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¿Qué nos dicen los suelos del sur de Córdoba?
La Chacra Sur de Córdoba evaluó la salud de sus suelos y reafirmó la necesidad de trabajar para revertir procesos de deterioro edáfico que se identificaron en ambientes de esta zona.
Por: : Torregrosa, R.S. 1 ; Colazo, J.C. 2 ; Sciarresi, C. 3 1 Gerente Técnico de Desarrollo (GTD), Chacra Sur de Córdoba, Sistema Chacras, Aapresid 2 Estación Experimental Agropecuaria San Luis, INTA & FICA, UNSL 3 Coordinador Técnico Zona (CTZ), Sistemas Chacras, Aapresid
1. INTRODUCCIÓN
El deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos como resultado de la actividad agropecuaria ha sido observado sobre una gran superficie de las tierras cultivadas del sur de Córdoba (Clerici, 2007; López Fourcade, 2007; Bozzer y Cisneros, 2019; Colazo y Género, 2019) y de zonas con características edafo-climáticas similares (Quiroga et al., 2016; Fernández et al., 2020; INTA, 2020). Es por esto que, el diagnóstico de la salud actual de los suelos del sur de Córdoba sometidos a la actividad agropecuaria constituye el “punto de partida” para diseñar estrategias de manejo de suelos y cultivos que permitan mantener o mejorar su capacidad productiva. A su vez, un correcto diagnóstico permitiría ajustar alternativas productivas tendientes a aumentar la eficiencia del uso de los recursos y disminuir la variabilidad de rendimientos de los cultivos.
De esta manera, el objetivo general del presente trabajo fue la evaluación de la salud actual de suelos provenientes de diferentes sistemas productivos y macro-ambientes abarcados por la Chacra Sur de Córdoba. Como objetivos específicos, la Chacra también se propuso: i) generar una base de datos mediante la medición de indicadores edáficos en suelos provenientes de diferentes sistemas productivos y macro-ambientes; ii) establecer umbrales de referencia para cada macro-ambiente basados en mediciones a campo y estudios previos; iii) realizar un diagnóstico de la salud actual de los suelos en función del sistema productivo, el macro-ambiente y los umbrales de referencia establecidos.
2. MATERIALES Y MÉTODOS
2.1. REGIÓN DE ESTUDIO
El trabajo se realizó sobre lotes y terrenos naturales ubicados dentro del departamento General Roca (34°49′00″S; 64°34′00″O), provincia de Córdoba, el cual abarca aproximadamente una extensión de 12.698 km2. Para realizar los muestreos a campo se utilizó la delimitación de macro-ambientes realizada por Faule et al. (2020). Estos autores diferenciaron cinco macro-ambientes dentro del departamento General Roca en base a la similitud en sus condiciones climáticas, edáficas y de relieve: i) Oeste: oferta hídrica anual 800 mm, textura arenoso-franca y relieve muy ondulado e irregular; ii) Transición: oferta hídrica anual 800-900 mm, textura arenoso-franca a franco-arenosa y relieve ondulado e irregular; iii) Centro: oferta hídrica anual 800-900 mm, textura franco-arenosa y relieve suavemente ondulado; iv) Este: oferta hídrica anual 900 mm, textura franco-arenosa y relieve plano; v) Sur: oferta hídrica anual 800-900 mm, textura francas y relieve suavemente ondulado (Figura 1). Los muestreos se realizaron en los macro-ambientes Oeste, Transición, Centro y Este debido a la mayor cantidad de establecimientos de los miembros de la Chacra dentro de los mismos. Para simplificar la presentación de los datos, el macro-ambiente Transición se consideró como del Oeste o Centro en función del tipo de textura, arenoso-franca (Oeste) o franco-arenosa (Centro).
Figura 1 Macro-ambientes que integran la zona de influencia de la Chacra Sur de Córdoba.
