CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
Año 23 • Número 7
DESCUBRIR EL PASTEL Lo substancial por sobre lo trivial
En las malas, alas Remontar la adversidad
Programación positiva
Mentalízate para triunfar
Año 23, número 7 A NUE ST RO S A M I G O S d os l anch as y un helicópt ero Una feroz tormenta azota una pequeña localidad, que en cuestión de horas termina anegada. Así comienza la conocida anécdota que relataremos enseguida. Las aguas suben y uno de los clérigos del pueblo se arrodilla en oración a la entrada de la iglesia, ya rodeada de agua. Poco después un parroquiano llega remando en su pequeña lancha. —Súbase, pastor, que lo van a rebalsar las aguas —le dice. —No se preocupe, hijo mío —responde el ministro del Señor—, Dios me salvará. La crecida continúa, y se acerca una lancha a motor que encuentra al clérigo ya refugiado en el balcón del segundo piso. —Aborde usted la lancha, pastor, que se ha emitido una orden de evacuación. Nuevamente el clérigo, impávido, responde: —Tranquilo, que Dios me sacará de esta. Se rompe entonces el dique del pueblo y el torrente inunda la iglesia. Las aguas lo cubren todo, salvo el campanario. Ahí se encuentra parapetado el pastor cuando de las nubes desciende un helicóptero. —Agarre la escalera, pastor —exclama el piloto. Una vez más el clérigo, imperturbable, rehúsa el auxilio ofrecido e insiste que tiene su fe firmemente en Dios. El helicóptero parte y el ministro se ahoga. Ya en las puertas del cielo el clérigo se encuentra con Dios. —No entiendo, Señor, por qué no me salvaste de la inundación. —¿Cómo así? —le responde Dios— ¡Si te envié dos lanchas y un helicóptero! A veces pecamos de lo mismo que aquel clérigo. Cuando nos hallamos en apuros, anegados por una riada de inquietudes y problemas, puede dar la impresión de que Dios ha hecho oídos sordos a nuestras oraciones. Pero puede ser que tengamos una idea demasiado rígida de la ayuda divina y que no se nos ocurre que esta puede venir por medios insospechados. Tengamos presente que el auxilio, las respuestas y las soluciones divinas que deseamos y por las que imploramos puede que no siempre nos lleguen como nos lo habíamos imaginado. Martín Lutero lo expresó así: «Todo el que clama a Dios con fe verdadera y de todo corazón, sin lugar a dudas será oído y recibirá lo que ha pedido y deseado, aunque no en la hora ni en la medida en que lo desea ni la mismísima cosa que pidió. En todo caso obtendrá algo más grande y glorioso de lo que se hubiera atrevido a pedir». Gabriel García V. Director 2
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Gabriel García V. Gentian Suçi Ronan Keane
© Activated, 2022. Es propiedad. A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
Curtis Peter van Gorder
EL ABULÓN Y YO
El abulón (oreja marina, loco) es un marisco que se adhiere a las rocas en las aguas costeras. Es un gasterópodo, lo que significa que sus pies son su estómago y se desplaza sobre él. Aparte de la concha, un abulón es prácticamente todo estómago. Se pega a una roca y luego levanta su caparazón alrededor de media pulgada. Cuando el agua pasa por la parte del estómago que queda expuesta entre la concha y la roca, el abulón atrapa y consume partículas microscópicas de vegetación marina. La concha del abulón no es solo su casa, sino también su armadura. Cuando se ve amenazado, el abulón puede sujetarse instantáneamente a la roca en la que se encuentra con tanta fuerza como un tornillo de banco. Su amplio estómago es capaz de crear una tremenda succión. En un instante esa concha de gran tamaño puede adherirse a la roca con tanta fuerza que se necesita una palanca para arrancarla. Así que cuando las personas se pegan como abulones o —en lenguaje más común— como lapas, se pegan de verdad. Quizá pegarse así es algo que se aprende con el tiempo. Las primeras olas de contratiempos suelen desconcertarme por un momento al ver que todo da vueltas a mi alrededor, que las cosas se arremolinan en el oleaje y que mi mundo se pone patas arriba. Es entonces cuando 1. http://elixirmime.com
