MANIFIESTO_LAS CIUDADES NO SON PLANAS_PROYECTO FINAL DE CARRERA

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MANIFIESTO LAS CIUDADES

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N CIÓ N C U Ó OD ACI AD R P C RE U RID D E GU SE

NO SON PLANAS


ÍNDICE

Capitulo 1 “Como era en el principio, ahora y siempre” Capítulo 2 Los niveles que se pensaron y los niveles que se crearon 2.1. La ciudad en la lucha (no solo) de clases 2.2. La otra ciudad. O cuando “el verbo se hizo carne”

Capítulo 3 El Parque Morelos, entre trabajadoras, vecinos y prostitución 3.1. ¿Quién trabaja y quién se prostituye? 3.2. El Parque Morelos será público o no será


Capítulo 1 “Como era en el principio, ahora y siempre” “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba a desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo …” (Génesis, 1-2)

Lejos del principio, después de la piedra, del axis-mundi, del misticismo, de querer alcanzar el cielo, de las polis, de los imperios, de las conquistas de “los nuevos mundos”, del “Dios verdadero”, del hombre-estado, de la ilustración y la enciclopedia, de las independencias, de los 10 libros, de los 4 libros, de las ciudades jardín, del futurismo, del mercantilismo y el capitalismo, del marxismo, del leninismo, del estalinismo, del fascismo, del nazismo, de la Bauhaus, de la bomba, de los derechos del hombre, del “menos es más”, de los 5 puntos de la arquitectura moderna, del CIAM, de Henry Ford y Robert Moses, de las primaveras, de la Imagen de la ciudad, de la arquitectura emocional, de las Ciudades invisibles, de La vida y la muerte de las grandes ciudades, de Learning from las Vegas, de los espacios basura, de los no lugares, de Cities for people, de las atmosferas, ¿Qué hemos aprendido los hombres? ¿A que nos hemos aprehendido los hombres? Lejos del principio, los hombres seguimos queriendo ser los creadores de los cielos y la tierra, ordenamos lo que nos parece “luz” y lo diferenciamos de los que nos parece “las tinieblas”. Erigimos calles, carreteras, ciudades y distritos con nombres masculinos. Producimos “Trump Towers”, “Rockefeller Centers”, “San Lázaro”, “George Pompidou Centre”, calles “Francisco I. Madero”, “Miguel Hidalgo”, “Benito Juárez”, etc… Si se observa un mapa desde perspectivas sociales, económicas y políticas, veremos que más allá de ser instrumentos de planeación y ordenamiento territorial, terminan siendo también una especie de representación de la distribución de las fuerzas y las autoridades que existen dentro de un mismo estado, compuesto por gobierno, sociedad y territorio. En otras palabras, podemos ver cómo se mapean los elementos materializados de un concepto que es casi inherente a casi todas las especies animales sobre la tierra pero que, en particular, con la especie humana, guarda una relación histórica que va desde lo macabro hasta lo virtuoso: el poder.

¿Y qué asociamos actualmente al poder? Asociamos el automóvil al poder, el trabajo al poder, las empresas al poder, el mercado al poder, el dinero al poder, el gobierno al poder, la cima al poder, el lujo al poder, el consumismo al poder, las leyes al poder, el renombre al poder, la perpetuación histórica al poder, el dominio al poder, las ciudades al poder, la apropiación de las calles y del espacio al poder, las decisiones al poder, el tiempo al poder, la salud al poder, la sexualidad al poder, la seguridad al poder, ¿y el poder?… el poder lo asociamos a los hombres. Y bajo esa llana concepción, decidimos crear nuestras ciudades, con nuestras oportunidades, nuestras calles, nuestras carreteras, nuestros edificios, nuestro patrimonio, nuestros lugares recreativos, nuestras instituciones, nuestras métricas e índices, nuestros hitos y esculturas, nuestro hedonismo, nuestras reglas y nuestros usuarios. Y todo ello se volvió absurdo cuando los máximos representantes de esas ciudades se atrevieron a usar la proclama de “éstas son las ciudades de las oportunidades”, “estas son las ciudades del futuro”, “estas son las ciudades para todos”, “estas son las ciudades de la equidad y la igualdad”, “estas son las ciudades inteligentes” y aquél que quiera acceder a ellas, puede hacerlo en libertad, pues todos nosotros tenemos las mismas condiciones y todos somos iguales ante la ley o ante un Dios. Entonces, cada mañana, al mirar por la ventana, los hombres divisábamos ciudades llanas, como nuestra visión, urbes en planicies, pues estábamos seguros de que nuestros caminos se habían construido al mismo nivel, y creímos que todo sucedía por encima de lo visible, a la luz del día y conforme con nuestros designios. La comodidad de pensar que nuestra realidad era la única realidad, se volvió un credo y posteriormente, una venda.