2.2. SITIOS DE MUESTREO Y SITUACIO- NES DE USO
Dentro de cada macro-ambiente, las muestras fueron tomadas dentro de la misma unidad ambiental (UA), la cual constituye una superficie variable de terreno con características topográficas, edáficas y agronómicas semejantes, delimitadas dentro del lote o superficie considerada. Esto se realizó para unificar los muestreos entre macro-ambientes, debido a que en los ambientes Oeste y Transición las marcadas diferencias topográficas generan distintas UA (loma, media-loma y bajo). En estos macro-ambientes las muestras fueron tomadas en las situaciones de media-loma.
Dentro de cada unidad ambiental, se realizaron tres unidades de muestreo (UM) por lote o situación natural de referencia. Cada UM consistió en: i) una muestra compuesta de suelo generada a partir de la realización de 15 piques con barreno calador a 0-20 cm de profundidad; ii) tres muestras compuestas de suelo generadas a partir de la realización de 10 piques con barreno calador a 0-5, 5-10 y 10-20 cm de profundidad; iii) el terreno para la evaluación de una serie de indicadores físicos. Cada UM fue georeferenciada (GPS) en su punto central abarcando una superficie imaginaria de 10 metros de diámetro.
Las mediciones se realizaron sobre suelos que representaron cuatro situaciones de uso de la tierra que fueron seleccionadas y denominadas de la siguiente manera:
• Monte o pastizal natural (mínima intervención): sin uso agrícola al menos por los últimos 50 años.
• Agrícola sin maní: lotes bajo agricultura permanente durante al menos los últimos 10 años, debiendo contar con dos a tres cultivos invernales de cosecha o servicio (no pastoreados) durante las últimas cinco campañas.
• Agrícola con maní: lotes bajo agricultura permanente durante al menos los últimos 10 años, debiendo presentar durante la última campaña un cultivo de maní.
• Mixto agrícola-ganadero: lotes bajo pastura perenne de alfalfa de entre dos y cuatro años, debiendo contar previo a la siembra de alfalfa con cuatro a cinco años de agricultura continua.
La situación de monte o pastizal natural fue tomada como testigo o marco de referencia para la comparación con el resto de las situaciones. En total se muestrearon 27 lotes y 9 situaciones naturales de mínima intervención (108 unidades de muestreo) correspondientes a 25 establecimientos.
A su vez, con el fin de evitar factores que influyan en los resultados de los indicadores edáficos (principalmente sobre los físicos), en todas los lotes de producción evaluados se corroboró la ausencia de utilización de implementos mecánicos de laboreo (rastras de disco, paratill, etc.) sobre los suelos.
Tabla 1 Indicadores evaluados por cada unidad de muestreo y metodología utilizada para su determinación.
(*) Medido también a profundidades de 0-5, 5-10 y 10-20 cm mediante la realización de 10 piques con barreno por muestra compuesta.
2.3. EVALUACIONES
En el laboratorio, se llevó a cabo la determinación de un conjunto de indicadores físicos, químicos y biológicos por cada muestra compuesta (Tabla 1). Dentro de los primeros, en la presente nota solo se desarrollará la resistencia mecánica a la penetración (RMP). Este indicador físico fue determinado a intervalos cada 5 cm hasta los 50 cm de profundidad mediante un penetrómetro de golpe en condiciones de humedad edáfica cercanas a capacidad de campo.
2.4. DETERMINACIÓN DE LOS UMBRALES DE REFERENCIA
Para cada indicador edáfico se utilizaron los umbrales de referencia disponibles en la bibliografía. A su vez, se implementó la metodología de análisis propuesta por US- DA-Universidad de Cornell (Schindelbeck et al., 2008; Moebius-Clune et al., 2017) para la evaluación de la calidad de suelos a través de indicadores y umbrales de referencia. Siguiendo esta metodología, es posible establecer “umbrales de corte” a partir de la distribución de frecuencias observadas en los lotes de producción (Andrews et al., 2004). Por ejemplo, para el caso de la materia orgánica, suponiendo como puntos de corte los percentiles 25 y 75, es posible agrupar a los muestreos en tres categorías (por ej. “peores”, “medios” y “mejores”) delimitados por los valores de MOT asociados a esos percentiles (Figura 2).
