Byron Andino Veloz
2013
Tema: ¿Por qué Latinoamérica siendo un continente tan rico, a la vez es tan pobre? ¿En qué han incidido los organismos internacionales en este tema?
Latinoamérica y la doble moral de los organismos internacionales “¿En un foro iberoamericano, por qué tengo que escuchar las cátedras de la vicepresidenta del Banco Mundial que chantajeó abiertamente a mi país?” (El Universal, 2010), expresó el presidente Rafael Correa en octubre del 2011, cuando abandonó las sesiones de la Cumbre Iberoamericana. Estas declaraciones reflejan lo que se considera como una doble moral de algunos organismos internacionales –sobretodo económicos-- quienes por un lado ayudan, y por el otro “exprimen”, imponiendo barreras al desarrollo de los países latinoamericanos, pese a la riqueza que se posee. ¿Es verdad lo que dice el Presidente de que organizaciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han jugado un rol neocolonialista en Latinoamérica? ¿Cómo se han visto afectados los países latinoamericanos por ellos y qué ha pasado con los otros organismos? Para entender el contexto internacional se debe recordar que después de la Segunda Guerra Mundial el planeta quedó estructurado política y económicamente de diferente manera, ya que los países que triunfaron en aquella batalla asumieron roles de poder en el mundo. Algo que se radicalizó después del conflicto fue mantener a Latinoamérica como “su patio trasero”. Esto se reflejó en los organismos que se fundaron posteriormente, donde cada uno asumió objetivos en contra de más conflictos bélicos, además de alentar al progreso de los países, pero siempre pusieron en escena sus propios intereses lo que ha dificultado la tarea idealista de una interrelación mundial en busca del bien común. Latinoamérica ha sido partícipe de esta nueva forma de organización mundial, pero ocupando lugares “tercermundistas”, relegándonos en las esferas social, política, económica y cultural. Nos tratan como el “Otro”, es decir que el centro hegemónico mundial (Estados Unidos y Europa) nos pensarán y construirán para que el mundo nos vea como ellos quieran. Aníbal Quijano (2000, p.376) expone sus pensamientos relacionados a la situación de América Latina: “De allí se desprende, de nuevo, que la colonialidad del poder implica, en las relaciones internacionales de poder y en las relaciones internas dentro de los países, lo que América Latina ha sido denominada como dependencia histórico-estructural”. El reflejo de un pensamiento estructuralista se ha repetido en Latinoamérica, donde muchas de sus instituciones han respondido al sistema hegemónico dominante y mantuvieron el status quo mundial. Por lo que han surgido críticas a las propias instituciones que eran las encargadas de velar por el desarrollo de los países de esta zona, mediante evaluaciones, proyectos y alternativas frente a las situaciones que se presenten.
Eduardo Gudynas (2009) presenta su postura, en su texto “Inserción internacional y desarrollo latinoamericano en tiempos de crisis global: una crítica a la CEPAL”: “A partir de una evaluación del reporte sobre la inserción internacional de América Latina y el Caribe, 2008-2009, se concluye que CEPAL persiste en entender los vínculos internacionales como esencialmente comerciales, no ofrece alternativas a la primarización exportadora, y vuelve a defender el regionalismo abierto, a pesar de la crisis global. La agenda ambiental es distorsionada, no se postulan reformas en cuestiones críticas como los flujos de capital, y no se ofrecen alternativas a la globalización contemporánea. Incluso se defiende un retroceso en la integración regional a la cooperación. Este reporte ejemplifica que el neoestructuralismo actual de la CEPAL no logra generar una visión crítica ni alternativas originales frente a la actual crisis” (p.1). Haciendo alusión a la idea etnocentrista (“centro/periferia”), el centro siempre ejercerá políticas neocoloniales para mantener su control. Latinoamérica ha sido tomada como productora de materia prima para los países de primer mundo, además de ser receptora de las transnacionales que explotaron nuestros recursos, sobre todo desde la década de los noventa cuando tuvieron menos control en los países latinoamericanos. Esta zona ha tenido los recursos primarios que son necesarios para dotar al mundo, pero una preocupación que se mantiene hasta la actualidad es de convertir a este sector de ser una zona únicamente productora de materia prima, a pasar a exportar productos elaborados para así mejorar la economía y forma de producción de los países. Esto ha sido trabado por las medidas externas e internas de cada país que han obstruido el cambio de forma de economía, ahora también se habla de ser productores