Folleto Juana Ramírez última versión

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Mujeres e Independencia

Juana Ramírez Esclavizada, Liberta y Guerrillera

Dra. Ligia Berbesí de Salazar Lcda. Yolimar Soto

Hacia la descolonización de la memoria


X X Mujeres e Independencia

Juana Ramírez Esclavizada, Liberta y Guerrillera

Diseño Gráfico: Acervo Histórico del Estado Zulia Redacción de textos y estilo: Ligia Berbesí de Salazar Yolimar Soto. 2015


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Mujeres en la Independencia Venezolana: Una reflexión necesaria.

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l reto que actualmente enfrentan las ciencias sociales en general y la historia en particular, impone la revalorización de lo que hasta ahora se ha ofrecido para la comprensión e interpretación de los distintos procesos históricos. El desafío implica de una parte, desmontar la visión tradicional que de los mismos ha impuesto la historiografía tradicional – oficial, en y desde discursos dominadores. De otra, profundizar en la liberación, descolonización y socialización de la memoria, desde otros enfoques del quehacer histórico que permitan la construcción colectiva de la historia. Así, estamos frente a una nueva lectura de la realidad, y en la necesaria tarea de su tratamiento. En consecuencia, se asiste no solo a una revisión conceptual, epistemológica y metodológica, sino también de las fuentes y de los métodos que permite develar incógnitas y dar respuestas, que contribuyan a esclarecer problemas de la sociedad, considerados desde el hacer y el pensar tradicional de hacer historia como irrelevantes. Hoy, una renovada historia política y de lo político se orienta hacia la visibilización de las prácticas, comportamientos y actitudes colectivas de quienes por diversas razones fueron silenciados y excluidos de la historia. Es decir, se ocupa de su cultura política, desplazando lo excepcional y lo extraordinario, por lo regular y lo cotidiano.

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X X En esta visión, otras temáticas y otros actores permiten un sugerente acercamiento a las voces hasta ahora silenciadas de los “otros”, y de las “otras”, a quienes la historiografía tradicional ha expulsado de la historia, condenándolos al más severo de los ostracismos. En el caso específico que aquí nos ocupa, la historiografía venezolana del siglo XIX, tiene en la gesta emancipadora casi la única fuente de inspiración; en consecuencia, un extenso tratamiento que se registra en la innumerable producción al respecto. Sin desmérito de la misma, es necesario advertir que esta adolece de vacíos impuestos desde la colonialidad del saber, y que hoy en la búsqueda de la comprensión justa y real de nuestras luchas libertarias es necesario superar. Al parecer de Mirla Alcibiades1, quizás lo ocurrido hasta ahora con el silenciamiento impuesto por las mismas fuentes oficiales-, diarios, relaciones de cargos, representaciones, memoriales, discursos, arengas y misivas entre otras-, que a medias han ofrecido algún indicio que muestre el protagonismo femenino, independientemente de sus posturas, es que en ellas se devela la férrea actitud en su contra de quienes ocupaban cargos en defensa del realismo hispano. En esta revalorización y reinterpretación de la historia, la relevante temática en la que centramos la atención devela que los estudios sobre la participación de las mujeres en las luchas independentistas, se han ocupado salvo algunas excepciones, solo en destacar a las llamadas heroínas o mártires de la guerra, siempre en relación a la dependencia masculina al ser la esposa, la hermana, la hija o la amante de un considerado también héroe de la gesta emancipadora. Recientes investigaciones permiten señalar que no solo las llamadas heroínas ofrendaron su vida por la patria, también, un colectivo común de mujeres desconocidas intencionalmente o no, aportaron hasta sus fortunas por la 1 Alcibiades, Mirla, Mujeres e independencia, Venezuela: 1810-1821. Colección Bicentenario, Archivo General de la Nación, Centro Nacional de Historia, Caracas, 2013. 4


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dignidad de una patria soberana y emancipada del yugo español. Desde intereses propios y particulares tejieron una compleja red de afectos, negocios y política que debe ser valorada para avanzar en una historia del pueblo, tal como se le ha denominado.

