CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
UN MUNDO DE POSIBILIDADES ¿Quiénes pueden ser filántropos?
5 pilares de la prosperidad Claves del éxito
Los ángeles de Vanessa El cristianismo en su mejor expresión
Año 12, número 10
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A N U E S T RO S A M IG O S Hace unos meses cité unas frases del escritor Philip Yancey en las que en esencia exponía que los cristianos no tenemos la opción de cerrar los ojos y desentendernos de los problemas y conflictos del mundo que nos rodea, sobre todo cuando estamos en condiciones de mejorar las cosas. Efectivamente, Dios nos llama a ejercer una influencia positiva en este mundo. Cumplir con esa obligación rara vez es fácil, y siempre conlleva algo de dolor. Precisamente un factor que suele frenarnos es nuestra situación económica. Tenemos recursos limitados, y el dinero con que contamos no se estira mucho. Las intenciones altruistas a menudo chocan con duras realidades que nos impiden realizar lo soñado. Nos conmovemos por la situación de personas menos afortunadas, pero nos preguntamos hasta qué punto debemos sacrificarnos. Además, ¿qué efectividad tendría eso? ¿Lograríamos mantener el esfuerzo en el tiempo? En las páginas siguientes encontrarás interesantes e innovadoras respuestas a esos interrogantes. El artículo Un mundo de posibilidades demuestra que no hay que ser Carlos Slim, ni Bill Gates, ni ningún multimillonario para dejar huella. Basta con estar motivado y contar con un plan. Puede que no estés en condiciones de cambiar todo el mundo; pero ¿quién sabe? Tal vez puedas cambiar el de una familia, como sucedió en Los ángeles de Vanessa. En las Reflexiones de este mes, sabios de todas las épocas nos ofrecen consejos sobre el legítimo papel que cumple el dinero; y en El cristianismo y los bienes materiales, Dios nos aporta Su punto de vista. Sarepta y De hombre a hombre con Jesús potenciarán tu fe en que Dios quiere y puede proveer para ti y los tuyos. Cinco pilares de la prosperidad y Vivir sin deudas te ayudarán a sanear tu situación económica. No hay duda de que disfrutamos de mayor felicidad y satisfacción cuando procuramos ver las cosas desde la óptica de Dios y obrar como Él quiere. Eso es cierto en todo aspecto de la vida, y las cuestiones pecuniarias no son ninguna excepción. Espero que este número te dé una idea clara de los principios económicos fundamentales que Dios ha establecido y que descubras, si aún no lo has hecho, la alegría de que Él se sirva de ti para bendecir a otros. Gabriel En nombre de Conéctate 2
www.conectate.org www.audioconectate.org México, Centroamérica: E-mail: conectate@conectate.org Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: conectateconosur@conectate.org Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas: Conéctate Colombia Apartado Aéreo # 85178 Bogotá Colombia Tel: (1) 7586200 E-mail: conectatecoven@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)
Director Gabriel Sarmiento Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Aurora Production AG, 2011 http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
UN MUND O DE POSIBILIDADES
Curtis Peter van Gorder
Sabiendo que participo activamente en varias obras de caridad aquí en la India,
un conocido me presentó a unos amigos suyos del ámbito empresarial en una fiesta a la que asistimos. Se suscitó una conversación en torno a The Giving Pledge —que podría traducirse como el compromiso de dar—, una iniciativa encabezada por Bill y Melinda Gates y Warren Buffett. Los tres plantearon hace un tiempo a 40 multimillonarios estadounidenses el reto de donar, en el transcurso de su vida, al menos el 50% de su patrimonio a causas filantrópicas y sociales. —Esto también está causando bastante revuelo en la India —exclamó uno de los presentes con el entusiasmo propio de un niño que anuncia la llegada del circo a la ciudad. Cuando otro señor preguntó de qué forma
podía apoyar nuestra obra, le propuse que hiciera una contribución a nuestra próxima campaña social. —Te llamaré el lunes —me dijo. Fiel a su palabra, el lunes por la mañana me llamó uno de sus asistentes para explicarme de qué manera quería participar. Por casualidad, ese día se publicó en el periódico un artículo que citaba al comentarista social Santosh Desai: «Los indios han sido siempre generosos. Las empresas pueden seguir el ejemplo de Tata —el mayor grupo empresarial de la India—, que ha institucionalizado la filantropía, convirtiéndola en un acto de responsabilidad social de la empresa y no uno de caridad». Un recuadro del artículo calculaba que si los 100 individuos más ricos de la India se sumaran al compromiso de dar se recaudarían más de 250.000 millones
