Pregón Criollo Nº 80 – Julio de 2018 Noticias, artículos e información de las actividades del Folklore Publicación de: Academia Nacional del Folklore Editor: Carlos Molinero Compaginación y transmisión: Darío Pizarro En este número, el 80, de Julio de 2018, del Pregón Criollo, encontrará un contenido, que como siempre incluye los diferentes aspectos del Folklore, en todas sus acepciones y encuadres: 1. Editorial
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2. Novedades de la Academia
Pag. 5
3. El proyecto americanista de los revolucionarios de la indep., por H. Chumbita Pag. 12 4. Wenceslao Varela, por Raul Iturria
Pag. 22
5. Chabuca Granda, la hembra por Josefina Barrón
Pag. 31
6. Datos y Reportajes I: Margot Loyola
Pag. 35
7. Hábitos populares Rioplatenses, la quiniela y los burros -Parte 1, Mario Tesler Pag. 39 8. Pa´mi no se fue Don Ata- por Carlos Villasuso
Pag. 47
9. Noticias de los Amigos / Regionales
Pag. 50
10. Música para escuchar: La Misa Criolla en 10 versiones
Pag. 65
11. La columna de Luis Landriscina
Pag. 67
12. Los Enemigos de la Tradición- parte I, por Matías Emiliano Casas
Pag. 69
13. Cocina Criolla
Pag. 74
14. Datos y Reportajes II- Chango Farías Gómez
Pag. 77
15. Historias de Pago Chico: Las tres Rosas por el Dr. Sebastian Sanguinetti
Pag. 80
16. Leyendas de Toledo por Juan Luis Alonso
Pag. 85
17. En Tunez, habla “Doña Ula” por Mohamed Abdelkefi
Pag. 92
18. El Pato en Cordoba
Pag. 92
19. Cuando los muertos se vuelven objetos por Mariela Eva Rodríguez
Pag. 94
20. Musica Ciudadana: Leopoldo Federico
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Pag. 101
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Editorial Julio es mes para que nos imaginemos la independencia. Encarnada en los hombres que se reunieron aquel julio de 1816, en lo que cuando chicos llamábamos “la casita de Tucumán”, o en germen aquel 25 de Mayo. Quizás más atrás, en la resistencia a las invasiones inglesas, tanto como en cualquier episodio clave de nuestra historia precedente, pero también en lo sucedido después. La Vuelta de Obligado, derrota que indicó una férrea voluntad de resistir, o en las sucesivas peleas, internas y externas, incluyendo Malvinas. Porque la soberanía que representa la palabra independencia no es solo “histórica y de España” sino diaria y cultural. El folklore, permítannos decirlo, es nuestra construcción de independencia diaria, y por eso hacemos lo que hacemos. Gratis, y por el Folklore, primero, por la Academia después…y en fin por nosotros mismos. Lo hacemos con Cuadernos del Folklore, cuyo segundo número anunciamos aquí, y con éste, nuestro número 80 del Pregón Criollo que se abre entonces, con aportes históricos. Como el de Hugo Chumbita (que habíamos anunciado ya en nuestro número precedente) indagando sobre los orígenes de nuestra nación, al que se unen un grupo de trabajos sobre Latinoamérica: el de Wenceslao Varela, por Raúl Iturria, de Uruguay, como en homenaje al 28 de Julio, aniversario de Perú, un articulo sobre Chabuca Granda, y el reportaje sobre Margot Loyola, de Chile. También incluimos el mundo, con leyendas de Toledo, o la recuperación del “folklore oral” de Lela. Pero también la licantropía, y el reportaje a Chango Farías Gómez, todos encuadres de nuestro enfoque que no desdeña tratar sobre los “Enemigos de la Tradición”. Volvemos a tratar el deporte nacional, el Pato, así como la música, en este caso con diez versiones particulares de la Misa Criolla, la Obra discográfica argentina de mayor venta en el mundo, y la ciudadana con Leopoldo Federico…y…tanto más que es mejor que lo descubra solo. Eso sí, le recomendamos: deténgase en las Novedades de nuestra institución. Cuadernos del Folklore II, y el programa del V Congreso Nacional de Folklore, son para no perdérselos….
Esperamos que les guste, ¡y los esperamos! Carlos Molinero
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Novedades Julio, además de traernos la Independencia, es un mes generalmente muy movido. Lo es también para nuestra Academia. Dos grandes actividades lo muestran
1.- Cuadernos del Folklore nº2 En el momento que esta edición de Julio se encuentre en la calle, también lo hará el segundo volumen de nuestra colección de Cuadernos del Folklore. Y no usamos la palabra “colección” por azar, o como recurso semántico. Verdaderamente es una serie que merece ser coleccionada. Por ejemplo en esta ocasión, coordinada por Carlos Molinero, encontrará artículos de Olga Fernandez Latour de Botas, Adolfo Colombres, Carlos Dellepiane Cálcena, José Luis Castiñeira de Dios, y Julian Althabe . También hallará el reportaje a don Carlos Di Fulvio junto a la poesía de Manuel Castilla y Horacio Guarany, con la orfebrería de Juan Carlos Pallarols. Pero hay más: artículos de Armando Pérez de Nucci, Roberto Lindon Colombo, Ana Maria Dupey, Claudia Forgione, José Luis Pedrosa, Mabel Ladaga, Maria Azucena Colatarci, Maria Cristina Bianchetti, María Cecilia Pisarello, Nancy Sanchez. Pero no concluye ahí, nos hemos esmerado en solicitar las visiones de Roberto Espinosa, Ricardo Kaliman, y Lucia Mercado, y en cerrar nuestra edición con el aporte de la columna de don Luis Landriscina. No `puede perdérselo. Está en nuestra sede, o puede requerirlo por mail a las direcciones de la Academia o del editor. 2.- V Congreso Nacional del Folklore- Jujuy 2018 Lunes 20, martes 21 y miércoles 22 de agosto de 2018, en el Teatro Mitre San Salvador de Jujuy Para que todos puedan entusiasmarse, este es el programa. Como en todos nuestros congresos hasta el presente, el ingreso es libre y gratuito. Organiza: Academia Nacional de Folklore
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Auspician: Ministerio de Cultura y Turismo de Jujuy Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música – SADAIC Sociedad Argentina de Escritores - SADE Asociación Argentina de Intérpretes – AADI Sindicato Argentino de Locutores-SAL Sindicato Argentino de Músicos - SADEM
Programa General Lunes 20 08:30 09:30
Recepción y acreditaciones.
09:30 a 10:00
Apertura
Palabras de bienvenida del Prof. Luis Medina Zar, Secretario de Cultura de Jujuy Palabras del Presidente de la Academia Nacional del Folklore, Dr. AntonioRodríguez Villar Palabras del Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales
Panel 1: 10:00 a 11:30 “Investigaciones y experiencias en la Enseñanza del Folklore”
Vanesa Victoria Humacata Karina Rodríguez , Marta Ruiz Gabilí Amadón Coordina: Ana María Dupey 11:30 - 11:45 Intermedio
11:45 a 12:00 Homenaje a Edmundo P. Zaldívar, (h) en el centenario de su nacimiento Lic. Radek Sánchez Panel 2: 12:00 a 13:30 “Diálogos de Folklore y Literatura. Realidad actual”
Irene López. María Alejandra Nallim Roberto Espinosa Adolfo “Bebe” Ponti Coordina: Carlos Molinero
13:30 - 15:00 Intermedio Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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15:00 a 15:15 Homenaje a Tránsito Cocomarola en el centenario de su nacimiento Dr. Juan Pedro “El Topo” Zubieta , y Video sobre Tránsito Cocomarola Panel 3: 15:15 a 16:45 “Fiestas y devociones”
María Cristina Bianchetti Azucena Colatarci (trabajo en coautoria con Karina Ortega y Ricardo Vidal) Fernando Justo Fernando Luque Coordina: Maricel Pelegrin
16:45 17:00 Intermedio Homenaje a Santiago Ayala “El Chúcaro” en el Centenario de su nacimiento. Juan Cruz Guillén , y Video del Chúcaro (8 minutos) Panel 4: 17:00 a 18:30 “Las danzas folklóricas hoy”
Belén Hirose Claudia García Lito Luna Pablo Armata Coordina: Juan Cruz Guillén
18:30 - 18:45 Intermedio Panel 5: 18:45 a 20:00 “La difusión del Folklore”
Andrés Mendieta Ulivarri Oscar Humacata Sergio Arboleya Oscar Gómez Castañón Martín Lértora Coordina: Andrés Lima
20:00 - 20:15 Intermedio
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Sala Del Teatro Mitre- 20:45 A Jorge Calvetti. Se proyecta un video de un poema dicho por el propio Jorge Calvetti. Video-mensaje de Teresa Parodi A Héctor Tizón Video de Herminia Bellomo sobre Héctor Tizón Se exhiben 8 minutos de una entrevista en video a Héctor Tizón realizado por José Luis Castiñeira de Dios A Jorge Cafrune Habla y canta Yamila Cafrune. Actuación de José Simón Actuación de Grupo de Baile de Jujuy
Martes 21 9:00 a 9:30 Homenaje a Manuel J. Castilla en el centenario de su nacimiento Se escucha la zamba “A este Manuel que yo canto” grabada por “Los Trovadores”. Prof. Sergio Bravo, Secr.de Cultura de Salta y Video sobre Manuel Castilla. Panel 6: 9:30 a 10:45 “Políticas públicas en la Enseñanza del Folklore”
Valentina Mamaní José Luis Castiñeira de Dios Roberto Lindon Colombo Alicia Agüero Coordina: Ana María Dupey
10:45 – 11:00 Intermedio 11:00 a 11:15 Homenaje a Rolando “El Chivo” Valladares en el centenario de su nacimiento Palabras de Roberto Espinosa y Ricardo Kaliman presentando - Video-documental sobre “El Chivo” Valladares Gustavo Guaraz canta dos de sus temas 11:15 - 11:30 Intermedio
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Panel 7: 11:30 a 13:00 “Presente y futuro de la Canción Folklórica”
Yamila Cafrune Naldo Labrín Juan Pedro Zubieta Ricardo Kaliman Oscar Augusto Berengán Coqui Ortiz Coordina: José Simón
(Neuquén) (Corrientes) (Tucumán) (Jujuy)
13:00 – 15:00 Intermedio Mesa 8: 15:00 a 16:15 “Comidas tradicionales y la Nueva Comida Argentina”
Adelina Villanueva Amancay Gaspar, ganadora de Cocineros Argentinos. Magui Choquevilca Alvaro Arismendi “Nueva cocina argentina” Luly López Arias Coordina: José Antonio Ortiz
16:15 - 16:30 Intermedio Panel 9: 16:30 a 17:45 “Pueblos Originarios”
Nicasio Antinao Juan Ignacio Mujica Ricardo Sarmiento Coordina: Natalia Sarapura Secretaria de Asuntos Indígenas de Jujuy
17:45 – 18:00 Intermedio Panel 10: 18:00 a 20:00 “La copla. Copleras y copleros”
Mónica Romero Mariana Carrizo Martín Alemán Mónico Zamba Quipildor Coordina: José Luis Castiñeira de Dios
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20:00 - 20:30 Intermedio Sala Del Teatro Mitre 20:45 Homenaje a Félix Dardo Palorma en el centenario de su nacimiento Se escucha la grabación de la cueca “Para Palorma” de y por Jorge Marziali- Video de Aníbal Cuadros sobre F. Dardo Palorma. Homenaje a Jorge Hugo Chagra. El Secretario de Cultura de Jujuy Prof. Luis Medina Zar y el Presidente de la Academia Nacional del Folklore, Dr. Antonio Rodríguez Villar le entregan el Diploma que lo acredita como “Miembro de Honor” de la Academia Nacional del Folklore. Actuación de Grupo de Baile de Jujuy
Miércoles 22 Panel 11: 09:30 a 10:45 “Folklore y Afrodescendencia”
Eva lamborghini Gabriela Caballero María Lina Picconi Coordina: Azucena Colatarci
10:45 – 11:00 Intermedio Panel 12: 11:00 a 12:30 “Desafíos futuros de los legados artesanales”
María Magdalena Nuñez - Lucila Galíndez Claudia Forgione – Maricel Pelegrin Juan Carlos Rodríguez Armando Deferrari Juan Carlos Pallarols Coordina: Roxana Amarilla
12:30- 12:45 Intermedio
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12:45 a 13:00 Homenaje a Atuto Mercau Soria en el centenario de su nacimiento Se escucha la zama “Lunita pirquinera” a é dedicada de y por Ramón Navarro y Roberto Palmer Video de Ramón Navarro hablando de Atuto Mercau Soria
13:00- 15:00 Intermedio 15:00 a 15:45 “Bicentenario de la Poesía Gauchesca”. Video de la Dra. Olga Fernández Latour de Botas Silvina Lafalce y Nancy Abalos. Exposición ilustrada con videos 15:45 - 16:00 Intermedio 16:00 a 16: 30 Video de Sergio Raczko “Las Misiones Jesuíticas de Chiquitos, Bolivia” Presenta Lic. Sergio Raczko 16:30 a 17:00 Presentaciòn de “FOLKLOPEDIA, Enciclopedia Virtual del Folklore” Antonio Rodríguez Villar, Carlos Molinero, José Luis Castiñeira de Dios 17:00 - 17:15 Intermedio Panel 13: 17:15 a 18:30 “El Pesebrismo
Susana Shictong Guillermina Casasco Angélica Quiroz Mónica de la Rúa de Perren Coordina: Claudia Forgione
18:30 - 18:45 Intermedio
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Panel 14: 18:45 a 20:00 “Reflexiones sobre la Medicina Empirica” Se escucha la grabación de “El curandero” décimas del poeta uruguayo Santiago Cuadri-“Santos Garrido”- dichas por Omar Moreno Palacios
José Beccar Varela Gustavo Fabián Scarpa María Cristina Bianchetti Coordina: Mabel Ladaga 20:00 -20:15 Intermedio
Sala Del Teatro Mitre 20:15 Cierre del Congreso Conclusiones y mensaje de las Autoridades (Al cierre, pasa frente al teatro el desfile del “Éxodo Jujeño”) ********************** **************
Para Inscribirse: Anotese en https://goo.gl/BHMmDF
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El proyecto americanista de los revolucionarios de la independencia por Hugo Chumbita
Ante el segundo centenario de la revolución de la independencia, creo que la conmemoración debe rescatar el sentido americanista que tuvo para sus principales protagonistas, en el momento en que la causa era la misma en todo el sur del continente y la emancipación era el llamado a cambios trascendentales: no sólo abatir la dominación colonial, sino fundar una nueva sociedad. El liberalismo revolucionario de los patriotas postulaba organizar un gobierno constitucional que podía adoptar diversas formas, pero su condición básica era la solidaridad del conjunto del pueblo ciudadano, lo cual exigía eliminar la opresión de las castas e integrarlas al proyecto reivindicando una identidad nacional, que se basó desde el principio en los orígenes indoamericanos. Un estudio completo del tema requeriría abarcar el proceso independentista a partir de sus inicios y en todos los países desde México al sur, aunque nuestro enfoque se centra en algunos actos e ideas del movimiento emancipador en la parte austral del continente. También es evidente que en el seno del movimiento, y especialmente en sus niveles dirigentes, anidaba desde el comienzo una corriente contrarrevolucionaria que frenó y desvirtuó sus objetivos. Las fuerzas conservadoras, los intereses mercantiles y las presiones del exterior tendían a reducir sus alcances a un mero recambio en el seno de las elites dominantes, condujeron a fragmentar las nuevas repúblicas y terminaron subordinándolas a un sistema neocolonial. Sin embargo, aunque éste haya sido el desenlace, no se puede ignorar que los propósitos de los patriotas más decididos de aquella generación marcaron un camino muy diferente, en el que se aunaba la perspectiva de la unión continental, la apelación indoamericana y la lucha por la igualdad.
El conflicto étnico en la sociedad colonial La dominación colonial se basaba en el régimen de castas y la aberrante institución de la “pureza de sangre”, que otorgaba los privilegios del poder y la riqueza a los españoles europeos y (en principio, con restricciones de hecho) a sus descendientes, los “españoles americanos”, asignando un status inferior a los demás grupos étnicos: los indígenas, sujetos a tutela como Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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incapaces, los esclavos, considerados piezas de comercio, y las diferentes capas de mestizos resultantes de los cruzamientos entre blancos, indios, negros y otros “pardos”, que por lo general habían llegado a constituir la mayoría de las poblaciones. La prueba de la pureza de sangre excluía además a quienes tuvieran ascendencia de judíos, moros u otros paganos, incluso protestantes y herejes, lo cual afectaba en América a un importante sector de descendientes de “conversos” españoles y portugueses que se dedicaron sobre todo al comercio. Uno de los factores más poderosos que movilizaron en la revolución a gente de todas las clases sociales fue el rechazo de estas injustas discriminaciones. Los campesinos indios y las tribus que se sumaron a la causa, los esclavos que se hicieron soldados, los gauchos y llaneros de los ejércitos y montoneras patriotas, luchaban sin duda por su propia liberación. Pero también entre los líderes civiles y militares es posible advertir -aunque el asunto ha sido insuficientemente estudiado- la propensión revolucionaria de los criollos mestizos y de los hijos de familias que no entraban en el canon aristocrático de la pureza de sangre. Las continuas rebeliones de indios y de esclavos habían jalonado los tres siglos de la era colonial en diversos puntos de América. La primera revolución independentista fue en 1804 la de los negros y mulatos de Haití, que más tarde inspiraron y auxiliaron la campaña de Simón Bolívar. En cuanto a las sublevaciones indígenas, basta mencionar que la de Túpac Amaru en 1780 (aunque hay historiadores como Halperín Donghi, que la considera sólo un episodio “vistoso” que tuvo efectos contraproducentes [1]), sumó importantes sectores mestizos y se extendió hasta las provincias del Tucumán, preparando los ánimos independentistas [2]; es sintomático al respecto que los primeros patriotas montevideanos de 1810 asumieron decididamente el nombre de tupamaros. Juan José Castelli y Mariano Moreno fueron a estudiar en la Universidad de Chuquisaca cuando aún estaba viva en el Alto Perú la experiencia de la insurrección y su terrible aplastamiento. El joven Moreno, en la "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios" leída en 1802, denunciaba el yugo de la mita, "el insufrible e inexplicable trabajo que padecen los que viven sujetos a este penoso servicio", y propugnaba aplicar "el sagrado dogma de la igualdad" [3]. Asimismo, abogando en la Representación de los Hacendados de 1809, se atrevió a censurar la esclavitud de los negros, “hombres que la naturaleza ha hecho iguales”. Los mestizos, estigmatizados por la ilegitimidad de su origen, carecían de un lugar establecido en el régimen colonial, donde eran más bien una anomalía jurídica. Ello entorpecía su adaptación al orden legal y creó vastos sectores marginales en la sociedad indiana. Uno de los más revulsivos fue el de los gauchos o vaqueros de las áreas ganaderas, “hombres sueltos”, “sin rey ni ley” como los definió Félix de Azara, pues su existencia libre en espacios desérticos les permitía eludir el sometimiento a la autoridad. Estos “descastados” (generalmente mestizos por su origen racial, pero sobre todo por la mixtura cultural con las tribus ecuestres) nutrieron la Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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caballería de los ejércitos de la independencia en los dos focos revolucionarios más dinámicos del continente -las pampas del Plata y los llanos grancolombianos-, constituyendo un factor decisivo de los triunfos militares sobre los españoles [4].
El Plan de Operaciones: Moreno y Artigas Aún bajo la "máscara de Fernando", el proyecto de la revolución se fue definiendo inequívocamente en las provincias del Río de la Plata. Ante todo con el Plan de Operaciones de la Primera Junta, y luego con las expediciones militares al interior, la Asamblea del Año XIII y el Congreso de Tucumán. Una de las decisiones iniciales de la Primera Junta, que Moreno instrumentó como secretario de Gobierno y Guerra, se refería a la organización de las milicias, que fueron el brazo armado de la Revolución de Mayo. El 8 de junio de 1810, Moreno convocó al Fuerte de Buenos Aires a los oficiales indios, que hasta entonces habían estado agregados al "cuerpo de castas de pardos y morenos", y les comunicó que debían incorporarse con sus milicias a los regimientos de criollos, "alternando con los demás sin diferencia alguna y con igual opción a ascensos" [5]. El Plan que, por iniciativa de Manuel Belgrano, se encomendó redactar a Moreno (del cual fueron encontradas varias copias en archivos de diferentes países) es hoy reconocido como auténtico por la generalidad de los historiadores, a pesar de las impugnaciones de quienes se negaban a aceptar la profundidad del proyecto revolucionario. Su texto define “las operaciones que han de poner a cubierto el sistema continental de nuestra gloriosa insurrección”; afirma reiteradamente seguir las lecciones de “las grandes revoluciones” de la historia;contempla diversas medidas respecto a la Banda Oriental, Paraguay, Perú y Brasil, y se refiere a la organización del “Estado Americano del Sud”, esbozando así el prospecto de una gran revolución sudamericana [6]. Asimimo, el Plan recomienda con urgencia que el gobierno sancione y publique “el reglamento de Igualdad y Libertad entre las distintas castas que tiene el Estado”, porque siendo“todos los hombres descendientes de una familia, adornados de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derecho de Gentes querer hacer una distinción para la variedad de colores”. A continuación, prevé dictar “el reglamento de la prohibición de la introducción de la esclavatura, como asimismo de su libertad con las circunstancias que tenga a bien establecerlo, pero siempre protegiendo a cuantos se acojan a nuestras banderas, declarándolos libres a los unos si sus amos fueren del partido contrario, y a los otros [aquellos cuyos amos fueren del bando patriota] rescatándolos con un tanto mensual de los sueldos que adquieran en la milicia, para de esta forma no descontentar a sus amos”. El Plan proponía también movilizar a los gauchos. El artículo 2° contempla la sublevación de la campaña de la Banda Oriental y el ataque al bastión realista de Montevideo, lo cual requería ganar para la causa a los capitanes José Rondeau y José Artigas, refiriéndose especialmente a este último, a sus hermanos y primos y a otros individuos de acción como hombres con ascendiente entre el gauchaje, “capaces para todo”. Esta parte del Plan se supone Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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inspirada directamente por Belgrano, quien conocía el interior de la Banda Oriental por la estancia que tenía allí su padre. Y aunque los términos con que califica a los gauchos trasuntan cierta desconfianza hacia quienes -como el mismo Artigas- habían participado en actividades clandestinas y el contrabando de ganado al Brasil, queda claro que se les asignaba un papel primordial en las operaciones revolucionarias. Artigas fue efectivamente atraído a la causa, dirigió la prevista insurrección rural con sus montoneras -y con la estrecha colaboración de los indios- e incluso tentó la posibilidad de extender la revolución al sur del Brasil, según lo contemplaba el Plan. Fue, además, el fundador del movimiento federal con una explícita perspectiva americanista, promovió la autonomía de los guaraníes conducidos por el comandante Andresito en la provincia misionera, e impulsó una transformación agraria que debía distribuir entre los más necesitados las tierras confiscadas a los enemigos.
Belgrano, Castelli, Monteagudo: patria e igualdad El principio liberal de igualdad adquiría una dimensión especial en América, y la expulsión de los conquistadores conllevaba lógicamente la reivindicación de los pueblos originarios. En la expedición al Paraguay, al atravesar la zona misionera, Manuel Belgrano incorporó muchos guaraníes a su ejército y promulgó un generoso reglamento para los pueblos de las Misiones. El estatuto del 30 de diciembre de 1810 les reconocía la igualdad civil y política, les eximía de tributos y mandaba distribuir tierras y crear escuelas [7]. Siguiendo instrucciones de Moreno y comandando el Ejército del norte, Castelli proclamó en el Alto Perú la solidaridad con los indios, a los que la Junta liberaba de los antiguos tributos y reconocía la dignidad de ciudadanos. En los días de la redacción del Plan de Operaciones, Moreno escribía a Feliciano Chiclana, auditor de aquel ejército: “por Dios, que Potosí quede bien arreglado; que empiecen los naturales a sentir las ventajas del nuevo sistema... que se fomente en todos los pueblos el odio a la esclavitud” [8]. En el acto celebrado en las ruinas precolombinas de Tiahuanaco el 25 de mayo de 1811, a las que se convocó a los naturales para "estrecharnos en unión fraternal", Castelli rindió homenaje a la memoria de los incas e incitó a vengar sus cenizas. Su secretario Bernardo de Monteagudo leyó los decretos que ponían un plazo perentorio para cortar los abusos contra los indígenas, repartir tierras, dotar de escuelas a sus pueblos, eximirlos de cargas e imposiciones y asegurar la elección de los caciques por las comunidades [9]. Monteagudo, redactor de aquellas resoluciones, ideólogo y militante del grupo morenista que integró luego la Logia Lautaro, había sufrido en carne propia las discriminaciones contra los mestizos (en tiempos del Triunvirato de Rivadavia fue tachado para ser diputado por la "impureza de sangre" de su madre). Al declarar en el juicio contra Castelli por los sucesos del Alto Perú declaró que, pese a “la máscara de Fernando”, ellos luchaban por la causa que definió con elocuencia como "el sistema de igualdad e independencia". Al dar cuenta de su participación en las campañas de San Martín y de Bolívar en Chile y Perú, expresó la idea de que la patria de los revolucionarios era "toda la extensión de América" [10]. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Muchas tribus suministraron baqueanos, tropas auxiliares y aprovisionamientos para los ejércitos de la independencia. En el Alto Perú, Belgrano incorporó a sus fuerzas a millares de indios conducidos por sus curacas, y los alzamientos indígenas, desde Potosí hasta el Cuzco, contribuyeron eficazmente a combatir a los realistas.