Todo indica que las mujeres sin distingo social y étnico tuvieron un decisivo protagonismo en la gesta emancipadora. Desde diversos espacios de acción y de opinión, se alistan en diferentes frentes de lucha como financistas, matronas, troperas, soldados, espías, informantes, cocineras, mensajeras, costureras, curanderas, cuidadoras de heridos y de enfermos solo para mencionar algunas de sus actuaciones. Así, negras esclavizadas o no, mestizas, zambas, mulatas, pardas, blancas demostraron su interés en los asuntos de la vida pública y entendieron que podían participar tanto en la creación y construcción de la nación liberal, como en la defensa de la patria, y de sus derechos, traspasando con estas actitudes las fronteras de lo privado y lo doméstico. Sin embargo, no todas han merecido de la historiografía tradicional un espacio. Lo mismo ha ocurrido con aquellas mujeres que por convicción y afecto quizás asumieron compromisos, conductas, comportamientos y prácticas en defensa del ideal monárquico, haciendo de esta defensa causa militante, o lo que es lo mismo comprometiendo todo, hasta su vida con el ideal de patria que para ellas representaba el poder español. Todo indica que la convulsionada vida política de las primeras décadas del siglo XIX venezolano, ofreció a las mujeres la oportunidad de participar en los asuntos de la vida pública, considerados hasta ahora como “cosa de hombres”. La propia realidad les hizo asumir su participación activa, tanto en la creación de la nación liberal como en la defensa de lo que consideraban su patria; y en consecuencia, revelaron su opinión sobre lo que estaba sucediendo, traspasando con esta actitud las fronteras de lo privado y doméstico. Sin lugar a dudas, la guerra y la revolución proporcionaron a las mujeres espacios de presencia y de opinión que hasta entonces resultaban impensables.

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X X En este replanteo hoy se acepta que la historia es acción y quehaceres colectivos en la que todos y todas desde sus espacios participan. Por ello, la relevancia de mostrar también a las actoras que adversaron el proyecto independentista republicano, y que a la postre resultaron vencidas. Para ellas, el compromiso asumido en la defensa del realismo hispano y de la nación española, era justa y válida. De ahí, sus compromisos y posturas. En todo caso, tal como lo hemos señalado el objetivo es visibilizar a las invisibilizadas y expósitas de la historia. Es decir, dar la palabra a las vencedoras y a las vencidas, y para ello es necesario superar con urgencia la visión individualista, acontecimental, anacrónica y maniquea hasta hoy ofrecida. Así, se abre un espacio en y desde las identidades colectivas para construir la historia de todos y de todas2. Adictas a la república, entre otras María Concepción Bruzual de Beaumont; Ana María Campos; Teresa Heredia; María del Rosario Matos; Domitila Flores; Josefa Camejo; Luisa Cáceres de Arismendi; Consuelo Fernández; Cecilia Mujica; Luisa Arrambide; Eulalia Ramos y Juana Ramírez merecen en justicia a sus compromisos con el ideal republicano una debida y justa valoración. Asimismo, las adictas a la causa monárquica o creyentes del rey como Antonia Gorrín; María Antonia Bolívar; María del Carmen Zamoran; doña Alejandra Fernández de Sanz; Micaela Ladera; Petronila Almenra; Remigia Guzmán y Margarita Pimentel por mencionar algunas esperan su inclusión, porque ellas también hicieron historia. En este deliberar ofrecemos el Folleto-Texto, MUJERES E INDEPENDENCIA. JUANA RAMIREZ: ESCLAVIZADA, LIBERTA Y GUERRILLERA. El mismo, hoy en ocasión del traslado simbólico de sus restos al Panteón Nacional, en homenaje a quien desde temprana edad ofrendó sin ambages, la defensa de lo que consideraba su patria, ofrece generar conciencia histórica a partir de la 2 Berbesí, Ligia, La emancipación venezolana, pp. 61-90. 6


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reflexión y valoración de nuestra Memoria , más allá del recuerdo y añoranza de un pasado tenido como glorioso y heroico. Lo que se quiere es socializar la proyección histórica del proceso independentista latinoamericano y caribeño, acción colectiva e inconclusa, que exige definitivamente su revalorización, garantía de defensa de la patria y de la continuidad de nuestra lucha por la soberanía, por la independencia y emancipación definitiva, cuando una vez más enfrentamos un agresivo intento de dominación imperial.