Capítulo 2 Los niveles que se pensaron y los niveles que se crearon “La misma nueva sociedad, a través de los dos mil quinientos años de su existencia, no ha sido nunca más que el desarrollo de una ínfima minoría a expensas de una inmensa mayoría de explotados y oprimidos; y esto es hoy más que nunca.” Friedrich Engels

2.1. La ciudad en la lucha (no solo) de clases El concepto de lucha de clases, ampliamente estudiado por filósofos como Nicolás Maquiavelo, Friedrich Engels y en especial por Karl Marx, nos habla de una lucha histórica entre aquellos dominados y aquellos que dominan, entre la alienación y la revolución. Dentro de una sociedad políticamente estructurada, han existido clases que buscan el control a través de la religión, la política, la filosofía, el sistema social y el sistema económico y las ciudades mismas han respondido a esta lucha, regularmente de mano de los que buscan dominar, pero de manera más interesante de aquellos y aquellas que se rehúsan a alienarse. Y de esta forma, la planicie ordenada de las clases dominantes, representadas principalmente por un nivel socioeconómico alto, por la masculinidad y por lo políticamente correcto, empieza a deformarse. Tomemos con referencia la película de 2010, El Origen, donde, en una práctica sobre el control de los sueños, Ariadne, estudiante de arquitectura, protagonizada por la actriz Ellen Page, juega con una ciudad onírica y realiza una deformación donde una parte de la ciudad queda totalmente invertida. Si se pudiera utilizar esa habilidad surrealista y se combinara con perspectivas socio económicas o bajo la lente del poder, las ciudades mexicanas podrían comenzar a verse como un paisaje cubista, al estilo Picasso, donde la esquina de una manzana puede estar en un nivel más alto o más abajo que la esquina del otro extremo de esa misma manzana. Los niveles pueden estar están dados por múltiples factores: clases sociales, empleos formales y empleos informales, sistemas y formas de movilidad, usuarios “correctos” y “deseables”, también llamados “ciudadanos ejemplares”, contra usuarios “indeseables”, “marginales” o “incorrectos”; puntos que concentran edificios, industrias, universidades o empresas, contra puntos que carecen de edificios de representación o hitos distintivos; vecindarios consolidados con alta cohesión social y de linaje contra barrios emergentes cuyo mayor distintivo es el aislacionismo de las personas y, por supuesto, el género y la sexualidad.

Y dentro de este paisaje, quizá podamos ver que las extensiones de tierra que se ubican en los niveles más altos, extienden puentes sólo entre ellos mismo y posiblemente escaleras directas con el nivel inmediato inferior. Los siguientes dos niveles inferiores, los medios, se comunican entre ellos y algunos pueden acceder a un nivel más alto, pero la diferencia entre niveles es mayor y las escaleras que los conectan tienen peldaños muy altos, de difícil acceso y es posible que el trabajo en conjunto de muchas personas, solo pueda resultar en el ascenso de unas cuantas. Quizá sólo las suficientes para poder relatar unas cuantas historias de éxito que inspiren a los niveles medios a esforzarse más para poder ascender. Por último, el nivel más bajo solo se conecta entre sus semejantes, los puentes que unen los niveles superiores, descansan sus cimientos en estos niveles y a ello lo llaman “cooperación”. Además, los niveles más bajos tienen múltiples escaleras que en realidad no llegan a ninguna parte, pues no alcanzan a conectar ni con los niveles medios y mucho menos con los superiores. Pero la abundancia de escaleras en los niveles bajos sirve como justificación de los superiores para decir: “tienen los medios suficientes, si no logran subir, es porque no lo quieren”. Y es posible que, en un inicio, las ciudades sí se hayan pensado por niveles, estratificadas, ordenadas y alienadas, después de todo, el control territorial es también parte del control social y político. Pero como ya se comentó, la visión de los hombres, aunque segmentada, no alcanzó a prever que todo lo que había quedado fuera de su visión, también reclamó su posición en la ciudad y también generó niveles y espacios propios, ya fuera a través de la ocupación presencial o a través de elementos físicos como símbolos en los muros, hitos urbanos, casas o espacios en donde pudieran concentrarse para representarse a ellos mismos, para visibilizarse, para representar una voz que la estructura original de la ciudad no se molestó en escuchar y peor aún, se concentró en negar, ocultar, minimizar y criminalizar.