La Logia Lautaro, partido de la revolución americana La red de logias que se conocen como la Gran Reunión Americana, promovida en Europa por el precursor venezolano Francisco de Miranda con la colaboración de Bolívar, planeó la acción coordinada de los patriotas que se dirigieron a las ciudades más importantes de Sud América para impulsar la revolución. José San Martín se incorporó a la logia de Cádiz presidida por Carlos de Alvear y retornó a su país en 1812 como parte de esos planes. La logia que organizaron Alvear y San Martín en Buenos Aires tomó el nombre del caudillo araucano Lautaro, un sirviente de Valdivia, el conquistador de Chile, que aprendió de él las destrezas marciales de la caballería, se rebeló y le dio muerte, según la leyenda, dándole a beber derretido el oro que tanto lo obsesionara. Era una perfecta metáfora del desafío que asumían aquellos criollos formados en el ejército español al levantarse contra el opresor colonial (y si tomaron como emblema un “indio chileno”, según expresión de Vicente Fidel López, era porque para ellos no había diferencias entre indios y criollos, y menos entre argentinos y chilenos). La Asamblea del año XIII, controlada políticamente por la Logia Lautaro, declaró los derechos de igualdad ciudadana y dictó la libertad de vientres para terminar progresivamente con la esclavitud. Confirmando y ampliando una medida de la Junta Grande, que en setiembre de 1811 había eliminado el tributo de “los indios, nuestros hermanos”, se reconoció a los mismos como“hombres perfectamente libres y en igualdad de derechos a todos los demás ciudadanos”, quedando extinguidas la mita, el yanaconazgo y toda forma de servicio personal. La resolución se mandó publicar en guaraní, quichua y aimara [11]. En aquellos días también se aprobó, entre otros símbolos de la nación en ciernes, el himno de López y Planes, cuyos versos anunciaban “ved en trono a la noble igualdad” y sancionaban la idea de que la revolución venía a continuar y renovar la civilización incaica: Se conmueven del Inca las tumbas y en sus huesos revive el ardor lo que ve renovando a sus hijos de la patria el antiguo esplendor. El más íntimo colaborador de San Martín en la Logia, Tomás Guido, bautizó también con el nombre Lautaro a la primera fragata de la flota que llevaría al Ejército de los Andes al Perú. Completando el homenaje a la resistencia indígena americana, un bergantín de la misma flota se llamó Araucano, otro Galvarino y una goleta Moctezuma.
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En su correspondencia con Bernardo de O’Higgins, San Martín se refería a los países sudamericanos como “nuestra cara patria”, y a Guido le expresaba que él pertenecía a "el partido americano", lo cual era por cierto mucho más que una metáfora [12].
Manifestaciones indigenistas de San Martín En mayo de 1813, cuando organizaba sus escuadrones de granaderos, San Martín recibió en Buenos Aires un contingente de 261 reclutas misioneros, conducidos por cuatro oficiales guaraníes, quienes le plantearon la postergación que sufrían los nativos de aquella región, donde las promesas del reglamento de Belgrano permanecían incumplidas. El expresivo petitorio suscripto el 6 de mayo, que San Martín elevó al Triunvirato con su visto bueno, destacaba el honor de haberlo conocido y "saber que es nuestro paisano", solicitándole cursar este reclamo para que se advirtiera el "infeliz estado" en que se hallaban y "que desaparezcan aquellos restos de nuestra opresión y conozca nuestro benigno gobierno que no somos del carácter que nos supone y sí verdaderos americanos, con sólo la diferencia de ser de otro idioma" [13]. San Martín era "paisano" de los misioneros por haber nacido en Yapeyú, y además según documentos y testimonios que ahora conocemos mejor [14]- por ser hijo de madre guaraní, lo cual explica la íntima motivación de su regreso al país y sus actitudes hacia los pueblos aborígenes. "Yo también soy indio" les manifestó a los caciques pehuenches en un parlamento de 1816, cuando se comprometieron a ayudarlo a cruzar los Andes "para acabar con los godos que les habían robado la tierra de sus padres" [15]. En 1819, preparando su expedición al Perú, emitió un manifiesto en quichua convocando a los pueblos indios a la causa común: "Compatriotas míos, palomas, vástagos todos de los antiguos incas: ya ha llegado para ustedes el momento feliz de recuperar la plenitud de nuestra vida... de este modo saldremos de ese duro, mezquino vivir, en el que como a perros nos miraban, pues así nuestros enemigos les harían extinguirse en este nuestro suelo..." Firmaba el texto “vuestro amigo y paisano, José de San Martín” [16]. El cacique Ninavilca fue uno de los jefes de las numerosas guerrillas indígenas que contribuyeron a la toma de Lima por el Ejército de los Andes. Como Protector del Perú, entre otras reformas trascendentes, San Martín suprimió los tributos y servicios forzados y abolió la denominación de "indio" para borrar las discriminaciones; estableció la libertad de vientres y la de los esclavos que se incorporaban a las armas patriotas; proyectó extender la educación pública, sobre la base del respeto a las culturas indígenas, y protegió los monumentos arqueológicos incaicos como propiedad estatal [17].
La propuesta de la monarquía incaica Como reclamara con insistencia San Martín, el Congreso de Tucumán proclamó en 1816 la independencia de España (y de toda otra potencia extranjera), refiriéndose a "las Provincias Unidas de Sud América" (y no sólo del Rio de la Plata). En cuanto a la forma de gobierno, el Congreso atendió la propuesta de Belgrano de la monarquía incaica "atemperada", expuesta ya Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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en 1790 por Miranda en un memorial al ministro inglés Pitt [18]. En sus manifestaciones solemnes, según reconoció Mitre, "los patriotas de aquella época invocaban con entusiasmo las manes de Manco Capac, de Moctezuma, de Guatimozin, de Atahualpa, de Siripo, de Lautaro, Caupolicán y Rengo, como a los padres y protectores de la raza americana. Los incas, especialmente, constituían entonces la mitología de la revolución: su Olimpo había reemplazado al de la antigua Grecia; su sol simbólico era el fuego sagrado de Prometeo, generador del patriotismo..." [19]
Niño Jesús Inca
Belgrano alegó la importancia de ganar a las masas indígenas para la causa. La soberanía de un descendiente de los incas -para lo cual había varios candidatos ilustrados y de prestigio- sería simbólica, junto a un régimen representativo, pero tenía gran atractivo popular; y el proyecto de establecer la capital en Cuzco apuntaba al levantamiento del Perú. La perspectiva era, en palabras de Mitre, "fundar un vasto imperio sud-americano que englobase casi la totalidad de la América española al sur del Ecuador" [20].
San Martín apoyó con entusiasmo la iniciativa, como señala su carta al diputado cuyano Godoy Cruz: "Ya digo a Laprida lo admirable que me parece el plan de un Inca a la cabeza: las ventajas son geométricas" [21]. También se expresaron de acuerdo el caudillo y gobernador salteño Martín Miguel de Güemes y los diputados de la mayoría de las provincias (aunque faltaban en el Congreso las del litoral, coaligadas con Artigas). Los representantes porteños maniobraron para posponer el debate, pues, según explicó después Tomás de Anchorena, podían aceptar una monarquía constitucional, pero no bajo un "despreciable" rey indio. Los reproches que hizo en privado a Belgrano traslucían el temor a lo que precisamente aquél buscaba: ampliar la base social de la revolución [22]. Mitre, tratando de descalificar la idea de restituir el trono de los incas, supone que San Martín no le dio importancia, y que en sus cartas a Laprida y Godoy Cruz empleaba la expresión "ventajas geométricas" en forma irónica. Sin embargo, en el texto que citamos antes, a renglón seguido recomendaba establecer una regencia unipersonal en ese reino, y hay otras dos cartas suyas a Godoy Cruz (en el Archivo que el propio Mitre recopiló) que resultan igualmente inequívocas: en una afirma que "todos los juiciosos entran gustosamente en el plan", y en la otra explica que, en una consulta a "hombres de consejo" de Mendoza, el doctor Vera volcó su erudición en contra de la propuesta, “no obstante que la masa general estaba por la afirmativa"; lo cual podría servir a Godoy Cruz “para obrar sin traba alguna en el supuesto de que ustedes Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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todos tendrán más presente los intereses del pueblo” [23]. Es indudable que San Martín asignó gran importancia a la posibilidad de aunar la forma monárquica, que él prefería, con la reivindicación del Incario y la integración de los países sudamericanos. Tal era su interés por el legado incaico que, reunido con un grupo de notables en Córdoba, los persuadió de reimprimir el que fuera su libro de cabecera: los Comentarios Reales de Garcilaso de la Vega, aquel hijo de un conquistador y una palla inca que había rescatado las tradiciones de la civilización andina. Para ello se abrió una suscripción y se lanzó un prospecto refrendado por José Antonio Cabrera, el presbítero Miguel del Corro, el doctor Bernardo Bustamante, José de Isaza, José María Paz, Mariano Fragueiro, Faustino de Allende, Mariano Usandivaras y otros, donde se exaltaba el sistema de los incas como "un compuesto de justas y sabias leyes que nada tienen que envidiar al de las naciones europeas" [24].
De la revolución a los centenarios El proyecto inicial del liberalismo revolucionario concebía la emancipación como una causa compartida por todos los criollos, los descendientes de españoles y de los pueblos originarios, cuyo horizonte necesario era la unión de los países del continente y la ciudadanía plena de mestizos, indios y negros. La incorporación de las masas, en gran medida frustrada, suscitó otras luchas durante las guerras civiles subsiguientes, y fue combatida como una amenaza por las oligarquías que se instalaron en el poder en la etapa posterior, cuando el liberalismo quedó reducido a su expresión mercantil, el librecambio, y el predominio mundial de los capitales imperialistas -en particular de los británicos- impuso la integración subordinada de nuestros países al mercado internacional. En la Argentina, la ideología del proceso de la "organización nacional" y de la generación de 1880 se tradujo en una pedagogía y una historiografía europeístas, que desvirtuaban el proyecto original de la emancipación, dando la espalda a las demás repúblicas sudamericanas, negando las raíces indígenas y el sentido democrático y popular de la revolución. La inmigración europea, según el ideal de Sarmiento, debía sustituir a la población hispano-criolla como base de otra sociedad; aunque las rebeldías de los obreros inmigrantes y sus hijos decepcionaron pronto a la clase dominante. La conmemoración del Centenario de la independencia estuvo presidida por una fatal ambigüedad: la necesidad de legitimar el Estado con una imagen mezquina y ficticia de la identidad nacional, cuando la política oficial se sometía a las potencias de Europa y reprimía por igual el descontento de las masas criollas y de los inmigrantes europeos. No sólo se padecía la dependencia económica, sino que el país había retrogradado en la lucha por la emancipación cultural e intelectual. Otro siglo después, en una época en la que los pueblos ejercen un creciente protagonismo y las lecciones del pasado nos aclaran el porvenir, cuando se ha afirmado la conciencia del destino común de los países sudamericanos, ligados por una profunda identidad histórica, la oportunidad del Bicentenario nos obliga a revisar y volver a las fuentes del momento revolucionario de la independencia.
Fuente: “Latinoamérica y Argentina hacia su segunda independencia”, Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2007
Notas [1] Tulio Halperín Donghi, Historia Contemporánea de América Latina, Madrid, Alianza, 1975, p. 77-78. [2] Boleslao Lewin, La rebelión de Túpac Amaru, Buenos Aires, Hachette, 1957, p. 600 y ss. [3] Boleslao Lewin, Mariano Moreno, su ideología y su pasión, Buenos Aires, Libera, 1971, p. 141-142. [4] Ver H. Chumbita, Jinetes rebeldes, Buenos Aires, Vergara, 2000, capítulos uno y siete. [5] Boleslao Lewin, op. cit., p. 161 y ss. [6] A. Fernández Díaz, El supuesto plan de Mariano Moreno, Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, núm. 4, 1960, p. 56-57, 63, 67 y ss. [7] José Torre Revello, Yapeyú, Buenos Aires, Instituto Nacional Sanmartiniano, 1958, cap. 4º. [8] David Peña, Historia de las Leyes de la Nación Argentina, cit. por Rodolfo Puiggrós, Los caudillos de la Revolución de Mayo, Buenos Aires, Corregidor, 1971, p. 40 [9] Julio César Chaves, Castelli, el adalid de Mayo, Buenos Aires, Ayacucho, 1944, p. 251 y ss. [10] Juan Pablo Echagüe, Historia de Monteagudo, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1950, p. 34, 50, 206. [11] Juan Canter, "La Asamblea General Constituyente", en Ricardo Levene (dir.), Historia de la Nación Argentina, 1961-1963, tomo VI, 1ª sección. [12] Carta a O’Higgins del 1° de marzo de 1831, en Museo Histórico Nacional, San Martín. Su correspondencia 1823-1850, 1910, p. 21. Carta a Guido del 20 de octubre de 1845, en Patricia Pasquali,San Martín confidencial, Buenos Aires, Planeta, 2000. [13] Héctor J. Piccinali, Vida de San Martín en Buenos Aires, Buenos Aires, 1984, p. 326-333. [14] Ver H. Chumbita, El secreto de Yapeyú, Buenos Aires, Emecé, 2001. [15] Manuel de Olazábal, "Reminiscencias de algunas generalidades características del Gran Capitán...", en J. L. Busaniche, San Martín visto por sus contemporáneos, Buenos Aires, Solar, 1942, p. 40-42. [16] Proclama bilingüe de 1819, en Ricardo Levene, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, tomo XXIVXXV, 1950-1951, p. 676 y siguientes. Traducción literal por Rumi Ñawi. [17] Mariano F. Paz Soldán, Historia del Perú independiente, primer período 1819-1822, Lima, 1865, cap. XVI. [18] José M. Rosa, Historia argentina, Buenos Aires, J. C. Granda, 1964, tomo II, p. 14. [19] Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la independencia argentina, Buenos Aires, Lajouane, 1887, tomo 2, cap. XXIX, p. 419-420. [20] B. Mitre, Historia de Belgrano..., tomo 2, cap. XXIX, p. 421-422. [21] Carta a Godoy Cruz del 22 de julio de 1816, Comisión Nacional del Centenario, Documentos del Archivo de San Martín, Buenos Aires, Coni, 1910, tomo 5, p. 546. [22] B. Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, 1887-1888, tomo 2, cap. XXVII y XXIX. Carta de Anchorena en Julio Irazusta, Tomás de Anchorena, Buenos Aires, Huemul, 1962, p. 23 y ss.
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[23] B. Mitre, Historia de Belgrano, pp. 426-427. Cartas de San Martín del 12 y del 15 de agosto de 1816:Documentos del Archivo de San Martín, cit., tomo 5, p. 547-549. [24] Pedro Grenon, ob. cit., p. 41-48. José P. Otero, Historia del Libertador don José de San Martín, Bruselas, s/d, tomo 4, p. 460.
Carpani Martin Fierro
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Wenceslao Varela (Un Poeta Gauchesco O Un Gaucho Poeta) por Dr. Raul Iturria
Un día cualquiera de la década del ochenta del siglo pasado, con el Colega abogado Dr. Emilio Cerruti Aicardi y el plástico nacional Jorge Centurión Sallaberry (sobrino éste, del famoso cura jesuita Juan Faustino Sallaberry), nos decidimos ir a conocer al grabador criollo Carlos González. Su casita estaba ubicada en pleno Prado. Allí llegamos y fuimos recibidos por un hombre muy mayor, muy hombre y muy sabio. Arisco como su obra, extraño como su mundo y directo como buen hijo del Cerro Largo histórico. La noche antes yo había leído, en “Primeros encuentros” de Serafín García, la nota en que refería a este creador plástico. Y tal como lo describiera el gran Serafín, era nomás aquel criollo. Dos frases de él recuerdo, la primera referida al Uruguay: -“El Uruguay es chico… bueno, no es tan chico, somos nosotros los uruguayos que lo achicamos”, gran verdad! nada le ha hecho tanto daño, como la expresión lamentable de “paysito”. La otra expresión, estuvo referida a lo que le cuesta al hombre independiente triunfar en esta nuestra sociedad. Y agregó, luego: “Por eso admiro tanto a Wenceslao Varela; porque es un hombre totalmente independiente”. ¡Cómo me gustaría conocerlo!” nos manifestó, yo le comuniqué que le conocía y mantenía con el poeta maragato cierto grado de amistad y le prometí que iba a hacer lo posible para que se encontraran y conocieran. El hombre propone y Dios dispone, e hizo que yo no cumpliera con el mandado, de lo que estoy en deuda y profundamente arrepentido por no haber vencido esa inercia negativa, que nos acomete en muchos tramos del camino… Pero era así nomás, bien dicho por aquel hombre que con el buril y la pluma, trazó el perfil de muchos gauchos, de variados personajes de nuestro campo y los inmortalizó, al igual que en la Argentina lo hiciera Molina Campos. Son los mismos hombres que en el trabajo y la diversión se plantan en la Pulpería, en la Yerra, en el rodeo, junto a la tropa o en una alambrada, y quedan como plasmados en bronce para la eternidad. Y estos hombres hablan por boca de Varela y él; sin buril, sin gubia y sin bronce, los crea, recrea y da vida, con el simple auxilio del maravilloso idioma de Cervantes, adaptado al medio, y aplicando sus grandes conocimientos de la vida rural y de tales personajes. Para mí es un gran honor, que me hayan dado esta oportunidad para hablar de tal personaje y su obra. Y está bien, que sean los fervientes admiradores de Osiris Rodríguez Castillo, los que Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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levanten la tribuna para ensalzar al poeta que nos ocupa. Osiris solemne y profundo, como lo fue en vida, estará aplaudiendo desde el cielo, o desde las aguas plácidas y dulces de nuestro río Yí. ¿Cómo llamarle a Wenceslao? No todos ustedes saben quien es Wenceslao Varela, muchos le conocen por su obra,pero no le conocieron personalmente. Al momento de plantearme el desafío de trazar una semblanza de su persona en pocos minutos, y hacer una breve incursión por su obra, en otro breve rato, la primera duda que se me plantea es como llamarle: ¿Es un poeta gauchesco? O ¿es un gaucho poeta”? Tal vez sea las dos cosas, pero veamos por separado cada una de ellas. ¿Quienes son los poetas gauchescos? Serían los que cultivan el género de la poesía gauchesca. Pero no es tan sencilla la premisa, pues es preciso saber si existe o no, una poesía de una naturaleza tal, que merezca la nota de poesía gauchesca o de los gauchos. Para hablar de una literatura que lleve ese nombre es preciso, presuponer al Gaucho: ese personaje vital de nuestras llanuras y de las pampeanas extensiones argentinas, parte sur del Brasil, zonas del Paraguay y algo del sur de Bolivia. Hombre diestro en el manejo del caballo, desde la doma hasta el trabajo con él, o en la diversión, caracoleándolo para impresionar a los demás paisanos o a alguna dama, y corriendo carreras. Dominador del arte de enlazar y pialar, de preparar las “garras” de su apero, de rumbear en el horizonte inalcanzable de las soledades, de llevar una tropa sin tropiezos, de levantar una cerca o de hacer un buen asado con cuero o sin él. Pero para que el gaucho existiera, a su vez, fue precisa la introducción del caballo y del vacuno; el campo en su extensión soberbia ya existía. Y en ese ambiente de grandezas infinitas, campo y cielo con el sólo límite del horizonte, jinete y caballo formaron una dupla, que hizo realidad la leyenda del Centauro. Y satisfechas las necesidades vitales primarias, se asoma a su alma dura, simple, sencilla, pero alma al fin, la necesidad de alcanzar el amor y la poesía. La libertad del campo y su soledad animan al discurso y al canto, se habla solo y se improvisan versos, nadie escucha sólo quien pronuncia tales palabras o construye tales cantos. Silba el jinete y su silbido es música que acorta las distancias, que se opone al tedio de largas cabalgatas, o que se vuelve instrumento a la hora de trabajar con el ganado o conducirlo en tropa. Y andando por caminos solitarios o por campos sin senda ni destino, se le cruzaba a veces, una pulpería, a la que he llamado “atajo de rumbos” como un oasis de civilización en el desierto verde. Y allí la prosiada, la información que se trae y que se deja, y la que se encuentra y se lleva luego. El trago de caña o de ginebra, y más acá, el de vino o cerveza, y luego cuando estos licores desatan las manos y la lengua, se empuña una guitarra y en sus cuerdas se descubre oculta una milonga, un estilo, una vidalita, o un valsecito criollo.