Avanzadora (Detalle) Tomás Freites, 1995 Óleo sobre Tela

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Vigencia y Trayectoria (1790-1856)

uana Ramírez, conocida como “La Avanzadora”, nace en la población de Chaguaramal, cerca de Maturín en tierras de la provincia de Barcelona en el año 1790, hoy municipio Piar del estado Monagas. Su madre, Guadalupe Ramírez, negra esclavizada, traída de África y comprada por la familia del General Andrés Rojas, quien según sus biógrafos fue su padre. A petición de este, Juana estuvo bajo la tutela de Doña Teresa Ramírez de Balderrama quien le dio su apellido, la protegió y brindó una educación basada en ideales liberales. Criada en la hacienda cacaotera de los Generales Rojas, a temprana edad comienza a acompañar a Don Andrés a realizar labores de hacienda. Las bondades para el trabajo y la responsabilidad demostrada en las tareas asignadas, llevan al General Rojas, a solicitarle a la joven su acompañamiento en las múltiples actividades relacionadas con la gesta independentista, aprendiendo todo lo que estaba a su alcance. Con solo 15 años ya se había convertido en la mano derecha del General y estaba lista para enfrentar las faenas de la guerra. Entretanto, ocurría la revuelta de 1810, la Primera República se alzaba; y aunque la clase marginada, prácticamente en su totalidad representada por negros, pardos e indios, se inclinaron hacia el lado realista, Juana permaneció junto a los patriotas, fiel a sus convicciones y valores aprendidos. Se coincide en que Juana llegó a Maturín después de la caída de la Primera República huyendo de las terribles confrontaciones y persecuciones contra los republicanos que se vivían en los Llanos del Guárico Oriental. Así que es de suponer que cuando se produjo la Emigración a Oriente iniciada en Julio de 1814, después de la pérdida de la Segunda República en la Batalla de La Puerta, en Junio de ese año; ya se encontraba allá. Luego de la pérdida de Maturín en diciembre de 1814, Juana se ve obligada a abandonar la ciudad. No es hasta 1816 cuando, con el patriota Andrés Rojas a la cabeza, regresa y colabora en la reconstrucción del poblado. Habitó en la calle Real de Maturín (actual calle Bolívar), hasta que obtuvo su liberación por 8


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los servicios prestados a la familia patriota a la cual servía, y se retira a vivir al desaparecido caserío de Guacharacas (hoy San Vicente), a pocos kilómetros de la ciudad capital. Las fuentes indican que si bien contrae nupcias con un reconocido republicano y forma una pequeña familia con cinco hijas Clara, Juana, Juana, Josefa y Victoria; se desconoce el nombre del contrayente. En todo caso, al retiro de sus actividades políticas, como casi todas las mujeres de la época, se dedica a labores del campo y a la formación de sus hijas. En 1856, a la edad de 66 años quedo registrada su desaparición física. Unos cardones, que primero los guacharaqueros y después los sanvicenteños sembraban periódicamente, recordaban el sitio exacto donde la “avanzadora” está sepultada. Durante más de un siglo esos cardones marcaron la ubicación exacta de la tumba. Una y otra vez, la devoción popular los replantó hasta que el 24 de junio de 1975, el Comité de Damas de la 58° División de Infantería levantó un monumento sobre esa lápida en el cementerio viejo de Guacharacas (hoy San Vicente), cuya placa reza así: “Aquí yacen los restos mortales de la heroína Juana Ramírez “La Avanzadora”, máxima exponente de la mujer monaguense, 1790-1856”. En 1952, el Ejecutivo Regional levantó un monumento en su memoria en la redoma de la Avenida Bolívar de Maturín, obra escultórica que se le encargó al italiano Renzo Bianchini y que constituye uno de los símbolos por excelencia de la ciudad. De esta manera se recuerda a Juana Ramírez que, intacta en su estatua de bronce y alzando el machete, continúa animando en la lucha por la libertad. En la Gaceta Oficial del estado Monagas de fecha 14 de marzo del 2003, en la Reforma de la Ley de Símbolos y Sellos del Estado, en su capítulo II correspondiente a la Bandera del Estado, se destaca la imagen de “Juana Ramírez la cual representa el compromiso patrio de la mujer monaguense” De igual modo, en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela , se destaca las luchas de varios afrovenezolanos entre éstos Juana Ramírez, quienes por acuerdo de la Asamblea Nacional del 10 de mayo de 2005, son reconocidos y se conmemora en lo sucesivo el “Día de la Afrovenezolanidad”. 9


