Un feliz San Valentín (relatos Saga What if, Coincidence, Maybbe)
Adriana LS S Swift y Laura Sánchez Herráez
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Un feliz San Valentín (relatos Saga What if, Coincidence, Maybbe)
Adriana LS S Swift y Laura Sánchez Herráez
Un feliz San Valentín (relatos S Saga What if, Coincidence, Maybe))
Adrian na LS Swift y Laura Sánchez Herráez
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Un feliz San Valentín (relatos Saga What if, Coincidence, Maybbe)
Adriana LS S Swift y Laura Sánchez Herráez
©Adriana L.S. Swift y Laura Sánchez Herráez, 2017 ©Un feliz San Valentín (relatos saga What if, Coincidence, Maybe), ), 201 2017 ©Pandora, 2017 Apartado de Correos 4015, 24010, León (España) www.pandora-magazine.com info@pandora-magazine.com
© Edición de cubierta: Adriana LS Swift. Fotografías: Dakota Johnson y Jamie Dornan en uno de los photoshooots para prensa de Fifty Shades of Grey / Raoul Bova y Michela Quattrociocche en Scusa ma ti voglio sposare. ©Maquetación: Adriana LS Swift.
Ésta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos que aparecen son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas reales (vivas o muertas), empresas, acontecimientos o lugares gares es pura coincidencia. El editor no tiene ningún control sobre los sitios web del autor o de terceros ni de sus contenidos ni asume ninguna responsa responsabilidad bilidad que se pueda derivar de ellos.
Primera edición: Febrero, 2017 Registrado en Safe Creative Código de registro: 1702120720828 Editado en España.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por po fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos menci mencionados onados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).
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Índice Nota de las autoras ………………………. 5 Eternos …………………………………… 6 Isabella …………………………………... 15 Always umbrella, babe …………………... 23
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Nota de las autoras Estos relatos son inéditos y por lo tanto no está están incluidos en Saga What if, Saga Coincidence, Saga Maybe M ni en ningún otro lugar. No descartamos que algún día se añadan a un nuevo libro pero, por ahora, es dde distribución gratuita. El relato Eternos es de Saga What if y see recomienda haber leído antes la saga completa, ya que contien ne spoilers. Está situado en el San Valentín que Laura y George pasaron antes de suu boda, en 2016, meses después de que Gilbert hubiera nacido. Tiene T lugar entre Londres y París. Está narrado desde los dos puntos de vista. El relato Isabella corresponde con Sagaa Coincidence. Asimismo, se recomienda haber leído la sag ga completa por los spoilers que contiene. Este relato tiene lugar en Londres, enn el San Valentín meses después de los últimos acontecimienttos sucedidos en la tercera y, por ahora, última parte de la saga. Posiblemente en uun futuro se incluya en la cuarta parte de la misma. Está narrado desde los dos puntos de vista. El relato Always umbrella, babe pertenecce a Saga Maybe. Es recomendable haber leído antes la saga completa c por los posibles spoilers que pueda contener. Tiene lugar en el San Vallentín de 2021, en Nueva York, meses después de aquella acccidentada première y antes de la segunda propuesta de matrimonio de Alec a Caroolina. Está narrado desde ambos puntos de vista. Tanto Laura como yo misma os deseamoos que paséis un feliz San Valentín en la mejor de las compañíías, ya sea alguien especial o una buena lectura.
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Eternos 14 de Febrero de 2016
Laura
E
l exclusivo y carísimo reloj de la entrada anuncia las ocho de la mañana. ¿He He dormido diez horas? ¿En serio? Creo que desde que nació Gilbert Gilbert, mi media de sueño se ha reducido a cinco horas al día, y no consecutivas. Froto mis ojos al escuchar la voz de Jorge en un susurro, pero no cerca de mí. Y en cuanto consigo abrir un ojo, veo a mi dios de la abogacía hecho todo un padrazo, con Gilbert en brazos, paseando por la habitación, tarareando una nana escocesa.
—Oh Oh hush thee my baby, thy sire was a knight —canta en un susurro—. Thy hy mother a lady both gentle and bright… bright
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Me incorporo y es entonces cuando me mira, aunque no deja de acunar a nuestro pequeño. Se acerca a mí y se sienta a mi lado, mostrándome a un Gilbert completamente dormido, con su pequeña mano aferrando el dedo meñique de su padre como siempre hace desde el primer día. Es como si aquello le tranquilizara, como a mí me tranquiliza su sola presencia. —¿Se volvió a despertar? —pregunto egunto en bajo. Jorge asiente y tararea de nuevo—. Debiste avisarme. Yo… … —Sabes que me encanta hacer esto —me me corta corta, dándome un beso en la frente—. Además, necesitabas dormir. Su tono es de riña pero sabe que no le hago ni caso, ni al tono ni a sus palabras. Press2Media no ha dejado ado de llamarme para concretar los detalles del contrato para llevar al cine finalmente Coincidence. Está empezando a parecer todo demasiado irreal. Hace tan solo so un par de meses tenía el libro en la plataforma de Wattpad cuando desde mi todavía empresa me llamaron para decirme que cómo no les había dicho dic que había escrito un libro. Les expliqué que nii siquiera era un libro libro, eran tonterías que escribía en los momentos en los os que mi mente volvía a rememorar escenas horribles, ocurridas hace tan solo unos meses meses.. Era eso o colapsar. Pero ellos insistieron. Querían publicar mi libro. Es más, querían hacer la película, cuanto antes mejor. Y me veo en este momento en conversaciones para sacar a la venta de forma inminente Coincidence, siendo avasallada por cientos de llamadas y de emails de manera constante. Ayer por la noche tuve que apagar el móvil y después de la última toma de Gilbert, echarme a dormir. Hasta ahora mismo. Jorge se levanta y deja a nuestro hijo en la cuna que hemos col colocado enfrente de nuestra cama. Viene ne de nuevo hacia mí, haciéndome un gesto para que me vuelva a meter bajo las todavía tibias sábanas de nuestra cama de Mayfair. —Extraño Montrose —le le digo en cuanto me tiene ya entre sus cálidos brazos. —En un par de meses, volveremos —responde, responde, recordándome nuestra boda. Ante mi suspiro y caída de ojos, vuelve a hablar—. hablar No habrás cambiado de idea, ¿no? —¿Sobre qué?
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—Sobre casarnos… Consigo a duras penas no reírme de semejante idiotez. —¿Y ¿Y si te dijera que ya no quiero casarme y prefiero seguir como estamos? Él me mira fijamente y escucho su respiraación entrecortada. —Se hará lo que tú quieras, princesa —responde responde al fin fin—. Soy feliz igualmente a tu lado. Me besa con tranquilidad y acaricia acto seguido mi mejilla con el dorso de su mano, pasando después a colocarme un mechón de pelo hacia atrás. —Rompería nuestro compromiso mil veces para que otras mil tuvieras que volver a proponérmelo como la primera vez —afirmo, sintiendo que me falta el aire por tanto amor recibido. Sonríe con alivio y vuelve a besarme, envolviéndome en un amoroso abrazo. —Te lo propondría de mil formas diferentes, princesa, y cada vez intentaría que fuera mejor. —Eso sería imposible. amenaza mientras le escucho sonreír. —No me provoques… —amenaza —Fue todo perfecto, George —le digo—.. Nada podría serlo más. —Muy bien —concluye, concluye, girándose e int intentando alcanzar el móvil que suena de manera suave desde su mesita—. Recojo gustoso el guante, milady —me me dice antes de contestar la llamada llamada—. Sí… Muy bien. Cuelga acto seguido y dándome un beso, se levanta de nuevo de la cama. —¿Dónde vas ahora? —me quejo. —A por tu regalo de San Valentín.
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Jorge
Cuando vuelvo a la habitación después de abrir a nuestros padre padres la puerta, veo a Laura sentada en la cama, todavía tapada con las sábanas. Me tumbo de nuevo junto a ella, cogiendo su cuerpo y acercándolo al mío. —Les Les he dicho que dejen sus cosas en la habitación de invitados y tomen algo de desayuno —le digo— —. Así que todavía tenemos tiempo para dormir un poco más. Cierro los ojos pero mi princesa no está por la labor de dejar que me duerma. Me da un pequeño empujón para llamar mi atención. atenció —¿Qué regalo? —inquiere. —Tu regalo de San Valentín —repito. —Eso ya me lo has dicho —se queja—.. ¿Quién ha venido? —Nuestros Nuestros padres. Ahora, durmamos un poco más antes de de… —¿Por ¿Por qué su visita es mi regalo de San Valentín? —sigue insistiendo. —¿Por ¿Por qué quieres saberlo, si no te gusta este día? —Contigo sí… —reconoce reconoce con una preciosa sonrisa sonrisa. —¿Ah, sí? —beso beso su cuello, haciéndole cosquillas y ganándome otro empujón. —Explícame lícame mi regalo o yo no te daré el tuyo —me amenaza, haciéndome reír en silencio. —¿Tienes un regalo para mí? —pregunto pregunto sorprendido sorprendido—. ¿En serio? —Pues claro que sí —responde responde con tono ofendido.
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—Pensé Pensé que no te habrías acordado de qué día era hoy siquiera siquiera. Con todo lo que ahora… —Pase Pase lo que pase en nuestras vidas, lo nuestro no va a cambiar —me me dice muy firme, pronunciando unas palabras que me saben a gloria. Beso sus labios, deseando hacer algo más que esto, pero ella me lee el pensamiento y se separ separaa sonriente. —Es San Valentín… —me quejo. —Dime primero qué… le digo por fin, viendo que la insistente periodista no dejará de preguntar hasta que le cuente en qué —No es nada del otro mundo —le consiste su regalo—.. He hecho venir a nuestros padres ppara ara que se queden hoy con los niños. Nos vamos a pasar el día a París. Su rostro me dice al momento que he acertado con mi regalo.. Con un simple gesto como una breve escapada a una de sus ciudades favoritas, he conseguido que sus ojos brillen una vez más. A veces es demasiado masiado sencillo hacerla feliz. —Creo que entonces ya puedo darte el tuuyo —me dice, levantándose de la cama con sigilo,, rebuscando algo en el armario. armario Vuelve al cabo de unos segundos con un sobre que extiende hacia mí, sentándose a mi lado. Me incorporo y lo cojo en las manos. Lo abro y lo primero que me encuentro tro es una tarjeta hecha a mano en donde puede leerse For my Mr Darcy and my Captain Von Trapp on Valentine’s Valentine Day.. Me río y beso a mi princesa mientras abro la tarjeta, encontrándome dentro tres huellas de manos. En el hueco que queda, queda un I love you que vale no solamente por tres, sino por mil. —Los niños quisieron participar y… —me me explica por si no he comprendido su regalo. —Creo que es la tarjeta más bella que podías haberme regalado —le digo volviendo a besar sus labios. —Lee ahora el otro papel —me me insta con nerviosismo nerviosismo, alzando las cejas y apretando do sus labios en ese gesto tan característico suyo que tanto amo.
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Frunzo el ceño y despliego spliego el papel que todavía estaba guardado en el sobre. Leo su breve contenido y ella ríe con el gesto de sorpresa que he debido de poner. —¿Esto es una broma? —pregunto pregunto intentando no emocionarme antes de tiempo. Laura niega con la cabeza antes de contestar. —De nada —responde con orgullo. —¿Cómo…? ¿Tú lo conseguiste? —vuelvo vuelvo a preguntar, leyendo una vez más aquel papel. Las palabras Próxima apertura en Princes Street de la nueva sede de S&H S&H, escritas en aquel papel, es lo único en lo que puedo pensar ahora mismo. Llevábamos tiempo intentando entando hacernos con uno de los edificios de esta céntrica calle de Edimburgo para ubicar allí una nueva sede de S&H, pero los anteriores dueños no nos lo estaban poniendo nada ffácil. ácil. Puede que fuera porque era un antiguo edificio edific propiedad de los Graham que fue arrebatado por los Campbell hacía ya demasiado tiempo. Ellos no querían vendérselo a nadie, mucho menos a un Graham, G y yo ya había perdido la esperanza de recuperar esa propiedad. Debo recordar más a menudo que tengo a mi lado a una mujer que puede conseguir todo lo que se proponga. —No fue tan complicado —me me dice con orgullo—.. Fue más difícil ocultarte las reuniones que mantenía con ellos que la negociación en sí. —Así que has estado ocultándome cosas… … Cojo su cuerpo y volvemos a tumbarnos en la cama, ahora riendo sin importar si Gilbert vuelve a despertarse. —Vas a tener que castigarme por ello en París París… —me dice con voz traviesa. Su tono insinuante y esos carnosos labios bios que pronuncian aquello, me hacen querer adelantar acontecimientos y hacerle mil cosas aquí y ahora. Pero reprimo mis impulsos y dejo que una leve caricia en su sexo sea todo lo que tenga por ahora. Y ella comprende que ha comenzado el juego.
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Laura
Siento que mi mente y mi cuerpo entero van a explotar. Aquí, tumbada boca abajo en la cama de nuestra buhardilla parisina, atada de pies y manos, con los ojos vendados, sintiendo tiendo con gran placer cada azote seguido de una suave caricia de Jorge Jorge.. Gira levemente mi cabeza para besar mis labios después de haber derretido en ellos el hielo con el que antes acarició toda mi piel. Su cuerpo dentro dent de mí, llenándome de él, sintiéndole derramarse en cada rincón del mío. Nuestros escandalosos orgasmos llegando justo en el momento que parece que él mismo mis estaba planeando para hacerlos más intensos. Y de nuevo la calma en brazos del otro, mientras los te quiero son dichos con todo el sentimiento que uno puede demostrar a la persona por quien siente una absoluta veneración. —Nunca me cansaré de este lugar —reconozco reconozco mientras observo cómo el cielo se oscurece sobre nosotros. —Amé Amé esta buhardilla desde que me la señalaste la primera vez que vinimos a París. Le miro y su sonrisa hace que yo también ssonría. —¿Lo recuerdas? —pregunto pregunto como para mí misma. Él me hace un gesto como si le hubiera ofen ofendido incluso la pregunta, y me hace reír. —Recuerdo Recuerdo cada instante que he pasado contigo —me dice con voz grave, acariciando mi brazo desnudo. desnudo —No son muchos todavía…
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—Desde Desde que te vi por primera vez hasta este mismo segundo —especifica—.. Es como si el resto de mi vida estuviera en penumbra hasta entonces. Tú iluminaste mi vida, princesa. Amo cuando me compara con esa luz que casi puedo ver y sentir al ser mencionada por él. —El El día menos pensado, te deslumbro y te dejo ciego. Después de un gesto de sorpresa por mis palabras, se ríe con ganas. Ríe con despreocupación y felicidad, algo que jamás vi en él hasta hace pocos años, en aquellas escaleras de la famosa universidad salmantina, después de haber bailado con él un vals. —Esa frase es muy de Adriana Soto —me me dice cuando se calma, recordándome el libro de Coincidence. Besa mis manos y vuelve a abrazarme. —No tengo nada de Adriana —le le recuerdo. —¿Tú crees? —Charles Charles y Adriana son personajes de ficción —vuelvo a decirle por enésima vez—.. Nosotros somos muy reales. —¿Eso ¿Eso significa que yo tampoco soy Charl Charles Green? —¿De dónde sacas ese disparate? —pregunto, pregunto, riéndome con sus ocurrencias. —Sólo prométeme una cosa —me me dice, esta vez sin reírse reírse—. No dejes que acabe así su historia. —Es solamente un… —Prométeme que algún día… —me interrumpe, nterrumpe, insistiendo. —¿Me ¿Me estás pidiendo que escriba una continuación tú también? ¿Eres una especie de fan loco o algo así? Vuelve a reírse conmigo y besa mis labios. —Charles Charles y Adriana se merecen algo mejor —insiste. Pongo los ojos en blanco.
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Qué pesadilla… —Ellos Ellos dos serán tan eternos como lo seamos nosotros dos, ¿contento? Y por su sonrisa, creo que por fin va a dejar de insistir. —No No sabes cuánto significa para mí que hayas dicho eso. No entiendo por qué le parecen tan increíbles mis palabras, pero no deja que pregunte nada. Una nueva ronda de besos me silencia. Hacemos el amor una vez más, bajo un bel bello atardecer en París.
Jorge
Eternos. Laura y yo seremos eternos. Y es que no se imagina cuán acertadas han sido sus palabras palabras…
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Isabella Adriana
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na futura madre sabe bien lo que tiene que hac hacer er para traer al mundo a su hija. hija Es algo innato en cada uno. Además, la naturaleza hace casi todo el trabajo trabajo. Salvo cuando tu hija no tiene intención de abandonar tu vientre aunque ya hayas salido de cuentas. Y es entonces cuando tienes que recurrir a cualquier método, por muy duro que sea, para forzar el deseado parto.
—¿Más fuerte? —Siempre.
Charles acelera sus movimientos dentroo de mí cuando escucha nuestra palabra,, haciendo que vuelva a gritar de placer. Agarra Agarr él mismo mi abultado vientre mientras mordisquea mi pezón izquierdo. Sí, dije que había que recurrir a cualquier duro mét método. Y, al fin y al cabo, lo es. Sexo duro con el capitán Green.
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Hace que vuelva a correrme en cuanto siento que él mismo lo hace. Suelta mis muñecas del cabecero de la cama en el acto y se tumba a mi lado, desfallecido. —Yo ya habría salido de ahí aterrado —me me dice, señalando con los ojos mi vientre. Me río con él y beso su hombro. Como acto reflejo, pasa su bbrazo razo por detrás de mi cuello y me hace tumbar sobre su pecho, comenzando a acariciarme la espalda. —Tiene mucho aguante para seguir aquí dentro después de las sesiones de sexo de estos días —reconozco. reconozco. Nos han dicho que éste es uno de los métodos más eficaces para provocar el parto, pero me parece que no nos está dando el resultado esperado. —Creo Creo que nos va a salir ninfómana como su madre. Golpeo su pecho mientras él se ríe de nuevo. —Ya Ya veremos si te hace tanta gracia cuando sea una adolescente y pase la noche con alguien por ahí. Sus risas cesan en el acto y ahora soy yo la que me río por su angustia. —No me hace ni puta gracia —se se queja fijando la vista en el techo de nuestra hab habitación. —Vamos, Charlie —le le digo con voz melosa para animarle animarle—. Todavía queda mucho para eso… —Queda Queda lo suficiente como para tener que prepararme a fondo. —¿Para ¿Para qué se supone que tienes que prepararte? ¿Para aceptar que aalgún día nuestra hija tendrá sexo? Intenta echarme una mirada de odio que culmina con un beso en mis labios, haciendo que pierda valor su pobre intento intimidatorio intimida para silenciarme. Tengo que estar preparado para captar las se señales y… —Tengo —¿Las señales? —pregunto pregunto sin entender de qué está hablando ahora.
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—Joder, Joder, Ari, las señales de que hay algún depravado intentando acostarse con ella —me me responde molesto—. molesto El otro día me di cuenta de que había un niñato de la clasee de las niñas que las miraba demasiado. He investigado yy… —Espera, espera, espera… —le le digo, incorporándome incorporándome—. ¿Has investigado a un niño de seis años porque miraba a Helen y Elisa? —¿Qué querías que hiciera si no? —exclama exclama frunciendo el ceño, no ent entendiendo ndo por qué me he echado a reír—. reír ¿Ni siquiera quieres saber lo que he averiguado? Mis risas son aún mayores con su última pregunta. Las niñas lo van a tener realmente difícil para tener novio con un padre como Charles. —Vas a ser un padre muy complicado… —le digo acariciando su mejilla. —No tiene ficha —me me responde sin dejar el tema tema. —Pues Pues claro que no tiene ficha, ¡tiene seis años! —No me refiero a esa ficha —explica explica con tono de fastidio por la falta de comprensión por mi parte parte—.. No aparece su nombre por ninguna parte, es como si sus padres lo hubieran tenido de la nada. —Bueno, de la nada no… Vuelve a mirarme con seriedad y silencio mis palabras en el acto. Parece que habla en serio. —No consta en ningún sitio su partida de nacimiento, no existen datos suyos en ningún otro colegio ni guardería hasta este año, ¿no te parece sospechoso? —Bueno, es raro pero… Intento volver a moverme para aliviar con mis propias manos el dolor de pies que tengo tengo, pero con las dimensiones de mi barriga eso es casi imposible le desde hace días. Charles se da cuenta en el acto y se incorpora él mismo, sentándose frente a mí y cogiéndolos entre sus manos. —Voy a seguir investigando —sigue sigue diciéndome mientras los masaj masajea distraídamente.
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—Charlie, Charlie, es un niño de seis años, por el amor de dios dios… —Muy Muy bien, explícame entonces por qué ese niño es como si no hubiera existido hasta este año. —No No sé, puede que tus celos paternos hayan hecho que no buscaras bien bien… Le lanzo una sonrisa inocente para que deje de estar enfurruñado. Y funciona. —¿Mejor? —pregunta pregunta refiriéndose al masaje. —Infinitamente mejor. Éste sí que es un buen regalo de San Valentín. Chasquea la lengua, ofendiéndose de nuevo. —Nunca Nunca antes había celebrado San Valentín, ¿de acuerdo? —¿Flores y bombones? —le recuerdo—.. Mi regalo sí que fue genial. Sonríe y frota su nuca con la mano. —Reconozco que ese talonario de sexo… … —Ya has gastado hoy tu primer vale. —Voy a reservar los mejoress para gastarlos todos juntos, nada más que Ella nazca. —Me encantan tus amenazas —le digo, vvolviendo a besarle antes de levantarme de la cama al menos parra abrir las cortinas. Pero justo cuando me pongo de pie, sientoo un pinchazo dentro de mí. Me quedo quieta un momento mien ntras escucho a Charles levantarse también. —Deberíamos instalar persianas automátiicas —escucho que está diciendo detrás de mí—. ¿No echas de menos…? —Charlie —le corto, viendo un charco dee agua bajo mis pies—. Creo que esa última amenaza ha asustad do definitivamente a Ella. Charles viene hacia mí y está a punto de rresbalar pero frena sus pasos a tiempo.
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—Tenemos que irnos ya mismo —me esppeta, yendo hacia el armario y sacando ropa para ambos—. Vam mos, te ayudo a vestirte. —No creo que pueda… —No querrás que te lleve desnuda al hosspital. Porque juro que iríamos entonces en igualdad de condicio ones y sabes que acabarías siendo eclipsada por mi polla en cuanto… Intento golpearle entre risas pero siento uun dolor agudo que no me permite reprenderle por sus palabras. —¡Joder! —grito de dolor. —¡Joder, Ari, me vas a partir la mano! — —grita él conmigo. Sin embargo, no me suelta. Segundos después el dolor deja de ser tann intenso y Charles aprovecha para ponerme algo de ropa de manera totalmente caótica. Se viste él mismo en un abrir y cerrar de ojos y conseguim mos salir de casa sin que Sherlock y Watson nos sigan. Creo que ahora sí, estamos más cerca de aabrazar a nuestra pequeña Isabella.
Charles
He llorado. Lo admito. En cuanto he viisto aquel cuerpecito que posaban sobre mi Adriana, las lágrrimas han brotado solas mientras acariciaba a ambas. Mi mujer me ha mirado peroo no se ha reído de mí. Ella también lloraba.
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—No puedo dejar de mirarla —reconozzco, besando los labios de la mujer que me ha hecho tan feeliz desde que la conozco—. Es hipnotizante. Ya estamos en la habitación del hospital y todavía no hemos avisado a nadie, así que podemos disfrutar de d este momento a solas. —Es preciosa, ¿verdad? —dice ella, alzanndo la vista hacia mí. Su mano se posa sobre mi mejilla y su sonnrisa contagia la mía. Sonrío como un idiota con ganas de volveer a llorar. —¿Hemos hecho nosotros algo tan maravvilloso? —En realidad, creo que es hora de confessarte que una vez el lechero vino a casa y… Mi pequeña Adriana me hace reír y muerddo su labio inferior como castigo mientras ella sigue riéndose dee mí sin pudor. —No creí que fuéramos capaces —reconnozco—. Juro que me imaginé que le faltaría algún dedo o saldrría pistola en mano para vengarse de nosotros por cada una de las veces que ha teniido que sentirnos follar. —Charlie, no digas esas cosas delante de ella —me reprende. —¿Otra vez vamos a empezar con las resttricciones de vocabulario? —me quejo. Adri menea la cabeza, dándose por vencidda sin tan siquiera haber insistido, y vuelve a mirar a nuestra peq queña Isabella. —Ahora mismo no recuerdo nada de lo qque había que hacer —me dice con un tono de angustia—. Me he h estudiado de memoria todos los libros que he encontrado y sin embargo… Imagínnate que no sé cuándo tiene hambre o le duele algo y… Creo que está a punto de hiperventilar. M Mira aterrada a nuestra hija, que reposa sobre su pecho tranqu uila, durmiendo sin enterarse del ataque de pánico que está a punto de sufrir su priimeriza madre. —Podemos ir probando cosas cuando lloore —le sugiero—. Primero le das de comer mientras yo com mpruebo si necesita un cambio de pañal. Luego me das a mí de comer mientras… He acercado mi boca a sus suculentos pecchos pero se lo ha tomado a broma y me ha separado sin dejar diisfrutar ni un instante de ellos.
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—No te imaginas cuánto te quiero cuandoo haces estas cosas —me dice, sorprendiéndome con un beso. —Entonces no entiendo por qué no me deejaste… Intento de nuevo llegar a su pecho pero vuuelve a separarme entre risas. No hay quien la entienda. —Deberíamos llamar a Nancy y las niñass —me recuerda—. ¿Puedes avisar también a mi abuelo? Y a tu madre, a Tere y Carlos, y… —Deja que me acostumbre a esto con vossotras dos solas —le pido. Ella comprende y se queda en silencio. E El único sonido que escuchamos es el de nuestra pequeña Ella reespirar tranquila mientras agarra a cada uno un dedo con sus diminutas manos. Suus ojitos comienzan a abrirse y un azul intenso me observa con c calma. Aprieta sus labios un segundo y abre su boca para emitir el sonido máss increíble que he escuchado jamás. —¿Se está riendo? —pregunta Adriana m mirándola con sorpresa. —Tan pequeña y ya riéndose de su padre —me quejo con emoción. —Deberías ir acostumbrándote —dice suu madre—. Según eres de protector, Ella va a disfrutar mucho co on tus locuras. —Habló la que el otro día quería acolchaar cada pared de la casa —le reprocho con ternura sin dejar dee mirar a nuestra bella Ella—. Lo siento, pero te ha tocado tener por padres a dos loocos. —Dos locos que la adoran —añade su maadre. Beso primero a Adriana y luego a nuestraa hija, antes de hacerle una solemne promesa. —Dos locos que te adoran y te protegeránn con su propia vida. No es hasta después de unos segundos cuaando Adri vuelve a hablar. —Este sí que ha sido un buen regalo de S San Valentín. Sonrío a mi bella mujer, que no deja de seer bella ni aun después del agotamiento por estas últimas horas.
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—¿Te das cuenta que los próximos San V Valentín no tendremos más sesiones de sexo, sino globos y tartass de cumpleaños? Golpea mi hombro mientras se ríe. Isabeella vuelve a hacer ese ruidito que juraría que es su risa y yo de d nuevo me emociono. Joder, no entiendo cómo de repente me siento con fuerzass para hacer cualquier cosa pero a la vez estoy aterrorizado. Co on Helen y Elisa todo fue distinto. Sentía un gran peso sobre mis hombros y la penaa y culpabilidad por John hicieron más duros esos días. Pero hoy y es algo diferente. Jodidamente hermoso, diferente e imposibble de explicar.
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Alw ways umbrella, babe 14 de febrero de 2021
Carolina
D
aría lo que fuera por no estar hoy trabajando. Adoro lo que hago, es cierto. Pero es San Valentín, y estoy demasiado melancólica como paara concentrarme en mis frases. No dejo de equivocarme y esto oy agotando a todo el equipo, que parece no entender loo que me sucede esta mañana. Sucede que hooy se supone que es el día más romántico del año y yo estoy ro odando una adaptación de una de las sagas históricas dde la escritora Sara Fernández en las afueras de Nueva York,, mientras Alex está firmando un
nuevo contrato de trabajo. Hace unos días que le dieron el alta en el hospital y no ha querido esperar más para p hacer todo el papeleo que le quedaba pendiente. Queremos anunciar que estaamos juntos cuanto antes, aunque creo que todo el mundo ha sacado sus propias conclusiones después de aquella accidentada première y los díaas posteriores, ya que prácticamente he vivido en el hospital sin n moverme de su lado. Pero claro, hoy tenía que trabajar. No ppodía seguir retrasando este proyecto más días o me sacarían n de él. Y en cuanto Alex y yo anunciemos que somos pareja, puede que las cossas se tuerzan y no vuelvan a querer contratarme jamás porque lo os fans me den la espalda, así que tengo que aprovechar mi actual trabajo por si es eel último que tengo como actriz. 23
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Aunque en serio, ¿hoy precisamente? ¿Enn San Valentín? —¿Estás bien? —me pregunta Josh, mi coompañero de reparto, en cuanto volvemos a escena. Me quito el abrigo que llevaba puesto hassta ese momento y mi asistente se lo lleva. Maldita sea, hoy parrece que es el día más frío del año y yo tengo que rodar en mangas de camisa… —Todo bien, Josh —contesto distraída, ccolocándome en mi sitio y esperando a que el director dé la ordeen de empezar. —Hoy pareces más distraída, no sé… —No es nada. Sólo que… —suspiro, no sabiendo qué decir para que deje de preguntar—. Ya sabes, no o es un día en el que me apetezca rodar una película histórica. —Ah, ya —dice con una sonrisa—. San V Valentín… Sonrío, dando por finalizada la conversacción. —¡Todos preparados! —grita el director ddesde lejos. —¿Querrías ser my Valentine? —me suellta mi compañero de reparto. —¿Perdón? —pregunto, intentando ahogaar mi risa cuanto antes. —Sí, ya sabes, al salir de aquí podíamos iirnos a tomar algo… Escucho jaleo detrás de mí, uno inusual ddespués de que el director anuncie que vamos a empezar. Sin contestar la tontería de propuesta de mi compañero, me giro para ver qué está pasandoo. Y lo veo a él, a mi chico, hablando con unnos y otros con soltura y buen humor mientras intenta hacerse paso. —¿Alex? —exclamo.
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Un feliz San Valentín (relatos Saga What if, Coincidence, Maybbe)
Adriana LS S Swift y Laura Sánchez Herráez
Él sigue el sonido de mi voz y por fin m me ve. Sonríe abiertamente y abre sus brazos hacia mí. Y no mee lo pienso dos veces. Me echo a correr hasta llegar hasta él, fundiéndonos en un aabrazo acompañado de un apasionado beso que dura tanto que a todos los presentes les da tiempo a hacer un breve reportaje del momento. Pero a nnosotros nos da igual. Ahora ya nos da igual. —Hey, babe —me dice acariciando mi m mejilla entre besos—. Missed you so… —¿Qué haces aquí? —le pregunto, dejánddole coger aire de nuevo para poder hablar. —Visitar a mi chica en el set. Eso me ha hecho una ilusión indescriptiblle. Me da igual que todos estén cogiendo sus teléfonos para com mentar todo esto en las redes. Y es que a ambos ya no nos importa que se sepa; Alexx no ha podido esperar un segundo más para hacerlo público y yo y estoy encantada con ello. —¿Ya firmaste el nuevo contrato? —Sí, empiezo la semana que viene. —¿Muy lejos al final? —A una hora de aquí. Vuelvo a abrazarle mientras el director piide orden entre los presentes. —Tengo que volver a trabajar —le digo— —, pero quédate, por favor. —Sure, babe. Y en cuanto acabes, nos vaamos a celebrar San Valentín por Nueva York. Te va a encantar hoy la ciudad. —Me encantará verla contigo. Me besa como respuesta a mi frase y finaalmente me separo de él para seguir trabajando. Ahora la mañana no se presenta tan mal ccomo parecía en un principio.
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Adriana LS S Swift y Laura Sánchez Herráez
Alec
Ya está hecho. Mi visita al set de grabaciión de Carol ha sido el detonante de una gran bomba que se ha esparcido e por las redes de manera instantánea. Pero no nos importa. Queremos y podemos decir que estamos juntos. Es algo que la gente intu uía desde hacía tiempo pero que intentamos tapar como pudimos hasta que todos llos contratos finalizaron, incluyendo mi divorcio. Acabamos de salir de cenar en un conoccido restaurante del centro de Nueva York. He podido besar y abrazar a mi chica con libertad a pesar de tener docenas de paparazzis a nuestro aalrededor. Algunos eran los mismos que fueron pagados por mii ya ex-mujer para esparcir basura en las redes, y he sentido por primera vez que ell tiempo pone siempre las cosas en su sitio. Bien es cierto que pudo p haber sido todo muy distinto si en aquella première hubiera tomado otra decissión, una no tan valiente como la que tomé. Pero todo aquello nos llevó a donde estamos hoy, y me alegra poder pasear abrazado a mi chica sin im mportar que a cada paso los fans nos estén parando para hacersee fotos con ambos. Nos piden que nos demos un nuevo beso como esta mañana en el set de grabación y gustoso repito una y otra vez la escena, haciendo h reír a Carol con mi buen humor. Hoy es un día de celebración. Tengo dee nuevo trabajo, es San Valentín y puedo gritar a los cuatro viientos que quiero a mi chica, que tenemos una relación y que nada ni nadie hará quue eso cambie jamás. —Creo que vamos a tener que irnos a caasa —le comento después de perder la cuenta de los fans que están e parándonos durante nuestro paseo. —¿Por qué? —pregunta ella, mirándome con sus ojos azules infinitos. —A cada paso alguien nos para —me aceerco a su oído—. Y quiero disfrutar de ti a solas. Sonríe, agachando la cabeza, volviendo a mirarme con picardía acto seguido. —Los fans llevan años apoyándonos aunnque les hayamos intentado distraer con mil mentiras —explicaa—. Creo que un paseo como éste puede ser el comienzo de una disculpa, ¿no creess?
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—Siempre pensando en las calecs —le diigo, besando sus labios de nuevo. —En todos los fans —especifica—. A lass calecs nunca las engañamos en realidad. Hay que disculparse con el resto y dejar que vean que lo nuestro es muy real. Nos detenemos en mitad de la acera y noos quedamos mirándonos como si fuera la primera vez en aqueel Millennium Bridge de Londres, solo que ahora no llueve ni tengo un paraguas a mano para protegerla de la lluvia. Tendrá que servirle un ficticcio paraguas, es decir, yo mismo, porque siempre protegeré a mi chica de todo lo qque nos pueda suceder de ahora en adelante, como siempre inten nté hacer en el pasado. —¿Sabes que eres perfecta? Me besa en respuesta a mi pregunta, hacieendo que de nuevo la gente se detenga a nuestro alrededor. Ello os se llevan un bonito recuerdo del día de San Valentín neoyorkino de una joven paareja que se quiere con locura; nosotros la satisfacción de dejar que lo hagan sin miedo ya al qué dirán. —Venga, vámonos a casa.
Carolina
Las diestras manos de Alex acarician mii piel mientras sigue dentro de mí, acunando mi cuerpo con lass últimas embestidas de su cadera contra la mía, llevándonos a ambos a un mereccido orgasmo después de casi una hora de haber estado hacien ndo el amor. Ha sido algo dulce, cargado de complicidad y cariño; una declaracción física de amor mutuo que hemos alargado hasta el límitee de nuestra fuerza de voluntad, estallando de placer al tiempo.
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—Love you, babe —me repite en un susuurro, con mi rostro entre sus manos, en cuanto sale de mí y se tum mba a mi lado. —Yo también te quiero, niño —respondoo, besándole de nuevo. Abrazo a mi chico, satisfecha por todo y ssintiéndome amada por quien ahora me rodea con sus brazos y besa b mi cabeza. —¿Qué vamos a hacer mañana? —me preegunta con ánimo renovado. —¿Trabajar? Le miro y sonríe, volviendo a besarme enn los labios. —Iré contigo —promete—. Me quedaré eesperando a que tengas un descanso para abrazarte de nuevo y besarte. b —Vas a aburrirte —le advierto, sabiendoo lo poco divertido que es estar en un set de grabación sin estaar trabajando, sobre todo para los que somos actores. —No podría —contesta sorprendido porr mi contestación anterior, frunciendo incluso el ceño—. Estaaré observándote; no me imagino haciendo otra cosa mejor. Además, así puedo deccir a todo el que pase por mi lado ey, mira, ésa de allí es mi chicca. Me río con él y muerdo el dedo que ha uutilizado para dramatizar su última frase. Él contraataca con medio m minuto de tortura a base de cosquillas con su incipiente barba en mi piel. —Lo hemos hecho por fin —le digo mienntras volvemos a calmarnos—. Ahora ya sabe todo el mundo qu ue estamos juntos. —Eso creo, sí. —¿Qué va a pasar a partir de ahora? Nos miramos intentando averiguar lo quee piensa el otro de la situación actual. —Que seguiremos queriéndonos —contessta con decisión, como si me estuviera leyendo el pensamiento— —. ¿Qué otra cosa podría suceder, niña? —¿Sabes que te quiero con locura cuandoo te comportas de esta forma?
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—¿Cómo? —pregunta con una sonrisa. —Tan seguro de lo nuestro sobre todo ahoora, cuando las cosas pueden ponerse realmente complicadas. —¿Complicadas? —responde con voz agguda—. No, babe, no way. —Pueden odiarnos y lo sabes. —¿Viendo con sus propios ojos cuánto nos queremos? Sinceramente, si nos odian por eso, los que tienen t un problema son ellos, no nosotros. Suena tan seguro de sí mismo que no pueedo hacer otra cosa más que confiar en lo que dice y respirar hon ndo, cogiendo fuerzas para lo que nos espera. —Sólo espero que no todos los catorce dee febrero se te ocurra sacar a la luz alguno de nuestros secretos… … Se ríe de nuevo conmigo y seguimos brromeando y besándonos hasta hacer una vez más el amor estaa noche. No ha habido obsequios materiales, sino el mejor regalo que me podía haacer: miles de muestras de amor en público sin escondernos co omo hasta ahora habíamos hecho. Siempre quisimos esto y hoy nos lo hemos regalaado ambos. Porque el mejor regalo es, sin ninguna duuda, poder estar juntos. —Umbrella, babe —escucho que me dicee antes de quedarme dormida. Y es cierto, ya no necesitamos decirnos tte quiero sin que nadie se dé cuenta, pero en nuestro lenguaje particular siempre existirá pixy y umbrella para decir más que lo que podríamos exxpresar en cualquier otro idioma. —Always umbrella —contesto con los ojoos cerrados, en un suspiro. Y en esta atmósfera de sincero amor y proometedor futuro, nos quedamos al fin dormidos.
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