado, la propia Sra. Díez, en lugar de los seis del PNV. Se espera hacerlo mejor en las elecciones para el Parlamento Europeo el próximo mes de Junio, para las que todo el país se cuenta como una sola circunscripción.
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