X X Insurgentes y Subversivas La complejidad política y social vivida y sentida con sus particularidades en las provincias de la antigua Capitanía General de Venezuela, desde finales las primeras décadas del siglo XVIII ofreció sin distingo a todos y a todas, la oportunidad y la posibilidad de manifestar sus afectos y desafectos por lo que consideraban conveniente o no a sus intereses propios y particulares. En el caso de las mujeres, menos conocida públicamente su participación y vocación militante activa y comprometida con su causa, independientemente de sus inclinaciones, es necesario hoy en justicia a su compromiso la valoración justa de su participación, y así la reinterpretación y revaloración de nuestra historia. Hoy se devela que en colectivo e individualmente manifestaron su opinión sobre lo que estaba sucediendo, acudieron a distintas tertulias de claro signo político y formaron parte de juntas patrióticas, traspasando con estas actitudes las fronteras de lo privado y doméstico. Sin lugar a dudas, la guerra y la revolución proporcionaron a las mujeres espacios de presencia que hasta entonces resultaban impensables. Asimismo, desde su cotidianidad, enfrentaban y defendían el derecho natural a ser vistas y tratadas como seres humanos. Así, utilizaron distintos espacios para expresar su malestar e inconformidad por los agravios e injusticias no solo de tinte político, sino también político-económica, familiar, jurídico entre otros. Estudios recientes demuestran que desde todas las localidades y regiones de las antiguas provincias-, norte, centro, occidente, llanos y oriente-, las mujeres de toda condición social y étnica se atrevieron a participar en “asuntos de hombres”, muy a pesar de impedimentos legales y perjuicios de la época, apostaron por sus ideales de patria. Así, ya en 1526 por ejemplo las Manrique en la Isla de Margarita llegaron a ser gobernadoras, cargo que se heredaba al quedar viuda; Leonor Cáceres, asume la defensa de Caraballeda ante el 10


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ataque de los Caribe; Salvadora Chacón, Antonia González, Bernardina Alarcón y Rafaela Pineda militantes activas del movimiento comunero de 1787 en Maracaibo, dirigen la protesta ante las autoridades reales por los altos impuestos y el monopolio del ron y del tabaco1. Durante la Guerra de independencia se incrementa su vocación de lucha. De un lado, las fieles y leales al ideal republicano; de otro, las del realismo hispano. Aunque detalles de su participación en la mayoría de los casos no se conocen, bien por carecer de documentación al respecto, bien por haber llamado poco la atención de los historiadores, poco a poco todo apunta a su revalorización y debido tratamiento. Hoy se conoce de republicanas como Josefa Joaquina Sánchez y María Josefa Torres quienes escondían y cuidaban del enemigo a sus esposos; así como a Isabel Gómez, madre de Manuel Piar, quien clandestinamente hacía llegar hojas de alto contenido revolucionario; informantes y espías como Eulalia Ramos, Dolores Jerez, Consuelo Fernández, Juana Ramírez; guerreras como Concepción Marino, Mercedes y Concepción Ribas, Juana Ramírez y Josefa Camejo; enfermeras, cuidadoras y/o financistas como Dominga Ortiz, Juana Ramírez y Josefa Figueras. De igual manera, de realistas como María Teodora Layra, Micaela Ladera, María Lorenza Layra, Magdalena Nuñez Encarnación Garavan y Ana Josefa Pabola, María Isabel Muñoz, Petronila Izaguirre, Candelaria Navarro, Doña María de Jesús Frias, Margarita Pimentel, María del Carmen Martínez, Juana de la Rosa Toro, María Ortíz, María del Carmen Alvarez, Rosalía Santana, Blasina Toledo, Marcelina Toledo, Paula Hernández, Petronila Almenar, Marcelina Carvajal, Petronila León, Remigia Guzmán y Rosalía Esparragoza entre otras, quienes en 1806 aportaron donativos para hacer frente a la invasión del “temido y revoltoso” Francisco de Miranda. También, Micaela Longa y María Antonia Bolívar, y la conocida “Madre de los Godos” doña María del Carmen Zamorán, residente en Puerto Cabello. Por sus propios informes en momentos en que fue detenida por 1 Violeta Rojo, Mujeres antes, durante y despues d ela Guerra de Independencia: El caso de Dominga Ortiz y Josefa Camejo; Universidad Simón Bolívar , Caracas, Revista Trocadero (20), 2008, p. 157. 11