de conocimiento y talento para una nueva forma de progreso. La lógica de poder de aquellos países expresa la idea de mantener su status quo, por lo que por varias medidas se bloquearía a Latinoamérica para que no se convierta en un competidor de poder con los bloques hegemónicos. Al encontrarnos en un sistema capitalista, el factor económico es de suma importancia en los países, así es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) han querido ser los “salvadores”, aplicando supuestas “recetas” para tratar de solucionar los problemas de las naciones sin tener éxito y peor aún empeorando la situación. Noam Chomsky (2000) refleja su oposición ante estas instituciones, diciendo que: “Las cuestiones globales fueron vistas en términos vinculados a la noción de soberanía, esto es, al derecho de las entidades políticas a seguir su propio curso, que puede ser inofensivo o nefasto, y hacerlo sin interferencias externas. En el mundo real, las interferencias se producen por parte de poderes extremadamente concentrados, cuya sede está en EE.UU. Este poder global concentrado tiene varios nombres, dependiendo de qué aspecto de soberanía y libertad tenga cada uno. Así, a veces se llama Consenso de Washington, o complejo Wall Street-Tesoro Público, u OTAN, o burocracia económica
internacional (la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, y el FMI), o G-7 (los países ricos, occidentales e industriales) o G-3 o, quizás mejor G-1. Desde una perspectiva más de fondo, podríamos describir estos poderes como un puñado de grandes empresas –a menudo unidas por alianzas estratégicas que administran una economía global que constituye, de hecho, una especie de mercantilismo corporativo que tiende al oligopolio en la mayoría de sectores, abiertamente aliadas con el poder estatal en su tarea de socialización del riesgo y el coste…” (p. 4, 5) Uno de los tantos golpes que ha sufrido este sistema de producción capitalista, fue en 2008, cuando la deuda de varios países –incluidos los hegemónicos- parecía que ponía en ‘jaque’ al mundo. Igual pasó en las décadas pasadas, el FMI olvidó sus estatutos que consistían en alertar los peligros del sobreendeudamiento, y por el contrario empezó a otorgar nuevos créditos países de Latinoamérica, y todo empeoraba. Esto sucedió porque las políticas de varios países aún se mantenían en el neoliberalismo económico y social. Esta forma de manejo del Estado se fortaleció en los años 90, gracias al Consenso de Washington, donde se impusieron medidas a todos los países que se encontraban con deudas que eran difíciles de pagar. Estas consistían en diez puntos que ‘entregaban’ el Estado, y -dentro de él- a sus normas, instituciones, estructura y forma de gobierno al neoliberalismo, fomentando el libre comercio sin tomar en cuenta los contextos de cada país. Ignacio Ramonet (2009) es un fuerte crítico del sistema hegemónico, y critica el proceso económico que empezó desde los años 80 hasta estos últimos años: “El neoliberalismo también es la mercantilización generalizada de las palabras y las cosas, de los cuerpos y las mentes, de la naturaleza y la cultura. De allí que se hayan agravado las desigualdades. A escala planetaria, estas se amplían en proporciones sin precedentes” (pg. 47) Los índices de desempleo y pobreza aumentaban, la economía comenzaba a declinar, y la deuda crecía de manera vertiginosa, mientras que el gasto social y fiscal era casi nulo y obsoleto en educación, salud. Las esferas de poder eran controladas por grupos y personas afines a la banca y las grandes empresas. Cuba fue castigada al resistirse al sistema capitalista, por lo que fue excluido de la Organización de Estados Americanos, a la vez que mantiene el bloqueo comercial, económico y financiero de Estados Unidos. El ser un país marxista-leninista es excluido de estos sistemas provocándole así una mayor fragilidad económica, quien ha sufrido de esta acción ha sido la gente. El Consenso de Washington también produjo que los Estados tuvieran normas precisas de inversión, que consistían en que ellos inviertan en empresas aliadas al mismo grupo de poder del FMI, alimentándolos más y haciendo que los países sigan con su deuda. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) muestra la elevación de las cifras de indigencia y pobreza en América Latina, donde desde 1990 hasta el 2002 se reflejan las peores