encuentro mi roca y me aferro a ella, como si todo dependiera de eso. Aunque esas turbulentas circunstancias me inspiraban miedo, finalmente aprendí que la vida es así, y cuando acepté que es el orden natural de las cosas, me resultó más fácil navegar. En las olas y contraolas sé qué hacer, lo entiendo mejor. Conozco las fluctuaciones y la roca, sé que tengo un dispositivo de succión que me ayuda a adherirme. Además aprendí que cuanto más lo hago, más fácil resulta. La adherencia ha fortalecido mi capacidad de succión. También aprendí a relajarme cuando el océano está en calma, pero a estar preparado en cualquier momento para agarrarme con fuerza a la roca. No quiero volver a experimentar esa horrible sensación de verme zarandeado y revolcado en el océano de los males. Aprendí también a no alejarme nunca de la roca, porque es lo único de lo que puedo fiarme. Mi roca es Jesús. Él y su Palabra son mi fuerza y mi salvación en los momentos difíciles. Soy una simple y endeble criatura, pero sé a quién acudir y a quién aferrarme. Y aunque no lo crean, he llegado a disfrutar de los mares tumultuosos. Al fin y al cabo, me pego como una lapa. Cuanto más fuertes las olas, más me aferro a mi Roca. Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo 1 en Alemania. ■ 3
ECHAR NUESTR CARGAS SOBR Maria Fontaine
JESÚS En distintos momentos de la vida todos hemos pasado
por épocas de prueba muy difíciles. Es posible que en este instante estés pasando por uno de esos trances. El cansancio te agobia y no sabes qué provecho podrás sacar de todo eso y cuando tendrá punto final. En todo caso, sea lo que sea por lo que estés pasando, Dios quiere hacerte saber que te ama, vela por ti y que todo está en Sus manos. Aunque nadie más entienda lo que estás sufriendo, Jesús sí lo entiende. Puede que tome tiempo sanar el dolor que padeces, pero sanará, porque Él ha prometido que nos consolará.1 1. V. 2 Corintios 1:4; Isaías 51:3 2. V. Hebreos 4:15 3. Mateo 11:28 4. Tomado de Los mandamientos paradójicos. Dr. Kent Keith 5. V. Filipenses 4:19 6. V. Efesios 3:16 4
Quiere consolarnos en cada prueba que experimentamos. Se compadece de nuestras debilidades y nos comprende.2 Aliviará tus cargas. Calmará tu dolor. Responderá a tus oraciones. Pronto volverás a ver el sol. Así que no abandones ni pierdas las esperanzas: convérsalo con tu Mejor Amigo y deja que te transmita el consuelo que tanto te hace falta. Quizá últimamente sufriste una pena o un desengaño en una relación sentimental, y el abatimiento, la soledad y la inseguridad te agobian. El amor infalible de Jesús te acompaña aun en la noche más oscura y desolada. Él puede ayudarte a recobrar la fe en el amor. No dejará tu vida y tu corazón quebrantados; por más que esté hecho trizas, Él puede hallar y juntar todos los pedazos rotos y recomponerlo. Puede otorgar hermosura a tu vida. Tal vez ahora mismo te sientas sobrecargado de trabajo o de otras
obligaciones. Consideras que sencillamente no podrás aguantar el ritmo que llevas, con tanta presión. Si sientes agotamiento espiritual, físico, mental, o las tres cosas, recuerda lo que prometió Jesús: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.»3 Cuando se perfila imposible hacer todo lo que tienes que hacer, pide a Dios fortaleza y guía, y te las facilitará. Si la carga se te hace demasiado pesada, háblalo con Jesús y pídele la solución. Él te revelará qué debes hacer para encontrar el
RAS RE ritmo adecuado. Te puede indicar en qué momento te conviene parar un rato a orar o a leer Su Palabra. O tal vez te anime a relajarte para descansar un rato del trabajo y disfrutar de la vida, de tu familia y Tus seres queridos. Quizá te encuentres en una situación que al principio daba la impresión de ser transitoria, pero de la cual ahora parece que no saldrás en mucho tiempo. O a lo mejor no logras encontrar un puesto, un empleo, un hogar o una profesión adecuados. Por lo que más quieras, no desesperes. Jesús te está preparando un lugar, no solo en el Cielo, sino aquí en la Tierra ahora mismo. Recuerda también que Dios no comete errores.
Los hombres y mujeres de fe que Dios tuvo a lo largo de la historia no pretendieron servirle donde mejor les acomodaba; buscaban dónde podían ser más útiles a los demás. Fueron visionarios que creían que era posible dejar huella en el mundo y se propusieron hacerlo, lo que muchos lograron porque no se dieron por vencidos. Hace poco leí algo que a mi juicio describe bien el carácter del visionario. Las personas son irracionales, ilógicas y egocéntricas. Ámalas de todos modos. Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas. Haz el bien de todos modos. Si tienes éxito, te rodearás de amigos falsos y enemigos verdaderos. Alcanza el éxito de todos modos. La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable. Sé sincero y franco de todos modos. El bien que hagas hoy lo olvidarán mañana. Haz el bien de todos modos. La gente más noble con las ideas más nobles puede ser bombardeada por la gente más mezquina con la mentalidad más ruin. Piensa con nobleza de todos modos. La gente auxilia a los desfavorecidos, pero solo sigue a los favorecidos.
Lucha de todos modos por algún desfavorecido. Lo que has tardado años en construir puede derrumbarse de la noche a la mañana. Construye de todos modos.4 Obrar correctamente a pesar de la oposición o de los propios sentimientos de desánimo o de ineptitud, forja a los grandes hombres y mujeres de fe; es el modo de marcar diferencia. Y cuando andas al unísono con Dios, gozarás indefectiblemente de Su providencia. Contarás con Sus promesas. Dios ha prometido proveer para toda tu necesidad conforme a Sus riquezas en gloria5 y fortalecerte con poder por medio de Su Espíritu en lo más íntimo de tu ser.6 ¡Sabemos que nunca dejará de cuidarte pase lo que pase! Y un día vas a estar muy agradecido de que te sacó adelante en absolutamente todas las situaciones de apuro que experimentaste en la vida. María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■
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En las MALAS, ALAS
Virginia Brandt Berg
En la Capilla de Wesley,
monumento histórico de Londres, hay un hermoso vitral que lleva la siguiente inscripción: «Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano y me asirá Tu diestra.»1 La gente siempre ha soñado con tener alas, una forma de elevarse por encima de la vida que lleva en la tierra y sus pesares. Parece ser algo innato en los seres humanos eso de sentirnos confinados y descontentos con nuestro entorno. Nos convencemos de que más allá —detrás de ese cerro o cruzando tal charco— todo será más fácil, más auspicioso, y seremos más libres. 1. Salmo 139:9,10 2. Salmo 55:6 3. Salmo 3:5 4. Isaías 40:31 5. Salmo 27:14 6
Hay otro versículo en el que el salmista se hace eco del deseo de alejarse de todo. Dice: «¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.»2 Pero él conocía el secreto para hallar ese sitio magnífico, apartado de todo el bullicio, y nos lo reveló: «El Señor me sustentaba.»3 Dios sostuvo a David en todas sus dificultades y pruebas y cambió sus cargas por alas. «Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.»4 Cuando acudimos a la Palabra de Dios y aguardamos en oración hasta que Él toca nuestra alma, nos remontamos a esferas de paz y sosiego donde el Señor en verdad «nos sustenta». Este maltrecho mundo a diario nos tira hacia abajo; pero también existe una fuerza que nos impulsa
hacia arriba, hacia el propio corazón de Dios. Si lees Su Palabra, le abres tu corazón y aguardas a que Él te hable, hallarás todas las fuerzas que necesitas. El problema es que muchas personas intentan arreglárselas por su cuenta, con la esperanza de que de algún modo lograrán superar sus dificultades. Echan a andar antes de tener alas. Pero fíjate en lo que dice ese versículo. Primero uno se renueva; luego puede correr y caminar. ¿Qué posibilidades tiene tu alma si nunca haces una pausa para conectarte con Dios y extraer fuerzas de Él? «Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón.»5 Virginia Brandt Berg (1886–1968) fue una escritora y evangelizadora estadounidense. Esta es una adaptación del artículo original. ■
S IOLA IA D C Ó A E T CR R O SOUR B R os
Cuando nuestra familia se trasladó a un nuevo país a causa
del trabajo de mi marido nos llegaron noticias muy desalentadoras sobre el proceso para obtener allá el permiso de conducir. Mis nuevos amigos me hablaron de las horas que había que pasar en un curso de conducción, hacer el examen escrito y, finalmente, una prueba práctica en el idioma nacional. Supe de alguien que tuvo que hacer el examen tres veces y de otro que esperó un año para la aprobación final. La cabeza me daba vueltas. Con mis hijos en el colegio y mi marido muchas veces fuera, poder conducir era una absoluta necesidad. Una mañana, el día en que mi marido y yo fuimos a hacer los trámites, la repartición estaba abarrotada y la cola no parecía moverse para nada. Mi marido quería ir en auto a otra delegación, pero para entonces ya era hora de almuerzo, la de mayor 1. Mateo 7:7
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a de
tráfico. Finalmente decidimos esperar hasta la tarde. Total que disfrutamos de un buen almuerzo con amigos, recogimos a nuestra hija del colegio y de ahí nos dirigimos a la delegación correspondiente para solicitar nuestros nuevos documentos de identidad como residentes. En el trayecto nos propusimos pensar positivamente y confiar en que todo iba a salir bien. Al llegar nos recibieron, nos dieron un número y nos llamaron casi inmediatamente a la ventanilla. Todo el proceso para nuestros nuevos documentos de identidad duró apenas 15 minutos; acto seguido decidimos ir al ministerio de transporte para solicitar mi licencia de conducir. Cuando nos llamaron a la ventanilla, escuché la tenue y tranquilizadora voz de Dios que me decía que mantuviera la calma porque todo iba a salir bien. Llené mis datos y me dijeron que pagara la cuota y dejara mi licencia con el empleado.
A ng
e l is
Unos minutos más tarde me llamaron de nuevo para decirme que la documentación había sido aceptada. —¡Felicitaciones! —dijo la empleada mientras me entregaba mi nueva licencia de conducir. Me embargaron la emoción y la gratitud a Jesús por preocuparse por algo tan insignificante en el gran panorama global, pero que para mí era tan importante. Suele ser en actos pequeños como ese cuando Dios revela Su presencia, Su poder y Su amor. Debemos acordarnos de pedirle que nos enseñe a escuchar Su voz y a seguir Sus indicaciones. No podemos hacerlo todo por nuestra cuenta; por eso Él dice: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá»1. Rosanna de Angelis es lectora de Conéctate y vive actualmente en los Emiratos Árabes Unidos. ■ 7
Las aguas de la Palabra de Dios William B. McGrath
En el Salmo 27 leemos que el rey David consideraba su mayor alegría contemplar la belleza del Señor en el tabernáculo donde se guardaban los artefactos que simbolizaban la intervención divina en favor de Su pueblo. Hoy en día podemos dirigirnos a un lugar igual de hermoso y arrobador: la Palabra de Dios en toda su plenitud. Además, contamos con Su Espíritu Santo, que mora en nosotros y nos habla directamente al corazón. Cada vez que se lee un pasaje de la Biblia se descubren verdades nuevas y viejas. A modo de ejemplo, el siguiente es un relato de la Escritura que me invitó a la reflexión: El episodio sobre Naamán, en el capítulo 5 del segundo libro de
Reyes, trata sobre el gran capitán del ejército del rey de Siria, que gozaba de éxito y ostentaba un puesto importantísimo, riquezas y alta estima. Pero, pero sufría de lepra, enfermedad que lo aislaba y que opacaba y desmejoraba la posición de eminencia por la que había trabajado durante tanto tiempo. Resulta que su esposa tenía una joven esclava hebrea que le comentó: «Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra».1 Naamán visita entonces a su señor, el rey de Siria, para explicarle el motivo por el que desea ver al profeta de Samaria. El rey de Siria envía una carta a su homólogo de Israel para explicarle la razón por la que Naamán atravesaría su territorio.
1. 2 Reyes 5:23 2. Timothy Keller, Dioses falsos, capítulo 4, La seducción del éxito. 3. V. Juan 8:31, Efesios 5:26, Tito 3:5, Salmo 119.
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Naamán se encamina a Samaria para encontrar a Eliseo. Está preparado para pagar una enorme suma de dinero , si todo va bien, ser protagonista de un glorioso evento de sanación. Naamán se imaginaba que el rey de Israel ordenaría a Eliseo que lo curara. No le cabía duda de que el Dios de Israel le concedería su petición al ver la gran suma que donaría y tras reconocer la importancia y posición de Naamán en la escala social. No obstante, cuando Naamán y compañía finalmente llegan a la casa de Eliseo, sale a recibirlo un sirviente —no un profeta— que le indica que se lave siete veces en el río Jordán. Naamán considera un insulto esa exigencia y se marcha enojado. Pero uno de sus propios sirvientes, que lo acompañaba en su travesía, le sugiere que al menos intente cumplir el mandato por si acaso resulta. Naamán se calma, se humilla y se dirige al río Jordán donde se sumerge siete veces. Dicho y hecho, ¡se cura de manera maravillosa! Timothy Keller, en su libro Dioses falsos, nos revela que este conocido relato bíblico abunda en lecciones valiosas para la sociedad actual. En nuestra cultura se nos inculca como máxima prioridad el éxito
individual, los grandes logros, una posición destacada y una situación económica boyante, todas las cosas de las que gozaba Naamán. A él le había ido bien. Le pareció lógico aprovechar sus conexiones y riquezas para acudir a Eliseo y al Dios hebreo. Pero descubrió que el único y verdadero Dios del universo «no es una extensión de la cultura, sino un transformador de la misma, no es un Señor manipulable, sino soberano […] cuya salvación no se gana; solo se recibe.»2 Es posible que nosotros, al igual que Naamán, abriguemos el sutil deseo de que Dios despliegue un gran espectáculo cuando acudimos a Él en busca de respuesta a nuestras fervientes oraciones. Es cierto que a veces hace cosas espectaculares, pero no siempre. Como destaca este relato, Dios a menudo nos indica que realicemos actos sencillos y humildes. A Naamán le dijeron que fuera a lavarse. Al principio se lo tomó como un insulto y una terrible afrenta a su orgullo y prestigio. Hoy en día se nos pide que nos lavemos con el agua de Su Palabra.3 Cuando volvemos una y otra vez a la Palabra de Dios, esta llega a ser nuestra mayor dicha y nuestra máxima prioridad, del mismo modo
en que contemplar la hermosura del Señor y meditar en Su naturaleza y en Sus acciones tenía tanta importancia para el rey David. Cuando atravesamos dificultades, cuando tropezamos a lo largo del camino de la vida, cuando sufrimos grandes decepciones, ese recurso es el único que nos permite remontarnos una y otra vez sobre las dificultades, lo único que nos sostiene. Al bajar Naamán hasta el Jordán y bañarse en sus aguas «conforme a la palabra del varón de Dios, su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio». Jesús nos enseña: «Ya ustedes están limpios por la palabra que les he hablado». Su Palabra limpia y regenera nuestro espíritu. Y con el paso de los años, nuestra seguridad y fe aumentan gradualmente a medida que la estudiamos con mayor profundidad y la disfrutamos y entendemos más. Ese sencillo acto, dirigirnos a Su Palabra, cambia nuestra motivación, nuestra identidad, nuestras ideas y nuestras acciones. William McGrath es escritor y fotógrafo independiente. Vive en el sur de México y está afiliado a La Familia Internacional. ■
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Descubrir el pastel Aaliyah Williams
¿Alguna vez has comido
algún pastel que tiene más crema dulce o relleno que masa? Cuando me sirven algo así por lo general quito la parte de arriba y solo me como lo sustancioso. La parte de arriba es insustancial, sobra, y prefiero la parte sustanciosa, la masa de chocolate. Hay panes o bizcochos que tampoco me sientan bien, los esponjosos que se disuelven en la lengua como si nada. La cuestión es que así como hay pasteles y panes que no contienen nada, también hay comunicaciones insustanciales. 1. Lucas 3:16 2. www.just1thing.com 10
Hablo de las conversaciones en las que mencionamos algún nombre y nos expresamos de tal forma que nos hace ver mejores a los ojos de nuestros interlocutores, o cuando exageramos logros y otras circunstancias para parecer más atractivos a los demás. Nos proponemos proyectar una imagen irreal que queremos que los demás tengan de nosotros. Cuando no somos auténticos —y como suele decirse, no se descubre el pastel— en nuestras comunicaciones, cambiamos lo sustancioso por azúcar y crema, y hay un límite a lo que uno puede consumir de esos productos. Es extraño, pero por lo visto jactarse uno mismo tiene el efecto opuesto al que se desea. Generalmente nos gustan las personas que no
tienen miedo de ser ellas mismas; en cambio, reaccionamos negativamente ante quienes se esfuerzan demasiado por caer bien a los demás. La Biblia refiere a un personaje que sabía un par de cosas sobre eso de ser auténtico. A Juan el Bautista no le interesaba qué opinión tuvieran de él otras personas. Vestía pieles, comía insectos y miel y probablemente nunca se afeitaba. No creo que alguna vez hubiera tratado de proyectar una mejor imagen ante los demás. No se ensalzaba a sí mismo. Cuando le preguntaron si él era el Cristo, no vaciló en responder: «Viene el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado».1 En todo
L A AC T I T U D E S TO D O
Cuanto más tiempo vivo más me doy cuenta del efecto que tiene la actitud que asumimos frente a la vida. Lo extraordinario es que todos los días tenemos la posibilidad de decidir qué actitud adoptaremos ese día. No podemos alterar el pasado ni el hecho de las personas se conducirán de determinada manera. No es posible cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es tocar la cuerda de la que disponemos: nuestra actitud. Estoy convencido de que en un 10 por ciento la vida consiste en lo que nos ocurre y en un 90 por ciento en cómo reaccionamos ante ello. Charles Swindoll (n.1934)
momento habló la verdad. Así se ganó la confianza de los demás. En una sociedad plagada de exageraciones y engaños, las personas que destacan son las que no tienen miedo de mostrarse tal como son o hablar de sus creencias fundamentales. Se trata de que cada uno tengamos el valor de encarnar la persona que Dios quiso que fuéramos y no apartarnos de ese cometido. He rumiado bastante este tema, pues sé que es un aspecto en el que necesito mejorar constantemente. Hasta ahora se me han ocurrido dos asuntos básicos que me ayudan a ser auténtica en mi modo de presentarme a los demás: En primer lugar, pasar tiempo en compañía de Dios. Cuando dedico
suficiente tiempo a Dios, me interesa menos lo que otros piensen de mí. Dejo mis intentos de crear una imagen idealizada de la persona que a mi juicio debo ser. Me satisface pensar que Dios sabía lo que hacía cuando me creó. Descubrí una cosa interesante: A medida que paso tiempo con Él, me revela qué se proponía al crearme y ponerme en el lugar en que me ha puesto. En segundo lugar, ser abierta. Necesito dar lugar a que la gente me conozca sin tapujos. Es natural querer que la gente piense bien de mí. No sé si alguna vez superaré las ganas de que me admiren y me quieran, pero me equivoco si pienso que una versión fingida de mí es mejor que mi verdadero yo. La gente
que admiro es la que se ha sincerado conmigo: amigos, mentores y otras personas que se han despojado de la capa exterior que se hace aparente en conversaciones triviales para revelarme lo que abrigan en su interior. Llegar al punto en que decidimos ser auténticos marca una gran diferencia en nuestra interacción con los demás, dado que es muchísimo mejor comunicar algo sustancial que un montón de frivolidades. Aaliyah Williams es redactora y autora de contenidos. Este artículo es una adaptación de un podcast publicado en Just1Thing 2 , portal cristiano destinado a la formación de la juventud. ■ 11
Ronan Keane
En algún momento de la vida la mayoría de las personas
tenemos que lidiar con pensamientos negativos. Nos culpamos por faltas y debilidades reales o imaginarias, o adquirimos complejos de inferioridad. Existe una técnica de probada eficacia para superar esa negatividad: repetirse interiormente afirmaciones positivas. Lo que pensamos determina nuestra actitud; y esta, nuestras acciones, que a su vez condicionan también nuestro futuro. Un cambio de vida implica un cambio de mentalidad. La Biblia nos enseña: «Sean transformados mediante la renovación de su mente.»1 Ese proceso se gesta alimentándose de ideas que sean positivas y armonicen con los principios divinos. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. [...] Y el Dios de paz estará con vosotros.»2 Esmerarse por ver el lado bueno de las cosas exige práctica; pero con el tiempo los resultados se hacen patentes, y uno disfruta de una vida más feliz y segura. La Biblia abunda en afirmaciones positivas. Cuando aprendemos 1. Romanos 12:2 NVI 2. Filipenses 4:8,9 3. V.Romanos 4:21
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a aplicarlas a las situaciones que vivimos todos los días y a nosotros mismos, cambia nuestra perspectiva de la vida y de lo que somos. Empezamos a verlo todo desde la óptica divina, y eso se ve reflejado en nuestra forma de pensar y en nuestro comportamiento. A continuación presento unos pocos ejemplos como punto de partida. Todos somos diferentes, y cada cual tiene sus necesidades particulares. Elige, pues, las frases que a tu parecer se apliquen más a tu caso. También puedes añadir algunas de tu propia cosecha. • Así me sienta o no capaz de realizar esta tarea, voy a poner todo mi empeño y confiar en que Jesús hará lo demás. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). • Hoy cometí una equivocación, pero me he propuesto aprender de ello. No voy a quedarme abatido, sino que voy a hacer otro intento. «Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y Él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque el Señor sostiene su mano» (Salmo 37:23,24). • Puede que las cosas no estén resultando como yo esperaba —al menos de momento—, pero voy a seguir confiando en que Dios tiene un as en la manga. «Sabemos que a los que aman a Dios, todas
PROGRAMAC POSIT
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados» (Romanos 8:28). • Aunque yo no sea perfecto, valgo mucho a los ojos de Dios, pues me dotó de una mente, una personalidad y unas habilidades singulares, y ha trazado mi destino. «¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas!» (Salmo 139:14 nvi).
CIÓN TIVA
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• Jesús quiere que encuentres realización y que goces de una vida bien vivida. Todo parte por invitarlo a entrar en tu corazón:
• Jesús, te ruego que me perdones todos mis pecados. Creo de verdad que Tú moriste por mí y que eres el Hijo de Dios. Te pido, por tanto, que entres en mi vida. Lléname de Tu Espíritu Santo y motívame a hablarles a otros de Ti para que también puedan llegar a conocerte. Amén.
• Nada puede separarme del amor de Dios. «Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38,39). • No tengo nada que temer, pues Dios es amor y siempre está a mi lado.
«Él dijo: “No te desampararé ni te dejaré”» (Hebreos 13:5). • Dios quiere que encuentre gozo en Él y en la vida que me ha dado. «Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido» (Juan 15:11). • Hoy me propongo pensar más en el prójimo y menos en mí mismo, y voy a contribuir a que
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alguien tenga un mejor día. «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). No voy a rendirme. Me niego a desistir. Jesús prometió que Sus fuerzas estarían siempre a mi disposición con tal de que no ceje en mi empeño. «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gálatas 6:9). Puede que no tenga tantos bienes materiales como algunas personas, pero cuento con lo más importante: integridad y paz interior. «Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento» (1 Timoteo 6:6). Dios desea guiarme en esta jornada y ayudarme a sacarle el máximo provecho. «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.» (Proverbios 3:5,6 ntv). Dios me ayudará a decidir con acierto. «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5).
Esas afirmaciones no son simples expresiones gratuitas de buenos deseos, sin fundamento alguno. Cada una de ellas se basa directamente en una infalible promesa de Dios; y recordemos que Él cumple lo que promete.3 ¡Para Dios no existen límites! ■ 13
Yo soy la vid y ustedes los pámpanos (sarmientos, ramas); el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer. Juan 15:5
Irena Žabičková
LA VERSIÓN DE MÍ QUE DIOS DESEA Además de morir por nues-
tros pecados, Jesús bajó a la tierra humanado, como una suerte de retrato de Dios, para demostrar a través de Sus acciones cómo es Dios. De ahí que tenga mucho sentido que nos esforcemos por parecernos más a Cristo y seguir Su ejemplo. Dicho eso, transformarnos a nosotros mismos no es tarea fácil. Hubo un tiempo en que estudié varios libros de autoayuda con miras a mejorar en distintos aspectos de mi vida en los que me parecía necesario efectuar cambios. Encontré algunos buenos consejos sobre qué hacer y cómo abordar esos cambios. Sin embargo, no tardé en darme cuenta de que aquellos escritos se basaban principalmente en la fuerza de voluntad y la autodisciplina, que son falibles. Es probable que todos hayamos intentado cambiar algún 1. http://www.perunmondomigliore.org
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rasgo o costumbre porque lo leímos en un libro, o tal vez intuimos que Dios nos guiaba en ese sentido. El hecho es que terminamos fracasando penosamente, en muchos casos empeorando la situación o haciéndonos daño a nosotros mismos. A mí me sucedió. Terminé descorazonada y con la sensación de que nunca lograría hacer progresos. A veces sé que necesito modificar cierto aspecto de mi conducta o mentalidad, y lo intento y lo intento sin conseguir otra cosa que fracasar y fracasar. En cambio, cuando hago espacio para que Jesús obre en mí, los progresos se hacen patentes, aunque sin la misma brega y fatiga de mi parte. Se preguntarán ustedes, ¿cómo hago ese espacio para Él? Muy simple: paso más tiempo con Él. Más tiempo hablando con Él y escuchando Sus respuestas. Más tiempo alabándolo y morando en Su presencia, meditando en Su Palabra,
desconectándome del mundo y sus preocupaciones y afanes cotidianos. Cuando logro hacerme ese tiempo siento que tiene en mí un efecto palpable. Salgo de allí transformada, llena de alegría en lugar de tristeza, de paz en lugar de conflicto, de confianza en lugar de preocupación, de amor en lugar de envidia, de perdón en lugar de amargura, de generosidad en lugar de egoísmo. Por mi cuenta, muchas veces lo intento y fracaso. En cambio, cuando paso tiempo con Jesús, Su Espíritu y Su Palabra obran en mí para transformar mi mentalidad y mi comportamiento. He descubierto que morar en Su presencia y estudiar Su Palabra son las claves para parecerme más a Él y a la versión de mí que Él desea. Irena Žabičková trabaja de lleno como voluntaria de Per un Mondo Migliore 1 en Croacia y en Italia. ■
La viuda de Sarepta
Marie Alvero
La Biblia recoge muchos pasajes
sobre la generosidad. Es un rasgo importante de la vida cristiana, y los seguidores de Jesús estamos llamados a ser generosos y a dar con alegría. Por otra parte, sé que a veces me siento vacía, agotada y con muy pocos recursos mentales, materiales, económicos y espirituales. Tengo el deseo de dar, pero me siento como si estuviera raspando el fondo del barril y que a duras penas seré capaz de terminar la jornada. Cabe evocar aquí un relato de la Biblia. La tierra de Israel y sus alrededores sufrían sequía y hambruna. No había llovido desde hacía años y la gente moría de inanición. El profeta Elías se había mantenido milagrosamente gracias a un arroyo. Sin embargo, un día Dios lo llamó para que se dirigiera a Sarepta, un pequeño poblado en la tierra extranjera de Sidón. En las afueras del mismo se encontró con una viuda que recogía leña y le pidió que le diera de beber agua. Cuando ella iba a traérsela, la llamó y le dijo: —Por favor, tráeme también un poco de pan en tu mano. Ella respondió: 1. 1 Reyes 17:11-14
—¡Vive el SEÑOR, tu Dios, que no tengo pan cocido! Solamente tengo un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una botella. Y he aquí que estaba recogiendo un par de leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, a fin de que lo comamos y muramos. Entonces Elías le dijo: —No tengas temor. Ve, haz como has dicho; pero de ello hazme a mí primero una torta pequeña y tráemela. Después harás para ti y para tu hijo. Porque así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: «La harina de la tinaja no se acabará, y el aceite de la botella no faltará hasta el día en que el SEÑOR dé lluvia sobre la superficie de la tierra».1 Estoy segura de que aquella viuda que se enfrentaba a una inminente inanición se sentía mucho más agotada que yo. ¿Qué la habrá motivado a dar al profeta un trago de agua antes siquiera de que este le mencionara la promesa de Dios? ¿Acaso pensó en ese momento que no tenía nada que perder? Siendo extranjera, puede que ni siquiera supiera del Dios de Israel o creyera en Él. No obstante, estaba dispuesta a entregar lo último que tenía al profeta de Dios. A menudo pensamos que la generosidad es dar a partir de nuestra
abundancia; pero ¿qué pasa si más bien significa dar a partir de nuestra escasez? ¿Será que ser dadivosos a partir de nuestra escasez de tiempo, fuerzas, gracia, buen criterio y recursos da lugar a que Dios obre por conductos a los que no hubiera recurrido si nos consideráramos bien abastecidos en todo sentido? No sé si la viuda llegó a tener la despensa llena, pero me imagino que en los años que siguieron, cada vez que vertía aceite de su vasija o recogía una taza de harina de su jarra se acordaba de que Dios tomó lo último que ella tenía para ofrecer y se lo pagó proporcionándole un suministro ininterrumpido Puede ser, pues, que no se me está pidiendo que sea generosa porque disponga de bienes en abundancia (aunque reconozco que tengo mucho más que tantas otras personas). Quizá Dios espera que dé motivada por mi fe en Él, sabiendo que lo que tengo es en primer lugar Suyo y para Su gloria. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■ 15
De Jesús, con cariño
Una pieza del rompecabezas
Estoy al tanto de las inquietudes que te han surgido desde que las cosas no te vienen saliendo tan bien como esperabas. No sabes si me escuchaste bien, si tomaste las decisiones acertadas y elegiste correctamente. Comprendo los interrogantes que abrigas, la tristeza, el dolor y la angustia que te embargan. No te quepa duda de que estoy aquí mismo a tu lado. Eres Mi hijo/a y te amo y velo por ti con mucha ternura. Jamás te pondría en un lugar tan estrecho que te impediría crecer. Esta situación, en cambio, te permite madurar; se trata de una oportunidad de adquirir nuevas enseñanzas y cultivar cualidades de Mi Espíritu como la humildad, la mansedumbre y la dependencia de Mí. Ten paciencia y permíteme obrar en la situación. Te tengo en la rueda del alfarero1 y para que pueda hacer algo hermoso con tu vida debes quedarte quieto/a y darme tiempo para obrar. No tienes que preocuparte pensando que te quedarás ahí girando en esa rueda para siempre. Recuerda que el tiempo que pasas en las manos del Alfarero es lo que te hace una vasija mejor. Confía en Mí, que lo hago todo bien. La obra que comencé en ti la perfeccionaré hasta el final. 1. V. Jeremías 18:1-6