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Reconocidamente generoso, sin embargo, hay tres cosas que no presta el gaucho: la mujer, el caballo y la guitarra. Pero en la pulpería, generalmente hay una guitarra, de la que nosotros, dijimos: Y aquella que no se presta / aquí suena de prestada / por ser de todo el que llega / a la reja sin guitarra. // Guitarra de pulpería, / triste peona de las danzas / maltratada por cien manos / que la tocan destemplada. Y es una de sus pocas diversiones, y es el primer escenario del payador, poeta repentista que sin saber escribir, teje versos y los tiende como hilos de un alambrado de sueños. En cuanto a este género poético, hay algunos puntos de coincidencia básicos. El primero: nuestro Bartolomé Hidalgo es el originario creador del género, lo aceptan en nuestro país, en Argentina y en España Por venir de quien proviene, diremos con don Marcelino Menéndez y Pelayo: “ El primero, que coincidiendo en este procedimiento con muchos poetas dialectales de todos los tiempos y naciones, se apoderó del tipo del gaucho para hacerle discurrir en su propio dialecto sobre los acontecimientos políticos, fue un poeta uruguayo, D. Bartolomé Hidalgo, antiguo oficial de barbero, y por consiguiente coplista y tocador de guitarra”. Igual o parecido concepto, aparece en todos los estudios de esta literatura, tanto en su origen, como luego cuando se desenvuelve y logra mayoría de edad. El segundo: Caracteriza esta expresión poética, la utilización del habla rural del gaucho y luego del paisano, que puede ser del campo pecuario o de las chacras en las proximidades de Montevideo. Destacan: Antonio Lussich, José Alonso y Trelles “El Viejo Pancho”; Guillermo Cuadri “Santos Garrido”; Romildo Risso, Serafín J. García, Osiris, Wenceslao y muchos otros. ---El léxico especial del gaucho, es utilizado en esta modalidad de la poesía rioplatense, en unos casos por gente ruda, en otros por ilustrados hombres de la ciudad, con conocimiento profundo o no, del medio rural. Más tarde, por el año 20 del siglo pasado, surge la corriente que se llama a si misma, nativista, que tiene en Fernán Silva Valdés su creador principal, teórico y práctico, pues la explica y compone sus versos en ese nuevo ritmo, idioma y aptitud. Junto a él destacan otros, como Elías Regules, Yamandú Rodríguez, Pedro Leandro Ipuche, Osiris, Sandalio Santos, etc. Wenceslao Hombre: Nacido en el paraje El Cautivo, el 25 de mayo de 1908 junto al Río San José y en el departamento homónimo. Trabajó desde niño en el campo, peón rural, tropero, domador. Conoció y creció en ese medio arisco y rebelde, que es el rural. Allí fortaleció su espíritu y su cuerpo. Desbravar potros y transformar reses en bueyes o lecheras, no es trabajo para flojos, y en esa escuela del trabajo y la tradición, se afirma el niño, crece el adolescente y luego en ese hombre-gaucho, se instala el poeta. Fácil resulta pensar en rima, común tarea la de entonar canciones, que enseña el viento en las pajas bravas o en los hilos tensos de los alambrados. Y el viento, tiene muchas variantes cuando se pone a silbar. La fuerza de una cifra, o la tristeza de un yaraví, la suavidad de un estilo, todo eso y mucho más enseñan los elementos, a quien solitario, transita por llanuras y lomas. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Sólo es posible entenderlo, para quien ha practicado tales andanzas y ha cumplido esas tareas. Sobre todo la de tropero, largas horas para masticar recuerdos, razonar cuestiones y encontrar explicación, primitiva pero sabia, acerca de los misterios del mundo y de la vida. Tres meses, dicen que duró su pasaje por las aulas; lo demás lo aprendió con la vida. La experiencia es el aula de muchos de nuestros campesinos. La educación en él fue de primera, pero la educación o el ser educado, suele ir por cuerda separada respecto de la instrucción. En nuestra época de escuela rural, en medio del campo, la enseñanza moral ocupaba uno de los sitios más destacados, y esa es educación, en cambio instrucción es la acumulación de conocimientos, más o menos sistemáticos, pero no otra cosa. El hombre de campo era educado en su casa, por sus padres, por las costumbres inveteradas y los valores eternos, comunes a todas las culturas. Wenceslao fue primero gaucho, y como tal se educó, andando caminos diversos y juntando vivencias, luego amaneció el poeta, que naturalmente, nace con el individuo y luego crece y se desarrolla por impulso de la vocación y el tiempo. Es pues un gaucho poeta. Y como tal romántico, costumbrista y fiel pintor de escenas y personas. Siempre me gusta comparar a los poetas con los pintores, grabadores y escultores. Ellos utilizan sus manos, algunos pocos instrumentos y materia, para inmortalizar en lienzos o en maderas o con hierro, arcilla u otros elementos, personas, acontecimientos, paisajes. El escritor y en especial el poeta, con palabras del idioma, inspiradas en el fondo de su alma, como si fuera ésta la fragua o el crisol, hacen lo mismo que los plásticos, y lo hacen para siempre. Cada cosa que hace el hombre, lleva la impronta de su espíritu individual y de su mano. La mano es la extensión, con que el alma hace las cosas, y todas son distintas por ser personales. La vida de Wenceslao es romántica y bohemia, es extraña a todo amor por los bienes materiales, y en su modesta forma de vivir está ínsita, una sabiduría casi santa. Las anécdotas que salpican ratos de su existencia, son demostrativas de su honda sabiduría, de su humildad profunda y de su genio inspirado y único. Le traté personalmente, compartimos peñas y charlas, y juntos comentamos estas cosas de que hablamos hoy, gastamos bromas y uno de los anfitriones fue Abel Soria, amigo muy íntimo del gran Varela. Siempre me hacía bromas acerca de mi condición de “blanco”, era un hombre “chusco”, como dicen afuera. Cuenta Abel, quien ha juntado numerosas anécdotas suyas, que una vez fue Wenceslao a un bautismo en la Iglesia de San José, en la condición de padrino. Mucho alegró al párroco, encontrar en su sede al destacado poeta y vecino; expresándole: -“¡Que alegría me da verlo por aquí don Wenceslao!”, a lo que éste contestó: -“Es que yo soy cristiano, Padre”-Pero nunca viene por la Iglesia, agregó el cura.- Y la respuesta jugosa no se hizo esperar: “Sabe Padre, que yo vivo muy lejos… y entre mi casa y su iglesia, hay tanto boliche…”. En el mismo sentido, otra vez al momento de iniciar una conferencia, ve don Wenceslao que en primera fila está sentado el Obispo de San José, lo que motiva la alegría del disertante, expresado en estos términos: “¡Que honor señor Obispo!, tenerlo en mi auditorio. Y luego de un breve silencio, como si meditara, agregó: “Yo supe ser muy amigo de Dios, pero… después, por una cosa que me hizo, quedamos alambrau por medio…” Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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En 1985, fuimos con Abel Soria, a visitarle a su casa y yo le llevé como obsequio, el libro de Serafín J. García “Todos los romances”.Mucho le agradó el regalo, y tomando el libro en sus manos, reflexionó: - “¡Oh! Los romances de Serafín…mejor que los de Lorca,… bueno, bueno… mejor no, iguales” Y cuanta razón tenía Varela, nadie se ha ocupado de beatificar siquiera, los excelentes romances de Serafín J. García; si Tacuruses es la obra cumbre en su poesía gauchesca, los romances son comparables con la mejor poesía culta en lengua española. La poesía de Wenceslao Alrededor de 8 obras, componen sus trabajos literarios, y dentro de sus poesías pueden hacerse muchas clasificaciones. Para esta charla los hemos agrupado del modo siguiente: A) Poemas autobiográficos: En “Camino y sueño” nos dice: El güeno encuentra querencia en todo rincón del suelo, tranquera cerrada al malo de par en par se abre al güeno. Que me parezco, me dicen al nido del espinero por ajuera pura espina, tibio y blando por adentro. Una querencia con canas se hizo trenza en mis desvelos y una querencia con niños me lleva el poncho sin flecos. Y “En modestia Aparte…” traza en precisos brochazos mucho de su perfil psicológico, y de la recia figura del gaucho poeta que es, cuando afirma: “Como vanguardi’aguerrida traigo mi poco saber, aprendido al recorrer los caminos de la vida. De humilde cuna, mecida bajo techo de humildá, que aguantó la tempestá, los años y la pobreza, traigo: valor, entereza y amor a la libertá. Y soy, de poncho y espuela sobre cualquier redomón, uno más de mi nación con la vida por escuela, Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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el que a versos y vigüela con nudos y disonancias en poblados o en estancias se cortó solo, a lo entero, con modestia o altanero asegún las circunstancias.” Cuando le canta a la “Guitarra muda”, nos dice: “Ayer cuando muchacho con novia y sueños en el duro comienzo de mi cancera, encordé una guitarra con mano leve como a quien a una novia le encinta trienzas. Y la llené de notas como caricias; delicadas caricias de manos tiernas con dedos como chorros de cristalinos manantiales de música que el alma llena.” B) Poemas de maestría: Para los amantes del folklore y las tradiciones, como somos los que estamos aquí y muchos más, existe conciencia clara de la importancia que tiene la tarea de custodiar tales ramas del conocimiento que son valores, al mismo tiempo, esenciales a nuestra condición de orientales del Uruguay. Conservar costumbres y cuando menos el recuerdo y el conocimiento de ellas, a medida que van perdiendo actualidad, es obligación del Estado y de sus integrantes. Como el Estado y la cultura bárbara que él ampara en las ciudades grandes, hace poco por ello, bendigamos a quienes como Varela han asumido la tarea y a todos los que sigan su ejemplo. En sus hermosos versos “Un pedido”, por suerte grabados por el gran Santiago Chalar se ha hecho carne en nuestro pueblo, y ellos enseñan y para siempre, lo que son y como se fabrican las botas de potro. En “La luz Mala” describe esta vieja y generalizada leyenda de nuestro campo, que no ha escapado a ser tema en la pluma de numerosos escritores, y que es una realidad, desde el momento mismo, en que recorre la mente y la imaginación de chicos y grandes. Las fosforescencias del campo y en especial de los “campos santos” dieron pábilo a tal creencia. Y sus “Consejos” tienen la belleza de los de Hernández y de los de Atahualpa Yupanki, y en sabiduría no le van en zaga. “Riegue siempre la esperanza pa que no pierda verdor, y no le aflueje al dolor ni a los corcovos del potro; trabaja menos que el otro el güey que es más tirador”. “Yo abro la boca tan solo pa perdonar y cantar he podido comprobar observando de pasada; que una lengua muy usada se afila y suele cortar.” Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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La envidia es pájaro triste que el alma suele anidar es graznido su cantar, duele en maligno deseo; cuando un envidioso veo siento ganas de llorar. Yo soy áspero por juera como el higo cimarrón y he sacao en conclusión de pensar y de aprender que el rezo -hasta sin creerpurifica el corazón. C) Nostálgicos y románticos: Los folklórologos más trascendentes, han señalado que la escuela romántica, o el período romántico fue la etapa en que más creció la ciencia del folklore. Pero personalmente, creo, que el romanticismo más que una escuela o tendencia del arte y la literatura, es una condición de ciertas almas humanas. Ser romántico es una aptitud, que yo pondero, como positiva y que no alcanza a todos. Las mujeres son románticas, casi sin excepción, para bien de ellas; mientras que los hombres al revés, pocas veces sabemos ser románticos, para el mal nuestro. Un poeta difícilmente carezca de tal condición y Wenceslao fue en su vida y es a través de su encendida obra, un romántico por esencia. Poseedor de una sensibilidad exquisita, con una vestimenta casi fuera de época, pero que había sido moda de otros poetas de otro tiempo. Chambergo de anchas alas, corbata de moña o de lazo, todo él era una exaltación de los valores del espíritu, ajenos a toda conveniencia económica. En “Domingo e’tarde”: “Ayer clavé cuatro horcones en la cuchilla más alta; quedría que vos los vieras desnudos de barro y paja; pa que salga dende abajo todo a tu gusto mi amada”. Y en “La noche aquella”: “La noche que te traje pa mi querencia, sobre el anca del moro de mis versadas, nos mostraron alegres su transparencia las cintas cristalinas de las cañadas. Nos polvorió la luna polvo de plata, nos dieron sus alfombras los gramillales y sembraron rubores los escarlatas y adormecidos mantos de los ceibales”. Cuando escribe a su poncho, aparece el maestro existencialista que hay en él, Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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y lleno de nostálgica ternura, nos enseña: “No quisiera que un día me sorprenda la muerte sin mi poncho liviano gastadito y sin flecos porque temo que el frío de mis últimas horas se le yele en el alma a mis últimos versos. Y termina el poema, con esta hermosa estrofa: “Que me sigan el rastro desde el niño hasta el hombre por el duro camino de mi lucha sin cuento y verán porqué quiero evitar que mi muerte amortaje con frío a mis últimos versos” En “Modestia Aparte”, sobre el amor, enseña: “En amores nunca dejo que naides me pida cuenta; de los “quince a los cuarenta” me dio por remedio un viejo. Voy dénde entonces parejo sin faltar a mis deberes, pues, en cuestión de quereres, da más la fama qu’el oro… He dejau “lunanco” el moro de tanto cargar mujeres! D) Su preocupación social. Hombre sensible no podía estar ajeno a los dolores sociales que alcanzan a su Nación, y de modo especial a los sectores rurales deprimidos, que en sus años mozos se llamaban rancheríos y estaban diseminados por toda la Geografía rural de nuestra tierra. “Piona” Cuando le canta a la “China tortera”, la pinta de cuerpo entero y de ella surge su drama: “Alma de las reuniones campesinas -ande los pingos cotejaban mentasni a pobre te ganaron las arañas, ni a gaucha te ganaron las espuelas. Pa hacer la masa pa tus tortas fritas cualquier carona te sirvió de mesa, y en tu rodilla, pa agarrar la forma la masa blanca se volvió morena” EPÍLOGO: El Gaucho poeta que anduvo encarnado en Wenceslao, y su frondosa inspiración que le siguió como una sombra en su vida, tiene virtudes sustanciales en la calidad de sus metáforas, respecto del uso de las cuales no se excede. Siempre me ha parecido que el exceso de las metáforas, termina haciendo empalagoso al verso, requiere un uso moderado de ellas, el buen gusto; y en ese rubro es un verdadero maestro, fiel reflejo de su vida. Varela es un diestro en imaginar situaciones, calificar episodios, pintar paisajes. Terminaré esta charla con un romance magnífico, al que denomina: “Romance de la Moza guitarrera”. Volviendo a la anécdota relativa a los romances de Serafín y Lorca, si examinamos éste de Wenceslao, podemos compararlo con los mejores de aquellos. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Veamos: En los primeros versos de este romance, Varela demuestra su aptitud excepcional para poner un telón paisajístico, que hará marco al drama que se avecina y que describe con mucha mayor calidad artística, de lo que era común, en este tipo de poesía costumbrista. “Hay agonía de tarde en la celeste frontera, mezcla de sombra y de luz, plomo de cielo y de sierra. Como vanguardia de noche pasan aves agoreras abanicando la fría palidez de tarde muerta. Enferma de plenilunios -con su cedazo de seda- cierne una luna de nácar harina sobre la tierra; y allá en la loma sin árboles -que apenas sube la senda- su cansancio de calvario inclinaron dos carretas” En ese ámbito, tan bien descrito por el poeta, comienza a gestarse una tragedia, de la cual participan los dos carreteros amigos y compañeros de mil jornadas, pero cuya sangre hace bullir la presencia casual e inesperada de la “Moza Guitarrera”. Y después de jugar el destino de la misma, o mejor su compañía, a taba, a naipe, terminan jugándosela a facón. Es parecido a tantos otros “compuestos” de poetas populares, de payadores o no, pero tiene mucho mas esencia poética que sus competidores. Y todo el acontecer descrito, está preñado de hermosas metáforas y giros propios del gran lenguaje de Cervantes, terminando bellamente de este modo: “Y cuentan las tradiciones que todos los años reza -junto a dos cruces que se alzan entre restos de carretasuna mujer que anda siempre con una guitarra a cuestas”.
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Chabuca Granda, La Hembra (y La Sábana Bordada) Por Josefina Barrón
Perú cumple años el 28 de Julio… y en el Pregón Criollo lo recordamos a través de una cantautora emblemática. Y con este trabajo muy interesante! Chabuca fue sobre todas las cosas, hembra. Un pedazo de mujer en el más carnal de las existencias. Cazadora de historias para contar y revelarse, para decir y confesarse. No pudo haber escrito sobre el trágico desenlace del romance que terminó con la vida de Violeta Parra sin sentir en su propia entraña el desenfreno de una pasión amorosa y los terribles estragos del desamor. Tampoco habría podido transmitir sentimientos de pérdida, injusticia, frustración, que la llevaron a componer los más tiernos y compasivos versos a Javier Heraud como si llorara a un hijo muerto en batalla, como si envolviera el cuerpo de ese hijo ya sin vida en su regazo. Ella vivió momentos de terrible dolor cuando intentaron distanciarla de sus propios hijos. Amante. Amada. Paloma solitaria. Ave rara. Vespertina. Nocturna tejedora de historias. Poeta de lo inasible, anudaba y desanudaba sentimientos cotidianos. Provocaba cantarlos. Música. Sensualidad. Aventura, aventurera, aventurada. Cultora, culta. Cultísima. Orgullosa como ella sola. Tenía sus razones. Femenina a sabiendas. Justa. Comprometida con causas justas. Cómplice de ella misma. Furtiva. Romántica, desprejuiciada, libre y libertadora de ritmos. Nunca libertina. Siempre señora. Dicen que muy vanidosa. Diva. Peruana. Limeña. Americana. Única. Sabía de zaguanes, de placitas, del aroma de la canela, de los matices del color negro en piel y alma, sabía del Perú de Basadre, de una Lima sincerada, y de los dedos mágicos de Caitro Soto sobre los distintos maderos de un mismo cajón. Sabía de palabras inciertas, abstractas, para ser certera, para expresarlo todo. Sabía de quiebres en la voz como excitantes caminos de trocha, sabía de inesperados silencios como paisajes infinitos. Sabía de suicidios por amor y heroísmos estériles. Sabía ser madre aunque pretendieran quitarle a los hijos. Por la misma razón y el mismo día que la homenajeaban en un palacio la castigaban en otro palacio: le Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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leyeron una sentencia que le arrebataría a sus hijos por un tiempo. Era suficiente argumento eso de andar en los ambientes del criollismo, eso de componer valses y a través de ellos desnudarse, revelarse y rebelarse, expresarse con la soltura a la que una señora como ella supuestamente no tenía derecho. Ya estaba divorciada o en proceso. Fue después de terminar con el matrimonio, después de saber que aquella gran epopeya era solo un castillo de naipes, que todo cambió. Chabuca arrancó realmente a componer. A volar. O quién sabe si realmente a aterrizar. Cómo le dolía la soledad y qué tanto alimentó esa soledad su puño y letra y los acordes de sus zamacuecas, valses, landós, bossa novas y tantos otros ritmos que ella conocía y con los que experimentaba sin temor. Sabía de largas noches y viejas consejas. Sabía de ese muchacho cubano cantautor llamado Pablo Milanés que atrajo su atención con tan solo veintitrés por sus letras vueltas canción. Sabía bien del instrumento que la acompañó desde niña y fue su mejor confidente y aliado: su voz, su emblemática voz, su irremplazable voz, aún más grave luego de una operación; voz imperfecta, voz accidentada como los caminos del Perú, voz tan humana como ella, por eso voz que no tiene reemplazo. Solo Chabuca puede cantar a Chabuca. Se sabía audaz y pagaba el precio sin remordimientos. Se sabía señora, señora siempre, reverenciada sobre pisos de tierra, sobre el viejo mármol de los salones más pitucos de Lima, sobre las tablas cuando enmudecía a la multitud apenas exhalaba el primer suspiro, o en las prolongadas tertulias con gente honesta, sencilla, frente a un platón de chifa. Conocía sus zonas más atractivas y atrayentes. Sacaba partido a sus empeines; ¿no son bellos? Preguntaba a un amigo mientras miraba sus empeines. Eran delicados, hermosos. Nunca quiso esconderlos y cuando entró en años, cuando el cuerpo empezó a robustecerse, quiso subir el ruedo de sus vestidos para seguir mostrando esos empeines juguetones. Disfrutaba estar rodeada de hombres mayores pero también de jóvenes valores. Los primeros fueron fuente de sabiduría y alimento a su vanidad. Los segundos refrescaron y actualizaron esas ansias de saber que siempre tuvo. Taqueaba con firmeza su cigarro antes de encenderlo; humo al viento, conversa de a dos, de a tres; horas de intercambio de ideas. Había que decir cosas que valieran la pena. No soportaba la idiotez. Había en ella cierto aire masculino que la volvía aún más interesante, que matizaba a Chabuca la hembra, redefiniendo su naturaleza femenina, remeciendo y conquistando aún más a quienes gozaron de su cautivante presencia. Entre esas personas, César Calvo grande poeta, enamorado hasta la médula de la señora-hembra-Chabuca, quizás en el terreno de Platón y en el de Calvo. Estaba ella recubierta de majestad. Era una escarpada montaña sobre zapatitos de cristal. Chabuca amó, amó sin filtros ni concesiones. Anduvo libre en las atmósferas que ella, solo ella elegía. No aguantaba pulgas, injusticias, pacaterías. Hablaba sin tapujos y con certeza. Leía todo lo que a sus manos llegaba y si no llegaba, iba en su busca. Pocos la tuteaban porque ni ella misma se tuteaba. Una de las composiciones que dedicó a Javier Heraud titulada “Las flores buenas de Javier”, dice así: Ay, hermano, si pudiera suplicarte, Suplicarte tan fuerte que volvieras Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Desde un triste tañer, joven ausente. Alerta estoy a tu costado abierto, Inmolada paloma solitaria, ay… Llama a Javier Heraud “paloma solitaria”, pero ella mismo lo es. Es ella la que sufre, no en vano ni estérilmente, las largas noches; es ella quien goza, quien vibra en la tristeza de la soledad, aunque se refiera a otra persona cuando le preguntan sobre las historias detrás de cada canto. Aquí un fragmento de “Una larga noche”: Por qué será la noche tan larga Y alucinada y tan sola y tan desalmada Si es sólo si es sólo una larga noche Zamacueca, zamacueca Es sólo una larga noche Mi noche nunca es aurora Que llega por la mañana Es sólo larga cornisa Que da la vuelta a la nada (…) Dice su hija Teresa que escribía sus letras mientras todos dormían. Los niños ya no revoloteaban y si faltaba el arroz pues no se tendría que enterar hasta el día siguiente. Se acostaba muy tarde, o mejor aún, temprano en la madrugada. En las mañanas, nadie hacía ruido hasta que ella no saliera de su habitación. Había compuesto, había parido, había alumbrado una vez más un poema. En esa misma composición, “Una larga noche”, Chabuca escribe cómo debiera ser la noche: “(…) larga aurora perfumada, diáfana y azulada, una sábana bordada, de rumores y de amores, de estrella de la mañana (…)”. Si pudiéramos pintar ese paisaje nocturno, así sería mi propia noche. La canción titulada “Ofrenda”, tiene un especial trasfondo amoroso: Chabuca entrega su entrañable Lima; le pide a la ciudad ponerse de fiesta: “serás mi ofrenda galana, el bello marco a mi amor” escribe. La entrega de Lima y la de Chabuca se producen en forma de ofrenda y por eso, son irrenunciables. Chabuca, la mujer, estaba absolutamente enamorada, dicen que de un venezolano. Por eso hace referencia al “guapo llanero de tierra extraña”. Me la imagino emocionada, exaltada, frente a su máquina de escribir, sol nocturno, aguaitando por la ventana la madrugada pues con el día vendría ese su anhelado amor. Puedo, puedo imaginarla como una niña soñando despierta, volcando sus ganas sobre el papel que todo lo aguantó. Incluso sus silencios. Diría que Chabuca escribió los sensuales versos en “Cardo y Ceniza”, pero diría también que cuando era el Perú el motivo de sus letras, se confesaba tremendamente enamorada de su tierra. Era el Perú un “Bello Durmiente”; así tituló una de las composiciones que dedicó al país y que tiene las más hermosas frases como “es un derroche de amor el suelo mío”. Chabuca quería empinarse en la más alta cumbre del Perú para estirar sus brazos y abrazarlo, y en esa soledad pedirle humildemente que devuelva su beso al ella besarlo. “Bello Durmiente” empieza con una frase que ahora es común pero en esos años sesenta pocos, muy pocos, realmente imaginaban decir: Te amo, Perú. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Te recuerdo Chabuca un domingo de verano durante los primeros años de la década de los ochenta. Debió ser en febrero por cómo el calor embriagaba a las personas. Eras una aparición en la puerta del Yacht Club de Ancón, con tus lentes agogó, acompañada de ti misma y de tu poodle, blanco, blanquísimo como tu traje de lino. No se si fuiste un ángel, el mismísimo sol o un demonio esculpido en luz. Pero allí estabas, dominándolo todo, sobre el gentío en ropas de baño que dejaba de lado los choros a la chalaca, la canchita serrana, los chismes del fin de semana anterior, el apacible baño de mar y los Planter’s punch. Se hizo un silencio y uno a uno, anconeros veraneantes incautos y semidesnudos, fueron rindiéndote homenaje como a la reina, señora vestida de blanco, labios rosa y delicados empeines, señora que se bastaba ella sola y que tenía su propia, inconfundible figura, estampa y voz. ¿Chabuca Granda? Pregunté. ¿Quién es? Fue allí, en la arena caliente de mis primeras pubertades, entre malaguas descomunales, palomilladas y erizos adormecidos, que empecé a entender qué era ser mujer, qué era ser poeta, sol, paloma solitaria, peruana y hembra, porque supe de ti. ¿Cómo iría a imaginar en esos años que aquella señora amaría con la intensidad de una leona? ¿cómo iría yo a conocer de besos de mujer grande, de caricias generosas, de manos inquietas en la intimidad de uno más uno es dos? ¿cómo escuchar el reverbero de su voz gruesa diciendo cosas fuertes al oído del otro, en el intenso encuentro, sabe Dios si breve o largamente correspondido? ¿cómo un ángel, una madona, una ninfa, se apasiona hasta morir, se descoloca, se pierde en los resquicios del amor y se encuentra? ¿cómo puede una diosa sufrir por un mortal, inquietarse, esperar impaciente la llegada del hombre, cantarle al desasosiego? Gracias a ese amor, a esos amores encarnados en hombres, en idealizaciones de hombres, en tierras, en ritmos, en paisajes, en puentecitos escondidos, en historias, en razones por las cuales ensalzar o denunciar, es que Chabuca se puso a decir, se puso a escribir, se puso a declamar, se puso a cantar. Y nosotros, a escuchar, mucho más que con los oídos, con la piel.
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Margot Loyola, folklorista e investigadora Datos y Reportajes I: Chile
Grandes ejemplos hay en nuestra América de la conjunción de arte e investigación en una misma persona. Chile lo tiene, en por ejemplo, Margot Loyola, que se nos fue un 3 de Agosto de 2015. Cercanos ya a su tercer aniversario, la traemos en este reportaje.
