Una organización política a la altura de nuestros sueños

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UNA ORGANIZACIÓN POLÍTICA A LA ALTURA DE NUESTROS SUEÑOS Porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.



¿Por qué una Organización Política? ¿Por qué Libertaria? Con la publicación de este escrito tenemos la intención de presentar algunas líneas que son producto de largos debates que nos dimos acerca del tipo de organización que estamos construyendo y que necesitamos seguir construyendo como aporte a una lucha integral por el cambio social. Para tal fin, partimos de caracterizar cómo entendemos la organización de la militancia en sus distintas dimensiones organizativas, así como sus relaciones y articulaciones, incluyendo las prácticas militantes correspondientes y lxs sujetxs que las llevamos adelante. Con la certeza de que es lo libertario –en sus ideas, teorías y acciones- lo que marca y justifica la necesidad de organizarnos. Sabiendo que no partimos de cero -o de la nada-, sino que estamos siendo atravesadxs por una historia de lucha y organización, apostamos a recuperar a la vez que potenciar esta tendencia de la que somos parte. Con el objetivo de, desde el lugar en que nos encontramos y desde las experiencias anarquistas que destacamos, poder pensar qué tareas serán necesarias para la construcción de una organización política libertaria a la altura de las tareas del momento. El momento de definir el tipo de organización es también el de precisar criterios de acción, de intervención en la realidad. Esto debe hacerse a partir de las necesidades entendidas en la etapa que nos atraviesa, en una lectura realista de nuestras condiciones y situaciones como militantes y también en la de muchxs compañerxs que ven con entusiasmo esta iniciativa. Por eso también es necesario definir, para aquellxs sujetxs que van a ponerle el cuerpo, qué tipo de 3


militancia necesita una organización libertaria, es decir que prácticas políticas empíricas necesitamos. Para esto nos parece fundamental sentar algunas bases teóricas que sean líneas de acción, en tanto formas, modos e intenciones, que luego deberán tomar forma concreta y coherente en la práctica cotidiana: para nosotrxs es importante pensarnos como sujetxs en construcción y no como seres acabadxs o ideales. En el pasado, miles de compañerxs se dedicaron a influir desde sus espacios de militancia para radicalizar las luchas y mantener los órganos de decisión en manos de la clase trabajadora. Estaban convencidxs de que la experiencia que hace que un trabajador o una trabajadora sea revolucionaria se gana en la lucha de clases, y de que la necesidad de que la revolución sea libertaria se genera cuando la práctica es asamblearia, horizontal, antipatriarcal y con acción directa, entre otras cosas.-

Organizaciones políticas y partidos: desde nosotrxs, nuestras historias y realidades Una palabra no significa lo mismo en un calendario que en otro, en una geografía que otra. No suena igual la misma palabra cincuenta años atrás que en estos días ¿Qué roles cumplieron los partidos y organizaciones políticas y qué roles cumplen hoy? ¿Qué han sido los partidos? ¿Por qué nos preguntamos esto nosotrxs? Han surgido palabras desde el mundo teórico, intelectual y militante, entre ellas unas parejas o binomios, que seguramente tengan asociado mucho bagaje escrito y debatido. Seremos pecadorxs quizás al confesar que no partimos tanto de esos contenidos teóricos en este primer documento, sino 4


más bien de nuestra experiencia con ellos, es decir nuestra experiencia con esas palabras y personas agrupadas alrededor de ellas. Palabras que han devenido en binomios que hoy nos ha parecido oportuno relacionar análogamente, en escalas y perspectivas diferentes, pero con puntos de encuentro necesarios de visibilizar para nuestra militancia diaria: Dirección política – Base social / Organizaciones Políticas – Organizaciones de Base. Digamos que estamos hablando de personas, historias, colectivos, intereses relacionados o encontrados entre sí. Que se entrecruzan y yuxtaponen pero que también tienen particulares e innegables determinaciones históricas y orgánicas. Se trata de un debate estratégico en el cual nos parece necesario establecer nuestra posición. El asunto es como establecer esa relación entre unxs y otrxs, superando la dicotomía sin mentirnos y sin mentir. Es decir, el primer paso es entender que esos grupos sociales no son parte de una dicotomía real, sino orientaciones que se relacionan dialécticamente. Y cuando tomamos la palabra ‘dialéctica’ la tomamos con la intención de potenciar lo dialógico de dicha relación. Para nosotrxs una Organización Política es necesaria para que siga contagiando, influenciando, motivando la necesidad de una Revolución Social. En nuestra vida cotidiana, con nuestrxs compañerxs de trabajo o estudio confirmamos que derribar al capitalismo no es una motivación o interés presente en las mayorías. En las organizaciones de base donde militamos hemos comprobado por cuenta propia que no todxs quieren la revolución como fin, que no todxs rechazan el Estado y la estrategia estatista, que no todxs proponen un programa antiautoritario. Eso es tan sólo un deseo, o más bien nuestro 5


deseo y no una generalidad. Más bien hay mucha diversidad y no todxs tenemos el mismo interés, conciencia, fuerza, o programa. Y la realidad es que no podemos desarrollar todo lo necesario políticamente en una organización de base, porque estaríamos destrozando su agenda real, social y política. No creemos que haya que dividir tan taxativamente lo social y lo político, pero debemos promover la politización de las orgas de base de acuerdo a sus desarrollos desiguales de conciencia y trayectoria de clase, sabiendo que hay tiempos y procesos diferentes. Tampoco debemos dejar de pensar en el largo plazo y en un programa realizable, ni negar que dentro de la izquierda (hasta entre las más afines) tenemos disputas ideológicas, de sentido y de qué hacer en lo concreto y en lo intangible. La organización política entonces nos encuentra y nos organiza en tanto libertarixs y en tanto tales nos proponemos armar una organización que parta, genere y regenere procesos organizativos sociales, que pueda tomar de su propia experiencia como militante y trabajadxr, que posibilite la construcción de una perspectiva revolucionaria real, que se manifieste en la acción. Necesitamos hoy construir, recuperar, regenerar herramientas políticas y estrategias concretas de acción directa que nos puedan servir de orientador ideológico. Es por ello que creemos en la necesidad de construir una organización política libertaria para el momento actual de reconstrucción organizativa de nuestra clase.

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El porqué de una Organización Política Libertaria Hoy, igual que en el pasado, existen confusiones y/o desprestigios, a los pensamientos anarquistas, libertarios y lamentablemente muchos surgen desde compañerxs de izquierda y de militancia. También existe una cierta subestimación respecto del modo de interpretación de la realidad que sostiene nuestra tendencia, al punto de considerarse en muchas ocasiones como infantilista, por ejemplo, por no compartir la necesidad de tanto esfuerzo centrado en “la política institucional”. ¿Qué hacer entonces como libertarixs de perspectiva revolucionaria? Participar en una organización de masas, influenciar, escuchar e interpretar, ser dinamizadorxs, militantes y trabajadorxs dentro de los movimientos sociales y espacios de participación, sindicales, educativos, etc., son en parte las tareas que nos damos día a día, las cuales creemos que debemos seguir complejizando y profundizando en pos de seguir construyendo una tendencia libertaria. Desde una organización específicamente política generamos mejores condiciones para construir y organizar dicha tendencia, lo cual nos parece fundamental e irrenunciable. Para ello, nos parece esencial actuar en lo político, en lo social, y en lo político-social. Algo a considerar es que cualquier espacio social y político es válido para influenciar y promover luchas, pero cabe destacar la importancia estratégica de intervenir como libertarixs en espacios lo más masivos posibles o en la búsqueda de articulación de diferentes y amplios espacios de base ya que sostenemos que no 7


