Conéctate, marzo 2022: La sal de la tierra

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

Año 23 • Número 3

AHORA TE TOCA A TI

Devolver el favor

¿Jolly Roger o Mister Rogers? Dos vidas contrastantes

Piedras hervidas Llenar una necesidad


Año 23, número 3 A NUESTROS AMIGOS amor en acción «Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.»1 Así comienza la parábola del buen samaritano, uno de los relatos más conocidos y citados de la Biblia y quizá de la literatura universal. Aconteció luego que varios judíos piadosos pasaron de largo a un infortunado viajero sin hacer nada para ayudarlo; hasta que un samaritano —cuya etnia y filiación religiosa eran objeto de repudio por parte de los judíos de la época— se compadeció de la víctima, le vendó las heridas y lo trasladó a una posada donde se comprometió con el mesonero a cubrir los gastos que en que incurriera para atenderlo. Jesús se vale de la parábola del buen samaritano para enseñarnos que el prójimo es cualquiera que precise nuestra ayuda, sin distinción de raza, credo, color, nacionalidad, extracción o procedencia. El Evangelio da cuenta de numerosas ocasiones en que Jesús tuvo compasión de las multitudes o de determinadas personas y, conmovido, las ayudó. No sé si ustedes oyeron o leyeron alguna vez del hijo de la viuda de Naín al que Jesús resucitó de los muertos. Les reproduzco el pasaje: El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido y le dijo: —No llores. Y acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús exclamó: —¡Muchacho, te ordeno que te levantes! El muerto se levantó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.2 Lucas sitúa este milagro en la localidad de Naín algún tiempo después de haber sanado al siervo de un centurión en Capernaúm. ¿Tiene eso alguna relevancia? Resulta que entre Naín y Capernaúm mediaba una distancia de casi 50 kilómetros y el camino entre ambas era arduo y cuesta arriba, pues entre las dos poblaciones había una diferencia de 400 metros de altura. Ya podemos imaginarnos el tiempo y esfuerzo que les tomó el recorrido a Jesús y Sus seguidores. Sospecho, sin embargo, que ya antes de partir de Capernaúm el corazón de Jesús rebosaba de compasión por la viuda. Su omnisciencia le indicaba el camino a seguir y no fue por mera casualidad que aquel día en particular se hallara en Naín. «¿Qué rasgos tiene el amor? —preguntaba San Agustín—. Tiene ojos para ver la miseria y la necesidad. Tiene orejas para oír los suspiros y las tristezas de la humanidad. Tiene manos para ayudar a otros. Tiene pies para apresurarse a ayudar a los pobres y menesterosos.» Los compasivos traducen sus oraciones en hechos y sus palabras amables en actos de bondad. Eso hizo el buen samaritano. Eso hizo Jesús. Y eso es lo que cada uno de nosotros puede esforzarse por hacer en nuestro entorno y realidad. Gabriel García V. Director

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Gabriel García V. Gentian Suçi Ronan Keane

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1. Lucas 10:30

Publicaciones/Editorial Mundo Hispano.

2. Lucas 7:13-15 (BLPH)

Utilizados con permiso.

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VENCER EL MAL CON

BIEN

«No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien.»1 Resulta interesante que el apóstol Pablo escribiera eso a los cristianos de Roma, dadas las evidentes similitudes entre el clima social que había en Roma en el siglo I y el que impera hoy en día en gran parte del mundo. El mal abundaba en Roma, y su influjo era muy fuerte. No fue precisamente por su modestia, bondad y compasión que el Imperio romano se convirtió en la potencia dominante del mundo occidental. La riqueza estaba en manos de unos pocos que se servían de ella para avasallar a los demás. Los acaudalados y poderosos vivían con derroche de lujos mientras las masas a duras penas sobrevivían. Unos se entregaban a las perversiones y el libertinaje, mientras que otros no hacían caso de esas cosas. Se practicaban numerosas religiones; el cristianismo era una más, y Cristo una deidad entre muchas. 1. Romanos 12:21 2. Juan 14:6

Marie Story

Teniendo en cuenta la turba de dioses que adoraban los romanos, debía de ser muy difícil convencer a alguien de que Jesús era «el camino, la verdad y la vida.»2 ¿Algún parecido con la realidad actual? Es fácil sentirnos rebasados por el mal que hay en el mundo. Todos los días nos enteramos de algún crimen aterrador o alguna espantosa injusticia que se ha cometido. Los medios de comunicación difunden incesantemente noticias de violencia, pesadumbre, tragedia y maldad. Pareciera que en la mente de muchos la vida hubiera perdido su carácter sagrado. ¿Qué podemos hacer para recomponer un mundo tan sumido en el mal? Ese mismo dilema se les planteó a los cristianos de Roma. Y el consejo del apóstol Pablo sigue igual de vigente: «Vence con el bien el mal». Si vemos un plato sucio, nada remediamos con enojarnos. De nada sirve tampoco hacer como si no lo viéramos. La única solución es someter ese plato a un buen lavado con agua y jabón.