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
3.1. MATERIA ORGÁNICA TOTAL (MOT)
El contenido de MOT de lotes manejados antrópicamente se encontró alrededor del 1,25%. Esto significó cerca de un 30% menos que en los ecosistemas naturales, los cuales de por sí tienen bajos contenidos de MOT (<1,8%) respecto a los valores reportados en otros ambientes prístinos de la región pampeana (Sainz Rozas et al., 2019).
Las diferencias en los niveles de MOT estuvieron fuertemente influenciadas por los distintos macro-ambientes. Los lotes productivos de texturas más finas (55- 65% de arenas), macro-ambiente Centro y Este, presentaron en promedio niveles de MOT de 1,4 y 1,5%, lo cual significó cerca de un 31 y 29% menos que lo registrado en las situaciones naturales de referencia, respectivamente. En cambio, los lotes productivos de texturas más gruesas (70- 85% de arenas) como los del macro-ambiente Oeste presentaron un promedio notoriamente inferior, cercano a 0,9%. En este macro-ambiente, la diferencia con los ecosistemas naturales resultó levemente superior, representando un 32% menos de MOT.
Las diferencias entre situaciones de uso fueron más marcadas en el macro-ambiente Centro, donde se cumplieron las hipótesis esperadas (prístinos > mixtos > agrícola sin maní > agrícola con maní). Por otro lado, en los macro-ambientes Oeste y Este no se detectaron diferencias notorias entre las situaciones de uso antrópicas. Los datos analizados en estos macro-ambientes no permitieron corroborar la hipótesis anterior.
3.1.1. Estratificación de la materia orgánica total (MOT)
En las cuatro situaciones de uso, la MOT presentó una desigual distribución en el horizonte superficial del suelo, concentrándose sobre todo en los primeros 5 cm. Esta estratificación se acentúa en las situaciones prístinas, donde el aporte continuo de biomasa vegetal y la no disrupción de los suelos, favorece la acumulación de MO en los primeros estratos. Por otro lado, si bien en los lotes de producción se observa una mayor acumulación de MO en los primeros cm, característico de los sistemas de siembra directa, la estratificación resulta claramente menos pronunciada que en las condiciones prístinas.
Figura 2 Ejemplo gráfico de frecuencias acumuladas para la determinación de los “umbrales de corte” para el indicador materia orgánica total (%).
3.2. POTENCIAL HIDRÓGENO (PH)
Los sistemas productivos registraron un pH promedio de 6,34, mientras que las situaciones prístinas fueron ligeramente más ácidas (pH 6). Esto probablemente esté relacionado a los mayores contenidos de MOT de los sistemas prístinos. La MOT contribuye a la acidez a través de los grupos carboxílicos y fenólicos activos que se disocian en el suelo liberando hidrógeno (Abrego, 2012). Los suelos prístinos presentaron los menores niveles de pH, seguidos por los sistemas agrícolas sin maní. Por otra parte, no se encontraron grandes diferencias entre los sistemas agrícolas con maní y los sistemas mixtos. Los mayores niveles de pH encontrados en los sistemas mixtos pueden deberse a que las raíces más profundas de las pasturas pueden acceder a estratos de suelo con mayores contenidos de cationes, contribuyendo su reciclado en los estratos superiores (INTA, 2020).
3.3. FÓSFORO EXTRACTABLE (P)
Los niveles de P mostraron una gran variabilidad entre las 108 UM, con valores mínimos por debajo de 10 ppm y máximos de 150 ppm. En promedio, los ecosistemas naturales presentaron valores de P elevados (60 ppm), mientras que los lotes agrícolas registraron 27 ppm, esto implica una reducción de más del 50% respecto de la situación de referencia. A su vez, se observó que los niveles de P disminuyen de Oeste a Este. Esto posiblemente sea debido a las diferentes condiciones edafo-climáticas y a que los ambientes del Centro y Este poseen más años de actividad agropecuaria que los del Oeste.