hay revolución sin teoría revolucionaria, pero sobre todo no la hay sin las masas. Convencidxs de la fundamental importancia en la participación en una organización de masas, debemos tener en cuenta la distinción de niveles organizativos para dar cuenta de cómo juegan hoy las organizaciones específicamente políticas y los partidos (revolucionarios y también los burgueses) y qué rol cumplen en la construcción simbólica de ideas, en la posibilidad de brindar una participación verdadera, en la legitimación de un sistema que elige por el pueblo lo que el pueblo cree que elige. Por esto nos parece fundamental, entre las tareas de la organización política, pensar cómo debe ser nuestra participación dentro de esas organizaciones de masas, así como reconocer qué lectura de las masas hacen las dirigencias de los partidos y que intención tienen con ellas. Hoy podemos decir que somos una organización que da sus primeros pasos en un camino que tiene su huella. Como organización que se inicia tenemos en cuenta que hoy estamos en un momento particular en donde se nos presentan ciertas tareas propias y que es necesario poder delimitarlas y llevarlas adelante con claridad. Pensemos entonces...

Retomar las experiencias del presente y del pasado El anarquismo organizado ha conocido algunas variantes a lo largo de la historia que no pueden delimitarse en forma tajante: su experiencia nos permitirá colaborar en definir una perspectiva organizacional en nuestra organi8


zación política . A partir de la necesidad urgente que hemos consensuado con anterioridad a la conformación de nuestra organización, y también a partir de que está dada por la gran mayoría de militantes sociales interviniendo previamente en organizaciones sociales y de base en distintos sectores, es que el interés político-ideológico libertario es la fuerza que llama y mueve a nuestra organización. Interés que tiene como principal motor generar mayor influencia y contundencia en esas y otras muchas organizaciones de base, espacios que consideramos el motor del cambio social necesario. En relación a las históricas polémicas sobre la cuestión de organización y de la práctica anarquista, compartimos el principio fundamental que sostiene que lxs anarquistas deben organizarse precisamente por su ideología para desde allí intervenir activando en y con los movimientos y las organizaciones sociales de la clase trabajadora. La organización política, actuando de manera cohesionada en lo ideológico, permitirá una participación más efectiva y contundente de sus militantes, ya que este nivel organizacional tiene la tarea de avanzar en la discusión política e ideológica llegando a síntesis y lecturas de la realidad que el tiempo de las organizaciones no tiene o dispone –porque no debería, en esta etapa- en las luchas sectoriales. Lo desarrollado como trabajo político en la organización específicamente anarquista es puesto en acción en el seno de la lucha de clases, desde las organizaciones o movimientos sociales. Tanto el trabajo teórico divulgado, como nues1

1- Plataformistas, sintetistas y especifistas podrían considerarse las principales corrientes de las cuales nos hemos nutrido, y de las cuales debemos aprender de errores y aciertos, a la hora de poner en ejercicio nuestra propia herramienta política en la realidad que nos atraviesa.

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tra propia práctica militante desarrollada en el seno de estas organizaciones y movimientos, son influencia en el proceso de lucha, que intenta promover una orientación estratégica libertaria, feminista y clasista.

Nuestra concepción de los tres niveles -o dimensiones -de militancia Partimos de, y compartimos la vieja concepción esquemática que diferencia tres dimensiones de militancia, y que apunta a complejizar cada una de estas instancias, en las cuales debemos estar inmersxs lxs libertarixs, al mismo tiempo que justificar la necesidad de una organización política de tendencia “exclusivamente” libertaria.

Organizaciones de Base (OB) Las consideramos el principal objetivo de nuestra militancia y las llamamos indistintamente Organizaciones de Base u Organizaciones Sociales y Sindicales. Nos organizamos en las OB en tanto mujeres, estudiantes, trabajadorxs, vecinxs, etc., independientemente de su orientación ideológica, pero actuamos en ellas siempre con un sentido libertario, clasista y antipatriarcal; promoviendo prácticas, organización y luchas que se basen en esos principios, muchas veces aún sin nombrarlas literalmente; fomentando siempre en perspectiva una auténtica auto organización, auto actividad, autogestión, independencia de clase y política. Si bien en líneas generales pensamos que muchas de las OB (sobre todo sindicatos y centros de estudiantes) han devenido en herramientas de conciliación y mediación de clases, coincidimos en que en su 10


seno se acumulan las tensiones y contradicciones a explotar y generalizar; en que son instrumentos de gimnasia revolucionaria en la lucha reivindicativa; que tienen la capacidad de, mediante la organización y la lucha, promover cambios de conciencia de un amplio sector de nuestra clase al mismo tiempo que permite ir consiguiendo reivindicaciones concretas. Nuestro planteo general es integrarse a las OB existentes donde estemos o fomentar su construcción allí donde no existen. En determinados ámbitos como el sindical y el estudiantil, promovemos la construcción de agrupaciones que reúnan a los compañerxs clasistas/antiburocráticxs/combativxs, agrupaciones según las necesidades y posibilidades, de carácter público o clandestino, activando en la base, participando o no en elecciones a cuerpos de delegadxs o centros de estudiantes, de acuerdo al análisis de su conveniencia. Entendiendo que lo fundamental es la construcción del poder popular, el ejercicio de la práctica de la democracia y acción directa, de la solidaridad de clase y de la lucha por derechos y reivindicaciones.

Tendencia Político-Social (TPS) Definimos como TPS a los espacios de articulación de diferentes frentes de lucha y organizaciones sociales (sindicales, estudiantiles, territoriales, culturales, de DDHH, etc.) en torno a sus prácticas y definiciones político-sociales. Los consideramos espacios de acumulación de fuerza, desde las masas, pero con unas determinadas coordenadas políticas y de perspectivas a mediano plazo; un “paraguas” de articulación entre diferentes corrientes políticas y político-ideológicas en una sana lucha de tendencias a su interior, aportando a la construcción de la TPS y superando principismos y cotos 11


cerrados; una superación a la mera “coordinadora” de organizaciones sociales. Objetivamente la pensamos como un espacio de acumulación y anticipación tanto para la experiencia de lucha de nuestra clase, como de nuestra corriente política libertaria; ya que la apuesta es a coincidir desde lo multitendencial en una herramienta con un alto grado de acuerdo político-social. Diferenciamos aquí las tareas de la OPL y de la TPS: si la OPL nos “organiza” en tanto libertarixs, la TPS nos “organiza” en tanto militantes sociales de un sector particular priorizando la sectorialidad a fin de potenciarla en multisectorial y multitendencia por sobre lo libertario, debatiendo con otras corrientes, pero en el plano de las tareas de la TPS que engloba y nuclea a diversas organizaciones de base.

