CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
EMBAJADORES DEL AMOR Hay vacantes
Dios y el trabajo Ética laboral moderna
Un borracho frente a mi ventana Examen a mi cristianismo
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Año 12, número 7
A N U ES T ROS A M IG OS He leído tantas veces este pasaje de la Biblia que ya perdí la cuenta. Años atrás me lo aprendí de memoria, y ha aparecido con frecuencia en estas páginas. Un compañero le puso música, y es una de mis canciones favoritas1: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga»2. Ese pasaje siempre me ha fascinado, pero hace poco leí una exégesis que arrojó nueva luz sobre esos preciados versículos. El reconocido escritor Philip Yancey expone: «Yo abrigaba la creencia de que el cristianismo resolvía problemas y facilitaba la existencia. Ahora cada vez me convenzo más de que mi fe en realidad complica la vida, en ciertos aspectos en que debiera ser complicada. Mi fe cristiana no me permite desentenderme de la ecología y el medio ambiente, de la pobreza y la problemática de los sin techo, del racismo y la persecución religiosa, de la injusticia y la violencia. Dios no me da esa opción». Seguidamente Yancey explica ese conocido pasaje de la siguiente manera: «Jesús nos ofrece consuelo, pero ese consuelo consiste en asumir una nueva carga, Su carga. Nos ofrece una paz que trae consigo una agitación que antes no teníamos, un descanso que incluye nuevas tareas»3. ¿Cuáles son esas nuevas tareas? Jesús las detalló cuando sintetizó la fe cristiana: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» 4. Amar a los demás como nos amamos a nosotros no es algo que nos nazca, y rara vez es fácil. No obstante, es uno de los secretos de la felicidad, la satisfacción y el éxito en la vida. Cuélgate el yugo de Jesús y entrégale el tuyo. No hay trueque más ventajoso. Gabriel En nombre de Conéctate
México, Centroamérica: Conéctate A.C. Apdo. Postal I-719 Mitras Centro Monterrey, N.L., 64000 México E-mail: conectate@conectate.org Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605 +52 (81) 8134 2728 (fax) Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: conectateconosur@conectate.org Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas: Conéctate Colombia Apartado Aéreo # 85178 Bogotá Colombia Tel: (1) 7586200 E-mail: conectatecoven@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)
D Gabriel Sarmiento D Gentian Suçi P Samuel Keating © Aurora Production AG, 2011 http://es.auroraproduction.com
1. http://audioconectate.net/DATA/ canciones/M/Mi_yugo_es_facil.mp3 2. Mateo 11:28-30
3. Yancey, Philip: Al encuentro del Dios invisible, Vida, 2004 4. Mateo 22:37-39
Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
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el prójimo Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales
lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino y al verlo pasó de largo. Asimismo un levita [asistente del Templo], llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo. Pero un samaritano [miembro de un grupo étnico y religioso cuyo trato los judíos de aquella época evitaban], que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia. Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: «Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese». ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Jesús, Parábola del Buen Samaritano, en Lucas 10:30-36
Con la Parábola del Buen Samaritano Jesús enseñó que el pró-
jimo es toda persona que necesite nuestra ayuda, independientemente de su raza, 1. 2 Corintios 5:14 (BJ)
color de piel, religión, nacionalidad, situación social o lugar de residencia. He ahí la diferencia entre lástima y compasión: la lástima no es más que un sentimiento de pena por las desgracias ajenas; la compasión, en cambio, nos impulsa a actuar. Los compasivos no se limitan a orar y expresar su condolencia, sino que complementan eso con actos de bondad. El amor consiste en establecer un vínculo entre Dios y un ser necesitado de Su amor. Para ello es preciso comunicar Su amor verdadero por medio de acciones contundentes. «El amor de Cristo nos apremia»1. David Brandt Berg
¿Qué aspecto tiene el amor?
Tiene ojos para ver el sufrimiento y la tristeza; oídos para escuchar los gemidos y penas de la humanidad; manos para ayudar, y pies para acudir en auxilio de los pobres y necesitados. Así es. San Agustín
Si nos detuviéramos a reflexionar, nos sorprenderíamos al ver cuántos detalles podríamos tener con nuestros semejantes que no nos costarían prácticamente nada y nos tomarían muy poco tiempo. Especialízate en hacer favores de cinco minutos. Shannon Shayler ■
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HAZLO PORQUE PUEDES Marianne Ross
El bien que hagas hoy, muchos lo habrán olvidado mañana; aun así, haz el bien.
Recuerdo que la primera vez que leí esas palabras, no me pareció que tuvieran sentido. Con el tiempo eso cambió. Mi madre y yo habíamos tomado un bus. Mientras avanzábamos por el pasillo buscando un par de asientos libres, observé a una joven madre con un niño de unos 2 años y un bebé. Se notaba que el niño estaba aburrido. La madre bregaba para mantenerlo sentado al tiempo que hacía lo que podía para tranquilizar al bebé. Encontramos sitio justo detrás de ella. Seleccioné una lista de canciones en mi reproductor de mp3 con la esperanza de aislarme de los ruidos y disfrutar del viaje. Sin embargo, al cabo de un ratito el lloriqueo del nene se convirtió en un fuerte llanto. Tanto alboroto empezó a fastidiarme. La joven madre se veía nerviosa, por la vergüenza que estaba pasando; pero en fin, aquello no era asunto mío. Ninguna persona del bus consideró que debía hacer nada, salvo mi madre, que se sentó junto a la chica y sus hijos. Llevaban unos minutos conversando cuando la muchacha giró la cabeza. Me percaté entonces de que le corrían lágrimas por la mejilla. Apagué mi reproductor de mp3 y me incliné hacia adelante para escuchar lo que decía. Estaba haciendo aquel viaje de tres horas en bus con sus hijos para ir a ver a su marido, que estaba en la 4
cárcel. No tenía dinero y no había podido comprar leche para la criatura ni nada de almuerzo para ella y su hijo. ¿Mi mamá le creería esa historia? Hay gente capaz de inventarse lo que sea por una limosna. Mamá metió la mano en su cartera y sacó una manzana. Se la ofreció al niño y luego le entregó a la chica un poco de plata. —Marianne —me dijo—, esta chica hace transbordo en la misma estación que nosotros. ¿La ayudarás con el niño? Me fijé en su pelo sucio y su ropita mugrienta. ¿No podía seguir él solito a su madre? Entonces me vino otro verso del mismo poema. Por mucho que des lo mejor de ti, no será suficiente; aun así, da lo mejor de ti. El bus se detuvo. Me agaché y tomé al niño en brazos. Para él eso tal vez no significaba nada. Aun así, yo podía optar por hacer el bien. Podía demostrarle amor de todos modos. —Gracias —me dijo el niñito apoyando la cabeza en mi hombro. Los acompañamos hasta el siguiente bus y les hicimos adiós con la mano al despedirnos. Ahora entiendo: el amor da, simplemente porque puede. Marianne Ross tiene 18 años, está afiliada a La Familia Internacional y vive en Indonesia. ■
M IE NTR AS PO DAMOS
Dormía y soñé que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría. Rabindranath Tagore (1861–1941) Kent Keith
MANDAMIENTOS PARADÓJICOS Las personas muchas veces son poco razonables, ilógicas, egocéntricas; aun así, perdónalas. Si eres considerado, quizá te acusen de tener segundas intenciones y motivos egoístas; aun así, sé considerado. Si tienes éxito, ganarás falsos amigos y verdaderos enemigos; aun así, ten éxito. Si eres franco y honrado, es posible que te engañen y te timen; aun así, sé franco y sé honrado. Lo que te ha costado años construir, alguien puede destruirlo de la noche a la mañana; aun así, construye. Si encuentras sosiego y felicidad, puede que envidien; aun así, procura ser feliz. El bien que hagas hoy, muchos lo habrán olvidado mañana; aun así, haz el bien. Por mucho que le des al mundo lo mejor de ti, no será suficiente; aun así, dale lo mejor de ti. Verás que a fin de cuentas todo queda entre Dios y tú; nunca ha sido de otra manera. ■ Se ha atribuido la autoría de los Mandamientos paradójicos a la madre Teresa de Calcuta, dado que ella los tenía en la pared de su habitación. Sin embargo, los escribió Kent Keith cuando tenía 19 años, y la Harvard Student Agencies los publicó por primera vez en 1968.
1. V. Mateo 22:39
Solo durante los breves años de esta vida se nos da el privilegio de servir a los demás y a Cristo. El Cielo lo tendremos para siempre; en cambio, aquí solo disponemos de un poco de tiempo para servir. No debemos malgastar la oportunidad. Sadhu Sundar Singh (1889–1933) Aunque supiera que mañana el mundo se haría pedazos, no dejaría de plantar mi manzano. Martín Lutero (1483–1546)
FÓ R MUL A PAR A CO NSTRUI R UN MUN DO M E JO R
¿No sería fantástico que todos hiciéramos lo que dijo Jesús y amáramos al prójimo como nos amamos a nosotros mismos?1 Cuando uno trata desconsideradamente a los demás, se acarrea conflictos. No es aventurado afirmar que todos los males del mundo moderno son causados por la falta de amor a Dios y a nuestros semejantes. Por consiguiente, esa es la sencilla solución, aun en una sociedad tan confusa y sumamente compleja como la actual. Amar a Dios nos capacita para amarnos y respetarnos unos a otros. Podemos entonces seguir Sus preceptos, que conducen a la libertad y la felicidad. Así todo marchará bien, y todos nos sentiremos contentos y en armonía con Él. David Brandt Berg ■ 5
Embajadores del amor David Brandt Berg
Dios quiere darse a conocer al mundo por medio de Sus hijos. Jesús dijo: «Como me
envió el Padre, así también Yo os envío»1. Él vino a amar al mundo y nos llama a nosotros a hacer lo mismo en todas las facetas de la vida. Nosotros somos el único medio por el que otras personas pueden llegar a conocer Su alegría, paz, amor, felicidad y Cielo. Cualquiera que sea nuestro origen, si tenemos dentro a Jesús somos Sus embajadores, representamos al Rey de reyes que rige los destinos del universo. ¿Cuál fue la exhortación final que hizo Jesús a Sus discípulos durante la Última Cena, antes de ser apresado, azotado y ejecutado? «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros»2. Les habló del amor, les manifestó que el amor era lo más importante. Aquellos primeros cristianos revolucionaron el mundo con el 1. Juan 20:21 2. Juan 13:35 6
amor de Dios. Su modo de vida convenció a la gente de que su fe no era un cuento. Hasta sus persecutores romanos se maravillaban y decían: «¡Cómo se aman estos cristianos!» «¿Quién es ese tal Cristo? —preguntaban a los cristianos— . Y ¿cómo es que los hace tan felices? Ustedes no tienen nada y, sin embargo, lo poseen todo. ¿Qué debo hacer para alcanzar yo esa felicidad?» Y así fue como, al cabo de 200 años, una persona de cada cinco del mundo occidental profesaba el cristianismo. Hoy —2000 años después— el corazón humano sigue siendo el mismo. Muchísimas personas ansían amor y casi nunca lo encuentran. Por todas partes la gente busca un rayito de esperanza, un indicio de salvación, un lugar donde haya luz, un poquito de amor, un asomo de compasión, un sitio donde pueda sentir alivio. Los que conocemos a Dios y Su amor tenemos lo que
los demás se han pasado la vida buscando y necesitan urgentemente. Si les mostramos que el amor existe, creerán que Dios existe, porque Dios es amor. Hasta los pequeños gestos tienen gran importancia. La luz de tu sonrisa, la simpatía de tu rostro y el influjo de tu vida pueden irradiar luz sobre muchos y tener efectos sorprendentes en algunas de esas personas que a veces parecen las más difíciles de conmover. Cuando perciben tu amor y les dices que es un reflejo del amor de Dios piensan que tal vez sea cierto que hay alguien allá arriba que las ama. Eso puede transformar por completo su perspectiva de la vida y motivarlas a comenzar de nuevo. ¡Que se nos conozca siempre por nuestro amor! David Br andt Berg (1919–1994) fue fundador de La Familia Inter nacional. ■
La familia humana es sumamente diversa. Muchos conflictos surgen por la intolerancia de la visión que los demás tienen del mundo. Aprender a ser tolerante es uno de los pilares para crear un mundo mejor. Robert Alan
R E FLE XIO N ES
Respeta a tus semejantes, trátalos con imparcialidad, disiente de ellos con franqueza, disfruta de su amistad, explora sus ideas con una actitud abierta e invítalos a hacer lo mismo con las tuyas, trabaja con ellos para alcanzar metas comunes, ayúdalos y acepta su ayuda. Sin mentiras destructivas. Sin miedos absurdos. Sin caer en la debilidad que causa el enojo. Bill Bradley (1943– ) La tolerancia no implica falta de compromiso con las propias creencias. Es más bien el rechazo de la opresión y la persecución de los demás. John Kennedy (1917–1963) Cuando encuentras paz interior reúnes las condiciones para vivir en paz con los demás. Peace Pilgrim (1908–1981) Si te dedicas a juzgar a los demás no tendrás tiempo para amarlos. Madre Teresa (1910–1997) Es preciso que promovamos una mayor tolerancia y entendimiento entre los pueblos del mundo. Nada puede resultar más peligroso para nuestros esfuerzos por alcanzar la paz y el desarrollo que un mundo dividido en frentes de orden religioso, étnico o cultural. En cada nación y entre todas las naciones debemos trabajar para promover la unidad sobre la base de la condición humana que compartimos. Kofi Annan (1938– )
L A T O L E R A N C I A
No podemos perder nuestras cualidades, experiencias y verdades íntimas. Nadie puede destruirlas ni despojarnos de ellas. Cada persona tiene una valía innata y puede hacer una contribución a la comunidad humana. Todos podemos tratarnos unos a otros con dignidad y respeto, crear oportunidades para alcanzar la plenitud en la vida y ayudarnos unos a otros a descubrir y cultivar nuestros dones singulares. Cada uno de nosotros se lo merece, y todos podemos ofrecérselo a los demás. Anónimo. Lo mejor que puedes dar a un enemigo es perdón; a un adversario, tolerancia; a un amigo, tu corazón; a un hijo, tu buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta que la enorgullezca de ti; a ti mismo, respeto; a todos, caridad. Benjamin Franklin (1706–1790) Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Jesús, en Mateo 7:12 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. San Pablo Apóstol, en Filipenses 2:3 ■
O R ACIÓ N PO R L A PA Z , ATR IBUIDA A SAN FR ANCISCO
Donde hay odio, que yo lleve el amor. Donde hay ofensa, que yo lleve el perdón. Donde hay discordia, que yo lleve la unión. Donde hay desespero, que yo lleve la esperanza. Donde hay tinieblas, que yo lleve la luz. Donde hay tristeza, que yo lleve la alegría. ■ 7
«NO SEAS VENCIDO» Marie Péloquin
«No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.» Romanos 12:21 Resulta interesante que el apóstol Pablo escribiera eso a los cristianos de Roma, dadas las evidentes similitudes entre el clima social que había en Roma en el siglo i y el que impera hoy en día en gran parte del mundo. El mal abundaba en Roma, y su influjo era muy fuerte. No fue precisamente por su modestia, bondad y compasión que el Imperio romano se convirtió en la potencia dominante del mundo occidental. La riqueza estaba en manos de unos pocos que se servían de ella para avasallar a los demás. Los ricos y los poderosos vivían con derroche de lujos mientras las masas bregaban por sobrevivir. Unos se entregaban a las perversiones y el libertinaje, mientras que otros no hacían caso de esas cosas. El cristianismo era una religión más, y Cristo una deidad entre muchas. Teniendo en cuenta la turba de dioses que adoraban los romanos, debía de ser muy difícil convencer a alguien de que Jesús era «el camino, la verdad y la vida»1. ¿Algún parecido con la realidad actual? Es fácil sentirnos abrumados por el mal que hay en el mundo. Todos los días nos enteramos de algún crimen aterrador que se ha cometido. Los medios de comunicación de masas compiten entre sí por difundir expresiones cada vez más novedosas 1. Juan 14:6 (RV95) 8
y espeluznantes de violencia, perversión y maldad. Hay casos en que la ficción se inspira en la vida real, y viceversa; lo que está claro es que en la mente de muchos la vida ha perdido todo carácter sagrado. ¿Qué podemos hacer para recomponer un mundo tan sumido en la maldad? Ese mismo dilema se les planteó a los cristianos de Roma. Y el consejo del apóstol Pablo sigue igual de vigente: «Vence con el bien el mal». Si vemos un plato sucio, nada remediamos con enojarnos. De nada sirve tampoco hacer como si no lo viéramos. La única solución es someter ese plato a un buen lavado con agua y jabón. Si una habitación está oscura, uno puede echar pestes contra las tinieblas y quejarse por lo desagradables que son; pero también puede accionar el interruptor o abrir las cortinas y dejar entrar la luz. Lo mismo sucede con los males de la sociedad. Podemos dejar que nos desanimen, nos depriman y nos enojen —«ser vencidos de lo malo»—; o podemos constituir una fuerza positiva, aunque no sea más que dando ejemplo nosotros mismos. No todos los platos terminarán limpios, ni se iluminará cada corazón entenebrecido. Sin embargo, cada uno de nosotros puede hacer lo que está dentro de sus posibilidades día tras día, con cada persona, y con cada decisión. M ar ie Péloquin está afiliada a La Familia Inter nacional y vive en los EE .UU. ■
LA GENTE ES BUENA Ramona Bailey
Conozco a Alex desde hace cuatro años. Él tiene 24 y sufre
de parálisis cerebral. Es uno de los beneficiarios del programa de distribución de alimentos que gestiona el club de damas del que soy socia. Cada vez que le llevo comida, me paso cerca de una hora conversando con él. —Si pudieras ir a cualquier parte —le pregunté varias veces—, ¿a dónde irías? Su respuesta era siempre la misma: —A Rusia, a San Petersburgo. El año pasado se graduó de la universidad con honores. Su extraordinario desempeño le valió dos pasajes aéreos a San Petersburgo, donados por una familia que había oído hablar de él a través de nuestro programa de distribución de alimentos. Alex no cabía en sí de alegría, tanto así que no lograba conciliar el sueño de noche. Tampoco su madre, preocupada por los demás gastos del viaje. Cuatro días en San Petersburgo podían costarles tanto como cuatro meses en casa. Sus ahorros ni de lejos le alcanzaban para eso.
Mientras indagaban las posibilidades de alojamiento compartido, el gerente del Hotel Marriott de San Petersburgo oyó hablar de Alex y les ofreció una habitación de cortesía durante toda su estadía, con desayuno incluido y también el desplazamiento desde y hacia el aeropuerto. Uno de los directores de la empresa donde trabaja mi marido organizó y financió un tour privado de la ciudad, además de visitas al Museo del Hermitage —uno de los mejores museos de arte del mundo— y el Palacio Peterhof, residencia de verano de Pedro el Grande. ¡Recuerdos para toda una vida! La gente es buena, desea hacer el bien. Si unos pocos individuos que ni siquiera se conocían lograron que se cumpliera el sueño de Alex, ¿cuánto más podemos hacer nosotros si aunamos fuerzas con el propósito bien definido de mejorar la vida de otras personas? R a mona Bailey estudia con La Fa milia Inter nacional en Ucr ania. ■
TU G R AN ITO DE AR E NA Mientras caminaba cerca de la orilla del mar, un hombre notó que un muchacho se inclinaba una y otra vez a recoger algo de la playa y lo arrojaba al mar. El hombre se acercó para ver de qué se trataba. Eran estrellas de mar que habían quedado varadas en la arena. Convencido de la inutilidad de todo aquel esfuerzo, comentó: —¡Estás loco! Hay miles de estrellas de mar en esta playa. ¿De qué sirve lo que haces? El muchacho se agachó para recoger otra y, tirándola al agua, respondió: —A esa le sirvió. Narración de Keith Phillips 9
Adaptarnos a todos Uday Kumar
La Biblia dice: «No se amolden al mundo actual»1. Pero al mismo tiempo
nos recomienda hacernos «de todo a todos»2. A primera vista estas instrucciones pueden parecer contradictorias, pero en realidad se complementan. A Dios no le agrada que adoptemos modos y costumbres contrarios a Sus preceptos, por muy generalizados que estén. Pero sí desea que nos mantengamos en sintonía con la sociedad, a fin de que comuniquemos más claramente Su amor a los demás y los atraigamos a Él. El apóstol Pablo marcó la pauta en ese sentido y dio ejemplo de flexibilidad al relacionarse con una amplia gama de personas en su prédica del Evangelio. Por ejemplo, al dirigirse a un público predominantemente judío en Antioquía les recordó la historia de Israel desde los tiempos de Moisés hasta la época de David, para luego demostrar que Jesús había cumplido las profecías que había en el Antiguo Testamento sobre el Mesías3. En cambio, cuando habló ante griegos muy cultos en el Areópago, sede del consejo de Atenas, no abordó en absoluto la historia del pueblo judío —el tema difícilmente habría suscitado su interés—; más bien se refirió a un altar que había visto en la ciudad, el cual llevaba la inscripción: «Al dios desconocido». Seguidamente citó a los poetas griegos para mostrar que los atributos de aquel dios —creador, proveedor y juez— estaban presentes en Jesús4. Francisco Javier (1506–1552) también se guió por el principio de «hacerse de todo a todos». Para identificarse con el pueblo indio, que consideraba que la humildad 1. Romanos 12:2 (NVI)
5. Filipenses 2:5–7
2. 1 Corintios 9:22
6. Hebreos 2:17
3. Hechos 13:14–49
7. 1 Juan 2:6
4. Hechos 17:22–31 10
era una virtud, vestía ropajes raídos y viajaba a pie. En cambio más tarde, cuando visitó Japón, descubrió que allí la humildad no era vista como una virtud, y que la pobreza era despreciada. Se vistió entonces con atuendos finos, llevó obsequios costosos al emperador y en todo momento iba acompañado de un imponente séquito. Hacía lo que fuera necesario para que los pueblos entre los que pretendía propagar el Evangelio se llevaran la mejor impresión posible de Jesús. Jesús mismo se hizo de todo a todos al abandonar las excelsas Cortes Celestiales y la unión íntima que tenía con Su Padre para venir a la Tierra encarnado en forma de hombre5. Lo hizo para poder identificarse más con nosotros, comprender nuestras desventuras y debilidades y estar en mejores condiciones para interceder por nosotros ante el trono de Dios6. Él quiere que sigamos Su ejemplo7. Desea que manifestemos amor a los demás poniéndonos a su nivel. Uday Kumar está afiliado a La Familia Inter nacional y vive en la India. ■
La Epístola a Diogneto se la escribió un cristiano anónimo a un pagano de encumbrada posición social, probablemente a fines del siglo ii. De las
obras de apologética cristiana dirigidas a no creyentes, es quizá la más antigua de las que se han conservado hasta el día de hoy. Nos revela con sutil penetración la perspectiva del mundo que tenían los primeros cristianos y la función que desempeñaban en él. Los atributos que enumera el autor en los capítulos v y vi dan bastante que pensar a un lector moderno. Reproducimos enseguida algunos pasajes:
PERFIL DE UN CRISTIANO
Los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni usan una lengua extraña, ni llevan un género de vida singular […], sino que habitando ciudades griegas o bárbaras, según lo que a cada uno le tocó en suerte, y siguiendo los usos de cada región en lo que se refiere al vestido, la comida y las demás cosas de la vida, dan muestras de un tenor de conducta admirable y, por confesión de todos, extraordinario, acorde con su ciudadanía espiritual. Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; participan en todo como los ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. […] Viven en la carne, pero no según la carne. Están en la tierra, pero su ciudadanía es la del Cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida trascienden las leyes. Aman a todos los hombres. […] Se les da muerte, y aun así están revestidos de vida. […] Tienen necesidad de todo y, sin embargo, en todo abundan. Se los deshonra y, pese a todo, se glorían en la misma deshonra. Se los calumnia y, aun así, son revindicados. Se los insulta, y ellos bendicen; se los injuria, y ellos muestran respeto. […] Hacen el bien, y se los castiga como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida. […] Los mismos que los odian no aciertan a explicar los motivos de su odio. En una palabra, lo que el alma es en el cuerpo son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, y los cristianos, por las diversas ciudades del mundo. El alma tiene su morada en el cuerpo, y, con todo, no es del cuerpo. Asimismo, los cristianos tienen su morada en el mundo y, aun así, no son del mundo. El alma invisible está en la prisión del cuerpo visible; de igual modo a los cristianos se los reconoce como parte del mundo, y, pese a ello, su religión permanece invisible. ■ 11
UN BORRACHO FRENTE A MI VENTANA Ângela Souza
Era casi medianoche cuando lo oí.
Me estaba cepillando los dientes, medio dormida. El hombre gritaba y balbuceaba al mismo tiempo. Me imaginé que sería un borracho llamando a su compañero de tranca. Media hora más tarde seguía gritando palabras ininteligibles. No pude más: decidí llamar a la policía. Al pasar junto a la ventana vi que el hombre estaba de pie bajo una luz del alumbrado público. Era mayor de lo que me había imaginado. Aunque hacía frío, tenía el torso desnudo, y gritaba en dirección a mí. Un joven se detuvo a hablar con él. Un rato después se quitó la chaqueta y se la puso al hombre. Me quedé atónita. Los dos se abrazaron, y me di cuenta de que el joven estaba rezando por él. Pasó una pareja que se los quedó mirando; pero al joven poco parecía importarle lo que pensaran. Al cabo de un rato aquel samaritano moderno le echó un brazo a la espalda al hombre mayor, como diciendo: «Te
llevo a casa». Y así ambos partieron. Me quedé unos minutos junto a la ventana, pensando. ¿Qué tan consecuente soy con mis principios cristianos? Tuve que reconocer que mi reacción ante aquel borracho incómodo distaba bastante de la que hubiera tenido Jesús. Él no habría llamado a la policía; se hubiera detenido a hablar con él. Le hubiera dado Su abrigo. Lo habría escuchado y consolado, y habría orado por él. De esa manera tal vez habría cambiado la vida de aquel hombre. Finalmente, cuando volví a la cama, le agradecí a Dios que hubiera enviado a aquel joven a ayudar al pobre borracho y ayudarme también a mí. Además rogué que me enseñara a reaccionar mejor la próxima vez que Él pusiera una persona necesitada delante de mí. Â ngela Souza está afiliada a La Familia Inter nacional y vive en Br asil. ■
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de Mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a Mí. […] En cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis hermanos más pequeños, a Mí lo hicisteis. Jesús, en Mateo 25:34-36,40 12
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RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES
Para conquistar amigos Tengo el deseo de congeniar y caerle bien a la gente, pero muchas veces no sé por dónde empezar. ¿Cómo puedo establecer fuertes vínculos con las personas? Las siguientes pautas te servirán de punto de partida. Lo esencial es no hacer teatro —afectar ser algo que no eres—, sino esmerarte por cultivar cualidades que hagan que los demás se sientan a gusto y contentos en tu compañía.
Cortesía y buenos modales. San Basilio observó: «Quien siembra cortesía, recoge amistad, y quien planta amabilidad, cosecha amor». Sonrisas. Una sonrisa sincera desarma al que está en guardia, tranquiliza al antagonista, calma al airado y le levanta el ánimo al abatido. Genera un clima positivo. Optimismo. Todo el mundo tiene ya problemas de sobra. Por eso el optimista, la persona que a todo le encuentra solución, se gana la simpatía de los demás. Sociabilidad. Una fórmula para vencer la timidez y sentirte menos cohibido es esforzarte por que tu interlocutor se sienta cómodo y aceptado. Respeto. Es fácil respetar a las personas con las que se tiene mucho en común; sin embargo, más importante aún es respetar el derecho de los demás a pensar de forma distinta y ser diferentes, aparte de ser una cualidad que resulta atractiva. Un ojo para lo bueno. Todo el mundo tiene al menos unas pocas cualidades dignas de admiración. Procura descubrirlas en lugar de buscar defectos. 1. Mateo 7:12
Elogios. A todo el mundo le hace bien saber que
otros notan y aprecian sus virtudes. Sé concreto, generoso y sincero con tus elogios. Buen humor. Resulta ameno estar con una persona que tiene buen sentido del humor. Procura, eso sí, que tu humor no sea a expensas de nadie. Amplitud de miras. Todo el mundo tiene derecho a su opinión. Rara vez vale la pena sacrificar una amistad por ganar una discusión. Humildad. La gente orgullosa que anda cantando sus propias loas resulta pesada. El humilde inspira simpatía; el orgulloso no hace más que dar la lata. Buena disposición para escuchar. Una de las mejores formas de demostrar interés por los demás es prestar atención a lo que dicen y esforzarse por entenderlos y empatizar con ellos. Tolerancia con los errores ajenos. Todo el mundo la embarra de vez en cuando. Recuerda la Regla de Oro1: Haz con los demás como quieres que hagan contigo. ■
«¡ G R ACIAS PO R NUESTRO E NCUE NTRO ANTE R IO R !»
Takk fyrir siðast es un saludo muy común en Islandia. Significa: «Gracias por nuestro encuentro anterior». La gente lo dice con el mismo tono con que nosotros decimos «hola». Aunque el encuentro anterior no fuera particularmente trascendente, esa frase sitúa la conversación del momento en el marco más amplio de la relación a largo plazo y le confiere un tono cordial. Samuel Keating 13
DIOS y el TRABAJO Martin McTeg
El lugar de trabajo es cada vez más un terreno hostil en el que priman las rivalidades. Las más de las veces la
integridad y el esfuerzo salen perdiendo ante maniobras por obtener lucro instantáneo y escalar puestos en la jerarquía. Sin embargo, no tiene por qué ser así. La idea de que la Biblia contiene consejos prácticos para el ambiente laboral moderno no es tan extraña como podría parecer. Antaño, ya José1 y Daniel2 demostraron que la integridad y la diligencia pueden allanarnos el camino del éxito y llevarnos a destacar.
Adopta una buena ética de trabajo.
Esfuérzate al máximo. En lugar de hacer lo mínimo, esmérate por cumplir bien tus obligaciones. «El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (2 Corintios 9:6). «El alma de los diligentes será prosperada» (Proverbios 13:4). Demuestra iniciativa. «Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento» (Proverbios 6:6–8). Actúa con honradez. Infringir las normas según tu conveniencia es contraproducente. «La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos» (Proverbios 11:3).
No pienses demasiado en los aspectos negativos.
Ningún trabajo es perfecto. «Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto 1. V. Génesis, capítulos 39 y 41 2. V. Daniel 1:19,20. 14
pensad» (Filipenses 4:8). En cuanto a los compañeros de trabajo difíciles, la Biblia nos exhorta: «Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios 4:32). ¿Que hay de los conflictos? «El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla» (Proverbios 29:11, N-C). ¿Estás inquieto y aburrido? Dios renovará tu espíritu. «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad» (Lamentaciones 3:22,23). ¿Estresado y agotado? «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mateo 11:28). «Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40:31).
Ten paciencia.
Dios bendice a quienes hacen las cosas a Su manera, pero no siempre los remunera enseguida ni con dinero contante y sonante. Aunque algunos personajes bíblicos —como José y Daniel— llegaron a ocupar altos cargos, ninguno lo logró de la noche a la mañana 3. «La bendición del Señor es la que enriquece» (Proverbios 10:22). «Tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:4). Martin McTeg está afiliado a La Familia Inter nacional y vive en los EE .UU. ■
3. V. Génesis, capítulos 37,39–41; Daniel, capítulos 1 y 2
¿A quién vas a ayudar con tus oraciones?
Ejercicio espiritual
¿A quién puedes ayudar con tus oraciones? A muchas personas. Entre aquellos más
cercanos a ti, seguramente hay más de uno que no goza de buena salud, ha sufrido una pérdida o está deprimido o estresado. También están las personas que salen en las noticias y aquellas con las que nos relacionamos a diario. Es fácil enfrascarnos hasta tal punto en nuestras preocupaciones que dejemos de percibir las necesidades ajenas. Si bien el presente ejercicio constituye un buen remedio para esa obsesión con lo propio, es mucho más que eso; se trata de un medio de acudir en ayuda de los demás. Todo parte de una premisa muy sencilla: Dios responde nuestras oraciones. En la Biblia están registrados muchos casos en que la oración produjo resultados extraordinarios. Por ejemplo, Elías rezó por un chico que había muerto de insolación, y el muchacho revivió1. Jesús dijo: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»2. El profeta Samuel reconoció que es pecado dejar de rezar por nuestros semejantes3, y Pablo nos dio buen ejemplo al rezar frecuentemente por sus compañeros de trabajo4.
Empieza el ejercicio imaginándote que estás en el centro de una serie de círculos concéntricos. A pesar de encontrarte en el centro, tú no eres el foco de la atención. Dentro del primer círculo está tu familia y tus amigos más cercanos. Probablemente te resulte fácil determinar las necesidades de dos o tres de ellos. Toma nota de ellas. Pasa ahora al segundo círculo: tus colegas y conocidos. Toma nota también de sus nombres y necesidades. Finalmente pasa al círculo más amplio, el formado por personas cuyas necesidades no te son ajenas, pero con las que no has tenido contacto directo: una señora en una silla de ruedas que viste en la calle, una familia sobre la que leíste en el periódico, que se ha quedado sin casa. Una vez más, toma nota. A estas alturas tendrás ya una lista de unas diez personas. Ruega por ellas a lo largo de la semana. Pon la lista en un lugar donde la veas a menudo, quizás en tu velador, junto al lavaplatos en la cocina o en tu escritorio. Todos los días tómate cinco o diez minutos para rezar por esas personas. Unos breves momentos de oración sincera, de corazón, pueden significar mucho para alguien. «Mucho puede la oración fervorosa del justo»5. ■
1. 2 Reyes 4:18–36
3. 1 Samuel 12:23
2. Marcos 11:24
4. 1 Tesalonicenses 1:2
E L PUNTO DE PAR TIDA
Aunque cualquiera puede influir para bien en la vida de los demás, con Jesús dentro de ti puedes tener un efecto mucho mayor. Si aún no lo has aceptado en tu interior, ábrele ahora mismo tu corazón con esta breve oración o una parecida: Jesús, creo en Ti. Te invito a formar parte de mi vida y te pido que seas mi salvador y compañero constante.
5. Santiago 5:16 (N-C)
15
Algo clave para entender a los demás es ponerse en su lugar. Cuando estuve en la Tierra hice eso por ti. Experimenté en carne propia las vicisitudes de la vida. Me cansaba, me enfermaba, me sentía solo o descorazonado. Me pasó todo lo que te pasa a ti. Habiendo vivido todo eso, estoy en condiciones de identificarme contigo, de ayudarte y consolarte como necesitas que lo haga. Ese mismo principio debes aplicar tú en tus relaciones con los demás. Aunque no puedes cambiar del todo tus circunstancias como hice Yo, sí puedes proyectarte mentalmente y ponerte en el lugar de tus semejantes. Por ejemplo, antes de pedir a alguien que te haga un favor que a ti te parece muy sencillo y fácil, reflexiona: ¿Lo verá de la misma manera
Empatía DE JESÚS, CON CARIÑO
esa persona? O si alguien está un poco alterado o indispuesto, pregúntate qué puede estar ocasionando en él o ella esa agitación o malestar. Esa ruta es mucho más segura que dar por sentado que la otra persona percibe y ve las cosas igual que tú. Ponte en el pellejo de los demás. Así los comprenderás mejor y te resultará más fácil brindarles apoyo cuando la situación lo amerite. Seguidamente, adapta tus expectativas y tu presentación de acuerdo con las circunstancias. Los demás se darán cuenta de que captas cuáles son sus necesidades o inquietudes y de que has tenido en cuenta sus limitaciones. Eso, a su vez, contribuirá a una mejor convivencia y relación. La empatía genera unidad de pensamiento y objetivos, algo que a todos les resulta grato.