Si un cuarto está oscuro, uno puede echar pestes contra las tinieblas y quejarse de lo insoportables que son; pero también puede accionar el interruptor o abrir las cortinas y dejar entrar la luz. Lo mismo sucede con los males de la sociedad. Podemos dejar que nos desanimen, nos depriman y nos enojen —«ser vencidos de lo malo»—; o podemos constituir una fuerza de bien con nuestro ejemplo de vida y nuestro reflejo de la luz del evangelio. No todos los platos terminarán limpios, ni se iluminará cada corazón entenebrecido. Sin embargo, cada uno de nosotros puede hacer lo que está dentro de sus posibilidades día tras día, con cada persona que aborda y cada decisión que toma. Marie Story vive en San Antonio (EE.UU.), donde trabaja como ilustradora independiente. Es consejera voluntaria en un albergue para los desamparados. ■ 3


María Fontaine

ALIENTO DEL CIELO Tenía frío. Salir de mi cama

cómoda y calentita temprano en una mañana fresca no era lo ideal para empezar el día. Estaba cansada. La noche anterior no había dormido bien. Tenía hambre. No podía comer nada hasta después de hacerme unos análisis de sangre ese día. Tenía trabajo. Debía escribir unos artículos y responder cartas. Y sobre todo, estaba reacia a ir a una consulta médica en plena pandemia. En resumen, me da vergüenza admitir que no estaba nada agradecida

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por el estupendo día que había hecho el Señor. Al subirme al vehículo me costó una barbaridad decir: «Señor, hazme un instrumento de bendición», pues no pensaba seriamente en bendecir a nadie; solo pensaba en mí. La primera parada fue en el laboratorio. Afuera había una larga fila, pues solo podían entrar dos personas a la vez. El amigo que me había llevado en auto se ofreció a hacer la cola por mí, mientras yo me quedaba en el vehículo, donde tendría menos frío. Al mirar la larga fila de personas me di cuenta de que también se veían cansadas, débiles, con frío y con

hambre. ¡Y tampoco les hacía mucha gracia estar ahí! Tuve la impresión de que Dios me hablaba al corazón y que me infundía compasión por esas pobres personas. Muchas de ellas probablemente no conocían a Jesús. A pesar de que tengo mis problemas y mis batallas, tengo a Jesús. Podía orar, no solo por mí, sino también por aquellas personas. La oración requiere esfuerzo, pero sé que puede ser de ayuda en cualquier situación, grande o pequeña. Total que cerré los ojos para orar. De repente oí que alguien tocaba en la ventanilla del auto. Sorprendida


abrí los ojos y a mi lado estaba una señora que sonreía dulcemente. Bajé el vidrio, y ella me explicó que había una silla vacía junto al lugar donde mi amigo estaba haciendo fila y que podía sentarme allí si quería. Le agradecí efusivamente, pero le dije que prefería quedarme dentro del auto un rato más en un ambiente más cálido. Sonrió y fue a ayudar a otras personas. Para entonces me picó la curiosidad por saber qué otras cosas hacía. Observé que interactuaba con la gente de la fila, con el ánimo evidente de encontrar puestos para

algunas de las personas y ayudar en lo que pudiera. Una y otra vez regresaba a juntarse con una joven que al parecer la acompañaba; pero después de unos momentos volvía a caminar en paralelo a la fila. Me dio la impresión de que se proponía animar y alegrar a las personas. Sonreía y daba la sensación de ser una persona dinámica y feliz. Resolví entonces que cuando fuera yo a tomar mi lugar en la fila le daría un folleto cristiano. No obstante, cuando me bajé del auto y me puse en la fila, la señora ya había ingresado al laboratorio. Afortunadamente la vi cuando salía y tuve tiempo de intercambiar unas palabras con ella. Le ofrecí el folleto diciendo: «Esto es para usted. Le agradezco mucho que me convidara a la silla y por el ánimo que me dio y por su jovialidad. Estoy segura de que los demás se lo agradecen también. Luego añadí: «Creo que usted tiene un don de Dios». Pensé que eso la desconcertaría o la avergonzaría un poco, pero no; respondió rápidamente: «Ah, sí, creo que sí». No tuve oportunidad de hablar más porque me llegó el turno para entrar. Pero me puse muy contenta de haberle podido entregar el folleto, pues este podía expresar lo que no tuve tiempo de decirle. De ahí nos fuimos al dentista para recoger una radiografía. Una vez más tuvimos que esperar un buen rato. Había allí algunas personas, en la recepción o esperando su cita. Pude entonces dirigirle unas breves palabras de aliento a varias de ellas. Aunque no es mucho lo que le puedes decir a una persona cuando