La canción nunca es la misma Muchas de las reflexiones que la folclorista ha reunido en “La tonada: testimonios para el futuro” estaban hacía décadas en su memoria. Al escribir sobre su género musical favorito, Margot Loyola sólo ha puesto en letra impresa un rico mundo interior que no deja de tender puentes entre el campo y la ciudad, lo popular y la academia. Ya es largo el trecho que separa una investigación que se emprende por encargo de otra animada por curiosidad personal. Pero es aún mayor la distancia entre los tratados más o menos teóricos que hasta ahora existían sobre la tonada y el texto que ha desarrollado Margot Loyola para La tonada: testimonios para el futuro, el libro que presentó hace un mes en Valparaíso y que recién esta semana llegará a las tiendas de Santiago. “Es una investigación… vivida” prefiere describirla la folclorista e investigadora, que dio cauce a estas líneas sólo después de haber pasado más de cinco años entre cantoras y cantores de la Zona Central, expertos sin saberlo en lo que Margot cree que ha sido el gran legado campesino a nuestra música popular. De algún modo, son rasgos también autobiográficos los que van adivinándose bajo estas impresiones, las de una mujer que ha acompañado el desarrollo de la música chilena desde el campo directo del testimonio, y que se ha arrimado a la tonada como a un género expresivo especial; su favorito, de hecho. “La tonada penetró en mí lentamente desde el vientre de mi madre”, cuenta en el libro, “porque ella también la cantaba para llenar sus soledades. Desde entonces ha ido conmigo por todos los caminos, dejándome sonidos, esencias, paisajes, quejas y risas; conociendo y amando a su gente, mi gente; amarrándome a su canto, a sus sueños, esperanzas o desilusiones”. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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—¿Es realmente chilena la tonada como aparece en el libro, o ésa es sólo su opinión? —Es solamente mi opinión, mi pensamiento. El área es muy amplia, y en todo Chile se sabe lo que es la tonada, aunque haya zonas que no la canten. Siempre cada persona tiene algún recuerdo de una cuarteta o una décima de una tonada. Las profesoras siempre la han enseñado en los colegios, y se ha mantenido. Y creo que tiene para un buen tiempo, todavía… a pesar de los vendavales que se nos vienen encima. A lo largo de una tarde abrigada por el calor imperecedero de los rincones de una casa repleta de historia vamos aprendiendo cuáles son esos vendavales y cuáles las formas que tendrá el arte popular chileno para sortearlos. Junto a Margot Loyola y su expresión enfática, no hay tema que pueda parecer más interesante. “Qué hacerle pues” Con unos primeros viajes de recopilación campesina registrados hacia 1936, el trabajo de Margot Loyola en terreno ha sido uno de los cauces más significativos de su trayectoria imponente, que también incluye períodos de docencia, clases de danza y piano, la conducción de un espacio televisivo (“Recorriendo Chile”, en el entonces canal 7) y su invaluable aporte a los grupos Cuncumén y Palomar; este último, el conjunto folclórico con el que aún se presenta en vivo y en el que comparte la dirección general con su compañero desde hace casi cincuenta años, Osvaldo Cádiz. —Cantar tonadas fue durante mucho tiempo asunto femenino, ¿no? En el libro usted hace referencia a la trilogía mujer-tonada-guitarra. ¿Qué puede decirse sobre la impronta que esa exclusividad dejó en el género? —La temática en la tonada es muy diversa. Hay tonadas carcelarias, por ejemplo (que sí eran cantadas por hombres), otras de faena y otras florales. Pero, claro, en las tonadas amatorias hay una visión que sale siempre triste, desengañada. El libro es generoso en ejemplos, con la cita a títulos como “Estando con llave mi pecho”, “Acuérdate, falso ingrato”, “Cansados tengo los ojos” y “Lágrimas son las que almuerzo”. —Es un amor despechado, entonces… —Es como… [levanta las hombros] resignado. Como diciendo: “Me dejaste y qué. Que te vaya bien con la otra”. Es un despecho orgulloso, que no quiere mostrar debilidad. Anote estos versos: “Que tienes otra, yo bien lo sé / Si tienes otra, qué hacerle pues”. En la tonada, la cantora no llora con la palabra. Hay otro rasgo distintivo que Margot Loyola descubrió primero en ella y luego en el género. La tonada avanza como el agua de río en la que se bañaba Heráclito: nunca es la misma. —Si usted escucha a una cantora, y le dice: “Por favor, ¿podría cantármela otra vez?”, le va a cantar otra cosa. Cambia un poco la melodía y el ritmo, y es la letra lo que más permanece. Eso sucede porque en la tonada no hay una conciencia musical, sino una conciencia del alma; o de la sangre, no sé. Es eso que la impulsa a usted, y que no puede repetirse. —Y por eso ha sido tan importante la tradición oral, ¿no? Porque esta música siempre es mejor escucharla en vivo que en disco. —Yo creo que la tonada grabada va cambiando mucho; sobre todo en la actualidad, cuando se prefiere la sonoridad al carácter. La última vez que yo grabé, le dije al ingeniero en el estudio: “Esta canción la canto una vez. Si no sale, ¡vamos a pasar a la otra!” —cuenta con una voz Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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que haría conveniente obedecer—. Y así y todo el primer día grabé siete canciones. No me gusta repetir porque uno nunca canta igual, y se pierde el impulso del comienzo. La canción cambia incluso en cada uno de nosotros… y no nos damos cuenta. Para Margot Loyola, una nativa de Linares que llegó a Santiago cuando aún era una niña, la única manera de extraer la esencia de lo mejor del mundo campesino es conociendo sus voces más auténticas y valorando lo espontáneo que aún queda en ellas. Quizás por eso, la Premio Nacional de Artes 1994 revela sin falsa modestia sentirse todavía como una aprendiz de esas animadoras sencillas de trillas, rodeos y fiestas populares; tan ajenas a los medios de comunicación como a las ambiciones materiales con que puede asociarse la creación musical. A ellas, precisamente, les dedicó su Premio Nacional, hace doce años. —La cantora me considera cantora, y eso para mí es el mayor de los elogios. ¡Cómo quisiera yo estar a su altura! —Pero usted ha tenido reconocimientos que ellas jamás tendrán. ¿No le da importancia también a eso? —Lo que se me ha dicho en las academias yo lo agradezco mucho, porque admiro también a los académicos. Pero lo que dice el pueblo para mí es superior. —¿Por qué? —Porque si está su agradecimiento, significa que logré interpretarlos, y eso es lo que yo quiero mostrarles a estos sujetos que están dentro mío. Yo en cada presentación tengo dos mundos: el que tengo delante de mí, la gente, lo que veo; y el mundo que traigo dentro. Entonces yo canto y entrego ese mundo interno, y luego le sonrío al mundo externo que está al frente. Es muy lindo todo lo que me pasó siempre en los escenarios. Tanto mundo que recorrí: ¡tanto! Y siempre llegué a la gente. En algunas partes me decían: “No nos gusta mucho la canción, pero nos gusta usted”. Entonces Margot Loyola sonríe como lo haría una mujer coqueta. Su rostro se enciende a medida que baja la luz de la tarde, y de súbito se entiende la red de colaboradores que esta figura carismática ha tendido no sólo a lo largo de Chile sino también en el extranjero. No se puede estar incómodo a su lado. La amiga de Violeta Parra es, todavía, ejemplo vivo de un afecto por la cultura nacional de entusiasmo contagioso. —Si aquí se la ve tan enérgica, ¿por qué ya no quiere presentarse en vivo? —Lo que pasa es que yo quiero que el público, mi gente, me recuerde joven y nadita de mal parecida. En eso sí que soy vanidosa [se ríe]; eso tengo que confesarlo. Penas y proyectos La reedición en CD del clásico trabajo que Margot Loyola realizó junto al fallecido Luis Advis en el disco Canciones del 900 (editado por DICAP en 1972 y hoy casi inencontrable) es uno de los impulsos urgentes de una mujer que no concibe la vida sin proyectos. También la inquieta publicar algo sobre la mazurca-ranchera que conoció en Magallanes y Chiloé, y la cueca tradicional de campo.
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“Se le está dando prioridad a un tipo de cueca centrina, a la que llaman ‘cueca brava’”, acusa, “y ¡se está perdiendo la diversidad expresiva que tenemos de la cueca! Hay solistas hombres, dúos, tríos, hasta cuartetas, y con diferentes instrumentos; incluso bandas, porque en el norte se toca un pie de cueca y lo juntan con un huayno”. Toda esta actividad deberá acompañarla pronto con la nada fácil mudanza de su casa de 25 años, en el sector de Macul con Grecia. La autora no quiere ni ver cómo su actual residencia será aplanada y reemplazada por un centro comercial. El conocido mal del mall afecta hoy también a una pareja de artistas que no se acostumbra a un país que argumenta sólo con presupuestos de inversión. Son los vendavales que anunciaba Margot a nuestra llegada. “Vivo muy angustiada. He llorado mucho, y no quiero estar aquí cuando destruyan todo esto, porque es como… la muerte de una casa, ¿no? Yo soñé durante mucho tiempo con casas vacías, porque no tenía una. Y ésta es la primera casa que encontramos con mi marido. Ahora nos vamos a ir al campo, a una parte lejos. Lo que se ve ahora en Santiago son hombres que se están convirtiendo en máquinas; ¡es horrible! No nos comunicamos. Simplemente, ya no tenemos confianza en el otro”. La tonada: testimonios para el futuro reúne historias de vida, letras y partituras de tonadas; analizadas y caracterizadas en un lenguaje accesible. Su edición se acompaña de tres CDs con las grabaciones en terreno realizadas por Margot Loyola; además de ejemplos de voces precursoras en el género de la tonada-canción y algunos títulos antes inéditos, cantados por la propia autora. Advertisements Fuente: La Nación Domingo, julio 2006. Por Marisol García |
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HÁBITOS POPULARES RIOPLATENSES: LA QUINIELA Y LOS BURROS por Mario Tesler (*)
Primera parte
El juego de azar popularmente conocido por el nombre de quiniela durante el siglo XX estuvo por muchas décadas prohibido, a veces calificado como delito y otras como contravención, hasta que el gobierno nacional, teniendo en cuenta algunos antecedentes provinciales, concluyó que era beneficioso legalizarlo y monopolizarlo por el aporte que produciría al erario. Para destinar esos recursos a fomentar el deporte y a obras de carácter social, Francisco Manrique, ministro de Bienestar Social, impulsó la creación del concurso de Pronósticos Deportivos (PRODE). Por decreto del gobierno de facto fue aprobada la iniciativa el 5 de noviembre de 1971. A partir del resultado exitoso, es decir de los ingresos que producían, se fueron oficializando otros juegos de azar, entre ellos la quiniela en 1974 durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón. Desde entonces las agencias habilitadas para tomar apuestas a los juegos de azar incluyeron a la quiniela.
Como los tomadores ilegales de apuestas siguieron operando, gracias a las ventajas que ofrecían a los apostadores, surgió popularmente la expresión la clandestina, en contraposición a la quiniela oficial. La diversidad de juegos surgidos a partir de 1971 fue en detrimento de la quiniela de ambas modalidades, la oficial y la clandestina, que con el correr del tiempo fueron quedando relegadas. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Durante medio siglo, hasta 1971, este juego formó parte de la cotidianeidad de los argentinos, por más que los predicadores de moral y buenas costumbres lo marcaron como mal ejemplo. De manera ostensible u ocultos, sin llamar la atención, los levantadores tomaban apuestas en todas partes: en el comité político, en el mercado y en la feria, en el café y en el bodegón, en las reparticiones públicas y hasta en la mismísima Casa de Gobierno, en el almacén y en el puesto de diarios, en los lugares de trabajo y, particularmente, en la precaria vivienda obrera colectiva que se recuerda con los nombres de conventillo, convento y convoy. Ante el auge de la quiniela los organismos del estado y las instituciones sociales y religiosas la cuestionaban por el mal ejemplo que constituía este juego de azar como medio de procurarse dinero, alimentando de esa manera el lucro privado de los banqueros y empobreciendo aun más a los humildes apostadores. Desde el vamos el criterio de las autoridades uruguayas fue diferente: los levantadores y capitalistas de quinielas nunca fueron perseguidos por la ley; bastaba cruzar el charco para encontrar una actitud opuesta, ya que las actividades de ambos eran toleradas. El juego de azar por dinero tiene condena de origen bíblico, aunque condena larvada, pero varias confesiones religiosas lo aprueban cuando es para fines parroquiales. En esto coincidieron los partidos socialista, comunista y el movimiento anarquista con su constante prédica contra los juegos de azar. Aquí, en nuestro país, a pesar de ser reprimida por los custodios del interés público y rechazada por los guías espirituales, la quiniela rápidamente llegó a ser el juego de azar preferido de los argentinos, furor que comenzó siendo urbano. La energía para aplicar las disposiciones que se fueron dictando para combatir el juego de la quiniela fue insuficiente, gracias a los funcionarios policiales que gustosos aceptaban ser sobornados para hacer la vista gorda. Su éxito no es difícil de explicar. Para hacer una jugada no se necesitaba más que un par de chirolas; varones y mujeres de escasos recursos económicos podían tener chance con su número; a esto se sumaba la comodidad para efectuar la apuesta: se sabía de un levantador en todos lados De dos adelantos tecnológicos de la época, que habían sido incorporados recientemente, contribuyeron al auge de la quiniela: el teléfono, facilitando la tarea del levantador de apuestas para el pase de las jugadas al capitalista y de los jugadores que también apelaban al mismo medio de comunicación; y la radio, que propalaba los resultados de la lotería oficial. Estas facilidades con el tiempo multiplicaron las posibilidades de apuestas sobre las jugadas de otras loterías, además de La Nacional, que se jugaba el viernes; comenzaron a tomarse apuestas para los lunes y viernes sobre la de Montevideo, el miércoles para la de Córdoba, el jueves por la de la provincia de Buenos Aires y, por último, el sábado para la de Tucumán. De manera simultánea se convirtieron en furor popular las carreras que se disputaban en los hipódromos, que pasaron de ser un espectáculo para sportsman a convertirse en el otro motivo de seducción, el de apuestas clandestinas que levantaban los quinieleros. A diferencia de la quiniela este juego no está librado al azar sino que depende de aspectos como el pedigree de los animales, el estado de las pistas, desarrollos y campañas de cada animal y los Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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antecedentes de cada jockey, sin contar prácticas prohibidas como el uso de la jeringa, el fierrito o la pila. Con preferencia casi excluyente estas apuestas son efectuadas por varones. Conviven dos versiones acerca del lugar en el cual se originó el juego de la quiniela en nuestro país y ambas presentan elementos verosímiles, y coinciden en ubicarlo en dos ciudades portuarias. Unos aseguran que fue en Rosario, a principios del siglo XX. En su libro Crónica loca, que recoge maravillas, curiosidades, rarezas y misterios de la Argentina, el periodista Víctor Sueiro trae una versión que atribuye la idea a dos vascos que vivían en Rosario a fines del siglo pasado: Pancho Elizalde y Fermín Ereñú. Por entonces parece ser que otro vasco, Domingo Irigoyen, había instalado en pleno centro rosarino un negocio en la esquina de San Martín y La Rioja donde se recibían estas apuestas; estos datos los suministró Domingo Castro en 1922, cuando se desempeñaba como subinspector general en la municipalidad de aquella ciudad. Sucedió que un juego de apuestas, también llamado quiniela, se hacía mucho antes, desde las últimas dos décadas del siglo XIX. Es el juego de pelota protagonizado por los pelotaris en un estadio, construido para tal fin y llamado frontón, que trajeron los inmigrantes vascos. Esta modalidad de quiniela no sobrevivió la llegada del siglo XX, a lo sumo habrá tenido algunos años de yapa. Pero la palabra quiniela quedó asimilada al habla popular y será la usada para denominar las apuestas clandestinas, empleando para ello los resultados del sorteo de las loterías oficiales. No sería extraño que el funcionario municipal rosarino confundiera aquella quiniela con la modalidad que posteriormente se dio vinculada a las jugadas de la lotería. Aun así, el juego de pelota vasca y ese tipo de apuestas o quinielas aparecieron primero en Buenos Aires, en la década del 80 del siglo XIX. Entre 1890 y 1900 se constata el uso de la expresión quinielas concertadas en las crónicas de los partidos de pelota vasca publicadas por el diario La Prensa, en su sección Diversiones públicas. Este espectáculo deportivo siempre estuvo unido a las apuestas por dinero. Orlando Mario Punzi en su libro La Argentina en la época de Gardel dedica un capítulo a El Abasto, mercado proveedor para la ciudad de Buenos Aires. Ahí reproduce la tercera versión, tomada del suplemento conmemorativo del diario La Razón editado en 1966:
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En 1903, la condición más porteña de la ciudad puede encontrarse junto al mercado de Abasto. Hombres, palabras, olores fuertes. Mucho juego y hasta uno que el centro desconoce: la quiniela. Muchos discuten su invención pero quien más beneficios obtiene de ella es un personaje llamado José Bertonila. Desde su cigarrería se convierte en el primer quinielero. Vive en Corrientes entre Bermejo – actual Jean Jaurés- y Anchorena. Es el introductor, el pasador y el pagador. Y generalmente, el ganador. Los comerciantes y peones del Abasto hacen su peregrinación cotidiana hasta su negocio y en tanto compran un cigarro concretan el pálpito. En este caso particular para nada importa el año en que fue publicado el libro y sí cuándo y dónde nació el autor. Hijo de inmigrantes italianos que vivían en Corrientes y Dorrego, Punzi vio la luz en 1914 y cursó sus estudios secundarios en el barrio de Balvanera, en el que están ubicados los dos edificios que albergaron al Mercado de Abasto Proveedor; a su alrededor proliferaron boliches, prostíbulos, varietés y todo tipo de tugurios, con actividades mal reputadas, entre estas la quiniela, el tango y la milonga. Para que se pueda verificar la información en la fuente editada, Punzi cita a La Razón pero él lo sabía por su coetaneidad con aquellos testigos de primera mano. Estos dos orígenes muestran que ambas quinielas fueron traídas por inmigrantes europeos a las dos orillas del Plata, a Buenos Aires y a Montevideo, de donde se propagó por otras ciudades argentinas y uruguayas. Como dice el diario La Razón, a principios del siglo XX la quiniela era habitual solo en los alrededores del Abasto, pero se trataba de un juego que el centro desconoce. Para evitar abundamiento de referencias, en los pocos trabajos de entonces dedicados a recoger palabras del habla popular la quiniela no está incorporada, si por entonces existía aun era pichona. Por ser anteriores a la presencia de este juego no tomo en cuenta las compilaciones de palabras reunidas por Antonio Dellepiane, en su clásico sobre el idioma del delito, y las del vocabulario rioplatense de Daniel Granada, el primero publicado en 1894 y el segundo en 1889; pero tampoco aparece la palabra quiniela incorporada al Vocabulario argentino de Diego Díaz Salazar de 1911, ni en El lenguaje del bajo fondo de Luis C. Villamayor, que data de 1915. En el estudio de sicopatología Los chiflados, que data de 1924, su autor, el médico Benjamín Demetrio Martínez, incluye esta noticia: Últimamente en las ciudades de Buenos Aires y Rosario ha nacido otra variante de chifladura del mismo género, con la aparición y difusión del juego legítimamente prohibido y que lo denominan quinielas.
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La procedencia de la palabra quiniela preocupó a algunos estudiosos, entre ellos a José Barcia quien, en comunicación remitida a la Academia Porteña del Lundardo, consideró de utilidad traer a colación que en el Manual de la lengua pampa, de Federico Barbará, editado en 1879, el 1 se nombra quiñé o kiñe. Como el manual de Barbará ha sido imputado de plagio recurrí a la Gramática y diccionario de la Lengua Pampa de Juan Manuel de Rosas, redactado alrededor de 1825. Rosas conocía en forma directa a quienes hablaban en esa lengua, aunque su autoría también ha sido cuestionada, y he encontrando coincidencia con Barbará en cuanto a significado de quiñé o kiñe. De la lengua pampa Diego Abad de Santillán incorpora las palabras quiné (uno) y quiñé-lelú (primero) a su voluminoso Diccionario de argentinismos de ayer y de hoy; palabras y términos que fueron colectadas hasta el año 1976. Al principio las apuestas se hacían a la cabeza, es decir solamente al número o al caballo ganador, de ahí Barcia colige en 1971 que el vocablo aborigen haya servido para designar el juego de la quiniela. Por apostar al primero o quiñelélu habría surgido el irremplazable sustantivo quiniela que produjo a su vez, quinielero. Otros autores opinan que la palabra quiniela tiene su origen en la latina quintus, que significa cinco; pero si bien coinciden en el origen difieren en el porqué de esta aplicación. A las apuestas en el juego de pelota vasca se las llamó quiniela al parecer por la cantidad de jugadores que integraban cada equipo. Las modalidades ancestrales de este juego traídas por los inmigrantes, bote luzea y su variante mahai-jokoa, componían el equipo con un sacador y cuatro restadores. En cuanto aparecieron los sorteos de la lotería, en la que cada billete presentaba un número de cinco cifras, la inventiva popular gestó un nuevo juego de apuestas que tomó el nombre ya divulgado de quiniela. Se dice que tal vez fue en agradecimiento a la lotería que corría con el trabajo, los gastos de impresión de los billetes y del extracto oficial, el sorteo y su difusión. El periodista Víctor Sueiro opinó que la quiniela debió llamarse biniela ya que lo tradicional era y es apostar a las dos últimas cifras, pero ocurre que la denominación fue tomada en la etapa inicial de la quiniela, cuando las apuestas eran al último número del premio mayor, o sea del 1 al 9. La Real Academia Española incluyó la palabra quiniela en la edición de 1970 de su Diccionario; se trata: 1) del juego de pelota entre cinco jugadores; 2) por extensión la apuesta mutua en la que los apostantes pronostican los resultados de los partidos de fútbol y 3) en la forma plural, conjunto de esas apuestas. En esta definición omitió no solo la etimología del Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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vocablo sino también la acepción, según su uso generalizado tanto en Argentina como en Uruguay. En su rol de cooperante, ¿cuál pudo haber sido la ingerencia que la Academia Argentina de Letras tuvo en la confección del Diccionario de la Real Academia Española publicado en 1970? También cabe preguntarse si sus especialistas en investigaciones lingüísticas y filológicas tomaron en cuenta qué define para nosotros la palabra quiniela, usada por poetas y costumbristas, ingresada en la década del 20 en las aguafuertes porteñas de Roberto Arlt, en el sainete criollo y en las letras de los tangos. Hacía varias décadas que los diarios, en particular las páginas de noticias policiales de los vespertinos, traían de tanto en tanto crónicas sobre las batidas y razzias contra las actividades de quinieleros y capitalistas. En el transcurso del año 1930 Carlos Gardel filmó 15 cortos once de los cuales llegaron a nuestros días, uno de ellos es El quinielero. En él El Morocho del Abasto canta el tango de igual nombre. Su letrista, el oriental Roberto Aubriot Barboza, describe así algunas de las operatorias de este popular personaje: Ya no solo el verdulero Con su canto matinal, Que nos despierta ofreciendo Su mercancía especial. Hoy lo imita el quinielero Con su promesa temprana, Diciendo que hay “vento” fresco Tres veces en la semana…
En su pregón el vocero Dice con tono formal: ¡Quinielero! Patrona, ¿quiere jugar? Hoy en Córdoba tenemos, Y mañana en Tucumán, Y para desquite el viernes Se juega la Nacional… Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Yo tanto lo llevo al cráneo Redoblona o escalera, Apúntese un numerito Y verá cómo es “primera”. Si usté me acierta le juro Patrona, que va a cobrar, Porque mi capitalista Es “ventudo” y es bacán.
Un forastero del Norte Se levantó un capital Cuando salió el “cero siete” ¡Pucha, que nos tuvo mal!... Y todavía hay gilastros Que no tiran a embocar, Sabiendo que es juego noble ¡Que es industria nacional!
Y si no embocan ¡qué importa! Yo les digo la verdá… ¡Ilusiones! Y alguna vez, realidá… Y por último el consuelo De aquel refrán decidor: “El que anda mal en el juego no erra una en el amor”…
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Continuará
(*)Mario Tesler es Historiador, licenciado en Bibliotecología y Documentación, y fue docente en tres universidades. Pertenece al equipo de investigadores de la Biblioteca Nacional. Es autor de varios diccionarios de seudónimos y bibliografías. Publicó Términos de nuestra habla con P inicial vinculados a las drogas y el alcohol; Alcohol y Drogas, palabras y expresiones con C inicial; y ABC de la droga y el alcohol. Vocabulario Argentino. En algunos libros y artículos se ocupó sobre temas de Buenos Aires, como este articulo que publicamos. Colabora en publicaciones especializadas de Argentina, Uruguay, México, Italia, Inglaterra, Perú y Colombia. Es autor de estudios preliminares y trabajos bio-bibliográficos.
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Pa´ Mi, no se fue Don Ata. Por Carlos Villasuso*
Miro en silencio esta escena: no trina, el ave del monte, se encapota el horizonte, dejan las nubes su pena, riegan de llantos la arena, silente… está el roquedal. El viento invita al cardal para inclinarse hasta el suelo; el campo muestra su duelo, y se levanta el guadal. Crespíni… lamentos repite, de gris, se pinta la aurora; la calandriaii decidora apenas un silbo emite. No está el teroiii que me grite al andar por la llanura, y un hilito de agua pura veo correr enturbiado, es que Atahualpa a donado su cuerpo a la sepultura. Dicen: que nos abandona, Mas… pienso que no se ha ïdo; una paloma en su nido con el canto… es su bordona, y su segunda… llorona, es el silbo de un zorzaliv. Un jilguerov en el sauzal es sonido de su prima, y a su tercera la rima el viento en el pastizal. Te nombraran en fogones poeta de pampa y cielo, capaz que levantes vuelo en alas de sus canciones; y los criollos corazones
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te llevan a otra llanura donde un arroyo murmura con sus aguas cristalinas; ya subiste otras colinas, “ un águila”, es tu figura. Dicen: murió, mis hermanos, que no saben de la pampa, ni de paisano tu estampa que galopó nuestros llanos. Se aferraron a tus manos los de raza americanavi; trepaste en mula serrana por el Cerro Coloradovii, de tu flete, el emprendadoviii quedó de ensillar mañana. Fogones, van esperando ese canto que te nombra, y el pasto, que fue tu alfombra vio paisanos arreando. Un lazo, te está esperando, la pampa… te recabóix, tu marca, en fuego grabó a la zambax, la vidalaxi y algún cantor de bagualaxii en su caja, te enrabóxiii. ¡Ay! lunitaxiv, a ti te pido, recuerdes su caminar, Montiel xv te quiso encarnar, y el Payador Perseguidoxvi nunca sabrá del olvido. Tu guitarra es como un rezo, Si la copla descortezo, Silplitucaxvii… quedó en canto, por eso comprendo tanto “Del algarrobo al cerezo”xviii. * Carlos Manuel Villasuso es un defensor de la tradición a ultranza, tal es así que ha creado el Movimientos Cultura y Tradición Argentina (Mocutra). Ha publicado LA HERENCIA . Libro de espiritualidad; HISTORIAS DE BOLICHE Decimas sobre cuadros de Don Florencio Molina Campos autorizada la reproducción de los mismos por Gonzalo Gimenes Molina. Nieto de Don Florencio; UN PAISANO DE MI FLOR. Florencio Molina Campos. Decimas a traves de sus cuadros Autorización con tapa de Vienen los colorados de Don Florencio el libro a editar:VIVIENDO ENTRE MALONES, y “EUSEBIO MERLO. Décimas camperas de ayer y hoy”
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Noticias de los Amigos/ Regionales 1 Presentaciones de Libros + Roberto Espinosa y “Un Chivo , con alma de vidala” 24/07/18 Presentación del libro "Rolando Valladares. Un chivo con alma de vidala" del periodista, compositor y cantor Roberto Espinosa. El libro fue editado por el Diario La Gaceta y presentado en el auditorio del Centro Cultural Virla por el periodista y músico Gustavo Guaraz y estuvieron presentes el Pato Gentilini, el ex rector Rodolfo Campero, la actriz Rosita Avila entre otros. Al final de la presentación acompaño el músico Carlos Podazza y Carolina Sad Tejeda. FOTO DIEGO ARAOZ — con Carlos Podazza y Carolina Sad Tejeda.
