Conéctate, diciembre 2021: Navidad

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

Año 22 • Número 12

EL DIVINO REGALO

A la medida de cada corazón

El hombre que redescubrió la Navidad Versión moderna del «Cuento de Navidad»

El camino

Un aventurado regreso a casa


Año 22, número 12 A NUESTROS AMIGOS Esperanza en Navidad

Al despedirnos del 2020 la mayoría nos llevamos la impresión de que esas navidades fueron más bien sombrías, deslucidas, con una alta cuota de soledad y exentas de muchas de las alegrías y comodidades asociadas con la festividad del nacimiento de Cristo. La temporada además estuvo acompañada de una terrible incertidumbre respecto al futuro. Cómo no. ¡Y vaya año el que nos ha tocado vivir! Si bien es imposible predecir el curso que seguirá esta pandemia de COVID-19 y sus variantes, asoman algunas señales alentadoras que arrojan un rayo de esperanza, la ilusión de que llegará el día en que el mundo habrá superado los efectos más adversos del virus. Al mismo tiempo es difícil, por no decir imposible, abstraernos del dolor sufrido por las familias y amigos de todos los fallecidos este año, a muchos de los cuales se les negó la oportunidad de despedirse de sus seres queridos o de dar sepultura digna a sus restos mortales. Una vez más quedaron en evidencia las tremendas desigualdades que aquejan a nuestro mundo, agravadas por una economía también infectada por el virus, además de los múltiples errores cometidos a todo nivel, a lo cual hay que añadir nuestra enorme vulnerabilidad ante las catástrofes, pese al tan cacareado señorío de la ciencia. Sin duda ha sido un año sumamente difícil para muchos, al punto en que tal vez te ronde la milenaria pregunta: Si Dios es todopoderoso y si de verdad nos ama, como dice la Biblia, ¿por qué no interviene y hace algo para aliviar el dolor y sufrimiento de tantos? Y sí que lo hizo. Envió a Jesús. Dios se conduele, comparte nuestro dolor. Entiende las dificultades que enfrentamos y las pérdidas que nos afligen. Anhela acogernos en Sus brazos, aliviarnos, sanarnos, reconfortarnos, tranquilizarnos. Era tal Su deseo de socorrernos que envió a Su Hijo humanado para que viviera entre nosotros, experimentara nuestras angustias y agobios, nos revelara Su corazón y nos pusiera en contacto directo y personal con Su amor y Su poder. Bajó del cielo encarnado en una inocente criatura nacida en un establo, no para eliminar nuestras desdichas y librarnos de reveses, sino para darnos la capacidad de afrontarlos, superarlos y salir siendo mejores personas. Todo ello nos da motivos de esperanza esta Navidad.

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Gabriel García V. Director 2

Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


EL HOMBRE QUE REDESCUBRIÓ LA

NAVIDAD Curtis Peter van Gorder

Tiempo atrás mi mujer y yo

fuimos a ver una producción alemana de Un cuento de Navidad,1 de Charles Dickens. Seguramente conoces la novela del banquero avaricioso que se convierte en un hombre generoso y desprendido gracias a las misteriosas gestiones de tres fantasmas que lo llevan en un viaje por su pasado, presente y futuro. Me impactó el efecto que tuvo aquella producción teatral en mí y el resto del público presente. El cuento surgió del deseo de Dickens de generar conciencia sobre las terribles condiciones laborales de los trabajadores en la Inglaterra de aquel tiempo. Habiendo él mismo nacido en la pobreza y trabajado de niño 12 horas al día en una fábrica, empatizaba con quienes ejercían el abusivo trabajo infantil y albergaba la 1. Conocido también como «Canción de Navidad» o «El cántico de Navidad» 2. Nota: En este enlace se encuentra la dramatización de Curtis Peter van Gorder sobre dicho episodio: https:// bringelixir.wordpress.com/tag/ man-who-missed-chrirstmas/ 3. http://elixirmime.com

esperanza de que el cuento contribuyera a mejorar su situación. Dickens escribió la novela en seis semanas. Enseguida tuvo un éxito fulgurante y a la postre se convirtió en clásico. Ruth Glancy, profesora de literatura inglesa, comentó que la consecuencia más trascendente de Un cuento de Navidad fue que motivó a muchos lectores a ayudar a los necesitados. En parte, gracias a aquella narración, se hizo tradicional organizar cenas navideñas para personas de escasos recursos. En 1867 un empresario estadounidense quedó tan conmovido al asistir a una lectura de aquel cuento que cerró su fábrica el día de Navidad y mandó un pavo a cada uno de sus empleados. A comienzos del siglo XX, la reina de Noruega envió regalos a los niños lisiados de Londres, con una notita firmada que leía: «Con el cariño de Tiny Tim». Chesterton, el famoso autor inglés, escribió: «La belleza y bendición que encierra el cuento [...] se hallan en el fogonazo de felicidad pura que emana Scrooge y todo lo que lo rodea. [...] Al margen de si aquellas visiones que tuvo en Navidad convirtieran o no a Scrooge, nos convierten a nosotros».

