Una feliz navidad (relato Saga What if)

Adriana LS Swift

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Una feliz navidad (relato Saga What if)

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Una feliz navidad (relato Saga What if)

Adriana LS Swift

©Adriana L.S. Swift, 2016 ©Una feliz navidad (relato Saga What if), 2016 ©Pandora, 2016 Apartado de Correos 4015, 24010, León (España) www.pandora-magazine.com info@pandora-magazine.com

©Fotografías: En cubierta Raoul Bova y Michela Quattrociocche en la película Scuusa ma ti chiamo amore. Edición de cubierta: Adriana LS Swift. En segunda página y encabezados: Montrose, Escocia. Propiedad y eedición de la misma: Adriana LS Swift. ©Maquetación: Adriana LS Swift.

Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos que aparecen son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas reales (vivas o muertas), empresas, acontecimientos tos o lugares es pura coincidencia. El editor no tiene ningún control sobre los sitios web del autor o de terceros ni de sus contenidos ni asume ninguna responsa responsabilidad bilidad que se pueda derivar de ellos.

Primera edición: Diciembre, 2016 Registrado en Safe Creative Código de registro: 1612240182201 Editado en España.

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos menci mencionados onados puede ser constitutiva de delito deli contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

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Nota de la autora Este relato es inédito y por lo tanto no está incluido en Saga What if ni en ninguna otra de las ya publicadas. No descarto que q algún día lo añada a un nuevo libro pero, por ahora, es dee distribución gratuita. Se aconseja no leerlo si no se han leído antes los cuatro libros de la saga, ya que contiene spoilers. La fotografía de la portada está extraída de la película Scusa ma ti chiamo amore,, con los actores Raoul Bova y Michela Quattrociocche. La edición de la misma es mía. La fotografía de la página dos está sacada personalmente por mí en Montrose, Escocia. Su edición también está hecha por mí. Podré escribir, o eso espero, mil historias más, tener cariño y amor incond incondicional icional a sus personajes pero siempre, pase lo que pase, mi mente vuelve a Laura y George, imaginando qué estarán haciendo en cada momento. Es por eso que, a veces, necesito seguir escribiendo escr sobre ellos. Este relato, narrado desde el punto de vistta de George Graham, está ubicado en Montrose, en el castillo de Dunninald que el Clan Graham posee, y la fecha es el día de navidad de 2015, meses después del incidente del último capítulo y antes del epílogo del cuarto cuart libro, cuando Laura y George se casan. Las navidades que pasaron en familia ese añ año o puede que algún día sean escritas, así como el resto del tiempo que quedó en penumbra desde el último capítulo hasta el epílogo final pero pero, como ya he dicho, por ahora éste es un relato independiente. Aprovecho para desearos a todos unas ffelices fiestas, rodeados de quienes más queréis, de buenas leccturas y mucho, mucho amor del bueno, de ése que te corta la respiración al sentirllo cerca; como siempre les ha pasado a Laura y George.

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Adriana LS Swift

25 de diciembre de 2015

a navidad no es una época que haya disfrutado demasiado en mi vida hasta que nació Noelia. Cuando mi hija nació, quise celebrarla como creía que lo hacía la gente, pero Claudia tenía una idea muy alejada de lo que yo creía que sucedería. En mi cabeza imaginé a mi tesorito abr abriendo iendo regalos bajo un árbol lleno de luces de colores y comiendo dulces navideños hasta empacharnos. Sin embargo Claudia optaba cada año por quedarse en la cama —o ni aparecer por casa después de haber salido con sus amigas amigas— y mi tesorito y yo pasábamos solos los esos momentos. No me quejo.

En realidad siempre fue mejor así, ella y yo solos, jugando y riendo durante las horas que su madre estaba de resaca, ausente o simplemente intentando evitar todo lo que tuviera que ver con esa época tan ñoña de la que lo único ico rescatable es si te regalan lo nuevo de Chanel, Chanel palabras textuales de Claudia. Los dos últimos años no han sido tampoco unas navidades tan entrañables como creí que serían. Sí, ttenía enía a mi lado a Laura; más o menos. Hace dos años todavía recuerdo la gran n bronca que tuve con Claudia por lo que le dijo a Carmen sobre lo que en realidad no estaba sucediendo en casa y lo que me costó convencer a Laura de que no había pasado nada. Y el año pasado, cuando creí que al menos el día de navidad podríamos pasarlo tranquilos, mi padre… Por eso este año tengo tanto miedo. Me aterra pensar que puede que algo malo suceda y todo lo que parece que estamos consiguiendo consigui mi princesa y yo se desmorone precisamente en un día como hoy.

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—A mí también me gustaría, pero parece qu que papá tiene otros planes. Escucho el tono burlón de mi princesa a mi lado y me giro de forma instantánea hacia ella. Está de pie junto a mí, tiene a Noelia de la mano y a Gilbert en brazos,, y los tres me miran en este momento como si fuera culpable de alg algo. Cuando ellos tres están a mi lado, puedo oler a galletas de jengibre y a abeto a mi alrededor. Siempre siento que es navidad si ellos están conmigo. —¿Qué es lo que estáis tramando? —pregunto pregunto desde mi sillón frente a la chimenea del salón de Dunninald Castle, en donde estamos viviendo desde el nacimiento de Gilbert. El clima y la calma de Montrose nos está están sentando de maravilla a todos. Dejo encima de la mesa de enfrente el periódico que estaba leyendo y espero alguna contestación por su parte. —Gilbertt ya ha desayunado y quería jugar un rato más contigo hasta que vinieran los abuelos a comer —me explica Laura con una sonrisa tan perfecta que al segundo siento que mis labios están imitando su propio gesto. —¿Queréis ¿Queréis jugar un rato más antes de la comida? —pregunto pregunto levantándome de mejor humor y algo más animado que hasta hace un momento. Gilbert parece haber entendido lo que le he dicho porque se pone a moverse como loco antes incluso de cogerle yo mismo en brazos. Le beso, le balanceo en el aire y hago como mo si le lanzo hacia arriba sin soltar su frágil cuerpecito; el pequeño cuerpo del pequeño Graham. Sus risas consiguen alejar por completo los pensamientos catastróficos que estaba teniendo y hacen que todo a mi alrededor vuelva vuelv a tener sentido. Escucho a Laura reírse de mí con Noelia, diciéndole algo sobre un charco de baba a mis pies. No es hasta que Farlane nos avisa de la llegada de nuestros padres cuando mi pequeño Graham encuentra otra diversión lejos de mis brazos. Su abuelo Ángel entra en el salón felicitando la navidad a todos a voz en grito, con grandes bolsas de regalos en las manos, las cuales lanza al suelo para agacharse y extender los brazos hacia nuestros hijos. Veo a Laura emocionarse cada vez que ve a su padre coger a Gilbert en sus brazos.

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Y sé lo que está pensando ahora mismo, lo sé sin necesidad de ningún don especial, porque es la persona a la que amo y siento lo que ella siente en cada momento. —Estoy Estoy seguro de que tu madre llamará por teléfono —le digo en cuanto llego a su lado, cogiendo endo su cuerpo con mi brazo y acercándolo al mío. Ella me mira con sus ojos oscuros infinitos y me sonríe de forma apagada. Me da un sencillo y dulce beso antes de contestar. —Sabes que no será así. —Siempre podemos llamar nosotros. —Después de lo último que me dijo, no tengo ganas. Reconozco que a mí también me afectó que le llamáramos nos nosotros una vez más para invitarla a venir a Montrose y así poder conocer a su nieto, y que nos dijera que se había apuntado a unas clases de baile los sábados y que no po podía día faltar o perdería el hilo de las mismas. Laura se quedó hecha polvo de nuevo y, aunque mi madre y su padre están más aquí que en su propia casa, sé que Laura necesita a su madre. mad Y sé tan bien como ella que no vendrá, por mucho que le amenace a espalda espaldass de Laura para que pase unos días con nosotros. Así no se consigue nada y he decidido dejar que se dé cuenta nta por ella misma de lo que está perdiendo: el amor de una familia que, a pesar de todo lo sucedido, la recibiría con los brazos abiertos. —Está claroo que vuestro padre es un debilucho —les les dice Ángel a mis hijos, cogiendo a cada uno con un brazo como si estuviera sosteniendo nubes de algodón. —Yo también puedo con ambos —me me quejo ofendido por la duda. —Pero yo lo hago mucho mejor —replica, replica, comenzando a subir y bajar a ambos con agilidad.

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Escucho a Laura reírse en bajo y siento sus labios sobre mi mejilla derecha en forma de beso. Me hace un gesto como diciendo deja que mi padre presuma un rato,, así que respiro hondo e intento disfrutar del momento sin sentir la necesidad de competir con mi suegro por ver quién de los dos juega mejor con los niños. Sin sentir esa necesidad… por ahora. —Cada día están más guapos —nos nos dice mi madre, que se ha acercado a nosotros al terminar de dejar las bolsas junto al árbol, ár justo en el momento en el que Ángel y los niños se han lanzado sobre los regalos como auténticas fieras. Beso a mi madre y ésta besa a su vez a Laura,, a la que acaricia un instante la mejilla, creo que sabiendo lo que le pasa pero también entendiendo que no tiene ganas de hablar sobre ello. —Son perfectos —comento, comento, haciendo que ambas se miren y sonrían de forma cómplice. —Eres un buen padre, querido —es es lo único que responde mi madre. —Un padre maravilloso —añade Laura con otro breve beso. Y ya van tres es demasiado breves para mi gusto. Aprovecho que mi madre se ha acercado de nuevo a los niños para ayudarles a desenvolver todo y me acerco al oído de mi princesa. —Quiero algo más que esos besos. Su cuerpo se estremece entre mis brazos, más aún cuando mordisqueo disqueo su lóbulo con cuidado durante una milésima de segundo. Pero parece ser suficiente. —No es un buen momento —miente. —Siempre lo es —replico. —Es navidad. —Con Con más motivo. Quiero un regalo especial.

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Se ríe sin atreverse a mirarme porque sabe que en cuanto lo haga, acabaré convenciéndola de ausentarnos al menos unos minutos del salón para hacerla mía en la habitación más cercana. Siento su mano sobre mi cintura. Sus dedos se cuelan con agilidad por dentro de mis vaqueros, acercándose a la goma de mis bóxers y traspasándola hasta casi llegar a… —La comida está servida —nos nos indica Farlane, al cual ni he visto entrar al salón. Laura me mira, sabiéndose a salvo por ahora, y retira sus dedos de mi cuerpo. Eso duele duele,, y mis ilusiones se esfuman con la ausencia de sus caricias sobre mi piel. Parece leer mi mente — —y ella sí que creo a veces que tiene esa habilidad pero nunca me lo ha querido confesar— confesar y se gira hacia mí, acariciando mi mejilla y dándome un beso en condiciones, profundo, húmedo, tierno y cargado de sentimientos. —Esto ya es otra cosa —digo digo sin soltar su cuerpo aunque Ángel esté en este momento quejándose de lo pegajosos que somos todavía a estas alturas. Pero Laura sonríe y sus ojos parecen decirme y lo que le queda por aguantar.

es no han querido irse a dormir hasta que no han acostado ellos mismos a los niños en la habitación al lado de la nuestra. Se Nuestros padres quedarán las navidades en Montrose, y eso significa un poco más de tiempo para nosotros. A Laura le costó bastante recuperarse recuperars del parto y es desde hace poco cuando hemos podido volver a disfrutar el uno del otro, ya que al principio estaba demasiado cansada y dolorida. dolori Y yo durante ese tiempo me sentía a morir. Tengo a mi princesa entre mis brazos, acariciando distraída el vello de mi pecho, con su cabeza sobre mi hombro mientras me cuenta cómo han jugado hoy los niños, como si yo no hubiera estado presente. Se siente tan orgullosa de ellos que es emocionante escuchar esc cómo habla de nuestros hijos, algo que hace casi constantemente. —¿Hoy no escribes? —le le pregunto, intentando cambiar de tema a uno menos inocente.

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—Me Me queda el final, pero no me apetece escribirlo. —¿Tan malo va a ser? —pregunto pregunto haciendo que me mire, sujetando su barbilla con mis dedos. Ella asiente con tristeza. —Demasiado —confiesa. —Puedes Puedes darle el final que quieras, no tiene por qué ser malo. —No puedo —me dice—.. Es el final que tienen que tener. —Qué pena —contesto contesto chasqueando la lengua lengua—. Ese Charles me caía bien. Era un buen tipo. —¿Y Adriana no te caía bien? —se queja, incorporándose para mirarme. —Ella Ella me provocaba lo mismo que a Charles —respondo respondo con esa voz grave que tanto altera sexualmente a mi mujer. Desde hace unas semanas Laura está escribiendo una historia. Quise leerlo desde que me dijo de qué iba la historia his pero la conozco: si llego a insistir, hubiera sido capaz incluso de quemarla por no dejar que yo la leyera.. Sin embargo, al no pedírselo, hace unos días me pidió que lo hiciera y le diera mi opinión, la cual se demoró demasiado por las pausas que tuv tuvee que hacer durante la lectura para poner en práctica ciertas escenas que había escrito. Es una novela policial con tal carga de erotismo que no podía concentrarme en el siguiente capítulo sin antes follar —y digo bien, follar— con ella. Creo que no se ha dado cuenta de que está escribiendo nuestra historia con un toque de ficción, y puede que por eso yo estoy disfrutando más de su lectura: puedo saber lo que en realidad Laura piensa de nosotros de primera mano. Incluso en temas t de sexo. Y no salgo nada mal parado… —No quiero que acabe su historia —me me dice entre besos, mientras cuela su mano por dentro de mis bóxers. Las mías hacen lo mismo bajo su ropa interior, dejando al descubierto sus ahora abundantes pechos, algo que me vuelve loco. Bendita lactancia del pequeño Graham. —Puedes escribir una segunda parte —sugiero. sugiero.

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—No con el final que tengo que escribir. Su respiración empieza a entrecortarse con el contacto de mis labios sobre su piel. —Tú eres la escritora —le le digo clavando mis ojos en los suyos, colocándome lentamente sobre ella— pero voy a darte tantas ideas para nuevas escenas que acabarás teniendo que escribir una saga interminable de libros sobre esos dos. No dejo que responda y me hundo en ella de golpe. Junto mis labios a los suyos, atrapando su gemido en mi boca para que nadie más nos escuche. Mis movimientos son lentos pero firmes, y noto su espalda arquearse al ritmo de mis caderas. Está demasiado bella cuando cu está excitada. Sus ojos brillan y las mejillas se tornan de color cereza. —Tengo ganas de volver a París —susurra susurra mientras clava sus dedos en la parte baja de mi espalda. Sonrío maliciosamente, sabiendo a lo que se refiere. —El El día que alguien lea tu historia, van a querer probar todo lo que hacemos. —Lo que hacen Charles y Adriana —corrige corrige sin entender. Me quedo quieto un segundo para saborear este momento. Porque en este preciso instante sé que tengo todo lo que podría desear tener. La casa que antaño fue tristemente habitada a temporadas por gente sin escrúpulos, ahora está llena ddee amor y se ha convertido en un bello hogar; tengo dos hijos sanos y preciosos a los que amo con locura y que me corresponden con su cariño de forma maravillosa; y después de todo lo sucedido, el amor de mi vida sigue a mi lado, mi bella Laura, mi princesa princesa, mi diosa de la esperanza… El cuerpo de Laura reclama que le satisfaga de una forma muy concreta y no le hago esperar más. Comienzo a moverme de nuevo, aumentando el ritmo a cada segundo, aguantando mi orgasmo hasta que siento que el suyo comienza; sólo entonces e me dejo llevar con ella, ambos abrazados y desnudos en esta habitación empedrada que huele a sexo, navidad y a hogar. —Te amo, princesa —no no puedo evitar decirle cuando nuestros cuerpos van recuperándose. Ella sonríe y comienza a acariciar mi pelo ccomo tanto me gusta que haga.

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—Te amo, príncipe azul —contesta contesta como siempre hace cuando intenta hacerme rabiar. —Da Da igual que intentes boicotear este momento, no pienso dejar de repetirte que… —¿Sabes que cuando digo lo de príncipe azul te imagino aterido de frío, con falta de oxígeno en la sangre o algo parecido? Me echo a reír sin poder evitarlo. La abrazo con fuerza y la beso, consiguiendo por fin que deje de reírse; de mí, por supuesto. supues —Tienes un don especial para estropear instantes —le digo— y hasta eso me fascina de ti. —Es un mecanismo de defensa —me me dice de forma enigmática. —¿De defensa? —pregunto pregunto sin entender. —Intento Intento no morir de amor en esos momentos —contesta, dejándome sin aliento. Después de un breve beso que merece ella más que yo mismo, no noss tapo con las mantas para que su cuerpo no se enfríe con el cambio de temperatura. Ha sido una sesión de sexo breve pero, como siempre, intensa. —Adriana Adriana y Charles no merecen un triste final —insisto acariciando su pelo. Sé que mi comentario se lo toma all pie de la letra y no con el doble sentido con el que lo digo; y es que ella y yo nos merecemos un final feliz después de todo lo vivido. —Tienes razón, no lo merecen —reconoce, reconoce, hundiéndose en mi pecho. —Podrían casarse —sugiero. Se ríe antes de contestar. —No corras tanto… —Casémonos nosotros —le le pido una vez más. Su sonrisa se incrusta en mi pecho, haciéndome feliz. —En mayo —me me recuerda con comprensión de madre madre—.. No hace falta que me lo pidas constantemente, George.

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—Es por si cambias de opinión y… —Eres el amor de mi vida —me me dice muy seria seria—, no voy a cambiar de opinión. —Sólo Sólo quiero que me prometas que te quedarás siempre a mi lado, pase lo que pase. —Pero Pero para eso no necesitamos casarnos. Sabes que moriría si me alejara de ti. Un sentimiento contradictorio torio se apodera de mí en este momento, igual que siempre que Laura me recuerda que somos mortales. Porque por una parte me hace feliz que me recuerde que quiere pasar el resto de su vida conmigo, pero yo necesito una eternidad al lado l de mi princesa, y una vida sé que jamás será suficiente. Y no sé cómo hacer para quedarme con ella por siempre jamás jamás. O puede que sí. —Mañana Mañana si no estás muy cansada, podríamos ir a Londres. Seguro que a los niños les encantan los mercadillos de navidad. Mi princesa se levanta ta lo justo como para mirarme y me veo reflejado en sus alegres ojos. —¡Eso sería maravilloso! —exclama exclama feliz con mi propuesta. —¿Me merezco un beso por la idea? — —pregunto, pregunto, echando de menos sus brazos rodeando mi pecho, consiguiendo con mi ruego que vuelva a tumbarse sobre mí, no sin antes darme ese merecido beso. —Podrían ían venir también nuestros padres —propone. —Contaba con ello —respondo—.. No creo que podamos despegarles de los niños en estas fechas. Se ríe y besa mi pecho. —Somos felices, ¿verdad? —me dice ice con voz tranquila, como si fuera una pregunta retórica. —Somos Somos muy felices, princesa. Lo somos de verdad. Somos felices y es navidad. Ella entiende por qué hago esa aclaración. Me mira un momento y asiente sonriéndome.

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—Es por fin una feliz navidad. —Feliz navidad, milady —le le digo sobre sus labios, besando con calma su sonrisa. —Feliz navidad, milord.

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