AMOR Las reflexiones y representaciones del sentimiento amoroso han ocupado históricamente una buena parte de la producción cultural occidental. Se trata de un asunto capital que ha sido abordado partiendo de perspectivas muy diferentes y ámbitos de conocimiento diversos. Desde los escritos platónicos en El Banquete, pasando por los textos del amor de los místicos del siglo XVI o los acercamientos del romanticismo −que derivarían en el modelo mercantilizado y competitivo de las sociedades demoliberales contemporáneas−, el amour fou surrealista, hasta los planteamientos teóricos y vitales de los movimientos de liberación de la década de los sesenta y setenta del siglo pasado (como fueron las comunas, las reformulaciones del, ya por esa época histórico, feminismo o, poco después en la década de los ochenta, la aparición de las posiciones del colectivo LGTB) así como las más recientes reflexiones en torno al poliamor. La problemática del amor, por tanto, resulta de una gran extensión y complejidad. Aquí no se trata de realizar un estudio exhaustivo de dichos análisis y expresiones, lo que se pretende es abordar un asunto concreto que afecta a las representaciones del mismo. Nuestro interés gravita en el hecho de la constatación de la relativamente escasa y poco variada presencia de imágenes que aludan a esta emoción en el contexto del arte contemporáneo. Dicha situación contrasta con la omnipresencia de las representaciones del amor en la mayoría de las hoy llamadas industrias culturales como la música, las producciones audiovisuales (incluyendo la publicidad), o la literatura. Hay, sin embargo, que señalar que en dichos ámbitos los modos en los que lo amoroso se muestra suelen estar basados en la repetición de un esquema cultural que responde al modelo de amor romántico en su dimensión de categoría de consumo. En relación con la producción de imágenes referidas a este sentimiento por parte de la industria cultural se observa una profusión inversamente proporcional a su diversidad. En este sentido, el publicista Roger Behrens aludía a esta cuestión en los siguientes términos: “[…] estamos saturados de imágenes del amor, en todas partes se habla de amor, y sin embargo apenas tenemos un puñado de imágenes del amor. La rosa, el corazón, los tortolitos, ocasionalmente unos labios dando un beso o un osito de peluche: con esto se agota la iconografía del amor.”1 Nos encontramos, por tanto, en una situación dentro de las industrias culturales donde existe una gran profusión de imágenes del sentimiento amoroso que adolecen de profundidad y donde las tipologías de las representaciones son escasas. Mientras que en el arte contemporáneo tampoco parece existir una iconografía suficientemente satisfactoria. Cierto es, sin embargo, que sí se puede encontrar una reflexión crítica prolija y rigurosa en Jordi MAISO, «¿Qué significa hoy teoría crítica de la Industria Cultural? Entrevista a Roger Behrens», en: Constelaciones. Revista de Teoría Crítica, Nº 3, diciembre de 2011, p. 304. 1
el territorio del cuestionamiento del modelo amoroso propuesto por el sistema heteropatriarcal normativo, realizado desde una perspectiva feminista y queer. Desde estas posiciones ha existido un notable esfuerzo para la construcción de un imaginario alternativo al de carácter regulativo y dominante del amor romántico. Cuando, en todo caso, se analizan los casos pertenecientes al territorio de mayor difusión (mainstream artístico), podemos apreciar que las producciones se vinculan de manera usual o bien con lo biográfico (como en el caso de Nan Goldin, Tracey Emin, Sophie Calle o Abramovic & Ulay) o responden a los estereotipos de la cultura Pop (aquí podrían citarse los casos de Jeff Koons, Robert Indiana o Marc Quinn). Aunque aparentemente existe una gran distancia entre estas dos categorías, en un mundo construido medialmente bajo la lógica del reality show, lo biográfico queda subsumido en la cultura de masas de la que también participa el imaginario Pop. Existen, no obstante, diversas excepciones que han tratado ocasionalmente el asunto del amor y sus instituciones vehiculares (familia, pareja…) de manera distinta a las categorizaciones antes referidas como puede ser el caso, entre otros, de Bruce Nauman. La preeminencia de las representaciones estandarizadas puede apreciarse, en el contexto expositivo institucional, en las piezas presentadas en la reciente muestra LOVE. L’arte contemporanea incontra l’amore2 que ha tenido lugar en el Chiostro del Bramante de Roma. Otra exposición cercana, aparentemente más abierta y diversa en sus planteamientos, es la que dentro del programa The Human Condition realizara el Museo de Arte Moderno de Moscú bajo la denominación de Don’t You Think It’s Time For Love?3 referida al proyecto performativo e instalativo de la artista Sharon Hayes, de 