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Cuando Cristo detuvo a la turba
En 2006 una estatua de Cristo les salvó la vida a las Misioneras Franciscanas de Cristo Rey, cuando miles de musulmanes enfurecidos irrumpieron en el recinto de la iglesia católica de Santa María, que también alberga el convento y la escuela de las religiosas. A día de hoy, estos brotes de violencia siguen representando una amenaza para la minoría cristiana de Pakistán.
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“El Señor es nuestro Pastor, no te preocupes, Él vendrá pronto”, se lee en una pared.
Todo el mundo islámico se alborotó cuando, en septiembre de 2005, un periódico danés publicó caricaturas de Mahoma.
Y cuando unas semanas después, en la ciudad de Sukkur, en el sur de Pakistán, corrió el rumor de que un cristiano había quemado páginas del Corán, se desató también allí la ira y la venganza. Durante todo un día, una turba enfurecida destruyó primero la iglesia protestante del Redentor y luego dirigió su furia contra la iglesia católica de Santa María. Derribaron imágenes de santos, volcaron bancos, arrojaron objetos litúrgicos al suelo e intentaron romper el sagrario por la fuerza. Por último, prendieron fuego a la iglesia.
Entonces, ya de camino al convento de las religiosas, la turba se fijó en la gran estatua de Cristo que se alza entre la iglesia y el convento -la figura de piedra blanca representa a Cristo Rey-, e hicieron un alto para dirigir todo su odio contra Cristo. Intentaron destrozar la estatua, pero esta resultó ser más maciza de lo que pensaban. La golpearon una y otra vez, pero no consiguieron despedazarla, y entonces llegó la policía. Así se salvaron las religiosas.
Estas Hermanas llevan ochenta años trabajando en Sukkur, donde se ocupan principalmente de la educación de niños y jóvenes, y ayudan a las mujeres, que en el Islam están muy por debajo de los hombres. Allí la violencia doméstica está muy extendida, e incluso las propias mujeres están convencidas desde la infancia de que son inferiores. La mayoría no han ido a la escuela y sólo pueden ganarse la vida como empleadas domésticas y como mano de obra barata en los cultivos de los grandes terratenientes. No es raro que sufran acoso sexual, y si pertenecen a minorías religiosas, su situación es aún más difícil: a veces se dan casos de secuestro que concluyen en matrimonios y conversiones al Islam forzados.
En estos momentos, las religiosas afrontan un nuevo problema, pues el año pasado se produjeron las peores inundaciones de los últimos treinta años, que devastaron amplias zonas de Pakistán. También Sukkur se vio afectada. La Hna. Rosey Yacoob nos informa: “La lluvia y las inundaciones causaron graves daños en nuestro convento. El tejado tiene goteras, hubo un cortocircuito, puertas y ventanas resultaron dañadas y hay que hacer muchas reparaciones. Por eso os pedimos ayuda”.
Nosotros no queremos defraudar a las Hermanas, a las que hemos prometido 365.000 pesos.