Solicitud calle dedicada a Vicente Blasco Ibáñez

Page 1

La Asociación Cultural Las Alcublas SOLICITA: Coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento y, en consonancia con los muchos actos organizados en la Comunidad Valenciana para conmemorar dicha efeméride, la Asociación Cultural Las Alcublas ha considerado oportuno proponer a este Ayuntamiento de Alcublas que se dedique una calle en la localidad al escritor valenciano D. Vicente Blasco Ibáñez. JUSTIFICACIÓN: Vicente Blasco Ibáñez es un personaje singular dentro de la literatura universal y dentro de la historia valenciana. Político, escritor, hombre trasgresor y avanzado, disconforme siempre con el orden establecido, hombre inquieto y polifacético que ejerció la literatura como una extensión más de su vida, como un medio para ganarse la vida y como un medio para trasmitir sus ideas, la trascendencia de su figura en Valencia está fuera de cualquier discusión, y a él se ha dedicado innumerables escritos que abordan su figura y obra desde todas las perspectivas, y sobre él se han organizado diversas exposiciones de gran calidad que han acercado su figura al gran público. Solo por la importancia de su obra literaria, es un valenciano que merece contar con una calle a su nombre en la localidad, pero si además tenemos en cuenta la relevancia política de su figura y la influencia que a nivel político tuvo en la vida local de finales del siglo XIX y comienzos del s. XX, no cabe duda de que dedicarle una calle sería un gesto de merecido reconocimiento, que honraría a los vecinos de Alcublas. Por otro lado, desde 1930 hasta el fin de la Guerra Civil existió una plaza de Blasco Ibáñez en la localidad (la Plaza de los Olmos), nombre que fue suprimido con la instauración de la dictadura franquista, dada la filiación política del escritor y su carácter anticlerical. Dedicarle una calle en Alcublas sería pues, en cierto modo, un acto de justicia histórica, sirviendo para tal fin la vía pública que el Ayuntamiento considere adecuada, siempre que la citada vía tenga la dignidad que requiere una figura pública de la repercusión de Blasco Ibáñez, sirviendo para este caso también cualquiera de las calles que durante el franquismo fueron dedicadas de manera arbitraria a figuras del santoral católico o a personas con las que los ayuntamientos alcublanos de la dictadura estaban en deuda por favores recibidos, cuya relevancia histórica y social, a fecha de hoy, es prácticamente nula. También, y aunque esto pueda resultar meramente anecdótico, señalar que en su juventud, antes de lograr notoriedad como escritor y político, Blasco Ibáñez tuvo una cierta relación con la localidad de Alcublas que se vió reflejada en los siguientes hechos: -

Uno de los pocos juicios en los que ejerció como abogado, y a raíz del cual decidió no seguir ejerciendo esta profesión, fue como defensor de un alcublano.

-

En Alcublas estuvo dando mítines políticos y uno de sus mayores colaboradores políticos en estos primeros años fue un alcublano, de apellido Martínez.

1


-

Por último, en una de sus primeras novelas sitúa varias escenas en Alcublas, hecho que nos indica un cierto conocimiento de la localidad y de la zona en general.