2007, Everything Else Has Failed! Don’t You Think It's Time For Love? En cualquier caso, a pesar de los ejemplos anteriormente expuestos podríamos preguntarnos a qué se debe la relativa carencia de propuestas artísticas sobre un asunto tan central en nuestro contexto cultural. Sorprende que dentro del denominado arte político o social –exceptuando lógicamente las importantes aportaciones, como ya se ha señalado, de las ubicadas en el contexto feminista y de la teoría queer− no se haya abordado suficiente y rigurosamente este asunto, teniendo en cuenta que se trata de uno de los elementos medulares en los que el sistema capitalista se apoya para establecer su mecanismo de dominio. La importancia del amor en este ámbito es tal que, como indica Eva Illouz, “dentro de la modernidad, la situación de competencia en el mercado amoroso se ha vuelto Esta exposición ha presentado, del 29 de septiembre de 2016 al 19 de febrero de 2017, los trabajos de los siguientes artistas: Vanessa Beecroft, Francesco Clemente, Nathalie Djurberg e Hans Berg, Tracey Emin, Gilbert & George, Robert Indiana, Ragnar Kjartansson, Yayoi Kusama, Mark Manders, Ursula Mayer, Tracey Moffatt, Marc Quinn, Joana Vasconcelos, Francesco Vezzoli, Andy Warhol y Tom Wesselmann. 3 Dicha muestra ha tenido lugar desde el 2 de noviembre de 2016 al 8 de enero de 2017 y ha contado con la participación de: Bisan Abu Eisheh, Rania Bellou, Felix Gonzalez-Torres, Ion Grigorescu, Nuria Guell, Akram Zaatari, Sophie Calle, Eli Cortinas, Fouad Elkoury, Jonas Mekas, Lee Mingwei, Boris Mikhailov, Tracey Moffatt, Nikolay Oleynikov, Yoko Ono, Koka Ramishvili, Mariateresa Sartori, Anita Sieff, Andy Warhol, Hans Peter Feldman, Gabriella Ciancimino y Katerina Seda. 2
más profunda, tal vez más que la competencia en el mercado de trabajo.”4 La subsunción de la emoción amorosa en el ciclo del capital queda perfectamente definida por esta socióloga de la siguiente manera: “La mecánica del capitalismo sobre el amor, el cuidado y el deseo es tan fuerte que es difícil rescatar el amor del discurso del neoliberalismo en el que se practica ahora. El amor solía mantenerse fuera de las convenciones, las normas y las reglas. Solía tener la capacidad disruptiva que lo hacía similar a las Revoluciones, pero ¿sigue teniendo esa capacidad? Lo dudo. Se ha convertido, en muchos sentidos, en la piedra angular de la maquina capitalista y neoliberal. A través del amor y de la sexualidad, el lenguaje y las prácticas del mercado de consumo han rescatado el vocabulario y la gramática de la subjetividad: el mismo lenguaje de intereses, utilitarismo, satisfacción instantánea, acción centrada en el ego, acumulación, variedad, diversidad de experiencias que ahora penetran los vínculos afectivos y sexuales.”5 Bien es cierto que en el contexto de determinadas prácticas artísticas de carácter social como es el caso de las incluidas en el arte relacional, arte participativo o el arte comunnity based podemos encontrar, en una cierta dimensión experiencial, unas formas de construcción de marcos afectivos, donde el sentimiento amoroso podría tener lugar en términos colectivos. Estas iniciativas, sin embargo, no parecen haber respondido suficientemente, ni en el plano social ni subjetivo (si exceptuamos los propios intereses de los artistas), a las expectativas que en ellas se depositaron como agentes de relación y/o emancipación. Y tal reflexión sirve también para su efecto en la liberación del amor del marco establecido por el neoliberalismo. El resto del arte político de mayor visibilidad, por su parte, se ha ocupado poco o nada del papel del amor en la constitución del sistema de dominio global. La cuestión es que, como sostiene Srećko Horvat, no puede plantarse ningún movimiento emancipador si no nos planteamos una transformación en los modos de amar. Así afirma: “[…] nunca podremos realmente imaginar un mundo diferente y mejor sin la reinvención del amor, la reinvención del mundo sin la reinvención del amor no [es] una reinvención en absoluto. […] amor y revolución. Sólo aquí podemos encontrar la verdadera Radicalidad del amor.”6 Esta propuesta expositiva pretende, en relación a lo expuesto con anterioridad, generar un marco dentro del ámbito del arte contemporáneo donde se aborde el amor desde posturas que ayuden a replantear radicalmente, desde lugares otros, dicha emoción, abriendo posibilidades para su emancipación de su constricción neoliberal.
Eva ILLOUZ, «Las dificultades de la elección amorosa. Reflexiones sobre un problema sociológico», en: La maleta de Portbou, Nº 17, mayo-junio, 2016, p. 20. 5 Eva ILLOUZ, «Prólogo a la edición en castellano», en: Srećko Horvat, La radicalidad del amor, Katakrack Liburuak, Pamplona, 2016, pp. 18-19. 6 Srećko HORVAT, La radicalidad del amor, Katakrack Liburuak, Pamplona, 2016, pp. 35-37. 4