El oso andino se ha adaptado a los cambios originados por los humanos en los ecosistemas. Grandes extensiones de bosques fueron remplazados por pastizales originando perdida de hábitat y alimento como bromelias y puyas, esto unido a la cacería intensiva de tapires, venados y otros mamíferos ha disminuido la disponibilidad de alimento para el oso (Laguna, 2012).