Conéctate, marzo 2023: Cambios

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CABINAS TELEFÓNICAS ABANDONADAS

No te quedes atrás

Tesoros en el desierto

No estás solo

Reunión de júbilo Bienvenidos al «otro barrio»

CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
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Año 24 • Número

A NUESTROS AMIGOS un gusto adquirido

Cada 31 de diciembre millones de personas, con las mejores intenciones del mundo, se hacen propósitos para realizar un cambio importante en su quehacer o su conducta en el curso del año entrante. Si eres una de ellas y todavía estás firme en la consecución de esos cambios, ¡felicitaciones! Desafortunadamente diversas investigaciones han demostrado que a la altura de febrero o marzo la mayoría de la gente ya se ha dado por vencida y desistió.

¿A qué se debe eso?, te preguntarás. Una infinidad de artículos de sicólogos, gurús de autoayuda, asesores personales y otros sugieren que el abandono de objetivos propuestos obedece a tres principales razones: 1) Estos se vieron entorpecidos por sucesos de la vida real. 2) Desde un principio eran poco realistas. 3) No existía obligación de rendir cuentas.

Puede que eso sea cierto, pero yo también creo que hay una razón muy sencilla y es que nos sentimos bastante satisfechos con las cosas como están. Puede que el 31 de diciembre vivamos en una confortable pasividad o que estamos acostumbrados al status quo, lo que contrasta con los cambios que pensamos realizar. Ya el dramaturgo Arnold Bennett advirtió: «Todo cambio, incluso uno que sea para bien, viene siempre acompañado de incomodidades y desventajas».

Díganme si no es cierto: Nos pasamos la mayor parte de la vida en piloto automático; y si bien es perfectamente natural que nos guste el trámite y la repetición, es mucho lo que podemos aprender y descubrir fuera de nuestra zona de confort. «Cuando hacemos las mismas cosas de siempre —dice la orientadora Julie Coraccio— tenemos tendencia a estancarnos y crear desorden. En cambio, cuando empezamos a ver las cosas desde otra perspectiva y miramos alrededor, nos abrimos a nuevas posibilidades y oportunidades.»

Un factor que nunca deja de ser fuente de ánimo y que siempre propicia nuestro crecimiento es la Palabra de Dios. La Biblia se refiere en numerosas ocasiones a las bondades de los cambios, la innovación y la presencia de Dios a cada paso del camino. La pasión de Dios, por ejemplo, se hace palpable cuando describe las transformaciones que está produciendo: «Estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía».1

Sean cuales sean los cambios y decisiones que enfrentes en este momento, recuerda que Dios te ama. Eres creación Suya, producto de Su infinito amor, y Él obra en tu vida para tu bien. No solo eso; si escarbas en Su Palabra te orientará en tiempos de incertidumbre.

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi

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A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.

1.
43:19 (NTV)
Isaías
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Año 24, número 3

RECONSTRUYAMOS

Los verdaderos héroes son los que reconstruyen su vida aprovechando la adversidad como peldaño para alcanzar la grandeza en medio del caos que les propina la vida. Nikki Rowe

Tus posibilidades latentes están delante de ti así tengas 8, 18, 48 u 80 años. Te queda espacio para mejorar. Puedes llegar a ser mejor mañana que hoy. John C. Maxwell (n. 1947)

Cuando se te presente la derrota, acéptala como señal de que tus planes no son sólidos. Reconstruye esos planes y emprende marcha nuevamente hacia tu anhelada meta. Napoleón Hill (1883–1970)

En la tarde del 9 de diciembre de 1914 un incendio, producto de una explosión, arrasó con un complejo industrial de la localidad de West Orange, en New Jersey, Estados Unidos. Por lo menos 10 edificios quedaron destruidos, y con ellos se pulverizaron años de investigación y experimentos. En aquel momento se estimó que las pérdidas ascendieron a unos 7 millones de dólares, equivalentes a unos 183 millones de hoy.

—Con esto se hicieron humo todos nuestros errores —expresó el fundador y director ejecutivo de la planta mientras observaba impotente los edificios en llamas—. Aunque tengo 67 años —le manifestó a un periodista del New York Times que estaba presente en el momento del siniestro—, volveré a empezar todo mañana.

Al día siguiente apareció un aviso en el periódico en el que se llamaba a los 7.000 empleados de la empresa a presentarse cuanto antes a trabajar para emprender las labores de reconstrucción. Un desastre de menores proporciones habría desmoralizado a casi cualquiera. No obstante, años de pruebas y errores habían condicionado a Thomas Edison a ver los desastres como oportunidades.

La mayor parte de los reveses a los que nos enfrentamos son mucho menos catastróficos que el sufrido por

Edison; pero tienen dos cosas en común con la desgracia que le sobrevino al famoso inventor. En primer lugar, sean de la naturaleza que sean, nos presentan una alternativa: ¿Cómo vamos a actuar ante esa alteración de las circunstancias? En segundo lugar, dependiendo de nuestra reacción, esas calamidades nos cambian a nosotros, para bien o para mal.

En cuanto al primer punto, el optimismo y la determinación son fuerzas muy poderosas para sacar el mejor partido de circunstancias difíciles. Pero si encima invocamos la ayuda del Todopoderoso, las probabilidades de un desenlace favorable aumentan formidablemente. «Los ojos del Señor recorren toda la Tierra para sostener a aquellos cuyo corazón está con Él íntegramente».1

En cuanto al segundo, si pedimos a Dios que se sirva de todo trance y de toda prueba que afrontemos para hacer de nosotros mejores personas, Él lo hace. Es más, Él nos presta particular atención cuando le pedimos: «Haz de mí una mejor persona».

Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE.UU. ■

Keith Phillips 1. 2 Crónicas 16:9 (LPD)
3
Charles Edison, Thomas Edison, C.H. Wilson y otra persona no identificada luego del incendio de las instalaciones en 1914.

CAMBIOS

Cuando enfrentamos épocas de cambio, a menudo palpamos y vemos que el Señor se propone obrar en nuestra vida, pues se perciben los vientos de cambio a nuestro alrededor. Cuando es el Señor el que nos indica un nuevo rumbo, aunque nos plantee nuevas pruebas que superar, el cambio que supone es positivo y una buena noticia, ya que augura progresos, avances y nuevos horizontes. Cuando Él nos pide que nos pongamos manos a la obra con algo o que empecemos a avanzar en determinada dirección, sea en intención o de hecho, podemos quedarnos tranquilos sabiendo sin asomo de duda que el rumbo señalado es el que debemos seguir y el que nos conducirá al lugar al que estamos destinados.

Los cambios son algo muy curioso. Por una parte, son estupendos y nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos. Por otra parte, a medida que los vamos poniendo en marcha es natural que nos causen cierta incomodidad o que incluso nos molesten mucho y nos desestabilicen, pues nos encontramos en una situación en que nos toca aprender cosas nuevas o adquirir nuevas aptitudes. Los cambios pueden causar desorientación, incertidumbre o inseguridad.

Tal vez hayan oído el refrán «donde no hay riesgo no se gana mérito». Así sucede a menudo con los cambios que enfrentamos. Quizá deseamos el cambio porque nos interesa el desenlace, pero muchas veces preferiríamos apretar el botón de avance rápido, saltarnos la parte en que nos toca vivir el proceso, la transición, las fases de la adaptación, y pasar directamente a la estabilidad y los

beneficios propios del resultado final. Eso —qué duda cabe— sería fantástico, pero simplemente no es realista.

Debemos ver el proceso que vivimos al experimentar el cambio como parte de la recompensa, pues es precisamente ese proceso el que ayuda a fortalecer nuestra fe, a forjar nuestro carácter y a producir crecimiento en nuestra vida. La Palabra de Dios nos habla de los méritos de pasar por tiempos de pruebas y exigencias, y de lo valiosa que es esa etapa.

Descubrir que Dios quiere que variemos y hagamos las cosas de otra forma es algo positivo. Él no nos pide que efectuemos cambios con miras a nuestra autosuperación; nos lo pide porque sabe cuál es Su voluntad y Su plan para cada uno de nosotros y cómo podemos cumplirlo mejor.

Aunque oír hablar de cambios nos haga sentirnos intranquilos —lo cual es muy natural—, podemos confiar en Jesús y en Sus promesas infalibles que nos aseguran que Él siempre estará a nuestro lado y que no nos dejará ni nos abandonará nunca, sea lo que sea que afrontemos. Asimismo podemos preguntarle sobre ciertos cambios que se avizoran en el horizonte o sobre cualquier cosa que nos cause inquietud o inseguridad. ¡Él tiene las respuestas!

Los cambios generalmente cuestan en términos de incertidumbre o inquietud transitoria. Demandan paciencia y perseverancia durante las fases de transición; aun así podemos confiar que toda variación que Dios introduzca en nuestra vida tendrá un desenlace positivo que nos dejará contentos. Él se preocupa por todos los aspectos de

ABOGAR POR LOS
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Maria Fontaine

nuestra vida, y genera cambios que redundan en nuestro bien y mejoran nuestra vida.

Consejos para acoger los cambios con entusiasmo

Un consejo para acoger los cambios es no tratar de prepararse demasiado o imaginar escenarios hipotéticos con miras a tratar de resolver las cosas de antemano. Todos lo hacemos a veces, y es natural que queramos tratar de prepararnos para cualquier eventualidad. No obstante, el hecho es que Dios nos da la gracia cuando llega el momento, cuando el cambio entra en vigor. Así que lo mejor que podemos hacer mientras esperamos es poner nuestra confianza en Él, fortalecer nuestra fe y tratar de evitar la preocupación.

Algunos cambios pueden tardar bastante tiempo en concretarse. Mientras tanto, la espera puede poner a prueba nuestra paciencia, toda vez que la mayoría de nosotros queremos ver progresos y resultados inmediatos. Así somos los seres humanos. Dios, sin embargo, tiene Sus motivos para disponer que muchas cosas en la vida tomen tiempo, y a menudo es porque de esa manera a la larga dan mejor resultado. El tiempo que conlleva nos ayuda a crecer mientras procesamos el cambio, a entender más Su naturaleza divina, los designios que tiene para nosotros y la forma en que Él obra. Ello, además, contribuye a que seamos personas bien formadas en cuanto a

nuestra experiencia y vida. Nos educa en fe y confianza. Nos enseña a perseverar, a tener paciencia. Como dice el clásico versículo, «Tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna».1

Y, mientras esperamos los cambios que se avecinan, hay muchas cosas en las que podemos centrar nuestro corazón, mente y esfuerzos ahora mismo, hoy, a fin de allanar el camino para lo que nos deparará Dios mañana o en el futuro. Si acogemos los cambios que ya se han producido, nos hace más fuertes hoy y nos prepara en el corazón, la mente y el espíritu para afrontar con buena disposición las alteraciones que aún habrán de venir.

Los cristianos no tenemos de qué preocuparnos; al revés: tenemos mucho de qué alegrarnos acerca del futuro, cualesquiera que sean los retos y padecimientos que este nos depare. El Señor es dueño de la situación, y podemos estar tranquilos apoyados en la verdad de que todo cambio que Él traiga a nuestra vida a la larga será para nuestro bien y para el bien de aquellos a quienes Él nos ha pedido que amemos y manifestemos Su amor.

María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■

1. Santiago 1:4 5

Se producen cambios increíbles en nuestra vida cuando decidimos tomar las riendas de las cosas que están sujetas a nuestro control, en lugar de querer controlar las que no lo están.

TIEMPOS DE CAMBIO

Uno de los mayores desafíos del mundo moderno es el ritmo de los cambios que afectan nuestra vida. En el constante devenir de los ciclos, las tendencias nacen y mueren más rápido que nunca, la gente sigue y deja de seguir en redes sociales a docenas de personas en un año, y una celebridad o un cantante que está de moda un mes será olvidado al siguiente.

Huelga decir que esto es algo con lo que mucha gente debe lidiar, yo incluida. Aunque los cambios son a menudo necesarios y beneficiosos, no todo cambia para bien. Y la distinción entre lo que es un paso adelante o uno atrás no siempre se hace patente en tiempo real.

Una de las claves es tener un cimiento sólido. Cuando tenemos algo seguro a qué aferrarnos, tendemos a pasar por alto lo que no tiene mayor importancia. Con Dios como punto de referencia, es más fácil no perder de vista las cosas que nunca debemos permitir que muden, como la honestidad, la amabilidad y la integridad, y las que sí pueden variar, como el lugar donde vivimos, donde trabajamos, o el medio con el que contribuimos a marcar la diferencia en nuestro vecindario o colectividad.

Además, Dios puede orientarnos sobre las cosas que cambian; por ejemplo, a qué iglesia asistimos, a qué colegio enviamos a nuestros hijos o qué carrera estudiamos. Él ha prometido guiarnos si depositamos nuestra confianza en Él y le encomendamos nuestros caminos.1 Si vamos en pos de Él y escuchamos Su voz apacible y tranquila, podemos tener paz en cuanto a las decisiones que tomamos. Mientras nos mantengamos fieles a la Palabra de Dios y permanezcamos en comunicación con Él, Él nos ayuda a ver y discernir qué cambios suponen mejoras y generan progresos.

Dios con frecuencia actúa en nuestra vida por medio de acontecimientos que superan límites y agitan nuestras circunstancias. Así pues, no tengamos miedo de acoger las vicisitudes y altibajos que se presentan en nuestro camino cuando están alineadas con la Biblia y Su Espíritu. Florece, progresa, crece. Avanza junto a Jesús, que es el mismo hoy, ayer y siempre.2

Amy Joy Mizrany nació y vive en Sudáfrica. Lleva a cabo una labor misionera a plena dedicación con la organización Helping Hand. Está asociada a LFI. En su tiempo libre toca el violín. ■

1. V. Proverbios 3:5,6 2. V. Hebreos 13:8
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REUNIÓN DE JÚBILO

Mi padre bromea sobre la muerte más que ninguna otra persona que haya conocido. Tiene 94 años y dice que nunca soñó que viviría tanto. Lleva 30 años más de vida que mi madre. Hace chistes diciendo que tal vez Dios se olvidó de él. La peor parte de una visita con él es despedirse, porque nunca tengo la certeza de que lo volveré a ver. A diferencia de mí, por lo visto papá está en paz con su situación. A veces me siento como una acaparadora de los momentos que paso con él.

Sucedió que tuve un sueño que cambió mi perspectiva. Pensaba en mi relación con mi padre mientras me dormía en el sofá de su sala de estar, cuando de golpe me vi del otro lado del velo. Reconocí a algunos de mis seres queridos que ya habían pasado al Cielo, sentados en una sala llena de luz, observando los arribos. Un ascensor de cristal ascendía cada pocos minutos. Alguien salía de él y era recibido con abrazos y una jovial celebración. Me di cuenta de que estaban esperando a personas que habían abandonado esta vida. Todas las lágrimas y la tristeza de aquí se compensaban con el gozo de allá.

Lo más sorprendente del sueño fue ver cómo esperaban mis seres queridos. No era esa espera impaciente o nerviosa

1. Nota de Joyce: Mi padre murió en paz en los brazos de un querido amigo no mucho después que escribí este artículo

2. V. Juan 14:3

que suelo padecer en los aeropuertos o en las estaciones de autobuses, sino un aguardar bello y sereno, sabiendo que todo iba a suceder en el tiempo perfecto de Dios. Me di cuenta de que papá experimenta esa misma paz.

Desde que tuve aquel sueño, cambió mi perspectiva de mi anciano padre. Considero una bendición cada vez que hablo con él o lo veo, pero dejé de preocuparme. Su tiempo está en manos de Dios y su muerte será en el tiempo que Él disponga; además, sus seres queridos estarán en el otro lado para darle la bienvenida a su hogar eterno.1

Joyce Suttin es docente jubilada y escritora. Vive en San Antonio, EE.UU. ■

Jesús ha preparado un lugar para cada creyente en Su reino celestial.2 Si quieres tener la certeza de que irás al Cielo, donde te encontrarás con otros creyentes que pasaron a mejor vida antes que tú y te aguardan allá, basta con que recibas Jesús y reconozcas en Él al Salvador. Repite la siguiente oración: Jesús, gracias por haber sacrificado Tu vida por mí para que pudiera vivir eternamente en el Cielo. Te ruego que entres en mi corazón y me perdones todo lo malo que he hecho. Lléname de Tu Espíritu Santo y concédeme Tu don de la vida eterna. Amén.

Joyce Suttin
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EDAD Y FLEXIBILIDAD

Corre por ahí el concepto equivocado de que cuánto más viejos nos ponemos menos flexibles y amoldables somos y menos dispuestos a cambiar. Para mí que es todo lo contrario. A medida que entramos en edad, nuestro cuerpo, mente y espíritu experimentan innumerables cambios. Tantos nuevos factores se introducen en nuestra ecuación que no tenemos más remedio que alterar antiguos hábitos y aceptar nuevos escenarios. Las últimas investigaciones demuestran que aun en los adultos mayores el cerebro sigue produciendo neuronas.1

Para el creyente, esto no solo es posible, sino asequible. «Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.»2 El hecho de que nuestros cuerpos se vayan deteriorando no significa que Dios ya nos haya descartado.

En el caso mío, a medida que voy sumando años he tenido que incorporar varios reajustes en mi modus operandi. Por ejemplo, desde hace años he estado acostumbrado a ciertos ejercicios físicos que francamente ya no puedo practicar. La edad avanzada lleva aparejada una disminución gradual de la capacidad física, y mis músculos, nervios y huesos no aguantan las tensiones y el

estrés que antes toleraban. No puedo mantener el mismo ritmo acelerado que antes llevaba, lo que significa que debo acoplarme a tareas y ejercicios más acordes con mi edad.

Hasta hace poco formaba parte de un equipo de básquetbol de veteranos. Los muchachos me brindaron muy buena acogida y me hicieron sentir bien y que era un aporte para el equipo. Todo era miel sobre hojuelas, hasta que empecé a cojear. Recorrer la cancha entera se me fue haciendo cada vez más difícil, y se notaba. En un partido de campeonato, el público en las graderías me tributó una salva de aplausos cuando el entrenador me sustituyó. Si bien agradecí el apoyo, la verdad es que fue un poco avergonzante. Ahí tomé conciencia de que tenía que afrontar sin rodeos mi condición física. Luego de someterme a exámenes quedó claro que necesitaba implantarme una prótesis de cadera si quería volver a jugar a la pelota.

Gabriel García V. 1. Amy Norton, “Older adults can still grow new brain cells,” Healthday, April 6, 2018
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2. 2 Corintios 4:16 (NVI)

Entretanto, la bicicleta cobró protagonismo y es ahora mi principal aliada, ya que causa mucho menos impacto en la cadera.

En la Biblia abundan las referencias a cambios y transformaciones, pero en ninguna parte expone que están reservados para los jóvenes o la gente de mediana edad. Ya si estamos empezando la escalada, ya si estamos cerca de coronar la cumbre, es vital seguir creciendo para mantenernos cerca de Dios y seguir avanzando. Aunque a Dios se lo llama Anciano de Días,3 Su creación experimenta constantes ciclos estacionales y de cambio: jovial reflexión para nosotros los viejitos.

Yo no pretendo ser joven. He aceptado mi edad y la tomo como una oportunidad de aprender cosas nuevas, adoptar nuevas perspectivas y fluir lo más posible con los cambios y exigencias que haya que afrontar. Mantenerme joven en espíritu, sí; pero conceder que en cuerpo ya no soy joven, albergando la esperanza de crecer en juicio y sabiduría.

Les detallo a continuación algunos de los cambios que he experimentado en la tercera edad. Si ya eres persona mayor, quizá quieras redactar tu propia lista.

—He adquirido una mayor conciencia de la salud y el bienestar. Mi esposa y yo prestamos más atención al ejercicio, el buen sueño y la nutrición, entre otros, y procuramos llevar vidas más sanas y equilibradas.

—Valoro más la familia y las amistades, pues soy consciente de que un día ya no estarán. Ahora me esmero más por mantenerme en comunicación con mis seres queridos, participar activa y positivamente en su vida y estar disponible para ellos cuando precisen ayuda.

—La Palabra de Dios ha cobrado más vida para mí. Me sumerjo en ella hasta mayores profundidades y con frecuencia descubro nuevas verdades o desentierro otras de vieja data.

—Dado que ya no poseo el mismo vigor físico, me toca organizar mi trabajo y mis días de tal manera que aproveche mejor el tiempo. Me esfuerzo por ser más eficiente. Llevo una lista de asuntos pendientes que trato de mantener al día, ajusto el reloj para que me avise de citas y compromisos y anoto detalles importantes de trabajo y operaciones comerciales.

—Mejor es ni llevar cuenta de las cosas que hay que renunciar en la edad madura, pero sea lo que sea que tengamos que archivar, Dios nos puede ayudar a sustituirlo por algo mejor para esta etapa de la vida.

—La vejez también puede ser el momento de desempolvar viejos sueños guardados en el cajón y poner algo empeño para cumplirlos. ¿Qué sueño abrigas que en adelante puedes tratar de materializar?

—En muchos aspectos mi fe se ha puesto a prueba en mayor medida que antes. Pero eso me ha fortalecido espiritualmente.

De ninguna manera quiero sugerir que la vejez es camino de rosas, ya que lleva aparejadas cantidades de dificultades inherentes; aun así, hasta esas sirven para acercarnos más a Dios. Él ha comenzado en nosotros una buena obra y la perfeccionará hasta el fin.4

El apóstol Pablo lo expresó con meridiana claridad cuando dijo. «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús». 5

Gabriel García Valdivieso es director de la revista «Conéctate». Vive en Chile y está afiliado a La Familia Internacional. ■ 3. V. Daniel 7:13 4. V. Filipenses 1:6
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5. Filipenses 3:13,14 (NVI)

Tesoros en el desierto

Con el paso de los años he aprendido que nuestro andar con el Señor es muy poco previsible. El terreno que recorremos con Él puede variar de un día para otro. Desde luego nos guía por muchas verdes praderas 1 donde es imposible dudar de Su presencia, donde Sus bendiciones llueven copiosamente, donde el hambre y la sed no existen y no nos falta nada.

También hay desiertos y yermos que hacen que la vida parezca un inmenso sequedal. Da la sensación de que el sendero es interminable. La aridez y la desolación se extienden por kilómetros. El calor sofocante del sol nos azota sin piedad y su resplandor amenaza con cegarnos, de modo que no percibimos la presencia de nuestro Hacedor y compañero constante. ¿Vale la pena continuar?, nos preguntamos.

Me ha ocurrido que de pronto, en un santiamén, un pastizal fresco cambia en un desierto estéril. Sin embargo, a pesar del tedio del viaje, puedo decir con convencimiento que los períodos en que anduve errante por el desierto han servido para enriquecer mi vida más que casi cualquier otro período.

Al experimentar uno de esos cambios bruscos, mi primera reacción fue preguntarme: ¿Qué pasó? ¿Cómo pude terminar en este estado? No obstante, al conversar con otros compañeros de viaje en el sendero de la fe y leer sus escritos, tomé conciencia, con gran alivio, de que experimentar episodios de aridez espiritual no es nada infrecuente.

Los síntomas de esa sequía varían según la persona. En mi caso, el entusiasmo y la pasión con que me dedicaba a la obra del Señor se enfriaron considerablemente. Esto se debió en parte a que cada vez se notaban menos progresos concretos. Me daba la impresión de que todo mi esfuerzo y trajín no me llevaba a ninguna parte. La presencia del Señor parecía distante y Su voz muda. Dar un solo paso era una tarea pesada.

En un esfuerzo por que mi corazón y mi mente no cayeran en la autocompasión —a la que casi sucumbo—, me puse a repasar otra vez mi vida y todas las veces en que el Señor me había socorrido maravillosamente. Pensé en las muchas enseñanzas que había incorporado a lo largo de los años y que habían sido mis salvavidas.

En esas recordé mi afición por escribir, algo que había querido practicar durante años pero que había postergado. Sin pensarlo dos veces me puse manos a la obra. Cuanto más escribía, más satisfecho me sentía. Escribir resultó ser sorprendentemente terapéutico para mi vida espiritual. Noté que mi conexión con Jesús se renovaba y que me inspiraba a escribir sobre más temas. Cuanto más escribía, más me acercaba a Él. Sé que de no haber sido por mi peregrinaje por el desierto, el cual me puso de rodillas, nunca habría redescubierto, mucho menos llevado a la práctica, la vocación que el Señor me dio como escritor. Este

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1. V. Salmo 23:2 (DHH)

desierto

llamamiento sin lugar a dudas resultó ser mi tesoro en el desierto.

Me acuerdo de Juan el Bautista, que también pasó algún tiempo en el desierto antes de su misión de preparar el camino para la venida del Señor.2 Me figuro que por momentos él también se hartó de vagar por el desierto. Imagínese vivir a régimen de «langostas y miel silvestre».3 Pero el tiempo que pasó en el desierto fue lo que lo preparó para realizar su vocación.

Si bien todavía hay momentos en que atravieso un desierto, sigo adelante, consolado por el hecho de que no estoy solo. Mi Hacedor y mejor Amigo camina a mi lado y me sirve de guía. Me reconforta inmensamente la promesa: «Abriré un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril».4

Si te encuentras en un páramo, en un yermo, no te desanimes. Persiste en la fe y confía sabiendo que «el hombre que camina con Dios siempre llega a su destino». Además, tu viaje por el desierto puede conducirte a tesoros que no encontrarías en ninguna otra parte.

Steve Hearts es ciego de nacimiento. Se desempeña como escritor y músico y pertenece a la Familia Internacional en Norteamérica. ■

MI MÁS FIEL AMIGO

Caminando a Tu lado se siente a veces Tu tierna presencia, cual aroma que invade el ambiente. Tras la suave huella que vas dejando brotan florecillas relucientes. Tu voz llena entonces mis oídos como una apacible vertiente.

Otras veces te busco a tientas y señales terrenas no veo. Por desiertos anda mi alma macilenta. Bajo un cielo insensible, despiadado, mis gritos solo el silencio encuentran. No hay indicio de que estés conmigo. Todo alrededor me desalienta.

A veces por pastos verdes, pintorescos, entre arroyos sonrientes, ondulantes… a veces por cañones profundos, gigantescos… a veces a través de áridos páramos donde el calor torna mis sueños en lamentos… me deshago en esfuerzos por asir Tu mano que me guíe hasta un lugar de refresco.

Sin embargo, estos pies seguirán andando en la senda por la que me has dirigido, y este corazón confiará en Ti hasta cuando llegue a conocerte más profundamente y mis sentimientos sean ya todos vanos. Por eso, aunque no te vea ni te perciba, eres Mi amigo más fiel y más cercano.4

2. V. Lucas 1:80 3. V. Mateo 3:4. 4. Isaías 43:19
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5. Treasures in the Snow, © LFI, 2000

Si te parece que has cometido errores, que has tomado decisiones desacertadas o incluso que has fallado estrepitosamente, recuerda que no eres el único. Muchos grandes personajes de la Biblia también se equivocaron, pero aprendieron de sus errores. En su abatimiento, cuando se truncaron sus sueños y esperanzas, Dios se acercó a ellos y les dio una nueva razón para vivir. Eso mismo puede hacer por nosotros si renunciamos a nuestros planes y proyectos y decidimos probar los Suyos. Él nos da entonces objetivos que nos motivan a crecer y avanzar con buen rumbo, y además nos ayuda a alcanzarlos. Dale una oportunidad. Permítele que te conceda todo lo bueno que te tiene reservado.  Nana Williams

Errando se aprende a acertar.  Refrán español

Nunca pierdas la esperanza. Un día verás que todo convergió tal como deseabas, que lo que siempre quisiste finalmente se materializó. Volverás la vista atrás y te reirás de lo que sucedió. Te preguntarás: «¿Cómo hice para pasar por todo eso?»  Anónimo

Haz justo lo que piensas que no eres capaz de hacer. Fracasa. Inténtalo de nuevo; pero la segunda vez hazlo mejor. Los únicos que nunca se caen son los que no se suben a la cuerda floja. Este es tu momento. Aduéñate de él.  Oprah Winfrey (n. 1954)

Levántate y sigue adelante

¿Lo intentaste? ¿Fracasaste? No importa. Vuelve a intentarlo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor.  Samuel Beckett (1906–1989)

No malgastes energías tratando de encubrir tu fracaso. Aprende de tus errores y haz frente al siguiente escollo. Está bien fallar. Si no fallas, no progresas. H. Stanley Judd

No se me juzga por el número de veces que fracaso, sino por las veces que triunfo. Y el número de veces que triunfo es directamente proporcional al número de veces que fracaso y no desisto.  Tom Hopkins

La adversidad amplía el marco de lo que se considera un desempeño aceptable. Hasta que una persona no aprende por experiencia que puede sobrevivir a la adversidad, no intenta superar sus límites. El fracaso la impulsa a reconsiderar el statu quo.  John Maxwell (n. 1947)

Reflexiones

Comprométete con un sueño. Nadie que pretenda hacer algo grande y fracasa es un fracasado. ¿Por qué? Porque puede estar seguro de que ha triunfado en la batalla más importante de la vida: ha vencido el miedo a arriesgarse.  Robert Schuller (1926-2015) ■

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¿Los cambios te desestabilizan?

Respuestas a tus interrogantes

Pregunta: Yo prefiero la estabilidad, lo metódico y las cosas habituales por sobre los cambios y el dramatismo, aunque me hago cargo de que estos últimos son inevitables. Eso me produce desasosiego. ¿Cómo puedo aprender a adaptarme a las circunstancias cambiantes para que no me afecten tanto?

Respuesta: Tienes razón: los cambios son inevitables. De hecho, la vida es un sinfín de curvas y contracurvas. Crecer en estatura nos lleva unos 20 años; alcanzar la estatura moral y espiritual que Dios desea que tengamos toma toda una vida. Ayudar a nuestros hijos a superar las dificultades que encaran en su etapa de desarrollo nos cambia y transforma a nosotros casi tanto como a ellos. Cuando nuestros más cercanos pasan por épocas tumultuosas también nos afecta. A todo nivel las relaciones van evolucionando. Asimismo, inciden en nuestro ánimo asuntos de gran magnitud: la economía, la política, el medio ambiente. Como es imposible eludir los cambios, conviene que aprendamos a sacarles el máximo provecho. He aquí algunas propuestas:

Determina las características de cada tema. Separa aquello sobre lo que tienes cierto control de aquello que está fuera de tu control, y encomiéndaselo todo a Dios, que en última instancia es señor de todo.

Ten conocimiento de los temas. Distingue entre los aspectos prácticos y los emocionales, y aborda cada uno como corresponda. Juntos pueden parecer abrumadores, pero por separado suelen ser más abordables.

Mantén una actitud abierta. Puede que lo que haces y el modo en que lo haces te hayan dado resultados

bastante buenos hasta ahora; pero también es posible que haya mejores opciones.

Recaba la ayuda de Dios. Las circunstancias lo pueden rebasar a uno, pero no a Él. «Para la gente lograr eso es imposible; pero para Dios todo es posible».1 Aprovecha el factor Dios

Sé optimista. Concéntrate en las oportunidades en vez de fijarte en los obstáculos.

Busca y brinda apoyo. Lo más probable es que no seas el único afectado. Comunícate e investiga soluciones que terminen por beneficiar a todos.

Ten paciencia. El progreso suele constar de tres fases: un paso para atrás y dos para adelante.

Piensa a largo plazo. «[Dios] quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada».2 ■

ORACIÓN PARA ÉPOCAS DE TRANSICIÓN

Padre celestial, Tu creación cambia incesantemente, con estaciones, ciclos y constante movimiento. Ayúdame a mí a fluir de la misma manera, a no tener miedo de abandonar mis hábitos y rutinas para descubrir cosas nuevas. En lugar de refugiarme en la seguridad y comodidad de lo conocido, ayúdame a aventurarme por nuevos territorios. Que no me estanque, sino que progrese y avance continuamente. Sobre todo, ayúdame a cambiar en los aspectos en que quieres que cambie, para que alcance el potencial que Tú sabes que tengo.

1. Mateo 19:26 (TLA)
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2. Filipenses 1:6

CABINAS TELEFÓNICAS ABANDONADAS

Una ciudad en la que viví en cierta época está hoy en día salpicada de cabinas de teléfono abandonadas y obsoletas. Permanecen vacías y en silencio, fantasmales recordatorios de la utilidad que tuvieron en otro tiempo. Hoy simplemente ocupan espacio en las aceras y solo las habitan algunas arañas que en un dos por tres tejen su tela en algún recoveco. Hace veinte o treinta años esas cabinas constituían un medio vital de comunicación. Sustituidas por los teléfonos móviles, mucho más prácticos y con muchas más funciones, son reliquias que no merece la pena ni mantener ni desmantelar.

Esas viejas cabinas telefónicas despiertan en mí un dejo de tristeza. Me recuerdan a las personas que están atrapadas en el pasado porque no pudieron o no quisieron adaptarse a lo nuevo. Cualquiera de nosotros puede terminar en ese estado. Si pensamos más en el pasado que en el presente y el futuro, perdemos contacto con el mundo que nos rodea y nos quedamos atrás. El mundo cambia permanentemente; por eso tenemos que estar preparados para cambiar con él, para adquirir nuevas habilidades y esforzarnos siempre por progresar. Eso se aplica tanto a nuestro entorno físico como a nuestra vida espiritual.

El año pasado fue prolífico en experiencias de aprendizaje para mí. Aunque los cambios suelen ser francamente difíciles, he descubierto que por lo general acaban por beneficiarme. Tuve que adaptarme a un nuevo ambiente y situación, y eso fue muy instructivo.

Me imagino que por naturaleza los seres humanos tenemos inclinación hacia lo estático, hacia la inmovilidad. Sin embargo, la forma que teníamos ayer de hacer las cosas no siempre es la mejor de abordarlas hoy y de cumplir con las exigencias del presente. Cambiemos o no cambiemos a tenor de los tiempos, lo que hasta ayer estaba a la vanguardia en poco tiempo queda a la retaguardia. No hay más que echar un vistazo a la vertiginosidad con que cambia el mundo tecnológico y sus artilugios. Hojeando hace poco unos números antiguos de una conocida revista de electrónica no pude menos que reírme de algunos de los productos que eran aclamados como innovadores en su época y que hoy están desfasados. Como reza el refrán: «Lo que hoy parece, mañana perece». Es mejor avanzar con los tiempos.

Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo. 1 Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en 10 países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania.  ■

1. http://elixirmime.com 14

CONTAR BIEN MIS DÍAS

El Salmo 90 es una bellísima oración de Moisés, que incluye la frase «Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría».1

Creo que lo que dice aquí es que si pudiéramos tener una visión más panorámica y ver el principio y el final, la brevedad y la finitud de la vida, seríamos capaces de captar mejor lo que es realmente importante.

En los últimos años han tenido lugar muchos cambios en mi pequeño mundo. Muchos eran transiciones que se veían venir, como el hecho de que nuestros hijos crecieran, se mudaran y comenzaran su vida adulta. Otros fueron inesperados, como la muerte de seres queridos o grandes cambios de profesión. A lo largo de la vida siempre experimenté muchos cambios y siempre me di un amplio margen para que eso sucediera. Vivir en un lugar nuevo, hacer algo que nunca había hecho antes o estar rodeada de gente que no conocía ha sido algo normal para mí. Con todo, en general esperaba que el mundo me proporcionara un colchón bastante seguro para todos mis cambios particulares.

Los últimos años han demostrado lo contrario. Todos hemos aprendido que el mundo puede cambiar radicalmente, y en efecto lo hace. La sensación de que no manejo en absoluto la situación y de no saber ya realmente cuáles son los parámetros fue muy desconcertante para mí. ¡Demasiadas cosas pueden cambiar! ¡Demasiadas cosas pueden desaparecer! Mi alma no estaba en paz. ¿No ha sido esto algo que muchos de nosotros hemos sentido?

Reconocer que no ejercemos el control puede ser inquietante. He oscilado entre el miedo y el pánico y finalmente reconocí que tenía que adecuar mi mentalidad. No podía vivir en esa tensión. Entonces me entró la desesperación por saber en qué centrarme y cómo ver las cosas. Al principio no recé las palabras del Salmo señalado anteriormente, que en versiones más tradicionales dice: «Enséñanos a contar bien nuestros días», pero mi clamor era el mismo.

Aunque este no es el único secreto para hacer frente a los cambios, para mí ha sido fundamental a fin de poder replantearme las cosas que están mudando en mi vida y en el mundo en general. La perspectiva de la eternidad aporta claridad a lo cotidiano.

Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE. UU. ■

Las hojas en otoño no cambian de color por el roce de las heladas, sino por el proceso de descomposición natural; caen cuando el fruto está maduro y su trabajo ha terminado. Su espléndido colorido no es más que su bella y gentil entrega de vida cuando han terminado su ofrenda veraniega de servicio a Dios y al hombre. Y una de las grandes lecciones que enseña la caída de la hoja es ésta: Haz bien tu trabajo y luego prepárate para partir cuando Dios te llame. Tryon Edwards (1809–1894)

1. Salmo 90:12 NTV
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De Jesús, con cariño

EL LIBRO DE TU VIDA

No proyecté el libro de tu vida como una obra maestra con encuadernación cosida y tapa dura. Lo hice más como una carpeta de anillas que permitiera agregar o quitar distintas partes. Lo preparé así para que pudieras incorporar libremente una página, un añadido o, de ser necesario, una sección entera.

Si mantienes tu libro abierto y no me lo cierras, sino que me dejas pasar las páginas y hacer ajustes, puedo seguir obrando y transformando tu vida para que se cumpla en ti Mi propósito. A lo mejor consideras que te gustan tus páginas tal como son y te sientes a gusto con el formato y grosor de tu archivador. Pero si confías en Mis intervenciones en tu vida, puedo ayudarte a hacer los ajustes que necesites.

Te aconsejo que seas flexible, que estés dispuesto a estirarte y adecuarte a las nuevas circunstancias y tiempos de cambio que Yo te traiga, que estés listo para atender la necesidad del momento, adaptarte y probar ideas o métodos nuevos. Ten fe y confía en que no te fallaré.

Me encanta transformar tu vida de gloria en gloria.1 Confía en que con Mi ayuda puedes aprender y desarrollarte en cualquier aspecto en que haga falta. Nunca acabarás de aprender. Puedes cambiar y ampliar tus horizontes conforme a la necesidad. Puedes seguir transformándote y desarrollándote hasta alcanzar la plenitud de Mi imagen; basta con que acudas a Mí y atiendas a la instrucción de Mi Palabra.

1. 2 Corintios 3:18

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