Organización Política Libertaria (OPL) Entendemos la OPL como el espacio ideológico que nos contiene en tanto nuestra condición “específica” de militantes políticos libertarixs. Entendemos que algunas tareas concretas y “exclusivas” de la OPL son: la conformación de un espacio de formación político-ideológico; de lectura y análisis de la etapa y la coyuntura en clave libertaria y feminista; la planificación estratégica y táctica de nuestra fuerza militante en los espacios de base y político-sociales, potenciando nuestras militancias y todo lo que de socialista y libertario se encuentre en las organizaciones sociales; la propaganda de nuestras posiciones y del pensamiento anarquista; la construcción de una corriente de opinión libertaria en debate fraterno sororo con otras corrientes del pensamiento y militancia de la izquierda revolucionaria; un espacio estratégico que pueda resultar un “núcleo de acero” ante determinadas 12


coyunturas complejas y de reflujo (represión, tareas de acción directa específicas, actividades no públicas, etc.); y la tarea pedagógica de desarrollar una potente influencia del pensamiento libertario en el seno de la lucha de clases, más allá de nuestros esfuerzos individuales. Sabemos que todas estas tareas no son realizables de un día para el otro, pero que debemos darnos a la tarea de ir encarándolas sin pausa. Esquemáticamente dividimos nuestra intervención militante en estos tres niveles, sin significar esto en absoluto el asignar mayor o menor importancia a alguno de estos espacios mencionados, donde muchas veces algunas tareas o identidades se diluyen en sensibles y calientes fronteras y que, obviamente, se interrelacionan alimentándose en experiencias y políticas unas a otras. Por ejemplo, si vamos a discutir un Plan de Acción en alguna OB vamos a intentar que sea “exitoso” en lo reivindicativo, pero con un componente de práctica y objetivos que supere lo meramente reivindicativo. De la misma manera, si definimos una intervención desde la OPL en el ámbito de masas debe estar en sintonía con el conocimiento de primera mano de nuestra militancia en las OB, de sus subjetividades y necesidades, etc; pensando que la conciencia socialista y libertaria no se “injerta externamente”2 sino que debe generarse en el mismo seno de las organizaciones y las luchas que damos desde nuestra clase.

2- Polemizando con el leninismo y la mayoría de las corrientes marxistas en su concepción de la toma de conciencia.

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Desde la OPL, relación a dinamizar entre base social y la dirección política Yendo más allá de la diferenciación esquemática de distintos niveles de militancia en diferentes instancias organizativas, partimos de reconocer en los procesos sociales la necesidad de existencia de una dirección política de intención revolucionaria, relacionada con la existencia de una base social que puede contar con distintos niveles de conciencia en tanto condiciones subjetivas y objetivas. Como se desarrollará más abajo, diferenciamos esto de cualquier idea de dirigencia revolucionaria, sin por ello negar el debate de las complejidades que esto conlleva para poder generar mejores líneas de acción.

Base Esta denominación la damos por el lógico contraste de la necesidad histórica de una dirección política del conflicto social y la lucha de clases de orientación libertaria, en perspectiva a que esta distinción (Dirección–Base) desaparezca en el desarrollo de dicha lucha. Denominamos, entonces, base a los espacios sociales con conflictos, demandas sociales y trabajo de prefiguración particulares. Como militantes activamos en alguna OB en diversos espacios de acuerdo a intereses o necesidades, pero como militantes de una OPL, entonces sería necesario ir madurando y ordenando prioridades y formas e intensidades de intervención, sin quitar de vista la subjetividad y decisión personal de cada cual. Los desafíos están en ir generándolo una dirección democráticamente colectiva, no autoritaria ni verticalista/dirigentista. 14


Las políticas transversales tales como el clasismo, el anti patriarcado y la dimensión libertaria es aquello a construir y que nos permite intervenir influenciando en los diferentes espacios de base. Una intervención sindical de nuestra parte, por ejemplo, además de definirse por lo específico del espacio y sus reivindicaciones inmediatas, debe estar influenciada por -y por lo tanto debe influenciar en- aquellos principios que definimos como característicos de nuestra tendencia y que entonces se vuelven estratégicos: antiburocratismo, democracia directa y antipatriarcado, por ejemplo. Decimos estratégicos porque si bien nuestras prácticas están limitadas a espacios determinados, nuestro horizonte es llegar a todo el pueblo trabajador, más allá de las bases sociales reales en las que estamos inmersxs. Nuestras prácticas tienen la perspectiva de construir una alternativa político-social donde lo libertario sea una referencia, cosa que hoy vemos desdibujada en la Argentina. De allí que las tareas centrales tienen que ver con llegar al activismo militante, en primera instancia, para mostrarnos como espacio político para organizarse y entonces, desarrollando mejores condiciones, llegar a interpelar o influenciar a la totalidad del pueblo trabajador. Partimos de considerar que existe en la militancia activa una fuerza libertaria que hoy no logra orientarse bajo algunas consideraciones comunes. Hablamos de Influencia como una necesidad central en esta etapa. Recuperando y postulando las tres “i” como directivas de acciones concretas: Inserción, Influencia e Incidencia, planteadas como momentos, aunque no definitivamente diferenciados. Insertxs -inserción- en espacios sociales, la influencia, tendría menos repercusión en una decisión colectiva, pero genera alguna condición en ella, mientras la 15


incidencia logra un resultado concreto –determinante- en la orientación de un proceso. Este esquema nos sirve para ordenar nuestras expectativas y tareas. Hoy creemos que hay fuerza militante inserta en espacios sociales de base en distintos sectores, entonces creemos que es fundamental lograr mayor influencia libertaria en esos espacios. Habiendo generado mayor ascendencia de una perspectiva libertaria, la incidencia en el conflicto social será, creemos más significativa.

Dirección La primera definición a realizar tiene que ver con que cuando hablamos de dirección lo hacemos en tanto orientación de un proceso o varios procesos en el desarrollo de la lucha de clases. Nunca hablamos de dirección en tanto relación sujetxs dirigentes-sujetxs dirigidxs. De allí que diferenciamos dirección política (en tanto proceso político ideológico de dirección colectiva) de dirigencia política (en tanto sujetos políticos que dirigen). Aquí surge una primera tarea estratégica, que es la de dar una contundente pelea con las concepciones dirigentistas que implican un número acotado de personas asentadas en los espacios de dirección. Dando disputa entonces no renunciamos a estar en espacios llamados de dirección, pero entendemos que esos espacios siempre deben tener una perspectiva participativa de democracia directa. Esto despeja cualquier tendencia hacia el espontaneismo y, por lo tanto, nos tiene activxs en dar debates, generar conflictos, sostenerlos, tener inserción, lecturas y socializarlas, pedagogizando nuestra tarea política desde esos espacios. 16


Para poder influenciar e incidir, se nos hace necesario construir condiciones de intervención con claridad y contundencia, para hacer coherente una forma de acción. De aquí la necesidad de una OPL que colabore con esta tarea fundamental. Sin contundencia ni claridad no podemos influir, menos incidir, entonces desaprovechamos posibilidades de avanzar en el desarrollo de algún conflicto en particular o de la lucha de clases en general, definitivamente delegamos esa tarea fundamental. Muchas veces generamos o acompañamos peleas reivindicativas que se pretenden contundentes pero que sin claridad respecto de lo que queríamos obtener y de las posibilidades de hacerlo, nuestra acción termina siendo contraproducente para el espacio en particular y para nuestras prácticas libertarias en general. Como corriente libertaria es necesario aclarar que no nos genera conflicto tomar tareas de dirección política, pero sí creemos fundamental que éstas sean siempre tomadas con la conciencia de deshacer la personificación de los roles de dirección, en tanto sujeto-dirigente. Somos claros en que cuando construimos una referencia personal, en tanto sujetx sobre el cual se depositan expectativas en alguna asamblea, espacio de base o conflicto particular, hay que asumir estas tareas para poder ir socializándolas. Aquí la práctica pedagógica dinamizadora se hace una línea política en la acción. Nuestra tendencia, diferenciada desde lo libertario, en las prácticas cotidianas nos indica que la acumulación siempre la pensamos en tanto que resulta de beneficio para el espacio determinado en el cual intervenimos. ¿Deberíamos pensar la acumulación también en tanto que resulte de beneficio para nuestra OPL? Por supuesto que debemos plantear la acumulación también en tanto OPL, aunque entendiendo 17