““La esquina es de quien la trabaja”,dice una de las mantas con las que cada primero de mayo marchamos para reivindicar nuestros derechos y rechazar a los explotadores.” Libro Putas, activistas y periodistas

2.2. La otra ciudad. O cuando “el verbo se hizo carne” “Colonia marginal”, “colonia segura”, “colonia rica”, “calle insegura”, “corredor económico/ cultural, gastronómico”, “barrio bravo”, “coto exclusivo”, “guetos urbanos”, “Ciudad creativa digital”, “Silicon (Silly-con) Valley mexicano” “mapa de marginación urbana”, “periferia urbana”, “islas de marginación”, “foco rojo”, “zona roja/ rosa”, “zona financiera”, “zona de atención prioritaria”, etc… Una vez que la ciudad empieza a manifestar en niveles macro su descomposición social, donde ya no es posible ocultar los problemas o utilizar “los casos aislados” como justificantes, los gobiernos y las autoridades comienzan a catalogar las zonas en donde se desarrollan los conflictos y las delimitan. Esto, siguiendo la visión de la ciudad por niveles, también produce fracturas en el territorio, en la sociedad y en el inconsciente colectivo pues hace asumir a los ciudadanos superioridad o rezago, según sus categorías. Por una parte, es necesario nombrar los problemas, pues “lo que no se nombra no existe”, y el tener un conocimiento georreferenciado de la situación puede llegar a hacer más efectiva y puntual cualquier intervención o política generada para mejorar. Sin embargo, la falta de cuidado y la evidente insensibilización de las autoridades, los medios de comunicación y el mercado, convierten las categorías en una estigmatización que ya no se queda en un nivel urbano, sino que estas categorías se mimetizan con los habitantes de esas regiones urbanas y generalmente se utilizan como etiquetas que abonan a generar una sociedad segregada, polarizada y cuya disociación social se hace evidente a través del encierro y el miedo al otro. Pero ahí no acaba la historia. La historia se escribe todos los días, cuando el discurso del “orden” se topa con el dialogo de las mujeres, de las clases trabajadoras, de los niños y las niñas, de las y los jóvenes, de las y los discapacitados, de los pueblos indígenas, de “las minorías”, de “los marginados”, de las y los que andan a pie o en bicicleta, de las y los que el trabajo formal no pudo brindarles una vida digna y segura, es decir, de la verdadera ciudad que escapa a la estructura de una visión correcta, patriarcal, adulta, funcionalista, y heterogénea.

“Creo que para los estudiantes de entonces la victoria era el hecho de ganar la calle, de manifestarse, sentir que la ciudad y el país podrían ser de ellos.” Elena Poniatowska sobre el Movimiento Estudiantil del 68

“Si quieres que te respeten los murales, pintales a sus muertos” Vecino de la colonia El Rehilete en Zapopan durante taller de intervención urbana

“Somos trabajadoras sexuales, somos activistas y queremos ser periodistas para poder contar nuestras batallas, nuestras guerras, nuestros sueños. Queremos decirle a la gente ’éstas somos nosotras‘, sin depender de nadie.” Libro Putas, activistas y periodistas

“Yo paro y desaparezco del espacio público porque quiero gritar desde la ausencia que nos están matando” Paula, 19 años. Fragmento recuperado del artículo publicado por El Universal, “El paro nacional del 9 de marzo desde la voz de 13 mujeres”

“¡Mujeres: la ciudad es nuestra”

Reza una manta colocada en el Colegio de arquitectos de Chile por la Red Mujeres por la Ciudad

“El grafiti, fíjate, es de las últimas y de las primeras expresiones del ser humano que el gobierno jamás ha podido manipular, jamás va a poder eliminarlo, comercializarlo ...” Fragmento recuperado de la tesis doctoral “Representaciones sociales e imaginario del grafiti, en el área metropolitana de la ciudad de Monterrey, Nuevo León”, por Juan Cristobal López Carrera.