no tienes sino uno o dos minutos para hablar con ella, Dios te puede transmitir un pequeño pensamiento o pregunta que plantearle para alentarla y darle ánimos. Lo que uno le diga a alguien para demostrarle que se interesa por él lo puede hacer sentir halagado. Dar ánimos casi siempre tiene el efecto deseado en el destinatario. Para cuando emprendimos camino a casa debo decir que ya me sentía mucho mejor y se me había pasado el mal humor con que amanecí. Dios generalmente se vale de los más diversos medios para atraer nuestra atención hacia individuos o pequeños grupos de personas con quienes Él quiere que hablemos o a quienes desea que entreguemos un folleto. Es posible que tengamos ya toda una serie de citas planificadas, pero Él a veces también tiene ya Sus citas que quiere que nosotros cumplamos. Nos concederá oportunidades muy concretas para comunicar Su amor y Su mensaje, no porque casualmente nos encontremos ahí, sino porque quiere servirse de nosotros para tocar algún corazón con Su Espíritu. Hagamos feliz a Jesús poniendo empeño para animar a otros y conducirlos a Él. María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■ 5


MIENTRAS PODAMOS Keith Phillips

INTERCAMBIO DE YUGOS He leído tantas veces este

pasaje de la Biblia que ya perdí la cuenta. Años atrás me lo aprendí de memoria. Jesús dijo: «Vengan a Mí, todos los que están fatigados y cargados, y Yo los haré descansar. Lleven Mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»1 Hace poco leí algo que arrojó nueva luz sobre esos preciados versículos. Philip Yancey expone: «Yo abrigaba la creencia de que el cristianismo resolvía problemas y facilitaba la existencia. Ahora cada vez me convenzo más de que mi fe en realidad complica la vida, en ciertos aspectos en que debiera ser complicada. Mi fe cristiana no me permite desentenderme de la protección del medio ambiente, de la pobreza y la problemática de los sin techo, del racismo y la persecución religiosa, de la injusticia y la violencia. Dios no me da esa opción». Seguidamente Yancey explica ese conocido pasaje de la siguiente 1. Mateo11:28-30 2. Yancey, Philip: Al encuentro del Dios invisible, (Zondervan, 2000), 93–94 3. Mateo 22:37-39 6

manera: «Jesús nos ofrece consuelo, pero ese consuelo consiste en asumir una nueva carga, Su carga. Nos ofrece una paz que trae consigo una agitación que antes no teníamos, un descanso que incluye nuevas tareas.»2 ¿Cuáles son esas nuevas tareas? Jesús las detalló cuando sintetizó la fe cristiana: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo»3, prójimo entendido como cualquier persona a la que estuviéramos en situación de prestar ayuda. Amar a los demás como nos amamos a nosotros no es algo que nos nazca y rara vez es fácil. No obstante, es uno de los secretos de la felicidad, la satisfacción y el éxito en la vida. Cuélgate el yugo de Jesús y entrégale el tuyo. No hay trueque más ventajoso. Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE.UU. ■

Dormí y soñé que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Actué, y he aquí, que el servicio era alegría. Rabindranath Tagore (1861–1941) Únicamente durante los breves años de esta vida tenemos el privilegio de servirnos unos a otros y a Cristo. El Cielo será nuestro para siempre; aquí, sin embargo, no tenemos sino un corto tiempo de servicio. No debemos desperdiciar, pues, semejante oportunidad. Sadhu Sundar Singh (1889–1933) Aunque supiera que mañana el mundo se desmoronaría, de todas formas plantaría mi manzano. Martín Lutero (1483–1546)

Si nos detuviéramos a pensarlo, probablemente nos sorprenderíamos de cuántas pequeñas atenciones podríamos ofrecer a los demás, que no nos costarían prácticamente nada y nos llevarían muy poco tiempo. Adiéstrate en el arte de los favores de cinco minutos. Shannon Shayler


Uday Paul

RÁPIDA DIFUSIÓN

«La palabra de Dios no está

presa»1 escribió el apóstol Pablo a su joven amigo, Timoteo, estando encarcelado en Roma a la espera de su ejecución. Tras el Gran incendio de Roma en el año 64 d.C. se rumoreó que Nerón había ordenado el fuego con el fin de reconstruir una ciudad más grandiosa. Para desviar la atención de sí mismo, Nerón acusó a los cristianos de haber provocado un incendio y los persiguió enconadamente. Pablo fue encarcelado de nuevo y condenado a muerte. Estas palabras del apóstol me vinieron al pensamiento durante la cuarentena por la pandemia de COVID-19, cuando tuve que pasar mucho tiempo encerrado. Me animó el hecho de que Pablo escribiera su segunda carta a Timoteo y otras cuatro epístolas del Nuevo Testamento, primero mientras estaba bajo arresto domiciliario y luego cuando se 1. 2 Timoteo 2:9 (NBV) 2. 2 Tesalonicenses 3:1