la acumulación como mayor capacidad de incidencia, por sobre la suma numérica de militantes para nuestra orga. Estamos convencidxs de que mayor influencia deviene mayor referencia para la tendencia, por lo tanto, mejores posibilidades de sumar capacidades militantes a nuestra OPL, con el fin de que estas capacidades devengan en organización para la lucha de clases. ¿Solo hacia los espacios de base van nuestras tres “i”? Coincidimos en la necesidad de interpelar, sobre todo a las nuevas generaciones del campo libertario, en la necesidad de organizarse en pos de seguir generando mejores condiciones de construcción de poder popular. Debatiendo y actualizando las consideraciones que creemos cruciales e invitando a intervenir en los espacios sociales existentes o generando otros nuevos.¿Cómo se relacionan estas concepciones de base y de dirección? La lectura de dicha relación por supuesto es dialéctica31. En el ideal estratégico aparece la dirección política de la base o la base con dirección política. Y nuestra tarea es influenciar prefiguraciones de este tipo de dirección política desde nuestra actualidad real. Entendemos que más allá de las tendencias ideológicas y de sus propósitos, en todo orden hay sectores más dinamizadores. Ser elegidx sujetx delegadx no significa convertirse en sujetx dirigente. Tampoco creemos próspero idealizar al pueblo, pretendiendo que el mismo profese un democratismo acabado, aunque no por esto se abandone la ponderación al aporte y la influencia de las bases en nuestras ideas. Partimos de la idea de que en toda organización existe una dirección, 3-Entendida la dialéctica sobre todo enfatizando la clave dialógica. Aquella que potencia la retroalimentación de ambas partes.

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ésta nos preexiste y de que la educación formal y social del pueblo trabajador naturaliza esta idea. Hay que reconocerlo para identificar acciones y construir superaciones a dicho proceso que se supone anti-dialógico. Entendemos que la dirección no depende exclusivamente de una voluntad militante, porque entendemos la dirección en tanto proceso y no en tanto un grupo dirigente o a una reunión semanal de un grupo de estos. Es fundamental dar cuenta de cómo influenciar esa dinámica desde nuestros principios libertarios. Y desde situaciones de dirección es fundamental repensar constantemente las prácticas, ya que la constitución y refuerzo de referencias podría llevar a inconvenientes desviamientos o directamente a tragedias organizativas. En el esquema de diferenciación de niveles de militancia, sumado a la diferenciación de los espacios de base y sus procesos o dinámicas de dirección, se nos hace imprescindible distinguir la dirección de los procesos que llevan adelante los espacios de base de la intención de dirección de una organización política del proceso general. Desde aquí sostenemos la necesidad de dar disputa desde nuestra tendencia para fortalecer los espacios de base por sobre las direcciones diferenciadamente políticas. Sin duda que nuestra perspectiva apunta a desarrollar con mayor profundidad la democracia en las OB u organizaciones de masas y no está de más aclarar que entonces nuestra organización política debe ser coherente con los principios que militamos en nuestros espacios de base, y para ello es preciso construir una orgánica clara con definición asamblearia, hacia el interior, sin descreer de la necesidad de construir un centro político claro, firme y contundente 19


(el llamado núcleo de acero), hacia el proceso general en el cual intervenimos en todos nuestros niveles de militancia. En perspectiva, nuestra OP no puede ser algo laxo o flexible en cuanto a participación, debate y definiciones, ya que deberemos preservar la seguridad física de nuestrxs compañerxs y la proyección política de la OPL.

La función pedagógica de una OPL. Aportes al debate de la conciencia revolucionaria Creemos que la conciencia de clase, en tanto explotadx y revolucionarix debe sentirse en el cuerpo y con el cuerpo. No alcanza con pensarse. Desde nuestra concepción y en debate histórico con otras tendencias de orientación revolucionaria, entendemos que la conciencia de clase se asume, en la acción, en tanto condición de explotadx en un sistema de dominación, y la conciencia revolucionaria se desarrolla en la praxis –acción y teoría- que se da en la constante contradicción dominante-dominadx. Es tarea de una OP la generación de cada vez mejores condiciones para el desarrollo de la praxis. Cuando se piensa en una tarea fundamental de una organización política, pensamos en la formación, la conciencia, entonces la pedagogía política. La intención es la de una pedagogización de la política y una politización de la pedagogía. Abonamos a una filosofía libertaria que sea empírica, visceral y apostamos a una teoría al servicio de la transformación de la realidad y no la realidad al servicio de la teoría. Parte importante de pensar qué tipo de organización política necesitamos construir requiere pensar en la dimensión 20


pedagógica que esta debiera contener para influenciar la lucha de clases. Y aquí la primera consideración, estaría en no separar lo pedagógico de lo que sería la dimensión política. Es importante aquí combinar en una sola acción lo pedagógico y lo político, entendiendo que su relación es dialéctica. Muchas veces lo pedagógico queda subestimado y por lo tanto postergado, mal entendido o incompletamente entendido, como un modo fácil y unidireccional de explicar algo que se supone complejo, subestimando sobre todo a quien se le está “explicando”. Entonces el avance en la interpretación de la realidad de unxs pocxs, aunque en su transformación activen muchxs, se profundiza ya que es visto como urgente y necesario. Una OP que aporta claridad es también aquella que se dispone a socializar esa capacidad de lectura de la realidad al aprender enseñando en el trabajo, en un plenario, en una reunión, en una asamblea, en un volante o documento. Tanto al interior de la OP como al seno de los movimientos sociales. El otro debate necesario a considerar, que se desprende de lo anterior, tiene que ver con la conciencia y la ideología. Para la militancia de izquierda con intención revolucionaria, ambos conceptos siempre estuvieron ligados a la interpretación marxista que consideraba a la ideología burguesa como la falsa conciencia de lxs sujetxs trabajadorxs. De acuerdo a esta concepción, dicha ideología es aquella construcción generada a partir del sistema de producción que se reproduce y legitima en la superestructura de la sociedad capitalista. La conciencia, entonces, es producto de la contradicción de clases, -aunque subjetivamente no se tenga conciencia de ella-, porque la ideología tiene como fin hegemónico generar consenso. Entonces reproducir el orden social de explotación. 21


La intelectualidad de intención revolucionaria ha debatido largamente sobre la conciencia. El debate ha girado sobre la posibilidad de que la conciencia de clase y revolucionaria, se construye, genera, se desarrolla o se transmite. Compartiendo la tesis que la ideología burguesa en el capitalismo construye una falsa conciencia en lxs sujetos, podríamos considerar la conciencia de clase oprimida como algo existente per sé que es obturada por el aparato de hegemonía. Por tanto, ésta debería afirmarse, -conciencia de clase- en la contradicción o antagonismo, entonces en las acciones o prácticas de la lucha de clases. Entenderse y afirmarse explotadx es el principio básico. Entenderse en la necesidad de poner en práctica la contradicción, de accionar en la lucha concreta, es el trabajo a desarrollar. Esquemáticamente podríamos considerar que la conciencia de clase y revolucionaria es producto de: • La afirmación subjetiva de las condiciones objetivas. Una afirmación de la condición de explotadx y oprimidx, es decir de desposeído productivamente -pero también reproductivamente- en cuanto a decisiones sociales, roles y no sólo a dimensiones económicas. • La generación del sentido de pertenencia a la clase, el asumirse perteneciente -parte de- una clase social explotada, por tanto, dominada. Identificación subjetiva y objetiva con la clase. • Lxs sujetxs que en la acción misma se politizan. Es la experiencia misma, en tanto conocimiento como posibilidad, que genera la conciencia de la voluntad de luchar por la afirmación de su clase.

