Separta 50 años Curso Rafael Uribe Uribe

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Separata 50 años

CURSO

PATRIA - UNIÓN - PROGRESO

ACORE 55 años

ISSN 0123-2894 Circulación nacional

General Rafael Uribe Uribe:

su obra

E

n mis tertulias con Otto Morales Benítez en Bogotá, a finales de la década de los sesenta, aprendí a distinguir entre la vida militar del general Rafael Uribe, que es la referencia y grado por el cual se le conoce, y la de pensador, que en escasos círculos se analiza y comenta. A su nombre le dio más resonancia ser guerrero que gestor de ideas. Destaco algunos aspectos de su vida que dejan huella e impactan por su contundencia.

Uno de los principales es sin duda su pensamiento social, tan prolijo, que sería largo en ello profundizar. Me limito a mencionar que sus propuestas a inicios del siglo 20 vuelven a discutirse en el Congreso, cuarenta años después y hoy son base fundamental del actual régimen laboral colombiano. Me remito a otro de sus escritos. Uno de ellos, Por la América del Sur, publicado en una época donde las comunicaciones eran precarias, hace difícil imaginar cómo reunió tal cantidad de información y adaptó a las condiciones de nuestra patria una propuesta para promover su desarrollo.

Vale escudriñar la universalidad de su pensamiento cuando examina, por ejemplo, Los problemas nacionales, donde trata a profundidad los temas de la paz interna, el militar, la moneda, el crédito, el sistema tributario, el analfabetismo, el universitario, la higiene, el sufragio, los partidos políticos, el parlamento, el jurídico, la autonomía seccional y municipal, la prensa, las vías de comunicación, la población del suelo, la reducción de los salvajes, el topográfico, las aguas y florestas, la estadística, el industrial,

el trabajo, la vagancia, el demográfico, la asociación, y la alegría. Si sus propuestas hubiesen sido puestas en práctica en esa época y no años después, Colombia sería líder de nuestra región. Ni qué hablar de su labor parlamentaria. La lectura de sus discursos revive el pensamiento e invita a profunda reflexión. Su correspondencia íntima y política inspira una vida sin tacha, un ejemplo de comportamiento, una enseñanza del ejercicio de la virtud, del trabajo y del amor por la familia y por la patria. No cabe duda, de General a pensador hay una distancia inmensa en este patricio.

No puedo dejar pasar por alto el hecho de que estando en prisión escribió el Diccionario abreviado de galicismos, provincionalismos y correcciones del lenguaje; consta de 467 páginas y es una excelente guía de consulta para quienes a veces nos da por escribir barrabasadas.

De sus escritos llaman la atención dos piezas magistrales, quizás no tan brillantes como la carta que le dirige al doctor Alberto Ulloa en Lima, sentando un precedente de las relaciones internacionales de nuestro país, de la que tomo este aparte: “Con la resonancia dada a mi discurso, no habrá en adelante un solo

peruano que ignore la notificación de Colombia: el laudo español es irrito y nulo en todo lo que nos perjudique. Con el laudo como título no podrá irse a tomar posesión de aquello a lo que nosotros creemos tener derecho”; o como los discursos que en Suramérica le hicieron famoso en la Conferencia Panamericana de 1906 en Río de Janeiro o en el Congreso Científico. Panamericano en 1908 en Santiago de Chile; pero a los que me refiero, más modestos, en pocas palabras resumen su estilo de vida y su pensamiento, éstos son: Su propia defensa por la muerte del soldado Resurrección Gómez a quien dio de baja por sublevarse conjurando así la desmoralización de sus tropas y la rebelión colectiva, de la cual tomo estas frases: “Yo aspiraba a formarme una repu-tación tal de rectitud y honradez, que ante ella sola y sin más pruebas cayese aniquilada toda imputación calumniosa de crimen o acción perversa. Al fin conseguiré que así sea, porque yo sé levantarme cada día queriendo con voluntad enérgica y tenaz lo mismo que he querido y querré el siguiente; al fin lo conseguiré, porque, sea cual fuere vuestro fallo y el de la sociedad, no tendrán poder bastante para apartarme de la línea de conducta que me he propuesto seguir. Por el contrario, la calumnia y las grandes pruebas de existencia son como los venenos de

Mitríades: si no matan de una vez, hacen al paciente invulnerable; y como saldré intacto de este juicio, ya no temeré para que en adelante las acusaciones de los perversos me derruequen”.

Sigue en ese orden una argumentación irrepetible con la cual consigue la absolución de un jurado integrado por sus adversarios.

El mayor flagelo, un grandioso llamado a la conciencia nacional. Lo escribe en Río de Janeiro en 1907 y en su extenso escrito crítica la pasión de los colombianos por hacer versos en contraste al esmero con que los demás países del continente se dedican a la producción. Les cuestiona duramente su inactividad en beneficio de la patria con preguntas como ésta: “¿Ya fueron a los campos a ver si el azadón está remplazado por el arado y si éste penetra en la tierra una pulgada más que antes?”

Y con erudición recorre cada una de las necesidades de la patria en todos los temas. Casi al terminar se viene con esta andanada que invita a la meditación: “La vida sólo concede sus favores al que le alega directamente, no al que los solicita por terceros o intermediarios. El contacto con la naturaleza, mal puede verificarse a través de los libros, ni desde los gabinetes de los plumarios. Hay que buscarla donde ella está: Y esa espléndida naturaleza de nuestro país, que los rodea y se les mete por los ojos, es la que ustedes no conocen. En lugar de ver se ponen a imaginar, ignorando que jamás esto valió lo que aquéllo, aún desde el mismo punto de vista literario.” Carlos Rafael Uribe Uribe Nieto del General Rafael Uribe Medellín, junio de 2015


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