X X Pablo Morillo, se conoce que ya desde 1793 era fiel defensora de la monarquía española, y colaboradora en lo que se requería para su estabilidad. También, que suministraba pan y harina a los realistas; que en 1821 atravesó la goleta de su propiedad “Carmen”, para que estuviese a disposición del gobierno realista de Puerto Cabello, y la facilita para el transporte de tropas y familias emigradas, así como de víveres, sin exigir los fletes, ni tampoco las estadías del buque; que ofreció dinero y víveres a riesgo de ser crucificada por los insurgentes que tramaban su exterminio y el de sus hijos. A esto se agrega haber sido la única a quien el capitán don Francisco Binoni, comunico el proyecto de apoderarse del Catillo de Puerto Cabello para restituir la plaza al gobierno legítimo2. Los hechos que ocurren entre 1810 y 1812 también develan la participación de algunas mujeres en la conocida “sociedad patriótica” en Caracas. Este espacio de opinión y de participación formado después de los hechos del 19 de abril, para organizar a los partidarios de la independencia estuvo formado en principio solo por los conocidos “verdaderos patriotas y personas blancas”. Con el tiempo y después de publicada la independencia e igualdad, se admiten de todas clases y estados: personas blancas, mulatos, negras e indios, asistiendo también con mucho escándalo y admiración del pueblo, y aún de algunos individuos de esta sociedad muchas mujeres de sus socios. En compañía de sus esposos participan de las sesiones que se realizaban entre las ocho y las once de la noche.”… y después de concluida salía esta mezcla de hombres y mujeres por las calles con grandes alboroto y escándalo, todo lo que sufría y disimulaba el gobierno por no poder remediar, pues al fin la sociedad patriótica se componían de la mayor parte de la republica toda armada, y solo dejaba de pertenecer en su seno a los que se tenían. Para los efectos aquí propuestos conviene destacar aquellas mujeres totalmente ausentes de la historia y como tal invisibilizadas de la misma. Entre otras, se reseñan los casos de María Tomasa Morales, india de Coro, a quien se le acuso de proteger y servir a Sebastián Francisco de Miranda. Según el expediente abierto en su contra ella había “servido la mesa de 2 Archivo General de Indias, Caracas 29. El Consejo de Indias destaca los méritos de doña María del Carmen Zamoran residente en Puerto Cabello, Madrid 29 de marzo de 1819. 12


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Miranda y lavado sus ropas y la de su ejército”, esto con la colaboración de Josefa Moreno quien alegó en su defensa que ellas se “encontraban en la cocina y no tuvieron conocimiento de las conversaciones que Miranda sostuvo con sus oficiales”. Así como estas dos mujeres desconocían los planes de independencia adelantados por Miranda, existen otras como Ana Gaón que a cada victoria patriota gritaba “viva Cartagena, viva Caracas y muerte a Fernando VII y a los Maracaiberos” es por ello que se le abre el juicio de infidencias al rey. Josefa Meneses, esclavizada quien llegó a decirle a sus compañeros que “…no afligiesen por la pobreza en que se hallaban pues ella sabía por una Zambo llamado Francisco Luis, que el día de pascua se cantaba la patria en Caracas y que esto ya estaba concedido”. Asimismo, afirmó que había llegado el momento de acabar con todo aquel que siguiera a Fernando VII. Estas y otras manifestaciones que como rumores corrían de boca en boca, anunciando algunas acciones de los patriotas develan los mecanismos de comunicación popular, y los avatares del derrotero político, que trastocaba la cotidianidad y la vida política del común de la gente, advertencia ya del carácter popular de la insurgencia. María Concepción Bruzual, “Maestra insurgente”, natural y vecina de Cumaná, mujer dedicada a la educación de niñas, en marzo de 1817, fue acusada por don José Ortiz de afecta al bando insurgente y de celebrar reuniones con subversivos en su casa. Alega que todo se debe al vínculo familiar que la unía con el Presbítero Domíngo Bruzual de Beaumont, conocido como patriota, y por emigrar junto a su hermano a la isla de Margarita cuando se aproximaban las tropas del General Boves. En su defensa y como única manera de simular su compromiso patrio se declara afecta al Rey, como se evidencia en su declaración al afirmar que desde que murió su madre con recogimiento se dedico a la educación de niñas; que nunca mantuvo reuniones con los insurgentes, ni se ha mezclado en asuntos de la revolución, y que sus amistades como las de “Doña Matilde Oduardo, Doña Josefa Bufanda, Doña Josefa y Doña 13


