Pedro Domínguez, Periquín, actor de circo y marioneta.

Page 1



GOBIERNO DEL ESTADO DE HIDALGO JOSÉ FRANCISCO OLVERA RUIZ Gobernador Constitucional SECRETARÍA DE TURISMO Y CULTURA ROBERTO PEDRAZA MARTÍNEZ Secretario CONSEJO ESTATAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES DE HIDALGO JOSÉ VERGARA VERGARA Director General CONSUELO CORTEZ ARREOLA Directora de Patrimonio Cultural CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES RAFAEL TOVAR Y DE TERESA Presidente ANTONIO CRESTANI Director General de Vinculación Cultural


Presentación

E sta edición es parte del reconocimiento que hace el Gobierno del estado de Hidalgo al maestro titiritero Pedro Domínguez Franco, ganador del Premio Estatal de Artes y Tradiciones Populares de Hidalgo 2015, en la categoría de Promoción y Difusión de la Cultura y el Arte Popular, distinción otorgada por su trayectoria en la difusión del títere de hilos, arte popular en riesgo de desaparecer. Pedro Domínguez nació en San Antonio El Desmonte, municipio de Pachuca, en el año de 1941, desde pequeño aprendió el oficio de titiritero, con el seudónimo de “Periquín”, ayudando en el circo Hermanos Domínguez. El presente libro y video inician con datos sobre la importancia cultural del circo en México a finales del siglo XIX y principios del XX, ya que la vida y obra de nuestro premiado está ligada a este medio, por ser portador de la obra de su padre y maestro Enrique Domínguez, quién fuera trapecista, acróbata, mago y domador de tigres del famoso Circo propiedad de los hermanos Orrin. Esperamos que esta publicación contribuya a reconocer el trabajo del maestro titiritero, mago y ventrílocuo “Periquín” Domínguez.

CONSEJO ESTATAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES DE HIDALGO


! Que comience la función ! Breve historia social del circo a finales del siglo XIX.

Mirones asomándose al interior de una carpa hecha de petates. Ciudad de México. Archivo Casasola, ca. 1905. © (99471) SECRETARÍA DE CULTURA.INAH.SINAFO.FN.MÉXICO. REPRODUCCIÓN AUTORIZADA POR EL INAH.

El circo era uno de los espectáculos primordiales en México a finales del siglo XIX y principios del XX, las compañías hacían extensas giras saliendo de las principales ciudades en las que abrían su temporada. Caravanas de espectáculos circenses recorrían desde las grandes urbes de Estados Unidos y México, hasta Centro y Sud América, recorriendo todas las zonas rurales que trazaban caminos entre una ciudad y la otra, viajando en busca de nuevos espectadores que atónitos contemplaran los múltiples espectáculos, que se ofrecían siempre como: “único en el mundo”, “el más grande”, “nunca antes visto e inigualable”. Las grandes empresas circenses se presentaban exclusivamente en las ciudades, por la naturaleza de sus enormes producciones y el costo de las entradas; mientras que otros circos más pequeños se ocupaban en divertir pequeños poblados, en los que la gente gustaba de caminar a la estación de tren para contemplar el paso de los coloridos vagones de ferrocarril bellamente decorados que transportaban a todo


el elenco, trabajadores, fierros, mantas, cuerdas y animales en jaulas. Durante la época Porfiriana, el circo entretenía a todas las clases sociales, tanto en las ciudades, con su ritmo urbano acelerado, como en aquellas partes de la república que comenzaban a vivir un nuevo sentido de pertenencia nacional y de asombro por la comunicación, que representaba la construcción de una gran red de ferrocarril y la introducción del telégrafo. Es gracias al tren que se produce la “Época Dorada del Circo” en la república mexicana. Teatro de revista, ópera, circo, toros y género chico, conformaban la oferta cultural, pero de todos, era el circo el más popular, reunía una gran cantidad de personas, había Palcos privados para políticos y gente rica, así como butacas generales para quienes apenas podían juntar el dinero para pagar su entrada. Ocasionalmente algunos circos ofrecían funciones gratuitas por algún motivo en particular.

