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Agua: el desafío de desarrollar un manejo adaptativo
Un manejo del agua que se adapte a las distintas regiones climáticas es clave para lograr una intensificación ecológica.
Adaptando la agricultura siempre verde a distintas regiones climáticas.
DISERTANTES J. Mercau; M. Cambareri.
El Simposio del Agua incluido en el XXVIII Congreso Aapresid “Siempre Vivo. Siempre Verde” tuvo un espacio donde se planteó la producción adaptando la agricultura siempre verde a distintas regiones climáticas. La charla contó con la participación del Ing. Agr. Jorge Mercau, coordinador de Interacción entre AgroEcosistemas y Napa Freática del INTA San Luis, y su colega el Ing. Agr. Matías Cambareri, responsable del Laboratorio de Agrometeorología del INTA Balcarce.
El actual escenario enfrenta el desafío de desarrollar un manejo adaptativo. Se debe adaptar el plan de transpiración a la variabilidad esperable y monitoreada de la oferta hídrica para así reducir riesgos de sequías y excesos, y maximizar la producción de servicios, incluida la producción. En agua, pero también en fertilidad y manejo de adversidades, se hace necesario el monitoreo a campo de procesos críticos para decidir y evaluar las hipótesis de manejo en sus escalas adecuadas. Una intensificación en el uso de teoría ecológica en esas tres dimensiones abre grandes oportunidades de mejora.
“La transpiración es la salida de agua que tenemos que lograr del sistema. Es la única que permite generar biomasa y rendimiento, condicionando la rentabilidad del negocio agropecuario”, alumbró Mercau, para valorar que la biomasa permite generar cobertura del suelo, fijar nitrógeno del aire, circular nutrientes y mejorar la competencia con algunas malezas.
“La transpiración sólo ocurre cuando el agua ingresa al suelo y es capturada por la planta para ese proceso de transpiración”, resumió. Si ingresa mucha agua al suelo y el cultivo aún no está usando en cantidad, es probable que se pierda agua en profundidad y se pierda una napa freática. Las salidas por escorrentía y drenaje profundo, tienen algunos efectos positivos en los ecosistemas. Por ejemplo, la napa freática, puede volver a usarse en una próxima campaña. Sin embargo, estas dos salidas (escorrentía y drenaje) también son responsables del proceso de erosión eólica, de la inundación, de la aparición de nuevos ríos y del proceso de salinización. “No usar agua para evitar sequía tiene sus riesgos”, señaló.
La profundidad de la napa permite ver la expectativa de variabilidad de los cultivos, por eso recomendó tener la conducta de manejo de agua acorde a la oferta antes de decidir por tal o cual cultivo, y también interactuar con los vecinos para fijar estrategias, ya que el tema del agua excede el lote.
La oportunidad de manejar el agua, la nutrición y la protección, con una teoría ecológica, contribuye a intensificar el sistema de producción. “Nuestro agro necesita ir hacia un manejo más adaptativo que nos permita afianzar el conocimiento, desarrollar tecnologías y evolucionar a mejores sistemas de producción”, remarcó Mercau.
Cambareri caracterizó un ambiente de buena oferta de agua y analizó las posibles adaptaciones para no desaprovechar el agua. También habló de las proyecciones de cambio climático para Argentina. “Adoptar prácticas de manejo agrícola que permitan mantener una cobertura de suelo por más tiempo va a minimizar los riesgos”, dijo.
“La agricultura siempre verde en ambientes con buena fuente de agua es promisoria por el ciclo de crecimiento de los cultivos, por la producción de biomasa, el control de malezas y el aporte de nitrógeno. El cultivo de servicio permite captar recursos en momentos que, por el esquema de rotación, no hay otros cultivos”, destacó como conclusión.