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El suelo y el cambio climático
El incremento en los stocks de carbono orgánico del suelo ayuda a mitigar los efectos del cambio climático. Para ello, además de la SD, es clave lograr buenas rotaciones. Un trabajo conjunto de Aapresid y S4 Agtech para seguir de cerca la calidad de nuestras rotaciones.
En un contexto de cambio climático, degradación de la tierra y pérdida de biodiversidad, los suelos se han convertido en uno de los recursos más vulnerables del mundo. Los impactos antropogénicos pueden hacer del carbono orgánico del suelo (COS) un sumidero o una fuente de gases de efecto invernadero (GEI) (Soil Organic Carbon, the hidden potential, FAO, 2016).
Según el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), el sector agrícola es responsable del 10 al 12 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (Smith, 2014). Pero a su vez, la captura del C atmosférico por cultivos y pasturas, y su secuestro en el suelo se ha destacado como una de las estrategias más promisorias para la mitigación de estos gases (Smith, 2016). De acuerdo a la iniciativa “4 por mil” (Minasny et al., 2017), se cree que un incremento relativamente pequeño en los stocks de carbono orgánico del suelo puede ejercer un gran rol para mitigar los efectos del cambio climático.
Lograr los objetivos de secuestro que se plantean requiere de la implementación de un conjunto de prácticas. La siembra directa (SD) es una de ellas (por lo descrito), pero por sí sola no es suficiente. Las rotaciones en diversidad/intensidad adecuadas son necesarias para favorecer: mayor fertilidad, menor pérdida de N por lixiviación/escape gaseoso, mejor control de plagas (y por tanto reducir emisiones indirectas por menor dependencia de insumos sintéticos y dependientes de combustible fósil para su elaboración) y mayor secuestro de C.
La agricultura climáticamente inteligente (ACI) se centra en métodos para mantener o aumentar la producción de alimentos y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de GEI y otros efectos secundarios ambientales en varios escenarios climáticos. La siembra directa, la implementación de cultivos de servicio y las rotaciones son componentes importantes de la ACI.
La incorporación de cultivos de servicio presenta una serie de beneficios dentro del sistema: mejoran el manejo del agua, permiten controlar y reducir la erosión eólica del suelo, reducen la densidad de malezas, favorecen la biodiversidad, disminuyen la carga de insumos, entre otros. En Argentina, sobre todo en regiones semiáridas, es una práctica que viene creciendo sostenidamente a lo largo de los últimos años y actualmente es adoptada por el 13 % de los productores.
La siembra directa fue propuesta como un componente de esta ACI porque tiene un mayor potencial para el secuestro de carbono del suelo, así como para mejorar su calidad y lograr una productividad sostenida de cultivos (Huang, Y. y col., 2018).
A través del Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA), la Bolsa de Cereales de Buenos Aires construye los indicadores de adopción de siembra directa y cultivos de servicio, que se complementan con el dato de rotaciones como área sembrada de gramíneas, que surge del Panorama Agrícola Semanal (PAS). Toda la información se obtiene de la Red de Colaboradores de la Bolsa de Cereales, que cuenta con 1200 asesores técnicos de agronomías, acopios, cooperativas, asociaciones, entre otros. La medición de tecnologías a través del ReTAA se realiza a campaña cerrada, sobre 700 encuestas telefónicas a los informantes calificados de cada región. Con el análisis de promedios zonales para cada tecnología y por su nivel de adopción según la superficie de cada cultivo, se obtiene el escenario productivo de Argentina.
En Argentina, desde hace 10 años la superficie no removida (siembra directa) se mantiene en niveles superiores al 90 % (Aapresid - Bolsa de Cereales, Figura 2).
Sin embargo, se observa cómo gran parte de los suelos sufren un proceso de degradación. Lo anterior pone en evidencia la necesidad de comenzar a incorporar en las estimaciones de sistemas en siembra directa anuales mediciones que den cuenta de la calidad del manejo, empezando por la que corresponde a las rotaciones.
El interrogante que se planteó fue: ¿qué porcentaje de la superficie agrícola que hoy está bajo siembra directa (mejor dicho, no removida o sin labranzas), puede considerarse bajo un verdadero sistema de siembra directa?
Figura 1 (arriba) Evolución de la superficie en siembra directa (hectáreas). Campañas 1989/90 a 2018/19 (Fuente: Bolsa de Cereales /Aapresid).
Figura 2 (debajo) Evolución de la superficie en siembra directa (%). Campañas 1977/78 a 2018/19 (Fuente: Bolsa de Cereales /Aapresid).