3.4. AZUFRE DE SULFATOS (S-SO4)
El valor promedio del contenido de S de sulfatos en los lotes productivos fue de 18 ppm, con un 43% de casos ubicados entre los 10-15 ppm. Éstos resultados estarían indicando que 18 UM tomadas dentro de estos lotes se encuentran muy cercanas a presentar deficiencias. Naturalmente, las situaciones prístinas presentaron valores promedios cercanos a los 21 ppm, evidenciando el agotamiento de S de sulfatos provocado por la actividad antrópica.
Los niveles de S de sulfatos variaron en función del macro-ambiente. En el Oeste, los suelos de textura más gruesa, menores precipitaciones y menor contenido de MOT, registraron los menores contenidos de sulfatos. Por otra parte, no se encontraron diferencias significativas entre los macro-ambientes Centro y Este. Las cuatro situaciones de uso presentaron niveles promedios de S de sulfatos mayores al umbral de 10 ppm en los tres macro-ambientes, sin observarse diferencias significativas entre los sistemas productivos antrópicos.
3.5. CAPACIDAD DE INTERCAMBIO CA- TIÓNICO (CIC)
La capacidad de intercambio catiónico, es decir la capacidad de un suelo para retener bases como el calcio (Ca2+), magnesio (Mg2+) o potasio (K+), se encontró significativamente relacionada con la textura del suelo para cada uno de los macro-ambientes delimitados (Oeste y Centro r = -0,27; p<0,1; Este r = -0,38; p<0,1). Naturalmente, en el macro-ambiente Oeste, los suelos de mayores contenidos de arenas mostraron niveles de CIC inferiores (6-12 meq/100 g suelo) a los registrados en los suelos correspondientes de los macro-ambientes Centro y Este (7-20 meq/100 g suelo).
3.5.1. Saturación del CIC con calcio (Ca), magnesio (Mg) y potasio (K)
Más del 95% de las UM registraron valores de saturación de Ca entre 31-50%, siendo estos contenidos muy inferiores respecto al umbral crítico establecido en 65-85%, considerado óptimo para un complejo de cambio equilibrado (Echeverría y García, 2005). Los sistemas productivos presentaron un promedio del 45%, mientras que en los prístinos fue del 43%.
El 100% de las UM presentaron niveles de saturación de Mg dentro del nivel crítico o por encima del mismo, establecido en 6-12% (Echeverría y García, 2005). Tanto los sistemas productivos como los ecosistemas naturales presentaron promedios cercanos al 14%, por lo que si tomamos como valor crítico de referencia un 9% de saturación con Mg, fueron muy pocos (4 UM) los casos que se encontraron por debajo de este valor.
El 100% de las UM presentaron niveles de saturación de K por encima del rango crítico, establecido en 2-5% (Echeverría y García, 2005). Los sistemas productivos y prístinos presentaron similares contenidos de saturación del CIC con K, siendo éstos del 12 y 11% respectivamente. Esto concuerda con los resultados obtenidos por Sainz Rozas et al. (2019) quienes encontraron que la mayoría de los suelos de la región pampeana se encuentran altamente provistos de K.
No se registraron diferencias notorias entre macro-ambientes respecto a los niveles de saturación de Ca (%). Por otro lado, el macro-ambiente Oeste fue el que presentó los menores niveles de saturación del CIC con Mg. Por último, y al contrario de lo registrado para Mg, fue el macro-ambiente Este el que presentó los menores niveles de saturación del CIC con K, sin embargo, todos los casos se ubicaron por encima del umbral crítico.
3.6. MICRONUTRIENTES
3.6.1. Zinc (Zn) y Boro (B)
Cerca del 70% de las UM presentaron contenidos de Zn de entre 0,3-1 ppm, encontrándose 104 UM con valores inferiores al umbral crítico establecido en 2 ppm (Martínez Cuesta et al., 2020). En promedio, los lotes manejados antrópicamente registraron 0,8 ppm de Zn, esto significó cerca de un 36% menos que los niveles observados en los montes y pastizales naturales (1,25 ppm). Estos resultados fueron muy similares a los encontrados en una gran cantidad de suelos de la Región Pampeana por Sainz Rozas et al. (2019), quienes registraron disminuciones del 40-70% respecto de situaciones de uso naturales de mínimo disturbio. En los tres macro-ambientes, las situaciones de uso antrópicas presentaron menores niveles de Zn respecto de las situaciones naturales, siendo estas diferencias mayores en los macro-ambientes Centro y Este. Sin embargo, incluso las situaciones prístinas resultaron en valores promedio por debajo de los niveles críticos (<2 ppm). Por otro lado, no se encontraron diferencias notorias entre sistemas antrópicos.