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Identificación del enemigo al cual debe derrotarse. Identificación de la clase explotadora y del género opresor. Aquello contra lo cual debe enfrentarse en todas sus dimensiones para superarlo material, cultural y simbólicamente. En este sentido, podríamos proponer que la conciencia de clase y feminista se asume. Y al asumirse supone una capacidad de acción que debe desarrollarse y entonces generar condiciones para su desarrollo. Las condiciones para asumirla se vivencian, ya que son parte de lo cotidiano, aunque ésto se perciba como naturalizado. Por eso las formas para realmente asumir la conciencia se deben construir o generar. La pertenencia se vivencia. En la lucha de clases lxs trabajadores reconocemos a nuestros verdaderos enemigos, que son la clase privilegiada y el género masculino, en tanto que género opresor, en tanto y en cuanto pretenda mantener sus privilegios y su rol opresivo. Allí también identificamos los lazos que nos unen con lxs otrxs oprimidxs, adquiriendo consciencia de clase antipatriarcal en conjunto desde la misma praxis, en lo que se constituye un verdadero proceso pedagógico. Podríamos aclarar que asumirse como parte de la clase trabajadora no deviene irremediablemente revolucionarix. Por esto creemos que la conciencia revolucionaria debe desarrollarse. Porque entendemos que la conciencia no surge espontáneamente ni se transmite o transfiere. Y también estamos segurxs que no es un acto simplemente teórico o que puede resolverse solamente con mayor formación teórica o ideológica. De aquí surge la necesidad del trabajo de una organización política, ya que éste debe estar abocado a desarrollar •

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condiciones objetivas y subjetivas que vayan permitiendo e influenciando aprendizajes concretos en tanto prácticas y lecturas de una realidad que se vivencia necesariamente contradictoria en tanto sujetxs de la historia. Esas condiciones, si bien están generadas en el desarrollo de la lucha de clases, no generen las condiciones de aprendizaje por sí mismas. Es necesario generar, por parte de las organizaciones, zonas de acción, pedagogías por el acto, distribución de tareas, asumir compromisos en la acción. Procesos de acción directa, praxis, lectura, interpretación que vayan construyendo aprendizajes significativos, en tanto colaboren para seguir asumiendo la conciencia y desarrollando la capacidad revolucionaria. Algunas tendencias, prevenientes en su mayoría del marxismo, proponen lecturas de concientización que sufren, a nuestro entender, desvíos idealistas o simplemente vanguardistas. Consideran a la conciencia transferible o bien que puede construirse mediante la identificación con ideales teóricos y/o militantes. El “cómo ser” o “ser como” suele servir como un limitante en el desarrollo de la acción revolucionaria. Esta lectura le cabe tanto a la pre existencia del perfil militante que al ser correcto en la interpretación histórica es capaz de motorizar el sentido revolucionario de la historia, como también al manual programático que deviene de la lectura adecuada de la contradicción histórica que determina el que hacer. Creemos que la conciencia se asume en tanto proceso de concienciación. En tanto práctica relacionada siempre con una otredad –otrx militante, otra organización, otro colectivo, otra tendencia- en aquellas otras dimensiones que hemos definido anteriormente y que no se asume verdad determinada sino sujeto compañerx de interpelación o sujetx de dialéctica, dialógica. 24


Aquí el debate se mete de lleno a la relación que debe darse desde la organización política entre lo que podemos llamar dirección y la base social.

Con respecto al “tipo de militancia” que necesita una Organización Libertaria La militancia no debería consumirse la vida cotidiana. Hay que vivir lo cotidiano también como forma de militancia. Al elaborar nuestras ideas sobre el tipo de organización y nuestros fines como tal, elaboramos también ideas sobre un tipo de militancia necesaria, una militancia que procure lo colectivo por sobre lo individual, la libertad por sobre la opresión, la paciencia por sobre el apuro, la construcción por sobre la destrucción, la acción por sobre la quietud, la práctica por sobre la teoría, la efectiva organización de personas por sobre la bella organización de palabras. Una militancia que no crea que la salida esté en una ley, y que crea que estas no nos hacen libres. Es en la posibilidad de construir mayor poder popular donde reside nuestra capacidad de libertad. Es imposible pensar en una organización de tendencia libertaria con una militancia que no sea humanamente sensible, y que ante todo procure la libertad propia por la del resto. Necesitamos ser motivadores/as, crear y recrear ideas, interpretar y colaborar en cada espacio de la vida. Necesitamos lograr ser unx, siempre el mismx y con la misma interpretación de la vida, tanto en ámbitos militantes como por fuera de ellos. Intentamos superar el debate para dejar de obsesionarnos con un “estilo o perfil militante” para un coto hermético: El o La Militante revolucionaria. Existe un fenómeno de mitifi25


cación del militante, como aquel que se sacrifica, que deja todo. Aunque la militancia conlleva esfuerzo y resignar otros aspectos de la vida, se llega a construir una imagen que suena elitista, cristiana, pequeñoburguesa y caricaturesca. Cuando hablamos de perfil no hacemos marketing ni obediencia debida. Hablamos, entre otras cosas, de los criterios políticos libertarios llevados al día a día. Ya sea de manera consciente o no, el colectivo, la organización, se expresa a través de cada militante, en sus prácticas, relaciones, actitudes, discursos.

¿Son iguales las prácticas militantes de una Organización Política que las de una Organización de Base? Coherentemente con nuestros planteos libertarios, no comprendemos el perfil militante escindido de nuestras definiciones ideológicas ni del medio popular en el que actuemos y militemos cotidianamente. De la misma forma que no vemos escindida nuestra práctica militante en la organización política que en la organización social. Si evaluamos nuestra propia experiencia, vemos que hay distintas visiones acerca de lo que es la militancia y por lo tanto distintas valoraciones de lo que debería ser el compromiso militante. En este sentido, en perspectiva de desarrollo, habría que tener mayor organicidad y disciplinamiento colectivo que nos permita niveles más parejos de participación y compromiso (entre otras cosas, la responsabilidad ante las tareas asumidas, la toma de tareas, el no descansar en lo que hagan y conozcan los demás, el negarse a todo y no proponer nada). Esta valoración crítica corre tanto para nuestra expe26


riencia a nivel político como a nivel de la militancia social. Si bien nadie se gradúa de referencia política de una organización, podemos sintetizar cuatro aspectos complementarios, que se ponen en juego en prácticas sociales sobre los que las compañeras y compañeros deberíamos apostar a desarrollarnos: la formación teórica, el análisis de situaciones, la práctica concreta y la capacidad para la socialización del conocimiento –tarea pedagógica-. Estos aspectos apuntan a desarrollar la puesta en práctica de lo que dimos en llamar las tres “i”. Inserción, Influencia e Incidencia 1. La formación, el aprendizaje teórico, político e ideológico, no como acumulación de saber, sino de capacidad de intervención real y empírica y colectivización de esa capacidad. 2. Los análisis adecuados de situaciones, que puedan siempre relacionarse con una lectura general de un proceso mayor, que no apunte a simplificar la complejidad –subestimando bases sociales u otras tendencias- a través de lecturas de situaciones, interpretación de la coyuntura, y la promoción de pensar tácticas y estrategias. 3. La práctica concreta donde los dos puntos anteriores se ponen en juego: la capacidad de ser promotorxs en el lugar donde se esté interviniendo, la capacidad de construir/ imaginar/proponer políticas para el espacio, incluso estando sólx, partiendo de los análisis, propuestas y tácticas de la organización. 4. La tarea pedagógica, socializar ese conocimiento para que todxs puedan nutrirse de esas herramientas aprendidas por los distintos recorridos de cada unx. Esto nos permite “elevar el piso” de las discusiones de todxs lxs militantes y de esta manera generar debates más genuinos, participativos y 27


democráticos; a la vez que permite el recambio y rotación de compañerxs, agregándole dinamismo y movilidad a las organizaciónes en las cuales intervenimos.