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+ Carlos Molinero , Pablo Vila y “Cantando los Afectos Militantes” El 17 de este mes, la Academia presento el libro de nuestro editor con pablo Vila, en el Centro Cultural San Martín, con la participación de Pablo Alabarces Y Alberto Nadra. Una muy interesante reunión, cuyas fotos acompañamos
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+ Irene Lopez
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2. Disco + Obras de Andrés Lima y Juan Carlos Caviello CD "Por eso...insisto" Obras de Andrés Lima y Juan Carlos Caviello. Canta Edgardo Martelli. Tango-Milonga-Vals-Candombe
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3.Encuentros y Cursos + Historia Social del Canto en Tucumán
+Aproximacion a aspectos Teorico-Prácticos del Folklore Academia Nacional de Historia
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4.Actuaciones
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+ Marián Farías Gómez en el teatro Roma Marian nos cuenta, de este 27 de julio : “Noche maravillosa la del Teatro Roma De Avellaneda, con tres invitadas que hicieron temblar de emoción, María José Demare, Magdalena Leon Y Lidia Borda; un público increíble y cuatro músicos de primera! Martin González, Taty Calá, Rodrigo Gozalvez Y Pablo Fraguela, gracias a todos por hacerme tan feliz!!!”
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+ Adelina Villanueva
+ Nono Ocaranza Zavalia
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Las Hermanas Vera
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+ Coplanacu
+ Roberto Calvo
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+ Maria Ofelia
+Martín Alemán
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3. Fiestas y Eventos
4. Informaciones + Lorena Astudillo Comunica
Taller Vivencial de canto y expresión dictado por Lorena Astudillo, Sábado 23 de Junio en CABA "Cantar desde lo que uno es… aquí y ahora, desde el instante único e irrepetible que la vida nos regala. Descubrirnos en esa maravillosa búsqueda del ser y expresarnos genuinamente a través del canto como una unidad cuerpo, alma, mente, movimiento. Cuando esta creativa y mágica experiencia sucede, nos llenamos de auténtica felicidad y logramos un sonido único, realmente propio que nos identifica y emociona profundamente, tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean. Allí sentiremos finalmente, una sensación de libertad y que nuestros pasos han comenzando a andar el camino del arte."
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El taller de canto y expresión es una experiencia grupal destinada a vivenciar el cuerpo, la emoción, la voz como una unidad y a encontrar recursos para facilitar la expresión a través de el canto. Que queremos expresar, de que modo, son las posibilidades que el arte nos ofrece y en esta ocasión podemos recorrer ese camino juntxs. Tambien trabajaremos recursos para abordar la obra musical en su doble vertiente poetica y musical. Incluiremos ejercicios de entrenamiento vocal y energético en forma grupal.Aquellos cantantes que asi lo decidan pueden solicitar cantar como solistas frente al grupo para trabajar en forma colectiva estos aspectos del canto. Serán acompañados por la pianista Constanza Meinero. Para ello, una vez que ya estén inscriptos/as al taller, nos solicitan la posibilidad de cantar con el tema elegido y en que tonalidad lo harian ( nosotras confirmamos en función del cupo de cantantes solistas que es reducido y por orden de pedido) Toda la inscripción es online a través de www.tienda.lorenaastudillo.com.ar Allí pueden leer opiniones de quienes hicieron la experiencias de talleres anteriores. También pueden leer y ver fotos en: www.lorenaastudillo.com.ar/taller-de-canto Para mayor información escribirme a este mail info@lorenaastudillo.com.ar Lxs esperamos!!! Las vacantes son limitadas! Visita nuestra pagina asi te enteras de próximos conciertos y actividades www.lorenaastudillo.com.ar
+ El Centro de Profesores informa
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La Misa Criolla Música para escuchar
La Misa criolla es una de las primeras (si no la primera) “Obra Integral”, un tipo creación artística, de la cual ya hemos tratado en nuestro Pregón Criollo. Marcó el rumbo y a la vez fijo una vara muy alta para comparación. Fue compuesta por Ariel Ramirez para solistas, coro y orquesta, con caracter de naturaleza o- folclórico, utilizando los textos litúrgicos, que fueron traducidos y adaptados por los sacerdotes Antonio Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y (según fuentes) Jesús Gabriel Segade. Se cuenta que fue originada por (y está dedicada a) dos monjas alemanas, Elisabeth y Regina Brückner, quienes ayudaron con alimentos a los prisioneros de un campo de concentración durante el nazismo. Grabada en 1964 con Los Fronterizos ―Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno― y el coro de la Cantoría de la Basílica del Socorro, dirigido por el padre Jesús Gabriel Segade. Completaron la interpretación Jaime Torres (charango), Domingo Cura (percusión), Raúl Barboza (acordeón), Luis Amaya (guitarra), y el mismo Ariel Ramírez en Clave. Al dorso del álbum se incluyó Navidad nuestra, una serie ordenada de los episodios de la Natividad de Jesus, como villancicos en diversos ritmos, con letra del poeta e historiador Félix Luna, y música del Mismo Ariel Ramírez. Se constituyó en la Obra más vendida de la Argentina en el mundo. Hoy la recordamos con algunas de las versiones más significativas en la trayectoria de esta creación. Puede pulsar en cada enlace para escuchar las versiones de: Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Los Fronterizos https://www.youtube.com/watch?v=Y92jmXV5_4I Los Huanca Hua https://www.youtube.com/watch?v=iAYSg4NmDjc Zamba Quipildor https://www.youtube.com/watch?v=fk5WDhKSXoY Mercedes Sosa https://www.youtube.com/watch?v=gqVYE9RrpFU Patricia Sosa, en el Vaticano https://www.youtube.com/watch?v=0BgINEDGA7E Misa Rock (Chango Farías Gómez) https://www.youtube.com/watch?v=lvj0EhczXUk Jose Carreras https://www.youtube.com/watch?v=rFqnEGvcVyo Abel Pintos (parcial) https://www.youtube.com/watch?v=7-u3Np_VE-Q Los Calchakis https://www.youtube.com/watch?v=wxFVrEhPGrM Opus Cuatro https://www.youtube.com/watch?v=_MRBrC50dZc
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La Columna de Luis Landriscina Changuito de estación
Me estaba acordando a propósito de esto de las estaciones que cuando el tren paraba a tomar agua era una fiesta para los guricitos, para los changuitos que vendían cosas. Y allá la zona nuestra era de influencia santiagueña. Entonces los santiagueñitos vendían las cosas que hacían las mamás, las rosquitas, los pastelitos de carne. Dice... - ¿Cómo pastel de carne? Porque el santiagueño no le llama empanada cuando es frito. Puede tener la forma de empanada, pero si es frito, "pastel de carne", y no lo vas a sacar de ahí. - Sí, pero tiene forma de empanada... - Pero es frito. La empanada es al horno o no esssss... Y andaba un changuito, de esto hace muchos años, con el canastito que le ponían alambrado de atrás pa' que no le afanen los otros changuitos, tapado con un trapito blanco inmaculado. - Pastel de carne, - dice - pastel de carne, pastel de carne... Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Una señora que se ve que era... que era... viajaba y era una señora de muy buena posición, se ve que era de acá de la capital... le dio pena verlo al changuito ahí de alpargatitas, vendiendo, y quiso ser solidaria con él... - Pibe, querido, vení. ¿Qué vendés, tesoro? - Pastel de carne vendo. - ¿Y cuántos pasteles de carne tenés? Levanta el trapito el changuito... - ... Doce tengo. - Bueno, - le dice ella, pa' hacer una obra de bien. - te compro los doce. - Ajá, ¿y después qué vendo? Estos son los gestos de la inocencia, ¿no?
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Los “enemigos” de la tradición. Los detractores del gaucho en la coyuntura de su oficialización como arquetipo nacional argentino (1939-1944) por Matías Emiliano Casas *
Introducción La entronización del gaucho como símbolo de la identidad nacional argentina ha ocupado la atención de historiadores, sociólogos y antropólogos en distintos períodos. La construcción del mito, la proliferación de su literatura, la utilización política de su figura, la funcionalidad para la industria cultural y las modalidades de asociacionismo que se gestaron en torno al universo gauchesco, se han constituido como objeto de estudio de numerosas investigaciones. La configuración mitológica del gaucho se emparentó directamente con las producciones literarias decimonónicas que pretendieron definir los caracteres del campesino pampeano. En ese sentido, dos estudios publicados en 1988 marcaron un antecedente insoslayable para todos los trabajos que se concentraran en esos tópicos. Adolfo Prieto (1988) puso énfasis en la emergencia de la literatura criollista que acompañó el proceso de modernización del Estado y la incorporación de un nuevo público lector hacia fines del siglo XIX. Ese criollismo, de corte popular, se alimentaba de la circulación de folletines con historias de gauchos, generalmente payadores y matreros. Eduardo Gutiérrez (1882), apoyado en las crónicas policiales de la época, expandió la fama del gaucho Juan Moreira, que se vio incrementada a partir de las representaciones teatrales de la compañía circense Scotti-Podestá. La “moreirización” de la sociedad activó las alarmas de la cultura letrada que, replegada en sí misma, propició contener el avance con una recurrente condena a ese tipo de lecturas. El libro de Josefina Ludmer El género gauchesco, un tratado sobre la patria (1988) pone en escena el uso letrado de la cultura popular, en particular en obras del género gauchesco. La referencia remite a la utilización de las costumbres, creencias, folklore y ritos de los sectores subalternos, como el gaucho, desde las plumas citadinas. De ese modo, los escritores no solo tomaban prestada la voz del gaucho y se pronunciaban en nombre de él, sino que el mismo género definía la semántica del término “gaucho” y procuraba ligarlo hacia la militarización y/o la legalidad de acuerdo con el momento particular. Así, la autora confirma al Martín Fierro de José Hernández −en especial, la segunda parte− como el gran texto didáctico de la literatura argentina. Allí, el gaucho discierne claramente entre legalidad e ilegalidad y promueve una serie de consejos que permiten inferirlo reconciliado con su sociedad contemporánea. La literatura gauchesca Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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motorizó diferentes representaciones del gaucho. En el contexto de publicación de ambos estudios, un grupo de reconocidos historiadores debatieron más sobre la existencia “real” de los gauchos en las llanuras pampeanas finiseculares que sobre las resignificaciones de su figura. Entre Carlos Mayo (1987), Samuel Amaral (1987), Juan Carlos Garavaglia (1987) y Jorge Gelman (1987), dilucidaron las condiciones económicas y sociales de la campaña para poner de relieve las “confusiones” promovidas desde el campo literario. En efecto, en trabajos posteriores, Gelman (1995) remarcó la inexactitud de las interpretaciones esbozadas desde la literatura en cuanto a la emergencia del tipo gaucho y las grandes estancias que, de acuerdo con sus investigaciones, definirían el escenario pampeano recién a comienzos del siglo XIX. Lo cierto es que, más allá de las correspondencias con la realidad, la literatura se sedimentó como la usina principal para la sacralización del gaucho. La intervención de Leopoldo Lugones, en 1913, que reinterpretó el Martín Fierro como un poema épico, para luego consagrarlo frente a la oligarquía porteña que vitoreaba con aplausos sus conferencias, fue crucial para la ligazón del gaucho con la identidad nacional (Olea Franco, 1990; Hermida, 2015). A partir de ese “redescubrimiento” −ciertamente matizado por estudios como el de Fernando Devoto (2002)−, la pertinencia de la figura del gaucho como emblema nacional sería puesta en cuestión una y otra vez. La encuesta difundida desde la revista Nosotros, que inquiría a diferentes intelectuales sobre las consideraciones de Lugones y el valor del poema hernandiano, presentaba una heterogeneidad de opiniones que, incluso, llegaron a desestimar la riqueza estética y simbólica del Martín Fierro.(1) Como se verificó en los años contiguos al Centenario de la Revolución de Mayo, la funcionalidad del gaucho significaba más un problema abierto que una certeza acabada. Sin embargo, los sectores dirigentes reconocieron allí una posibilidad antes insospechada: apuntalar el esteticismo, la forma y lo simbólico de los cantos del gaucho Fierro les permitía diluir el contenido altamente denunciante del poema y encontrar un vector de cohesión para las clases populares. Un gaucho edulcorado, dispuesto al arado y al trabajo como peón, fue ganando terreno para constituirse como la representación más evocada. Esa resignificación, abonada por la literatura con la aparición de Don Segundo Sombra (Güiraldes, 1926), resultó la vía de acceso central para las “apropiaciones estatales” del gaucho que comenzaron a diseñarse durante la década del treinta (Cattaruzza y Eujanian, 2003). En Las metamorfosis del gaucho (Casas, 2016) se ha señalado la vinculación entre el ámbito político y los centros tradicionalistas que proliferaron durante ese período. Las agrupaciones, que evocaban la tradición rural como bastión de la nacionalidad, azuzaron la identificación de lo gauchesco con la argentinidad. La oficialización del gaucho, cristalizada en la concreción de monumentos, museos y festividades, quedó plasmada hacia finales de ese decenio. El aval estatal parecía cerrar las divergencias y consolidar una representación heroica de esta figura, que la equiparaba con la de los próceres patricios de la independencia. Empero, como advierte Raúl Fradkin (2003), el arquetipo mítico del gaucho constituye un proceso abierto, “jamás cerrado”. Así lo denunciaban voces solitarias que se lamentaban por un “gaucho zarandeado y tironeado”, a merced de la puja entre “gauchófilos” y “gauchofóbicos” (Ivern, 1949; Aparicio, 1953). Este artículo se concentra en una perspectiva olvidada por los trabajos que se abocaron a estudiar la consagración del gaucho: las voces de los detractores. Se considera que analizar los discursos que se opusieron a su función como arquetipo identitario para la nación, posibilita encontrar una narrativa común que pervivió −aun con dificultades y limitaciones− en el contexto de mayor efusión de esta figura. Indagar la procedencia, la composición y la Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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circulación de esas voces visualiza, también, la progresión en las respuestas de los tradicionalistas que fueron incorporando adhesiones y ganando espacios en lo que consideraron una “cruzada” en defensa del gaucho. ¿Quiénes se colocaron a la vanguardia de la desacralización del gaucho? ¿En qué fundamentos se sustentaba la calificación de “gauchofóbicos”? ¿Cuáles fueron los límites que evidenciaron esas narrativas? ¿Cómo afectaron a la extensión del consenso sobre la tradición gaucha argentina? ¿Qué alternativas proponían ante la confirmación del gaucho como “tipo nacional”? Esos interrogantes son algunas de las inquietudes que se proyectan develar en el desarrollo de este trabajo. La trascripción de conferencias, las publicaciones escritas, las crónicas periodísticas y la literatura de desagravio que se promovió desde el ámbito tradicionalista permiten un análisis riguroso de las disputas en torno a la temática. La atención sobre los discursos disidentes pone de relieve una mirada particular −e incómoda− sobre la ligazón entre la llanura pampeana y la identidad nacional. Quienes se concentraron en desarticular la exaltación del gaucho buscaban resaltar lo que Eric Hobsbawm (1983) calificaría como el carácter inventado de las tradiciones. En efecto, la faceta ficticia que resalta el autor en su análisis se imbricaba en los relatos construidos por los tradicionalistas que pretendían colocar al gaucho en el centro de la historia nacional. El recorte establecido involucraba una serie de elecciones –y de omisiones− que convocaron la atención de los “detractores” en los intentos de deconstruir esa narrativa. Randall Collins (1995) teoriza sobre los mecanismos del “antitradicionalismo” como corriente de oposición a perspectivas cristalizadas. Si bien se concentra en las teorías sociológicas y focaliza su estudio al campo disciplinar erudito, determinadas conceptualizaciones resultan funcionales para pensar la metodología implementada por los “enemigos” del gaucho. El autor destaca, como principio de oposición primario, la adopción de un posicionamiento historicista que fija particular atención en los contextos de producción de los relatos y, por lo tanto, se ocupa de desarticular las simplificaciones y generalidades. En ese sentido, los críticos que serán reseñados en este artículo adoptaron una postura centrada en la denuncia de las incongruencias históricas y las ansias expansivas de la “tradición pampeana” que, al calor de las intervenciones oficiales, avanzaba en su pretendido carácter nacional. El recorte cronológico ensayado aquí se corresponde con la pretensión de indagar los discursos disidentes en la coyuntura de la institucionalización del Día de la Tradición. A partir del 10 de noviembre de 1939, en conmemoración del natalicio de José Hernández, se celebró la tradición campera materializada en la figura del gaucho. Primero en Buenos Aires y luego en todo el país, así, el arquetipo se iba expandiendo, articulando y sincretizando con componentes regionales heterogéneos. En ese tránsito, los cuestionamientos y, sobre todo, las reacciones organizadas, permitieron visualizar los niveles de consenso existentes sobre este personaje como emblema de la nación. Además, la periodización, en tanto se extiende hasta 1944, habilita el estudio de las disputas en contextos políticos opuestos. En ese sentido, favorece el reconocimiento de líneas de continuidad −o de ruptura− en torno a la temática en debate. La “pluma traviesa” de Salvador Merlino En julio de 1939, ante los debates legislativos para instituir el Día de la Tradición en la provincia de Buenos Aires (Casas, 2012), el periódico Noticias Gráficas publicó un artículo titulado: “El argentino y la ficción literaria del gaucho”. El autor era Salvador Merlino, un escritor abocado al estudio de la literatura que contaba con una serie de publicaciones focalizadas en Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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poemas y breves cuentos.(2) Era un asiduo colaborador del periódico y, como bien anticipaba el título, ante la inminente entronización del gaucho, ensayó su crítica más contundente. El foco del cuestionamiento radicaba en la negación del gaucho como una entidad real. Las funciones simbólicas que estaban atravesando sus homenajes lo reducían, según el autor, a “ficción pura”. Las experiencias personales de Merlino habrían sustentado la confirmación de la inexistencia del gaucho. En su artículo, aseguraba que nunca lo había visto y atribuía su creación a la imaginación de los escritores citadinos: “El gaucho convencional ha ido de la ciudad al campo. Desde los versos de Hernández y Ascasubi hasta los de Julio Díaz Usandivaras”(3) El último autor responsabilizado recogió la acusación y esbozó una respuesta pública desde las páginas de la revista Nativa. En la revista −que condensaba los intereses “gauchescos” y que se había consolidado, en parte gracias a las gestiones de su director, Julio Díaz Usandivaras, como la máxima referencia del ambiente criollo− se publicó un editorial 7Quinto Sol, Vol. 22, Nº 1, enero-abril 2018 - ISSN 1851-2879 , pp. 1-26 Los “enemigos” de la tradición. Los detractores del gaucho en la coyuntura de su oficialización para refutar la inexistencia del gaucho, la degeneración de la gramática a partir de la literatura gauchesca y la supremacía de la ciudad por sobre el campo en menesteres autóctonos y tradicionales. Esos eran los tres puntos centrales aseverados por Merlino que habían calado profundo y provocado la reacción casi inmediata. Para comenzar su refutación, Díaz Usandivaras acudió a la vieja disputa promovida por la señalada encuesta de la revista Nosotros: “¿Por qué los que no conocen al gaucho no lo dejan, al menos, tranquilo?”. Con una cita textual, el director de Nativa trazaba lazos de continuidad con aquellos primeros “defensores” del poema hernandiano y se posicionaba como un legítimo representante de los “intereses gauchescos”. En orden a la discusión sobre la condición simbólica del gaucho, Díaz Usandivaras remarcó su carácter real pero remitiendo a un tiempo pretérito de la “vida nacional”: “el gaucho ha sido una de las más tangibles realidades de nuestro país…fue el primer colonizador en la época en que se araban los campos con arados de palo…fue de los primeros soldados que contribuyeron a la libertad y la independencia”.(4) En esa línea, el gaucho habría pervivido en el tiempo pero trasmutado en sus costumbres, prácticas y vestimentas para dar paso a la “presente civilización”. La pesquisa de Merlino intentando encontrar la correspondencia entre los personajes literarios y los campesinos de la década del treinta no podía obtener resultados positivos; en tanto, desde la perspectiva de Díaz Usandivaras, la condición gaucha se actualizaba en un legado cargado de simbología y abstracciones. Otro de los aspectos más retomados en la refutación de la revista Nativa fueron las características de la “literatura nacionalista”. En ese punto, Merlino aseguraba que los escritores recaían en una continua manipulación de la lengua gauchesca asumiendo que esa opción conllevaba necesariamente la impresión de una tónica “argentinista” a sus producciones. El contenido de su crítica podía ir en dos direcciones: por un lado, un aspecto muy señalado por los estudios literarios que remite a lo que Ludmer (1988) denomina “los usos de la gauchesca”. Es decir, la opción deliberada de escritores cultos y citadinos por interpelar a otros públicos adoptando el “habla del gaucho” (Rama, 1994). Esa adaptación era leída por Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Merlino como un proceso inventivo que imaginaba un mundo rural para él inexistente. En una segunda línea, el autor denunciaba la “degradación” literaria que comportaba la gauchesca. De hecho, un artículo anterior, que fue retomado por Díaz Usandivaras en tono burlesco, apuntaba contra los errores gramaticales del poema Martín Fierro. El tercer eje en cuestión estaba ligado a la exaltación de la vida urbana. Descubrir en la ciudad los elementos autóctonos como un canto de renovación en los menesteres nacionalistas era una propuesta osada que hizo mella en las refutaciones del tradicionalista. Merlino negaba la condensación del “espíritu argentino” en el campo y lo entendía, en cambio, como una reacción nostálgica y sentimentalista. Por el contrario, Díaz Usandivaras atacaba: “El señor Merlino ha hecho aquí un descubrimiento con el que lo ha dejado a Cristóbal Colón a la altura de una tachuela. La ciudad cosmopolita, fuente de nacionalismo para el señor Merlino!...Fuente del insolente extranjerismo. En la ciudad de hoy, en lugar de buscar el nacionalismo que dice el señor Merlino que existe, habría que hacer una gran limpieza”.(5) Las taxativas afirmaciones del director de Nativa obturaban cualquier aporte plausible a la afirmación de la nacionalidad que proviniera del espacio citadino. El “acabóse” (sic), como expresaba Díaz Usandivaras, le daba el paso a un cierre inmejorable de acuerdo con sus motivaciones. La incitación a la “profilaxis social” −que se podía relacionar con su constante preocupación por el avance del comunismo− se articuló con la desestimación de Merlino como escritor periférico. Al desacreditar su formación intelectual, Díaz Usandivaras pretendía reducir su ensayo a una suerte de ejercicio filosófico y crítico que le estaría vedado. La “pluma traviesa” de Merlino se había desplegado hacia fronteras poco transitadas que serían cada vez menos porosas. La ilustración que acompañó la refutación tradicionalista pretendió sintetizar el “ataque” del poeta (Figura 2).