Más del 75% de las UM registraron contenidos de B entre 0,15-0,45 ppm, ubicándose por debajo del nivel crítico establecido en 0,76 ppm (Bustos et al., 2020). A diferencia de lo observado con el Zn, en promedio, tanto los lotes productivos como las situaciones de uso naturales registraron contenidos de B de 0,36 ppm. Esto significó cerca de un 52% menos que los niveles considerados como umbrales críticos. En el macro-ambiente Oeste los suelos de los sistemas prístinos registraron contenidos promedio de B mayores a los sistemas productivos, mientras que en los macro-ambientes Centro y Este fueron similares o menores. A su vez, al igual que lo registrado para el Zn, no se encontraron diferencias notorias entre sistemas antrópicos.
3.6.2. Hierro (Fe), Manganeso (Mn), Cobre (Cu), Cobalto (Co) y Molibdeno (Mo)
Más del 60% de las UM tuvieron contenidos de Fe entre 75-150 ppm, ubicándose estos valores muy por encima del umbral crítico (5 ppm) informado por Sims & Johnson (1991). En promedio, los lotes manejados antrópicamente registraron 138 ppm. Esto significó un 13% menos que los niveles observados en los montes y pastizales naturales (159 ppm). Estos resultados se asimilaron a los encontrados por Sainz Rozas et al. (2019) en una gran cantidad de suelos de la Región Pampeana, registrando que la mayoría de los mismos se encontraban dentro del rango de alta a muy alta disponibilidad de Fe (46 a 78 ppm). Dentro de cada macro-ambiente no se encontraron diferencias notorias entre sistemas productivos.
Todas las UM presentaron contenidos de Mn superiores al nivel crítico (8 ppm) informado por Sims & Johnson (1991). Estos resultados se asimilaron a los encontrados por Sainz Rozas et al. (2019) en una gran cantidad de suelos de la Región Pampeana, registrando que la mayoría de los mismos se encontraban dentro del rango de alta a muy alta disponibilidad de Mn (34 a 64 ppm). En ninguno de los macro-ambientes se encontró una tendencia clara en los contenidos de Mn entre situaciones de uso.
Los contenidos de Cu fueron superiores al nivel crítico de 0,6 ppm informado por algunos autores (Kruger et al., 1985; Karamanos et al., 2003). En promedio, tanto los lotes manejados antrópicamente como las situaciones de uso naturales registraron contenidos de Cu de aproximadamente 1 ppm. Esto significó cerca de un 40% más que el nivel crítico, similar a lo encontrado por Sainz Rozas et al. (2019). A pesar de ello, el 75% de las UM correspondientes al ambiente Oeste presentaron niveles de Cu menores a 0,7 ppm, por lo que podrían presentar una elevada probabilidad de respuesta frente a la fertilización con este micronutriente. Al igual que en Fe y Mn, en ninguno de los macro-ambientes se encontró una tendencia clara en los contenidos de Cu entre situaciones de uso.
Cerca del 60% de las UM mostraron contenidos de Co en el rango de 0,2-0,45 ppm, desconociendo si estos valores son suficientes para no limitar la productividad de la mayoría de los cultivos debido a la ausencia de estudios que informen los niveles críticos de este elemento. En promedio, los lotes manejados antrópicamente registraron 0,5 ppm, esto significó un 20% más que los niveles observados en los montes y pastizales naturales (0,4 ppm). En ninguno de los macro-ambientes se encontró una tendencia clara en los contenidos de Co entre situaciones de uso.