Adjuntamos como ANEXO las citadas referencias a la relación de Blasco Ibáñez con Alcublas. ANEXO 1.- BLASCO IBÁÑEZ, ABOGADO DE ALCUBLANOS. Blasco Ibáñez se licenció como abogado en 1888, y sobre el ejercicio de esta profesión por el escritor nos dan noticia un artículo del periodista Enrique Malboysson, del año 19281, y una cita que aparece en el libro de León Roca “Blasco Ibáñez y la Valencia de su tiempo”2: El artículo de Malboysson, con fecha 2 de febrero de 1928, se publicó en “El Heraldo de Madrid, diario independiente”, nº 13.108, , pág. 12, con el título Recuerdos episódicos de Blasco Ibáñez. Lo que no han contado sus biógrafos, y fue publicado a raíz de la muerte del escritor el 28 de enero de ese mismo año: “Blasco solamente vistió una vez la toga de abogado. A poco de terminar la carrera comenzó a sentir por ella gran aversión. Allá por el año 90 le fué encargada la defensa de unos republicanos de Alcublas (Valencia), procesados por injurias graves. Eran, como tantos otros, víctimas del caciquimo imperante en aquellos tiempos. La vista se celebró en la sección tercera de la antigua Audiencia, y presidía el acto D. Ramón Barroeta, un digno magistrado, de carácter afable en familia, pero rigorista y enérgico cuando estaba en funciones del cargo. Los amigos de Blasco y los compañeros de Redacción de «El Correo de Valencia» —de cuyo periódico el único superviviente es el letrado de Liria D. Ramón Puig Torralba—, se apiñaban en los bancos destinados al público. También D. Gaspar. Había gran expectación por presenciar el debut del joven y fogoso propagandista republicano. Comenzó el juicio, y cuando llegó el turno a la defensa se desató Blasco con un discurso grandilocuente y tribunicio; tanto, que el presidente le hubo de interrumpir —Tenga en cuenta la defensa que esto no es una asamblea popular. Se rehizo el orador y continua su perorata, siendo llamado al orden dos veces 1

Malboysson, E: Recuerdos episódicos de Blasco Ibáñez. Lo que no han contado sus biógrafos. El Heraldo de Madrid, diario independiente, nº 13.108, de 2 de febrero de 1928, pág. 12. Hemeroteca digital. Biblioteca Nacional de España. 2 León Roca, José L.: Blasco Ibáñez y la Valencia de su tiempo. Ayuntamiento de Valencia. Valencia 1978. Págs. 152-153.

2


más; y cuando sonaba nuevamente la campanilla presidencial, cortándole los vuelos, Blasco, arrogantemente, pero descompuesto, cortó su oración forense y se negó a continuar hablando. La Sala dictó a los tres días sentencia absolutoria, y Blasco fué felicitadísimo, pero juró no vestir más la toga, cumpliendo su palabra.” Por su parte, León Roca en su obra “Blasco Ibañez y la Valencia de su tiempo” nos cuenta estos hechos así: Otro pleito que despachó Blasco Ibáñez y que fue causa de su separación definitiva de la carrera de abogado, fue el que relata D. Ramón Puig Torralba: “El diputado por Chelva, don José Manteca tenía en la Audiencia de Valencia pocas simpatías. Hombre de talento, ejercía de cacique máximo en el distrito de Chelva-Villar siendo muy amigo de sus partidarios y enemigo implacable de sus contrarios políticos. Por injurias graves se querelló contra los vecinos de Alcublas, conocidos por los Pepitos, republicanos en aquella sazón. Interpuso querella un abogado a la antigua, don Enrique Segura, que aprovechaba todas las circunstancias que se le presentaban en favor de sus patrocinados, y era en banqueta un enemigo de cuidado por la causticidad de su palabra. Ya el sumario en Sala, los Pepitos designaron como abogado a don Vicente Blasco Ibáñez, recién incorporado al Colegio. La vista se celebró en la sección tercera de la antigua Audiencia y presidía el acto don Ramón Barroeta, un digno magistrado que, como la mayor parte de los de aquella época, era muy educado, amable y cortes en el seno familiar y amistoso, pero en cuanto se enfundaba la toga y ostentaba la placa, hacia provisión de mal genio; corría entonces entre las personas revestidas de autoridad, la máxima de que el mando debe ejercerse para darle prestigio con toques de displicencia, regaños y despotismo. Los amigos de Blasco Ibáñez le acompañaron a la vista; en aquella época era compañero mío en el diario El Correo de Valencia. Nos apiñamos en los bancos destinados para el público. Tenía a mi lado al bueno de don Gaspar, padre de Vicente. Comenzó el ejercicio por la lectura de las piezas sumariales que se estimaban delictivas, informado después el abogado acusador don Enrique Segura que pronunció una oración sobria, castiza y muy intencionada. Después habló el abogado defensor -el que tiempo adelante había de ser el gran Blasco Ibáñez- que se desató con un discurso grandilocuente y tribunicio y cuando en alas de su prodigiosa fantasía se remontaba a las altas esferas del ideal, el presidente señor Barroeta, lo hizo caer con una interrupción brusca y desconsiderada, recordando al orador que estaba en la audiencia y no en un club o en un a asamblea política.

3


Se rehizo Blasco, como Dios le dio a entender, pero cuando en el calor de la improvisación se remontó nuevamente a las alturas de la filosofía del derecho, le hirió alevosamente el señor Barroeta, con una nueva estocada, que dejó perplejo y alicaído al fogoso letrado. Con más trabajo se repuso de la dos interrupciones y cuando más enfrascado se hallaba en su apasionada defensa, por tercera vez la campanilla presidencial le volvió a cortar los vuelos. Entonces, Blasco, indignado, descompuesto, tuvo la arrogancia de terminar su informe con la frase sacramental “He dicho”. Salimos de la Audiencia mohínos y alicaídos. Al salir de la Audiencia, Blasco juró no vestir más la toga. A los tres días la Sala dictó sentencia absolviendo a los Pepitos y obteniendo Blasco Ibáñez un triunfo sobre el experimentado letrado don Enrique Segura”. 2.- BLASCO IBÁÑEZ, POLÍTICO EN ALCUBLAS. De la actividad política de Blasco Ibáñez en Alcublas se tiene referencias poco concisas, sin fechas concretas en las que se pueda situar al político en la localidad. En 1932, en la revista Estampa3, se publica una entrevista de Enrique Malboysson al hijo mayor de Blasco Ibáñez y a su esposa, y en esa entrevista aprovecha para incluir fragmentos de una anterior entrevista a la primera esposa de Blasco Ibáñez, María Blasco. En ella, al hablar de los comienzos políticos del escritor, dice: “En 1885 comenzó su primera propaganda republicana por' Liria, Pedralba, Bugarra y Alcublas, acompañado de sus íncondicionales Martínez, de Alcublas, Plasencia, de Pedralba, y Joaquín Ferrer. avecindado en Liria, pero nacido en Aguilar, pueblo del padre de Vicente”. Esta actividad la citan también Vicente R. Alós y Carmen Castellet en el catálogo realizado para la exposición Vicente Blasco Ibáñez, político4: “El desencanto del desenlace madrileño no hizo mella en su espíritu revolucionario sino que por el contrario, los dos meses de escapada le reafirmaron en su republicanismo, en su rebeldía ante el sistema político imperante en España, y le lanzaron a la acción y al proselitismo. Liria, Pedralba, Bugarra, Alcublas… tuvieron ocasión de comprobar ‘in situ’ la encendida verborrea del joven orador”.

3

Revista Estampa, nº 230, de junio de 1932,, p. 26. Hemeroteca digital. Biblioteca Nacional de

España. 4

Esta cita aparece en el catálogo de la exposición en la página 19. Al año siguiente el estudio sobre Blasco Ibáñez político se editó como libro (Alós, V. R. y Castellet, C.: Vicente Blasco Ibáñez, biografía política. Ed. Institució Alfons el Magnànim. Valencia 1998) y la cita aparece en la página 31.

4


3.- BLASCO IBAÑEZ EN EL CALLEJERO DE ALCUBLAS. Como ya hemos indicado, la actual plaza de los Olmos se denominó, entre los años 1930 y 1939, plaza de D. Vicente Blasco Ibáñez. Esta denominación se le dio a propuesta del Centro Republicano, el Sindicato Agrícola y el Centro instructivo Musical de Alcublas, que presentaron la solicitud en el pleno del Ayuntamiento del 15 de diciembre de 19305, y que fue aprobada por acuerdo del Ayuntamiento de fecha 30 de diciembre del mismo año, que se trascribe en el acta de la reunión del 26 de abril de 19316 y de la cual copiamos varios fragmentos: “(…) Habiendo bastantes plazas y calles con nombres ridículos cuyo origen es desconocido, procede hacer una revisión de calles y cambiarles los nombres por otros que recuerden al menos, ya que no hijos ilustres de Alcublas por no haber llegado a esta categoría ninguno, si de la región valenciana, y entonces puede muy bien accederse a la petición de aquellos Centros, para lo cual la Comisión permanente se ocupará de proponer al Ayuntamiento las calles que han de ser objeto de cambio de nombre. (…) El Señor Marz Herrero hizo presente que una de las primeras glorias de la literatura y por lo tanto honra de España y muy particularmente de nuestra Región Valenciana es D. Vicente Blaco Ibáñez, y por lo tanto cree que esta corporación se honrará también mucho con dar el nombre de tan ilustre escritor a una de las calles o plazas de la localidad. (…) En virtud de ello el Ayuntamiento por unanimidad acuerda: que se rotule la actual Plaza de los Olmos con el nombre de Blasco Ibáñez (D. Vicente).” El nombre de esta plaza de Don Vicente Blasco Ibáñez fue suprimido inmediatamente por la dictadura franquista. 4.- ALCUBLAS EN LA NOVELA DE BLASCO IBÁÑEZ “LOS FANÁTICOS”. Como ya hemos señalado, es meramente anecdótica la aparición de Alcublas en la obra literaria de Vicente Blasco Ibáñez, puesto que apenas hay una decena de referencias a la localidad en un episodio de su novela Los fanáticos, una de las novelas primerizas del escritor que, años más tarde él mismo rechazaría, junto con sus novelas La Araña Negra y ¡Viva la república! , por su carácter folletinesco y por su baja calidad literaria. Sin embargo, a pesar de este carácter anecdótico, hemos considerado oportuno incluir esta información como un elemento más de la presente solicitud, al tiempo que incluimos algunas consideraciones acerca de la novela que realiza Ramiro Reig7 y que nos permiten conocer el contexto en el que fue escrita. Tras un año de exilio en Paris por motivos políticos, Blasco Ibáñez regresó a Valencia y “Vuelto del exilio, retomó la actividad política a pleno rendimiento con la intención, no disimulada, de alzarse con el liderazgo del republicanismo 5

Libro de Actas del Ayuntamiento de Alcublas. 1930-1932. Pág. 15. Idem, pág. 26. 7 Reig, Ramiro: Vicente Blasco Ibáñez, una biografía. Edición digital por Faximil Books, 2012. Págs. 10-13. 6