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Socialismo Libertario en Sur America: Una Entrevista Mesa Redonda, Parte II, Argentina



En los Estados Unidos, segmentos crecientes de la población están atravesando un período de profunda politización y polarización. Las elites políticas luchan por mantener el control a medida que un número creciente de personas busca alternativas de izquierda y derecha. A raíz de las elecciones de 2016, las organizaciones políticas de la izquierda han crecido significativamente, sobre todo expresadas en el crecimiento explosivo de los socialistas demócratas de América (DSA). Mientras tanto, Trump se ha unido a otros gobiernos de extrema derecha que están surgiendo en todo el mundo, alentando a las fuerzas fascistas en las calles. Estos desarrollos han provocado un amplio debate sobre la naturaleza del socialismo y sus distintos sabores dentro y fuera de los EE. UU. Entre las diversas ramas dentro de la amplia tradición socialista, el socialismo libertario es posiblemente el menos comprendido. Para muchas personas en los Estados Unidos, el socialismo libertario suena como una contradicción en los términos. La influencia corrosiva de la Guerra Fría ha distorsionado nuestra comprensión del socialismo, mientras que el secuestro explícito del término libertario por las fuerzas de derecha lo ha despojado de sus raíces dentro del campo socialista/comunista. Fuera del caso excepcional de los EE. UU., se entiende ampliamente que libertario es sinónimo de anarquismo o socialismo antiestatal. En América Latina en particular, los socialistas libertarios han desempeñado un papel fundamental en las luchas populares en toda la región, desde los movimientos estudiantiles en masa hasta la reciente ola de luchas feministas. Para expandir y enriquecer el debate actual sobre el socialismo en los EE. UU., Hablamos con varios militantes de organizaciones políticas en la tradición del socialismo libertario en Brasil, Argentina y Chile para explorar la historia, teoría y práctica del socialismo libertario. 31


Debido a la longitud de las respuestas, publicaremos esta entrevista de mesa redonda a plazos (parte 1). Para la parte 2, hablamos con militantes de Acción Socialista Libertaria (ASL) de Argentina. También quisimos agradecer a todxs lxs que contribuyeron a nuestra recaudación de fondos Construyendo puentes de solidaridad internacional que hizo posible esta serie de entrevistas. -Introducción, traducción y entrevista por Enrique Guerrero-López

Para más información sobre Black Rose Anarchist Federation visitar su sitio web: http://blackrosefed.org 32


Socialismo Libertario en Sur America: Una Entrevista ENRIQUE: ¿Puede presentarse, decirnos el nombre de su organización y un breve resumen de sus orígenes y su trabajo principal? ASL: Somos la ASL (Acción Socialista Libertaria). Tenemos núcleos militantes en La Plata (Buenos Aires), Gran Buenos Aires Sur, Gran Buenos Aires Oeste, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Córdoba. Nuestra presentación pública formal fue hacia noviembre de 2015, aunque veníamos reuniéndonos, debatiendo y planificando militancias en común desde, al menos, 2012. Podríamos decir que el núcleo original de ASL fue la confluencia de compañeres con militancias políticas y sociales previas. Algunes que provenían de la experiencia política de OSL (Organización Socialista Libertaria) durante los 90s y hasta 2009; otres anarquistas con militancia piquetera en el MTD 1° de Mayo y el Movimiento de Trabajadorxs Norberto Salto, que junto a otras movimientos conforman el FOL (Frente de Organizaciones en Lucha) en el 2006; un núcleo de compañeres con militancia en el Colectivo desde el Pié (Agrupación estudiantil, gremial y de coproducción de Ciencias Exactas); otres que se fueron sumando que habían militado en la Red Libertaria en Buenos Aires y también de espacios feministas. Con ese núcleo primario fuimos combinando y agrupando las diversas experiencias y trayectorias para construir acuerdos y políticas en común. Pensamos que la construcción de una Organización Polí33


tica Libertaria con arraigo y desarrollo de su militancia en la lucha de clases debe ser algo permanente y continuo; que es una paciente tarea de desarrollar orgánica, programa, estrategias y tácticas novedosas pero con un fuerte sentido de pertenencia a los núcleos centrales del anarquismo. En ese sentido, nos percibimos como una Organización en construcción aún y con diversos grados de inserción popular. Desarrollamos, entonces, diversas militancias de base y populares: en el ámbito territorial, ambiental, del feminismo, sindical, estudiantil, de los derechos humanos. Además de desarrollar actividades de propaganda, difusión y formación.

¿Cuáles son las raíces (origenes) del socialismo libertario en América del Sur? En América del Sur, el anarquismo se instaló como corriente en el movimiento obrero y popular temprana y sólidamente. Sobre todo en las grandes urbes con acceso al puerto, la gran llegada de inmigración europea traía en sus alforjas toda una experiencia de organización y lucha. Llegan protagonistas de las revueltas del 48, comuneros perseguidos de París, integrantes de las secciones de la I Internacional. En Argentina es particularmente importante el arribo de militancia anarquista. Ya vemos hacia 1858 la constitución de las primeras cajas de socorro mútuo y para fines de 1870 se establecen los primeros sindicatos, periódicos y agrupaciones libertarias. Encuentran una sociedad sumamente desigual, injusta y en conflicto. El “éxito”, entonces, no será tanto de la capacidad de lxs “que vienen”, sino de lo que aquí se encuentra. La corriente socialista libertaria será, en Argentina, ampliamente mayoritaria, en la izquierda y en el seno del movi34


miento obrero hasta 1930, con organizaciones emblemáticas como la F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina). Hasta ese momento, la militancia anarquista y la obrera se confunden en las mismas organizaciones. La represión y los cambios en la configuración económica, por un lado; y la falta de actualización política-teórica propia y la aparición de nuevos actores políticos (Partido Comunista, peronismo, etc.), por otro, llevan al socialismo libertario a una crisis de grandes proporciones. En ese contexto irán surgiendo organizaciones específicamente políticas del anarquismo. La ALA (Alianza Libertaria Argentina) entre 1923 y 1932); la Alianza Obrera Spartacus (entre 1935 y 40); la FACA/FLA (Federación Anarco-Comunista Argentina) entre 1932 hasta los años 50s y luego, con el nombre de Federación Libertaria Argentina, sobreviviendo hasta la actualidad; la Resistencia Libertaria (1969 a 1978) son ejemplos que tomamos como antecedentes en nuestro país. Se pensarán como organizaciones políticas con diferentes espacios de inserción social (obrero, estudiantil, campesino, barrial), asumiendo la pérdida de la hegemonía libertaria del pasado e intentando ajustar sus tácticas y su propaganda para volver a desarrollar una sólida corriente libertaria en el seno del campo popular.