8

Vagones del Circo Miller, para Real Wild West (El verdadero y salvaje Oeste). El espectáculo de circo precursor del género West en el cine norteamericano. Harry Alton Atwell, ca. 1920. En Circus Historical Society: http://circushistory.org


Circo Orrin La carpa de circo, la diversión más popular.

En la ciudad de México las grandes compañías circenses se aseguraban los lugares más céntricos, y por ende, más concurridos, o construían locales llamados circo-teatro; el Circo Metropolitano, de los hermanos Orrin, se instaló en la Plaza del Seminario, a un costado del Templo Mayor. A este circo se integraría el payaso inglés Richard Bell, antes acróbata ecuestre, quien después de debutar en 1882 en el Teatro Arbeu, durante su tercera visita a México, conoce a George, Edward y Charles Orrin, quienes lo invitan a trabajar. Así comenzaría una gran alianza que llevaría al Circo Orrin a ser una de las empresas de diversión popular más exitosas del Porfiriato. Ricardo Bell, así llamado en nuestro país, tenía un carisma inigualable que, según referencias de los cronistas de la época: “Bell es más popular que el pulque” -Juan de Dios Peza-. El dictador Porfirio Díaz le comentó a Elliot Ruth, diplomático norteamericano, que si el pueblo eligiera democráticamente, Ricardo Bell sería sin lugar a dudas su candidato. 10

Circo-Teatro Orrin, en la Plaza Villamil, inaugurado el 13 de enero de 1894; hecho en acero y cristal, bajo la dirección del aquitecto francés Del Pierre, estaba ubicado donde hoy se encuentra el Teatro Blanquita. Salvador Rueda inicia aquí sus proyecciones del cinematógrafo Lumiere, mismas que eran presentadas como pequeños entreactos. Autor no identificado, ca. 1900.


Una ocasión, el Circo Orrin se presentó en Pachuca, ahí, un niño de 6 años llamado Enrique -quien según nos cuenta Pedro Domínguez, era maltratado por su padrastro-, decidió seguir el circo ayudando en cualquier labor necesaria. Cuando Ricardo Bell vio al niño durmiendo sobre la paja de los animales, cubierto con las redes de los trapecistas y reclamó a sus colegas la falta de atención al pequeño. Así, Enrique Domínguez fue adoptado por el Circo Orrin, haciendo de barrendero, mozo, payaso, acróbata, titiritero. Su nueva familia le ofrecía comida, carpa (no habiendo techo), y un sin fin de experiencias que formarían a un hombre de circo, dispuesto a realizar lo que fuera para vivir y continuar dando funciones. De las múltiples actividades que Enrique Domínguez desempeñó, la última fue de domador de tigres, posición que recibía la mayor remuneración entre quienes eran asalariados y no socios del circo. El puesto se hacía vacante con frecuencia y no cualquiera aceptaba el cargo, debido al gran peligro que representaba esta actividad y a los accidentes cotidianos, que no eran sino actos de desesperación de animales salvajes puestos en cautiverio, “mi papá decía: -yo le entro, al cabo a mí no hay ni quien me llore”. 13


Circo Domínguez, Circo Hermanos Domínguez Andar de pueblo en pueblo buscando sonrisas para vivir.