X X Leonor Joaquina Rengel, Doña Leonor Alcalá, Doña Micahela López y sus hijas, Catalina Planes y sus hermanas son realistas”. Por tal motivo el señor Asesor Don Manuel Meforada dictamina el ocho de agosto de 1817, sea indemnizada Bruzual de las acusaciones hechas en referencia a su conducta política. “María Bárbara Peñaloza y el libro prohibido”, María Bárbara Peñalosa mujer blanca natural y vecina de la ciudad de Caracas de 46 años de edad, fue acusada por el delito de infidencia, por lo cual le fue instruida una causa en su contra. En pretexto de localizar a su concubino de apellido Almeida, acusado de infidente, las autoridades españolas llegan a la casa de María Bárbara Peñaloza, y en su lugar encontraron un ejemplar del libro los Derechos del Hombre, documento fundamental de la Revolución Francesa, fue detenida bajo el pretexto de esconder a Almeida a quien según su declaración tenía seis meses sin ver. Por este hecho fue encarcelada en la Real Cárcel de la ciudad de Caracas y el treinta y uno de julio de 1816 le fue tomada su declaración por el Teniente de Infantería Don Antonio Hermoso, fiscal de la causa. Las preguntas claves que se le hacen fue del por qué no entregó el libro aún cuando fuese publicado un bando por el gobierno “imponiendo graves penas a los que ocultaren y tuviesen en su poder papeles seductivo y prohibidos”, Peñalosa en su defensa responde que se lo encontró en la calle luego de la emigración – se refiere a la emigración de oriente por partes de los patriotas en 1814- específicamente en la Esquina de la Torre, cuando venía de la casa del señor Obispo y ante “la tribulación y confusión que se tenía no advirtió ver su contenido que si hubiera sabido era prohibido no lo hubiera llevado a casa sino lo hubiera entregado” . Agrego “que sin malicia lo echó en una caja vieja que a la vista de todo el mundo estaba por no tenerlo como una cosa prohibida pues como no sabía lo que contenía, no lo tenía maliciosamente.” Finalmente, declara no haberlo “leído por no haber hecho caso de él, más que esta ocupada en su trabajo para su mantención” En todo caso, la evidente circulación de los libros ilustrados desde finales del siglo XVIII en Caracas era una realidad, la penetración de ellos en el 14


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Seminario y en la Universidad es lo que denuncia el Arzobispo Narciso Coll y Prat en su exposición al Rey en 1816. En ella afirma que “la ciencia se iba aprender de maestros corrompidos, y se bebía la ponzoña de los libros sediciosos, que por todo el mundo se esparcía el audaz filosofismo”, por tanto, los sucesos del 19 de abril de 1810 “no fue la que en un momento causó el estrago, y hablando con exactitud, no hizo más que alzar la compuerta a las aguas corrompidas. Los depósitos eran más antiguos, y las fuentes venenosas corrían sin ser sentidas” (Coll y Prat, 2010: 218). Esta mirada a su vez devela a “otras mujeres”, aquellas que por diversas vías se atrevieron a opinar. Entre ellas las zulianas, naturales de los Puertos de Altagracia Ana María Campos y Domitila Flores y la gibraltareña, territorio hoy de Municipio Sucre, estado Zulia María del Rosario Matos. Todas fueron azotadas y torturadas públicamente por órdenes de Francisco Tomás Morales, último capitán del realismo hispano, derrotado el 24 de julio de 1823, por la armada colombina en la conocida batalla Naval del Lago de Maracaibo. Se les acuso de opinar en tertulias y plazas públicas sobre el despotismo de Morales y de sus afectos a la causa republicana. A viva voz pregonaban públicamente, VIVA LA PATRIA. Actitudes como estas asegura Mirla Alcibiades, lleva a José de Austria, protagonista de la época al servicio del ejército republicano, a señalar que desde los hechos del 19 de abril de 1810, las mujeres se asumen publicamente como “voceras políticas”. En el momento opinar significaba mostrar su propia postura militante, hecho prohibitivo a este sector social. Para Andrés Level de Goda, quien gobernó la provinca de Cumaná en tiempos de revolución al referirse a stuaciones de tal naturaleza, en la persona de la encumbrada caraqueña Catalina Oriola la califico de “Mujer de tribuna”. Al parecer, muy a pesar del disgusto masculino las mujeres de toda condición tomaron el escenario público y a la Voz de “libertad e independencia”, apuestan a la defensa de su patria3. 3 Alcibíades,Mirla (2013). O.c, p.25 15