¿Qué diferencia al socialismo libertario de otras ramas del socialismo? Nos gusta definirnos como parte de la izquierda revolucionaria, como una corriente libertaria dentro de ella; con sus particularidades y semejanzas. Nuestra hipótesis de desarrollo de la experiencia del socialismo libertario en el campo 35


popular es poder construir una alternativa política de masas que cuestione las formas representativas delegativas, autoritarias, verticales y patriarcales. En ese sentido, tomamos tres ejes centrales y transversales de nuestra corriente como elementos distintivos: el clasismo, el feminismo, la práctica libertaria. Nuestra militancia de base intenta desarrollar elementos disruptivos y democráticos consecuentes; intenta priorizar conciencia antes que la disputa por la mera dirección formal de organizaciones populares. Otro elemento importante es la noción pedagógica de la acción directa en el camino de construcción de un Poder Directo del Pueblo; potenciando la práctica política de nuestra clase. Un tercer vector es desarrollar una política antipatriarcal integral que atraviese toda la experiencia de masas, más allá de tareas concretas que se da el propio movimiento de mujeres y disidencias (la lucha por el aborto legal, la autodefensa contra el feminicidio, etc). Nos parece central como anarquistas, además, el cuestionamiento de la democracia burguesa como espacio de resolución o mejoras de las condiciones de vida de nuestra clase; intentando desarrollar experiencias de gestión directa, democrática y de abajo hacia arriba. En ese sentido, intentamos desarrollar un cuestionamiento al Estado como lugar de disputa y a la vía electoral como “único” espacio de acción específicamente política.

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¿Qué papel juega la Organización Política dentro de los movimientos sociales y cómo encaja eso en su visión de la política Socialista Libertaria? Existen diversas visiones en el campo de la izquierda con respecto a la intervención de las organizaciones políticas en los movimientos sociales. Incluso dentro del anarquismo militante (dejando de lado a individualistas o a aquellxs que abordan aspectos más “contraculturales”), podríamos decir que existen por lo menos tres posiciones al respecto: lxs que ven al “grupo político libertario” como un espacio únicamente de propaganda o difusión y donde los acuerdos son laxos y casi no hay intervención en los movimientos sociales ; aquellxs que no ven la necesidad de desarrollar un espacio estrictamente político y combinan en la militancia de base aspectos políticos-sociales comunes; y, finalmente, una corriente como la nuestra que ve central la doble organización, la política y la social. Nuestra visión de la Organización Política Libertaria intenta tomar enseñanzas de las experiencias históricas que señalamos anteriormente, incorporando además la experiencia de diversas organizaciones del llamado “especifismo latinoamericano”, como la FAU (Federación Anarquista Uruguaya) desde los años 60s o la OSL (Organización Socialista Libertaria) en Argentina en los 90s y 2000s. También la experiencia de los exiliados rusos de Dielo Truda (con Makhno y Archinoff como cabezas visibles) que propondrán una Unión General de los Anarquistas y una Plataforma Organizativa. Considerando la relación con las organizaciones sociales, consideramos a nuestra organización política como una instancia de articulación de nuestra militancia popular; de forma37


ción de militantes integrales libertarixs y de debate estratégico de nuestras tareas específicamente, considerándonos como apenas un núcleo de una construcción mayor a desarrollar. • Articulación de la militancia popular, como un espacio pedagógico y dinamizador de nuestra inserción popular; defendiendo la independencia política de las organizaciones de base, pero trabajando para potenciar todo lo que de clasista, feminista y libertario tenga en su seno. Fomentando la defensa de derechos y libertades populares y, a su vez, ir prefigurando en prácticas concretas y palpables la sociedad por la que luchamos. Definir tácticas y estrategias comunes de las diversas militancias y coordinar nuestra militancia en un sentido de desarrollar un Poder Directo del Pueblo como herramienta de ruptura con el actual orden capitalista, patriarcal y estatal. • La formación de militantes integrales libertarixs la entendemos como algo dinámico y con diversas aristas: la práctica política con determinados valores y sentires; la formación teórica mediante los debates, la lectura y talleres; la diversidad de nuestras responsabilidades en la organización política y en la social; la polémica con otras corrientes; la elaboración de materiales de propaganda y difusión, etc. • El debate estratégico de nuestras tareas no lo pensamos escindidas de la propias características niveles de desarrollo de las organizaciones sociales donde participamos ni donde construímos. Objetivos como la autoactividad de las masas, autogobierno de lxs trabajadorxs o independencia de clase no son aspectos formales o retóricos, debemos empalmarlos desde el hoy en las tareas de los movimientos sociales. En ese sentido la Organización Política la vemos como un empuje, un aliento, un sostén del desarrollo autónomo 38


del movimiento popular; con más responsabilidades y ningún privilegio; y actuando, en determinados momentos de repliegue, como retaguardia que salvaguarde los objetivos de transformación radical. La Organización Política la pensamos como un espacio pedagógico y dinamizador de la militancia popular. Una de nuestras tareas es defender la independencia política de las organizaciones populares, pero militando para potenciar todo lo que de clasista, feminista y libertario tenga en su seno. Pensamos que la política debe surgir desde la base, de abajo hacia arriba.

En los EE. UU., existe un amplio debate sobre la política electoral en la izquierda. ¿Cómo se relacionan los socialistas libertarios en América del Sur con la política electoral? Históricamente, las organizaciones y corrientes políticas más importantes de la izquierda en Argentina han participado electoralmente. Desde el viejo Partido Socialista desde fines del Siglo IXX hasta el Partido Comunista desde los años 30 del siglo pasado. Tal vez, la excepción ha sido en los años 70 el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), una importante formación proveniente del trotskismo y guevarismo que desarrolló la lucha armada y no participó electoralmente en su momento de auge. Desde el retorno de la democracia en 1983, las organizaciones de izquierda anticapitalista más importantes han sido las provenientes del trotskismo. Todas ellas, han desarrollado durante estos más de 30 años una sostenida política de intervención electoral. A veces como tribuna de debate, otras como propaganda y, desde la formación del FIT (Frente de Iz39


quierda y de los Trabajadores, una alianza entre diversos grupos de izquierda), han tenido pequeños “éxitos electorales”, sumando alrededor de un 3 a 5 % del electorado nacional, ganando diputados nacionales y provinciales y referenciado a determinados “tribunos del pueblo”. El anarquismo y sus organizaciones en Argentina nunca ha desarrollado sectores que hayan participado electoralmente en la democracia burguesa. Aunque en los últimos años se da una paradoja con respecto a nuestro marco de alianzas. Sectores con los que compartimos militancia social, acuerdos tácticos de intervención o, incluso, espacios de articulación política han, progresivamente, optado por comenzar a participar de diferentes instancias electorales. Algunas en el mencionado FIT y otras en construcciones de centroizquierda o aliadas de sectores del kirchnerismo. Incluso encontramos franjas con sostenidas simpatías hacia nuestra corriente o, incluso, provenientes del anarquismo. Esto nos obligó a debatir con ellos, más desde lo táctico y político coyuntural, sin caer en posiciones cerradas y abstencionistas abstractas. Podemos ver tres debates centrales en ese sentido. Por un lado, la cuestión electoral se ve como un “salto a la política” posible, un crecimiento y una respuesta para superar el “corporativismo” y el “tradeunionismo” desde las militancias sociales. Ante esto, nuestra postura es que es correcta la necesidad de ese “salto”, pero que circunscribir la intervención política a la intervención electoral desprecia la política, la mete en la arena del enemigo, con las tácticas del enemigo de clase y sus instrumentos. Seguimos sosteniendo que la democracia burguesa es la dictadura de la burguesía, un instrumento de consenso para la explotación capitalista y patriarcal. Nos in40


