ANEXO
551 JULIO 2015
ISSN 0123-2894 Circulación nacional
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SEPARATA ESPECIAL
Artículos Destacados Otros Medios Cese unilateral
• Arde Venezuela y puede quemar a Colombia • Crónica de la tensa negociación en La Habana • Ningún buen patriota queda sin castigo en Colombia • Santos prisionero de las Farc • Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al Congreso • Esto es terrorismo • Cese unilateral... ¿Paso hacia la paz? • ¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas? • ¿Cuatro meses para qué? • El país de las maravillas • ¿Silencio de los fusiles? • No todo está resuelto
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SEPARATA MEDIOS/ julio 2015
Arde Venezuela y puede quemar a Colombia Columna de Juan Manuel Santos, en abril de 2004, sobre Chávez Publicado originalmente en la revista Diners Edición No. 409 / año 2004 / Páginas: 14 - 24
"En el seno de las fuerzas armadas de Venezuela la situacion es grave, muy grave. No sólo por la purga y la politización, sino por los planes de convertida en una fuerza miliciana y adoctrinada"
Venezuela vive una de las etapas más dramáticas de su historia contemporánea. La democracia ha sido secuestrada por Hugo Chávez. Desde la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958, sus instituciones no habían estado tan amenazadas y violentadas. Todo esto tiene indudables repercusiones políticas y sociales a escala continental, y muy particularmente para nosotros los colombianos. Frente a los últimos acontecimientos no se puede seguir siendo indiferente, porque en situaciones como ésta, la indiferencia se vuelve cómplice. Nada de esto es fortuito. Chávez, un teniente coronel profesionalmente gris, con inocultables resentimientos sociales y cuyos antecedentes lo señalan como el producto de la infiltración de la izquierda en las Fuerzas Armadas venezolanas iniciada desde los años 70, se dio a conocer en febrero de 1992 con la rebelión militar que trató de derrocar el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Pero los planes de Chávez venían desde su época de subteniente, y se comenzaron a materializar en 1982 cuando organizó una logia militar en el Ejército. Algunos de sus antiguos compañeros recuerdan los solemnes juramentos y el uso manipulado de la memoria de Bolívar con el objetivo de irrumpir contra el orden constitucional. Fue así como, aprovechando el descontento popular por ciertas medidas que tomó el gobierno del presidente Pérez, Chávez se lanzó a encabezar el cruento intento de golpe en febrero de 1992, tras el cual fue encarcelado. El intento tuvo un segundo capítulo, con la complicidad de sus compañeros, en noviembre de ese año. Sin embargo, en el juego político propio de las democracias débiles, al asumir Caldera el poder en 1994, y en un acto de estupidez histórica, se le concedió a Chávez el sobreseimiento de la causa: dejó sin mancha su expediente y con ello el camino libre para aspirar al poder por la vía electoral. Ante el desgaste de un bipartidismo corrupto que había ejercido el poder durante 40 años sin mayores resultados sociales
en un país tan rico, Chávez encontró el terreno abonado para proclamar un mensaje populista de cambio, que terminó dándole la victoria electoral en diciembre de 1998. La mayoría de los venezolanos le concedió a Chávez el beneficio de la duda. Se pensó que bajo su liderazgo se podía generar un verdadero proyecto nacional. Muchos empresarios e intelectuales creyeron que sería un mandatario respetuoso de las leyes y le dieron su apoyo. El típico “Mesías” latinoamericano había llegado a Venezuela… ¿Cuándo aprenderemos de la historia? En el fondo, Chávez habría preferido llegar al poder por la vía del golpe de estado y no por caminos democráticos, hacia cuyas instituciones siente desprecio porque, como a todo tirano, le significan una camisa de fuerza. No en vano ha ejercido el poder con un estilo típicamente autocrático y cada vez más alejado del estado de derecho. Nadie duda de que Chávez fue legítimo en el origen. Como lo fueron Hitler, Mussolini, Aristide, Fujimori… y tantos otros demagogos convertidos en tiranos, o tiranuelos como diría Carlos Fuentes. Pero se ha deslegitimado completamente en su desempeño. Un Plan por Etapas Todo obedece a un plan fríamente calculado. Desde 1995, el Movimiento Bolivariano Revolucionario fundado por Chávez, mejor conocido como MBR-200, se afilió al Foro de São Paulo, que congregó a los movimientos más radicales y revolucionarios de América Latina, incluidas las Farc. En 1994, recién salido de la cárcel, Chávez hizo su primera visita a Cuba, donde Castro lo recibió con honores propios de un jefe de Estado. Desde ese momento y con un gran acto organizado por Castro en la Universidad de La Habana, se selló entre ambos una alianza que crece con el tiempo y que ha alcanzado una simbiosis total en objetivos geopolíticos y estratégicos. Cuba recibe un cuantioso apoyo energético y financiero que supera las subvenciones que en sus mejores tiempos le
concedió la Unión Soviética. Por su parte, Fidel ha desplegado un contingente de más de 20.000 hombres en Venezuela. Es la mayor movilización de cubanos después de la guerra de Angola. Se presentan bajo la figura de maestros, alfabetizadores, entrenadores deportivos y médicos, pero se sabe que una buena porción asumió rápida y directamente tareas de lucha política y entrenamiento militar. Muchos resultaron ser asesores de la temible G-2 y del Ejército cubanos, y hoy se encuentran cómodamente infiltrados en el mundo castrense y en los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. No se exagera al señalar que Chávez ha facilitado el establecimiento de la primera base cubana en Suramérica, verdadera cabeza de playa en un país importante y rico, una vieja y muy ansiada aspiración de Castro. Ninguna decisión se toma en Venezuela sin asesoría del régimen cubano, que le proporciona a Chávez el beneficio de sus 45 años de experiencia como la más longeva dictadura del mundo. En el plano político, al asumir el poder en febrero de 1999, Chávez inició la primera etapa de su proceso revolucionario: la etapa constituyente. Gracias a que ganó las elecciones en medio de una altísima abstención, logró una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional Constituyente y con ello imponer en el lapso de tres meses un nuevo texto constitucional, elaborado a la medida de sus designios. Como ha ocurrido con los otros poderes, la Asamblea actuó de manera subordinada a la voluntad del caudillo. Lo insólito es que, luego de aprobada, Chávez ha manejado la Constitución a su conveniencia: evadió olímpicamente los procedimientos que la Carta establece para la designación del Tribunal Supremo de Justicia, el Fiscal General, el Contralor, el Defensor del Pueblo y el Poder Electoral. Lo mismo sucedió con el control de los tribunales y la designación de los jueces, todos ellos electos por el “dedo omnipotente” del Teniente Coronel. En 2001, el Poder Legislativo le concedió al Ejecutivo poderes extraordinarios para legislar. Fue así como impuso 48 es decretos-leyes en temas fundamentales que van desde la propiedad de la tierra hasta el manejo del petróleo, lo cual generó gran reacción nacional y las primeras protestas masivas. En las marchas y los paros se involucraron, como pocas veces antes, la sociedad civil y la mujer venezolana. Fue un primer punto de quiebre.
Chávez se negó así a unificar al país en torno a su “proyecto nacional de cambio”. Falló en la misión principal de cualquier mandatario, como bien lo señaló Felipe González en reciente reportaje. Pelando el Cobre A partir de ese momento mostró las uñas: se dedicó más bien a imponer sus criterios en forma excluyente, a fracturar la sociedad, a sembrar odios y a fomentar, por todos los medios, la lucha de clases. Se enfrentó con la Iglesia, los empresarios, los sindicatos, los partidos políticos y los medios de comunicación. Es que bajo su concepción autocrática, concertar era una traición al ideal revolucionario. En abril de 2002 se produjo el fugaz y fracasado intento de removerlo, que irónicamente lo fortaleció. Se cometieron errores crasos: la disolución ilegal de la Asamblea Nacional y de otros poderes públicos; la falta de coordinación entre civiles y militares; no haber enviado a Chávez a Cuba, por discrepancias entre los propios militares, pues los más radicales querían que se quedara en Venezuela para ser juzgado; la ingenuidad del general Vásquez Velasco, comandante del Ejército, que de buena fe y para preservar las apariencias, se negó a cambiar al Comandante de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores y al general García Carneiro, comandante en ese entonces de una importante guarnición y hoy ministro de la Defensa… En fin, fue una triste historia. Lo que poca gente recuerda es que Chávez, durante su detención en la Isla La Orchila, se arrodilló ante el presidente de la Conferencia Episcopal y ante el cardenal Velasco y pidió perdón, demostró contrición de corazón y prometió propósitos de enmienda. Resultaron lágrimas de cocodrilo y juramentos que el viento se llevó. Otra vez en Miraflores, Chávez se echó para atrás en todo lo que había ofrecido. ¡Los revolucionarios no se arrepienten! Se negó a aceptar la relegitimación de los poderes, la revisión de las leyes y el establecimiento de una Comisión de la Verdad sobre la masacre que había precipitado su relevo. Como era de esperarse, los ánimos se caldearon. Ante esa grave situación, la OEA, el Centro Carter y el PNUD actuaron como facilitadores del acuerdo político que finalmente se logró en mayo de 2003 después de muchos meses de negociación, para centrar la salida de la crisis en la figura del referéndum revo-
catorio del mandato presidencial, figura incorporada por el chavismo en el artículo 72 de la Constitución. No sobra recordar que meses antes, la oposición había intentado sin éxito la convocatoria de un referéndum consultivo, que fue anulado por el Tribunal Supremo de Justicia y que coincidió con el final del famoso paro, tan dañino para la economía y para la causa de la oposición. A partir de allí se inició el calvario para invocar el referéndum y el propósito del régimen de Chávez de obstaculizarlo a toda costa. Se deslegitimaron en dos ocasiones los casi tres millones y medio de firmas presentados, con argucias jurídicas y procesales por parte del poder electoral de mayoría chavista. Se conocen muy bien las trampas y triquiñuelas con que el gobierno ha procedido, el enfrentamiento entre las salas electoral y constitucional, y la decisión final de esta última de imponer arbitrariamente su voluntad para frenar el referendo. Con razón se dice que seis personas, tres de la Corte Electoral y tres de la Sala Constitucional, forman, junto con su comandante Chávez, la nueva dictadura venezolana. Una Olla de Presión Todo esto ha sumido a Venezuela en nuevas y graves tensiones y protestas callejeras de las fuerzas de la oposición, y en el inicio de una desproporcionada represión gubernamental, causante de muchas muertes, cerca de 1.400 heridos y centenares de detenidos que han sufrido maltratos y torturas como lo denuncian tantos venezolanos y las organizaciones de derechos humanos. Por supuesto, también hay desaparecidos. La represión evidencia el desespero del gobierno y sus métodos violentos e ilegales acentúan el desconocimiento del estado de derecho. Los áulicos del oficialismo han cerrado filas al lado del caudillo para defender su “proceso” sin reparar en los métodos para lograrlo. Los fines justifican los medios, como en casi toda revolución. No se podía de forma alguna repetir el error de los sandinistas. ¿Qué recursos ha utilizado Hugo Chávez para tratar de atornillarse en la silla presidencial? Después de abril de 2002 decapitó a las Fuerzas Armadas (FAN), pasó retiro a cientos de altos oficiales e inició una política de ascensos en función de la lealtad y no de los méritos. Las FAN actúan ahora como un brazo político armado, y sus lí>> SIGUE ARDE pág. 3
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<< VIENE ARDE pág. 2 deres hablan como voceros del chavismo, además de promover despiadadas represiones contra un pueblo disidente que protesta ante las arbitrariedades del gobierno. De otro lado, Chávez impuso la politización de Petróleos de Venezuela (PDVSA), principal fuente de ingresos fiscales del Estado, expulsó a 20.000 trabajadores que se sumaron a la huelga a comienzos del año pasado, y la convirtió en dependencia oficialista y en caja menor para el proselitismo político. Como si fuera poco, Chávez y el vicepresidente Rangel han acentuado la presión sobre los órganos del poder público para asegurar su apoyo incondicional. Además, al fracasar en la intimidación contra funcionarios públicos para que no suscribieran la solicitud del referéndum, desató una cacería de brujas contra los que firmaron: han sido despedidos bajo la acusación de que firmar era un acto de subversión, convirtiéndose de manera insólita un recurso constitucional en un delito. Todo aquel que firmó es un ciudadano de segunda, privado de sus derechos: no pueden contratar con el Estado y a muchos se les ha negado hasta el pasaporte. Los golpistas de 1992 acusan hoy a los disidentes de terrorismo y de golpismo. ¡Vaya ironía! Hace pocos días se dictó orden de detención contra el alcalde Henrique Capriles, uno de los más jóvenes y destacados líderes del Partido Primero Justicia y quien junto a otros dirigentes como Carlos Melo, militares y cientos de jóvenes detenidos, son víctimas de las represalias y políticas de terror desatadas para acallar la ira de la población venezolana, que ve frustrado su anhelo de encontrar una solución pacífica, democrática y electoral, como lo proclamó la Resolución 833 de la OEA. En el seno de las Fuerzas Armadas la situación es grave, muy grave. No sólo por la purga y la politización, sino también por los planes de convertirla en una fuerza miliciana y adoctrinada. Hoy, el número de hombres incorporado al 7º Cuerpo de Reservistas de las FAN llega a 60.000, subirá a 150.000 a finales de este año, y los planes anunciados son incrementarlo a por lo menos 500.000 hombres. Es decir, en pocos meses el contingente regular en las FAN será
inferior al de los mercenarios, ocho mil de los cuales han sido entrenados en Cuba y otros en campamentos especiales en Venezuela. De Tumbo en Tumbo En materia económica, el gobierno de Chávez ha sido un estrepitoso fracaso. Estableció control de precios y un rígido control de cambios que ha manejado con absoluto interés político. Ha estimulado la creación de gremios paralelos, mientras que la mortalidad empresarial creció vertiginosamente. Sólo en el sector manufacturero el número de empresas es 55% inferior al que existía en 1998, y otro tanto ocurre en el sector terciario, sin contar la caída de la inversión, que hoy no representa ni el 2% del PIB, que a su vez ha decrecido en 20% en los dos últimos años. El desempleo se desató, en más de la mitad de la población entró a la informalidad, la inflación creció como espuma, el bolívar se desplomó… Todo esto en una situación de bonanza petrolera. En materia de política internacional se han estrechado cada vez más las relaciones con Cuba (Chávez acaba de nombrar a su hermano como embajador en La Habana) y con países árabes fundamentalistas. La hostilidad contra los Estados Unidos se exacerba día a día, ya no sólo con insultos personales de alto calibre contra el presidente Bush y su gobierno, sino con amenazas de cortar el suministro de petróleo y denuncias de intervención en los asuntos internos. Con Chile las relaciones estuvieron a punto de ruptura ante la imprudente decisión de Chávez de enarbolar la bandera de la salida al mar de Bolivia, hasta que la intervención de los presidentes Lula y Kirchner lo obligó a silenciar sus arengas. Muchos chilenos hablan también de la intervención de dinero chavista en el paro de los educadores contra el presidente Lagos. Con la República Dominicana, Chávez también utilizó el petróleo como instrumento de chantaje. Con Costa Rica, España y México, las relaciones han sufrido un indudable deterioro. En el juego demagógico, Chávez ha tratado de ganarse la voluntad de los países del Caricom con su inagotable chequera petrolera y modificando la tradicional posición venezolana sobre la explotación de la Guayana Esequiba —previen-
do un eventual debate sobre la situación venezolana en la OEA—, lo cual le ha merecido duras críticas internas. Y a propósito de la OEA, es pertinente señalar lo que dice Humberto De la Calle, quien presidió las sesiones de discusión de la Carta Democrática Interamericana: “Es claro que a Chávez no le gustó nunca la idea de una Carta Democrática. Sentía que en el futuro podía serle aplicada a su Gobierno. Jugó con mucha habilidad bajo la batuta del embajador Valero, curtido y avezado negociador que se dio sus mañas para no aparecer de frente en contra de la idea. Cada día surgía una objeción, un reparo, una inquietud. Primero objetaron la mención exclusiva de la democracia representativa como eje central de la Carta, argumentando que su democracia era participativa, copiada por cierto de Colombia, como lo reconoció el canciller Dávila. Luego vino el elemento crucial, el de los procedimientos para excluir a un gobierno del sistema interamericano en caso de una ruptura del orden constitucional. La innovación era que la sanción sería aplicable no sólo frente al golpe de estado clásico sino en caso de auto-golpes, abiertos o sutiles, constituidos estos últimos por la violación de elementos democráticos esenciales como la libertad de prensa o la autonomía de las Cortes. Venezuela puso toda suerte de frenos y cortapisas. Finalmente se logró el consenso, en gran medida porque la reunión de Lima coincidió con el fatídico 9/11 lo que obligó a abreviar al máximo la discusión por el regreso de Powell a Washington, cancelando de paso su visita a Colombia”. Los Socios del Plan Por otro lado, la relación con los grupos radicales de América Latina se incrementa día a día. Las manos de Chávez estuvieron presentes en Bolivia en apoyo al movimiento cocalero que llevó a la renuncia del presidente Sánchez de Lozada. En agosto de 2003, en el marco de una visita de Chávez a Paraguay, Uruguay y Argentina, éste expresó que Venezuela estaba presente en América del Sur con su proyecto revolucionario. En el marco del Congreso Anfictiónico Bolivariano, realizado en Buenos Aires en noviembre del año pasado, se incorporó a su seno por iniciativa de Chávez a los movimientos Sin Tierra del Brasil, a los Piqueteros argentinos, a los de Evo Morales y Felipe Quispe (Pachacuti) en Bolivia, al Pachakutek de Ecuador y a otros grupos revolucionarios del continente. A todo esto se añaden las excelentes relaciones que Chávez mantiene con el MLN de Uruguay, el Ollanta del Perú, el sandinismo de Nicaragua, el Frente Farabundo Martí de El Salvador y el Rafael Alegría de Honduras, y por supuesto la amistad y el apoyo brindado a las Farc y el Eln en Colombia.
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Los recursos y respaldo a esos movimientos forman parte medular de las estrategias de Chávez para la región. Los abundantes ingresos producto de los altos precios del petróleo y la total falta de control en cómo gastarlos, lo facilitan. ¡Oh coincidencia!, nombró a Lenin Ramírez Sánchez, hermano del famoso terrorista “El Chacal”, director en el Ministerio de Minas, y a Alí Rodríguez, un radical agitador político, ni más ni menos que en la presidencia de PDVSA. Por otro lado, las exportaciones de petróleo a Cuba por encima de su consumo doméstico, permiten triangular los excedentes hacia estos movimientos por los canales secretos que Fidel conoce tan bien. Cerrando el Cerco De otra parte, Chávez alista la aprobación de leyes que permitirán legitimar la dictadura en Venezuela tras lograr que las leyes orgánicas se aprueben por mayoría simple en la Asamblea. Estas incluyen leyes como la del Tribunal Supremo de Justicia para consolidar el dominio del organismo, la Ley de Contenidos (Ley Mordaza) contra los medios, las leyes “Antiterroristas” o de “Propaganda de Guerra” para eliminar la disidencia, y la Ley de Policía Nacional para suprimir las autónomas policías estatales y municipales y crear un cuerpo controlado políticamente por el gobierno central. Chávez niega o restringe recursos a gobernadores y alcaldes que no comparten la línea oficialista. Muchos temen que el régimen prepara un fraude electrónico para las próximas elecciones regionales, donde ya hay tres militares de candidatos a importantes gobernaciones, al contratar una firma de procesamiento de datos de dudosa solvencia. ¡Es fundamental sacar a los representantes de la oposición de cualquier posición de mando y asumir el control absoluto del poder! En las etapas siguientes del proceso revolucionario, las piezas fundamentales son la profundización —con apoyo cubano— de las llamadas misiones “Robinson”, “Barrio Adentro”, “Sucre” y “Vuelvan Caras”, todas de aparente contenido social y educativo pero de alta factura político-ideológica. Se trata de un componente de la fase de radicalización del proceso revolucionario, que incluye la materialización de la ruptura social, de los planes de confrontación FAN-Círculos BolivarianosCuerpos Paramilitares, la implantación de las leyes revolucionarias, el control de los factores de producción, y la confiscación de tierras, de los medios de comunicación y de la propiedad privada. Respecto del papel esperado de las FAN, hay que reconocer que está mediatizada, vigilada por comisarios políticos y su capacidad operativa está sensiblemente disminuida. Se estima que un 25% de la oficialidad está con Chávez, y un 25% en
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contra, y que el otro 50% asume la postura de cuidar sus carreras y privilegios, pues Chávez les ha concedido bonos, jugosos aumentos de sueldos y toda clase de beneficios. En el seno de la sociedad civil, la correlación se mantiene en dos tercios en contra, y un tercio en favor, pero en ese tercio hay grupos armados, beneficiarios del reparto y beligerantes como pocos. ¿Segundo Punto de Quiebre? Ante ese cuadro, si se consolida el desconocimiento del referéndum como es de prever, se exacerbará la confrontación interna y se podría llevar a Venezuela hacia una guerra fratricida. Ante la negativa de Chávez a medirse por vías constitucionales y respetar las reglas del juego, el recurso que muchos proclaman es la resistencia activa y la desobediencia civil, camino impredecible hacia el cual Chávez empuja inexorablemente al país. Por lo demás, la población percibe que las dos banderas que enarboló Chávez —la lucha contra la pobreza y contra la corrupción— han sido burladas, y que el totalitarismo antidemocrático es ya una realidad, apenas matizada con barnices de una legalidad maniatada e ilegítima.
El proceder de la oposición ha sido en general pacifista, frente a tácticas no convencionales del oficialismo, lo cual plantea —utilizando la jerga estratégica— un contraste de visiones simétricas vs. asimétricas. La oposición tiene el reto de aglutinarse y organizarse mejor, mientras que el régimen chavista va traspasando la “franja amarilla” de la tolerancia y conduce al país hacia etapas más complejas e inciertas, que a muchos hacen predecir salidas cruentas. Por las razones expuestas, se descarta un papel proactivo de las Fuerzas Armadas. El cuadro descrito es grave, amenazante y apenas emerge como la punta de un inmenso iceberg. Ello debe significar un grito de alerta para las organizaciones democráticas del continente y motivar un análisis y seguimiento más cercano y comprometido del caso venezolano, no sólo como expresión de solidaridad con el pueblo hermano, que sufre hondamente los efectos de un totalitarismo que aún no ha tocado fondo, sino incluso por razones de supervivencia. Soldado avisado no muere en guerra. Chávez ha dicho que viene la internacionalización de la revolución bolivariana. Para ello cuenta con ingentes recursos y aliados en Cuba, en el mundo árabe y en los movimientos radicales e indigenistas de América Latina, que ven en el eje Caracas-La Habana la posibilidad de materializar las viejas aspiraciones de una América revolucionaria. Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga, como acostumbra señalar reiteradamente Chávez en sus interminables y tediosas proclamas en ¡Aló Presidente!
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Crónica de la tensa negociación en La Habana Autor: Nación Publicado: semana.com Fecha: 2015/06/27 www.semana.com
Estas son las rutinas, los miedos, las percepciones, la sicología y las estrategias que rodean a los negociadores del gobierno y las Farc. En febrero pasado, cuando Kofi Annan estuvo en La Habana, les dio un consejo a los miembros plenipotenciarios de la Mesa de Conversaciones: que compartieran más espacios informales, a lo mejor un partido de fútbol, o una tarde en la playa, o un almuerzo de domingo. Seguramente lo que buscaba Annan es que entre guerrilleros y miembros del gobierno aflorara el factor humano que fue definitivo por ejemplo en Sudáfrica, hace dos décadas, cuando en plenas negociaciones Mandela y De Klerk salían a pescar o hablaban de sus nietos, para tender puentes de humanidad. Para pasar de tratarse como enemigos, a tratarse como adversarios. Pero ni siquiera la Copa América ha hecho que las delegaciones suden juntos la camiseta de la Selección Colombia. Cada delegación celebra de manera aislada los goles, en casas a las que las separan apenas unos metros. Dos años después de haber iniciado las conversaciones y con 38 rondas agotadas, esto es 450 días de estar juntos, todavía se tratan como alienígenas de planetas diferentes. En 20 meses solo han tenido dos cenas informales, con coctel incluido, en casa del embajador de Noruega. El fantasma del Caguán sigue vivo y el miedo a compartir un whisky o un trago de ron es latente. Planetas distintos Gobierno y guerrilla se alojan en El Laguito, un lujoso complejo de 100 mansiones donde vivían los millonarios cubanos y extranjeros en la época del dictador Fulgencio Batista, hoy convertido en casas de protocolo para diplomáticos. El gobierno colombiano ocupa tres casas, una para los plenipotenciarios, y dos para asesores. El equipo negociador desayuna y almuerza junto todos los días durante el ciclo. Cada uno tiene sus añoranzas en materia de comida. El general Jorge Enrique Mora lleva en una nevera de icopor lechugas frescas sembradas por su nuera en Tabio. “Es como un caviar en La Habana”, dice uno de los delegados. Sergio Jaramillo, por su parte, siempre carga un frasco de tabasco en su maleta, pues en Cuba no se encuentra mucho el picante. Mientras Frank Pearl carga con sus cereales, y De la Calle algunos vegetales pues sigue una dieta rigurosa baja en grasa y harinas. Para los miembros del go-
bierno, ir a Cuba es un sacrificio personal, extrañan sus casas, la vida privada y las familias después de casi tres años de negociación. No tienen lujos y aunque salen a veces a cenar o a beberse un trago o comprar antigüedades, la vida en general es de claustro: lectura, ejercicio, diálogo y, claro, negociación. La delegación de las Farc, por su parte, vive en tres casas, la principal es llamada Casa de Piedra, una construcción gigante que fue del hijo de Batista y donde, por cierto, se negoció durante la fase confidencial del proceso. Ellos mismos cocinan y tienen la vida colectiva de un campamento, aunque con menos rigor. A las seis todos están en pie, desayunan y a las siete de la mañana hacen una reunión para poner en común lo que se hará ese día, quién leerá el comunicado ante la prensa. Las salidas de El Laguito exigen un aviso a la seguridad cubana, encargada de protegerlos, y suele hacerse, para los ciclos, en carros oficiales de alta gama, tanto para el gobierno como para la guerrilla. A pesar de que los cubanos han sido excelentes anfitriones, unos y otros se sienten lejos de casa. Cuentan que por ejemplo los ‘abuelos’ de las Farc que están allí, como Isaías Trujillo, se aburren mucho y añoran la selva. Aunque para los guerrilleros ir a Cuba ha sido una oportunidad de escapar a la amenaza constante de la muerte y tratarse las dolencias que han producido los rigores de la selva tropical. La diabetes es la dolencia más común, así como los problemas de próstata, en el caso de los hombres veteranos. Casi todos hacen deporte en las tardes. Los miembros de las Farc juegan fútbol –especialmente ‘Marcos Calarcá’ y ‘Rodrigo Granda’–, y otros como ‘Iván Márquez’ prefieren la bicicleta para aprovechar los 1.2 kilómetros de diámetro que tiene El Laguito, afición que tiene en común pero no a las mismas horas con el negociador Frank Pearl. Algunos del gobierno como De la Calle y Mora van al gimnasio. Hasta ahora las delegaciones no han hecho ni un partido ni una carrera juntos. Es más, salvo las sentadas a negociar no han hecho casi nada juntos. Los de las Farc han ido ampliando su delegación de acuerdo con las necesidades de la Mesa, y al que se sale de la disciplina impuesta por la delegación lo mandan a hacer pedagogía a las selvas, como ocurrió, al parecer, con ‘Andrés París’. Otros son devueltos cuando han cumplido tareas puntuales en La Habana. Es lo que ocurrió con ‘Jairo Martínez’ y ‘Emiro’, quienes regresaron a Colombia en octubre y encontraron la muerte en mayo pasado en sendos bombardeos del Ejército en Chocó y Cauca. Ese día hubo llanto y do-
lor en la casa de las Farc. “Uno no se acostumbra a la muerte”, dicen. También vivieron con intensa tristeza la muerte de alias Becerro, en marzo, pues era uno de los más antiguos militantes de esa guerrilla, tanto que se incorporó el mismo día que lo hizo ‘Timochenko’ hace ya cuatro décadas. Ambas delegaciones tienen internet, televisión por cable y leen mucho. Muchos de ellos, como Yira Castro, o Alexandra Nariño, o el propio ‘Pastor Álape’ tienen cuentas de Twitter que usan con frecuencia. El Facebook ha sido un descubrimiento para algunos de ellos que han logrado encontrar a familiares a través de esta red. En las tardes el jefe guerrillero Carlos Antonio Lozada les da clases de lecto-escritura a los guerrilleros que tienen menos escolaridad. Aunque sus salidas son restringidas, ellos pueden recorrer La Habana, en bus o taxi. Alguno de ellos se manifestó confundido con lo que ha visto en las barriadas, la pobreza y la escasez. ¿Este es el socialismo por el que luchamos nosotros?, se pregunta con asombro. En el caso del gobierno es muy diferente. Mientras los guerrilleros llevan 40 años juntos, comparten una historia y un ideario en común, estos apenas si se conocían entre ellos antes de empezar a convivir en una especie de ‘casa estudio’. Hay respeto pero no familiaridad. O por lo menos no entre todos. Aunque han aprendido a conocerse y a tolerarse. Cuando hay tensiones fuertes los rumores llegan hasta el presidente, quien también ha usado la fórmula de mandar a hacer pedagogía como le ocurrió al general Mora. Días en los que lo extrañaron sus colegas porque no solo lo respetan por su trayectoria sino por su sentido del humor. Y días, también, en que su ausencia generó todo tipo de preocupaciones en varios círculos de poder en Colombia que ven en el general un factor determinante para la generación de confianza en el proceso. La guerrilla percibe a la delegación del gobierno como aristocrática y digna representante del Establecimiento. Esta idea se reforzó con la llegada de la canciller María Ángela Holguín y el empresario Gonzalo Restrepo, quienes para la delegación del gobierno en cambio han significado un aire fresco. De la Calle es muy respetado, y Sergio Jaramillo considerado un hombre lejano y misterioso. Fluyen mejor las relaciones con Mora y Naranjo, porque posiblemente son menos ‘aristócratas’ y menos políticos, y porque vienen directamente de la guerra. La delegación del gobierno, por su parte, sufre con el estilo acartonado y retórico de ‘Márquez’, al que de todos modos lo reconocen como estrate-
ga; y la radicalidad de ‘Santrich’, de quien destacan su inteligencia. ‘Santrich’ además de ideólogo en todo el sentido del término es músico –toca flauta y saxofón– y pintor. Hasta ahora había reinado entre las dos delegaciones el respeto, la prudencia y la reserva sobre lo que opinan unos y otros. Episodios como el de esta semana en el que Jaramillo trató de cínicas a las Farc, y el posterior reclamo de estas, no se habían presentado, y son muestra del deterioro de la confianza entre las partes. ¿Cómo se negocia? Cada ciclo dura 12 días, de los cuales se trabajan tres y se ‘descansa’ uno. En realidad, ese día de intermedio se hacen reuniones, se preparan documentos, se lee y escucha a invitados especiales. Las sesiones comienzan a las ocho y media o nueve de la mañana. En la mesa se sientan rigurosamente de un lado el gobierno y del otro las Farc. Trabajan hasta la una de la tarde, y luego del almuerzo cada delegación prepara lo suyo para el día siguiente. Pocas veces hay mesa plena, pues cada vez más se trabaja en subcomisiones. Las más constantes son la subcomisión técnica para la finalización del conflicto, compuesta por seis generales, encabezados por el general Javier Flórez, y en la que participan ‘Carlos Antonio Lozada’ y ‘Romaña’. Esta avanza rápido, de manera paralela a la mesa de plenipotenciarios y, según ambas partes, se ha construido un lenguaje común. Pero esta subcomisión no decide nada y con frecuencia los acuerdos a los que llegan son devueltos o frenados por los plenipotenciarios. El esfuerzo actual es por encontrar fórmulas para volver a desescalar el conflicto, ya que ambas partes saben que negociar bajo fuego se está volviendo insostenible, y hasta allí llegan los vientos de pesimismo que hay en el país. Según un miembro de las Farc, hay que buscar una fórmula audaz, que sea superior a lo que se tenía antes de mayo, cuando el cese unilateral había bajado la intensidad del conflicto a niveles históricos. La otra subcomisión constante es la de género que cada vez cobra más relieve, especialmente por el peso que tiene en la comunidad internacional. Ese se puede decir que es el enano que se creció en La Habana. Tanto Victoria Sandino, de las Farc, como María Paulina Riveros, del gobierno, han encontrado muchas más coincidencias que desacuerdos en materia de violencias de género y en asuntos como la participación de las mujeres en todos los espacios de las conversaciones y de un eventual posconflicto. Otro enano que se creció es el noticiero que producen los guerrilleros cada semana, y
que aunque empezó de manera rudimentaria se ha ido sofisticando. Se podría decir que por lo menos una cuarta parte de la delegación de las Farc se dedica a labores de comunicación y propaganda. Los plenipotenciarios trabajan desde hace meses, para avanzar más rápido, en grupos de dos por dos, tres por tres o cuatro por cuatro; con miembros de un lado y otro, donde se preacuerdan aspectos que luego se llevan a la mesa en pleno. Suele pasar mucho tiempo en intercambios de ideas antes de que cada una de las partes presente su propio documento. Y sobre la base de sendos documentos empiezan a construirse los acuerdos. Cada vez que se acuerda algo se va redactando. La redacción, que es lo más difícil y crítico, está a cargo, casi siempre, de Sergio Jaramillo y de ‘Jesús Santrich’, por parte de las Farc, quien se ayuda de un programa de computador que lee su voz. Filólogo el uno, abogado el otro, discuten cada palabra, cada concepto para que nada quede al azar. En el anterior ciclo (el 37), en medio de la crisis del proceso se logró un avance sobre la Comisión de la Verdad porque se trabajó de largo dos días hasta lograr un contenido digno de presentar ante el país. La regla de que nada de la guerra afecte el proceso se ha cumplido, al parecer, en un racional pragmatismo que para algunos raya en la insensibilidad. Cuando los guerrilleros de las Farc mataron a 11 soldados en Cauca, violando su propio cese del fuego, los comandantes de las Farc no se atrevieron a hablar del tema. Del otro lado tampoco hubo reclamos. Solo en la subcomisión técnica para el fin del conflicto, los guerrilleros dijeron que lamentaban esas muertes, que eran parte de la guerra que querían acabar. Luego, cuando las Fuerzas Militares mataron a 40 guerrilleros en una racha de bombardeos tampoco hubo disculpas ni reclamos. Apenas en los pasillos, mientras tomaban el tinto de la media mañana, hubo un par de condolencias y la reafirmación, de nuevo, de que hay que terminar la guerra. Estos episodios, más la ola de sabotajes reciente, han sembrado una gran cizaña en la Mesa, que amenaza con tragarse todo lo construido hasta ahora. Será difícil seguir adelante mientras el país se inunda de sangre y los ríos de petróleo. Los miembros de cada delegación han vuelto a verse como enemigos en guerra y no como adversarios políticos. Algo que de alguna manera ya se había logrado. Y los puentes de humanidad que ayudan a la política, a los que tanto apeló Kofi Annan haciendo referencia al proceso de Sudáfrica, están más lejanos que nunca.
Edición 551
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Ningún buen patriota queda sin castigo en Colombia Autor: Mary O’Grady Publicado en: lat.wsj.com Domingo, 28 de Junio de 2015 www.lat.wsj.com
Alfonso Plazas Vega es un coronel del Ejército retirado que estuvo al frente de la Dirección Nacional de Estupefacientes de Colombia. Cumple una condena de 30 años por la desaparición de dos personas que presuntamente se encontraban dentro del Palacio de Justicia en Bogotá cuando fue atacado por el M-19, un grupo guerrillero marxista respaldado por Cuba, en 1985. En 2011, la declaración del testigo clave usada para condenar al coronel Plazas quedó expuesta como fraudulenta, pero a eso me referiré más adelante. En diciembre, un juez penal de la Corte Suprema que tenía la tarea de revisar los hechos en la apelación recomendó que Plazas fuera liberado y declarado inocente. Sin embargo, siete meses después, sigue detenido en una base militar en Bogotá, donde lo entrevisté en febrero. El caso Plazas sugiere que un patrón de testimonios falsos y abusos de la fiscalía se han empleado en los juzgados colombianos para condenar a oficiales
del ejército que luchan contra el narcoterrorismo. Su condena es también útil para aquellos que buscan un acuerdo de paz con los terroristas de las Farc en La Habana, ya que apoya su engañoso argumento de que los militares son igualmente culpables de cometer atrocidades. El 6 de noviembre de 1985, la Corte Suprema de Colombia estaba reunida en el Palacio de Justicia en Bogotá para decidir si la extradición de los capos de la droga a Estados Unidos era permitida por la Constitución. El M-19, burló la seguridad y tomó como rehenes a los magistrados y a otros que estaban en el edificio. El coronel Plazas lideró la operación de rescate con la que el Ejército irrumpió en el Palacio, conduciendo un tanque de guerra por la puerta principal. Los guerrilleros llamaron a una emisora de radio exigiendo que el entonces presidente, Belisario Betancur, diera la orden de cese al fuego a las tropas. Luego, ejecutaron al presidente de la corte al aire. Durante la confrontación, los rebeldes prendieron fuego a los archivos de la corte y pronto un incendio
de grandes proporciones se expandió por el edificio. Había más de 360 personas en el Palacio al inicio del día. Cerca de cien murieron en el incendio o fueron ejecutadas por los guerrilleros. Las otras fueron rescatadas por el Ejército. El coronel Plazas fue elogiado por su coraje. Fue un duro golpe para el M-19, que perdió a su comandante durante la batalla. En 1990, el grupo firmó un acuerdo de paz con el gobierno, con el que obtuvo un indulto general por sus horrorosos crímenes y el derecho a formar un partido político. El bajo mundo, alimentado por el consumo estadounidense de cocaína, siguió prosperando. Plazas se retiró del Ejército y encabezó la Dirección Nacional de Estupefacientes entre 2002 y 2004. Se ganó una reputación por aplicar enérgicamente las leyes de incautación colombianas contra los traficantes de drogas. Según informes de prensa, decomisó bienes valorados en cerca de US$100 millones. Plazas fue detenido en 2007 y condenado en 2010. La fiscal Ángela María Buitrago se apoyó
fuertemente en un documento que dijo era el testimonio del soldado Edgar Villamizar, quien aseguraba que estuvo presente cuando el coronel Plazas dio la orden de asesinar a civiles rescatados del Palacio. Según informes de prensa, a la parte defensora no se le permitió reunirse con Villamizar, ni mucho menos interrogarlo durante el juicio. No obstante, el periodista Ricardo Puentes Melo encontró y entrevistó a Villamizar. Puentes llevó a Villamizar a un popular programa de radio de Bogotá, donde dijo que estaba en una base militar en el departamento del Meta, y no en el Palacio de Justicia, el día del ataque del M-19. Registros militares presentados en el tribunal durante el juicio en 2009 habían confirmado esto, pero el juez los ignoró. Villamizar también le dijo a Puentes que nunca había conocido al coronel Plazas, nunca presentó declaración ante Buitrago y que nunca había firmado ningún testimonio acusando al coronel Plazas. El soldado aseguró que la fiscalía le había advertido que se man-
Colombia gira en torno a la Mesa de La Habana, dice en tono triunfal, “Horacio Duque”, uno de los ideólogos de Anncol, el portal que las Farc emiten desde Suecia. Razón no le falta.
Santos prisionero de las Farc Autor: Darío Acevedo Carmona Publicado en: El Espectador Fecha: 13/07/2015 www.elespectador.com
La estrategia fariana se impone gradual e inexorablemente. Consiste en burlar las condiciones acordadas, darle un nombre diferente a los hechos, decir una cosa en la Mesa y otra ante los medios y la opinión pública. Si hay un cerebro detrás de todo lo que han logrado a lo largo de estos tres años, habría que reconocerle un alto grado de lucidez. Han combinado a la perfección el ataque con la defensa, dosifican el dolor aumentándolo o disminuyéndolo según las circunstancias. Confunden al rival y lo van arrinconando, cediendo en punticos sin trascendencia y siendo intransigentes en los temas nodulares. Una pizca de sensatez y bultos de cinismo. Lo primero que ganaron fue ampliar la agenda de cinco puntos a la totalidad de la Agenda Nacional. De nada vale que los negociadores oficiales y el pre-
sidente Santos digan que eso no es cierto. Lo es, y lo grave es que ya parece irreversible. Lo segundo es que lograron poner de parte de su consigna de cese bilateral del fuego a las Naciones Unidas y a los países “garantes”, la primera a través del atrevido y ofensivo escrito de su delegado Fabrizio Hoschschild (eltiempo.com 07/07/2015) y los segundos rompiendo descaradamente su condición de neutralidad. Ninguno de ellos hizo condena explícita de la reciente ofensiva terrorista de las Farc y los terribles daños causados al medio ambiente y a la población civil. En tercer lugar, por vía de sus chantajistas acciones de terror, lograron cambiar la discusión sobre Justicia, en la que no estaban saliendo bien librados, por el del cese bilateral, que es, precisamente, uno de los fines de su “ofensiva”. Y en cuarto lugar, les está saliendo a las mil maravillas, gracias a la debilidad y a las ambivalencias del Gobierno, la dosi-
ficación del dolor. Para entender lo que hacen, es necesario que dejemos de ver sus “gestos” (cese unilateral) como demostración de “voluntad de paz”. El cese del fuego inicial tuvo, en principio, móviles electorales. Jugaron a favor de la candidatura Santos calculando que con él obtendrían muchísimo más que con Zuluaga. Con la matanza de soldados en el Cauca provocaron su ruptura a sabiendas de que llevaría a una fuerte respuesta. La reanudación de los bombardeos oficiales se convirtió entonces en la excusa para la andanada desatada. Ante el intenso clamor de los colombianos contra los atropellos, sacaron a relucir su as bajo la manga, el cese bilateral, alegando que la culpa de sus acciones terroristas es del gobierno por no aceptarlo. Se salen así del libreto acordado en principio. Colocan a la defensiva a quienes se oponen al cese bilateral tildándolos de guerreristas. Entonces, para pasar por voluntariosos, sacan el puñal que nos
tenían enterrado y lo dejan a flor de piel en la herida abierta. Ganaron para su punto de vista a la ONU y a los países garantes, que gracias a Santos les dan trato de contraparte. Internamente pusieron en función el aparataje civil y con la bandera del cese bilateral, congresos del pueblo, marchas patrióticas, comisiones de paz, colectivos de derechos humanos, conferencias arzobispales, chamanes, dictadores que posan de demócratas, teólogos y columnistas que más parecen quintacolumnistas, quieren opacar con bulla y banderas blancas el descrédito que tienen hoy la guerrilla, el presidente Santos y el proceso de conversaciones. En su táctica, proceden al estilo mafioso de Pablo Escobar, agudizando al máximo el sufrimiento para que se acepten sus propuestas como “gestos de paz”. De otro lado, el Gobierno es cada vez más prisionero de los tiempos, de las encuestas y de la cercanía de las elecciones,
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tuviera callado durante el juicio. La fiscalía dice que Villamizar cambió su relato. Sin embargo, fue claro que no podía haber estado presente durante la toma del Palacio. Hace dos semanas, se informó que Villamizar murió repentinamente de un paro cardiaco. Hay muchas otras circunstancias extrañas que rodean este caso. Grupos de derechos humanos alegaron inicialmente que el Ejército “desapareció” a 12 personas. Sin embargo, el gobierno, no los militares, había enterrado rápidamente en una fosa común a muchas víctimas no identificadas encontradas dentro del edificio. De acuerdo con una entrevista que Puentes hizo con el jefe de antropología de la Universidad Nacional, cuando los cuerpos fueron exhumados bajo su dirección a partir de 1998, 27 fueron retenidos por el fiscal general. Pruebas posteriores de ADN en uno de esos cuerpos fueron dadas a conocer y mostraban que pertenecía a una de las presuntas víctimas “desaparecidas”. La fiscalía general nunca suministró un informe completo de ADN de los otros. Esa y muchas otras inconsistencias obligaron a los tres jueces del Tribunal Superior de Bogotá a reducir en 2012 el número que Plazas presuntamente “desapareció” a dos. Una era una integrante del M-19, quien si hubiera salido del edificio habría sido interrogada por el servicio de inteligencia, no Plazas. las guerrillas saben que cuando Santos dice “no” es porque al final dirá “sí” y ni se inmutan ante las bravuconadas del doctor De la Calle. Ya llegaron con la nueva dosis, declaran cese unilateral de un mes, al cabo del cual, retornarán a sus andanzas si no se acoge el “cese bilateral” y amenazarán sabotear las elecciones regionales. Atrás quedaron los destrozos o “consecuencias indeseables” de sus actos “heroicos”, “humanitarios”, “ecológicos” y “pacifistas” contra la población civil. Pocas y tímidas voces críticas contra ellos en la nueva retórica del cese bilateral. Lo malo del terrorismo, según hemos leído en algunos escribanos, es que fortalece a la extrema derecha. Las Farc tienen bien asida la manija del proceso de La Habana. Santos acaba de sellar en Medellín (10/07/201) su posición claudicante al decir que la guerrilla no será derrotada por la vía militar, ofendiendo de paso a las FF. MM. de las que se supone es el máximo comandante (nunca los jefes de la guerrilla han dicho que no podrán derrotar al Estado). Santos, al confesar su derrotismo, parece estar justificando la firma del cese bilateral en las condiciones de las Farc con tal de que el título del documento diga “Acuerdo para la Paz de Colombia”.
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SEPARATA MEDIOS/ julio 2015
Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al Congreso Jaime Eduardo Botero Gómez Publicado en: verdadcolombia.org Fecha: 25 de junio de 2015 www.verdadcolombia.org
En una emisora colombiana, el 24 de junio de 2015, después de entrevistar a José Miguel Vivanco, con motivo del último informe de Human Rights Watch (HRW) sobre falsos positivos en Colombia, un refrito infame que se publica periódicamente cada que se requiere un impacto mediático, y a propósito de la “coincidente” noticia, del día anterior, en la que afirma la Fiscalía que llamó a dar explicaciones a cuatro generales, entre ellos al general Mario Montoya, excomandante del Ejército, los periodistas de la emisora se despacharon a gusto contra los
oficiales sin ocultar, ni un poco, su odio contra los militares. Frases como “es claro que hubo una política de conteo de cuerpos” y otras infames afirmaciones, sirven de refuerzo a la campaña de desprestigio que, de tanto en tanto, presenta un nuevo aberrante capítulo en esta historia que busca derrotar jurídica y mediáticamente a las FF.MM., acabar con la moral de las tropas, deslegitimar a la institución militar y con ello socavar el apoyo y la confianza que siempre han tenido entre la población. Por años las FF.MM. han ocupado el primer lugar de favorabilidad y aprecio de los colombianos, en las encuestas que se hacen periódicamente. Buena parte de las afirmaciones hechas por HRW están basadas, en acusaciones hechas por
el coronel retirado Robinson González del Rio, de quien se sabe tiene mala reputación y ha reconocido la Fiscalía que se ha descubierto que muchas de sus afirmaciones son falsas, este es, ni más ni menos, otro de esos presuntos delincuentes, que en la búsqueda de beneficios jurídicos, enlodan a todo aquel que pueda parecer un buen botín para la justicia. Le escuchamos decir a Vivanco, curiosamente coincide de nuevo con las afirmaciones de la Fiscalía, que los militares investigados por los “falsos positivos” no pueden ser objeto de la justicia transicional en el proceso de paz. Los periodistas afirmaban que los generales mencionados, por el hecho de haber sido comandantes, deben responder por los presuntos delitos cometidos por algunos de los hombres bajo su mando. Recientemente supimos que la Corte Suprema de Justicia ratificó una absolución, dada por un Tribunal en Medellín a ‘Timochenko’ y a ‘Iván Márquez’, por el delito de reclutamiento forzado de menores, dice parte del fallo: “Se absolvió a los procesados del delito objeto de acusación, al aplicar el principio de resolución de duda en su favor ante los vacíos probatorios al no haberse esclare-
cido quienes, cómo, y dónde habían reclutado los menores”, cuando es una “verdad sabida”, como que hay un Dios, que las Farc tienen en sus filas a miles de niños y niñas, reclutados a la fuerza, vejados sexualmente y utilizados como escudos humanos contra las tropas del Ejército Nacional. Pero en cambio sorprende que, por ejemplo, sean condenados sin pruebas que vinculen directamente a ciertos militares, por el hecho de haber sido comandantes o incluso sin serlo de ciertas zonas, veamos algunos ejemplos: El coronel retirado Alfonso Plazas Vega fue condenando a 30 años de cárcel, bajo la teoría de la responsabilidad mediata (por comandar una operación) de unas desapariciones de las cuales no hay una sola prueba, en contrario si se afirmó, por el Tribunal Especial de Instrucción que investigó los hechos en 1986, de las personas que hoy se catalogan de desaparecidas, que murieron en el cuarto piso del Palacio de Justicia. Curiosamente, contra el Coronel Plazas hubo tres testigos falsos, cada que se desenmascaraba al testigo inmediatamente aparecía otro. El último negó haber rendido la declaración con la que fue condenado el Coronel,
el cabo Edgar Villamizar -quien murió recientemente-. Por los mismos hechos fue condenado el general Arias Cabrales, por ser su comandante. El general Jaime Uscátegui fue condenado a 37 años de cárcel, por una supuesta omisión, por los hechos ocurridos en Mapiripán, 19 y 20 de julio de 1997, cuando esa zona no estaba bajo su mando porque no era parte de su jurisdicción. Curiosamente los muertos denunciados en Mapiripán fueron cincuenta y nueve por las cuales fue condenada la Nación a pagar millonarias indemnizaciones, pero sorpréndanse, recientemente se descubrió que los muertos fueron realmente seis, los demás resultaron falsas víctimas.. Con los argumentos como que fueron comandantes, serán acusados los generales que han sido llamados por la Fiscalía. En un país donde las leyes son interpretadas según convenga, hay un gran riesgo de que sean condenados, no los cuatro de la reciente noticia, sino veinticuatro que se vienen mencionando desde hace unos meses, incluidos el general Juan Pablo Rodríguez, comandante de las FF.MM., y el mayor general Jaime Lasprilla, Comandante del Ejército Nacional. ¿Habrá justicia transicional para asesinos en serie, como los cabecillas de las Farc, con excarcelación y curules en el Congreso, y cárcel para los héroes, de esta sufrida Patria, que han dedicado sus vidas a defender a los colombianos? Creo que sí, lo hemos advertido muchísimas veces.
generaciones de civiles. Según expertos que han declarado a diferentes medios, los daños causados sobre los ecosistemas son irreparables, destruyendo, así, la seguridad alimentaria y el bienestar económico y social de miles de colombianos que todavía no han nacido. Por estas razones, es absurdo afirmar, como lo hacen algunos, que “el conflicto armado se ensaña con la población civil,” o que el medio ambiente es otra “víctima de la guerra.” Estas acciones terroristas no las cometió ni el “conflicto,” ni la “guerra.” Las cometieron las Farc. Y, más irracional aún, es equiparar estos atentados terroristas con la explotación legal de petróleo que efectúa Ecopetrol en asocio con algunas multinacionales. En realidad, la guerrilla ha acudido a este tipo de acciones desde hace mucho tiempo. Pero la diferencia crucial es que, ahora, estamos en medio de unas negociaciones. En ellas se acordó que se negociaría en medio del conflicto, pero, de la declaración de Oslo, no es posible inferir que se aceptó negociar
en medio del terrorismo. Las Farc acordaron negociar en medio del conflicto y ahora piden negociar en medio de un cese al fuego bilateral, y creen que pueden presionarlo incrementando sus acciones terroristas. Así mismo, habiéndose comprometido a una negociación de
unos pocos meses, ha dilatado un proceso que pronto va a alcanzar los tres años de duración, los mismos de San Vicente del Caguán. Por estas razones, el proceso de negociación de La Habana está en estado crítico. Si fracasa, las Farc serán los únicos responsables.
Esto es terrorismo Autor: Santiago Montenegro Publicado en: El Espectador Fecha: 29/06/2015 www.elespectador.com
El terrorismo es definido como un acto violento, o como la amenaza de un acto violento, perpetrado con un fin político, ideológico o económico, y que, con el propósito de crear miedo o terror, deliberadamente, destruye, amenaza o menosprecia la seguridad de no combatientes, ya sean civiles o personal militar no involucrado en un determinado conflicto. En este sentido, volar torres de transmisión de energía y, por lo tanto, cortar o amenazar con cortar el fluido eléctrico a ciudades y pueblos es un acto terrorista porque afecta la vida cotidiana de miles de civiles que nada tienen que ver con un conflicto. Esto lo ha hecho la guerrilla desde hace mucho tiempo. Pero, en las pasadas semanas, estas acciones alcanzaron un nivel casi jamás visto. Según distintas fuentes, desde el pasado 22 de mayo, cuando las Farc
anunciaron el levantamiento del llamado cese unilateral del fuego, han derramado al menos unos 14 mil barriles de petróleo en ríos, humedales, nacederos de agua y cultivos, producto de la voladura de oleoductos. Y, según El Espectador de ayer, sólo este mes, los ríos Catatumbo y Tibú, en Norte de Santander; Caunapí, Rosario, Mira y Sucio, en Nariño, y Cuembí, en Putumayo, se han visto gravemente afectados por derrames de petróleo que han ocasionado daños irreparables a su fauna y flora, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y económica de aproximadamente 84.000 campesinos, indígenas y pescadores que dependen de estos ecosistemas. El último de los atentados, y el más grave, fue en la madrugada del 22 de junio, en Tumaco, donde más de 410.000 galones de petróleo llegaron al río Mira y dejaron sin agua a los habitantes del municipio. Estas acciones representan un escalonamiento inaudito del terrorismo porque no afecta solo a las actuales, sino a las futuras
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Cese unilateral... ¿Paso hacia la paz? Autor: Carlos Holmes Trujillo Publicado en: El Nuevo Siglo Fecha: 28 de junio de 2015 www.elnuevosiglo.com.co
El momento es tan difícil, que aun corriendo el riesgo de ser calificado como repetitivo, resulta necesario reiterar algunos planteamientos. Con respecto al futuro de las conversaciones en La Habana, entre el Gobierno y las Farc, es indispensable tener claro que, históricamente, no ha sido posible concluir acuerdos con esa organización por culpa de sus acciones y de sus posiciones. ‘Timochenko’ y sus hombres dicen otra cosa, desde luego, así como lo hizo ‘Tirofijo’ en el pasado. Ellos insisten en que este es un proceso con profundas ca-
racterísticas políticas y el principal responsable es el Estado, y que las conversaciones se celebran entre dos partes iguales. Lo que pretenden, entonces, es que se reconozca la legitimidad de lo que han hecho en ejercicio del derecho a la rebelión. Esto quiere decir que su propósito consiste en que la nación, que ha sido ultrajada y victimizada con todos sus crímenes, les acepte que han tenido y tienen el derecho a cometer todo tipo de delitos y actos terroristas. En esto hay que insistir hasta el cansancio, toda vez que la brecha que produce tal posición es inmensa. Por eso afirman que el Estado no puede ser juez y parte, que no pagarán un solo día de cárcel, que toda la “maleza jurídica”, es
decir, las normas nacionales e internacionales, debe ser erradicada, y que la verdad hará que se les reconozca su calidad de víctimas y no de victimarios. Están en procura de construir una nueva legalidad que se ajuste a su lectura unilateral de la historia y a sus intereses para que, al final, se diga que el terrorismo tenía la razón cuando hizo lo que hizo. La inmensa mayoría de los colombianos jamás aceptará tamaña pretensión arrogante. También es claro, de otra parte, que, no obstante la gran cantidad de cicatrices y dolores que ha causado el terrorismo, Colombia siempre tiene abierta la puerta de la reconciliación en la medida en que a ella se llegue mediante la verdad, justicia, reparación y garantías de no
¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas? Autor: José Darío Salazar Cruz Publicado en: La República Fecha: 29/06/2015 www.larepublica.co
Hace pocas semanas, con bombos y platillos, al unísono, el gobierno nacional y las Farc, anunciaron desde La Habana, la creación de la Comisión de la Verdad, que será la encargada de recibir testimonios de las víctimas y sacar conclusiones para contarle al país, porque se han sucedido los hechos violentos que por medio siglo han lacerado a los colombianos y a la patria. Entre los reparos que le
hacemos a la Comisión de la Verdad, es que el nombre de sus integrantes sea producto de una negociación entre el grupo subversivo y el gobierno nacional que como siempre, termina cediendo a las pretensiones de aquellos. ¿Qué derecho tienen quienes han cometido crímenes de lesa humanidad para imponer nombres que integren la Comisión? Si así fuera, el mismo derecho debería concederles a quienes siendo agentes estatales han delinquido y hoy, a diferencia de los subversivos, pagan penas de cárcel. También se les podría otorgar ese derecho a los agentes del paramilitarismo, porque a pesar de que el proceso de paz se negocia
con las Farc, a la mesa de los victimarios, gobierno y Farc, han llevado y llevaran víctimas del paramilitarismo. Pero por encima de todo, las víctimas de las Farc, debían estar representadas en dicha Comisión para que defiendan su verdad de los hechos. ¿Por qué otorgarle ese derecho exclusivo a un grupo que ha cometido crímenes, continua haciéndolo y no se ha desarmado? ¿Qué grado de independencia e imparcialidad puede tener dicha Comisión? En el mandato a la Comisión de la Verdad que se cree, se le obliga a tener como punto de referencia, las conclusiones de la Comisión Histórica y de las
repetición. Ir construyendo los puentes para superar los abismos conceptuales toma tiempo y requiere la participación de otros actores. Por esa razón, el mayor reto hoy es edificar las condiciones para que sea posible continuar conversando en Cuba, o en otro lugar. Y la única manera de que se tenga algo de credibilidad, por parte de los colombianos, en las posibilidades de los diálogos, y paciencia para esperar los resultados, es que ellos se celebren sin que las Farc hagan, al mismo tiempo, terrorismo. En esa convicción se origina la insistencia en el cese unilateral de fuego y hostilidades de las Farc con concentración y verificación capaz y experimentada.
Lo que se busca es que el país tenga seguridades, que las disfrute el proceso y que las reciban las Farc. Un mecanismo de monitoreo o vigilancia con credibilidad y músculo político y económico sería, de hecho, una escala hacia el cese bilateral. En las circunstancias actuales no se requiere que el Presidente tenga más facultades innecesarias, ni papeletas para poner plazos, con el fin recóndito de interferir en las elecciones regionales. Tampoco se necesita buscar en octubre una sentencia política que ordene concluir los diálogos este año. Nada de eso se precisa, ni sería útil. Urge sí que no haya violencia mientras se conversa. Ese sería un verdadero paso hacia la paz.
víctimas. Este trabajo orientado por los simpatizantes del proceso de paz tal como lo conciben las Farc, produjo una serie de informes acordados para concluir responsabilizando al Estado colombiano de la violencia que consume al país. Estas conclusiones, serán bases sobre las que debe trabajar la Comisión de la Verdad y por supuesto son insumos para condenar al Estado, tal como lo vienen sosteniendo los jefes de las Farc. ¿Se pretende desconocer con la Comisión de la Verdad, los límites que a la “impunidad” le impusieron las sentencias de la Corte Constitucional cuando le hizo control de constitucionalidad a la ley que contiene el marco jurídico para la paz?
¿Cómo tendrá el país, la certeza de que los victimarios cuenten la verdad de los crímenes que se han cometido, si las versiones recibidas las
evalúan los propios representantes de las Farc que integran dicha Comisión? ¿Cómo se garantiza imparcialidad frente a los hechos que se le van a relatar al país? No se puede pretender, como se desprende de la integración por parte de las Farc de la Comisión de la Verdad que, los hechos violentos a los que fueron sometidas las víctimas, ahora sean juzgados y acomodados a su amaño por sus propios victimarios. Esto sería una infamia mayúscula contra las víctimas y contra la verdad que reclamamos conocer. La verdad no se negocia, no puede haber una verdad oficial acomodada a la verdad de los victimarios. La verdad es una sola y, solo una Comisión integrada por colombianos eminentes, que gocen de credibilidad y confianza, no por delincuentes, puede ofrecer la verdad imparcial, fruto de un trabajo patriótico, desinteresado y autónomo.
te: eso por ahora sigue siendo una eventualidad. Sin embargo, muy contrario a lo que pregonan los enemigos de la paz a diestra y siniestra, que ambas fuerzas dejen de dispararse es sin duda la aspiración final, lo que debe suceder. Cuatro meses, entonces. Pero ¿para qué? Así como el presidente Santos dijo que metería el acelerador, también hay que barnizar el proceso con la legitimidad que por hoy le sigue haciendo mucha falta. Es muy importante que todo este esfuerzo de verificación pegado al cese unilateral, y todo lo que allá se discute, tan lejos de acá, aterrice por fin en la ciudadanía que sigue mirando de manera distante este proceso. Llegó la hora de que se den cuenta de algo que resulta tan obvio. Lo
demás no son más que anuncios y esperanzas que no le dicen mucho al ciudadano. El primer paso, por supuesto, es salir a aclarar las dudas a quienes ya empezaron a hacer cuentas: de aquí a cuatro meses son las elecciones regionales. ¿Pura coincidencia? ¿Estrategia política para blindar con algún mecanismo democrático el acuerdo de La Habana? ¿Para poner las elecciones de nuevo en clave de plebiscito para la paz? Sabemos del anuncio presidencial, más las explicaciones que ayer dieron el jefe negociador y el comisionado de Paz. Pero, para la salud del proceso de paz, los ciudadanos deben entender en qué consistirá, con pelos y señales, lo que va a suceder en estos cuatro meses y, sobre todo, después.
La semana abrió con una noticia nueva: el presidente Juan Manuel Santos salió el domingo pasado a hablar de “la luz al final del túnel” que ve en el proceso de paz que negocia en Cuba con la guerrilla de las Farc.
¿Cuatro meses para qué? Autor: Editorial Publicado en: El Espectador Fecha: 14/07/2015 www.elespectador.com
Sin duda, después de que las Farc volaran oleoductos y redujeran de una sola pisada el debate de lo que se negocia, era necesario un pronunciamiento profundo y sereno. Un parte de tranquilidad al menos simbólico. Eso es, se nos antoja, lo que salió a decir el presidente. Dijo cosas viejas: recordó los tiempos que lleva la negociación en una mesa de diálogos, sus lineamientos principales (como eso de negociar en medio de la
guerra) y lo que se ha logrado de los cinco puntos que conocimos desde el principio. Dijo cosas que no sorprenden mucho: su escepticismo inicial, la frustración y el desaliento ante los últimos ataques de la guerrilla, y aseguró que a la paz no teníamos que tenerle miedo (pero a la guerra sí). En medio de todos estos refuerzos harto evidentes y repetitivos de lo que el proceso de paz significa, añadió una cifra que no se había atrevido a aventurar nunca: cuatro meses. De ella, empero, no pueden derivarse malentendidos. Esto no quiere decir que lo restante del proceso (a nuestros ojos, su parte más intrincada) durará
apenas 120 días. Por el contrario, es, sobre todo, un anuncio a futuro, el prolongamiento de la toma de una decisión. Léase mejor: “Y en cuatro meses a partir de ahora, dependiendo de si las Farc cumplen, tomaré la decisión de si seguimos con el proceso o no”. ¿Que cumplan qué? Más bien una serie de requisitos abstractos (“frenar las muertes, la destrucción y el dolor”) que redundan en un objetivo claro: la suspensión unilateral de todo tipo de ofensivas. Ya con eso en la bolsa de noticias, el Estado iría bajando la intensidad de la guerra, que no constituye un cese bilateral del fuego, como tuvo a bien advertir el presiden-
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SEPARATA MEDIOS/ julio 2015
El país de las maravillas ¿Silencio de los fusiles? Autor: Saúl Hernández Bolívar Publicado en: El Tiempo Fecha: 14/07/2015 www.eltiempo.com
Mientras el Presidente Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto. Qué suerte de cosas raras las que suceden en este país. Una falsa víctima de la masacre de Mapiripán le pide perdón al general Uscátegui y admite que fue inducida por el colectivo de abogados José Alvear Restrepo. Sin embargo, el general sigue preso. Algo similar le ocurre al exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos: al falso testigo que lo acusa le ofrecen el principio de oportunidad para que confiese quién lo indujo a mentir, pero Ramos sigue preso. Los que no tendrán “rejas ni piyamas rayadas” son los terroristas de las Farc, como se lo confirmó el doctor De la Calle a Juan Gossaín. También se salvarán los capturados por los ataques terroristas en Bogotá, algunos de los cuales tenían contratos con la administración Petro. No hay que estigmatizar, pero se sabe que muchos subversivos se esconden tras las fachadas de ONG, la máscara del activismo político y los muros de universidades públicas, eso no es novedad. Es como si pertenecer a una ONG diera inmunidad; una vieja coartada que funciona, y esta vez no será la excepción. Por cierto, el gobierno de Santos se apresuró a inculpar al Eln de los atentados en la capital y el Presidente regresó del Perú a capotear la situación. Días antes hubo hechos peores, pero él
Gerardo Quintero www.elpais.com.co
continuó su periplo por Europa como si nada. ¿Será cosa de las encuestas o de ese anacrónico centralismo que desprecia la provincia? La Policía tiene pruebas que involucran a los 13 capturados con viejos atentados del Eln, pero no con los últimos. Y la actitud de Santos y de su escudero Montealegre genera muchas dudas: ¿por qué la pretensión de ocultar el terrorismo en Bogotá? Darle micrófono a Montealegre para amenazar con cárcel a los ciudadanos por publicar videos de actos terroristas es propio de una dictadura, un camino muy avanzado por los vecinos, al que también nos quieren llevar. Y es que el nerviosismo en la Casa de Nariño es entendible: hace 15 días Gallup la estremeció, y la semana anterior Datexco la puso al borde del colapso: la favorabilidad de Santos es de tan solo el 24 por ciento, cifra que ya no es coyuntural, sino una tendencia en franco declive. Hasta hay quienes se atreven a pedirle la renuncia, como el escritor Álvarez Gardeazábal. Es tal el desconcierto en Palacio que solo atinan a mandar a la más reprobada de las ministras a decir tonterías que chocan contra toda evidencia. ¿Que Uribe les dio impunidad a sus “amigotes”, los ‘paras’? Quiero ver a 1.500 jefes guerrilleros pagando ocho años tras
No todo está resuelto
FOTO: wikiwand.com
Autor: Rafael Nieto Navia Publicado en: El Nuevo Siglo Fecha: 14/07/2015 www.pensamientocolombia.org
las “rejas y con piyamas rayadas”, como los paramilitares. Quiero ver al Secretariado extraditado a EE.UU., como los cabecillas de las Auc. Quiero que las Farc confiesen sus miles de crímenes, como los ‘paras’… Esto no aguanta comparaciones: Santos está a punto de caguanizar el país, iniciando con un ‘desescalamiento’ de cuatro meses que tiene evidentes propósitos electoreros. Mientras Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto. Los camioneros y buseros se quejan del abandono de las carreteras. Y la economía cae mes tras mes. Eso sí, aumenta la producción de coca en 44 por ciento y la de cocaína, en 52 por ciento. ¿Alguien cree, seriamente, que las Farc van a dejar sus cultivos, sus laboratorios, sus minas de oro y coltán y demás negocios ilícitos? También ha subido como espuma la deuda externa, que llegó a 106.000 millones de dólares, el 33 por ciento del PIB. Aún estamos lejos de Grecia, que con solo 11 millones de habitantes debe 350.000 millones. Pero preocupa que 3,7 millones de bogotanos reciban algún tipo de subsidio. ¡El populismo de izquierda se puede tomar el país como se tomó Bogotá!
El último decreto número 1859 venezolano no es, en términos de derecho internacional, respuesta a nuestra nota de protesta que aún no ha sido publicada. Como en cualquier comedia de equivocaciones, el incidente de los decretos fue una pantomima. No porque el Gobierno venezolano hubiera modificado su posición inicial y manifestado que “las descripciones de áreas geográficas no constituyen ningún pronunciamiento sobre territorios, áreas marinas y submarinas de la República Bolivariana de Venezuela que queden pendientes por definir” (si hay algún responsable de este galimatías, es la Ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela), sino por la superficialidad con que la noticia fue recibida en Colombia. El presidente Santos la recibió “con regocijo” por haber resuelto el “malentendido” “sin insultos” – aunque no se sabe con certeza si se refería o no a los de Maduro-. La Cancillería co-
El anuncio de las Farc, en el sentido de que retomarán el cese unilateral del fuego a partir del 20 de julio, le da a las negociaciones de paz una bocanada de aire, por lo menos durante el mes que la guerrilla silenciará sus fusiles. Cuando el proceso navegaba en medio de un mar embravecido, llegó como un bálsamo la propuesta de los países garantes de hacer todo lo posible por desescalar el conflicto y la posterior aceptación tanto del Gobierno Nacional como de las Farc. Sin embargo, detrás de esta decisión de las Farc está el claro interés de forzar un cese al fuego bilateral, que genera un inmenso temor entre los colombianos, ante la posibilidad de que el grupo guerrillero utilice ese tiempo para reagruparse, armarse e incrementar el número de sus hombres. Sin embargo, también hay que ser claros que la fórmula de negociar en medio del conflicto, tal como lo planteó desde el principio el presidente Santos, ya se desgastó. Tal vez funcionó al principio, pero los absurdos ataques de las Farc a la infraestructura energética y los derrames de petróleo en ríos dinamitan el proceso y dejan sin argumentos a sus defensores. Es claro que la guerrilla, con sus demenciales actos, buscó llevar las negociaciones a este punto. Es decir, ya dieron una prueba a los colombianos, durante su pasada tregua unilateral, que aún tienen control de mando sobre su tropa y que podían darnos un ‘brochazo’ de
lombiana dijo que esperaba que el gobierno venezolano conformara la Comisión Presidencial Negociadora (Coneg) para reiniciar “las conversaciones en busca de una solución negociada, definitiva y satisfactoria” sobre el problema. Por si los lectores no lo saben, la Coneg fue creada en 1990, durante los gobiernos de Barco y Pérez, con el propósito de llegar a un acuerdo sobre la delimitación del golfo de Coquivacoa luego del incidente de la corbeta Caldas en 1987. En un comunicado conjunto de mayo de 2001, Pastrana y Chávez resolvieron re-activarla. En el 2007 Uribe y Chávez la rereactivaron. Probablemente de esta reunión salió un proyecto colombiano en el que renunciábamos al triángulo que se forma entre la línea media que penetra en el golfo y la proyección del paralelo de Castilletes, no obstante lo cual Chávez no dijo ni pío. Han sido veinticinco años de
cómo era vivir en paz. Rota la tregua, ahora quieren hacernos ver cómo es incendiar un país a punto de terrorismo. Qué dilema para el presidente Santos y sus negociadores. El cese bilateral del fuego se muestra como una alternativa real para el desescalamiento del conflicto y recuperar la confianza entre las partes. Pero por otro lado, es indudable que esta opción desatará la feroz resistencia de quienes no están de acuerdo con el proceso de negociación, que consideran que declarar un cese bilateral es equiparar las Fuerzas Militares con la guerrilla y que lo que se producirá será el escenario ideal para que las Farc prolonguen indefinidamente las conversaciones y reagrupen sus cuadros para hacerse más fuertes ante la falta de asedio del Ejército. Una salida intermedia puede ser retomar la propuesta del ex presidente Uribe, quien ha planteado una concentración de los frentes de la guerrilla, previa verificación internacional y poner un tiempo consensuado que permita llevar a buen puerto las negociaciones y firmar de una sola vez el fin del conflicto con la Farc. Se viene un mes crucial para el gobierno Santos y el futuro de los diálogos de paz, la guerrilla acepta que no ha existido en el pasado un momento más propicio para terminar el conflicto que ahora, entonces esperemos que esto se ratifique con gestos definitivos de desarme.
existencia de la Coneg y cero pollitos. Nada de nada. Y los gobiernos quieren re-re-reactivar ese ente anodino y amorfo para que el estatus quo continúe otros veinticinco años hasta una nueva re-re-re-reactivación. El Tratado de No Agresión, Conciliación, Arbitraje y Arreglo Judicial, suscrito entre Colombia y Venezuela en 1939, contempla una Comisión de Conciliación para resolver las diferencias entre los Estados y dice que, si las decisiones de esa Comisión no fueren aceptadas por los Estados, se debe acudir a una solución judicial. Es cierto que el artículo dos exceptúa de este tipo de solución los diferendos “que atañen a los intereses vitales, a la independencia o a la integridad territorial de los Estados Contratantes” y éstos han afirmado que los tienen. Pero si se trata de resolver las diferencias que, por lo demás, no pueden durar eternamente, hay que acudir a mecanismos contractualmente efectivos.