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La incendiaria historia del celuloide - Ximena Ortúzar

LA INCENDIARIA HISTORIA DEL CELULOIDE

Por Ximena Ortúzar Fotos de internet

La escena cumbre del filme ‘Cinema Paradiso’ (Italia, 1988, dirigida por Giuseppe Tornatore), es el incendio de la cabina de proyección del cine de Giancaldo -un pueblo de Sicilia-, manejada por Alfredo, quien salva la vida pero queda ciego.

El incendio es producido por la película de nitrato, considerado uno de los productos más flamables, utlizado en los inicios de la fotografía y posteriormente en el cine. Una de sus características es que, una vez producido el incendio, éste es muy difícil de apagar ya que el nitrato no necesita oxígeno para mantener la llama, y mojar el producto con agua da como resultado que el fuego se haga más intenso.

EL ORIGEN

El nitrato de celulosa es un producto que procede de la unión del ácido nítrico con el algodón, que en su estado sólido tiene una apariencia similar a este último ingrediente. Catalogado como peligroso, se recomendó alta vigilancia para el uso del nitrato e incluso se establecieron restricciones para su traslado. Tras múltiples experimentos el nitrato de celulosa fue considerdo menos peligroso y algo más estable, lo cual no se confirmó en la realidad. Sin embargo, siguió siendo utilizado no sólo como base para el celuloide sino para diversos fines y fue en el rubro armamentístico y militar donde tuvo mayor aplicación por ser un elemento útil para la creación de diversos tipos de explosivos. Un ejemplo concreto de lo anterior es que en el filme ‘Malditos bastardos’ (2009, dirigida por Quentin Tarantino), la película de nitrato juega un papel protagónico: dada su característica de arder más rápido que el papel propicia el épico desenlace en contra del ejército nazi.

Además de los peligros inherentes a la utilización de una película química tan inestable, la Health and Safety Executive –organización inglesa que vela por la salud y el bienestar laboral- emitió un comunicado que incluye una serie de indicaciones para quienes aún conserven algunas de estas películas en su poder ya que podrían sufrir daños en su salud debido a que, si el producto está expuesto a humedad puede descomponerse, y si es expuesto a mucho calor puede entrar en combustión.

En defensa del nitrato de celulosa o celuloide, Antonio Bereijo Martínez y Juan José Fuentes Romero en ‘Los soportes fílmicos, magnéticos y ópticos desde la perspectiva de la conservación de materiales’ (2001), declararon: “Con la invención del celuloide o nitrato de celulosa comienza la historia del soporte material cinematográfico.”

En los comienzos, hacer varias fotos requería cambiar de negativos entre una y otra. Comenzaron entonces investigaciones y experimentos destinados a obtener una película química capaz de enrollarse sobre sí misma, lo cual dio como resultado la creación de los carretes y los rollos de película, mismos que permitieron eliminar las placas de vidrio como soportes. Pero fue solamente en 1889 cuando los rollos y carretes comenzaron a comercializarse por parte de Eastman Kodak que popularizó el invento basado en nitrato de celulosa.

Pese los riesgos, cineastas y fotógrafos utilizaron el producto en 1951, año en que se anunció el fin de su comercialización, pero tardó un tiempo para que oficialmente se sustituyera por el acetato de celulosa. Dicha sustitución hizo difícil la conservación de muchas obras creadas entre 1889 y 1950. Varios incendios, entre ellos uno ocurrido en 1937 en un recinto que servía de bodega de la 20th Century Fox, han causado, junto a la desintegración, la pérdida irreparable de miles de películas y documentos creados en dichos años.

Pese a la evidencia de que el empleo de productos químicos en la fotografía es peligroso, aún en nuestros días hay quienes lo defienden, argumentando que la fotografía química posee características que constituyen ventajas, por ejemplo para asegurar la calidad del negativo de 35 milímetros, lo cual es real. Lo anterior, sin embargo, no invalida el hecho de que la era digital ha hecho posible la fabricación de productos mucho más fáciles de conservar y, lo que es más importante, de forma mucho más segura.

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