hallaba en prisión. A él lo apasionaba hablar de Jesús a los demás. No dejó que sus circunstancias físicas le impusieran límites en la consecución de su objetivo. Agradecí que Internet siguiera funcionando durante la cuarentena y que, aprovechando la tecnología, pudiera comunicarme con otras personas. Me di cuenta de que con la agitación y la incertidumbre creadas por la pandemia mucha gente buscaba respuestas y se mostraba más receptiva que antes al mensaje del Evangelio. Pedí a Dios que me guiara para acercar a esas personas a Él. Me indicó que debía comenzar sesiones de oración y lectura de la Palabra de Dios en línea para quienes estaban aislados o no tenían mucho contacto con otras personas. Además fue un buen momento para renovarme yo mismo espiritualmente. Pablo también oró «para que la palabra del Señor se difunda rápidamente y sea glorificada»2. La Palabra de Dios siempre proseguirá su avance y cumplirá sus propósitos, sea cual sea

la situación en que se halle el mundo, así como el cristianismo se extendió rápidamente por todo el Imperio romano pese a que afrontó las persecuciones más brutales e inhumanas. Uday Paul es escritor independiente. Desde la India realiza voluntariados y labores docentes. ■

«Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? […] Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.» Jesús, Mateo 5:13-16 (NVI) 7


Curtis Peter van Gorder

¿JOLLY ROGER O MISTER ROGERS? Muchas veces para descubrir

dónde se encuentra algo hay que determinar en qué sitios no se encuentra. Este contraste me llamó la atención recientemente luego de ver dos docudramas. Uno era The Lost Pirate Kingdom, sobre la «Edad de Oro de la Piratería» a principios del siglo XVIII; y el otro, Un hermoso día en el vecindario, protagonizado por Tom Hanks en el papel de Fred Rogers, pastor presbiteriano, creador y presentador de la serie de televisión preescolar Mister Rogers’ Neighborhood (El vecindario de Mister Rogers) que se emitió entre 1968 y 2001. En primer lugar hablemos de los bucaneros. Por lo visto, la gente no se cansa de las leyendas de piratas. Generalmente se hace la vista gorda respecto de su crueldad y la dura vida que llevaban, y se idealiza a esos aventureros bajo el paradigma de Robin Hood, que roban a los ricos para compartir con los pobres. Tengo

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entendido que muchos piratas sí justificaban su violencia haciéndose pasar como vengadores de injusticias: «Ellos [los ricos] roban a los pobres al amparo de la ley, y nosotros saqueamos a los ricos al amparo de nuestro propio valor»1. A pesar de estas justificaciones altruistas, en general eran asesinos y saqueadores sanguinarios.2 Uno de los piratas que más victorias obtuvo fue Sam Bellamy (1689-1717), al que la revista Forbes calificó como el pirata que más jugosas ganancias sacaba de su negocio, con un patrimonio neto de 142,5 millones de dólares. A la edad de 28 años, cuando no llevaba más que un año ejerciendo de pirata, había saqueado 53 barcos y acababa de capturar el Whydah, una nave negrera inglesa de primera categoría que había descargado 312 esclavos y

llevaba en sus bodegas una fortuna en oro, índigo, marfil y otros bienes de alto valor. Su barco y otros dos que había tomado navegaban a baja altura a lo largo de la costa oriental de los Estados Unidos. Bellamy se dirigía a Eastham, Massachusetts, donde pretendía ver a su amada, Mary Hallet. En ese momento el tiempo cambió y rayos rasgaron el cielo. La lluvia y la niebla hacían imposible la visibilidad y, lo peor de todo, los vientos de la borrasca cambiaron, empujando los barcos hacia las traicioneras costas y altos acantilados de Cape Cod. Olas de nueve metros inundaron las cubiertas y arrastraron todo lo que no estaba asegurado. Tras varias horas de desesperación


en las que la tripulación hizo todo lo posible por salvarse, el Whydah se elevó sobre las olas, se deslizó hacia atrás de popa y se despedazó al pie de los acantilados. La resaca arrastró luego todo hacia el mar. Samuel Bellamy y unos 160 hombres más perecieron. ¿Dónde se encuentran ahora esas cuantiosas riquezas? En 1984, después de dormir en las profundidades durante 267 años, se descubrieron los restos del naufragio. Hoy en día se pueden ver unos 100.000 artefactos del siniestro en el Expedition Whydah Center de Provincetown, Massachusetts. La recuperación y conservación del tesoro sigue en marcha.3