de dólares, una cuarta parte del PIB de la India. Es difícil concebir semejantes cifras y más aún imaginarnos a nosotros mismos practicando la generosidad a ese nivel. Los ricos pueden darse el lujo de donar, mientras que en muchos casos nosotros a duras penas logramos llegar a fin de mes. En todo caso, el solo querer es medio poder, como reza el refrán. Cuando Toby Ord —un profesor de 31 años de la Universidad de Oxford— leyó que Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, se había comprometido a donar la mayor parte de su fortuna durante su vida, Ord, que en ese momento estaba estudiando, ideó su propio plan: donar 1 millón de libras esterlinas (1.625.000 dólares) a obras de beneficencia a lo largo de su vida. Se le ocurrió que podía hacerlo entregando todas sus 3
ganancias anuales que estuvieran por encima de la renta promedio en el Reino Unido. Comenzó con sus magros ingresos de estudiante. Aplicando los métodos utilizados por la Organización Mundial de la Salud para determinar la eficacia de los fondos de ayuda económica, las 25.000 libras esterlinas donadas por Ord hasta la fecha han costeado 10.000 años de salud para personas de algunos de los países más pobres del mundo. Además Ord insta a otros a dar de la misma manera el 10% de los ingresos que perciban a lo largo de su vida. El primer año, 64 personas se unieron a su iniciativa Giving What We Can. Entre todos se comprometieron a donar 14 millones de libras. Hay también otros medios muy originales de dar cuando no disponemos de mucho dinero. Un londinense de 24 años llamado Jack Diamond recorrió la India en bicicleta durante dos semanas con la misión de recaudar fondos para una organización benéfica de Goa que ayuda a niños de la calle y de barrios marginales como los que él mismo conoció en una visita anterior. —Nunca se me había pasado por la cabeza hacer algo así —explicó—. Quería llevar a cabo algo que tuviera un efecto positivo. Curtis Peter van Gorder es guionista y técnico de animación. Vive en Bombay (India) y está afiliado a La Familia Internacional, un movimiento cristiano. ■ 1. Filipenses 2:5 4
Robert Schnase
GENEROSIDAD espléndidA La dadivosidad nos lleva a disfrutar de una relación más saludable con lo que
poseemos y con el mundo material en que vivimos. Aunque nos gusta ganar dinero, también gozamos de otras cosas, entre ellas el amor de nuestra familia, el sentido de pertenencia a la comunidad y de trascendencia, la satisfacción de alcanzar nuestras metas, de contribuir y de servir. Nos agrada influir positivamente en la vida de otras personas. El asunto es cómo mantener un equilibrio y una perspectiva adecuados. ¿Cómo podemos cubrir bien nuestras necesidades elementales de alimentación, techo, educación y salud, y a la vez dar sentido a nuestra vida? ¿Cómo podemos hacer para no preocuparnos tanto de cosas que en última instancia no nos satisfacen y cultivar más bien aquellas que sí nos gratifican? La práctica intencional de la generosidad contribuye a darnos una buena escala de prioridades. La dadivosidad es un reflejo de la naturaleza divina. Damos porque hemos sido formados a imagen y
semejanza de Dios, cuya naturaleza esencial es generosa. Fuimos creados con la impronta de la naturaleza divina en el alma. Estamos hechos para ser sociables y compasivos, vincularnos afectivamente, amarnos unos a otros y ser generosos. La esplendidez de Dios es parte inherente de nuestra naturaleza. Así y todo, caemos en la ansiedad y el temor, influidos por una cultura que nos lleva a creer que nunca tenemos suficiente. Dios envió a Jesucristo para reconciliarnos consigo mismo y con nuestra sencillez original. Al adoptar ese «sentir que hubo también en Cristo Jesús»1, nos liberamos. Crecer en la gracia de la dadivosidad es parte del peregrinaje cristiano por la vida, en respuesta al llamado de Dios a dejar huella en este mundo. Robert Schnase es escritor y obispo de la Iglesia Metodista Unida. «Generosidad espléndida» es un extracto de su libro Five Pr actices of Fruitful Living, reproducido con permiso. ■
Provisión y milagros
DE HOMBRE a HOMBRE con Jude Osborn
Yo: Jesús, se abre ante mí un camino largo y misterioso. En breve me trasladaré a otro país, en el que haré nuevas amistades, cambiaré de ocupación y probablemente cometeré nuevos errores. Será prácticamente una nueva vida para mí y para mi familia. El futuro inmediato es lo que más me preocupa. Tengo algunas inquietudes para las que necesito respuestas concretas. Jesús: Pregunta nomás. Yo: Tu Palabra dice: «Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús»1. ¿En qué medida debo confiar en que Tú me darás lo que necesito, y hasta qué punto debo depender de mi esfuerzo y del sudor de mi frente? Jesús: Fácilmente podría proveer para todas tus necesidades en todo momento, y con poco o ningún esfuerzo de tu parte; pero ¿crees que eso sería lo más conveniente?
JESÚS
Yo: Ya veo. Si obraras una maravilla tras otra en beneficio mío, me volvería perezoso. Jesús: Así es. Por eso procuro no obrar tantos milagros que la gente dé las cosas por hechas. Yo: Pero ¿no prometiste abrir las ventanas de los cielos y derramar bendición sobre nosotros hasta que sobreabunde?2 Jesús: Es cierto. Me encanta derramar bendiciones. Sin embargo, a veces cierro la ventana por la que dejo caer billetes y, en cambio, derramo bendiciones en forma de experiencias formativas. Yo: Mmmm. Jesús: Esas a veces no son nada halagüeñas inicialmente; pero la profundidad espiritual que producen puede terminar siendo mucho más valiosa y duradera que el dinero. Yo: Deduzco entonces que no tienes pensado proveer milagrosamente para mis necesidades materiales sino cuando esté al borde de la desesperación, ¿es así? Jesús: No necesariamente. Habrá veces en que obraré grandes milagros solamente para recordarte lo magnífico que es Mi poder.
Yo: En otras palabras, que no es que las únicas opciones sean esas dos, que yo haga todo el trabajo o que Tú realices milagros portentosos. Jesús: Claro que no. Mis bendiciones adoptan múltiples formas. Te presentaré oportunidades, te sugeriré ideas, te ayudaré a desarrollar nuevas habilidades, te daré espaldarazos económicos inesperados. Haré todo eso y más porque te amo. Puede que a veces esos milagros pasen inadvertidos; pero cuando los notes, agradécemelos. Yo: Muy bien. Lo haré. Me siento más tranquilo. Haré lo que pueda y confiaré en que Tú te encargarás del resto. Además, procuraré alabarte y agradecerte todo lo que haces por satisfacer mis necesidades. Jude Osborn es programador. Vive en Australia y está afiliado a La Familia Internacional. ■
1. Filipenses 4:19 2. V. Malaquías 3:10 5
Joyce Suttin 6
SAREPTA Adaptación de 1 Reyes 17:8–16
—¿Tendría algo que darme de comer y de beber? —pre-
guntó el modesto forastero—. El hambre y el cansancio del viaje me han debilitado. Se lo ruego. Me compadecí. Yo también tenía retortijones de hambre. En Sarepta, como por lo visto en la región de donde venía aquel forastero, había sequía y escasez. Yo también me sentía débil y cansada. Como él, necesitaba que alguien me salvara de la muerte. Casi no tenía nada, y ¡él me pedía que le diera lo poco que me quedaba! Si hubiera vivido sola y no hubiera tenido a nadie a mi cuidado, le habría cedido sin titubear mi último bocado. Confieso que yo le había dado a Dios sobrados motivos para volverme la espalda. No merecía vivir. Pero... ¿y mi hijito, la luz de mis ojos, a quien adoraba? —Pase... Claro, entre —respondí con voz vacilante—. Pero ya verá que no tengo nada que ofrecerle. Con la harina y el aceite que me quedan pensaba preparar una última comida para mi hijo y para mí antes de dejarnos morir. Estábamos juntando ramitas para el fuego cuando usted se apareció. Mi hijo era apuesto, mas se le veía demacrado por lo poco que había comido en las últimas semanas. Una sonrisa se dibujó en sus labios. Siempre lucía una sonrisa. —Madre —me dijo—, yo también encontré unas ramitas. Cayeron
Das un poco, ganas más anoche con el viento. Con ellas haremos un buen fuego. El forastero miró al niño a los ojos y señaló: —Sin duda el Señor me trajo aquí. Miré a mi hijo, con sus rizos castaños despeinados por la brisa. Tenía los ojos clavados en mí, como mira un niño a su madre, con confianza y expectación. —No tenga miedo —dijo el forastero—. Prepare primero una pequeña torta y tráigamela. Luego prepare algo para su hijo y para usted. Porque esto ha dicho el Señor Dios: «La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la faz de la tierra». Me dirigí a la repisa y bajé la vasija de aceite. La sentí liviana, casi vacía. ¿Por qué estaba haciendo eso por un forastero? No tenía sentido. —Hijo, enciende el fuego mientras preparo el pan. Tomé el saco de harina que tenía en la tinaja, y que también estaba casi vacío. Pero mientras amasaba, ocurrió algo extraño: recuperé la energía en las manos, y mis pies avanzaron ligeros en dirección al horno. Aquel pan que estaba preparando tenía algo peculiar. Procuré no hacer caso de los dolores que me provocaba el hambre, mientras el cuarto se
llenaba del aroma del pan recién horneado. También evité la mirada atenta de mi hijo. El forastero tomó el pan que le ofrecí. Lo sostuvo en alto y dirigiéndose a Dios rogó: —Señor, bendice esta comida que has provisto y a la persona que la preparó. Seguidamente se volvió hacia mí, sonrió y me dijo: —Ahora prepare una torta para usted y su hijo. —Pero es que… ya no queda más… —dije vacilante. Con la mirada me indicó que no dudara y simplemente siguiera sus instrucciones. —Hijo, alcánzame la harina y el aceite. Maravillado el niño me entregó la harina. Hacía muchos días que el saco no estaba tan pesado. Cuando me pasó la vasija del aceite, estaba tan llena que se derramó un poco. Nuestro corazón también se desbordaba de emoción. Así, Dios cumplió Su palabra. Lo que no había sido más que un puñado de harina y unas gotas de aceite nos alcanzó para sobrevivir tres años hasta que pasó la hambruna. Joyce Suttin es profesor a y escritor a. Vive en San Antonio (EE .UU.) y está afiliada a La Familia Internacional. ■
David Brandt Berg
No hace falta ser millonario para dar de lo que se tiene. No hay
un solo hijo de Dios que no esté en condiciones de dar algo para ayudar a personas menos favorecidas. Aunque te parezca que no te lo puedes permitir, o aunque no puedas dar mucho al principio, ten presente que Dios bendice a los dadivosos. Si no eres rico, con mayor razón deberías practicar la generosidad: así Dios podrá bendecirte y multiplicar lo que tienes. La economía de Dios y la del mundo se rigen por principios contrarios. En el mundo, lo normal es pensar: «Cuando tenga millones, entonces comenzaré a dar». El Señor, en cambio, nos exhorta: «Comienza dando lo que tienes ahora, que Yo te daré más». El hombre dice: «Yo primero. La primera ley de la naturaleza es el instinto de conservación». Por contraste, Dios dice: «Preocúpate primero de Mí y de los Míos, y Yo cuidaré de ti»1. La persona que da nunca es pobre. El que reparte con generosidad aunque tenga bien poco no puede ser pobre, pues Dios lo bendice con mucho más. Dios ha establecido que para llegar a disfrutar de abundancia es preciso dar abnegadamente de lo que se tiene. Cuanto más compartas lo que tengas, más te prodigará el Señor y más tendrás para compartir. La caridad y la generosidad enriquecen.
David Br andt Berg (1919–1994) fue fundador de La Familia Internacional. ■ 1. Mateo 6:33 7
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5 pilares de la
prosperidad María Fontaine
Algo que en diversos momentos de la vida nos provoca estrés y preocupación es la falta de dinero. En
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1. Salmo 24:1 2. Mateo 7:7,8 3. Proverbios 10:4 4. Proverbios 21:5 5. Proverbios 12:11 (LPD) 6. Lucas 16:10. V. también Mateo 25:14–30 7. Salmo 41:1 8. Proverbios 11:25 9. Lucas 6:38 8
esos momentos es importante recordar que Dios es nuestra fuente de sustento económico. «Del Señor es la Tierra y su plenitud»1. Todo le pertenece, y con gusto nos lo ofrece. «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá»2. Sin embargo, por mucho que Dios se proponga ayudarnos, si a nuestro edificio económico le falta algún pilar importante, no se sostendrá. Debemos creer que Dios es capaz de proveer para nosotros, pedirle que lo haga y actuar en consecuencia. Ahí es cuando entran en juego nuestros conocimientos, nuestra habilidad administrativa y la buena planificación. Felizmente, Dios nos ha dado numerosos consejos prácticos sobre cómo hacernos acreedores a Sus bendiciones pecuniarias.
1 Trabajar esforzadamente. Esto puede parecer una obviedad; sin embargo, muchas personas no lo hacen y después se preguntan por qué no les va bien. Para prosperar y hasta para conservar un buen empleo, tenemos que estar dispuestos a trabajar con empeño tantas horas como haga falta. Por muy inteligente o capaz que sea uno y por muy preparado que esté, si no trabaja como es debido lo más probable es que Dios no pueda bendecirlo tanto como querría. «La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece»3. «Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia»4. «El que cultiva su tierra se saciará de pan, pero el que persigue quimeras es un insensato»5. 2 Apreciar y cuidar las bendiciones de Dios. Dios es un inversionista prudente. Favorece más a quienes agradecen lo que Él les ha dado y demuestran esa gratitud administrando correctamente los bienes materiales que les ha concedido, viviendo con
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austeridad y valorando como corresponde la generosidad con que Él los trata. Dios no ve con buenos ojos la negligencia ni el despilfarro. «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel»6. 3 Ser generosos con los que padecen necesidad. Dios es consciente de las penurias que sufren los pobres y está deseoso de ayudarlos; no obstante, en muchos casos lo hace por medio de agentes terrenales, como tú y como yo. ¿Por qué? Porque así puede bendecir tanto al dador como al beneficiario. «Bienaventurado el que piensa en el pobre»7. «El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado»8. «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os 10. 2 Corintios 9:7 11. Santiago 4:3 12. Isaías 55:9 13. 1 Juan 5:14,15 14. Eclesiastés 5:10 15. Mateo 6:33 16. Deuteronomio 28:2 17. Job 36:11 18. Salmo 84:11 (LBD)
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volverán a medir»9. «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre»10. 4 Saber pedir. Dios nos manda: «Pedid, y se os dará»; pero también dice: «Pedís, y no recibís, porque pedís mal»11. Aunque a Dios le encanta vernos felices, Él tiene una perspectiva más amplia que en muchos casos nosotros no somos capaces de entender. «Como son más altos los Cielos que la Tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos»12. Él sabe lo que más nos conviene a la larga a nosotros y a todas las partes afectadas, y responde a nuestras oraciones en consecuencia. Por eso, además de orar para que Dios provea para nuestras necesidades, debemos pedirle que nos ayude a estar en sintonía con Él y que nos dé lo mejor según Su óptica y no según nuestros criterios. «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos
alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho»13. 5 Tener una sana actitud frente a los bienes materiales. En la vida hay cosas que tienen mucho más valor que el dinero. «Quien ama el dinero, no se sacia de él; quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. También esto es vanidad»14. Es preciso que invirtamos en nuestra vida espiritual, que cultivemos una estrecha relación con Dios y que procuremos dar buen ejemplo de lo que es un cristiano íntegro y auténtico. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»15. «Vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz del Señor tu Dios»16. «Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bienestar»17. «El Señor no niega nada a los que proceden honradamente»18. María Fontaine y su esposo, Peter Amsterdam, dirigen el movimiento La Familia Internacional. ■ 9
Los ángeles de Vanessa
Stephen Larriva
El sol se deslizaba bajo el horizonte mientras conducía por una estrecha carretera
de dos carriles del centro de México. Miré a mi esposa, Amber, que dormía a mi lado. Por el espejo retrovisor vi a nuestras tres hijas: Tory, una niña muy viva para sus cuatro años; Shelly, que acababa de cumplir dos y hablaba sin parar como una cotorrita; y la bebita, Vanessa. Las tres dormían profundamente. Pensé en hacer una parada para tomar un café, pero deseché la idea. Si me detenía, todas se despertarían. Además estábamos en una carrera
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contra el tiempo. Me gustaba conducir de noche, mientras las niñas dormían, con el vehículo más fresco, aparte que así tenía oportunidad de reflexionar. Lo necesitaba. Había sido un año agitado. Mis pensamientos me llevaron a la época en que Amber estaba embarazada de Vanessa. Habíamos viajado a la Costa Oeste de los EE.UU. a visitar a su familia, y luego a la Costa Este a visitar a la mía. Después nos habíamos incorporado a un centro misionero del sur de México, a donde habíamos llegado tres semanas antes de la
fecha prevista del parto. Amber había presentido que algo no andaba del todo bien con la criatura. Yo le dije que se preocupaba demasiado; pero ella tenía razón. Poco después de nacer Vanessa, nos informaron que tenía una afección cardiaca que requería cirugía. No estaba del todo clara la gravedad de la dolencia. En todo caso, los médicos nos instaron a regresar a los EE.UU. para que se le diera la atención médica que precisaba. Unos amigos de Dallas habían aceptado acogernos por un mes. Hacia allá nos dirigíamos en ese momento.
*** Llegamos a la casa de nuestros amigos en la madrugada. Nos tenían preparada una hermosa habitación. Las niñas quedaron fascinadas al enterarse de que dormirían en dos camitas hechas a su medida. —Mamá, ¿cuánto tiempo podemos quedarnos en este hotel? —preguntó Tory con cara de asombro. Nuestra primera visita al cardiólogo terminó con un viaje en ambulancia a la unidad de cuidados intensivos del hospital infantil. La nena estuvo internada más de dos meses allí. Su cuerpecito luchaba por sobreponerse a la cirugía cardiaca, a la debilidad de sus pulmones, a las intubaciones y a las infecciones estreptocócicas. Amber y yo nos turnábamos para quedarnos con Vanessa en el hospital; uno de los dos permanecía a su lado a toda hora. Mientras tanto, nuestros queridos amigos cuidaban de nuestras otras hijas, nos preparaban la comida, nos lavaban la ropa, nos prestaron un auto cuando el nuestro se descompuso y hasta nos pagaron los peajes de la autopista a fin de que pudiéramos tomar la ruta más corta para ir y volver al hospital. Cuando finalmente pudimos llevar a Vanessa a casa para la recuperación, nos cedieron su propio dormitorio, donde cabían mejor todos los equipos médicos necesarios para atenderla. Durante todo ese tiempo no dijeron ni una sola palabra sobre el costo que todo aquello tenía para ellos. Seis semanas más tarde, Vanessa entró en coma y fue trasladada de
urgencia al hospital. Los tres meses que siguieron, un equipo de médicos continuó tratando de diagnosticar el mal que padecía. Los resultados fueron llegando de uno en uno, y eran apabullantes: había sufrido daños cerebrales; estaba sorda y ciega; su dolencia cardiaca iba a requerir múltiples cirugías. La declararon enferma terminal. Los médicos le dieron un año de vida —tal vez dos— y la entregaron a nuestro cuidado. Durante meses nuestros amigos lo habían compartido todo sin pedir nada a cambio. Estábamos seguros de que de ninguna manera podrían seguir manteniéndonos. Encontramos un pequeño departamento cerca del hospital y nos dispusimos a trasladarnos allí. Ellos entonces reaccionaron de la manera más inesperada: nos pidieron que nos quedáramos. ¿Sabían en qué atolladero se estaban metiendo? ¿Habían tenido en cuenta que Amber y yo tendríamos que turnarnos con la nenita las 24 horas del día? ¿Y que Vanessa necesitaría constante atención médica y visitas semanales de enfermeras? Todo aquello alteraría el normal funcionamiento de su hogar. Para colmo, no sabíamos bien con cuánto íbamos a poder contribuir, ya fuera económicamente o de otra manera. ¿Eran conscientes de que esa situación podía dilatarse y durar años? Pues sí lo habían tomado en cuenta, y nos respondieron serenamente: —Estamos a su disposición para cualquier cosa que les haga falta todo el tiempo que sea necesario.
*** Unos meses más tarde, mientras descansaba tranquilamente, Vanessa pasó de los brazos de su madre a los de Jesús. De eso hace ocho años. Al día de hoy, la actitud de nuestros amigos sigue siendo el ejemplo más vívido de generosidad y sacrificio que he visto en toda mi vida: fue puro amor incondicional y bondad. Estuvieron dispuestos a dar hasta que les dolió y más, a sabiendas de que no podríamos devolvérselo jamás. Nuestros amigos no se limitaron a decir que deseaban seguir el ejemplo de Cristo; ¡lo hicieron! Stephen Larriva vive en México y está afiliado a La Familia Internacional. ■
LO QUE MÁS CUE NTA No nos contentemos con dar dinero. El dinero no basta. El dinero puede conseguirse. Lo que la gente necesita es sentirse amada de corazón. Así que manifiesta amor por dondequiera que vayas. Madre Teresa (1910–1997) Pienso que uno nunca deja de dar. De veras, creo que es un proceso continuo. Y no se trata solamente de extender un cheque, sino de llegar al corazón de otra persona e influir en ella para bien. Oprah Winfrey (1954– ) 11
RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES
Vivir sin deudas
Me cuesta mucho ceñirme a mi presupuesto, aunque sé que esa es la clave para no endeudarme. ¿Me pueden dar algún consejo? La clave para administrar bien el dinero está en tapar las fugas que consumen tus recursos, porque con el tiempo hasta una pequeña gotera puede vaciar tus arcas. Considera las siguientes recomendaciones por si alguna te sirve. Vive con arreglo a tus posibilidades. Si usas tarjetas de crédito, paga tus saldos mensuales en su totalidad para evitar recargos. Procura comer mayormente en casa. Prepárate el almuerzo y llévatelo siempre que sea posible. Reserva las 12
salidas a restaurantes para ocasiones especiales. Los bocados o refrigerios que se compran deprisa y corriendo son de los típicos gastos pequeños que sumados cuestan mucho más de lo que parece en el momento. Busca ofertas, especialmente para los artículos más costosos, ya sea en tu barrio o en internet. Antes de adquirir un artículo nuevo, considera la posibilidad de comprarlo de segunda mano. Las tiendas de artículos usados y los vendedores particulares suelen ser una buena alternativa para conseguir muebles, ropa y otros artículos bien cuidados o restaurados. Prepárate una lista de lo que vas a comprar y cíñete a ella, a fin
de evitar las compras espontáneas, que son el peor enemigo de la economía doméstica. El hacer una lista también te ayudará a combinar las salidas para hacer compras, con el consiguiente ahorro de tiempo y costos de transporte. Cuando sea posible, evita los intermediarios comprando al por mayor o directamente del productor o fabricante. Así te ahorras los sobreprecios que ponen los comerciantes a los productos. Reduce tus cuentas de servicios escogiendo aparatos de bajo consumo, apagando luces innecesarias y ahorrando agua en la ducha, el afeitado, el lavado de la vajilla, etc. Opta por artículos genéricos más baratos en lugar de los de marcas más caras, siempre que no haya un sacrificio notable de calidad. Resiste la tentación de cambiar constantemente los aparatos electrónicos y demás por otros más modernos. Hazlo solo cuando sea realmente necesario o más rentable. Si compartes gastos con tu cónyuge o un compañero de habitación, conviene establecer ciertos parámetros; por ejemplo, la suma máxima que cada uno puede gastar en un solo artículo sin consultar con el otro. Ten una visión objetiva de las cosas. El ceñirte a un presupuesto de gastos puede ayudarte a administrar mejor tus recursos, a fin de vivir con más comodidad y holgura. Sin embargo, los bienes materiales que tengas —por muchos que sean— no garantizarán tu felicidad permanente. El dinero no puede comprar amor, ni una relación estrecha con Dios, ni satisfacción en la vida, que a fin de cuentas es lo que más importa. ■
el cristianismo y los bienes materiales Samuel Keating
Hoy en día muchos cristianos no saben a ciencia
cierta qué concepto tiene Dios de las riquezas y los bienes materiales. Eso les genera cierta incertidumbre sobre la actitud que debieran tener ellos mismos con relación al dinero. Algunos predican la doctrina de la prosperidad, es decir, que la abundancia es manifestación de fe y señal de la aprobación divina. Otros censuran la adquisición de riquezas y miran con desagrado a los cristianos que amasan fortunas personales. Tanto unos como otros fundamentan su postura en las Escrituras. La verdad de las cosas es que la Biblia aborda el tema con equilibrio y mesura. • Dios censura la adquisición fraudulenta de bienes. ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas? Miqueas 6:11 • Sin embargo, no desaprueba las riquezas propiamente dichas. A todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes [...] esto es don de Dios. Eclesiastés 5:19
• La Biblia habla de varias personas a las que Dios bendijo concretamente con riquezas, como Isaac y Job. Sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo el Señor. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Génesis 26:12,13 [Tras un tiempo de duras pruebas, el Señor le dio a Job] dos veces más de lo que tenía antes. Job 42:10 (PDT) • Dios prometió proveer para los que lo aman y procuran complacerlo. El Señor no niega nada a los que proceden honradamente. Salmo 84:11 (LBD) Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19 • Dios bendice particularmente a los que socorren a los necesitados. Al Señor presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar. Proverbios 19:17 Hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir». Hechos 20:35 (NBJ)
• Cuando el dinero y los bienes materiales adquieren preeminencia en nuestro corazón y nuestra vida, desagradamos a Dios y nos acarreamos pesares. Raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6:10 • El dinero jamás produce felicidad y satisfacción duraderas. Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. Eclesiastés 5:10 (NIV) En esencia, parecer ser que mucho depende de nuestra actitud. Dios desea favorecernos económicamente, pero también espera que hagamos de esos favores un uso sano que le agrade. Las mayores satisfacciones y éxitos de la vida —las auténticas riquezas— se obtienen cultivando una buena relación con Él. Samuel Keating es director de producción de Conéctate. Vive en Milán (Italia). ■ 13
EL DINERO REFLEXIONES
Con dinero se puede comprar todo, menos la felicidad, que es mucho más barata y más cara a la vez. Noel Clarasó (1899–1985) El dinero nunca hizo feliz a nadie, ni lo hará. Cuanto más tiene un hombre, más quiere. En vez de llenar un vacío, lo produce. Benjamin Franklin (1706–1790) Suponer, como lo hacemos todos, que podríamos ser ricos sin comportarnos como lo hacen los ricos es como creer que podríamos beber todo el día sin terminar ebrios. Logan Pearsall Smith (1865–1946) [El dinero] es una forma de energía que suele acentuar nuestro carácter, sea este avaro o generoso. Dan Millman 14
Los que valoran el dinero, la belleza y la popularidad más que la intimidad, el crecimiento y lo que aportan a la comunidad gozan de menos salud mental y son mucho más desdichados. Kennon Sheldon (1959– ) La cuenta bancaria de un hombre no es un buen indicador de si es rico o pobre. Lo que enriquece a un hombre es su corazón. Nuestra riqueza consiste en lo que somos, no en lo que poseemos. Henry Ward Beecher (1813–1887)
Si quieres sentirte acaudalado, basta con que cuentes todas las cosas que posees y que no se adquieren con dinero. Anónimo Aunque te hayas ganado tu paga, no has vivido un día perfecto a menos que hayas hecho algo por alguien que nunca podrá devolvértelo. Ruth Smeltzer (1961– )
Todo necio confunde valor y precio. Antonio Machado (1875–1939)
Solo podemos alcanzar la verdadera excelencia en las cosas que nos apasionan. No te pongas como objetivo ganar dinero. Más bien dedícate a lo que te encanta hacer, y hazlo tan bien que la gente no pueda menos que admirarte. Maya Angelou (1928– )
Entre buenos es fuero que valga más la virtud que el dinero. Miguel de Cervantes (1547–1616)
Si haces del dinero tu dios, te acosará como el demonio. Henry Fielding (1707–1754)
El dinero a veces sale muy caro. Ralph Waldo Emerson (1803–1882) Bienaventurados los que son capaces de dar sin recordar y recibir sin olvidar. Elizabeth Bibesco (1897–1945) Cuanto más dinero entra, más inestable te sientes, porque tienes miedo de perderlo. Luis Gordillo (1934– ) La riqueza no consiste en contar con muchos bienes, sino en tener pocas carencias. Epicuro (341 a.C–270 a.C.) Cuando una persona pone en orden su actitud frente al dinero, se suelen corregir casi todos los demás aspectos de su vida. Billy Graham (1918– ) ■
361m
422m 699m 654m 653m
ALCANZAR la CIMA Ejercicio espiritual
Un grupo de amigos ya entrados en años pasan sus vacaciones veraniegas
subiendo a montañas de poca altura. Se entusiasman cada vez que conquistan una nueva cima, hazaña nada desdeñable teniendo en cuenta sus molestias lumbares y otros achaques característicos de la edad. Si bien es una actividad bastante agotadora, las magníficas vistas compensan los dolores musculares y el cansancio. Si les preguntas por qué no pasan más bien sus vacaciones relajándose en una cálida playa, descartan la idea. Prefieren hacer montañismo, no obstante el esfuerzo que implica. Dicen que nada se puede equiparar con la satisfacción de alcanzar una cumbre.
556m
450m
1. Salmo 32:8 (NVI)
330m
Para el ejercicio de hoy, visualiza una cadena de montañas. Concéntrate en una foto o un cuadro pintoresco, o recurre a tu imaginación. Figúrate que cada pico es un obstáculo que se te presenta en la vida, como las próximas facturas que tienes que pagar, el ascenso al que aspiras en el trabajo, un negocio que esperas hacer, una afección que arrastras desde hace tiempo, una tarea que se te hace eterna, etc. ¿Te has quejado y preocupado cada vez que estas dificultades ennegrecen tus cielos? Pues es hora de cambiar de perspectiva. Elige una cumbre e imagínate que la estás escalando. Si bien requiere esfuerzo trepar por las laderas rocosas, no estás solo en esa aventura. Te acompaña un guía fuerte, experimentado y capaz. El Señor promete: «Yo 480m
478m
te instruiré, Yo te mostraré el camino que debes seguir; Yo te daré consejos y velaré por ti»1. Él te ofrece una mano mientras trepas por entre las rocas. Te guía por caminos seguros. Con Él, claro que puedes hacer la ascensión. Te entusiasmas, ardes en deseos de alcanzar la cumbre. Recuerda que es algo emocionante, no una pesadez. Ahora hazte una imagen visual de la celebración que tendrás con Jesús en la cima. ¡Has coronado la meta! 2 Si bien la conquista de una cumbre brinda momentos de exultación y felicidad —nada hay que se le compare en la monótona y materialista existencia de estos tiempos modernos—, también entraña grandes peligros. Aunque el objetivo del gran alpinismo no es enfrentarse al peligro, esa es una de las pruebas a las que debemos someternos para hacernos acreedores a la dicha de elevarnos durante un instante por encima del estado de larvas rastreras. En esta altiva y hermosa montaña hemos vivido horas de cálida y sublime nobleza fraternal. Durante unos días hemos dejado de ser esclavos para convertirnos en verdaderos hombres. Es difícil volver a la servidumbre. Lionel Terray (1921–1965), montañista francés ■ 15
DE JESÚS, CON CARIÑO
Para ser feliz a pesar de los pesares Siempre que escasean los recursos se pone a prueba tu fe en Mi capacidad de satisfacer tus necesidades. Las voces del desaliento se confabulan para convencerte de que Mis promesas no son verdad, de que no voy a proveer como dije que lo haría. No obstante, cumpliré Mis promesas. En ciertas ocasiones te respondo enseguida; en otras, lleva un tiempo. Son muchos los factores que afectan Mi manera de responder tus oraciones y proporcionarte lo que precisas; uno de ellos son las decisiones que tú tomas y las que toman otras personas. A veces ambos
tenemos que aguardar a que se den las condiciones propicias. Mientras tanto, conténtate con lo que tienes. Agradéceme lo que ya te he concedido, todo aquello que posee más valor que las comodidades materiales, todo lo que el dinero no puede comprar: el amor de tus seres queridos, las verdaderas amistades, la paz interior, la satisfacción de conocerme y de amarme. Si estimas esas cosas por encima de todo, habrás encontrado la clave de la felicidad y te lloverán Mis bendiciones espirituales, cualesquiera que sean las circunstancias en que te encuentres.