Capítulo 3 El Parque Morelos, entre trabajadoras, vecinos y prostitución “¿Qué es la prostitución? “Es la acción de vender los principios y la ética de un valor monetario”, respondimos. Por eso no somos prostitutas. ¿Sexoservidoras? “Es estar dispuestas a que el amo nos tome en el momento en que se le antoje. A que nos use y nos tire”. Tampoco somos sexoservidoras.” Libro Putas, activistas y periodistas

3.1. ¿Quién trabaja y quién se prostituye? Así como las administraciones gubernamentales han designado a las trabajadoras sexuales y los espacios que ocupan como “marginadas”, “víctimas” o “espacios en deterioro”, también las trabajadoras sexuales han manifestado su concepción acerca de términos como “prostitución” y “sexoservidoras”, los cuales están citados en el inicio del capítulo presente. Es preciso definir y aclarar que, cuando se les hace la pregunta a las trabajadoras sexuales de “¿por qué elegiste este trabajo?”, es una avasalladora mayoría las que contesta que lo hace por razones económicas y es que, como ya se ha descrito anteriormente, en una ciudad-sociedad con niveles definidos por una opresión hetero patriarcal de clase alta ¿cuáles son las condiciones que se ofrecen a las mujeres para que puedan salir adelante de manera independiente, igualitaria, segura, respetuosa y digna? Las cifras en México no mienten y sólo basta echar un vistazo a INEGI para ver que las mujeres, por sólo el hecho de serlo, ya se enfrentan a desventajas desde su nacimiento, independientemente de la región, el nivel socio económico, raza o etnia. Empezando por la seguridad, uno de los conceptos base por los cuales los individuos decidieron formar sociedades, contratos sociales y, en consecuencia, estados, es un rubro que en lo que respecta a la población femenina, tiene fallas y carencias que exponen a las mujeres ante la sociedad, siendo sujetas a la violación de sus derechos de manera sistemática por parte de sus familias, amigos, parejas, instituciones, autoridades, criminales y desconocidos, es decir, de la comunidad en general. En una cadena en extremo sintetizada, la sensación (y la realidad) de inseguridad comienza a producir daños en la salud física y mental de las niñas, produciendo un desarrollo obstaculizado que también empieza a influir negativamente en la educación desde los niveles básicos de enseñanza. A la par de esto, las respon-

sabilidades reproductivas que se empiezan a cargar a las mujeres desde la infancia también influyen de manera negativa en una educación plena y en muchos casos desembocan en deserción escolar o bajo rendimiento. Por si fuera poco, la educación y salud sexual de las mujeres, plagada de moralismos, estigmas e ignorancia terminan siendo también limitantes y causas de daños a la integridad física y psicológica y este estigma aparece desde los primeros años donde la sexualidad empieza a influir de manera más drástica en el cuerpo femenino. Posteriormente, el mundo laboral no presenta mejores condiciones, pues, de entrada, el rezago educacional es mayor en mujeres que en hombres y el cual es innegable que influye en un trabajo mejor remunerado con mayor estabilidad. En esta etapa, es común que las mujeres ya cuenten con responsabilidades familiares, ya sea con hijos o al cuidado de otros miembros de la familia. Lo cierto es que, aunque el trabajo formal presente, aparentemente, mejores condiciones laborales, conceptos como el “acoso laboral”, el “techo de cristal” y la diferencia salarial hacen del trabajo productivo un mundo también lleno de niveles y fracturas, donde, en muchas ocasiones, el salario no completa para pagar las cuentas ni satisfacer necesidades recreativas que como humanos necesitamos. Y es aquí donde la balanza económica muestra su inequidad al grado que a nivel mundial existe el concepto de “feminización de la pobreza” y en el caso de México, uno de los países con los niveles más bajos de movilidad social, hacen casi un determinante para mujeres de clase baja mantenerse en este sector económico toda su vida. Esta cadena de eventos es necesaria para responder la pregunta ¿el trabajo sexual es una decisión? En muchas ocasiones, la ausencia de horarios fijos, la posibilidad de ganar el dinero suficiente para una vida digna, las ofertas limitadas del trabajo formal hacen que el trabajo sexual, más que una decisión, sea en realidad la opción que presenta mejores beneficios a pesar de los altos niveles de riesgo que se corren en seguridad y salud.