Figura 2: El gaucho tras el “ataque” de Salvador Merlino Fuente: Nativa (agosto de 1939), p. 2. El dibujo muestra un gaucho con ademán cansado. Con el sombrero y la guitarra en la mano, denota pocos ánimos de entonar una payada. La vista perdida en el horizonte evoca la cita textual de Díaz Usandivaras. La imagen se corresponde con su pedido de “dejar tranquilo al gaucho”. El trazo de las líneas difusas remite a la tergiversación contestada. El gaucho se muestra borroso, casi desintegrado. Díaz Usandivaras encabezaba su inmediata restitución. La refutación fue complementada en un número posterior de la revista por el artista Artemio Arán, miembro de la Agrupación Bases, la asociación platense promotora del proyecto para instituir el Día de la Tradición. Para rebatir el carácter ficticio del gaucho, Arán secuenció una serie de citas de viajeros y escritores que testimoniaban y describían encuentros cercanos con los gauchos de la campaña. Si bien se trataba de una contestación individual, que el escritor enviaba desde su residencia cordobesa, su figura quedará enlazada a reacciones posteriores más orgánicas e institucionales.(6) Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Continuará * Conicyt/Univ. Nac. de Tres de Febrero- Arg.Correo; mecasas@untref.edu.ar Fuente: Quinto Sol, Vol. 22, Nº 1, enero-abril 2018 - ISSN 1851-2879 , pp. 1-26 Notas (1) ¿Cuál es el valor del Martín Fierro? (junio de 1913). Nosotros, 50, pp. 425-433. Biblioteca Nacional, Hemeroteca. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Se puede recuperar una reseña extensa del debate en Beatriz Sarlo y María Gramuglio (1980). (2) Sus poesías navegaban entre los resabios del modernismo dariano y el clásico español. Ver, por ejemplo, Merlino (1928, 1930). (3) Merlino, S. (29 de julio de 1939). El argentino y la ficción literaria del gaucho. Noticias Gráficas, 9 (2952), p. 16. Biblioteca Nacional, Hemeroteca. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. (4) Díaz Usandivaras, J. (agosto de 1939). A propósito de un artículo sobre el gaucho. Nativa, 16 (188), pp. 2-3. Biblioteca Nacional, Hemeroteca. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. (5) Díaz Usandivaras, J. (agosto de 1939). A propósito de un artículo sobre el gaucho. Nativa, 16 (188), p. 5. (6) Arán, A. (noviembre de 1939). ¿Es una ficción literaria el gaucho? Nativa, 16, (191), 26-28.
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Cocina Criolla Fáciles preparados Ensalada criolla ideal para tener en la heladera Ingredientes (2 raciones) 1.
100 gramos Morrón rojo o verdeo
2.
100 gramos Tomate
3.
100 gramos Cebolla
4.
3 cucharadas Aceite
5.
Sal a gusto
Pasos 1. Cortar todo en cubos iguales. Poner el aceite y la Sal. Para guardar le ponemos vinagre. Si se va a comer en el día, si porque sino se puede poner feo con el alcohol del vinagre
2. Colocar en un frasco
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3. Tapar y listo hasta 7 días puede estar en el heladera.
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Guasacaca Criolla
Es un dip perfecto para acompañar casi todo carnes cerdo pollo con una guasacaca casera, además que es fácil y sabr...más Ingredientes 1.
1 palta mediano
2.
1 cebolla,
3.
2 dientes ajo
4.
1/2 morrón de preferencia verde
5.
Aceite, vinagre y sal
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Pasos 1. 2.
Poner todos los ingredientes en la licuadora menos los líquidos Ir licuando y agregar un chorrito de vinagre y luego aceite Todo depende si te gusta más líquido ************************ ***********************
Salsa criolla
Bien argentina!!! Para acompañar carnes asadas o lo que más te guste. Ingredientes 1.
1 Morrón rojo
2.
1 Ají verde
3.
2 Cebollas
4.
3 Tomates redondos o 5 peritas
5.
1 Taza aceite de girasol
6.
1 Taza vinagre blanco
7.
Sal y pimienta a gusto Pasos
1.
Cortar el morrón rojo, el ají verde, la cebolla y el tomate sin las semillas en cuadraditos chiquitos (tratar que sean todos del mismo tamaño para que quede más linda!!!)
2.
Mezclar todo en un tazon, salpimentar y agregar el aceite y el vinagre (tiene que quedar bien empapada) Fuente (y mas aportes) en > https://cookpad.com/ar/recetas/
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Mi ideología es mi repertorio” Datos y Reportajes II-Chango Farías Gómez
“¿Para qué nació el ser humano, como cosa primera: para producir o ser feliz?”
Esta pregunta no es inocente en boca de Chango Farías Gómez, figura esencial de la renovación folklórica argentina, creador de los míticos Huanca Huá, Grupo Vocal Argentino y M.P.A. Sabe que desde los años 60 corrió mucha agua bajo el puente, y también sabe que su trabajo siempre tuvo que lidiar en circunstancias adversas. Hoy a las 21.30 se presenta en el Centro Cultural General San Martín, dentro del ciclo gratuito “Música en el centro”. Lo acompañarán los integrantes del grupo La Manija, además de Peteco Carabajal, Verónica Condomí, Facundo Guevara, Diego Rolón, Coqui Pajarín Saavedra y Daniel Buira (ex Los Piojos), entre otros. Una de las novedades del recital es que incluye la actuación de un ensamble de bombos en el que participan doce personas. “El único tambor que pareciera que nos queda a los argentinos es el bombo legüero, que es originario de Angola”, explica en una entrevista con Página/12. “Buscando otros colores de nuestra percusión incorporé las sachas, y ya de prepotencia le agregué los tamboriles. Acá han habido muchos tambores, no olvidemos que la tercera inmigración en importancia después de la española y la italiana es la africana, y han muerto miles de negros. Esto es algo que se da por borrado, todavía no aceptamos lo mestizo como parte inescindible de nuestra cultura. No tenemos conciencia de que el desarrollo de todo instrumento tiene que ver con las posibilidades de que la gente los toque permanentemente, de que cada generación los haga suyos y los desarrolle”, subraya el músico.
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–¿Cómo ve la situación actual de la música popular en Argentina? –Los músicos en este país no somos nadie. Esto no es de ahora. La relación que tenemos con nuestra comunidad es muy perversa. Acá es artista el que aparece en los medios. Ni siquiera existimos desde el punto de vista jurídico, no tenemos un marco que regule nuestra profesión para poder incorporarnos al conjunto. –¿Tiene que ver con una cuestión de vacío jurídico o con una incapacidad de organización? –Hay otras áreas como el teatro que se han hecho valer. Si alguien quiere representar una obra tiene que pedir permiso y pagar en Actores. En cambio un músico compone un tema y se lo roba cualquiera, y encima lo hace como se le da la gana. Yo me pregunto, ¿es posible que la única capacidad de organización que tenemos los artistas sea un ente de primer grado, que sirve pero para muy poquitas cosas, que no puede pelearle a nadie? SADAIC es la dueña de todo el repertorio. ¿Alguna vez le prohibió a alguna radio que pase música porque no paga? Tiene esa potestad, pero jamás lo va a hacer. No tenemos fuerza. –Cuando usted estuvo al frente de la Dirección Nacional de Música se hablaba de una ley del músico que nunca se promulgó. –Todo quedó en la nada. Mi cargo era similar al de un capataz de estancia, podés decir: “Mire, si tira los árboles se le va a inundar todo”, pero si el dueño necesita la guita lo va a hacer, porque es el que manda. Estuve veintiún meses, era la reforma del Estado y había que decidir qué era lo que quedaba en pie. Me quedé por una cuestión ética, para por lo menos decir, “es importante que la Sinfónica Nacional siga existiendo como organismo, así como está no sirve, pero tiene que existir”. Como funcionario no pude hacer prácticamente nada. Me encontré con una estructura anquilosada de organismos que funcionan corporativamente, que en cuanto los tocás van, protestan dos minutos y todo el mundo se tiene que callar la boca. Las secretarías y los organismos de cultura de este país no sirven para nada. Se limitan a decir: “Bueno, ahora acá vamos a contratar a éste para que toque”. –¿Se refiere a los recitales organizados por la Secretaría de Cultura? –¿En qué consiste esta movida? En tocar. Bárbaro, porque así por lo menos laburamos un poco. Pero lo que empieza a pasar es que el único que te da laburo es el Estado. Y tenemos que pelear contra el mercado, que está en manos de gente que te usa y te discrimina como le parece. El pueblo tendría que saber que un artista es un productor Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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de bienes culturales, de los cuales se puede enorgullecer. Y como existe la industria cultural, un artista produce bienes económicos cuantiosos. Pero de esto nuestros dirigentes no tienen la menor idea, y nosotros no sabemos comprometernos con eso. Al Cuchi Leguizamón el mercado le saca todo el jugo que puede, a través de otros intérpretes. Pero el Cuchi no moja ni una ahí adentro, porque los intérpretes por ahí no saben que tienen que anotar su nombre en SADAIC para que él se pueda llevar su partecita. –¿Volvería a ser funcionario? –¡Ni loco! Hoy milito fuertemente en lo mío, en lo que yo hago y en lo que creo que hay que hacer. La militancia está arriba del escenario, y el repertorio de un intérprete es su ideología. Fuente: Pagina 12, por Karina Micheletto
El revoleo de ponchos –¿Cómo cree que se ha modificado el escenario de la música popular con el boom del llamado “folklore joven”? –Esto me hace acordar a Pierino Da Gamba, un chico que tenía ocho años y dirigía la Sinfónica. En su momento fue un éxito brutal, lo vendieron como un pancho, y hoy no es nadie, sigue dirigiendo una orquesta como cualquier otro director. El fenómeno de Soledad es eso, una chica que se puso a cantar y hace algo simpático y con mucha fuerza. El revoleo del poncho siempre dio resultado, antes que Soledad lo hizo Rimoldi Fraga, y no olvidemos que eso siempre se hizo en las canchas, es un gesto cultural nuestro. Está bárbaro que aparezcan los pibes, porque los gerentes de la tradición, que siempre hincharon las pelotas con la batería, se tienen que callar la boca. Cuando fuimos a Santiago con la M.P.A., le gritaban a Peteco: “¡Te vamos a tener que enseñar cómo se toca la chacarera!”, porque tocaba la guitarra eléctrica. Esto del folklore nuevo tiene que ver con aquel esfuerzo tan grande de la M.P.A. Después de tanto sopapo, uno ve que dejó una escuela.
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Las Tres Rosas (la otra historia sobre la fundación de Ituzaingó) Por Dr. Sebastián Sanguineti
Historias de pago Chico La historia del “pago chico” es siempre parte de nuestra vida. La despersonalización de las grandes ciudades, en el conflicto “globalización – localismo” a veces nos hace perder de vista la raíz, y consecuentemente el tipo de árbol que estamos formando y del que nos estamos formando. El Oeste del Gran Buenos Aires, tiene sus historias, y aquí traemos en una pluma inspirada una de ellas, la del pueblo entonces, y hoy municipio, de Ituzaingó. Disfrutelo
24 de octubre de 2015: “Hoy se cumplen 143 años de la “fundación” del pueblo de Santa Rosa, (hoy Ituzaingó). Aunque éste articulo tiene ya un año desde que fue publicado, volvemos hoy a cuestionar la historia “oficial” que remite a un “despojado” y “conveniente” decreto promovido por Manuel Fragio como hito fundacional de nuestra ciudad. Estamos convencidos que la fundación de un pueblo (en éste caso el nuestro) es un acto colectivo encadenado por múltiples hechos históricos en donde los protagonistas han sido en su gran mayoría, pioneros y simples pobladores. “Las tres Rosas”, es un relato que intenta poner en evidencia que debemos revisar la historia oficial para despejarla de personajes ambiciosos motivados solo por intereses económicos y devolvérsela a nuestro a nuestro pueblo” (Diario La Ciudad) “Fui a vivir a la pulpería que él (Antonio Ferrando) tenía frente a la estación. Era la única casa del lugar. Allí se detenían los arrieros para comer y beber. Les servíamos un bife, dos huevos fritos y un poco de vino por unos centavos. Una vez pasó la tropa del General Mitre rumbo al interior… viajaba en una calesa, se detuvo un rato y continuó viaje. La pulpería era el camino obligado de los reseros que conducían las Tropas a Capital, y ellos era buenos clientes. Después comenzaron las edificaciones, vino el ferrocarril y ya no pasaron más reseros. Entonces el almacén se quedó sin marchantes y hubo que cerrarlo. Mi marido se enfermó y tuve que trabajar. El murió en 1928” Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Así, con estas palabras, el 4 de Enero de 1961, Rosa Messeta de Ferrando, en su cumpleaños número cien, recordaba sus años de juventud. Su lucidez era notable, y sus recuerdos permanecían intactos. Ese día todo Ituzaingó la agasajó. El pergamino que le regalan dice textualmente: “Rosa Messeta de Ferrando, la abuelita de Ituzaingó que con sus cien años se consagra símbolo del pueblo, acuñada de recuerdos y nostalgias que hacen más viva su figura ejemplar” lleva la firma de más de doscientas familias ituzainguenses. Y no era para menos, Rosa de Ferrando era una de las tres Rosas, una de las fundadoras de Ituzaingó, la última de las tres Rosas. Murió en 1965 a los ciento cuatro años.
Rosa Messeta de Ferrando
La historia de la Pulpería “Santa Rosa” En el año 1870 sobre el camino Morón- Luján, a la altura de la barrera 78 del ferrocarril que correspondía a la calle Santa Rosa, se levantó una casa de material con balcón al frente, mirador, reja, ramada, palenque y demás comodidades para los viajeros. El primitivo dueño del boliche fue el español Juan Arnaldo, que designó al comercio con el nombre de su esposa: Rosa. Más tarde fue trasladada a una casa de madera sobre el mismo camino MorónLuján (Avenida Rivadavia), cerca de la barrera 80 del ferrocarril, a la altura de la Avenida Ratti. Contaba con una reja ubicada en su interior por donde se despachaban las bebidas. Tiempo después, el negocio fue adquirido por Antonio Ferrando. Sus esposas, en primeras nupcias Rosa Melogna y en segundas nupcias Rosa Messeta, le dieron continuidad al nombre del establecimiento y por ende al lugar. (Raúl Goyaud, periódico Ituzaingó, de 1932) De Rosa de Arnaldo, la primera de las tres Rosas y esposa de Juan Arnaldo, poco se sabe. Uno de los historiadores, el Dr. Guercio, niega su existencia. Por datos testimoniales brindados por familiares, Guercio afirma que en realidad la pulpería era atendida por el francés Philip Pastre, casado con María Arnaud y que ya llevaba el nombre de Santa Rosa cuando la compra. Por el contrario, Rolando Goyaud cree que los datos aportados por el periódico Ituzaingó en el año 1932, son veraces y que Rosa efectivamente era la esposa del dueño. Ambos coinciden en que la pulpería Santa Rosa originalmente se había emplazado sobre la casa de los Beltrame, (2° Rivadavia y la calle Santa Rosa, del lado de Castelar) y que era la segunda casa más antigua de la comarca. El matrimonio en 1874 vende a Antonio Ferrando la pulpería y abandona el poblado. El nuevo propietario está casado con Rosa Melogna y decide así mantener el nombre original a la pulpería. Del matrimonio de Ferrando y Rosa Melogna nacen María Ferrando (casada con Juan Prosperi) y Juan Ferrando. Rosa Melogna es nuestra segunda Rosa, gracias a ella la pulpería mantiene su nombre y comienza a ser conocida en la zona. Junto a la Posta de Pardo y la Posta de Alvarado son el paso obligado y el punto de referencia de la comarca. Rosa Melagno fallece y deja viudo a Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Antonio Ferrando, que aún así se dispone a casarse otra vez. Será con la llegada de su segunda esposa, Rosa Messeta de Ferrando que el lugar y la pulpería comienzan a ser la referencia de la zona. La tercera coincidencia con nombre de mujer, es tema de comentarios y anécdotas de los huéspedes de la pulpería. Aquél paraje solitario, con pocas casas y aún sin estación del ferrocarril, ya tiene nombre: Santa Rosa. El Dr. Guercio, quien en una reciente investigación histórica ha logrado probar que las tierras sobre las que se erigió nuestra ciudad no habían sido legadas a Diego Rodríguez Flores en 1754, tal como se suponía, nos plantea que el nombre del poblado de Santa Rosa ya había sido impuesto mucho antes de la aparición de la pulpería y que el negocio sólo fue bautizado con el nombre del lugar. En este último caso no hay, hasta hoy, evidencias de que fuera así. La versión que indica que el nombre de Santa Rosa fue haciéndose conocido por la existencia de la pulpería se encuentra en un reportaje que se le hiciera a Hilario Rodríguez en 1932, que por aquella época era uno de los pobladores más antiguos. Rodríguez afirma que el vecindario compraba en el almacén y que era muy común decir que se iba a Santa Rosa a comprar provisiones.
Fachada actual de la fábrica de pastas “LA Primavera”. En 1880 en éste mismo lugar funcionó la pulpería “Santa Rosa”
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La historia oficial y el rol de Manuel Rodríguez Fragio. El 24 de octubre de 1872 el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Mariano Acosta aprobó por decreto el proyecto de la traza de un pueblo que llevaría el nombre de Santa Rosa. Este proyecto había sido presentado unos días antes por Manuel Rodríguez Fragio, un vecino de Merlo que desde mediados de los ´50 fue adquiriendo una considerable extensión de tierras entre las villas de Morón y Merlo. Estos terrenos estaban atravesados por las vías del ferrocarril del Oeste y el Camino Real, y luego por la avenida Rivadavia, y contaban con la calle de la tropa, actual avenida Ratti, por donde se arriaban los animales que, luego de sortear el Río de las Conchas en Puente Márquez, cruzaban las vías del ferrocarril y se dirigían hacia los mataderos de Morón y de Buenos Aires. Anteriormente, gran parte de estas tierras había pertenecido al capitán español Diego Rodríguez Flores que las recibió, en 1754, por despacho del rey Fernando VI en recompensa por los servicios prestados a la Corona. En 1805 estos terrenos pasaron a ser propiedad de su sobrina Melchora Romero; en 1811, al hijo de ésta, Francisco Ponce de León; y desde 1864, a través de un juicio sucesorio, a Manuel Rodríguez Fragio. Para la fundación del pueblo, Rodríguez destinó 66 manzanas a los dos lados de la vía del Ferrocarril del Oeste, formando un triángulo comprendido entre las actuales calles Ratti, Concejal Firpo, AIvear, y Santa Rosa – BIas Parera. La solicitud de aprobación de creación del Pueblo fue acompañada con los donativos reglamentarios: una manzana de tierra para la construcción de edificios públicos actuales Mansilla, Las Heras, Olazábal y Soler), dos manzanas para plazas públicas (actuales plazas 20 de Febrero y San Martín), una parcela para la futura estación ferroviaria, y varias hectáreas del lado Sur para la construcción de un asilo de ancianos. Con anterioridad a la presentación del proyecto de fundación del pueblo de Santa Rosa, el supuesto fundador había acordado con la empresa de ferrocarril un convenio por el cual ésta se comprometía a levantar una estación en sus terrenos. El convenio fue presentado como antecedente ante las autoridades provinciales en la solicitud de creación del Pueblo. Finalmente, el 24 de octubre de 1872 quedó fundado oficialmente el pueblo de Santa Rosa y, en diciembre de ese año, inaugurada la estación ferroviaria que recibió el nombre de “Ituzaingó”. “La inexistencia de pobladores” (para que sea rentable) permaneciera cerrada algo más de un año.
obligó a que la estación
El 4 de enero de 1874 las firmas inmobiliarias Adolfo Bullrich y Francisco de la Serna dieron inicio al remate de lotes en el flamante pueblo de Santa Rosa; y con él, lugar para una población estable. La subasta ofrecía como principal atractivo para los potenciales compradores contar con el servicio de trenes y una estación propia. La elección del nombre Ituzaingó para la estación ferroviaria correspondió a las autoridades de la empresa. Con ello se buscó, como es habitual en este tipo de designaciones, homenajear hechos o personajes históricos. En este caso, la batalla de Ituzaingó ocurrida el 20 de febrero de 1827 en territorio brasileño. Allí, las fuerzas argentinas obtuvieron un resonante triunfo frente a las tropas imperiales. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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La apertura de la estación se realizó el 18 de diciembre de 1872; la habilitación, el 4 de enero de 1873; y su inauguración real exactamente un año después. De la lectura de la Mensura del Pueblo de Santa Rosa, documento existente en el Archivo Histórico de la Dirección de Geodesia de la Provincia de Buenos Aires, surge que los principales beneficiarios de esta operación inmobiliaria fueron los señores Teodoro Mora, Palemón Huergo, y Nicolás Avellaneda. Estos integraban la sociedad que dos días antes del loteo adquirió los terrenos comprendidos en la fundación del Pueblo. Por entonces, Nicolás Avellaneda era ministro de Educación y Justicia del gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, y pocos meses después fue electo presidente. En tanto, Palemón Huergo se desempeñaba como presidente del directorio del ferrocarril. (Fuente:www.ituzaingo-baires. com.ar) El relato que compartimos es todavía materia de controversia entre los historiadores. Santa Rosa, hoy Ituzaingó, ha tenido seguramente ésta y otras muchas historias que la identifican y que la han marcado en sus 140 años. Historias que se han construido sobre la calidez y la humanidad de sus habitantes. Este relato, el de las tres Rosas, esta cimentado sobre la tradición oral y la memoria de sus descendientes. Como me ha dicho uno de los historiadores, y con razón, esta floja de papeles y por lo tanto carece de rigor histórico. Aun así, con su inocultable vaguedad y sospechada veracidad, es mucho más representativa que el frío sello en un decreto que el 24 de octubre de 1972 estampó nuestra fecha fundacional. La imagen muestra la casa donde vivió hasta sus 104 años, Rosa Messeta de Ferrando.
Su ubicación es en la esquina de Olivera y Erezcano, Ituzaingó Sur. Fue construida en 1906. En la actualidad la casa demolida y se construyeron modernos dúplex. Consultados los dos historiadores mas reconocidos de Ituzaingó; el Dr. Eduardo Guercio y Rolando Goyaud sobre la demolición, se manifestaron contrarios y opuestos a la obra. El Dr. Guercio nos manifiesta que la solución para el mantenimiento de la casa histórica seria una expropiación. Rolando Goyaud nos ha manifestado su oposición a la demolición, planteando que el inmueble es parte del casco fundacional de la ciudad y que debería ser considerado monumento histórico Cabe destacar que en Ituzaingó rige la Ordenanza N° 1000/01 que declara el lugar como casco histórico y fundacional, pero no hace mención al mantenimiento de los edificios, lo que habilitaría “legalmente” la demolición. Fuente: http://www.laciudadweb.com.ar/las-tres-rosas/ Octubre 24, 2017
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Leyendas de Toledo por Juan Luis Alonso *
En este número de El Pregón criollo ofrecemos la versión de una leyenda, que como se aclara en el texto, aun a la fecha tiene consecuencias de “exclusion” de un terreno para su habitabilidad. Más allá de las circunstancias (puramente específicas, como en este caso la relación entre un viejo judío y “el diablo”, o manuscritos secretos, mas precisamente, como se menciona aquí) es interesante, para mostrar como hechos explicables por causas más claras (un “experimento alquímico”) y mal concluidos, son re-interpretados…y dejan trazas. Para apreciar, ¿no?
La “leyenda negra” que desde la Edad Media ha acompañado al Pueblo Hebrero residente en Toledo, incluso tras su expulsión, nos muestra un capítulo más con el texto que adaptamos a continuación en El Diablo y el Judío: artes nigrománticas, el amor por una hija y un trágico final, elementos muy comunes de las leyendas que de padres a hijos se han trasmitido durante siglos en nuestra ciudad. Desde el ahora denominado “paseo del Miradero”, se puede contemplar un breve paraje abandonado entre numerosas casas, entre la Puerta Nueva de Bisagra y lo que se conoce como Barrio de la Antequeruela. Allí hubo un gran palacio, pocos años antes de que los Reyes Católicos expulsaran al pueblo Judío de sus territorios. Era un edificio inmenso y rico, con grandes escalinatas y caras columnas de mármol extraídas de viejas villas romanas que acompañaban el transcurrir del río Tajo por las tierras próximas a Toledo. En el patio central, se habían dispuesto unas colosales estatuas en actitudes feroces, que intimidaban a las pocas personas que accedían al interior del recinto, y bajo ellas unas extrañas inscripciones que sólo los iniciados acertarían a traducir. Los toledanos de la época otorgaron al enclave fama de lugar infernal, dando al dueño del lugar como tratante con espíritus y con el maligno, pues sólo este sería capaz de dar a tal persona las suficientes riquezas para construir semejante palacio. Muchos sabían que el propietario era un viejo judío, que allí vivía con su hija, de espectacular belleza, y a los que rara vez se veía en público. A esta oscura fama se añadía los comentarios de los vecinos más próximos al palacio que afirmaban que durante las oscuras noches se oían a través de las paredes extraños rumores, fuertes gemidos de la bella hija del judío y en ocasiones el chirriar de extraños instrumentos… Mientras esto sucedía, unas inmensas columnas de humo asomaban por las chimeneas del palacio…
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¿Quién era capaz de trabajar de esta forma todas las noches del año sino una persona con tratos diabólicos? ¿De dónde procedían los gritos y terribles ruidos que rompían el silencio de la noche toledana? Estas y otras muchas preguntas se hacían los vigías de las murallas durante una fría noche de noviembre, mientras miraban con cierto temor las chimeneas del palacio que una noche más emitían espesas columnas de humo.
En su interior, en una gran estancia subterránea, al lado de un inmenso fuego, se encontraba un anciano de barbas blancas, consultando unos viejos pergaminos que recientemente había encontrado en cierta cueva del interior de Toledo (pagando unas monedas a chavales que bajan hasta esos oscuros y amplios parajes olvidados por el tiempo a recuperar los preciados escritos, tesoros para el judío, con milenarios secretos escondidos entre sus renglones), en los que figuran en caracteres extraños, olvidados ya, que pocos pueden leer en la actualidad, una interminable serie de fórmulas y cálculos, acompañados de nítidos dibujos representando seres y formas infernales.
El anciano gasta gran parte de las riquezas que durante toda su vida ha logrado (trabajando honradamente en el comercio con lejanas tierras), en realizar misteriosos conjuros y pactos con el diablo. Aunque sus artes de inspiración diabólica, el fin de sus desvelos es descubrir la fórmula secreta que devuelva la salud de su hija, aquejada de una grave enfermedad que ningún médico árabe (los más reconocidos en este tiempo) es capaz de curar.
“Paseo del Miradero”, foto escaneada por Toledo Olvidado En la noche oscura de noviembre en la que los vigías miran hacia las chimeneas del palacio, el anciano padre, preocupado, mezcla extraños brebajes en el extenso laboratorio alquímico improvisado en los sótanos… Queda poco tiempo, pues su hija empeora con los días, y hoy es la noche en la que ha logrado reunir todos los ingredientes para una importante prueba… Pero la fatalidad persigue al anciano, pues cuando en el preciso momento en que dos guardias miraban los tejados del palacio, se escuchó un prolongado rumor, similar al que precede a un terremoto, al tiempo que una intensa llamarada iluminó la noche de Toledo y al poco, una terrible explosión hizo desaparecer el palacio envolviéndolo todo en llamas. Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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Tras una dura noche en la que numerosos vecinos se aproximaron a ayudar en las tareas de extinción, para evitar que las llamas arrasaran todo el barrio, y con las primeras luces del día, las autoridades de la ciudad, incluyendo el Obispo, se acercaron hasta los rescoldos humeantes del palacio, y tras bendecir los restos, los presentes vieron cómo de entre las ruinas se recuperaban los cuerpos de sus dos habitantes, prácticamente carbonizados. Todos interpretaron sus muertes como una intervención del maligno, o como un castigo por los rumores que habían oído de los habitantes del palacio. Nadie supo jamás que un padre intentaba salvar la vida de su hija, con catastróficas consecuencias. Tal vez no fuera el camino más acertado, pero la superstición y la desesperación llevan a veces a caminos prohibidos. Hasta hoy, en el solar que ocupó el palacio incendiado, nadie se ha atrevido nunca a edificar, y se sigue observando alguna ruina que allí asoma desde el paseo del Miradero. Versión de la leyenda “El Diablo Judío” publicada por Leopoldo Aguilar: Revista “Toledo”, año 1915, núm. 15
*Juan Luis Alonso Oliva: Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Ha publicado libros como “Navegando por las leyendas de Toledo”, “Toledo Secreto” (junto a David Utrilla) o “Toledo, guía turística“.
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En Tunez, habla “Doña Ula” Relatos estilo “Sherezade”, de hoy Por Mohamed Abdelkefi Comenzamos hoy una breve serie, de cuentos recolectados en Túnez por el folklorista MOHAMED ABDELKEFI, que luego con la colaboración de nuestro apreciado profesor José Manuel Pedrosa, fueran editados con el nombre de “En busca del pájaro esmeralda y otros cuentos tunecinos de Lela Ula”. En este primer acercamiento, publicamos el relato de su origen. LA VIDA Y EL ARTE VERBAL DE LELA ULA (1925-2015), NARRADORA DE CUENTOS La mujer que generosamente me confió y me permitió grabar estos cuentos se llamaba Zohra Ali Elkefía, y nació en Sfax (Túnez), en torno a 1925. Ha fallecido muy anciana no hace tanto tiempo, en el año 2015. Cuando ella era niña, una de sus hermanas, que no estaba en edad de saber pronunciar todavía el nombre de Zohra, la llamaba cariñosamente Lela Ula. Y con Lela Ula se quedó, porque el sobrenombre gustó en la familia. En el habla de todo el Magreb, Lela equivale a “señora” o a “doña”, y sirve para expresar respeto y consideración. En cuanto a Ula, no es más que una deformación de Zohra, que a su vez quiere decir, según se pronuncie Za o Zo, “flor” o “lucero”. Lela era hija de una de las más respetadas familias del país, descendiente de un famoso santo cuyo mausoleo y obras se conservan todavía. Fue una niña guapa con hermosos ojos negros, pelo largo, negro y abundante; inteligente, despierta, alegre, de buena memoria, con interés por todo, fácil en el aprender, de finísima sensibilidad. Su buen corazón no le dictaba más que gentileza, amistad, amor y perdón. Bailaba, cantaba. Le gustaba la elegancia en el hombre y la dulzura en la mujer. Pero Lela Ula fue también una de esas personas a quienes el destino se empeñó en poner todos los obstáculos para que no llegara a ser lo que debía haber sido, y para que no pudiesen cumplirse sus sueños. Sus muy hermosos ojos enfermaron cuando ella era muy joven. A consecuencia del mal de ojo, según se dijo. Lamentablemente, nunca llegó la cura. Al revés: su visión siguió empeorando, a pesar de los esfuerzos de muchos médicos y de la fortuna que se empleó para impedir los avances de la enfermedad. Aquella desgracia hizo que la desdichada Lela Ula no pudiera recibir una educación formal, tal y como ella deseaba. Su educación se ciñó al aprendizaje de algo del Corán, a la memorización de rezos y poesías, y a la asimilación de mucho de lo que su padre, sus tíos y más tarde la radio le ofrecían a modo de conocimientos, saber y cultura. Como a ella todo le interesaba y como tenía una memoria realmente infalible, su sabiduría llegó a ser superior a la de muchos que sí tuvieron el privilegio de estudiar. Pregunta “¿Por qué?”. “Porque tengo mucho que decir”. Así, con una mezcla increíble de interés, fuerza de voluntad, memoria y carácter jovial, Lela Ula se hizo conocedora de lo que muchos otros ignoraban. Familiares y amigas recurrían a ella para saber o para recordar lo que algunos estudiosos no sabían. Era, como se dice en árabe, sifrun mutanáqilun, un libro ambulante. El género oral en el que mejor manifestaba sus habilidades Lela Ula era el del cuento. Cuento que escuchaba a alguna abuela o amiga, cuento que se quedaba en la memoria. Daba igual que lo hubiera aprendido escuchándolo de alguien, o que le hubiera sido leído por alguien de Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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la familia, o que lo hubiera escuchado en la radio. El tesoro de cuentos que acumuló fue inmenso, como inmensa fue la generosidad con que los compartía con familiares y amigos en las reuniones y tertulias en las que ella era siempre el centro. Por cierto: no solo era una gran transmisora de cuentos: también lo era de refranes, versos y anécdotas de todo tipo. En el mundo de los cuentos fue donde Lela Ula encontró la libertad, el movimiento, la fantasía que la enfermedad había negado a su cuerpo y a su persona. Un día, cuando llegó al final de la narración de un cuento, ella me dijo: “de éste haría una película; anímate y hazlo, o dáselo a quien pueda hacerlo”. Seguro que si hubiese podido lo hubiera hecho ella misma. Muy pía, llegó a la ancianidad con una vista prácticamente perdida y un oído que fue apagándose lentamente, hasta que se quedó completamente sorda en sus últimos años. Marchó al más allá en diciembre de 2015, dejando un gran vacío en el corazón y en la memoria de quienes tuvimos la dicha de conocerla. Permítaseme, ahora, explicar cómo fueron mis encuentros con Lela Ula, y cómo fue el proceso de grabar, transcribir, traducir al español y publicar sus cuentos. Pero antes, déjenme hacer algún comentario sobre mi afición, o más bien sobre mi pasión hacia la literatura oral y popular. Yo nací en el año 1928, en la ciudad tunecina de Sfax. Parece que es verdad que el hombre nace no se hace: yo nací enemigo de los números y amigo de las letras, de modo que desde que era muy joven empecé a interesarme por la cultura popular. Mi interés fue provocado primero por los cuentos que narraban las abuelas, o mejor habría que decir que por los cuentos que contaban algunas mujeres especialmente dotadas para ello, familiares o amigas de la familia, que desplegaban su arte en las veladas familiares, especialmente en las largas noches del invierno. Después, a medida que iba entrando en la juventud, me fui inclinando hacia la poesía salmodiada o cantada por quienes recibían el nombre de ghannáy, es decir, de cantor. Eran cantores cuyo oficio era parecido al de los juglares del pasado o al de los cantautores del presente. Más adelante, cuando ya podía tener qué decir y qué hacer, tuve la suerte de caer bajo la influencia de excelentes guías y profesores que estaban relacionados, de una manera o de otra, con la cultura en general; pero también, de manera muy singular, con la oral y popular. Sin ser demasiado consciente de ello, porque no tuve la oportunidad de dedicarme ni de especializarme en la materia, mi vida ha estado siempre próxima e inclinada hacia la literatura popular. Así sucedió en la radio, donde tuve mi primer empleo; y en los periódicos en los que luego trabajé. De modo que, sin quererlo ni pensarlo demasiado, me dediqué a guardar en mi memoria y en mis notas todos los refranes, versos, canciones, cuentos, que iban saliéndome al paso. Mis circunstancias fueron muy difíciles durante décadas, y no ayudaron a que pudiera desarrollarse aquella vocación mía. Desde que yo era muy joven fui miembro de la resistencia contra la colonización francesa, que no dejó de perseguirme y que me condenó incluso a muerte. Tuve que irme al exilio en noviembre de 1955, y no pude regresar a Túnez hasta la primavera de 1972. Pero solo pude aguantar dos años allí. No sufría represión física, pero sí acoso moral y económico. En el año 1974 llegué a España con el encargo de cubrir como periodista la primera enfermedad de Franco, y decidí instalarme de forma permanente aquí en Madrid. El problema de una vida tan turbulenta como la mía, sin arraigo duradero en ningún sitio, desplazándome continuamente dentro y fuera de mi país, era que no podía concentrarme en mi labor de folclorista, ni cosechar repertorios ni elaborar reflexiones de grandes ambiciones. Menos en el género de los refranes quizás. Pero no faltaron dichas entre tantas desventuras: un día, de regreso a Túnez en 1972, un familiar me llevó a visitar a una vieja amiga a la que yo no había visto desde hacía muchísimos años, desde los días de mi infancia. Se trataba de Lela Ula. Yo apenas me acordaba ya ni de ella ni de muchos otros de mis compatriotas ni de compañeros de colegio o de medersa (es decir, de la escuela tradicional). Demasiados años fuera, demasiados exilios y viajes. Por eso no puedo decir cómo ni cuándo exactamente, aunque fue en tiempos de mi infancia, yo había conocido a Lela Ula. En Sfax la familia suya y la familia mía eran amigas y casi vecinas, y la relación entre ambas era Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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entrañable. Pero como antes de cumplir yo mis cinco años me llevaron mis abuelos a vivir con ellos en Jerba, mi contacto con Sfax, donde se quedaron mis padres, se tornó esporádico y mis recuerdos de aquella época resultan muy confusos. Durante nuestro primer reencuentro en 1972, la misma Lela Ula me preguntaba a veces si me acordaba de aquello o de lo otro, y mi respuesta era siempre negativa. El caso es que en el mismo día y lugar en que volvimos a vernos y a hablar recuerdo bien que los pocos presentes que allí había pidieron a Lela Ula que contase algún cuento. Ella se puso a narrar, y yo me di cuenta desde el primer momento, deslumbrado, de la fluidez de sus tramas, de la fantasía de su estilo, de su arte verbal excepcional. Mi vieja pasión por la narración oral se reavivó allí mísmo. A mi pregunta de si sabía muchos cuentos, ella me dijo: “te acordarás de Lela Qmaira y de Ummi Sialía, quienes venían a visitaros, ¿verdad? Pues yo aprendí todos los cuentos que ellos contaban”. “Sí, sí”, le dije, “de Ummi Sialía me acuerdo”. Aquellas dos mujeres que Lela Ula mencionó eran dos amigas de la familia, que cuando yo era niño habían llegado ya a una avanzada edad. Recibíamos su visita, que solía durar una semana o más, de vez en cuando. De quien yo más me acuerdo, en efecto, era de Ummi Sialía. Ummi significa “mi madre”. Era una mujer algo rellenita, simpática, maestra en el arte de contar que venía era una fiesta para todos, en especial para los más pequeños. En el momento de la despedida de Lela Ula ella me pidió que volviese pronto, y yo le prometí que así lo haría, pero con la condición de que me contara y me permitiera grabar sus cuentos. Ella dijo que sí. Nos volvimos a encontrar, y yo pude grabar su voz. Y cuando nos despedimos dejé en su casa algunas cintas de casete para que alguien de su familia pudiese continuar haciendo las grabaciones. Las cintas con la voz de Lela Ula llegaron a mis manos cuando yo ya estaba instalado en Madrid. Allí pude escucharlas y volver a admirar el arte narrativo extraordinario de aquella mujer. Me di cuenta entonces de que el paso de los años había tenido algún efecto sobre su memoria, de que alguna frase y algún cuento habían sido repetidos, y de que había unas pocas vacilaciones y dudas en lo que afectaba a algunos nombres. Pero el tesoro que ella me regaló era, sin duda, algo preciosísimo. Tarde años en encontrar tiempo para escuchar los cuentos con mayor atención aún y para ponerme a transcribirlos en letras árabes para después traducirlos al español. Esa labor la hice, creo recordar, en los veranos de los años 2005 y 2006. ¿Qué es lo que me impulsó a escuchar, transcribir, anotar, traducir los cuentos de Lela Ula? Eso sí que no lo sé. Pero el caso es que lo hice. Pasaron algunos años todavía antes de que entrase en contacto con el responsable de una editorial de Madrid, Miraguano, que tiene en su catálogo una colección muy importante de cuentos populares de varios países. Y así, sin más buscar, entregué el manuscrito y nacieron, en 2010, los Cuentos populares tunecinos narrados por Lela Ula. Bueno, pues sucedió que el señor Dr: Sayed Suheim, agregado cultural de la Embajada de Egipto y director del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos y Andalusíes, quien presidió el acto de presentación del libro, me dijo: “Me parece muy bien que el autor publique este tesoro en español, pero nosotros también lo queremos en árabe”. Muchos de los presentes, entre los cuales había bastantes amigos, me insistieron en que publicara también los cuentos en nuestra lengua común. Y así lo hice. Encabezó esa versión en árabe una introducción que el amable diplomático egipcio tuvo la gentileza de escribir. El título del libro fue Hikáyátun Shaabiyatun Tunisiatun y lo publicó la editorial Dar Al-Gharb Al-Islami de Tú- nez en el año 2012. Y yo pensaba que mi papel se acababa allí. Pero me equivocaba. Conversando un día, en torno al año 2015, con el profesor José Manuel Pedrosa, que es un reconocido maestro e investigador en la materia de la literatura oral, le mencioné que había conservado una cierta cantidad de relatos de Lela Ula que no había llegado a publicar en el libro anterior, porque los consideraba de menos valor que los que sí habían la luz. El Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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profesor Pedrosa no lo entendió así, y me convenció de que debía traducir los cuentos que quedaban. Así lo hice en el verano de 2016, y con la muy minuciosa ayuda del profesor, con el que he trabajado por más de un año, tengo ahora el gran placer de ofrecer a quien sienta interés por esta literatura un libro nuevo con los viejos cuentos que me regaló la inolvidable Lela Ula. El volumen ha quedado adornado, por lo demás, con un breve estudio del profesor Pedrosa, y por otro breve pero muy documentado tratado que ha tenido la gentileza de redactar el profesor Óscar Abenójar, recolector y estudioso de fama internacional de los cuentos del Magreb, en especial de los de la Cabilia argelina. Y hasta aquí llega el relato de cómo conocí a Lela Ula y de cómo aprecié sus cuentos, de cómo caí bajo su fascinación y de cómo he intentado servir de puente entre su arte ya irrecuperable y los lectores que ahora podrán conocerlo, aunque sea a partir de una traducción. Baste decir, para justificar la razón por la que digo que son relatos ya irrecuperables, que en una reciente conversación telefónica con una las hijas de Lela Ula, ella me dijo que el arte verbal de su madre había muerto con ella, y que sus descendientes no albergaban ya en la memoria el tesoro que ella conocía. Todo este libro quiere ser un homenaje a una sencilla y buena mujer que, si el destino y las circunstancias hubieran sido más amables con ella, hubiera sido lo que ella siempre había deseado, según me confió un día: una escritora. Yo estoy convencido de que hubiera sido una escritora grandísima. Que en paz descanse Lela Ula. Reproducción autorizada por la fuente: Mohamed Abdelkefi, En busca del pájaro esmeralda y otros cuentos tunecinos de Lela Ula, Madrid: Mitáforas, 2018.
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El pato en Córdoba: radiografía de una pasión Hemos comenzado en el numero anterior a realizar la historia, del deporte nacional (así nominado por decreto y ley), Seguimos con su práctica, por ejemplo en la provincia mediterránea. A todos los une una misma pasión: los caballos. Fuera de la cancha son amigos, pero dentro de ella no tienen reparo de pelear por ser el mejor. Ellos son Nicolás Ferrer, Francisco Cardeilhac, Diego Cornet, Cruz Juárez Peñalva y Simón Guevara, jugadores del deporte que volvió a ponerse de moda: el pato. El pato, declarado deporte nacional en 1953, se practica en la Argentina desde siglo XVII. Tras años de decadencia, en el último tiempo comenzó a resurgir. Córdoba es el lugar de nacimiento de los entrevistados, y la tierra donde se disputan partidos llenos de adrenalina. Entre los "pateros" hay estudiantes y profesionales. Nicolás Ferrer, por ejemplo, es uno de los decanos, ya que empezó a jugar en 1982. Hoy juega para Santa Isabel, con Fernando Amuchástegui, Francisco Nores y Andrés Laxague. Ferrer cuenta que él introdujo el deporte en su familia. "Cuando empecé a jugar nadie lo conocía. Al tiempo empezaron a jugar mis hermanos, mis cuñados y mis primos", rememora. Ferrer dice que se enamoró del pato a primera vista: "Cuando vi un torneo dije "esto es lo mío" y me puse a practicar, hasta que tuve el primer torneo. La pasión parece ser cosa de familia entre los pateros. Cruz Juárez Peñalva dice que comenzó jugando por imitar a su padre, Horacio, y luego descubrió que su familia tenía una larga tradición en el juego. "Leyendo me enteré que dos tíos de mi papá, Benigno y Jorge Rodríguez Jurado, habían firmado la solicitud donde se pidió la autorización de la práctica del pato con las reglas actuales", recuerda Cruz, que se inició a los 13 años. Simón Guevara, del equipo La Escondida B, es el más chico (16 años) pero de más largos antecedentes familiares. Su abuelo sigue andando a caballo. Y su padre, Daniel Guevara, fue uno de los responsables de rearmar los torneos en la provincia, junto con Nicolás Ferrer. "Hoy se está jugando con mejor nivel, ya que muchos de los que juegan son hijos de pateros que desde que nacieron tenían un pato en la mano", afirma Ferrer. Dificultades de una pasión En la lista de contras del deporte, el primer lugar lo ocupan los riesgos físicos. El pato es un deporte que requiere velocidad sobre el caballo, algo que puede provocar un mal trago. Como el que pasó recientemente Francisco Cardeilhac en Tucumán, al accidentarse gravemente y quedar internado en terapia intensiva una semana. A Cardeilhac, un veterinario de 27 años, la
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experiencia a través del equipo Causana (en el que juega con su hermano Gustavo y Luis y Diego Cornet) no lo salvó de quedar impedido de jugar hasta fin de año. Además, mantener un hobby que implica muchas horas de práctica y gastos en caballos no es sencillo. Diego Cornet lo sabe bien. Este joven hace malabarismos para organizar sus estudios de agronomía, trabajar, y "patear" los fines de semana. "Te cuesta mucho compatibilizar con el resto de tu vida", dice. Francisco coincide con él: "Tenemos problemas con nuestras novias porque nos vamos al campo, y con la plata, porque es caro, pero lo hacemos cueste lo que cueste". Ferrer y Guevara saben también de lo que hablan. Ferrer trabajó durante años de lunes a viernes en Buenos Aires, y aún así se las arregló para seguir jugando. Simón, como todavía cursa quinto año, solo puede practicar los fines de semana. A la hora de hablar de los pro, los "pateros" se deshacen en argumentos. Dicen que en la cancha reafirmaron parentescos, desarrollaron amistades y compartieron infinidad de "terceros tiempos" regados de mate, asados a deshora y pan casero. La adrenalina es otro ingrediente muy buscado. "Me gusta porque es un deporte aguerrido y quienes lo juegan tienen que demostrar su caballerosidad", dice Simón. Entre los momentos memorables, todos mencionan una victoria en particular: la ganada a Gendarmería. "Era el mejor equipo y el que siempre nos daba palizas, y poco a poco nos fuimos acercando hasta que les ganamos", recordó Cardeillhac. Los chicos se despiden, pero no por mucho tiempo. Este fin de semana se enfrentarán en el torneo que se realizará en el predio del AGEC, adonde, como reza la vieja copla, "con agilidad de centauros echarán el cuerpo hasta el suelo", porque el pato "es el juego de los gauchos, de ocho argentinos de fierro". Fuente: https://www.lanacion.com.ar/646997-el-pato-en-cordoba-radiografia-de-una-pasion ; 23 de octubre de 2004
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Cuando los muertos se vuelven objetos y las memorias bienes intangibles Tensiones entre leyes patrimoniales y derechos de los pueblos indígenas por Mariela Eva Rodríguez
