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Se hizo emprendedor por necesidad, creó su microempresa Polivinilos

Foto: Cortesía archivo Andrés Velasteguí

El riobambeño participó en el reality “Realizados”, en el que llegó hasta los 35 finalistas, de un total de 1 000 postulantes.

Andrés Velasteguí es un riobambeño de 21 años que incursionó en el mundo de los negocios y el mercado de los vinilos. La iniciativa le ayudó a solventar sus almuerzos, y otros gastos de la universidad, así todo empezó. Ninguno de sus compañeros de colegio se hubiera imaginado que él tuviera el ingenio para crear -por sí solo- un negocio en una ciudad ajena en la cual vivió 18 años. No fue un alumno destacado durante la secundaria, tuvo hasta cinco o seis supletorios en un año, pero el espíritu de emprendedor le llegó para aprovechar un talento que tenía escondido en el mundo de los negocios. Polivinilos fue creado en octubre del 2010 en las aulas de clase de la Universidad San Francisco de Quito, donde Andrés estudia Marketing. En la clase de Emprendimiento, presentó un proyecto de negocio, que ideó después de adornar su casa con vinilos traídos desde España (adhesivos decorativos con diseño incluido). Realizó un análisis de mercado y se dio cuenta que los vinilos no eran utilizados, a gran escala, con fines decorativos en las edificaciones del país y solo había un local que vendía estos productos en Quito y sus alrededores. En otros países como Brasil y el continente europeo era común este arte decorativo, comenta. Se lanzó ‘al ruedo’ en la Semana del Emprendimiento, feria que se efectuó en su universidad. “Era una de dos, perdía o ganaba dinero”, dice. Vendió cerca de 3 500 dólares en cuatro días, solo invirtió 150 para la feria, en ese momento se dio cuenta que su idea podía ir más allá. Los compradores eran profesionales, docentes, estudiantes de diseño y arquitectura.


En la feria ganó cuatro de cinco premios posibles. Después representó a su universidad en un evento que organizó una entidad pública en la Casa de Cultura. Su idea triunfó nuevamente, ganó 2 500 dólares para fundar su empresa, el resto de dinero (2 000 dólares) lo necesitó para comprar la maquinaria requerida, esto fue autofinanciado por su familia. Así comenzó su microempresa, con portafolio en mano para ofrecer sus productos. “No creían que yo, un muchacho de 18 años, era el dueño de Polivinilos, pensaban que era de mi papá”. Empezó a entregar los primeros productos, el proceso consistía en diseñar e imprimir los vinilos, cortar el adhesivo, e instalarlo. Para aquello se necesitaba de una diseñadora y alguien que coloque el vinilo y reciba una comisión por ello. Él mismo los colocaba en ocasiones. Andrés Velasteguí entrenaba tenis de mesa y junto con los estudios se le acortaba el tiempo para ir a promocionar y vender sus productos. Decidió implementar otra forma de promoción de sus productos, mediante las redes sociales y la página de internet que él mismo creó pudo recibir pedidos de otros lugares del país, y también aceptar pagos mediante tarjeta de crédito y planes diferidos. Los vinilos tienen un período de duración cercano a los siete años en interiores, y cuatro en exteriores de construcciones. Trabaja con guarderías y familias, sin embargo, sus lugares preferidos de decoración son las discotecas, porque “remodelan cada año, no hago cola y puedo entrar gratis a las fiestas”. Los diseños de Polivinilos están en Times, Rai Club y Love. El interés por vender los vinilos decorativos en otras ciudades le permitió expandir su mercado. Se ha mantenido únicamente como productor y atiende los pedidos que le realizan desde otros lugares del país. Tiene distribuidores en 11 provincias, quienes se encargan de instalar los vinilos en cada lugar. Participó del reality “Realizados”, para emprendedores del país que se transmitió en canales de televisión nacionales públicos y privados. Expuso su propuesta frente a las cámaras, tuvo evaluaciones técnicas acerca de su proyecto, y disfrutó de deportes extremos que eran duras pruebas para los participantes, llegó a estar entre los 35 finalistas. “Salí en la tele, los periódicos, revistas, después de eso me desenvuelvo mejor y ya no tengo miedo, como antes, a las entrevistas”. El negocio iba bien, tenía ganancias en un 75% del costo de producción. Sin embargo, la juventud le jugó una pasada, llegaron “tiempos de vacas flacas” y quebró dos veces. Con el ‘boom’ de la construcción que se produjo a partir del impulso estatal para la construcción, la competencia se incrementó, ya no eran solo dos locales de vinilos, sino más. “Las ventas bajaron a un tercio de lo que se vendía antes”, además él no reinvertía el dinero ganado, sino que se lo gastaba. Se recuperó, pidió un préstamo a una entidad financiera para poder volver al negocio, tiene nuevas ventas y espera culminar su carrera para estudiar un postgrado en Italia. Ante la pregunta de si es o no un emprendedor, él culmina: “Mi meta era vender dos vinilos al mes para pagarme DirecTv, luego el negocio creció y me pude comprar una gran tele, luego vinieron muchas cosas más que no imaginé lograr. Me hice emprendedor por necesidad”.


Por Byron Andino Veloz


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