teresa desarrollar campañas políticas de intervención local y nacional; propuestas populares, etc incluso con presentación de proyectos de ley, como fue el caso de la Ley de Interrupción Voluntario del Embarazo, donde amplios sectores desarrollaron desde abajo y democrática y nacionalmente una gran campaña de masas. El otro aspecto es nuestro cuestionamiento de la democracia burguesa y la necesidad de articular una Alternativa Política Extraparlamentaria que sea una referencia para los movimientos sociales en lucha, el movimiento de mujeres y disidencias, las corrientes clasistas del movimiento obrero y estudiantil, etc. Una articulación política y con una agenda de intervención entre diferentes corrientes de la izquierda revolucionaria, libertaria y autónoma. Mal podremos desarrollar una crítica radical y política a los instrumentos de consenso de la burguesía si aceptamos lisa y llanamente su juego. Finalmente, nuestra crítica táctica a la intervención electoral la analizamos a la luz de los recursos políticos, militantes y económicos que se destinan a las campañas electorales por organizaciones hermanas; lo que va a redundar, más temprano que tarde, en un descuido o en una apreciación instrumentista de la militancia de base y de las organizaciones sociales es post de una “corrección política” y de un conservadurismo en métodos audaces o disruptivos de intervención política, sobre todo aquellos que desarrollan la acción directa como método de intervención.

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Recientemente, ha habido una ola de luchas feministas en América del Sur, particularmente en Argentina y Chile, incluyendo toma de escuelas y manifestaciones masivas sobre derechos reproductivos. ¿Cómo han participado lxs socialistas libertarios en estas luchas y cómo el feminismo difunde su teoría y su práctica a nivel general? Es interesante rastrear los antecedentes históricos del movimiento feminista en la región para analizar la fundamental influencia libertaria. Desde la experiencia del periódico “La voz de la Mujer”, impulsado por la anarcofeminista Virginia Bolten; pasando por la formación de Mujeres Libres en los años 80s en Buenos Aires o las primeras “Comisiones de Mujeres” con una fuerte intervención de nuestras compañeras anarquistas en los movimientos piqueteros a finales de los 90s hasta la actualidad. En toda esta etapa hemos participado activamente, aún con nuestras modestas fuerzas. Lo hemos hecho, en el dïa a día y, por supuesto, en las calles, en esas multitudinarias e históricas jornadas de lucha. Tanto en las movilizaciones del Ni Una Menos, como en los paros de mujeres, los 8 de Marzo, los 25 de noviembre o en las jornadas de acampe y acción directa en el Congreso Nacional por la sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Pero, también, interviniendo diariamente en varias organizaciones específicas: en consejerías populares pre y post aborto, en la Campaña Nacional Contra las Violencias hacia las Mujeres, en la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; en los Encuentros Nacionales de Mujeres, ahora renombrado Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas,Travestis y Trans; en organizaciones feministas especí42


ficas y en las diversas comisiones y áreas de las organizaciones populares donde militamos. Desde el punto de intervención política particular estamos impulsando una Asamblea Feminista Libertaria junto a compañeras de otras organizaciones libertarias y militantes anarquistas sindicales, sociales, feministas, intelectuales y estudiantiles. La idea es pensar nuestra práctica, acordar políticas transversales de intervención y elaborar línea para accionar desde nuestra mirada en la actual coyuntura. En ese sentido, desde ASL, hemos editado un documento para aportar a una Definición Estratégica del Feminismo Libertario. En él, caracterizamos al movimiento de mujeres y disidencias como, claramente, el sector más dinámico políticamente de la clase trabajadora en estos días ya que cuestiona no solo las opresiones patriarcales y capitalistas dentro de las relaciones personales y cotidianas, sino también de las instituciones del Estado e incluso dentro de las organizaciones sociales.

En América del Sur, muchos socialistas libertarixs han propuesto una teoría y una práctica para construir el “poder popular” ¿Qué es el poder popular y qué formas ha adoptado en la práctica? Al igual que la mayoría de la militancia de izquierda con inserción social en Latinoamérica, desde el socialismo libertario se aborda la construcción de Poder Popular. Hemos intentado polemizar con el término desde un cuadernillo que intenta sistematizar nuestras posiciones al respecto ya que, dentro de ese concepto tan amplio, se pueden ver rastros de las más variadas corrientes y políticas. Al43


gunas de ellas enriquecen y otras, a nuestro humilde entender, confunden. Para la A.S.L., la construcción de Poder Popular es una estrategia compleja, permanente y de disputa. Ante la multiplicidad de acepciones que se le da, desde un tiempo a esta parte, comenzamos a definir dicha estrategia como Poder Directo del Pueblo; ya que nos parece que se acerca mucho más a una visión libertaria de la construcción. Decimos que la construcción de Poder Directo del Pueblo (PDP) es compleja porque intenta encontrar herramientas y gérmenes de prácticas liberadoras en las condiciones objetivas en la cual desarrollamos nuestra militancia; permanente, porque no pensamos un desarrollo en etapas estancas pero tampoco que todo momento político sea el mismo para el desarrollo del PDP; y de disputa, porque intenta pelear contras los sentidos verticales, patriarcales y liberales en la construcción política y de masas. Pensamos que el desarrollo del PDP debe ir de la mano de la experiencia, de la lectura de la etapa y de las propias fuerzas que –como clase– tengamos. Discrepando tanto con la “huída del poder” como con la “toma del poder”; consideramos que la estrategia de PDP va construyendo un poder desde los sectores oprimidos y desde el pueblo trabajador desde donde prefigurar materialmente ese socialismo libertario, desde abajo, sin Estado ni Patriarcado que queremos construir. En la actual coyuntura que atraviesa la región, estamos atravesando una etapa de PDP que se apoya más en la Resistencia y Organización que en avances significativos. La necesidad de defender conquistas históricas de nuestra clase y del movimiento de mujeres y disidencias sexuales 44


se torna central en esta etapa. Por ello la promoción de organizarnos unitariamente desde abajo, en las organizaciones gremiales y político-gremiales que las masas reconocen como legítimas para su defensa: sindicatos, organizaciones sociales y reivindicativas, centro de estudiantes, asociaciones barriales, agrupaciones y consejerías feministas. Por otro, lado, nos parece central el debate acerca del cuestionamiento de la democracia burguesa como el espacio político “natural” de nuestras intervenciones; intentando desarrollar y promover instancias locales de democracia y acción directa: campañas, coordinadoras multisectoriales, romper con el coorporativismo, etc. Dentro de esto, vemos fundamental la experimentación de la gestión de recursos arrancados en la lucha en el ámbito territorial, la posibilidad de contención antiburocrática en determinados Cuerpos de Delegadxs o Juntas Internas gremiales para defender conquistas, la solidaridad de clase. Creer en la práctica en nuestras fuerzas, demostrando que ninguna crisis podrán resolverla los que la generaron: el Estado y los patrones.-

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Impreso en una imprenta compañera en el barrio de Villa Crespo. Editado con especial cariño y compromiso para el 1ro de mayo, día de memoria y lucha de la clase trabajadora. Año dos mil diecinueve.-

REVERDECER imprenta


La tierra, por la magnificencia de sus horizontes, las frescuras de sus bosques y la pureza de sus fuentes, ha sido y continúa siendo la gran educadora y no ha cesado de llamar a las naciones a la armonía y a la conquista de la libertad.Élisée Reclus




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