Primera parte Introducción Las políticas patrimoniales de la provincia de Santa Cruz han sido funcionales a los discursos hegemónicos que invisibilizaron a los indígenas sustentándose sobre un doble supuesto: que los tehuelche agonizaron hasta que “se extinguieron” y que los mapuche no sólo son “invasores chilenos” recientes, sino también responsables de tal extinción. De estos supuestos deriva el enunciado que sostiene que “aquí no hay indios”, una negación que se materializa en la escasez de políticas indigenistas y de participación de los pueblos indígenas en temas de su incumbencia1. Estos enunciados conforman el núcleo de una “formación discursiva” (Foucault, 2002) particular que se ha ido sedimentando y resignificando durante cinco siglos. No obstante, es entre fines del siglo xix y comienzos del siglo xx −en el contexto de expansión del Estado argentino sobre los territorios indígenas – que este conjunto de enunciados entrelazados intertextualmente se consolida como un régimen de verdad en el que confluyen diversos prejuicios: prejuicios nacionalistas que niegan la preexistencia étnica y cultural, prejuicios racistas −construidos sobre la idea de que sólo quedan unos “pocos indios puros” en las “reservas”, generalmente ancianos− y prejuicios evolucionistas y civilizatorios que los consideran como menores de edad, incapaces, primitivos, atrasados, etc. La historiografía local− emergida en el marco de esta formación discursiva− glorifica las narrativas del ejército, la marina y los “pioneros” y, simultáneamente, silencia o minimiza la violencia colonial que enajenó a los indígenas sus territorios, intentó disciplinarlos a través de dispositivos estatales, científicos y evangelizadores y se apropió no sólo de sus producciones culturales sino también de las personas mismas mediante políticas patrimoniales 2. El presente ensayo está conformado por tres apartados. El primero sintetiza el contexto en el que los dispositivos disciplinarios −que enmarcaron las relaciones entre las agencias indígenas, las agencias estatales y las científicas hasta el momento de la democracia transicional− abrieron paso a los de seguridad. El disparador del segundo apartado−que analiza tensiones y contradicciones entre legislación patrimonial, legados coloniales científicos y derechos de los pueblos indígenas− es la promulgación en el 2010 de dos leyes provinciales: la “del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico” (Ley N◦ 3.137) y la “del Patrimonio Cultural y Natural Arquitectónico Urbano y Rural” (Ley N◦ 3.138). El último resume la propuesta del Archivo Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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General Tehuelche (agt), en la que los indígenas se presentan como sujetos poseedores de lo que las mencionadas normativas definen como “bienes patrimoniales” −tangibles e intangibles−, reacentúan conceptos, proponen metodologías y demandan un tratamiento “respetuoso” de los restos humanos indígenas que colide con prácticas científicas decimonónicas. Además de las leyes mencionadas, el corpus a analizar incluye documentos de archivos, informes de gestión, artículos académicos e información proveniente de mi trabajo de campo iniciado en 1996, así como de experiencias infantiles y adolescentes de la vida cotidiana a las que estuve expuesta y que la investigación etnográfica me permitió reorganizar en cadenas de significación más complejas. La intención de este artículo es, en síntesis, promover un debate que permita a los agentes mencionados reflexionar colectivamente sobre posicionamientos, agendas, acciones y posibilidades para el diálogo entre saberes hegemónicos y saberes que han sido subalternizados y normativizados, minimizados, silenciados, suprimidos, borrados. En otras palabras, invisibilizados. 1.“¡Tenemos que apropiarnos más de nuestros indios!” “¡Tenemos que apropiarnos más de nuestros indios!” exclamó la Directora de Patrimonio de Santa Cruz ante una sala repleta en la que los escritores locales recibieron premios por su labor en Feria Nacional del Libro en el 2008. La expresión evidenciaba que el trabajo de apropiación del “indio mito” no había sido lo suficientemente explorado y que aún quedaba un largo camino por delante. El entusiasmo respondía a la presentación del proyecto “Entretejiendo nuestra identidad. Tapiz patagónico de la mitología Tehuelche”, un proyecto multitudinario y bien intencionado que narra con dibujos el “Ciclo de Elal”, en cuya ideación y puesta en práctica, sin embargo, no participó ninguna persona que se auto-adscribiera como tehuelche3. En el contexto de la extinción consumada, las narrativas sobre los orígenes del mundo despojadas de la historia de la colonización− de las interpretaciones que actualizaron las distintas versiones de acuerdo a las relaciones de poder que signaron los diversos contextos de ejecución− y de las biografías que encarnan las trayectorias de los narradores, sustituyeron metonímicamente a las personas reales y se volvieron “mitos y leyendas”; literatura infantil desacralizada y despolitizada. Las canciones familiares así como aquellas que evocan a personas particulares fueron apropiadas como “folklore” provincial (Rodríguez, 1999) e inspiración para las recreaciones libres de escritores, artistas plásticos, cantantes, periodistas, historiadores amateurs y para el proyecto del tapiz. Considerados “moralmente superiores”, los tehuelche han sido apropiados como “los verdaderos indios santacruceños” a la vez que los mapuche, evaluados como fuente de conflicto y degeneramiento, continúan siendo considerados ajenos tanto a la provincia como a la nación 4. En diálogo con los prejuicios de los inspectores de los entes reguladores de tierras fiscales, los científicos consideraron como indicadores de “pureza racial” rasgos referidos como “distintivos”: estatura y corpulencia, patrones de alta movilidad, cazar guanacos, vestirse con capas de guanacos, vivir en toldos y hablar la lengua. La ecuación esencialista “lengua = raza = cultura = territorio” volvió a los hablantes aonek’ o ’a’jen el grado cero de la “pureza” y de allí los discursos hegemónicos dedujeron que las interrupciones en la transmisión de la lengua implicaron la desaparición del pueblo Tehuelche. Esta premisa se enmarcó, a su vez, en la ideología del mestizaje degenerativo que leyó e inscribió a su progenie en la categoría “descendientes” (Rodríguez, 2010). En este proceso general de invisibilización, la visibilidad quedó circunscripta a las “reservas” creadas entre1898 y1927− único espacio disponible para la manifestación de la “agonía tehuelche”. Desde fines del siglo xix hubo en Santa Cruz una preponderancia de los “dispositivos disciplinarios” (Foucault, 1996) que atravesaron la provincialización −ocurrida en 1957−, los golpes de Estado y la democracia transicional que crea al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (inai) en 1985. Estos mecanismos de control se caracterizan por instancias de “normación”: individualizan a los sujetos interpelándolos diferencialmente, los localizan en lugares temporales dentro de un sistema de relaciones que Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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los distribuye, los hace circular y los coloca en un campo de vigilancia garantizando su sujeción. Los dispositivos disciplinarios se encarnaron en instituciones estatales encargadas de administrar las tierras fiscales, los establecimientos escolares, la salud, la enfermedad y las fuerzas de seguridad −ejército, policía, gendarmería−, pero también en iglesias −católicas, protestantes− y en asociaciones civiles referidas como “Comisiones” o “Patronatos”. Estas asociaciones superponían objetivos religiosos −de conversión de indígenas−, morales −salvarlos de la perdición−, económicos −incitarlos al trabajo− y políticos− evitar el descontento y la agitación. Hacia 1908 se crea la “Comisión Honoraria de Reducción de Indios del Territorio de Santa Cruz”, que desde 1910 fue dirigida por cinco hacendados, el Gobernador y el Juez Letrado. Dicha Comisión continuaba con los lineamientos explicitados en el decreto de creación de Camusu Aike (1898), según el cual “la ocupación de la mencionada tierra queda sujeta a la vigilancia de la GobernacióndelTerritorio” 5. Ésta se desplazó posteriormente hacia otras “comisiones”: dos en los años sesenta y una en los setenta. Dos de ellas, estipuladas por ley, incluían representantes de la Congregación Salesiana, en una de las comisiones participaba la policía y en la otra gendarmería. Ninguna, sin embargo, planteó la posibilidad de “invitar” a los indígenas a participar en las decisiones ni incluyeron a quienes se habían trasladado a los centros urbanos o a las estancias. Mientras que una de la década de 1960 (Ley N◦ 303/61) plantea específicamente la “asimilación” de los indígenas, la otra se presenta como de “ayuda y protección”, en tanto que la última (Ley N◦ 937/74) simplemente sugiere el término “apoyo” 6. Las políticas asimilacionistas de los años sesenta ejecutaron la enajenación de los territorios indígenas e impulsaron la migración a los centros urbanos. En los márgenes de las ciudades y pueblos, los mayores optaron por no transmitir la lengua a las siguientes generaciones −los “descendientes”− para evitar que fueran discriminados y pudieran “blanquearse” mediante el ocultamiento de marcadores de etnicidad. Veinte años más tarde, el cese de los estudios etnológicos y etnográficos coincide con el aumento de las investigaciones arqueológicas y con el inicio de los homenajes a los “últimos indios” mediante monumentalizaciones y nominaciones de eventos, calles y edificios públicos con vocablos tehuelche. Luego de la reapertura democrática, en un contexto marcado por políticas neoliberales impulsadas en la última dictadura y profundizadas durante la década menemista (1989-1999), los dispositivos disciplinarios fueron abriendo paso a los de seguridad, sin sustituirlos sino yuxtaponiéndose. En este marco −de una “normalización” que “deja hacer” contabilizando y administrando comunidades y pueblos indígenas distribuidos en un rango de variaciones tolerables sobre la base de un punto óptimo (Foucault, 2006)− la escasa visibilización dejó de estar anclada exclusivamente a informes burocráticos o científicos sobre las “reservas”, ya que los indígenas hicieronalgunasaparicionespúblicasquefueroncubiertasporlaprensalocal. En el 2007, las “reservas” devinieron “comunidades” cuya legitimidad responde a estar o no inscriptas en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (renaci-inai). De este modo, colectivos conformados por una o varias familias son incentivadas –tácitamente obligadas− a tramitar personerías jurídicas y participar en un sistema de microdemocracia representativa (Villagra,2008) que no siempre se adecúa a sus propias trayectorias organizativas. Si bien la instancia de participación en el inai a través del Consejo de Participación Indígena (cpi) fue impulsada por los líderes comunitarios, dado que la representación es por pueblo y por provincia ésta opera con las reglas del ordenamiento jurídico estatal naturalizando jurisdicciones provinciales y territorializando sus luchas. Actualmente, las dependencias administrativas en las que se gestionan políticas culturales Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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constituyen, paradójicamente, el principal espacio de interlocución entre funcionarios, científicos e indígenas. La Dirección de Patrimonio Cultural, creada en el 2005, ocupa un lugar central. No sólo se encarga de administrar permisos de excavación, almacenar y proteger restos humanos y objetos –incluidos entre éstos las fotografías−, sino que también establece los marcos interpretativos para las legislaciones patrimoniales que analizaré en el próximo apartado. El diseño de la página web de dicha institución informaba en el 2010 que el patrimonio cultural se encontraba “conformado por las manifestaciones de la cultura que permanecen en el territorio y dentro de la memoria colectiva de las comunidades” (El subrayado me pertenece). El texto explicitaba que dada la conexión con “nuestros ancestros”, ciertos lugares, objetos y tradiciones constituyen “nuestros puntos de referencia, nuestra identidad” (El subrayado me pertenece), además de tener importancia científica, como parte de la vida cotidiana o fuentes de vida e inspiración. En intertexto con la ley de patrimonio provincial de 1997, que definía al patrimonio como “rasgos permanentes de la identidad santacruceña”, este enunciado inscribe dicha identidad en un pasado de larga duración (El subrayado me pertenece)7. Al tomar las sucesivas páginas web como una unidad y prestar especial atención a la sección “Galería de fotos”, resultaba obvio que el “territorio” remitía a la jurisdicción provincial y que los “ancestros” de ese “nosotros” eran los tehuelche en formato de narrativas cosmológicas y retratos. La galería se encontraba, en aquél momento, dividida en dos secciones: libros y afiches. Mientras que en la primera, dos de los tres libros referían al proyecto del tapiz, la segunda publicitaba cuatro concursos fotográficos anuales (2005-2008). El concurso del 2007 llevaba como tema “Testigos de la historia de Santa Cruz”, y su afiche correspondiente exhibía una foto sin referencias biográficas −la del único anciano que permanece en Camusu Aike. Si bien el texto de la página inicial mencionaba a las “comunidades” en plural, en la práctica tal pluralidad parece acotarse a la “comunidad provincial”, sorda a las demandas de las comunidades indígenas de utilizar sus imágenes públicamente sin consulta ni participación. En el último año, sin embargo, la convocatoria que dicha oficina hizo a los miembros de Camusu Aike para revisar el guión de una muestra fotográfica montada en el 2009 que volvería a ser exhibida, marcó un cambio de actitud. Los tehuelche−que habían sido suspendidos en un tiempo mitológico, indefinido, lejano y ajeno al devenir de la historia− han comenzado a ser considerados como interlocutores. ¿Resurgimiento de los tehuelche? La pregunta −que suele plantearse en eventos en los que se presentan en el espacio público− incluye un espectro amplio de posiciones enunciativas que pueden ir desde sospechas fundadas en supuestas “impurezas” de quienes se presentan colectivamente como indígenas hasta la celebración de una reaparición fantasmagórica tras la sentencia de la “extinción”; una celebración que permite a los santacruceños extender sus raíces hacia ese pasado lejano en el que la patria local y la patria nacional se vuelven inmemoriales. Preocupados por dotar de densidad a las referencias identitarias, los discursos hegemónicos provinciales fijaron acentos y −en un intento por borrar los efectos de los “legados coloniales” (Mignolo, 2000) y envolver a las narrativas fundacionales en un aura positiva− silenciaron situaciones de explotación y subordinación que continúan en el presente. En estas arenas de disputas entre agentes indígenas, científicos, estatales y religiosos, las voces oficiales han tenido mayor poder para definir y legislar. Si bien los tehuelche fueron invitados para participar en la muestra fotográfica que ya estaba hecha, continúan siendo considerados como poseedores de un repertorio único de “rasgos” culturales primordiales pasibles de ser transmitidos, borrados o extraviados (Alonso, 1994). Sus narrativas sobre el origen del mundo y la sociedad dejaron de ser transmitidas oralmente en los años sesenta. Despojadas de sus contextos de ejecución fueron transcriptas en papel e ingresaron al tiempo lineal, evolutivo, occidental en calidad de rasgos ancestrales del “nosotros provincial”. Estas narrativas, conjuntamente con una serie de objetos, prácticas sociales, conocimientos y comportamientos convertidos en “bienes” tangibles e intangibles fueron selectivamente apropiados como símbolos de la identidad santacruceña, considerada frágil y
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joven. De este modo, “su cultura”−la de los tehuelche− pasó a ser “la nuestra”, objeto de protección y conservación, tal como veremos en el siguiente apartado. Continuará Notas 1 Santa Cruz es la provincia continental más austral de Argentina, la segunda en tamaño, la que presenta la menor densidad poblacional −0.5 persona por km2− y en la que, hasta el 2005, el Estado sólo consideraba la existencia de indígenas en “reservas”, en particular en Camusu Aike. Actualmente hay unas once comunidades−cinco territoriales y las otras urbanas o rurales-urbanas−, lo cual contrasta con las casi cien de la provincia limítrofe de Chubut. 2 Si bien los procesos de expansión del Estado nacional e incorporación forzada de lo sindígenas a la ciudadanía presentan similitudes en distintos lugares de la Patagonia, tras las provincializaciones en la década de 1950, los modos en que actuaron las redes de poder local fueron disímiles. Debido a que Argentina es un país federal, cada provincia presenta estilos particulares de producción de hegemonía y alteridad, lógicas estatales propias y trayectorias indígenas que conjugan desplazamiento a través de distintas geografías con manifestaciones locales de aboriginalidad. Sigo en este trabajo los lineamientos del Grupo de Estudios en Aboriginalidad, Provincias y Nación (geaprona), en el que durante casi quince años hemos venido comparando los procesos de conformación de matrices de diversidad en distintas provincias. 3 “El tapiz más largo del mundo” tiene una extensión de 27 metros y demandó siete años de preparación −entre 1986 y 1992. En su confección participaron niños de las escuelas −que crearon alrededor de 5.000 dibujos a partir de escuchar versiones libres del Ciclo de Elal− y artesanos de distintos puntos de la provincia que bordaron los dibujos en el lienzo crudo. Dirigido por docentes de Piedra Buena, el proyecto recibió apoyo de una fundación y fue declarado de interés por la provincia y por unesco. El “Ciclo de Elal” fue recopilado por Ramón Lista a fines del siglo xix, registrado por Suárez (1971, 1988) y Siffredi (1968, 1969-1970) en los años sesenta en cintas de audio, por los sacerdotes salesianos (véase artículo de San Martín en esta obra), fue utilizado como sustento por un grupo de psiquiatras (Pagés Larraya et al., 1988) para probar su tesis de la “muerte de la cultura tehuelche” en los años ochenta, y por un equipo de lingüistas (Fernández Garay, 1994; Fernández Garay y Hernández, 1999) para motivar conversaciones y decodificar la gramática en dicha década y la siguiente. De acuerdo con Siffredi (2002), Elal es el dios creador del mundo y fundador de la cultura, el ente que establece reglas y prescripciones. El “Ciclo de Elal” está constituido por narrativas en las que esta deidad es protagonista y testigo, volviéndose “palabra sagrada” al ser recitado. Distintas versiones coinciden en un itinerario marcado por los siguientes momentos: nacimiento, niñez, poder indefinido en la juventud, falta de éxito en el amor, adultez en la que constituye la sociedad y retirada hacia el cielo una vez que cumple su misión. Elal −continúa la autora− representa la unión de principios antinómicos: (a)oscuridad y luz− su padre es un monstruo que asesina y devora a su madre embarazada, una de la nubes relacionadas con la luz−, (b) tierra y cielo −triunfa sobre los gigantes caníbales en la tierra y al pasar los exámenes impuestos por la pareja divina Sol-Luna establece mediaciones con el cielo−, (c) lo mítico y las eras históricas −pasaje desde los tiempos primordiales homogéneos caracterizados por inviernos constantes hacia la fragmentación en períodos o ciclos−, las huellas de este pasaje son las leyes que gobiernan la reproducción de ciclo vital, de las estaciones con su actividades productivas y de las mareas asociadas con los ciclos rituales y (d) naturaleza y cultura −transición desde el incesto a la exogamia, desde el mundo primitivo indiferenciado hacia la sociabilidad humana. La nueva vida incluye mandatos sociales tales como: coraje, trabajo, tolerancia, reciprocidad, hospitalidad, respeto a la propiedad ajena y reticencia ante los extraños. Siffredi cuestiona cierta rigidez y esencialismo en sus análisis previos (BórmidaSiffredi, 1969-1970; Siffredi, 1968 y 1969-1970) y, en su texto del 2002 da cuenta de la Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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incorporación de dinámicas históricas vividas por los aónikenk en las narrativas mitológicas, inspirada en los trabajos de Turner (1988). Analiza entonces la “mitologización de la historia” −la absorción de eventos históricos en las estructuras míticas− y la “historización del mito” −incorporación de distintos modos de concientización histórica de la contemporaneidad del mito− a partir de la comparación de dos narrativas: la primera versión del Ciclo contada por Papón a Lista (1894) y la de Ana Montenegro (1967) en Camusu Aike (Siffredi, 2002). En la de Papón, situada en el contexto de luchas intertribales, Elal recupera el poder luego de matar a sus contrincantes, en la de Ana −que refiere a la génesis mítica de la dominación de los colonizadores blancos− anticipa, en cambio, un proceso de relaciones de dominación/ subordinación que no puede ser revertido: en la distribución de los animales en los tiempos primordiales, en oposición a los planes de Elal, a los aónikenk les queda la fauna autóctona y a los colonos blancos el ganado de origen europeo. Sostiene que los silencios de las personas con las que trabajó en la década de 1960 fueron intencionales más que amnésicos, una estrategia deliberada de resistencia, tal como ocurrió con Luisa Mercerat−en 1967−, que solía eludir situaciones en las que le preguntaban por los mitos alegando que no sabía o que los había olvidado. 4 La idea de que los mapuche son chilenos fue instalada por Estanilao Zeballos, asesor ideológico del General Roca que llevó adelante las campañas de exterminio de los indígenas de la Patagonia y la apropiación de sus territorios, referidas como “Conquista del Desierto” (1879-1885). En “La conquista de quince mil leguas” (1878) argumenta, de acuerdo con Lenton (1998, 2007), que dichas quince mil leguas constituían un territorio valioso para el Estado en formación y que debían ocuparlo antes que lo hiciera el país vecino, que los indígenas representaban un perjuicio para la economía nacional −debido a las raciones que el gobierno se había comprometido a darles y a los malones−, y que el origen de estos indígenas “belicosos” estaba en Chile. Zeballos sostuvo que los indígenas de la región pampeana −previamente considerados argentinos− eran entonces chilenos, enemigo del Estado y, a partir de este esquema “épico-político” contra supuestos “invasores extranjeros”, legitimó la guerra contra ellos. En la década de 1930, en el marco de un golpe de Estado que enfatizaba en posiciones nacionalistas, los científicos comenzaron a hablar de un supuesto “Proceso de Araucanización”, que luego pasó al sentido común manteniendo su vigencia hasta el presente. Apelando a los mapuche como “araucanos” −término utilizado por los españoles en el siglo xvi−, quienes adhirieron a estas teorías suponían que los mapuche habían impuesto sus rasgos biológicos y culturales sobre grupos “tehuelches” y “pampas” −rótulos también ajenos a los indígenas que luego se volvieron autoadscriptivos−, es decir, que los habían “araucanizado”. 5 Consejo Agrario Provincial (cap), expte. 1074-S-1897, 11/1/ 1898. 6 Durante la década de 1960 se promulgaron cuatro de las siete leyes vinculadas a pueblos indígenas: una de ellas resuelve inspeccionar las reservas y desalojar a los “intrusos” (Ley N◦ 216/60), la del año siguiente que crea la comisión mencionada retrocede suspendiendo los desalojos de los “intrusos” (LeyN◦ 303/61) ,otra refiere al empadronamiento para votar (LeyN◦ 171/60) y la última al Censo Indígena (Ley N◦ 497/65). En los años setenta se crea la comisión de Ayuda y Protección al Aborigen (Ley N◦ 937/74), en los años ochenta se promulga una ley de “promoción y asistencia” exclusivamente para dos “reservas” mapuche (Ley N◦ 1.862/86). La última adhiere a la Ley nacional N◦ 23.302/85 (Ley N◦ 2.785/05). 7 En el 2010, la página explicaba que “El término ‘patrimonio’ suele definirse como nuestro legado del pasado, nuestro equipaje en el presente y la herencia que les dejaremos a las futuras generaciones para que ellas puedan aprender, maravillarse y disfrutar de él. También se define como algo que ha sido heredado. Quizás por eso, cuando pensamos en patrimonio, lo hacemos en términos de lugares, objetos y tradiciones que deseamos conservar, que valoramos porque vienen de nuestros ancestros, tienen importancia científica, o porque son parte de nuestra vida cotidiana o son ejemplos irremplazables de fuentes de vida e inspiración. Son nuestros estándares de excelencia, nuestros puntos de referencia, nuestra Pregón Criollo Nº 80. Academia Nacional del Folklore
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identidad. El patrimonio cultural está conformado por las manifestaciones de la cultura que permanecen en el territorio y dentro de la memoria colectiva de las comunidades. Las comunidades presentes y futuras tienen derecho al acceso y disfrute de este patrimonio, por lo tanto es un deber del Estado y de los particulares su protección y conservación” (http://www.culturasantacruz.gov.ar/patrimonio, marzo 2010)
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Leopoldo Federico Música ciudadana
Nació en el barrio del Once, CABA, el 12 de enero de 1927. Se nos fue el 28 de diciembre de 2014. Su bandoneón es emblema: comenzó en la orquesta de Juan Carlos Cobian, y luego en las de Alfredo Gobbi y Víctor D'Amario. Ya en 1946 es convocado por Osmar Maderna como primer bandoneón, y también integra las orquestas de Héctor Stamponi, Mariano Mores, Carlos Di Sarli, Horacio Salgán, y Alberto Marino. En el año 1952 forma dúo con Atilio Stampone, y en 1955 fue convocado por Astor Piazzolla para formar parte de su Octeto Buenos Aires, grabando en 1959 su primer disco como solista. También ese año acompañó a Julio Sosa, en sus grandes éxitos (como «Cambalache», «Mano a mano», «Nada», «El Firulete», «Qué me van a hablar de amor», «En esta tarde gris», «Uno», «Rencor» y «La Cumparsita»). En 2005 su Orquesta obtuvo el Premio Konex de Platino como el más relevante Conjunto de Tango de la década en Argentina. En 2015 obtuvo el Diploma al Mérito Konex postmortem. Fue autor (son suyas «Cabulero», «Sentimental y Canyengue», «Bandola zurdo», «Capricho otoñal», «Milonguero de hoy», «Preludio nochero», «Diagonal gris», «Pájaro cantor», entre otras). Disfrútelo en estos enlaces: (Encuentro) https://www.youtube.com/watch?v=3ITRxlnQoHo (Full Album) https://www.youtube.com/watch?v=6mU530gljVo Temas: 1. El marne 2. Che bandoneón 3. La rayuela 4. Fuimos 5. El motivo - Color de Rosa Boedo 6. Pobre mi madre querida 7. Capricho otoñal 8. Bandola zurdo 9. Sus ojos se cerraron 10. Mala junta 11. Hiroko en Buenos Aires 12. Boedo 13. El fueye de Leopoldo Federico (En concierto) https://www.youtube.com/watch?v=4Mi2ku-m9Hg Temas: 1. Ojos negros 2. Cuando llora la milonga 3. La bordona 4. Melodía oriental 5. Corralera 6. Concertante 7. Organito de la tarde 8. Naranjo en flor 9. Melancólico 10. Danzarín 11. Diagonal gris 12. Patotero sentimental 13. El pollo Ricardo 14. Mano brava 15. Corazón no le hagas caso 16. La cumparsita 17. Capricho otoñal 18. Como dos extraños
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Noticia importante: Nos han consultado varios amigos sobre la posibilidad de incorporar escritos o notas para “El Pregón Criollo”, que sale todos los meses. Desde luego aceptamos (esperamos) tanto sugerencias como correos (con críticas o elogios), así como notas y noticias para publicación. Pueden ser enviadas a estos correos: de la Academia: info@academiadelfolklore.com del editor: carlos@molinero.com.ar Sugerimos, eso sí, que las eventuales notas sean breves, como es el estilo de este periódico digital que ustedes pueden apreciar. Y las noticias, que sean de la fecha del próximo “Pregón Criollo”, para no mantener demasiado archivos “a futuro”. Los esperamos.
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iNotas: Ave, el cuclillo crespín (Tapera naevia), también conocido como crespín en Argentina. También ave de Bolivia, Paraguay e Uruguay), Emite un canto que semeja un lamento ii Ave passeriforme, perteneciente a la familia de los Aláudidos emite dulces trinos, imita otros cantos. iii Ave argentina que frecuenta los campos, en los que aprovecha los terrenos húmedos y bañados. iv Ave argentina familia turdidae con plumaje de distintos colores en tonos que van desde el negro, pico naranja, hasta el marrón terroso, su cualidad es el melodioso canto. v Ave argentina pequeña, el macho es de un color amarillo oliváceo por todo el cuerpo y las alas; dorso es más oscuro vi Evoca la frase de Don Atahualpa “Nos están contemplando los indios” vii Lugar de la Provincia de Córdoba donde vivió Atahualpa viii Conjunto de montura y riendas para ensillar un caballo. Lenguaje campero. ix Te rogó, con “la suplica surera de la pampa” x Pieza musical del cancionero Argentino. xi Pieza musical del cancionero Argentino. xii Pieza musical del cancionero Argentino. xiii Enrabar Sujetar con cuerdas la carga; en este caso la carga es la copla de Don Ata. xiv Refiere a la canción que la nombra “Luna Tucumana”. xv Montiel ciudad de la Provincia de Entre Ríos a la que cantó Atahualpa. xvi Es sin duda un referente central en la vasta obra poético-musical de Atahualpa Yupanqui. Compuesto por 122 sextinas, xvii A Don Manuel Silplituca versos en bv. xviii Del Algarrobo al Cerezo, Apuntes y libro de Don Ata de su viaje por el país japonés. Su título refiere a dos árboles emblemáticos, dos culturas: el algarrobo símbolo del monte pampeano y la sakura (桜 o さくら?) o cerezo en flor japonés es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa.