Semillas al viento
PIDE LO QUE REALMENTE QUIERES Tal vez Dios quiera darte exactamente eso que soñabas.
V
arios meses atrás, fui al centro de Londres a realizar unos trámites. Como la estación del tren que me lleva a Londres no queda muy lejos de mi casa, monté en mi bicicleta roja y pedaleé hasta allí. Al llegar, la aseguré bien en el estacionamiento para bicicletas de la estación, que es muy moderno y hasta tiene cámaras de seguridad. Pero, ya sabes lo que sucedió, ¿no? Cuando regresé, mi bicicleta se había evaporado... junto con cualquier noción de que “estas cosas no pasan en el primer mundo”. Para colmo, yo acababa de perder mi trabajo en medio de la crisis de la pandemia del coronavirus, y no tenía dinero para una bicicleta nueva. Llegué a casa agotada, pero entonces sonó el teléfono. Era Douglas, mi “abuelo adoptivo”. En cuanto le conté, me dijo: “Yo te voy a comprar una nueva”. Le agradecí la oferta, pero inmediatamente me sentí culpable y avergonzada, ya que me parecía mal hacerle “malgastar” su dinero en mí. Lo fui postergando durante varios meses, diciéndole que tal vez la policía encontraría mi bicicleta, o que era mejor que compráramos una usada. Finalmente, Douglas dijo: “Mañana vamos a ir a tal negocio a comprar tu bicicleta”.
22
La noche anterior ingresé al sitio web del negocio y vi una bicicleta hermosa, de estilo antiguo, con asiento de cuero y canasta al frente. Fue amor a primera vista... ¡o al menos hasta que vi el precio! Decidí ir al negocio y no decir nada, pensando que sería más “humilde” permitir que Douglas escogiera la que le pareciera mejor a él. Cuando entramos en el negocio, él sugirió que tomáramos unos minutos para ver todos los modelos. De pronto, Douglas señaló una bicicleta y me dijo: “¡Esa! ¿Te gusta?” Mi corazón dio un vuelco. ¡Era exactamente la que yo quería! Douglas la compró inmediatamente, sin preocuparse en lo más mínimo por el precio. Debo admitir que, a menudo, trato a Dios de la misma manera. Actúo como si conformarme con menos y tener sueños más prácticos fuera un gran logro espiritual, el pináculo de la humildad. Sin embargo, no atreverse a soñar, o a pedir, no es un acto de humildad, sino de cobardía emocional. El escritor estadounidense John Eldredge lo describe con estas palabras, en su libro The Journey of Desire: “Vivir con deseo es elegir vulnerabilidad en lugar de autoprotección. Admitir lo que queremos y buscar ayuda es todavía más vulnerable. Es un acto de confianza. En