Todas las UM presentaron contenidos de Mo superiores al nivel crítico (0,3 ppm) informado por Sims & Johnson (1991). En promedio, los lotes manejados antrópicamente registraron 0,44 ppm, esto significó un 5% menos que los niveles observados en los montes y pastizales naturales (0,46 ppm). En ninguno de los macro-ambientes se encontró una tendencia clara en los contenidos de Mo entre situaciones de uso.
Para todos los micronutrientes (con excepción del Zn), las curvas de frecuencias fueron diferentes entre macro-ambientes. Los suelos de textura más gruesa como los del macro-ambiente Oeste fueron más deficitarios en B, Fe, Mn, Cu, Co y MO respecto de los ambientes Centro y Este.
Tabla 2(arriba) Umbrales de referencia para los distintos indicadores en los distintos macro-ambientes.
Figura 3 (abajo) RMP (MPa) de las cuatro situaciones de uso estudiadas en los tres macro-ambientes de la zona de influencia de la Chacra Sur de Córdoba. La línea roja marca el umbral crítico de RMP.
3.7. RESUMEN INDICADORES EDÁFICOS QUÍMICOS Y BIOLÓGICOS
En la Tabla 2 se resumen los "umbrales de referencia" encontrados para cada indicador y macro-ambiente en función de los valores obtenidos en el presente estudio.
3.8. RESISTENCIA MECÁNICA A LA PENE- TRACIÓN (RMP)
Generalmente se acepta que el crecimiento de raíces puede verse considerablemente afectado con valores de resistencia cercanos a los 2 Mpa, aunque las tasas de elongación de raíces pueden verse afectadas a valores menores, dependiendo de la sensibilidad del cultivo (Bengough et al., 2011).
En promedio, se observa que a lo largo del perfil los sistemas prístinos fueron los que menores valores de RMP presentaron, seguidos de los sistemas agrícola sin maní, agrícola con maní y mixto (Figura 3). Las situaciones prístinas mostraron niveles de RMP muy estables en profundidad (aproximadamente 0,5 MPa a partir de los 10 cm) y de menores valores en comparación a los sistemas productivos. Todos los sistemas productivos partieron de valores de RMP similares desde la superficie, incrementando (diferencialmente) hasta la profundidad de 25-30 cm, a partir de la cual la resistencia comienza a disminuir. Es decir, todas la situaciones de uso antrópicas ubicaron el valor de RMP máximo en la profundidad de 25-30 cm, alcanzando valores de 1 MPa en los sistemas agrícolas sin maní y 1,5 MPa para los sistemas agrícolas con maní y mixto. A pesar de ello, ninguna de las situaciones de uso de la tierra superó el valor crítico de este indicador.
Tomando los máximos valores de RMP de 0-50 cm de las 108 UM, se encontró una gran variabilidad de valores entre las distintas situaciones de uso. Los sistemas prístinos estuvieron siempre por debajo de los 2 MPa, mientras que tan solo tres UM correspondientes a los sistemas agrícolas sin maní alcanzaron este nivel crítico. Por otro lado, el 22% de las muestras de los lotes agrícolas con maní y de los sistemas mixtos estuvieron por encima de los 2 MPa, habiendo algunos puntos de muestreo que superaron los 2,5 MPa.
4. CONSIDERACIONES FINALES
• Los suelos del sur de Córdoba por naturaleza presentan bajos niveles de MOT (<2%), lo que lleva a que los mismos sean poco resilientes. Es por ello que el desafío será sostener/aumentar la capacidad productiva de estos suelos a través del aporte de carbono lábil por medio de sistemas productivos de mayor intensidad a medida que el ambiente lo permita. Esto significaría lograr una mayor cobertura del suelo, contando con raíces vivas durante la mayor parte del año, lo cual favorecería el desarrollo de una mayor actividad biológica.
• Más del 75% de los suelos mostraron niveles de pH leve a moderadamente ácidos (5,75-6,75). Las situaciones naturales de referencia mostraron niveles de acidificación del 5% mayor respecto de los lotes productivos, mientras que éstos últimos tendieron a acidificarse hacia el Este, posiblemente por una mayor actividad agropecuaria a lo largo de los años.
• Los niveles de P fueron menores en los sistemas antrópicos, los cuales extrajeron más del 50% respecto de las situaciones naturales de referencia. Los contenidos de P registrados se incrementaron de Este a Oeste. Sin embargo, su disponibilidad para los cultivos podría estar limitada por impedancias físicas. Por lo tanto, sería necesaria la evaluación de la respuesta de los cultivos a las fertilizaciones fosforadas en una segunda etapa de la Chacra.
• Existió una leve caída de los niveles de S de sulfatos (14%) respecto a las situaciones prístinas. Si bien las deficiencias fueron más notorias en los lotes de texturas más gruesas del macro-ambiente Oeste, todas las unidades de muestreo mostraron contenidos mayores a los considerados como niveles críticos (10 ppm). Sin embargo, 18 UM registraron valores muy cercanos a estos niveles críticos. Por lo tanto, en estas situaciones sería necesario empezar a pensar en la reposición de este nutriente.
• Los niveles de CIC fueron en general bajos (6-16 meq/100 g suelo). Los niveles de saturación con Ca se encontraron entre un 20-30% por debajo de lo considerado óptimo para un correcto funcionamiento de los suelos. Por otro lado, los niveles de saturación con Mg se encontraron dentro de los rangos de un complejo de intercambio equilibrado, mientras que los niveles de saturación con K se encontraron por encima de los umbrales críticos. Por lo tanto, respecto al Ca, se sugeriría evaluar si estos menores balances conllevan también a disminuciones en los rendimientos de cultivos por deficiencias en el suelo.
• Los micronutrientes como el Zn y B fueron los más deficientes. Los sistemas productivos presentaron un 36% menos de Zn respecto de las situaciones prístinas, encontrándose un 96% de las UM por debajo del umbral crítico (2 ppm). Por otro lado, más del 90% de las UM se encontraron por debajo de los niveles críticos de B (0,76 ppm), sin registrarse diferencias entre los sistemas prístinos y antrópicos. Otros micronutrientes como el Fe, Mn, Cu y Mo se encontraron por encima de los valores indicados como críticos para la mayoría de los cultivos. El macro-ambiente Oeste, fue el que presentó los valores más bajos de estos últimos cuatro micronutrientes y también de Co (umbral crítico desconocido). Estos resultados indican que, para aumentar la productividad de los sistemas en un futuro, los planteos de fertilizaciones más balanceadas podrían ser la clave.
• Los sistemas antrópicos elevaron los niveles de RMP respecto de las situaciones prístinas, sin embargo, ninguna de las situaciones productivas alcanzó el umbral crítico (2 MPa). Por otra parte, evaluando los niveles de RMP máximos, se registró que el 22% de las UM de los lotes agrícolas con maní y de los sistemas mixtos estuvieron por encima de los 2 MPa, habiendo 3 puntos de muestreo que superaron los 2,5 MPa. Por consiguiente, se sugiere implementar prácticas de manejo que permitan aumentar la porosidad y actividad biológica de los suelos. Como a su vez resultaría necesario prestar especial atención a la logística del tránsito de la maquinaria agrícola y manejo del rodeo bovino para evitar aumentar los niveles de RMP.
En resumen, los resultados del presente estudio indican que es necesario comenzar a trabajar para revertir los procesos de deterioro edáfico que se identificaron en los ambientes del Sur de Córdoba. En esta línea, se destaca el ajuste de: i) sistemas productivos de mayores niveles de intensificación que generen un mayor aporte de carbono en el corto plazo; ii) planteos de nutrición balanceada que permitan reconstruir los niveles de los nutrientes en el suelo; iii) prácticas de manejo que logren mejorar los niveles de compactación de los suelos.
AAPRESID FORTALECE PROYECTOS DE DESARROLLO SUSTENTABLE CON EL APOYO DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA
A través de su Programa ‘Sistema Chacras’, Aapresid trabaja con el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Córdoba en el abordaje de problemáticas agropecuarias en la provincia.
Sistema Chacras es el programa de Aapresid dedicado a la generación y transferencia de conocimientos para abordar problemáticas agropecuarias regionales con foco en el desarrollo sustentable. Respondiendo a las necesidades de grupos de productores de distintas regiones del país, el Programa lidera hoy 10 proyectos con foco en diversos temas, desde manejo de ambientes degradados hasta agregado de valor; y lo hace bajo dos premisas: “aprender produciendo”, que implica generar soluciones a partir de escenarios reales, y “protagonismo en red”, es decir, integrando la experiencia del productor con el conocimiento científico, la visión empresarial y el apoyo institucional.
Las Chacras cordobesas ‘Los Surgentes-Inriville’ y ‘Sur de Córdoba’ son ejemplo de este modelo colaborativo, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAyG) de la provincia.
La primera aborda la problemática de excedentes hídricos que afecta la productividad agropecuaria en los departamentos de Marcos Juárez y Unión. La segunda, ubicada en el departamento General Roca, busca ajustar sistemas agropecuarios que permitan mejorar y/o sostener la capacidad productiva de los suelos.
En la alianza con el MAyG, Aapresid asume la elaboración y ejecución de cada proyecto a través de sus Gerentes Técnicos de Desarrollo (GTD), productores miembros y la Coordinación del Programa. Por su parte, el MAyG facilita herramientas técnicas, políticas, administrativas y económicas que fortalecen la generación y difusión del conocimiento. Este rol se concreta a través del Ministro Sergio Busso, el Secretario Marcos Blanda, el Director de Desarrollo Agropecuario Francisco Iguerabide, el Director de Conservación de Suelos Eugenio Fernández, el Director de INTA Córdoba Juan Cruz Molina y Consorcios locales.
“La vinculación permite a las Chacras contar con el apoyo de un equipo interdisciplinario de profesionales del MAyG, INTA y la Secretaría de Recursos Hídricos. Además brindan recursos de comunicación y difusión de amplio alcance que facilitan el acceso de los productos generados en el proyecto por parte de productores locales”, explica el Ing. Agr Tomas Coyos, Gerente de Programa Chacras Aapresid.
“Por otra parte, este esquema de investigación adaptativa sirve al MAyG en la generación de políticas públicas con sustento técnico, probadas y adaptadas por productores regionales. Además permitió generar gran cantidad de información que sirvió de puntapié inicial para generar espacios de debate orientados a atender demandas de productores locales con énfasis en el desarrollo de sistemas productivos sustentables”, agregó Coyos.
Al mismo tiempo, la información es difundida a la comunidad a través de jornadas, talleres semestrales, informes mensuales, notas en medios audiovisuales y artículos en publicaciones técnicas, presencia en eventos como el Congreso Aapresid y Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo.
“Conceptualmente vemos al Programa Chacras de Aapresid como un sistema de generación y transferencia de tecnología muy directo que apunta al problema, con alternativas y opciones reales y posibles sin perder el foco aprovechando al máximo las experiencias, conocimientos y actores locales, tanto públicos como privados. Nuestra experiencia desde El Ministerio de Agricultura de Córdoba ha sido excelente en ambas Chacras, definidas en ambientes muy dispares y con problemáticas diferentes como son el tema napas en el Este y la sostenibilidad en ambientes del Sur con suelos susceptibles a erosión eólica”, afirmó el Secretario del MAyG, Marcos Blanda.
Blanda agregó: “estamos muy conformes con las experiencias y dispuestos a seguir en esta modalidad tan directa de generar y transferir tecnología de manera pragmática, ágil y colaborativa. Nuestras expectativas referidas a ambos proyectos es contar con elementos de juicio para proponer modelos de uso y manejo de los suelos que garanticen la sustentabilidad en ambientes con napas freáticas altas en el caso de la chacra Inriville - Los Surgentes y lograr indicadores de sustentabilidad con modelos productivos competitivos en el caso de la Chacra Sur de Córdoba, siempre pensando en aportar elementos al Programa de BPAs-Córdoba”.
“Desde Programa Chacras promovemos las vinculaciones con los actores públicos y privados de cada territorio, ya que son aliados clave para potenciar los logros y el alcance de cada proyecto”, concluyó Coyos.
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