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Homilía Voto de Oración AEA Guayaquil

Mons. Gustavo Rosales

Gracias por la invitación que me hicieran, cuando fueron a visitarme buscaban hace tiempo, y no podía tenía algunas cosas estaba llegando a Guayaquil, tengo cuatro meses, tres meses y algo aquí en Guayaquil, estaba en Cuenca. Mi vida sacerdotal ha sido en Cuenca, y la vida episcopal iniciándola aquí en Guayaquil.

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Entonces cuando me pidieron conversar, conversamos bastante con Don Angel, también con María Isabel.

Yo conocía bastante la escuela porque yo comencé por Monseñor Luis, también que me envió para poder acompañar en el AEA de Cuenca, con el economista Jaramillo Crespo; pues con ellos empezaba así acompañar en las celebraciones, ayudar, motivar acompañar. Por eso si conocía un poquito esto.

Estoy muy contento de poder estar acá, y sobre todo en este momento que ustedes realizan el voto temporal de la Oración, un voto significa un compromiso. Un compromiso de oración ciertamente los cristianos tenemos que hacerla todos los días, pero un voto nos compromete un poco más y nos compromete ante Dios, no solamente aquí y ahora, sino aquí y ahora, pero ante Dios de realizar nuestra oración diaria pero también en silencio esta oración contemplativa y a veces sin palabras ante Dios. Es nuestra vida ante Dios y es una tradición que viene desde los comienzos de la Iglesia, tradición que viene del Oriente digámoslo así, esa presencia en silencio ante el misterio. Qué fundamental era en un mundo lleno de ruidos lleno de confusión, lleno de agresión, de violencia poder encontrarnos en silencio con el misterio frente al misterio que no nos aparta de las realidades, sino que nos vuelve a la cotidianidad, pero nos vuelve llenos de Dios, nos vuelve mucho más reconciliados y nos vuelve con la capacidad de poder llevar esa buena noticia también a otros.

La presencia de Dios, el encontrarnos con Dios nos ayuda a ver nuestra propia vida, porque la oración nos ayuda en medio de los desórdenes y las confusiones, orienta la vida -me orienta muchas cosas- y nos da la capacidad de discernir lo mejor en nuestra vida, nos aterriza digámoslo así.

El contacto con Dios, con su palabra, la eucaristía que nos alimenta, nos ayuda a seguir adelante en nuestra vida, nos da fuerza y nos anima. Por eso es fundamental hoy día, este compromiso que ustedes van a hacer: de hacer esta oración diariamente por ustedes, por las personas que les rodean, su familia, por la necesidad del mundo, y ponerse en la presencia de Dios así como lo indica el evangelio ¿no? con palabras sencillas, silencio pero también con nuestra vida delante de Dios: aquí está mi vida delante de Dios, esto soy, ayúdame a tomar las mejores decisiones de mi vida, orienta mi vida, ilumina mi vida y que se quede en mí también en mi corazón para poder derramarlo y llevarlo a los demás.

Ahí ustedes han aprendido algunas técnicas que son medios y métodos que les ayudarán a cultivar el silencio, la forma de sentarse, en fin, pero son métodos, técnicas; lo importante es el encuentro con Dios en la oración, encontrarle a Jesús; y la reflexión y la meditación diaria de la palabra de Dios es fundamental también en nuestra vida: una sola palabra, una sola frase de Jesús nos puede ayudar a reflexionar y meditar,

Voto de Oración

una sola palabra de Él, una palabra de un salmo, la palabra de una carta de San Pablo, una sola palabra puede ayudarnos a hacer la oración y nos va ayudar bastante.

Entonces no es la oración -como digo- que nos aparta del mundo, no es la oración como una especie de fuga del mundo o de mi realidad, es una oración que me vuelve cierto a encontrar, que me vuelve a poner los pies en la tierra porque me ayuda a ordenar cosas, ciertamente esta metodología es fácil. Uno se distrae, se confunde ante tantas cosas, tanta información, los mismos medios de comunicación nos desborda con co- sas que no podemos entender y de repente no estamos con la capacidad de tomar una decisión personal, digámoslo así.

Pero la oración nos va a ayudar, porque es un cable a tierra digámoslo así. Porque la oración permite reordenar cosas, porque es Dios el que ilumina tu vida, es Dios el que va estar ahí en tu corazón y te va a dar la gracia para que sigas adelante. Es la gracia y la presencia de Dios, de Dios verdadero, es el encuentro con Él. Y entonces ese encuentro permite, volver a la realidad, pero volver lleno de luz, volver con gracia, la gracia de Dios, esa gracia que no podemos romper, esa gracia que tiene que seguir presente en nuestra vida. Hay personas que cuando están llenas de Dios se les nota, y se les nota no solo por las palabras, sino la sola presencia de esa persona ayuda, porque uno dice: esta es una persona que tiene a Dios en su corazón, porque lo lleva consigo en sus actos, sus palabras, y su sola presencia nos habla de ese Dios que está ahí. Y lo tiene

Voto de Oración

porque sabe encontrarse con Él en la oración. El Señor no se encuentra siempre, indudable, pero nosotros volvemos a Él y queremos que nos siga encontrando, que nos siga descubriendo ¡y la oración permite ese encuentro! Como dice Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia: la oración es hablar de amor con quien sabemos que nos ama y sí Él nos ama y permite no cierto que podamos amar, porque sabiéndonos amados por Dios podemos también amar a los demás.

Que el Señor en esta tarde permita, que ese voto que ustedes hacen les vaya ayudando en su vida y que las personas que están a su alrededor lo sientan así, sientan de verdad que están como llenos de Dios para poder anunciarle también a los demás. Pido a Dios por cada uno de ustedes que van a realizar este voto, este voto temporal de oración y que en algún momento lleguen hacer para toda la vida.

Que el Señor les dé la gracia a cada uno de ustedes de realizar este voto de verdad y ponernos

Yo le decía el otro día conversando con don Ángel, de una persona que conocí y que participó en la escuela y que era una persona muy buena, una persona que la primera vez que llegué me acogió: Rosita Vélez. Ella era parte de la escuela en Cuenca, pero ella tuvo un cáncer y yo le contaba que ella nunca se quejó. Tenía unos dolores tremendos, sufrió tremendamente pero ella siempre estaba con su sonrisa. A mí me llamaba la atención, porque yo decía: ante la primera dificultad uno reniega de Dios, porque me pasa a mí. Pero ella siempre estaba allí con una sonrisa, era una persona muy buena, era una gracia haberle conocido, y muere; pero murió en una paz que realmente fue admirable. Y yo me preguntaba ¿por qué? Y la respuesta está ahí, era una mujer de Dios, una mujer de oración que supo entregar su vida a Dios y como le entregó a Dios también las personas que estaban a su alrededor la sentían. Por lo tanto irradiaba luz, irradiaba paz, irradiaba ternura, irradiaba amor, fruto de la oración y del encuentro con Dios.

Que el Señor les ayude a cada uno de ustedes.

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