Tabla 2 Evolución de la superficie en siembra directa por cultivo en Argentina. Campañas 1977/78 a 2018/19 (Fuente: Bolsa de Cereales /Aapresid).
Figura 3 Superficie en siembra directa por cultivo en Argentina, expresada en hectáreas. Campaña 1989/90 a 2018/19 (Fuente: Bolsa de Cereales / Aapresid).
En un esfuerzo de colaboración, Aapresid y S4 comenzaron a explorar esta visión haciendo una simple pregunta: ¿Cómo estamos rotando los cultivos?
Un primer indicador a conocer es la proporción de soja sobre soja sembrada en cada campaña.
Cada cultivo tiene una “firma espectral” que es capturada por los satélites. Esto le permite a S4 construir algoritmos de reconocimiento de cultivos, creando una especie de “código de barras” para cada uno. El algoritmo tiene un nivel de predicción del 92 % y al correrlo cada campaña, permite reconocer cuantos “pixeles” (de 6.25 has) están repitiendo soja. Este proceso lo han hecho desde el año 2000 hasta la actualidad y si bien el resultado no es la superficie nacional bajo Sistema de Siembra Directa (SSD), permite tener información sobre la superficie que NO se encuentra en un SSD.
A continuación se presentan los gráficos que indican la evolución de la superficie en siembra directa (sin labranza) por campaña, en hectáreas (Figura 1) y porcentaje (Figura 2), así como la evolución de la superficie en siembra directa por cultivo (Tabla 2 y 3, Figura 3), y mapas que muestran la adopción de siembra directa, el porcentaje de gramíneas y de productores que realizan cultivos de servicios por zona (Figuras 4, 5 y 6). Por otro lado, también se muestran los resultados de la caracterización de rotaciones realizados por S4 y Aapresid.
CARACTERIZACIÓN DE ROTACIONES A NIVEL NACIONAL A TRAVÉS DE IMÁGENES SATELITALES
A continuación, se presentan los resultados obtenidos gracias al trabajo conjunto entre la empresa S4 y Aapresid para determinar el porcentaje de monocultivo de soja en diferentes provincias durante las últimas 18 campañas (Tabla 4). Los números obtenidos reflejan el porcentaje de superficie de soja sembrada con soja como cultivo antecesor.
Para ilustrar la variabilidad intraprovincial, también se incluye un mapa de esta distribución correspondiente a la campaña 2016/17, que resulta la más preocupante por los altos valores obtenidos (Figura 4).
Figura 4 . Mapa de adopción de siembra directa por zonas agroecológicas. Campaña 2018/2019 (Fuente: Bolsa de Cereales/Aapresid).
Figura 5 Mapa de porcentaje de gramíneas en la rotación por zonas agroecológicas, campaña 2018/2019 (Fuente: Bolsa de Cereales/Aapresid).
Figura 6 Mapa de porcentaje de productores que realizan cultivos de cobertura o servicios por zonas agroecológicas, campaña 2018/2019 (Fuente: Bolsa de Cereales/Aapresid).
Referencias:
El tamaño del círculo representa el % de superficie de Soja.
El color rojo, más % de Soja sobre Soja.
El color verde, menos % de Soja sobre Soja.
Figura 4 Mapa de “píxeles” de soja sobre soja por provincia. Campaña 2016/17 (Fuente S4 Agtech).
ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES
• La no remoción es completamente necesaria para cuidar la salud del suelo y es un pilar de la llamada internacionalmente “Agricultura de conservación” (Kassam, 2015).
• Desde hace 10 años, aproximadamente, su adopción es casi total en Argentina en cultivos extensivos (Bolsa de Cereales/ Aapresid).
• La misma no fue acompañada en igual magnitud por la rotación de cultivos y el resto de las BPAs, y aquí radican algunas de las causas de las problemáticas actuales de los sistemas de producción, como la pérdida de fertilidad física, química y biológica de los suelos (Sainz Rozas, 2019) y la creciente aparición de biotipos de malezas resistentes (Aapresid REM).
• Desde Aapresid se trabaja en desarrollar indicadores que permitan diagnosticar el estado de los sistemas sustentables en siembra directa nacionales. Esto permitirá generar y difundir información clave para impulsar prácticas de manejo y políticas públicas que contribuyan al cuidado de la salud del suelo.
Tabla 4 Porcentaje de soja sobre soja por campaña por provincia (Fuente: S4 Agtech).