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Los cultivos de servicios obligan a repensar el manejo de plagas
Los insectos, enfermedades y malezas evolucionan y se adaptan a los nuevos sistemas que promueve la Agricultura Siempre Verde.
Manejo de plagas: Nuevos desafíos que nos presentan los cultivos de servicios
DISERTANTES H. Acciaresi; L. Couretot; F. Flores.
La incorporación de cultivos de servicios (CS) en las rotaciones aporta grandes beneficios a los sistemas, pero al mismo tiempo, trae nuevos desafíos que obligan a repensar prácticas, como el manejo de plagas, cuya dinámica se modifica conforme crece la superficie de CS. Los especialistas del INTA Horacio Acciaresi, Lucrecia Couretot y Fernando Flores compartieron un taller con información y propuestas para mejorar el manejo de plagas.
“Numerosos patógenos pueden parasitar tanto a algunos de los CS más utilizados en Argentina, como a cultivos extensivos, lo que significa que comparten un mismo nicho”, afirmó Couretot. Los fitopatógenos pueden sobrevivir en la semilla, rastrojo o en el suelo (necrotróficos) y otros sobreviven sobre el tejido vegetal vivo (biotróficos). Este último mecanismo, conocido como “puente verde”, es utilizado por numerosos patógenos foliares y habitantes del suelo para nutrirse de otros hospedantes iguales o diferentes (malezas, especies alternativas, plantas voluntarias y los CS). “Allí sobreviven durante mucho tiempo y pueden infectar a numerosos cultivos comerciales”, afirmó Couretot.
Los patógenos biotróficos se alimentan de células de plantas vivas y poseen un rango de hospedantes relativamente estrecho. Las royas solo pueden sobrevivir de un ciclo agrícola al siguiente, principalmente trigo, y en menor medida cebada, triticale, centeno y Phalaris. Los necrotróficos utilizan vegetales muertos como fuente de alimentación y la principal oportunidad de supervivencia es el rastrojo y semillas. En ausencia del hospedante, los patógenos sobreviven entre los ciclos agrícolas o entre inviernos fríos o veranos secos, como micelio en el rastrojo infectado (“puentes marrones”).
Los CS pueden ser anfitriones de patógenos habitantes del suelo, por ejemplo, las raíces necróticas de centeno de invierno albergan altos niveles poblacionales de patógenos de plántulas de maíz, como Fusarium graminearum y especies del género Pythium. La otra cara son las interacciones positivas. Los CS pueden romper ciclos de enfermedad y reducir las enfermedades bacterianas y fúngicas. “Como el caso de la pudrición del tallo de la soja que se redujo con la incorporación de avena, cebada y trigo como CS, que pudo haber generado un desgaste y no disponibilidad del inóculo para infectar la soja”, explicó Couretot.
La especialista insistió en que la implementación de variedades de buen comportamiento debe darse tanto para los CS como para el cultivo comercial. Otras herramientas que destacó fue el uso de curasemillas para patógenos de suelo, la definición de los momentos de terminación de los CS y siembras no tan profundas.
El entomólogo Fernando Flores propuso diferenciar aquellas plagas que afectan directamente a los CS y que pueden malograr el motivo por el cual dicho cultivo se implantó. Como el caso de gusanos blancos o trips, especies de pulgones (que pueden afectar no solo la implantación sino etapas posteriores de desarrollo), gorgojo del macollo, la oruga militar verdadera (que afecta la implantación, puede generar cortes y disminuir el stand de plantas, por ej. de gramíneas como avena, cebada o centeno).
“Conocer las dinámicas poblacionales de los insectos, brinda herramientas para poder influir en momentos más oportunos”, destacó Flores. Por ejemplo, para gusano blanco, si los niveles poblacionales son muy altos, se puede retrasar la fecha de siembra.
Flores también habló de Delphacodes kuscheli, transmisor de la virosis que causa el Mal de Río Cuarto en maíz. Uno de los causales fue el aumento significativo de siembra de trigo en el departamento Río IV (la mayoría proviene de lotes de maní). “La fecha de siembra, según zona y siguiendo los picos poblacionales del vector, el uso de tratamiento de semillas o de variedades tolerantes son alternativas para minimizar el efecto de la plaga”, señaló.
Otro ejemplo son las chinches, que cambiaron al trigo por las leguminosas, encontrándose altísimas densidades en vicias puras o en mezcla. “La vicia actúa cómo trampa y hace que se concentren niveles poblacionales altos de chinches. Pero el rolado produce una alta mortalidad por un efecto mecánico”, destacó.
El Ing. Agr. Horacio Acciaresi habló de la importancia de los CS a la hora de diseñar agroecosistemas para generar resistencias a las invasiones de malezas. “Cuando hay presencia de CS, existe una disminución de un 5 % en malezas en el cultivo principal y de un 20 % del enmalezamiento en etapas tempranas del cultivo”, afirmó Acciaresi.
Los CS juegan un rol muy importante a lo largo del proceso de enmalezamiento. “El CS ejerce un efecto en pie, a través de interferencia, un efecto de competencia por recursos aéreos y subterráneos, efectos alelopáticos por las raíces, y también a través de los residuos, ya que estos pueden modular las señales químicas y los factores ambientales para que una maleza germine y emerja”, explicó. El nivel o volumen de residuo que se genera debe ser alto para generar una importante impedancia física y es clave la durabilidad de ese residuo, para que el efecto dure hasta que el cultivo principal se desarrolle y pueda cerrar el surco y competir con la maleza.
Otro aspecto importante que destacó Acciaresi fue cómo los CS modulan el impacto ambiental y el costo económico de la resistencia a herbicidas. “Cuando se encuentran secuencias con CS, el EIQ disminuye a valores medios y bajos, y también baja el uso/costo de herbicidas”, afirmó.