5


en Valencia. No le interesaba crear formalmente un nuevo partido, acentuando de este modo la fragmentación y la debilidad. Lo importante era darse a conocer, hacerse imprescindible. Se pateó los casinos republicanos de Valencia y sus alrededores dando mítines, hablando con la gente. «Yo empecé como soldado raso en las filas del partido.» Era verdad, aunque estaba claro que iba a la suya. Desde La Bandera Federal intensificó las campañas anticlericales, rodeado de un grupo de amigos incondicionales, jóvenes y con ganas de armar bronca. (…) En medio de la agitación encontró tiempo, cosa que va a ser habitual en él, para escribir dos novelones, Los fanáticos y ¡Viva la República!, en los que vuelve a incidir en el tema del clericalismo y donde acentúa los defectos de La araña negra. Sin embargo, Los fanáticos ofrece un interés particular, al margen de su desacierto literario, porque contrapone dos extremos, el clericalismo y el anarquismo, personificados en dos hermanos, hijos de un cura infame y lascivo, que se persiguen incansablemente a lo largo de la novela y terminan, como en un desastre de Goya, derrumbándose por un barranco, abrazados en terrible pelea. No es la única vez que Blasco aborda el tema del anarquismo ya que, como luego veremos, vuelve a tratarlo, aunque de diferente manera, en La catedral y La bodega. Cuando escribe Los fanáticos son los años en que se está produciendo una oleada de atentados, tanto en España (el atentado a Martínez Campos, la bomba del Liceo, y, posteriores a la novela, la bomba de la procesión del Corpus, el asesinato de Cánovas) como en el extranjero (las bombas de Ravachol, los asesinatos de los presidentes de Francia, de Estados Unidos y del zar de Rusia). De los dos bloques narrativos, uno está dedicado a las guerras carlistas, el otro a los atentados terroristas, sin que esto sea óbice para largas excursiones que nos llevan al Brasil, Australia y a las batallas de la unificación de Italia, en un galimatías argumental bastante costoso de seguir. Los carlistas, no hace falta decirlo, son brutos ignorantes, incitados por curas trabucaires; los anarquistas parecen buena gente, obreros sin trabajo, desesperados por la miseria, a los que también la ignorancia lleva a creer en doctrinas utópicas y realizar actos desalmados. Blasco establece una cierta diferencia, ya que algunos anarquistas recobran el buen sentido, pero el fanatismo los hace iguales. El autor del atentado del Liceo realiza la síntesis perfecta, puesto que antes había sido carlista. También Gabriel Luna, el protagonista de La catedral, había sido seminarista, pero en este caso no se destaca el aspecto de transferencia del fanatismo, sino del misticismo. La postura de crítica cerrada del anarquismo, dirigida a personajes de cartón piedra, se va matizando con la creación de personajes de carne y hueso hacia los que el autor muestra una clara simpatía, como es el caso de Salvatierra en La bodega. Los fanáticos y ¡Viva la República! fueron un completo fracaso ya que ni siquiera provocaron el escándalo de La araña negra. Blasco se dio cuenta de que ya nadie escribía así y de que a la gente no le interesaban folletines con historias inverosímiles, sino con hechos reales, sacados de su propia vida. ¿Y qué realidad conocía mejor que la valenciana? Por otra parte, el seguimiento obtenido por las campañas de La Bandera Federal le convenció de que el 6


republicanismo estaba vivo, pero necesitado de una radical transformación”. Escrita originariamente por entregas, esta novela está situada en España durante la tercera guerra carlista. La edición que hemos consultado es la que aparece en el Tomo VI de las Obras Completas de Blasco Ibáñez, publicadas por la editorial Aguilar (Madrid, 1978). Las alusiones a Alcublas se localizan en las siguientes páginas de la edición citada: 98, 99, 104, 106, 114, 115 y 133. En estas páginas la acción consiste en la persecución que una columna de voluntarios realistas realiza de una partida carlista comandada por un cura de Segorbe, marchando desde esta localidad a Alcublas, pasando por la Cueva Santa, y luego al Villar del Arzobispo. La descripción de los paisajes, sin ser excepcional, si que nos remite a un entorno familiar y quizás por ello pueda resultar más benévola nuestra lectura de estas páginas: “Orden del día para mañana. Al amanecer emprenderá la Columna la marcha hacia la provincia de Valencia, y por la Cueva Santa nos dirigiremos a Alcublas. (…) El paisaje era bravío. Enormes rocas que parecían ciudadelas de muros inescalables, montañas abrasadas, sin vegetación alguna, y rajadas de arriba abajo por grietas sin fondo (…).“ (Págs. 98-99). No tiene mucho sentido reproducir frases aisladas ni insistir con citas de la novela, y lo único a remarcar es lo curioso que resulta, aunque solo sea de manera casual, encontrar las referencias a Alcublas en esta novela de 1895.

Asociación Cultural Las Alcublas. Febrero de 2017.

7


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.