A mediados de la década de los treinta del siglo pasado las cosas cambiarían para Enrique cuando se enamoró de una trapecista llamada María Franco Ríos, a quien conoció en Agua Blanca, Hidalgo; con el finiquito que recibió por sus años trabajando en el Circo Orrin, fundó en compañía de su esposa el Circo Domínguez, con carpa de un solo mástil y capacidad para unos 150 espectadores. Una vez que los tres niños crecieron un poco, Pedro, nacido en 1941 es el más chico, la pareja los fue incorporando a los diferentes números, así renombraron el circo como Hermanos Domínguez; durante más de treinta años, a mediados del siglo XX, el Circo Hermanos Domínguez llevaba espectáculos circenses a un gran número de pueblos en los estados de México, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Querétaro, San Luis Potosí y Coahuila entre otros. Auxiliados con un par de burros para jalar las dos carretas, llegaban a cada pueblo los 5 integrantes de la familia Domínguez Franco, y comenzaba el arduo trabajo de lo que 14

Enrique Domínguez con su nieto Alberto Domínguez Cortés de 7 años, frente a la carpa del Circo Hermanos. Domínguez. Puebla, 1975.


durante muchos años era el único entretenimiento que las zonas rurales de un México post-revolucionario conocían: el espectáculo de carpa. Varias carpas en realidad, empresas generalmente familiares y, con una atracción en particular; había carpas de cine, animales exóticos y seres monstruosos, magos y adivinos de fortuna, vendedores de pócimas para remediar cualquier mal, y de todas ellas, la más grande, la carpa de circo.

Circo, maroma y teatro La vida de Pedro Domínguez en el circo

El maestro Pedro Domínguez es un hombre alegre, y puede contarnos sus experiencias por dias y dias sin terminar las andanzas, ni aburrirnos. Mantiene vivo, gracias a su oficio, el ánimo infantíl, el propio y el de otros, tiene espíritu de niño. Cuando llevamos a los pequeños a algún espectáculo para todo público, también los adultos evocamos en nosotros la capacidad infantil de asombro, perdemos por instantes, aunque sean breves, esa constante noción de “ya estar grandes para algo”; recuperando así la posibilidad de ser es16

Periquín y Tomatín en el Foro Cultural Efrén Rebolledo. Pachuca,.ca. 1986


Octaviano Martínez, El Sol de Tulancingo, 12 de Mayo 1989. © El Sol de Hidalgo.

pontáneos, de reir de la vida, de reir de nosotros mismos. Pedro Domínguez tiene la mirada de un pícaro, se ríe de todo, nunca deja de conversar, se emociona narrando los hechos que vivieron él, su padre, y la familia. Algunas de las historias son hermosas y coloridas, otras lamentables; se suceden encuentros gratos y algunas injusticias cometidas; una tras otra, las anécdotas nos hacen viajar por una época del México rural y reconocer a gente de circo que en auténtica vida de gitanos van de un lado a otro todo el tiempo. Es como payaso que todo comienza para él en el circo; a los dos años, cuando es llevado a escena, “Periquín” Domínguez, con la gracia característica de un niño de tan temprana edad, imitaba los movimientos acrobáticos de su hermana, al tratar de ponerse en un pie y girar el cuerpo caía al piso para gozo del público, su primer acto cómico, intentar imitar y caer, una y otra vez, repetición de un acto que por absurdo y persistente nos hace reir; de igual manera montaba un perro en escena o jugaba con un changuito. Esos primeros números harían de Pedro un hombre enamorado del circo; de todo lo que para él, durante tantos años, representó trabajar al lado de su padre, con su mamá y sus hermanas. 19


Aprendió a vivir de y para el circo, leer y escribir eran siempre importantes por las múltiples gestiones que se hacían: firmar cartas, pedir permisos por escrito, contar el dinero. “daba harto gusto ver el circo repleto”. No fue a la escuela, digamos a la escuela convencional, porque sin duda aprendió muchos otros oficios al lado de sus padres. Había que ser recepcionista a la entrada, maestro de ceremonias, payaso, actor, cuidador de animales, montar la carpa; hacer literalmente todo lo necesario para presentar la función. Sus hermanas hacían acrobacias con sus padres. Cuenta Pedro que: “en una ocasión, en la entrada, el hijo de un presidente municipal quería pasar a mucha gente y se negó a pagar, mi papá le dijo que no podía, y le clavaron un cuchillo en el abdomen. -Cancela la función hijo, no voy a poder trabajar así”. Menciona que estaba muy nervioso al ver a su padre herido, así que respondió: “No papá necesitamos ese dinero, ya está toda la gente adentro”, entonces y por primera vez, Pedro Domínguez fue trapecista. Sonríe, reconoce que en ese momento temblaba de miedo, pero que todo salió muy bien: “Al final sentí como los chamacos me admiraban y yo me sentí un héroe”. 20

Octaviano Martínez, El Sol de Tulancingo, 12 de Mayo 1989. © El Sol de Hidalgo.


Función tras función, pueblo tras pueblo, la familia se tenía a sí misma, ganaban el dinero necesario para subsistir haciendo lo que les apasionaba; a la par de las funciones programadas para las tardes, vendían dulces y juguetes en un puesto improvisado por las mañanas.

Ajustes al oficio ante la modernidad Del circo al espectáculo de calle y finalmente al teatrino.

Con la expansión de los medios de comunicación a los pueblos que frecuentaba el Circo Hermanos Domínguez, en particular radio y televisión, cada vez era más difícil lograr la afluencia de público necesaria para sustentar la empresa; la oferta de nuevas formas de entretenimiento, si bien no vivenciales, es decir, que no visitaban físicamente cada lugar, satisfacían la curiosidad con un sin número de radionovelas, conciertos televisados de radiodifusoras y transmisiones del cine mexicano creado en la Época de Oro, cuando México hacía más películas que Estados Unidos. Otro factor muy importante para que el Circo Hermanos Domínguez se terminara, era que dos de las figuras estelares 22


hasta ese momento, se casaban. Rosa y Gabriela dejarían la vida circense, en la que habían crecido, para formar cada una su familia; con esta situación fue imposible enfrentar todo el trabajo que representaba montar y desmontar la carpa, cargar todo: cuerdas, telas y fierros de pueblo en pueblo. El resto de la compañía, a la que ya se había integrado la esposa de Pedro, optó por una nueva forma de presentaciones, adaptadas a espacios públicos; duró unos años esta modificación, hasta que también resultó incosteable.

Kiko Domínguez y Periquín Domínguez Dos artistas unidos hasta el final.

La última adaptación que hicieron Enrique y Pedro Domínguez para seguir entreteniendo gente, y con ello mantener a sus familias, fue presentar una obra de títeres, acompañada con algunos actos de magia y un pequeño número de payasos, un formato accesible para escuelas y que permitía mayor movilidad al reducir los recursos materiales. Las dos formas de costear las funciones eran: por colecta de donativos, cuando la autoridad municipal o el párroco les prestaban


un espacio para vivir y trabajar; o bien en las escuelas, donde las funciones tenían un público garantizado y la cuota por función era fija. Trabajaron juntos muchos años; pedían permiso a la autoridad, andaban las calles anunciando la llegada de los “dos grandes artistas de circo, cine, teatro y televisión”, después presentaban la función ambos y ello facilitaba mucho las cosas. Decidían, dependiendo de la respuesta del público, si podrían quedarse o no en ese pueblo o probar suerte en el siguiente; ésta era la dinámica hasta que decidieron separarse para generar más ingresos, ya con la suficiente experiencia, en el nuevo formato, para trabajar cada uno por su cuenta.

La primera función de Periquín Domínguez Del pánico escénico al teatrino personal.

