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El mundo no se detiene por el gimnasio
más abierta en lugar de pensar solo en las series y repeticiones que te toquen hacer en un día determinado.
La importancia del realismo, la flexibilidad y la adherencia a menudo se olvida por completo cuando uno mismo debe afrontar experiencias personales concretas que le llevan a enfrentarse a situaciones consideradas como “menos óptimas”. Es importante señalar que la mayoría de veces que la gente se ve obligada a hacer frente a una situación en la que no puede cumplir al pie de la letra con el plan establecido, el verdadero problema no es esa situación en sí misma, sino cómo se reacciona a ella. Lo que trato de decir con todo esto es que las vacaciones, las lesiones, los viajes, el deporte que practicas de forma recreativa o competitiva, los compromisos de trabajo inesperados, etc. no son el problema real. Por el contrario, el estrés, la indecisión, la sobrerreacción y las decisiones emocionales que surgen como respuesta a estos pequeños contratiempos sí que son el verdadero problema. Quizás hayas escuchado alguna vez la máxima militar, “Ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo.” Como es lógico, no estoy diciendo que tú seas un soldado que se va a la guerra, pero sí que creo que existe cierto paralelismo con aquellas personas con familias, carreras profesionales, horarios, estrés y aficiones que se comprometen seriamente a seguir un plan de entrenamiento. Si fueras un atleta a tiempo completo, joven y soltero, que vive en un centro de alto rendimiento, al que pagan por entrenar, que puede evadirse por completo de los focos de estrés externos y para quien el deporte es su vida, tal vez lo óptimo y realista irían de la mano. Pero mi experiencia como entrenador me ha demostrado que muchos asiduos al gimnasio actúan como si esta fuese su situación, cuando no lo es en absoluto, y obvian por completo la realidad al ignorar que muchos aspectos de sus vidas les pueden obligar a tener que salirse del plan. Cuando estas personas se enfrentan a aquello que (inevitablemente) les obliga a saltarse el plan son completamente incapaces de adaptarse a esa situación. Por tanto, en los siguientes apartados plantearé las situaciones y dudas más frecuentes que se dan cuando “la vida se cruza en el camino” y mi punto de vista sobre cómo podríamos afrontar cada una de ellas de la mejor manera posible.
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“¿Qué ocurre si me salto un entrenamiento?”
Realmente esta no es una situación concreta de por sí, sino el resultado más frecuente de cualquier circunstancia que pueda interferir en la planificación de tus entrenamientos. Si bien es cierto que es el problema más común, por suerte también es uno de los que tiene más fácil solución. En general, lo que recomiendo en estos casos es simplemente continuar por donde te quedaste el siguiente día que vayas al gimnasio. Sí, ya lo sé, sigues un programa en el que cada entrenamiento cae en un día concreto de la semana, pero también te digo que no hay ninguna razón por la que debas hacerlo de esa manera. Si entrenas los lunes, miércoles y viernes, por ejemplo, y te saltas el entrenamiento del miércoles, pasa esa sesión al viernes. Sé que estarás pensando “pero llevaré un día de retraso”, y mi respuesta es—¿y qué importa?. Terminar la planificación de los entrenamientos unos días más tarde de lo que tenías previsto no supone ninguna diferencia a largo plazo y, en ciertos casos, la opción de juntar varias sesiones (especialmente en fases de entrenamiento más duras) es una alternativa peor. La única situación en la que seguir por donde te quedaste te podría acarrear problemas es cuando te estás preparando para competir. No puedes pedirle al director del campeonato que retrase la competición del sábado al lunes porque en la segunda semana de la fase de acumulación te viste obligado a pasar la sesión del miércoles al viernes. En este caso, o bien tendrás que saltarte un entrenamiento, o bien reajustar los entrenamientos de esa o la siguiente semana—¿pero qué es lo que deberías hacer tú?. Saltarse el entrenamiento es una buena opción cuando la sesión perdida es poco exigente. Por ejemplo, el día dedicado al trabajo de accesorios para un powerlifter o de fuerza de agarre, gemelos y brazos para un un culturista o atleta de estética, o quizás también un “día de potencia” en el que harías multitud de singles al ~80% para el trabajo de la técnica. En estos casos, uno de los objetivos de la sesión es una recuperación activa, combinada con algo de trabajo de utilidad. Al saltarte esa sesión estarás logrando el objetivo de la recuperación y tan solo perderías un estímulo de entrenamiento muy pequeño. Dicho esto, también es cierto que al ser entrenamientos que generan tan poca fatiga podrías hacer una escapada al gimnasio el jueves, sábado o domingo para recuperar esa sesión perdida ya