Un marcado contraste con la existencia de Samuel Bellamy puede apreciarse en la vida y obra de Fred Rogers, hijo de mi ciudad natal, Pittsburgh, Pennsylvania. En una visita a su familia en Semana Santa, Fred vio un programa de televisión infantil en el que la gente se tiraba pasteles a la cara. Siendo él un eterno optimista estaba seguro de que la televisión podía dar mucho más que eso. Fue un momento de revelación que cambió el rumbo de su vida. Rogers consideraba que tenía un mandato de ayudar a los niños a cultivar la empatía, la comprensión y la bondad. Sus programas trataban temas difíciles a los que se enfrentan los pequeños, como el acoso escolar, las familias recompuestas y el manejo de la ira ejerciendo el autocontrol de

sus emociones negativas e incentivando las positivas. Aunque era pastor cristiano, en su programa no predicaba. Prefería comunicar el amor de Dios por medio de su ejemplo, predicar con el ejemplo. Dwight L. Moody apodó ese concepto: el evangelio forrado en cuero de zapato, que en el caso de Fred fue el evangelio vestido de suéter rojo. A lo largo de los años mantuvo un profundo compromiso con los valores que leía en el Nuevo Testamento. Emuló el ejemplo de Jesús que acogía a los niños tal y como son. Además les inculcaba el amor propio y amor por el prójimo en todas sus posibles facetas. Como él decía: «Hay muchas maneras de decir te quiero». La personalidad de Fred fuera de la pantalla no difería del personaje y las marionetas que representaba en su programa. Durante muchos

1. Samuel Bellamy hablando con el capitán Beer, comandante de un barco que acababa de capturar 2. Nota de la Redacción: En los primeros años del siglo XVIII, Jolly Roger era el nombre inglés que se daba a una bandera que se enarbolaba para identificar a un barco pirata a punto de atacar. Cortesía de Wikipedia 3. Nota del editor: Se puede realizar una visita virtual al Museo Whydah en https://www.youtube.com /watch?v=iJqii1-2_xs.

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años él mismo respondió a cada una de las 50-100 cartas que recibía diariamente de sus jóvenes espectadores. Trabajó con las instituciones penitenciarias para crear espacios aptos para las visitas de los niños, formó parte de los consejos de administración de los hospitales con el objeto de minimizar los traumas que se producen en el cuidado de los niños, visitó a personas enfermas o moribundas y escribió innumerables cartas a quienes sufrían de soledad. En tiempos de tragedia la gente buscaba consuelo en los consejos de Rogers. «Acompañó a la infancia estadounidense —y creo que a los estadounidenses en general— en momentos muy turbulentos y difíciles: desde la guerra de Vietnam y el asesinato de Robert Kennedy en 1968 hasta los atentados del 11-S en 2001»4. 4. Thompson, Robert, de la Universidad de Syracuse 5. Nota de la redacción: En https://www .youtube.com/watch?v=e19QPakOGb0 se puede ver un episodio de Mr. Rogers’ Neighborhood. 6. Gibson, Caitlin, The Washington Post 10

Uno de sus conceptos clave era que está bien abrigar todo tipo de emociones, pero que los sentimientos negativos nunca son una excusa para el mal comportamiento. Si nos enfadamos, podemos aprender a afrontarlo y compartir nuestros sentimientos con nuestros seres queridos de tal manera que evitemos hacernos daño a nosotros mismos y a los demás. Rogers lo llamaba crecer por dentro.5 Fred Rogers falleció en 2003 a la edad de 74 años. Sin embargo, su legado sigue vivo en muchos sentidos actualmente: «Rogers se convirtió en un referente en cuanto a la crianza de los hijos. Fue un oráculo atemporal con un telón de fondo de tendencias pedagógicas y culturales siempre cambiantes»6. Dos vidas, con siglos de diferencia y polos opuestos en cuanto a su repercusión. Nos llevan a reflexionar sobre cuál será nuestro legado. ¿Qué nos diría Rogers hoy? Seguramente lo que ya dijo alguna vez: «No son los honores ni los premios ni las refinadas exterioridades de la vida lo que en última instancia

alimenta nuestra alma. Es saber que somos dignos de confianza, que nunca tenemos que temer a la verdad, que los cimientos mismos de nuestro propio ser son sólidamente buenos. Los seres humanos tenemos en la vida la tarea de ayudar a la gente a darse cuenta de lo singulares y valiosos que somos cada uno de nosotros, de que cada uno tiene algo que nadie más posee ni poseerá jamás, algo en su interior que es único en todos los tiempos. Nuestra misión es ayudar a los demás a descubrir esa singularidad y ofrecerles los medios para fomentar su expresión. Todos tenemos dones distintos, por lo que todos tenemos distintos modos de expresar al mundo quiénes somos». Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo. Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en 10 países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania. ■


UNA VIDA CUADRUPLICADA Anónimo

El reverendo H. Merriweather, consagrado

misionero de la Sri Lanka and India General Mission, se encontraba de paso en los Estados Unidos. Desde la sede central de la misión le solicitaron que visitase a cierta señora que daba apoyo económico a un misionero plenamente dedicado a la obra. Al arribar a la ciudad, se dirigió a la casa de aquella señora y quedó algo sorprendido al ver que se trataba de una vivienda bastante humilde. Se había imaginado que la señora residía en un barrio de gente adinerada y viviendas ostentosas. Al fin y al cabo aquella señora mantenía de lleno a un misionero: Era de esperarse que fuera bastante pudiente. ¿Se habría equivocado de lugar? Llamó a la puerta y lo atendió una señora mayor que irradiaba simpatía y cariño maternal. Mientras hablaba con ella examinó la sala con los ojos. Los muebles lucían impecables. Sin embargo, no cabía afirmar que fueran costosos. Claramente era el domicilio de una mujer trabajadora.