Los oficios que uno aprende, adopta y desarrolla en la vida, son consecuencia de interacciones en el núcleo familiar, la mayor parte de las veces se transmiten de abuelos o padres a hijos, algunos dejan huella indeleble a través de varias generaciones y otros están sujetos a la voluntad, la necesidad de generar ingresos, el amor al quehacer y la fascinación, tanto 26


del acto de reproducir lo aprendido como de admirar profundamente a quien hereda dichos saberes. Acostumbrado a trabajar siempre con su padre, Pedro nos cuenta que la primera ocasión que tuvo que presentar una función solo, los nervios no lo dejaban concentrarse, sudaba y sentía “la presión de entretener a tanto niño, era un auditorio muy, muy grande. -Ahora si profesor, comience cuando usted quiera”, le decía la directora de la escuela. Para presentarse solo, procuraba asistir a escuelas de “no muchos alumnos”; ofrecía funciones de caridad a beneficio de algún pueblo o fiesta popular; estar siempre dispuestoa de ayudar a una causa común tuvo muy buenas consecuencias, una de ellas es que la comunidad de San Antonio El Desmonte le regalara un terreno. Donde formó un hogar con María del Carmen Cortés, quien solidaria y con ánimos de ayudar al bienestar familiar, se integró al espectáculo con el nombre de “Petronila”, hasta que fue necesario regresar a las múltiples labores de una casa con ocho hijos. Tiempo después, su hijo Alejandro Domínguez Cortés comenzó a ayudarle, atento a las necesidades de su padre durante las funciones, monta y desmonta el teatrino de me28


tal, que desde hace 15 años mandaron a hacer, “para no estar buscando de donde colgar las telas en cada lugar al que lleguemos”, Alejandro prepara los títeres para entrar a escena, los sostiene a la derecha de su padre, con la cruceta lista para las manos del maestro y recibe por la izquierda del escenario, tras bambalinas, al personaje en turno que sale, lo cuelga en el bastidor y prepara el siguiente; así sucede durante los actos de la función, al terminar, enredan juntos los títeres para meterlos a las maletas en espera de otra presentación.

Los títeres de la familia Domínguez La marioneta como objeto y representación de un otro.

La primera vez que Enrique Domínguez, a sus 7 años, observó en una de esas carpas un espectáculo de títeres, quedó impresionado por ellos. Días más tarde, según nos relata su hijo Pedro, montó un pequeño espectáculo para algunos niños del pueblo en el que se encontraban. Hoy es Pedro Domínguez quien continúa este hermoso arte. Los belices en los que transporta esta multitud de “actores”, son diversos y coloridos; hay de tela, vinil y uno de 31


metal. “Tomasín” (el muñeco de ventrílocuo) asoma la cabeza desde el morral, útil aunque ya bastante desgastado, en el que viaja metido a todos lados. En otras valijas conviven payasos, negritos, indígenas, niños, mujeres, una princesa y un par de policías, entre muchos otros seres. Todos muestran, claramente, el uso constante durante décadas. La colección de Pedro Domínguez, que iniciara su padre, es excelsa, contiene, en tamaños, desde marionetas de 20 cm de altura hasta 48 cm; el más grande es sin duda un cocodrilo de casi 60 cm de largo. Están hechos en su mayoría con madera de cedro, y las extremidades en madera de colorín; la primera, más maleable y pesada, sirve para hacer estable la marioneta, sosteniéndola de la cabeza; el colorín, cuya liviandad facilita la operación de brazos y piernas, para dar mayor expresividad a los títeres. Algunos de ellos tienen articulada la boca, lo que permite al maestro mover sus quijadas, mientras él, con su gran capacidad de locución, imita las voces correspondientes. Los hay con la mano doblada para poder asir objetos. Otros llevan consigo elementos propios de su oficio: el policía trae una carabina, quepis y la insignia de policía; el músico 32


lleva consigo una hermosa guitarra, el indígena lleva morral de ixtle y un guaje. La mayoría de los títeres fueron elaborados por su padre, Kiko Domínguez. Pedro ha hecho algunos también. Nos cuenta que ahora prepara un grupo que se convertirá en recreadores de la danza de “viejitos”. Muy pocos títeres son comprados, como “Pinocho” y una bruja en escoba; existe una quimera muy llamativa (un león con alas). El imaginario mexicano se hace presente, estan la muerte, una calavera y el diablo. Animales como perros, un cerdito, el cocodrilo y un toro de colores llamativos. La ropa de los títeres era confeccionada por Gabriela y Rosa, hermanas de Pedro; hacían un trabajo delicado, cuidando detalles de cada prenda, para recrear lo mejor posible, y en versiones diminutas, el atuendo cotidiano de cada personaje. Aunque el paso de los años y la falta de un almacén óptimo con todas las condiciones necesarias, han hecho que se deterioren las prendas, éstas no han perdido su color.


El repertorio Contenido y forma del discurso.

Es posible analizar las presentaciones de Pedro Domínguez desde muy diversos niveles. Tanto en contenido como en forma. Por lo general, el maestro refiere que una función es de 70 a 90 minutos, y puede incluir o no, a petición del cliente, actos de magia y payasos. En su mayoría los actos fueron montados por Enrique Domínguez, su padre. Cuenta Pedro con mucho gusto, que una de las escenas montadas por él, y que recibió muy buenas críticas, es la que representa un velorio donde de la tristeza se pasa al gozo por la vida: “Pos ‘ora si mi comadrita, ya se murió mi compadre, pero no se preocupe, yo le procuro cuidados” y “hasta el muertito termina bailando, luego de que la muerte pisara su petate”. Las escenas que presenta en la obra de títeres van desde lo más tradicional y sencillo, como dos títeres que terminan por golpearse cómicamente entre ellos, al estilo más antiguo de los números de marionetas europeas (Pulcinella y Joan, dos títeres de tradición italiana del siglo XVII que se dan de 37


Madre e hijo durante el acto de “el hijo desobediente”.

porrazos), hasta actos en los que existe una moraleja como conclusión: el caso de un negrito que baila con una mujer, y cuando la trata groseramente, “Periquín”, como castigo, le manda una víbora; o denuncia, como un sketch en particular que critica ciertas acciones de un clérigo que alguna ocasión trató con muy poca atención y gentileza a Pedro, justicia divina “porque la muerte nos lleva a todos”; “ni modo huesudita pos llévame contigo”, dice el padrecito, y se monta a cuestas en la muerte. El conocimiento de las posibilidades de interacción con el público se manifiesta cuando una madre pregunta a la audiencia si han visto a su hijo en el acto del “hijo desobediente”, quien por no ir a la escuela, ni obedecer a su madre termina en las fauces de un cocodrilo. Las indicaciones a la madre y los gritos de alerta al niño en peligro, generan de inmediato en los niños del público interés por participar. De la tradición circense adapta el formato de la función, y de algunos números que antes la familia Domínguez actuaba en pantomimas* al final del día en la pista del circo *(refiere que así llamaban a las pequeñas obras de teatro), hoy esas pequeñas obras son “actuadas” por los títeres que articula 39


Pedro; de igual manera, entre actos, algunos de los títeres realizan el papel que, vestido elegantemente, hacía el señor Enrique Domínguez de maestro de ceremonias del circo. Una reina, un payaso, o algún otro personaje se dirige a la audiencia y pregunta: “¿Cómo se la están pasando amiguitos? Ahora, el Circo Hermanos Domínguez y su representante “Periquín”, actor de teatro, cine y televisión, tienen para ustedes...” El primer maestro de ceremonias es “Tomasín” o “Tomatín”, según toque el turno a alguno de los dos muñecos de ventrílocuo, muy similares entre ellos, quienes, al frente del teatrino dan la bienvenida al honorable; bromean con “Periquín” y con el público, se ríe de todo, perspicaz y aparentemente espontáneo; con “Tomasín” se observa una de las grandes cualidades de Pedro como actor y maestro marionetista: es un excelente ventrílocuo, el movimiento de su boca al “hablar” “Tomasín” es mínimo, la expresividad y los cambios de tono entre su voz y la de éste es excelente; por un momento estamos ante dos amigos que llevan años trabajando juntos, dominan el guion perfectamente, y como buenos actores se permiten improvisar. En ciertas ocasiones, “Tomasín” y “Tomatín” aparecen juntos 41


en escena, conversan entre ellos e ignoran a Pedro, hasta que le llaman la atención por interrumpírlos: “-Cállate, no ves que estamos hablando entre personas.” “Tomatín” tiene la carita maquillada de payaso, Tomasín no. Cada uno en este acto, tiene un timbre de voz y acentos distintos. En relación al espacio de representación actoral y la interacción con el público, podemos decir que es aquí cuando Pedro está frente a la audiencia, pueden verlo y puede verlos, a diferencia del tiempo que transcurre en el teatrino, en el que sólo contemplamos a los títeres, él se convierte en operador de personajes y en una gran variedad de voces, que salen desde la parte superior del teatrino, cada una con registro tonal distinto: risas, llanto, canciones, refranes populares y acentos que corresponden a cada títere. La voz del titiritero, convertida en muchas voces, como elemento de expresividad escénica, muestra el gran oficio del maestro. Existen otros dos momentos de interacción directa entre “Periquín” y el público, el primero asombra constantemente, y la alegría de Pedro al ejecutar actos de magia es incontenible, su rostro se ilumina con una sonrisa al dejar atónitos a quienes lo vemos desaparecer cosas; sus manos se mueven 42

Pedro Domínguez con sus hijos Enrique de 8 años y Gustavo de 6. durante una función en uno de los barrios altos de Pachuca en 1985.


con gracia y van de un lado a otro como bailando vals, creando el momento preciso para encantar y sorprender. “Periquín Domínguez el payaso que divierte a chicos y grandes...” vestido de payaso, con el dominio de un arte que aprendió hace muchos años, Pedro presenta algunos números cómicos, nos menciona que no le interesa el tradicional golpe y cachiporra con los niños, no le gusta burlarse de alguno para hacer reír a los demás. Pedro Domínguez es el último en su familia en dedicarse al arte de los títeres; sus hijos en ciertas ocasiones lo acompañaron vestidos de payasitos a presentar algunas funciones pero, una vez mayores eligieron otros oficios. Sólo cuando las circunstancias lo permiten, sus nietos juegan con los títeres mientras Pedro los saca para preparar una presentación. Al pasar el tiempo quizás sean ellos, Eden Alejandro Domínguez Serrano o Juan Alfredo Ramírez Dominguez, quienes decidan cultivar el amor a este arte tan especial. Referencias bibliográficas: REYES, Aurelio de los. Cine y Sociedad en México. Editorial: IIE UNAM. México. 1996 Volumen I, Vivir de Sueños MAÑON, Manuel, (2005), Lúna Córnea. Maravilla, 29, pp 148-157 ECHEVERRÍA, Nicolás, Poetas campesinos, Documental, 16mm, color, México 47’ IMCINE, 1979. Referido de: https://www.filminlatino.mx/pelicula/poetas-campesinos


Coordinación de la edición Texto, fotografía y video Asistente de producción Fotografías pp 40 y 48 Cuidado editorial, formación y diseño Impresor Pre-prensa Jefe de Prensa

Consuelo Cortez Arreola Antonio Díaz Salim Aldo Baca Castro Alberto López Díaz ADS Felipe Sánchez Gutierrez René León Zárate Santiago Meza Altamirano

Tipografía: Gotham Sustrato: Magno Mat 150 gr Pedro Domínguez Franco. © CECULTAH 2015. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo Dirección de Patrimonio Cultural. Río de las Avenidas 200, Col. Periodistas, Pachuca de Soto, Hidalgo. C.P.42060 Tels: (771) 719-34-78 y 107-20-88 cecultah@hotmail.com

47


Funciรณn en el kiosko del Parque Hidalgo, Pachuca. 15 de noviembre de 2015.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.