X X Juana Ramírez Combates por la patria Con tan solo 23 años entre 1813 y 1814, Juana inicia su participación activa en la gesta emancipadora en momentos en que la patria más lo requería. De una parte, la pérdida de la primera república en 1812 y el triunfo libertario en la campaña admirable en 1813; de otra, el avance de Boves y su ejército, con los triunfos de Urica y de Maturín, y la consiguiente huida al oriente del país en 1814 de Bolívar y sus hombres, reclaman el compromiso de todos y de todas. En esta compleja hora de la patria, Juana asume junto a muchas más la organización colectiva de la defensa de la misma. Así, a las órdenes de Manuel Piar, José Francisco Bermúdez y José Tadeo Monagas juran como mujeres de pueblo luchar sin descanso por la causa independentista. Cuando Domingo de Monteverde atacó la ciudad de Maturín, en mayo de 1813, el Comandante Manuel Piar organizó la defensa de la ciudad y formó una tropa de combate exclusivamente femenina, denominada “Batería de Mujeres”. Las mujeres que la integraban se caracterizaron por su patriotismo y sacrificio, tenían la responsabilidad de combatir junto a los demás frentes de lucha con el mismo valor y arrojo. Entre ellas se encontraba Juana Ramírez, quien comandaba esta unidad, junto a ella estaban entre otras Graciosa Barroso de Sifontes, María Antonia Ramírez (abuela de Eloy Palacios), Dolores Betancourt Mota, María Romero, Marta Cumbale, María Josefa Ramírez, Dolores Betancourt Mota, Vicencia Gómez, Lorenza Rondón, Juanita Ramírez, María Isabel, María Rodríguez, Juana Carpio, Luisa Gutiérrez, Isidora 16


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Argote, Valentina Mina, Carmen Lanza, Rosa Gómez, Eusebia Ramírez, Guadalupe Ramírez y Rosalía Uva. Juana, siempre estuvo al frente de la tropa y era la primera en avanzar hacia el enemigo; de ahí que se le llamó “La Avanzadora”. Como tal en el campo de batalla asumía responsabilidades de primera línea. Entre otras, apertrechar los cañones, auxiliar a los heridos y enfrentarse valientemente al adversario. De lo poco que se conoce de esta combatiente es que en la batalla del Alto de Los Godos, el 25 de mayo de 1813, por órdenes del Comandante Felipe Carrasquel, es la primera en salir de una fosa situada en las inmediaciones de la actual plaza Piar de Maturín y, avanzar hacia el enemigo en medio de una lluvia de balas. En este escenario atravesó el campo de batalla y arrancó la espada a un general muerto. En adelante, esta espada la enarbola como su estandarte de libertad, compromiso y fidelidad con la república liberal. Ante el eminente triunfo republicano Monteverde y sus huestes huyen, dejando en manos del ejército republicano un cuantioso botín de guerra: armas, municiones, 6.000 pesos de plata, 3 cañones y los cofres de Monteverde entre otros. Como era de esperarse correspondió a Juana dirigir el entierro de los realistas caídos una vez finalizada la batalla. Hoy se conoce que entre marzo de 1813 y diciembre de 1814 Juana Ramírez participó activamente en las cinco batallas libradas en las cercanías de Maturín, de las cuales los insurgentes republicanos vencieron en cuatro de ellas. Al mando de la “Batería de Mujeres”, Juana combatió férreamente a Antonio Zuazola; a de La Hoz; a Monteverde y a Morales. El arrojo y valentía demostrada en sus acciones las tropas comandadas por José Francisco Azcúe; el general Rojas; José Tadeo Monagas y Manuel Piar se fortalecen y animan, atacando con furor al ejército realista. 17