Hace poco leí una crónica sobre una transformación ocurrida en Navidad que tiene marcados paralelismos con aquella de Un cuento de Navidad. Se trataba de un banquero de nombre George Mason, que accidentalmente quedó encerrado en la bóveda de su propio banco en Nochebuena. Cuando finalmente salió, dos días más tarde, cayó en la cuenta de que nadie lo había echado de menos. Afortunadamente el percance lo llevó a reflexionar sobre su vida y como consecuencia decidió efectuar algunos cambios para bien. Dentro de su bóveda hay una tarjeta escrita a mano, que reza: «Amar a los demás, ser indispensable en alguna parte... Esa es la clave de la felicidad».2 No es necesario que nos visiten fantasmas o quedarnos encerrados en una bóveda de un banco para captar el verdadero sentido de la Navidad. Dios amó tanto al mundo que envió a Jesús, Su único hijo, en aquella primera Navidad para redimirnos de la muerte y concedernos la vida eterna. Esta Navidad compartamos el amor que hemos recibido con los demás. Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo3 en Alemania. ■ 3


Peter Amsterdam

ECOS NAVIDEÑOS Para muchos de nosotros

un aspecto importante de la Navidad es recordar el nacimiento de Jesús, ya sea mediante representaciones y pesebres vivientes, leyendo en la Biblia el relato del nacimiento o cantando hermosos villancicos. Al celebrar la temporada navideña, rememoramos los hechos que dieron origen a todo eso. Los pastores, los reyes magos, el pesebre y la estrella nos conectan con distintos aspectos del nacimiento de nuestro Salvador. Al examinar el 1. V. Lucas 1:26,27 2. Lucas 1:31-33 3. Lucas 1:14-17 4. V. Lucas 1:12,13 5. V. Génesis 16 6. V. Génesis 17 7. Lucas 1:34,35 4

contexto en que se produjo dicho nacimiento, se descubre que en los pasajes de los Evangelios sobre la Natividad hay ecos de varios sucesos registrados en el Antiguo Testamento. El conocimiento de esas conexiones con el pasado distante puede ampliar nuestra comprensión y valoración del quehacer de Dios al ejecutar Su plan de salvación para nosotros. Uno de esos aspectos es el anuncio hecho a María de que había sido escogida para ser madre del Hijo de Dios.1 María estaba comprometida con José, lo cual, según la costumbre de aquella época, significaba que ante la ley se la consideraba casada con él, aunque no había habido ceremonia de bodas y el matrimonio no se había consumado. En dos ocasiones Lucas menciona en su Evangelio que María era virgen. El ángel Gabriel le hizo a María este impactante anuncio:

«Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás Su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, Su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y Su reino no tendrá fin.»2 Seis meses antes el mismo ángel se le había aparecido a Zacarías, marido de Elisabet, prima de María, mientras estaba en el Templo de Jerusalén, para anunciarle que Elisabet también iba a tener un hijo. A Zacarías Gabriel le dijo: «Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque será grande delante de Dios. […] Y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre.


Hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, su Dios […], para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»3 Ambos anuncios los hizo un mensajero angelical y en ambos se comunicó que iba a nacer un hijo en una situación que requería intervención divina, puesto que María era virgen y Elisabet anciana y estéril. A María se le dijo que su hijo habría de llamarse Jesús; a Zacarías se le dio instrucciones para que llamara Juan a su hijo.4 Zacarías se turbó y se asustó al ver al ángel; María también. A ambos se les manifestó que no tuvieran miedo. Ambos anuncios —el del nacimiento de Juan el Bautista y el del nacimiento de Jesús— siguen un patrón similar al de los relatos del Antiguo Testamento sobre el nacimiento de Ismael, de Isaac y de Sansón. Algunas de las similitudes que hay en todos esos relatos son que se aparece un ángel del Señor (o el Señor mismo); la persona se asusta, se asombra o se postra ante el ángel o mensajero; se le comunica un mensaje divino; la persona no entiende cómo va a ser eso posible y pone una objeción o pide una señal; y se le da una señal. El mismo patrón se observa en el caso de Agar, madre de Ismael, cuando el ángel del Señor la halló

en el desierto. El ángel la llamó por su nombre y le preguntó: «Agar, ¿a dónde vas?» Y luego le anunció: «Estás embarazada y darás a luz un hijo a quien pondrás el nombre de Ismael; y vivirá enfrentado a todos sus hermanos.»5 Un patrón similar se aprecia en el caso de Abraham y su esposa Sara, que era estéril. El Señor se apareció a Abraham cuando este tenía noventa y nueve años y le dijo que en el plazo de un año le daría un hijo. Dios mandó a Abraham que llamara Isaac a su hijo y le dijo que establecería un pacto con Isaac y con sus descendientes.6 Otro aspecto que es digno de mención es el milagro de que esas mujeres quedaran embarazadas. Sara y Elisabet eran las dos estériles y ancianas. Ninguna de ellas habría podido concebir sin la intervención directa de Dios. En cada ocasión el matrimonio fue testigo de un nacimiento milagroso, tal como el Señor lo había anunciado. Lo de María fue distinto. Era virgen. Aunque en los nacimientos milagrosos anteriores se había puesto de manifiesto el portentoso poder de Dios, en ningún caso del Antiguo Testamento había quedado encinta una mujer que nunca hubiera

estado con un hombre. Si bien Sara y Elisabet habían superado por un milagro de Dios las limitaciones que les imponía su edad y su esterilidad, para que María concibiera hacía falta un milagro aún mayor. Se requería una manifestación totalmente distinta del poder creativo de Dios. María le preguntó al ángel cómo iba a suceder eso. El ángel respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios.»7 En vez de dejar sin efecto un impedimento físico como la esterilidad o la avanzada edad, Dios en este caso iba a tener que realizar un acto de creatividad único y sin precedentes. Otro caso de resonancias del Antiguo Testamento en el relato de la Natividad es la alusión, en el anuncio del ángel a María, a una profecía de Natán pronunciada mil años antes sobre la descendencia del rey David. Fundamentalmente en dicha profecía se basaban las expectativas de Israel en cuanto a la venida del mesías. Parte de la profecía de Natán decía: «Haré grande Tu nombre; Yo afirmaré para siempre el trono de Su reino. Yo seré padre para Él, y Él será hijo para Mí. Tu casa y Tu reino permanecerán siempre.»8

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L A R E S P U E S TA Keith Phillips

La esperanza y expectación del pueblo judío cuando nació Jesús era que el mesías —un ser humano normal y corriente— sería ungido por Dios y se levantaría en Israel en calidad de rey y líder. No se esperaba en absoluto que fuera el Hijo de Dios. No obstante, el ángel Gabriel, empleando términos similares a los de la profecía de Natán, indicó que el hijo de María sería grande, que Dios le daría para siempre el trono de David, que su reino no tendría fin y, lo más importante, que sería llamado Hijo del Altísimo.9 En estas similitudes entre el relato del nacimiento de Jesús y ciertos sucesos narrados en el Antiguo Testamento se advierten vínculos que ponen de manifiesto el magnífico 8. 2 Samuel 7:9 (BLA 2005),13,14,16 9. Lucas 1:32,33 6

milagro del amor de Dios por nosotros y Su accionar a lo largo de la Historia para llevar salvación a la humanidad. Jesús, el Hijo de Dios, entró en este mundo como un regalo de amor del propio Dios. Gracias a Su vida, Su muerte y Su resurrección tenemos la posibilidad de ser redimidos de nuestros pecados y de establecer una conexión con Dios más íntima y personal que nunca. A consecuencia de ese regalo, el más grande y perdurable que haya hecho Dios a la humanidad, podemos conocer la alegría y la dicha de ser hijos de Dios y vivir con Él eternamente. Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■

¿Recuerdas alguna ocasión cuando eras niño en que querías tanto algo que parecía que eso que revestía tanto valor para ti nunca llegaría… y cuando finalmente llegó, no era lo que esperabas, sino algo muchísimo mejor? Eso es lo que nuestro Padre celestial hizo en Navidad. Desde los albores de los tiempos el hombre anhela algo especial que le brinde felicidad y le dé un sentido de realización. ¿A quién se le hubiera ocurrido que todo eso vendría en forma de un pequeño bebito nacido en un pesebre en una tierra lejana? Eso fue exactamente lo que sucedió. Dios examinó cada corazón humano que había creado y los que habrían de venir, y supo exactamente lo que necesitábamos. Tomó entonces una parte de Su propio corazón y con ella articuló la respuesta perfecta. Envió aquella respuesta al mundo y la llamó Jesús.


UN MAÑANA MEJOR

Ruth Davidson

En un viaje de regreso,

luego de visitar a mis hijos y nietos, aguardaba para abordar el avión en la puerta 56. El silencio se vio abruptamente interrumpido por una voz que sonaba por el altoparlante: Anuncio de preembarque: Pasajeros que viajan con niños pequeños, personal militar uniformado, personas incapacitadas o pasajeros que viajan con silla de ruedas, favor abordar la nave. Aunque ya había volado muchas veces, en aquella ocasión algo me llamó la atención como nunca. Uno de los soldados tenía una pierna enyesada y caminaba con muletas, a otro lo llevaban en silla de ruedas y a otro más no se le notaba ninguna incapacidad. Seguramente iban 1. Feliz Navidad (Se terminó la guerra), John Lennon, 1971 2. 1 Corintios 14:33 3. 1 Juan 4:20 4. Isaías 2:4

camino a casa a pasar las vacaciones con sus familias. Eso me llevó a pensar en los soldados que sufren de TEPT (trastorno por estrés postraumático). Mi corazón de madre se llenó de compasión por ellos. Era poco antes de Navidad, y aquello me recordó unas frases de una canción de John Lennon, escrita años antes. Comienza diciendo: Es Navidad, ¿qué has hecho? Pasó todo un año y comienza uno más. El mensaje que quería hacer llegar era de paz y de poner fin a las guerras. Y más adelante, para el Año Nuevo: Ojala sea uno bueno, sin miedos.1 La palabra «guerra» proviene del antiguo término germánico werra, que significa confundir o causar confusión. La primera epístola de Pablo a los Corintios nos dice que «Dios no es Dios de confusión, sino de paz».2 Además Juan escribe que «Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, pero odia a su hermano, es mentiroso, pues

el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?»3 Aproximadamente en el año 760 a.C. Isaías profetizó que en el venidero reino de Cristo en la Tierra no habrá más guerra. «Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra».4 Aguardamos con ilusión un mañana mejor, en que habrá amor, alegría y paz para siempre jamás. Entonces nos habremos librado de la guerra y se establecerá la paz verdadera en el reino eterno de Dios. Ruth Davidson fue misionera durante 25 años en el Medio Oriente, la India y Sudamérica. Hoy es redactora y contribuidora del sitio web www.thebibleforyou.com. ■ 7


Li Lian

EL CAMINO Lucas, un joven estudiante que vive en una metrópolis de la costa occidental de África, miraba con desaliento desde su resquebrajada ventana. Ese año, al acercarse la Navidad, tenía la esperanza de visitar a sus ancianos padres en una lejana ciudad. Hacía más de dos años que no los veía. El problema siempre era el mismo: falta de plata. Debido a la crisis económica lo único que pudo encontrar fue un empleo de media jornada y sus exiguos ingresos apenas le alcanzaban para sus gastos, menos aún para comprarse costosos pasajes de bus, que se disparaban de precio durante la agitada temporada de vacaciones. Se apartó de la ventana y con la cabeza entre las manos rumiaba sus posibilidades. Más tarde, llegada la noche, le pidió a un buen amigo si le podía ayudar con el boleto de bus. Desafortunadamente su amigo también estaba pasando por un apretón económico y no tenía forma de ayudarlo. 1. Lucas 1:37 8

—No obstante —le dijo—, si estás convencido de que Dios desea que visites a tus padres, Él lo hará posible. La Biblia dice que «nada hay imposible para Dios.»1 A los dos nos falta plata, pero a Dios nunca le falta nada. Estoy seguro de que te ayudará a llegar a tu destino, y lo puedes poner a Él a prueba partiendo mañana mismo. —Pero no tengo auto —protestó Lucas. —Tienes pies —le respondió su amigo. —¿Irme a pie? ¡Jamás podría caminar semejante distancia! —Lo sé, pero Dios también lo sabe. La cuestión es que a estas alturas no tienes sino dos opciones: Quedarte en casa mañana y que probablemente nada ocurra; o emprender nomás tu viaje y rogar para que algo suceda. Si te lanzas y lo intentas, Dios te abrirá camino. Al día siguiente Lucas emprendió la marcha hacia su ciudad natal. En su mochila llevaba una buena cantidad de tratados sobre el Evangelio. Se pasó una hora repartiéndolos a todo el que iba encontrando en el camino: transeúntes, compradores navideños, vendedores ambulantes y mendigos a la vera del camino.


Mucho acontece en esta Navidad, aunque no en las tiendas, ni en las fiestas, ni en las luces rutilantes. Si queremos tomar parte en ello es necesario encontrar tiempo para estar tranquilos, en quietud y silencio, y así contemplar Su presencia en nuestro corazón y en nuestra mente. Él se encuentra allí. Quiere abrazarte. Déjalo. Y así, habiendo descubierto lo que realmente acontece en la Navidad, no podemos, en definitiva, callar al respecto. No podemos vivir en un mundo que a pesar de las tragedias y las penas sigue siendo un mundo repleto de dones, sin decir «gracias». No podemos ser parte de lo que de verdad representa la Navidad sin alabar y glorificar a Dios. Cardenal Cormac Murphy-O’Connor (1932–2017) La Navidad no es una época o temporada, sino un estado de ánimo. El verdadero espíritu de la Navidad entraña acoger la paz y la buena voluntad, ser pródigo en misericordia. Si reflexionamos sobre estas cosas nacerá en nosotros un Salvador y sobre nosotros brillará una estrella que emitirá su destello de esperanza al mundo. Calvin Coolidge (1872–1933)

Al llegar a una atiborrada estación entregó folletos en las filas de ansiosos pasajeros que esperaban para subir a los buses. Estos estaban tan repletos que aunque hubiera tenido el dinero para el boleto le habría sido imposible conseguir puesto. Pese a que volvía a hundirse en el desaliento que lo había afectado la tarde anterior, se lo sacó del pensamiento y siguió adelante. Llegó a un cruce muy transitado y mientras esperaba para pasar al otro lado, el ruido de un auto que se acercaba lo devolvió bruscamente a la realidad. Al darse la vuelta se encontró con un todoterreno urbano plateado que se estacionó en el borde de la acera detrás de él. —Buenos días —le dijo el conductor por la ventanilla—. Lo vi hace un rato frente a la estación de buses mientras cargaba combustible. Al observar que llevaba una mochila supe que iba de viaje, pero no abordó ningún bus. Al volver a verlo, decidí detenerme. ¿A dónde se dirige? Lucas se lo dijo y con cautela agregó que no le alcanzaba la plata para el boleto.

—¡Mi familia también vive allí! —exclamó el hombre—. De hecho, me dirijo hacia allá para pasar las fiestas con ellos. Con gusto te llevo. Así fue cómo Lucas, encantado, logró su medio de transporte. Mientras se acomodaba en el asiento delantero, le vino a la memoria la letra de una canción que oyó una vez: Sé que el Señor Su ayuda me dará. Sé que el Señor lo solucionará. Si confío y tengo fe la salida me hará ver. Sé que el Señor Su ayuda me dará. Así pues, cuando escuché a un pastor contar este episodio de la vida de Lucas, supe que el Señor también me daría Su ayuda cuando al emprender con fe el camino de Su voluntad. Li Lian es una profesional licenciada en tecnología de la información y trabaja como administradora de sistemas de una organización humanitaria de África. ■ 9


Rosane Pereira

Hace unos años, cuando mi

marido y yo estábamos misionando en el norte de Brasil, se nos presentó una oportunidad de participar en Buenos Aires en una iniciativa de ayuda a los jóvenes. En aquel entonces teníamos tres hijos, y yo estaba embarazada del cuarto. Mi esposo es argentino, y teníamos la ilusión de llegar a tiempo para pasar la Navidad con su anciano padre; así que unos días antes emprendimos el viaje de 7.000 kilómetros por tierra. Todo transcurrió sin novedades hasta que llegamos a la frontera. Por una complicación que surgió con los documentos, no pudimos ingresar nuestra furgoneta a la Argentina. Decidimos dejarla en Brasil hasta resolver el asunto. Alguien nos llevó amablemente desde la frontera hasta un paradero de camiones en la ciudad de Concordia, desde donde pensábamos tomar un bus hasta Buenos Aires. El primero que llegó estaba lleno y, cuando

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consultamos los horarios en el restaurante, nos dijeron que no saldría otro hasta el día siguiente. Se nos fue el alma a los pies. Nos sentimos como María y José en Belén. Aunque en el norte de Argentina hace bastante fresco en diciembre, dentro del restaurante la temperatura era agradable. El único mozo que había nos dijo que nos podíamos quedar hasta cuando quisiéramos. Hicimos una ferviente oración. Instantes después Dios respondió a nuestros ruegos. Llegaron varios autos, y un grupo como de unas 30 personas se sentó en torno a una gran mesa que había en medio del recinto. Resultaron ser los dueños del paradero y sus familias, que enseguida nos invitaron a festejar con ellos y participar de una deliciosa cena navideña. El tiempo pasó volando y tocaron las doce. Intercambiamos afectuosamente abrazos y buenos deseos mientras sonaban villancicos en el equipo de música.

Nos sentimos increíblemente amados. Habíamos llegado hambrientos y con frío a un paradero de camiones vacío en medio de un descampado y, sin embargo, Dios no se olvidó de nosotros. Envió a Sus ángeles de Navidad —primero el mozo, y luego los dueños y sus familias— para reanimarnos y compartir con nosotros una hermosa celebración. A las 12:20 dos choferes de un bus se detuvieron en el restaurante a tomar un café. Regresaban a Buenos Aires con un bus de turismo vacío y se ofrecieron a llevarnos sin costo alguno. Dormimos profundamente en el bus y llegamos justo a tiempo para ver un espléndido amanecer sobre el Río de la Plata. Las cosas no salieron como las habíamos planeado, pero nunca olvidaremos esa Navidad. Rosane Pereira es profesora de inglés y escritora. Vive en Río de Janeiro y está afiliada a La Familia Internacional. ■


DIVULGUEMOS EL MENSAJE María Fontaine

NAVIDEÑO Con el inicio de la temporada navideña es probable que

se nos presenten numerosas ocasiones de mencionar que el niño en el pesebre es un regalo que —ahora mismo, en la actualidad— tiene gran importancia para la gente. Dado que para muchas personas la Navidad es poco más que una fiesta laica, comercializada, hay poco que celebrar para los millones que en el mundo se debaten entre la pobreza, la injusticia, el caos, el temor y el sufrimiento. Sin embargo, hay esperanza: una vida puede experimentar una transformación impresionante y a la vez infundir fuerzas y llevar alegría donde no las había, así como avivar la voluntad de seguir adelante cuando se pasa por duros momentos y esa voluntad es casi nula. A medida que el mundo se torna más oscuro, el regalo parece más valioso y la gente que busca la Luz no podrá dejar de verla. El mensaje cristiano de esperanza —que el poder de Dios puede guardarnos y que Su

amor puede vencer lo que sea— se vuelve más atrayente y más a tono con los tiempos cada día, a medida que los acontecimientos privan a la gente de la sensación de seguridad, de las alegrías mundanas y en muchos casos hasta de las necesidades cotidianas. Esta Navidad permite que el mensaje de esperanza resuene en tu corazón e irradie de ti. Que tu rostro lo refleje con claridad en toda ocasión. ¡Proclamemos el mensaje de que Jesús es nuestra esperanza! Esta Navidad, divulguemos el mensaje de que hay una respuesta para quienes buscan la verdad y sentido para su existencia. Anuncia que Dios amó tanto a la gente que asumió un cuerpo humano a fin de experimentar la vida que todos enfrentamos, sin blindarse de sus aprietos y altibajos. No optó por la vía fácil en su paso por esta vida. Quiso experimentar plenamente la existencia humana: las inmensas dificultades así como las alegrías. Relatemos sin adornos la vida del

Hijo de Dios, que enfrentó increíbles pruebas y sufrió una muerte cruel en la cruz para salvarnos a todos sin excepción. Infundamos esperanza a la gente en medio de sus aprietos y conflictos, enseñándole que Dios hecho carne experimentó con toda su furia la inhumanidad del hombre para con sus semejantes. Por esa razón Él puede estar aquí mismo, ser un amigo cercano que de verdad entiende los trances y temores que enfrentamos en la vida. Desea permanecer a nuestro lado, apoyándonos y defendiéndonos, pase lo que pase. Esta Navidad, por medio de nuestro ejemplo y palabras, demostremos que la esperanza existe y que la vida plena es posible, por medio de Jesús. María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■ 11


Gabriel García

LAS NAVIDADES PASADAS La Navidad del 2020 se veía sombría, no pintaba

nada bueno. En los periódicos proliferaban las cartas al director exudando añoranza de pasadas navidades cuando era posible reunirse libremente a celebrar en familia. El confinamiento en Chile afectaba mental y emocionalmente a la gente, y la pandemia, como el Grinch —el ogro que odia la Navidad—, no solo provocaba enfermedad y muerte, sino que vaciaba las fiestas de aquello que más las ennoblece y las hace inconfundibles. La cercanía, la intimidad, los tiernos momentos en compañía de seres queridos tendrían que esperar sabe Dios hasta cuándo. Las sonrisas escaseaban, la alegría espontánea no asomaba y nadie estaba inmune a ello. Era poco lo que se podía hacer en Navidad en pandemia. Para colmo, nos acabábamos de mudar y estábamos enfrascados en las tareas de limpieza y orden en medio del caos. Dado que el gobierno, por precaución, prohibió toda reunión de más de cinco personas, tuvimos que cancelar las actividades que tradicionalmente realizamos con niños en iglesias, parques y centros comunitarios. Sin embargo, el amor no se arredra ante negativas y, como dice el refrán, quien puede atar puede desatar. Algo siempre se puede hacer. Resulta que a varias cuadras de donde vivimos se instaló con la venia de las autoridades una

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feria navideña. Con los tapabocas (mascarillas) de rigor, salimos, pues, a conocer gente que realizaba sus compras navideñas, chacharear un poco y entregar un mensaje de ánimo y esperanza. Además, en la ventana de nuestra casa que da a la calle pusimos un robusto árbol de Navidad y en la fachada las figuras del pesebre, como para compensar las pocas luces y arreglos que los vecinos pusieron ese año. Si bien la gente se afligió por no poder reunirse a lo grande con su familia, fue reconfortante ver que muchos sacaron el mejor partido posible a la ocasión y celebraron con modestia. Eso contribuyó a rescatar la sencillez de la Natividad y nos llevó a reflexionar en el verdadero sentido de la misma y del niño Dios nacido en un humilde establo. Quizá no puedas celebrar como de costumbre o llevar a cabo las típicas actividades de todos los años por las restricciones que siguen en pie en muchas partes. Pero ¡ánimo! Dios quiere que celebres el cumpleaños de Su hijo. Él lo hará posible y te indicará el modo, pese a las prohibiciones, distancias u obstáculos que pueda haber. Gabriel García Valdivieso es director de la revista «Conéctate». Vive en Chile y está afiliado a La Familia Internacional. ■


Josie Clark

LO MEJOR DE LAS PASCUAS Era Nochebuena, y andaba correteando con mi hija

Cathy de diez años por las calles de Morelia, México. Habíamos salido a hacer unas compras de último momento. En los semáforos se agolpaban los mendigos. —¡Mira esa señora! —me dijo Cathy, llamándome la atención sobre una anciana que estaba pasando frío y había dejado momentáneamente de mendigar para frotarse los pies descalzos. —Es una abuela —pensé en voz alta— y en vez de estar en casa con su familia, está aquí descalza bregando por reunir un poco de dinero para una cena. Entonces se me ocurrió una idea. —Cathy, vamos a casa a buscarle algo de comer. Me imaginé que no estaría mucho tiempo más en el semáforo, pues ya oscurecía. Nos apresuramos por llegar a casa, buscamos un par de bolsas que aguantaran peso y las llenamos de provisiones que sacamos de la alacena y la nevera. Arroz, frijoles, jalapeños secos, un frasco de salsa mexicana, tortillas de maíz, pollo cocido. Teníamos tanta abundancia que no costó mucho llenar las bolsas. Una barra de pan, mermelada, tocino. Cerré las bolsas haciendo unos lazos con unas cintas y partimos hacia el sitio donde estaba la señora. Al principio pensamos que nos habíamos demorado demasiado y que se había ido; pero después la vimos caminando penosamente por la calle envuelta en su chal, quizá rumbo a su casa. —Hola —le dijo Cathy—. La vimos en el semáforo y le trajimos algo para la cena. ¡Ojalá que usted y su familia puedan sentir el amor de Dios esta Navidad!

La mujer nos miró, y le rodaron lágrimas por las mejillas. Tomó a Cathy de las manos y se las besó. —Gracias, gracias. Que Dios te bendiga. Eres hermosa. Eres un ángel de Navidad. Tomó las bolsas y siguió caminando. Nuestra Nochebuena fue animada y alegre, como de costumbre. Por la mañana Cathy abrió sus regalos. Cuando le pregunté si estaba pasando una linda Navidad, me respondió: —¿Sabes, mamá? El mejor regalo de esta Navidad fue ver tan feliz a la señora de anoche y que me besara las manos. Creo que lo mejor de la Navidad es lo que damos a los demás. Josie Clark es escritora y asidua lectora de Conéctate desde hace muchos años. Vive en Estados Unidos. ■ 13


Peter Amsterdam

EL DIVINO REGALO

En Navidad se festeja el alumbra-

miento más importante de la historia de la humanidad. Ese día el Creador del universo tomó forma corporal y se introdujo en nuestro mundo en calidad de Dios y de hombre. Para anunciar el nacimiento de Jesús, un ángel se apareció de noche a unos pastores que cuidaban de sus rebaños: «Les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor.»1 Mientras meditaba sobre el anuncio del ángel me vino a la memoria otro suceso que tuvo lugar unos días después. Cuando los padres de Jesús lo presentaron en el templo, 1. Lucas 2:10,11 (DHH) 2. V. Lucas 2:26-32 3. Juan 3:16,17 (NVI) 4. Juan 14:6 14

según prescribía la Ley Mosaica, se encontraba allí un anciano llamado Simeón a quien Dios había revelado que no moriría sin haber visto al Mesías. Cuando llevaron al Niño Jesús, Simeón lo tomó en sus brazos, bendijo a Dios y dijo: «Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya en paz, conforme a Tu palabra; porque han visto mis ojos Tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles y gloria de Tu pueblo Israel.»2 Ambas proclamaciones evidencian que Jesús vino a traer salvación a todos los pueblos, es decir a todo el que creyese en Él, sin distinciones de raza, religión, extracción social ni ninguna otra consideración. «Tanto amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo

Si no has recibido el regalo navideño más preciado de Dios, puedes hacerlo ahora mismo acogiendo a Jesús como Salvador. No tienes más que rezar una oración como la que sigue: Jesús, quiero experimentar el amor y las atenciones de Dios prometidas a través de Ti, que eres «el camino, la verdad y la vida»4. Abro mi corazón y te invito a entrar. Te ruego que perdones mis pecados, me llenes de Tu Espíritu Santo y me des la vida eterna. Amén. Estrella de Belén, alúmbranos con tu luz y llévanos a todos a descubrir el verdadero significado de la Navidad. Condúcenos al Salvador, el Príncipe de Paz, para que también nosotros tengamos paz en el corazón y buena voluntad para con todos los hombres. Troi Fountain

al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él.»3 «Todo el que cree.» La salvación es el regalo de Navidad que Dios nos hace a ti y a mí. Peter Amsterdam y su esposa, María Fontaine, dirigen el movimiento La Familia Internacional. ■


IDEAS PARA EL ADVIENTO Marie Alvero

Me encanta la idea del Adviento, aunque debo admitir

que no lo observo como debiera. Llega en el momento más ajetreado del año, cuando me atrapa el afán de cumplir los objetivos y plazos de fin de año y ando atareada preparándome para la Navidad. El Adviento consiste en recordar el significado de la primera venida de Jesús y en la esperanza y expectación que los creyentes albergan sobre Su segunda venida. Requiere preparación espiritual y no es algo que se pueda hacer con prisas. Simeón y Ana estaban presentes en el templo cuando José y María llevaron al niño Jesús para ser circuncidado. Lo más probable es que ese día hubiera muchos otros bebés varones en el templo. ¿Qué fue lo que convenció a Simeón y Ana de que Jesús era especial? Aunque la Biblia no ofrece detalles, lo que sí dice es que estaban esperando a Jesús. Ana estaba permanentemente 1. La serie de televisión The Chosen (Los Elegidos) —de varias temporadas— (The Chosen (Los Elegidos) - Apps en Google Play) plasma a Jesús a través de los ojos de quienes lo conocieron.

en el templo, y a Simeón le había prometido Dios que vería al Mesías antes de morir. Así, cuando el niñito Jesús se hizo presente aquel día, el Espíritu Santo les reveló que había llegado el Mesías. Nadie estaba prevenido ni lo sabía de antemano. Creo que su preparación espiritual fue lo que les permitió estar en condiciones de recibir esa revelación. A continuación propongo algunas ideas que pueden probar conmigo en preparación para esta temporada de Adviento: • Lectura de las profecías del Antiguo Testamento sobre Jesús. Algunos de los pasajes más bellos del Antiguo Testamento son los que profetizan sobre Jesús. Cada vez que los leo tomo conciencia del milagro tan grande, maravilloso e intrincado que representa Jesús. He aquí algunos ejemplos para empezar: Isaías 53, Salmo 22, Génesis 12:3, Miqueas 5:2, Isaías 7:14. • Voy a volver a ver «The Chosen». Me encanta cómo narra la historia desde tan diversas perspectivas y cómo retrata gráficamente la vida entre los judíos de aquella época.1 • Haz algo por tus vecinos. Desde luego contribuir con los menos

afortunados es importante, pero ser generoso con los que te rodean también lo es, aunque no presenten grandes necesidades. Entre otras cosas podemos invitar a alguien a cenar, hornear galletas o brownies para obsequiar, organizar una velada para ver una película navideña, ofrecernos por unas horas a cuidar niños pequeños o prestar algún otro servicio temporal. • Pasar tiempo en oración. Es lo que más me cuesta. No es que no rece. Si bien es parte vital de la preparación espiritual, apartar tiempo para dedicarme exclusivamente a la oración me supone un esfuerzo tremendo. Puede que estas no sean las actividades más tradicionales de Adviento, pero para mí no se trata de observar la tradición tanto como de acercarse a Jesús y prepararse para Su segunda venida. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■ 15


De Jesús, con cariño

INTERCAMBIO DE REGALOS La primera Navidad fue el regalo de amor de Mi Padre al mundo, pero además fue un obsequio que preparó especialmente para ti. Para quienes estuvieron allí presentes y lo vieron —la estrella, el coro de ángeles, el bebé en el pesebre— fue una experiencia espiritual inesperada que los dejó pasmados. Para los pocos agraciados que en aquel bebé reconocieron al Mesías, se trató de un sueño hecho realidad. Para los miles de millones que desde aquel entonces también han creído que Yo soy el Hijo de Dios, fue la puerta de entrada a la vida eterna. Y es lo mismo hoy. Si celebras la Navidad en espíritu y en verdad, esa misma emoción, esa misma promesa y ese mismo gozo inefable pueden ser tuyos. En todo caso la Navidad no se limita a eso. Es más que un regalo del corazón de Mi Padre para ti: es un intercambio de regalos. Constituye un momento singular para ti mientras reflexionas sobre Mi amor y revives la maravilla de la primera Navidad, y al mismo tiempo dedicas un espacio para adorarme, agradecerme y alabarme por todo lo que he hecho por ti. Por eso, si te preguntas qué podrías darme esta Navidad, otorguémosle un sentido bien profundo a la ocasión dándonos mutuamente el uno al otro el mejor de los regalos: amor.


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