Los únicos que han romantizado el trabajo sexual han sido los hombres y lo hemos hecho desde la historia, los mitos, la literatura, la filosofía y hasta en política, y hemos obstaculizado el reconocimiento de esta labor como un tema que urge de visibilizacion, comprensión, atención seria, salud y seguridad. La cita referida al inicio de este capítulo deja muchas cosas en claro, siendo las principales: las mujeres que ejercen este trabajo no se asumen sumisas ni objetos del hombre, somos los hombres los que les hemos dado ese estigma; segundo, ellas no están dispuestas a ser despojadas de los valores que tienen mayor significado para ellas, por ejemplo, la familia y la libertad. En ese sentido, hay más revolución que alineación en su decisión. Y si tomamos su definición de prostitución (y deberíamos tomarla) podemos considerar que se ejerce más prostitución en la oficina directiva de un edificio gubernamental, de un partido político, de un noticiero o periódico y en un distrito empresarial que en todo el parque Morelos en un día entero. Y en temas urbanos, inmobiliarias, constructoras, alcaldes, gobernadores y presidentes han prostituido el suelo a través de proyectos fallidos, especulaciones y supuestas rehabilitaciones urbanas. El sobrenombre de Silicon Valley mexicano es la muestra más evidente de cómo la identidad política y empresarial mexicana está sujeta a la prostitución por popularidad y promesas de crecimiento económico. Aun así, la ciudad de niveles ha puesto a proyectos como las Villas panamericanas, Ciudad creativa digital y usuarios externos a la colonia en los niveles más altos, relegando a los vecinos, niñas y niños, estudiantes, madres con niños, discapacitados, entre otros viandantes, a los niveles medios y bajos e intentando desplazar, disfrazar o sumir lo mayor posible a las trabajadoras sexuales que usan el espacio público.

3.2. El Parque Morelos será público o no será Diversas disciplinas y organizaciones reconocen el espacio público como un catalizador social, como espacio de representación, como factor para mejorar la seguridad y la calidad de vida de los habitantes y los vecindarios. Se han reconocido las dimensiones ambientales, sociales, políticas, económicas y de salud asociadas a estos espacios al tal grado que se han convertido en parte de las agendas urbanas de los gobiernos. Sin duda alguna, este reconocimiento al espacio público es, más que positivo, es urgente. En una ciudad-sociedad de niveles, podríamos observar que, en el espacio público, los niveles descienden radicalmente, sin embargo, el paisaje urbano aún estaría disparejo. De nuevo podemos pensar que los hombres que han proyectado este espacio, no contemplaron lo suficiente la diversidad de usuarios que un espacio de las dimensiones del Parque Morelos podría detonar. Actualmente, puede verse una mezcla diversa de usuarios en el Parque: niñas y niños acompañados por sus padres, hombres trabajadores adultos que usan las áreas verdes para descansar recostados en el pasto, grupos de estudiantes que se sientan a platicar en el pasto o en las bancas, parejas que se sientan a la sombra del arbolado, personas adultas que usan los gimnasios al aire libre, y a ellos los vemos sin prejuicio, sin estigma, sin incomodidad. Dentro de los niveles, es deseable que estos usuarios dominen el espacio. Pero, aunque los hombres sean ciegos, o de mirada selectiva, aunque el mercado sea el juez del desarrollo, aunque la moral quiera imperar, aunque los políticos tengan “otros datos”, aunque la autoridad tenga la fuerza, aunque se quiera apagar la luz, las voces que surgen desde el territorio no pueden se acalladas. El hecho de que alrededor de 250 trabajadoras sexuales ocupen el Parque Morelos todos los días, desde primeras horas de la mañana hasta el anochecer, a


pesar del acoso de las autoridades y de los múltiples intentos por desplazarlas, deja en claro que el espacio público y la ciudad también son de ellas y mientras la ciudad no se moleste en visibilizarlas, fuera de morbo y como objetos de mercancía, a través de espacios dignos, equipamientos de salud, educación y justicia, infraestructura urbana de calidad, puntos de encuentro seguros y oficiales, no para ejercer el trabajo sexual, sino para ejercer su derecho a la ciudad y mientras a las mujeres, en general, y sus cuerpos sean sujetas a la objetivación del machismo, al desplazamiento a niveles inferiores dentro de la estructura urbana-social, queda claro que las trabajadoras seguirán conquistando sus esquinas, exponiendo sus demandas, reclamando sus derechos, y permeando cada vez más, en los niveles de estratos superiores. La ciudad, la verdadera ciudad, la de las y los ciudadanos, no la “Creativa Digital”, no la “Panamericana”, no las “Inteligentes”, deberá escuchar y atender, pues si la ciudad segrega, no es ciudad, si estratifica, no es ciudad, si expulsa, no es ciudad, si intimida, no es ciudad, si no cuida, no es ciudad, si invisibiliza, no es ciudad, si no es púbica, no es ciudad, si no es de las y los ciudadanos, no es ciudad, es lo contrario.



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