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Voces jóvenes

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Devocional

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Voces jóvenes

De dos en dos

Podemos seguir el método de Jesús si comenzamos a ir de dos en dos.

Con seguridad ha visto alguna vez cómo los niños se acercan a otros y preguntan: «¿Quieres ser mi amigo?» Algunas de las mejores amistades comienzan con esa simple pregunta.

Los discípulos habían visto a Jesús hacer muchos milagros y tenían idea de cómo interactuaba con la gente. Aparentemente, ahora estaban listos para salir solos. Jesús les ordenó que fueran delante de él, preparando el camino para los lugares que visitaría, yendo «de dos en dos» (Luc. 10:1). Iban a enfrentar muchos peligros y Jesús les dio consejos que siguen siendo relevantes en el presente.

Les dijo que no fueran solos. Que fueran de dos en dos. Jesús realizó muchos milagros maravillosos cuando estuvo en el mundo. Sigue trabajando en nuestro mundo mediante su Espíritu. Lo hemos visto obrar entre nosotros, dándonos fuerza en momentos difíciles y desconcertantes.

A nosotros también se nos ha ordenado ir y compartir las buenas nuevas. Hemos descubierto muchas maneras diferentes de hacerlo, en especial durante las órdenes de cuarentena y confinamiento y la incesante pandemia.

A pesar de ello, no importa cuán aislados estemos, nunca estamos solos. Es interesante notar que Jesús los envió de dos en dos.

Elena White nos dice que uno de sus propósitos para esta misión fue mostrar su amor inalterable por el pueblo de Samaria.* Jesús había dedicado tiempo para ayudar a un número de samaritanos en su ministerio, y ahora se estaban por ver los frutos.

Aunque acaso no caminemos hoy en esas mismas sendas, se nos pide que vayamos ante él y mostremos su amor a los que a menudo son pasados por alto y olvidados, o aún odiados.

Podemos comenzar a hacerlo si seguimos el método de Jesús y salimos de dos en dos.

Recuerdo cuán alentador resultó ir con una amiga a visitar a personas en sus casas para dar estudios bíblicos. Cuando una estaba cansada, la otra hablaba más. Mientras tanto, la que no hablaba oraba pidiendo las palabras correctas y la acción del Espíritu Santo. Cuando nos sentíamos desalentadas o enfrentábamos rechazo o indiferencia, era más fácil compartir la carga y vencer juntas.

Solía levantarme bien temprano una vez a la semana para visitar a una amiga y orar juntas sobre algunos de los desafíos y luchas que nosotras u otros amigos enfrentábamos.

Con otra amiga compartí un ministerio de oración por diversos proyectos en la Ventana 10-40. Otra amiga y yo disfrutamos de leer algo cada sábado, justo antes de la puesta de sol, y cantar algunos himnos. Habíamos comenzado esa costumbre cuando éramos niñas.

He pertenecido a grupos pequeños de estudio de la Biblia que se reunían cada semana. Cada grupo tenía un énfasis de estudio diferente: profecías bíblicas; lectura de El Deseado de todas las gentes; el Evangelio de Juan. También disfrutamos de llevar a cabo proyectos misioneros en la comunidad.

Hay muchas maneras en las que podemos disfrutar de comunión, aun a larga distancia o en línea, y de presentarnos ante Dios de dos en dos. ¿Por qué este mes no te acercas a uno de tus amigos y le preguntas si quiere ser tu compañero misionero?

*Véase Elena White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1948), pp. 449-459.

Carolina Ramos estudia traducción, enseñanza de inglés como segunda lengua y educación musical en la Universidad Adventista del Plata en Argentina.

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