3 minute read

del P. Dávila El Voto de Oración

Next Article
Contenido

Contenido

Padre César A. Dávila G. Fundador y Guía Espiritual AEA

Invoquemos reverentes la presencia del Divino Santo Espíritu, con el siguiente himno:

Advertisement

VEN, ESPÍRITU DIVINO

Ven, Espíritu divino Manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; Luz que penetras las almas; Fuente de mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, Descanso de nuestro esfuerzo, Tregua en el duro trabajo, Brisa en las horas del fuego, Gozo que enjuga las lágrimas Y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, Divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, Si tú le faltas por dentro; Mira el poder del pecado, Cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, Sana el corazón enfermo, Lava las manchas, infunde, Calor de vida en el hielo, Doma el espíritu indómito, Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, Según la fe de tus siervos;

Homilía

Por tu bondad y tu gracias, Dale al esfuerzo su mérito; Salva al que busca salvarse Y danos tu gozo eterno. Amén.

Acabamos de invocar la presencia del Espíritu Santo para que nos asista en uno de los actos más solemnes de nuestra vida cristiana, después de habernos incorporado al Cuerpo Místico de Cristo por el santo Bautismo. Este acto tiene para nosotros una importancia trascendental. Queremos seguir de cerca a nuestro Bendito Señor Jesucristo que vino a esta tierra para enseñarnos cómo llegar al Padre por la oración. Toda su vida transcurrió en la oración incesante. La proclamación de su mensaje se centra en la necesidad de la oración. Al inicio de su vida pública en Palestina, escoge el retiro de un monte inhóspito para orar por cuarenta días y cuarenta noches; antes de abandonar esta tierra, pendiente en la Cruz, se sumerge en el silencio de la oración contemplativa. Sus apóstoles, las primeras comunidades cristianas, los primeros mártires del cristianismo, la Iglesia toda, a través del tiempo, fieles a la enseñanza de Cristo han procurado vivir sus palabras “Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”. (Mt. 7,7)

Vosotros queridos estudiantes de la Asociación Escuela de Auto-Realización y Meditación, sabéis por propia experiencia que el secreto de ser felices aquí en esta tierra radica en la fidelidad a la oración diaria. Vuestros pensamientos no se centran ya en las cosas materiales, habéis aprendido a centrarlos en Dios. Vosotros sabéis que orar y amar constituyen la razón de vuestra vida cristiana. Este es vuestro mejor y más noble oficio. Cuando oráis y amáis, encontráis la verdadera felicidad en este mundo. Por la Oración Contemplativa centramos en Dios la mirada interna del espíritu y nos sintonizamos con Él, nos sentimos unidos a Él, vivimos con Él y para Él desde hoy para siempre. Aquí radica toda la fuerza y la eficacia de vuestra vida espiritual. Por la Oración Contemplativa alcanzáis a descubrir que la felicidad no está afuera sino dentro de vosotros mismos. Como criaturas débiles, con la permanente inclinación hacia las cosas terrenas, nos volvimos indignos de unirnos a Dios; pero Él mismo se ha dignado, por medio de su Hijo, invitarnos a invocarle así: Padre Nuestro que estás en el cielo. Cada uno de nosotros lleva adentro el cielo en donde está Dios.

Libre y gozosamente, vais a hacer este Voto de Oración. De esta manera, vais a asegurar vuestra felicidad diaria en el trajinar de las preocupaciones cotidianas: De acuerdo con los carismas que el Padre Bendito os ha concedido, vais a encontrar en vuestras ocupaciones, la respuesta a todas vuestras inquietudes y problemas. La meditación no es, ni lo ha sido para vosotros una carga, es la necesidad apremiante del náufrago asido a la tabla que le salvará del naufragio, del hombre que siente la necesidad de saciar su hambre, la sed del peregrino que atraviesa el desierto inhóspito, que llega al oasis en donde mitiga su sed, la necesidad del ciego que busca la luz. Este es uno de los momentos más grandes y solemnes de nuestra vida. La presencia de ese Dios Bendito que la sentimos, que quiere adoradores en espíritu y en verdad, es para nosotros mil veces sagrada. Estamos en Él, vivimos en Él, actuamos en Él, nos movemos en Él: Él está con nosotros, nosotros con Él.

Ante la presencia de ese Dios invisible a los ojos del cuerpo, visible empero a los ojos del alma, vamos a hacer Voto de encontrarnos diariamente con Él mediante la Oración Contemplativa. A cambio de nuestra felicidad, no cesará ni un solo instante de nuestra vida de vigilarnos, de ayudarnos, de colmarnos de sus bendiciones.

Los que estáis dispuestos a asumir este compromiso, acercaos al altar de Dios y depositad en él el ramo de flores que lleváis en vuestras manos, símbolo de vuestra entrega a Él.

This article is from: