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Aporte de los sistemas experimentales al proceso de innovación tecnológica en ganadería bovina

Kloster, A.M.; López Valiente, S.; Flores, J.; Maresca, S.; Vittone, J.S. Burges, J.C. y Melani, G.

E-mail de contacto: kloster.andres@inta.gob.ar

Los planteos ganaderos han mutado a lo largo de los últimos años, generando nuevos y variados escenarios productivos. Los sistemas experimentales aparecen como una herramienta para la generación y ensamble de tecnologías adaptadas regionalmente.

Palabras Claves:

Sistemas Experimentales (SEs); Innovación tecnológica; Ganadería bovina.

El proceso de agriculturización ha derivado en una fuerte competencia por el uso del suelo entre las actividades agrícolas y ganaderas, desplazando a esta última hacia suelos más marginales (Porstmann et al, 2011). Esta expansión, potenciada por el avance del conocimiento y el desarrollo de tecnologías apropiadas, ha permitido el avance de cultivos de cosecha aún en ambientes considerados hasta hace algunos años como típicamente ganaderos. Estos cambios han repercutido sobre los sistemas ganaderos de las distintas regiones agroecológicas del país, pero particularmente en la región pampeana, donde se destaca el crecimiento en número de empresas productoras de carne que han introducido importantes cambios en sus modalidades de producción (Rearte, 2010). Esto ha dado lugar a una reconfiguración de las históricas orientaciones productivas (cría, recría, invernada o ciclo completo), asociadas a nuevas estrategias de alimentación (granos, reservas de calidad), confinamientos y tipo de producto final. No obstante estas transformaciones, la producción de carne bovina nacional sigue basándose en el uso de una alta proporción de forrajes de variadas características, si se considera el proceso biológico integral desde concepción a faena.

Otro rasgo del escenario productivo ganadero, ha sido la pérdida del stock que afectó principalmente los rodeos de cría con una fuerte reducción del número de vientres, lo cual, desde una lógica de cadena productiva, sería una de las limitantes al incremento de la producción de carne nacional. En este contexto, el desarrollo de sistemas intensificados de cría bovina en regiones como la Cuenca del Salado (Maresca et al, 2012) y la región mesopotámica (Flores et al, 2014; Vittone y Biolatto, 2012), adquiere especial gravitación.

Por otra parte, los sistemas orientados al ciclo completo y la invernada, sufren aún las consecuencias de una notable brecha tecnológica y productiva entre los indicadores modales y los alcanzables en función de la oferta de tecnológica actual. Esto contrasta con el dinamismo del sector agrícola, conduciendo a una pérdida de competitividad de la actividad ganadera dentro de las empresas mixtas o dentro de las regiones donde la agricultura se presenta como una alternativa de alto y rápido retorno económico (Latimori, et al, 2003; Kloster et al, 2010).

Este contexto representa un desafío para el desarrollo de tecnologías de producción bovina, siendo clara la necesidad de generar información para la intensificación y sostenibilidad de la producción. Considerando la amplitud de la cobertura geográfica de la ganadería argentina, la generación y el ensamble de tecnologías debe atender obligatoriamente a una gran diversidad de condiciones agroecológicas y socio-económicas propias de cada territorio. En este punto se impone la necesidad de visualizar y ajustar tecnologías ya disponibles para encontrar - seleccionando las opciones e instrumentos más adecuados - los actuales sistemas de producción de carne, considerando las características de la empresa, sus posibilidades de transformación y las necesidades de cambio sentidas del productor (Kloster et al, 2010).

En la actualidad, en distintas Estaciones Experimentales del INTA se trabaja en el desarrollo de sistemas intensivos que, aún conservando su base pastoril, han intensificado su nivel de utilización. A la par, se han incorporado estratégicamente cultivos estacionales, distintos tipos de reservas y suplementos que posibilitaron altos niveles físicos de productividad, buena calidad de producto e interesantes resultados económicos. La instrumentación de diferentes “Sistemas Experimentales” (SEs) se inscribe dentro de un objetivo mayor de un Proyecto de Sistemas de Producción Ganadera con actores propios y de otras instituciones, enfocado a evaluar el comportamiento físico de sistemas y módulos experimentales intensivos de producción de carne bovina en un marco de sustentabilidad ambiental y económica.

Objetivos específicos de los Sistemas Experimentales.

En primer lugar, estos sistemas se proponen desarrollar alternativas productivas de carne, eficientes y rentables, con productos adecuados a las demandas actuales de los diferentes mercados. Luego, buscan ensamblar tecnologías aisladas con el propósito de ajustar el funcionamiento del sistema y evaluar su impacto físico y económico sobre un modelo de producción integral. Por un proceso de retroalimentación, esto debiera permitir, a su vez, detectar los vacíos de información susceptibles de ser abordados por acciones específicas de investigación o experimentación. Por último, intentan poner a disposición de productores y profesionales, tecnología en condiciones de ser adoptada en forma total o parcial, orientada a la implementación de sistemas ganaderos intensificados y competitivos. Esto cobra aún mayor complejidad en sistemas que conjuguen la producción animal y cultivos de cosecha (Calcha et al, 1977; Kloster et al, 2010), ya que supone la integración de múltiples criterios para lograr el éxito del sistema y su sustentabilidad frente a situaciones cambiantes en el tiempo y en el espacio (Schiere et al, 2002).

Para visualizar mejor los alcances y limitaciones de estos sistemas experimentales se recurrirá a su comparación con las denominadas Unidades Demostrativas (UD), cuya conceptualización alcanzó un importante desarrollo en la década del 70 (Bello, 1971; Calcha et al, 1977; Fujita, 1982; Marchi, 1983). En su momento, a la manera de los sistemas reales en campos de productores, las mismas fueron diseñadas como unidades productivas integradoras de todos los componentes involucrados en la obtención de uno o varios productos agropecuarios. Una UD suele responder a un ambiente y a una escala más o menos representativa del productor modal o de un estrato y tiene límites definidos en cuanto a superficie y recursos utilizados (Bello, 1971; Marchi, 1983). Aún en la actualidad, UDs con esta concepción, persiguen fundamentalmente un propósito demostrativo-transferencista y capacitador y su andamiaje tecnológico por regla que suele mantenerse relativamente estable por algún período de tiempo, respondiendo en este sentido a un criterio generalmente aceptado, al menos en las etapas iniciales del desarrollo del enfoque de sistemas en el país (Calcha et al., 1977; Fujita, 1982; Carrillo, 1998).

Por su parte, los SEs sujetos del presente trabajo, requieren ser redefinidos en un contexto productivo actual más dinámico y cambiante. De todas formas, salvo su menor escala, la factibilidad de un mejor control local y el mandato implícito de incorporar algún componente innovador en su andamiaje tecnológico o de gestión, comparten muchos de los requisitos y atributos de las UDs. Se enfatiza que la principal diferencia entre UDs y los SEs es la demanda hacia estos últimos de incorporar, ajustar o experimentar con algunas tecnologías innovadoras, con un enfoque sistémico. Desde esta mirada, el atributo de “experimental” de las propuestas no remite a la lógica de comparar A vs. B, sino que reside en verificar si la “propuesta desafiante” resiste en el mediano plazo como planteo productivo y puede transformarse en una alternativa transferencista integral como sistema productivo.

Es sabido que los resultados físicos y económicos de los sistemas de producción, son el producto de la interacción de distintos componentes biofísicos (suelo, pasturas, animales) y están fuertemente influenciados por el manejo de los mismos y por aspectos no controlables, como el clima y los mercados. Por lo tanto, desde el punto de vista de investigación, pero también desde su potencial transferencia al territorio, es importante poder diseñar sistemas productivos que hagan un uso eficiente del conocimiento disponible, y que conlleven un manejo suficientemente flexible para adaptarse a las condiciones de riesgo propias de los sistemas comerciales.

Las metas de productividad dependerán de la orientación productiva y de la región o territorio, pero mismas deben ser desafiantes del estado de nivel tecnológico actual (Bello, 1971) y superadoras de los indicadores físicos de sistemas reales de avanzada.

Desde una perspectiva más integral, estos modelos experimentales debieran ser visualizados dentro de un marco conceptual que los conecte con el entorno productivo real, las unidades demostrativas, los sistemas simulados y la misma experimentación disciplinaria en sus múltiples ramas tributarias. En la Figura 1 se muestran, de una manera simplificada, algunas de las interrelaciones que se producen cuando se recurre a esta integración de abordajes.

En síntesis, estos instrumentos -tanto demostrativos como experimentales- permiten evaluar el efecto sistémico de la incorporación de una innovación tecnológica, lo cual es un paso indispensable en el proceso de validación de toda tecnología propuesta. Sin embargo, la complejidad de los procesos biológicos involucrados, las interacciones, la variabilidad climática, los efectos a distancia, los comportamientos no lineales, los vaivenes económicos, las decisiones humanas, generan múltiples combinaciones situacionales que requieren de metodologías complementarias a los sistemas físicos y es aquí donde los modelos de simulación también pueden hacer un aporte para la exploración de un número mayor de alternativas (Woodward et al, 2008).

Algunos requisitos básicos de la instrumentación de los SEs.

En cualquier SE, debe establecerse un criterio de límites físicos, esto es, los módulos experimentales debieran hacerse cargo de las “ineficiencias” propias de un sistema real (período de implantación de un recurso forrajero, recría de la vaquillona, mantenimiento de toros, etc). Todo esto, puesto en un marco de factibilidad operativa, de acuerdo a la escala de trabajo elegida.

Luego, debe plantearse un criterio de escala o límite temporal, teniendo en cuenta que un sistema real funciona “produciendo” los 12 meses del año, el módulo o SE debiera reproducir esta condición. En cría ello no reviste mayor dificultad, pero puede serlo para invernadas con una duración inferior al año. En este caso, el planteo debiera ser suficiente sólido en alternativas con lógica productiva para llenar estos eventuales “vacíos” con carga “productivamente útil” o eventualmente aplicar una política de confección de reservas -cuantificada- para transferir al siguiente ciclo. Por otro lado, deberá considerarse el tamaño mínimo de un rodeo de cría en una alternativa experimental (50-60 vientres). Con ello se busca minimizar factores aleatorios que distorsionen los indicadores reproductivos o de productividad. Asimismo, resulta casi imprescindible tener alguna medida de estimación de la productividad primaria anual (y de sus valores estacionales) y de la calidad los principales recursos alimenticios. De este modo, se podrá cuantificar la receptividad actual de un sistema y estimar la eficiencia de transformación de la producción primaria en productos cárnicos. Por último, un SE deberá definir ciertos indicadores de sustentabilidad, teniendo en cuenta que este concepto

Interrelaciones de los sistemas experimentales con la experimentación disciplinaria, las Unidades Demostrativas, los modelos simulados y los sistemas reales en campos de productores.

Figura 1

ha ganado su espacio en casi todas las agendas de sectores productivos e instituciones tecnológicas y académicas, los sistemas propuestos deberán recoger esta demanda y enfocarse a la revisión, discusión y seguimiento de un conjunto básico de indicadores a escalas predial y de lote.

Desarrollo, prácticas tecnológicas y metas productivas de algunos SEs.

En general, para los sistemas propuestos, tanto el logro de una base forrajera de alta productividad y estabilidad, como el preciso aprovechamiento en cantidad y oportunidad de sus distintos componentes, constituyen factores clave. Desde luego, para los planteos que incluyen cría bovina, el manejo reproductivo y el uso criterioso de distintas herramientas hoy disponibles asociadas al mismo (Vittone y Biolatto, 2012), cobran especial relevancia. En procesos de recría y engorde como en algunas etapas críticas de la cría, la inserción de reservas de calidad y una precisa suplementación, dentro de un entorno de buen manejo y gestión integral del sistema, constituyen tecnologías ya conocidas, sin embargo ello no invalida remarcar su aplicación planificada y sistémica.

Una fortaleza adicional de los sistemas asentados sobre una base forrajera con un importante componente de pasturas perennes, es su flexibilidad para adaptarse a distintos contingencias (climáticas, relaciones de precios de insumos y productos, demanda) sin necesidad de variar sustancialmente sus factores de producción. Esta plasticidad les permite avanzar gradualmente en la incorporación y ajuste de los múltiples elementos involucrados en todo planteo de intensificación (Kloster y Latimori, 2009).

En el Cuadro 1 se presentan sintéticamente, la localización de algunos SEs en funcionamiento, su orientación productiva, ejes tecnológicos y metas propuestas.

En los sistemas experimentales que ya cuentan con algunos años de funcionamiento, la planificación, la aplicación de tecnología y la innovación, han sido - y son - los pilares de la intensificación. Entre estas tecnologías se destaca el uso de la siembra directa en los sistemas mixtos, tanto en cultivos de cosecha como para forrajeras anuales y pasturas, ajustando oportunidad de labores, uso del agua y reduciendo costos operativos (Di Necio et al, 2012).

Un enfoque modular, con lotes pequeños y balanceados por tipos de suelos, se adaptó muy bien al desarrollo experimental, en ambientes ganaderos y en sistemas mixtos. Con la producción bovina inserta en un plan de rotaciones, resultó posible detectar los beneficios y las desventajas (Kloster et al, 2007) de la actividad agrícola sobre el componente ganadero. Esta aproximación, aunque más reduccionista que otros abordajes propios de los agroecosistemas (Schiere et al, 2002), permitió el seguimiento de distintas variables con una buena escala de resolución y un adecuado control local, sin perder de vista la posibilidad de extrapolación de resultados a escalas productivas mayores.

Sinopsis de algunos sistemas experimentales en funcionamiento

Ubicación Actividad

Mercedes (Corrientes) Cría intensiva

Concepción del Uruguay (ER) Cría intensiva-recría

Marcos Juárez (Cba)

Chascomús Chacra Manantiales (MAA- BA) Invernadas intensivas

Cría intensiva

Las Armas (Bs. As.) Cría intensiva

Anguil (LP) Cría

Ejes tecnológicos

Aumento de carga. Recría y servicio de la reposición a corral. Verdeos de invierno y silaje de sorgo para vacas. Monitoreo de CP y ecográfico de ciclicidad. DP estratégico. IATF.

Aumento de la carga modal. Uso intensivo de pasturas en lactancia y servicio. Pastoreo estratégico de rastrojos y campo natural. DHP e IATF. Venta de vacas de refugo gordas jóvenes. Recría y venta terneros pesados multipropósito. Pasturas base alfalfa de alta productividad. Alta carga. Suplementación estratégica. Invernadas cortas. Biotipos para consumo y exportación. Integración con corrales. Triplicación carga modal. Base alimenticia mejorada. Doble cultivo de verdeos invernales (por horas) y silaje de sorgo en autoconsumo (invierno y primavera). Servicio y lactancia sobre “pasturas de bajo” mejoradas (festuca-agropiro-lotus-trébol). Manejo intensivo. Alta carga. Base alimenticia mejorada. Doble cultivo de avena y silajes en autoconsumo (invierno y primavera). Servicio y lactación sobre campo natural y pasturas de bajo mejoradas. DP estratégico, monitoreo CC, IATF. Alta producción de biomasa en base al cultivo de sorgo para alimentación invernal (pastoreo y silaje). Suplementación con PB (balanceadora) a vientres. Verano: pasto llorón, Digitaria eriantha y P. coloratum.

Metas productivas

Carga: 1,35 EV/ha Destete: 86% Peso al destete: 180 kg Productividad200kg/ha/año.

Carga global: 1,7 EV/ha Carga pasturas. 4 EV/ha Productividad: 335 kg/HG/año

Carga: 3,85-5,0 cab/HG Productividad: 850 a 1350 kg HG según modelos.

Carga: 2,0 EV/ha Destete: 80-85% Productividad: 250-300 kg/ha/año.

Carga: 2,1 EV/ha Destete: 85% Productividad: 300 kg/ha/año.

Carga: 0,7 EV/ha Parición: 92% Destete: 88%. Productividad: 135 kg/HG/año

Cuadro 1

Consideraciones finales

• Estos sistemas, de características experimentales y en proceso de evaluación, duplican en la mayoría de los casos los niveles de productividad modal de las regiones ganaderas en que se encuentran emplazados. • En la actualidad, existen alternativas tecnológicas para un manejo eficiente de la reproducción, lactancia y recría de la reposición. Por su parte, la incorporación de reservas forrajeras de calidad y la suplementación de distinto tipo, ofrecen la posibilidad de confinar determinadas categorías y aumentar la carga de vacas sin afectar negativamente otros parámetros productivos del sistema. • En los emprendimientos ya más consolidados, los niveles de productividad resultaron muy satisfactorios (Flores et al, 2014; Maresca et al, 2012; Kloster et al, 2010). Los índices obtenidos marcan la importante brecha existente entre las producciones modales de empresas de manejo pastoril y aún de aquellas que utilizan niveles variables de reservas y suplementos. Por otra parte, se reafirma la necesidad de reforzar las acciones de transferencia, apuntando a que la adopción total o parcial de este enfoque tecnológico pueda redundar en beneficios para las empresas agropecuarias mixtas y de la cadena cárnica en su conjunto.

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