Marina Elberger
Besos en el espejo Ilustrado por Manuel Purdía
Durante meses imaginé cómo sería. Lucía, mi mejor amiga y la más informada en cuestiones de amor, nos decía: “Es como apoyar los labios en una babosa. Se siente húmedo y blandito”. “¿Qué tendrá eso de lindo?”, pensaba yo. “Al principio no te acostumbrás ni practicando con el espejo, pero después termina gustándote”, decía Lucía. Yo observaba a los chicos que se besaban en la plaza. Me interesaba más la expresión de las chicas, porque creía que los varones eran diferentes. Tal vez a ellos sí les agradaba pegar sus labios en una babosa. El asunto me inquietaba demasiado, y las explicaciones de Lucía me resultaban confusas y algo asquerosas. De todos modos, los besos estaban absolutamente prohibidos por orden de papá. De puro zonza le conté a mamá que Nicolás se me había declarado. “¡Qué bueno!”, exclamó abrazándome; sabía cuánto me gustaba ese pelirrojo petiso y tímido. Me gustaba mucho, muchísimo. Y sólo a mí; las demás chicas del grado se peleaban por Julián, un morocho alto y flaco. Texto © 2007 Marina Elberger. Imagen © 2007 Manuel Purdía. Permitida la reproducción no comercial, para uso personal y/o fines educativos. Prohibida la reproducción para otros fines sin consentimiento escrito de los autores. Prohibida la venta. Publicado y distribuido en forma gratuita por Imaginaria y EducaRed: http://www.educared.org.ar/imaginaria/biblioteca