cifras de este fenómeno, alcanzando hasta un 19,3% de indigencia y un 43,9% de pobreza en la región. Todo esto es resultado precisamente después de que los países hicieron caso de la “receta” dada por el Consenso de Washington, además que continuaron en cada país con gobiernos de derecha que fueron fieles “perros guardianes” de que estas medidas se cumplan, y en algunos casos de que estas se extremicen, tal es el caso de Argentina con los expresidentes Menem y De la Rua. Todas estas medidas inconsecuentes con las sociedades latinoamericanas fueron ‘tapadas’ y en gran parte hechas invisibles por los medios de comunicación. Estas empresas actuaron como herramientas de poder del poder económico y hasta político, y distorsionaron a los movimientos sociales y grupos de oposición que luchaban por sus derechos. Parafraseando al teórico Teun van Dijk (2005), los medios moralizaban a la audiencia, e implantaban las ideas de que las protestas sociales eran huelgas de caos, solo por querer ser “rebeldes” peyorativamente; además que los grupos de minoría, de diferentes etnias, género, clase, los obreros y trabajadores han sido excluidos de los noticiarios, convirtiendo de esta manera a los medios de comunicación como medios coartadores de la libertad de expresión. Esto, al no otorgar los mismos espacios a todas las esferas de la población, sino que ellos solo respondían a los intereses económico-políticos de sus dueños. De esta forma se construye un status mediático que también desequilibra las posibilidades de desarrollo de los grupos minoritarios e históricamente excluidos, al no tener ni siquiera un espacio masivo para poder expresar sus demandas frente al sistema que los oprime. Se ha dedicado más espacio aquí a una crítica hacia algunos organismos internacionales, ya que sin la crítica constructiva estos no mejorarían. Pero también hay que admitir la labor de varios otros órganos de ayuda social, sean no gubernamentales, internacionales, y de todo tipo que se preocupan por ayudar a las personas en el mundo para que mejoren sus condiciones de vida que han sido afectadas por motivos de la naturaleza y a la vez de lo que el mismo sistema ha producido. Se debe apoyar e incrementar la existencia de este tipo de organismos, a la vez que se debe luchar por una democratización de las esferas claves de poder, por ejemplo en el Consejo de Seguridad de la ONU para así poder tomar resoluciones que en verdad favorezcan a todos los países. El fondo de la discusión que trata de exponer si los organismos internacionales han contribuido para la disminución de la pobreza, tiene una salida orgánica -como dice Antonio Gramsci- que quiere decir que se podría afectar a la parte de fondo, de la estructura y del sistema económicopolítico que rige el mundo. Solo así se podrían lograr cambios radicales (no extremistas), que en verdad logren una gran disminución de la pobreza y una mejor distribución de la riqueza mundial. Además, este sector debe ser recompensado por la riqueza que se le aniquiló: la cultura y tradiciones que fueron afectadas por colocar al trabajo sobre el ser humano por hacerles olvidar de las actividades que les
traían una verdadera felicidad basada en una cosmovisión distinta a la felicidad paradójica basada en el consumo y la acumulación del capital. Las palabras de Martí, Vascancelos y Ernesto el “Che Guevara” demuestran aquella oposición al imperialismo, colonialismo y distintas formas de hegemonía en el mundo. Haciendo alusión a las palabras del ‘Che’, como representante de Cuba en la Asamblea General de la ONU en 1964, se apoya el discurso en el que analiza críticamente la situación internacional, denuncia el colonialismo, el papel hegemónico del imperialismo, la autodeterminación y el desarrollo de los países del “tercer mundo”, del que también muchos organismos internacionales han caído en las manos del poder hegemónico. Él imparte una idea de lo que debería ser la voluntad y el accionar de los latinoamericanos, aunque esté dentro de un organismo internacional siendo rodeado por los países de poder y contrarios a él y sus ideas: “Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.” (Intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas en uso del derecho de réplica, 11 de diciembre de 1964)
Referencias bibliográficas •
El Universal (2011). Correa deja Cumbre Iberoamericana por discurso del Banco Mundial. Recuperado el 12 de diciembre del 2012 de http://www.eluniversal.com/internacional/111029/correa-deja-cumbre-iberoamericanapor-discurso-del-banco-mundial
•
Quijano, Aníbal (2000). Colonialidad del poder y clasificación social. New York, Estados Unidos.
•
Gudynas, Eduardo (2009). Inserción internacional y desarrollo latinoamericano en tiempos de crisis global: una crítica a la CEPAL. Montevideo, Uruguay. Editorial D3E.
•
Chomsky, Noam (2000). El control de nuestras vidas. Nuevo México, México. Editorial Difunde la Idea.
•
Ramonet, Ignacio (2009). La catástrofe perfecta. París, Francia. Liberdúplex.
•
Van Dijk Teun, (2005). Prensa, Racismo y Poder. México D.F., México. Universidad Iberoamericana, A.C.