A la postre la curiosidad del reverendo pudo más que él y preguntó a la señora cómo podía ella —dada su humilde condición— donar tanto dinero a la misión. Sin decir palabra el religioso señaló la mediocridad del amoblado del apartamento; su elocuente silencio sugería que semejante empresa estaba por encima de las posibilidades de aquella buena señora. Todo eso le hizo mucha gracia a la anciana, que respondió: —Señor Merriweather, yo mantengo a cuatro misioneros. Tengo uno en la India, otro en África, otro en la China y otro en América del Sur. El hombre quedó atónito. —Tiene cuatro personas que predican por usted. Dígame, ¡por favor!, ¿cómo lo hace? Su bello rostro avejentado se tornó grave; solamente sus ojos sonreían mientras explicaba que siempre había creído en dar el diez por ciento de sus ingresos a Dios. Ocurrió que Dios la bendijo. Alguien le legó cierta

No guarden tesoros para ustedes aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido los dañarán, y donde los ladrones entran a robárselos. Más bien, guarden tesoros para ustedes en el cielo donde ni la polilla ni el óxido los dañarán y donde los ladrones no pueden entrar a robárselos. Pues donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón. Mateo 6:19-21 PDT

propiedad. El arriendo de dicho inmueble incrementó sus ingresos de forma considerable, a consecuencia de lo cual el capital del Señor se multiplicó. —Señor Merriweather, acérquese a la ventana. Le enseñaré mis casas. Con un ademán indicó una hilera de magníficas viviendas y dijo: —¿Para qué querría una pobre anciana como yo unas casas tan grandes? Tengo todo lo que necesito aquí en mi hogarcito. El alquiler de esas residencias mantiene a mis misioneros. Yo sabía que jamás podría predicar el Evangelio en otras tierras, así que me propuse que otros lo hicieran por mí. El señor Merriweather concluyó diciendo: —Algún día el misionero Merriweather comparecerá ante el Tribunal de Cristo junto a esta generosa colaboradora norteamericana, y estoy seguro de que la recompensa de ella opacará la mía. Ella supo dar, y dar con alegría; y el Señor, que ama al dador alegre, le dio Su bendición. ■ 11


AHORA TE TOCA A TI Alex Peterson

¿Tienes padres, abuelos u otros seres queridos que

nadie que los cuide. O tal vez se angustian pensando que son una carga para los demás. La comprensión y la empatía contribuyen en gran medida a aliviar esas penas y disipar esas aprensiones.

1. Empatizar con ellos. Ponte en su pellejo. A lo mejor crees que tú pasas trabajos y apuros, pero si te detienes a pensar cómo sería si tuvieras la edad de ellos, probablemente serías más comprensivo con los adultos mayores y las dificultades que tienen muchos. Abunda la gente de la tercera edad que ya no tiene capacidad física para hacer muchas cosas a las que estaba acostumbrada. Eso puede ser desalentador y generar sentimientos de impotencia. Algunos han perdido la vista o el oído y ni siquiera pueden comer o caminar por sí solos. Eso les produce vergüenza, y se sienten humillados y privados de su dignidad. Otros sufren dolores o malestares casi continuamente. Dado que su sistema inmunológico está debilitado, hasta las menores dolencias pueden acarrear para ellos graves complicaciones. Sus huesos son más frágiles y sus órganos más delicados; de ahí que cuando sufren una fractura o algún otro daño, el proceso de curación se dilate. En determinadas circunstancias puede que se inquieten por lo que sucederá si su estado empeora y no tienen a

2. Interesarse por ellos. Puede que algunas personas mayores no tengan la fuerza o la agudeza que tenían antes. Eso, sin embargo, no significa que hayan mermado ciertas características suyas que son intangibles, los importantes atributos que definen su manera de ser. Suele ocurrir que cualidades como el amor, la consideración, la lealtad, la humildad, el humor, el optimismo y el buen criterio alcanzan su plenitud durante la tercera edad. Eso explica que los ancianos sean de las personas más fascinantes del mundo, amén de que han vivido en épocas que los más jóvenes no llegaron nunca a experimentar en carne propia. Tómate el tiempo para desenterrar esos tesoros: Te sorprenderá lo que descubras, y hasta puede que ellos mismos se sorprendan.

sufren de algunos de los típicos achaques de la vejez? A continuación, cinco pautas para ayudarte a corresponder al cariño y apoyo que ellos te manifestaron:

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3. Expresarles cariño y gratitud. A veces el sabernos amados cambia radicalmente nuestra perspectiva de la vida y nos permite afrontar mejor las circunstancias. Cuando el adulto mayor percibe que se lo


valora por los esfuerzos realizados en otros tiempos, tiende a ver la vida más objetivamente y a superar sentimientos de culpa por los fracasos y errores del pasado, tanto reales como imaginarios. Algunas de las frases más tristes suelen pronunciarse en los velorios y entierros: «Espero que supiera lo mucho que significaba para mí» u «¡Ojalá le hubiera dicho más seguido cuánto la quería!» Manifiéstales cariño y gratitud ahora que puedes. 4. Ayudarlos a mantenerse activos. Numerosos estudios demuestran que la actividad física ralentiza el proceso de envejecimiento, lo que se traduce en longevidad y una mejor calidad de vida. Por el contrario, la vida sedentaria aumenta las probabilidades de contraer enfermedades típicas de la vejez y de morir prematuramente. Hasta una breve caminata al aire libre es beneficiosa. Otros estudios revelan que la estimulación intelectual agiliza la mente y previene la pérdida de la memoria, de la misma forma que el ejercicio fortalece el cuerpo y constituye un factor de protección. Algunos adultos mayores, cuando se les pregunta por qué no se mantienen más activos física y mentalmente, aducen que no tienen a nadie con quien hacer ejercicio o realizar actividades intelectuales estimulantes. A quienes no tienen quien los acompañe en dichas actividades se los debe animar a hacer lo que esté dentro de sus posibilidades para invertir en su salud y bienestar. 5. Rezar por ellos. Nuestras oraciones pueden influir positivamente en la vida del prójimo. El hecho de rezar por otras personas es prueba fiel de que nos interesan su felicidad y bienestar. Eso nos pone además en situación de entender mejor los amorosos designios que tiene Dios para ellas y cómo podemos contribuir a hacerlos realidad. Cuando oramos para que alguien no se sienta solo, por ejemplo, es muy posible que Dios nos señale qué podemos hacer en la práctica para aliviar esa soledad. Quizá nos sugiera una visita o una salida con esa persona, una llamada telefónica, un mensaje por correo electrónico o una tarjeta de felicitación. ■

E L M AY O R A M O R Jesús dijo: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.»1 Mayor amor significa tender una mano a los demás; procurar empatizar con ellos; enjugar sus lágrimas; llevar sus cargas; hacer nuestro su dolor; atenderlos hasta que se repongan de sus enfermedades; escuchar con amor y actitud abierta a los que necesitan desahogarse; ser, para personas que necesitan amistad, un amigo que comprende y se preocupa; orar por los necesitados; participar de sus angustias. Muy a menudo subestimamos el poder de una caricia, una sonrisa, una palabra bondadosa, de un rato en el que prestamos oído a alguien, de un elogio sincero o del más pequeño acto que manifieste interés por los demás, todo lo cual puede transformar una vida. Leo Buscaglia (1924-1998) 1. Juan 15:13 13


Iris Richard

PIEDRAS HERVIDAS Llegado mayo de 2020

los efectos de la pandemia de COVID-19 habían tenido graves consecuencias para miles de familias que viven en asentamientos improvisados en Kenia y dependen de trabajos de jornaleros. Junto con el miedo a contraer el virus, muchas personas también tenían que hacer frente a la inminencia muy real del hambre y hasta de la inanición. Para peor, una lluvia estacional inusitadamente copiosa provocó inundaciones repentinas en muchas regiones del país que causaron deslizamientos de tierra y pérdida de vidas y hogares y propiciaron enfermedades transmitidas por el agua. Una amiga me llamó para contarme de un reportaje que había visto en televisión sobre una viuda con cuatro niños pequeños que vivía en un pueblo rural costero. Los niños yacían en una estera de paja lloriqueando mientras la madre cocinaba un brebaje marrón aguado en una pequeña cocina de carbón. Se 1. 1 Juan 5:14,15

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dirigió a la cámara y dijo que estaba cocinando piedras porque no tenían nada que comer ese día. Tenía la esperanza de que sus hijos creyeran que preparaba la cena y dejaran de llorar y se durmieran. Esa noche mi amiga no pudo conciliar el sueño. Las imágenes de la pobre madre cocinando piedras para sus hijos hambrientos no dejaban de pasar por su cabeza. A la mañana siguiente encargó a su abogado que localizara a aquella pobre mujer. La encontró, y mi amiga envió algo de dinero a través de M-Pesa (un servicio de transferencia de dinero por teléfono móvil que existe aquí) para ayudar a aquella pobre familia. La mujer llamó a mi amiga llorando mientras le agradecía efusivamente y no paraba de repetir que Dios había escuchado sus oraciones y gracias a su contribución había rescatado a sus hijos. Aunque la mayoría nos hemos librado del hambre durante la pandemia, esta supuso un trance muy difícil para mucha gente. En todo caso, tal como Dios respondió a la súplica

de aquella pobre madre, nosotros también podemos tener la confianza de que Él responderá a nuestras peticiones. «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos algo según Su voluntad, Él nos oye: Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho»1. Así también, Él puede obrar a través de nosotros para responder a la oración de otra persona, como lo hizo con mi amiga. En tiempos difíciles nos vemos casi a diario cara a cara con la desesperación, sea en distintas partes del planeta o con frecuencia también apenas a la vuelta de la esquina. Algunas personas necesitan una comida, otras una palabra amable. Los seguidores de Cristo podemos ser agentes de cambio transmitiendo el amor de Dios a los necesitados. Iris Richard es consejera. Vive en Kenia, donde ha participado activamente en labores comunitarias y de voluntariado desde 1995. ■


Marie Alvero

JUSTICIA AUTÉNTICA

La justicia auténtica se fundamenta en una verdad: Todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios. Eso es lo que nos otorga valor, lo que nos equipara más allá de toda diferencia de raza, sexo, capacidad, discapacidad, religión, política, estrato socioeconómico, rango y educación. Todos estos son factores que atizan los ánimos. Díganme si no. Hay una corriente cultural cuyo relato sugiere que las personas de fe tienen un sentido deficiente de la justicia, que los creyentes se adscriben a una cosmovisión que favorece a los privilegiados y excluye a los débiles o a los desatendidos. Eso no es cierto. Nos dicen que la naturaleza favorece a los fuertes y propicia la 1. Mateo 5:5 2. V. Mateo 19:14 3. Miqueas 6:8

supervivencia del más dotado. Esa lógica puede esgrimirse para justificar todo tipo de atrocidades y avalar la codicia, los abusos y la manipulación. Basta con ser más fuerte que el otro. Jesús puso patas arriba esa lógica en el Sermón de la Montaña, cuando afirmó: «Bienaventurados los mansos»1. O cuando dijo que dejaran que los niños se agruparan a Su alrededor, porque el reino de los cielos les pertenece2. ¿Y qué me dicen de cuando tomó sobre Sí el peso del pecado y el castigo de la humanidad y murió por nosotros? Pese a ser el más fuerte, se dejó matar. Los débiles, los quebrantados, los perdidos, tienen valor para Dios, porque llevan Su impronta. El debate en torno a la justicia social es muy estridente en este momento. Es fácil confundirse, e incluso que creyentes sinceros no coincidan en la respuesta a la pregunta ¿qué haría Jesús? Un buen

COMIENZA POR AQUÍ Si bien es cierto que tú puedes influir positivamente en la vida de los demás, Jesús en ti puede influir mucho más poderosamente. Si aún no lo has hecho, puedes recibir a Jesús ahora mismo rezando una sencilla oración como esta: Jesús, creo en ti y te invito a entrar en mi vida para que seas mi Salvador y constante compañero. Te ruego que me perdones todo lo malo que he hecho. Lléname del Espíritu Santo y enséñame a conocerte mejor mediante la lectura de la Biblia. Amén.

punto de partida es recordar que todos somos iguales a los ojos de Dios. La historia demuestra que independientemente de la raza, religión, cultura o sexo imperantes, todos somos igualmente capaces de hacer el mal. Lo que de veras se encuentra en el origen de la injusticia y la opresión que vemos en el mundo no es otra cosa que la naturaleza pecaminosa de toda la humanidad. Tiene que haber un cambio de corazón, y eso empieza por mí y por ti. «¿Qué requiere de ti el Señor? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios.3 Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■ 15


De Jesús, con cariño

GENEROSIDAD CON LOS DEMÁS Aprovecha toda nueva oportunidad que se te presente de dar. El músculo de la generosidad se pone flácido cuando no se ejercita. Procura hallar algo que puedas dar cada día, trátese de una sonrisa, un elogio, un poco de tiempo, disposición para escuchar, una buena comida, una prenda u objeto que no necesites o una palabra bondadosa. Siempre hay algo que puedes compartir con los demás. No te conformes con lo que diste de corazón ayer. Concibe cada nuevo día como una flamante oportunidad de ser lo más generoso que puedas. Hasta los más sencillos actos de amor y de atención llegarán lejos y contribuirán a que desciendan Mi amor y Mis bendiciones en la vida de otras personas. Bríndate a los demás en la medida de tus posibilidades y arroja unos rayitos de sol sobre las personas con las que entres en contacto hoy. El amor que entregas no cae en saco roto ni pasa inadvertido. Cada pequeño acto de bondad tiene un efecto palpable y es un medio por el cual haces brillar tu luz para que otros sean atraídos a Mí. Vierte Mi amor, repártelo libremente a quienes te rodean. Entrégalo mediante palabras de ánimo, de elogio, y echando una mano cada vez que puedas. Dile a alguien hoy lo mucho que lo aprecias. Exprésale lo singularmente valioso que es como persona. Cada persona tiene un valor singular para mí y tú puedes ayudarla a experimentar Mi amor.


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