X X El 25 de mayo de 1813 Domingo de Monteverde, al mando del ejército realista, con un aproximado de 2000 hombres fuertemente armados, se sitúa en la llamada Cruz de la Paloma, desde donde envía una propuesta para intimidar y obligar a los patriotas dirigidos por el general Piar, a rendirse. En la misma con arrogancia afirma: …Si la guarnición y jefes de ese pueblo desgraciado prosigue en su obstinación, y no se entregan en el espacio de dos horas, para evitar la efusión de sangre de los miembros de una misma familia y de una misma nación, serán abandonados por mí al furor irresistible de mis soldados que ansían por vindicar el honor de las armas nacionales y por destruir a los enemigos de la paz, de la justicia y de la felicidad de estas poblaciones pacíficas1. Este exhorto de Monteverde no logra intimidar a Manuel Piar y a José Francisco Azcúe, quienes con un ejército menor conformado por 700 hombres y mujeres, entre éstos 500 jinetes; indios flecheros del cacique Guanaguanay y la “Batería de Mujeres” dirigida por Juana Ramírez bajo el mando del oficial Felipe Carrasquel, decidieron ir a la defensa de Maturín, impidiendo al enemigo su avance y el triunfo que requerían para el fortalecimiento de su tropa y el logro de sus planes dominadores. En estos triunfos indudablemente la influencia de Piar es evidente, pues continuamente y en cada combate animaba a sus tropas con arengas como estas, “Soldados, no desmintáis en esta solemne ocasión el heroísmo que otras veces hemos tenido; un esfuerzo más y habréis 1 Propuesta dirigida por Monteverde a los patriotas, 25 de mayo de 1813. En: Rondón, Edgar. 200 años de las 5 batallas heroicas que liberaron a Maturín entre 1813 y 1814. 18


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salvado a la patria de los verdugos. Pelead con furor y obtendréis la victoria”2. Tras la arremetida del ejército insurgente, Monteverde disminuido y acorralado huye hacia el pueblo de Areo, rumbo a Barcelona, dejando al Comandante Antonio Bosch y al Capitán Pedro Cabrera en el campo de batalla, donde mueren bajo las lanzas rebeldes. También muere allí el último cacique de Los Chaimas, José Miguel Guanaguanay junto a toda su tribu. El triunfo insurgente representó un cuantioso botín de guerra: armas, municiones, 6.000 pesos de plata.

2 Marcano, Pedro Elías (1909). Defensa Patriótica de Maturín en 1813, p. 19. 19


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X X Recuento

A pesar de la imposición oficial de una historia patria mítica, heroica y anecdótica que privilegió por mucho tiempo a unas pocas - heroínas -, en perjuicio de un colectivo que si bien apostó por el ideal de la república independiente y soberana desde diferentes espacios de acción y de opinión, fue silenciado y excluido hasta de la normativa legal, hoy se asume casi en consenso la necesidad de “dar la palabra”, a la otras, a las calificadas de “insurgentes y subversivas”, involucradas desde diferentes espacios de acción y de opinión en la defensa del ideal revolucionario de la época. De igual manera, urge superar la visión a medias de nuestro proceso libertario ofrecido hasta ahora, lo que implica la valoración también de prácticas, comportamientos y actitudes asumidas por quienes en defensa de lo que creían su patria “España”, lucharon por ella. A la postre “vencidas”, lo que en ningún modo intencionalmente o no, legitima su exclusión de los hechos y su análisis. Todo indica que varias mujeres llegaron a ocupar cargos importantes en el ejército libertador y en el realista. En el primero de los casos, el costo por el compromiso asumido fue el encarcelamiento y la ejecución por decisión de las autoridades españolas, una vez procesadas por el delito de traición a Fernando VII. Asimismo, que desde 1808 asistimos a la progresiva formación de una cultura política distinta a la ofrecida hasta ahora. En adelante, las prácticas develan la participación, la opinión pública y de lo público de las mujeres en asuntos de la vida política hasta ahora considerada como asunto masculino. En el caso que aquí nos ocupa prácticas, comportamientos y actitudes como 22


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las de Juana Ramírez y su “Batería de Mujeres”, deben comprenderse y explicarse en el contexto de la complejidad política que significaba el compromiso por la liberación y emancipación de la patria. De mujeres dispuestas a todo por la defensa del ideal de libertad, soberanía e independencia, como Juana Ramírez y su “Batería de Mujeres”, se legitima la cultura política de la participación colectiva y de la opinión pública y de lo público, con sus implicaciones en los cambios revolucionarios que transformaron sustancialmente a la sociedad venezolana desde el siglo XIX. Finalmente, desde estas consideraciones necesarias es insistir en una historia colectiva-insurgente, que cumpla la tarea de transformar nuestra historiografía y así, crear y fortalecer la conciencia histórica de un pueblo, al que por mucho tiempo se le cercenó su memoria colectiva, sometiéndolo al desconocimiento casi absoluto de la realidad de su proceso histórico. En definitiva, las aportaciones aquí valoradas dan cuenta desde diferentes ángulos de otros actores y de otras problemáticas, cuyo objetivo es ofrecer otras explicaciones y nuevas perspectivas de análisis.

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X X NOTAS

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NOTAS

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